Una jornada de un profesor es algo
especial. Sobre todo si este quiere disfrutar con sus clases haciendo de ellas
algo creativo y motivador. Pero el estrés está asegurado. Una jornada que
comienza a las ocho de la mañana con dos horas de correcciones y preparación de
materiales en el departamento. Luego a las diez comienzo mi periplo docente.
Clase de segundo de ESO. El último día estuvimos hablando de la narración,
elementos de la misma, tipos de narradores... Plas. Clase como reto. Un texto
sin referencia de a quién pertenece. Lo leemos en voz alta. Tienen que
localizar a qué obra pertenece, el autor, año de publicación, país de origen, y
contestar diversas cuestiones sobre el tipo de narrador, el espacio y el tiempo
de la novela. El fragmento es el comienzo de “El guardián entre el centeno” de
J.D. Salinger. Ellos tienen un portátil. Que se espabilen. Se trata de ser
buenos investigadores y capaces de aplicar la lógica y la conexión de datos que
fácilmente encontrarán enseguida. San Google contiene todo. Una alumna lo había
leído el año pasado. Los demás localizan fácilmente la autoría pero se
desconciertan cuando han de aplicar la lógica, incluso los más estudiosos. El
premio de esta prueba es a los tres mejores investigadores y capaces de
enfrentarse a un problema intelectual. Silencio durante toda la hora.
Concentración. Alguno dice que es muy fácil. Veremos.
Clase de primero de ESO con alumnos de
necesidades educativas especiales. Ritmo muy lento. Algún problema de
disciplina al principio. Luego consigo ponerles a trabajar. Las diferencias de
rendimiento son extremas. Algunos culminan la tarea de reconstruir 26 frases
desordenadas y otros ni siquiera han llegado a la segunda o tercera. Olvidan
continuamente las contraseñas para entrar en su cuenta de Edmodo. Buen ambiente
al final pero las diferencias entre ellos son muy grandes. Alguno apenas
pergeña el castellano.
Breaktime para el café. Profesores
abducidos por los móviles. Necesidad de desconectar. Frivolidades, bromas,
confidencias sobre el pirateo de películas, Dunia sonríe enigmáticamente, en la tele hablan de el Pequeño Nicolás que se ha
ido sin pagar, un simpa que le llaman. No entiendo que un mindundi como este
muchacho puede llenar tantos espacios de televisión y, sin embargo, no hablan
de la poesía de Pessoa, o de la historia del sexo de Foucault.
Clase de bachillerato. La novela de los
años cincuenta. Dar clase de bachillerato es lo más fácil que existe. Hablas de
lo que sabes y te escuchan. La resistencia al franquismo. Escribir entre líneas
para pasar la censura. La España de la posguerra. Imágenes de multitudes –les
proyecto- con el brazo en alto y cantando Cara al sol. También les pongo
L’Estaca de Lluís Llach. Les digo que no crean que España era antifranquista.
El ochenta por ciento de la sociedad solo quería pan, paz y trabajo y Franco se
lo dio tras una guerra demoledora. Franco murió en la cama. No fue derrotado.
Rememoro el tiempo en que yo era militante de extrema izquierda cuando tenía su
edad. Tenía sex appeal irse a trabajar como obrero siendo universitario. Mis
trabajos como camarero y en la construcción. La novela social tiene una
intención crítica pero los obreros no leían novelas. Los escritores (Aldecoa,
Ferlosio, Goytisolo, Ferres, Matute, Fernández Santos...) son de clase media
bien situada. Le dan al pimple y Ferlosio a las anfetaminas. Aldecoa muere
joven de cirrosis. Le gustaban demasiado las tabernas. Vivía entre Canarias y
Nueva York. La literatura de los años cincuenta se inspira en parte en el
neorrealismo italiano. Me gustaría ponerles una película para que lo
conocieran. Pero no hay tiempo. Es una mentira que todos los catalanes fueran
antifranquistas. Las tropas de Yagüe entraron en Barcelona entre el delirio
popular para poner fin a la guerra. La represión antirreligiosa alejó a muchos
catalanes de la república. Ana María Matute no es fácilmente clasificable. La
novela que hemos de leer es suya: Luciérnagas. La guerra civil en Barcelona. Un
cronotopos. Matute no nos habla de buenos y malos. Es el drama colectivo lo que
se recrea en esta novela. Fue censurada esta novela por su ambivalencia. Les
pondré imágenes grabadas con la escritora. Les cae bien. Era encantadora. No
era maniquea. Nunca se definió políticamente. Fue su gran acierto. La guerra
civil no es una historia de buenos contra malos. Es una tragedia terrible de un
país cainita. Y no aprendemos. Nunca manipular. Saben que fui comunista. Me
preguntan si todavía lo soy. Siempre decirles la verdad. No, no lo soy. Pero a
los dieciocho años necesitas –entonces- cambiar el mundo. Ahora quieren ser
ricos. El dinero no da la felicidad pero produce una sensación tan parecida que
es difícil de distinguir. No sé si es de Groucho Marx. Pero yo era marxista del
otro lado. Ya no. No creo que el mundo pueda ser cambiado, pero esto nunca se
lo confesaré a mis alumnos.
Última hora. Ciclo de cine y valores
humanos para tercero de ESO. Proyección de la película El milagro de Ana
Sullivan. Un filme extraordinario de Arthur Penn. Es un cine reflexivo en
blanco y negro, lento. Pero a muchos les gusta esta película, otros están
inquietos porque querrían más acción y color. La primera de la serie fue
Capitanes intrépidos de Victor Fleming. Luego les proyectaré Matar a un
ruiseñor también en blanco y negro dirigida por Robert Mulligan. Posiblemente
también les pasé El niño salvaje de François Trufaut. No quiero ponérselo
fácil. Tienen que habituarse a ver buen cine, del que hace pensar. Ese es mi
objetivo. Hacerles pensar. Me piden una peli de terror. He pensado pasarles La
noche de los muertos vivientes de George A. Romero, también en blanco y negro.
Después de la peli hay un foro de debate sobre la misma, una especie de cine fórum,
como antes. Cine cinco estrellas. Cine duro y potente.
Fin de la jornada. Vuelvo a casa. Han
sido seis horas y media de no parar. Pero estoy contento.