Timo Soini, líder de los finlandeses auténticos
Para los docentes, Finlandia es un punto de referencia en el ámbito educativo. Tiene el sistema educativo más avanzado y eficaz del mundo, según los resultados del informe Pisa. Sabemos poco de este país del Norte, pero su éxito nos sorprende y nos estimula a intentar aprender de ellos. Estos días ha vuelto a ser noticia por el resultado de las elecciones legislativas en que un partido populista –Finlandeses auténticos (o verdaderos, o básicos)- ha multiplicado sus votos por más de cuatro, llegando a un 19% y quedando en tercera posición detrás del partido Conservador (Coalición Nacional, 20,4%) y el partido Socialdemócrata (19,1%). En cuarta posición queda el partido de Centro de la primera ministra Mari Kiviniemi (15,8%). El sistema electoral finlandés no permite las mayorías absolutas (¡¡¡) de forma que hay que gobernar siempre en coalición. El actual gobierno estaba formado por conservadores, centristas y Verdes, quedando los socialistas en la oposición. La arrolladora máquina del partido de los Finlandeses auténticos, casi empatado con los dos vencedores, hará muy difícil un pacto de gobierno.
Pero ¿qué defiende este partido dirigido por un político populista, Timo Soini? Tiene dos ejes en su discurso: Finlandia para los finlandeses (lo que implica un posicionamiento contrario a admitir a más inmigrantes, que son muy reducidos actualmente -3,5 %- a los que acusa de aprovecharse del sistema social y no adaptarse al estilo de vida finlandés y, por otro lado, son contrarios a participar en el rescate financiero de los países del sur de Europa (Portugal ahora, pero antes Irlanda y Grecia). Timo Soini viene a decir que la laboriosidad nórdica no tiene por qué pagar la vida ociosa bajo los olivos de los inoperantes países del sur. En esta propuesta de rechazo del rescate de Portugal coincide con el partido socialdemócrata en la oposición.
El 19% que ha votado a Soini es ferozmente antieuropeísta y contrario a las políticas de Bruselas, lo que coincide sobremanera con un estado creciente de opinión en Europa (nosotros no somos una excepción) que ve como parasitarios a los parlamentarios que se dedican a generar una ingente burocracia que no parece tener una aplicación real.
Hay varias cosas que me asombran y que ponen en cuestión mi planteamiento de las cosas: que el sistema pedagógico más exitoso del mundo es gestionado por una coalición conservadora, que la población finesa es mucho más homogénea en términos de origen que la mayoría de los países europeos, que su sistema político está estructurado de tal manera que impide las mayorías absolutas, que consideran con reticencia a los países de sur como vecinos lejanos y ociosos frente a la laboriosidad nórdica de la que se aprovecharían, que Europa como marco político y económico está en una profunda crisis (no es único el caso finlandés), que las políticas de solidaridad y acogida de los inmigrantes genera una enorme resistencia y promueve iniciativas como la citada (auténticos finlandeses)...
Hablando con mis alumnos de bachillerato me comentaban que ellos votarían a un partido que dijera bien claro que no a la inmigración (conocían el partido de Josep Anglada en Cataluña al que se califica en la prensa de extrema derecha). Lo que no saben es que ellos a su vez son considerados casi como parásitos que viven del cuento por los auténticos finlandeses que imaginan que nuestra vida laboral tiene lugar bajo los olivos, trasegando sangría y practicando la siesta y el ocio como forma de vida.
Lo cierto es que el caso finlandés pone de relieve muchos aspectos que van a crecer exponencialmente en Europa: el rechazo a las políticas migratorias (veamos el caso de los inmigrantes tunecinos y libios en el limbo italiano y que no quieren ser acogidos por Francia donde crece y crece el Frente Nacional de Marine Le Pen), el rechazo de los países o regiones más prósperas de subvencionar a los más frágiles (pensemos aquí en España, el argumentario político obsesivo del nacionalismo catalán o vasco o zaragozano si llega el caso): los del sur viven del cuento, del PER, del clientelismo, de los subsidios bajo la sombra de los olivos, mientras los del norte trabajan y sudan para mantenerlos en su ociosidad.
El problema es que uno puede creerse “del norte” y que otros lo consideren “del sur”, que crea que se está dejando la piel en su trabajo y que otros lo piensen bajo las palmeras en una playa cálida y lujuriosa.
Y además lo curioso es que el concepto de democracia surgió en una sociedad ociosa y del sur.
Yo no sé de dónde soy. Me temo lo peor.