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lunes, 4 de mayo de 2009

Cráneo privilegiado

Hemos pasado unos días en el sur de Francia. Vivir en Barcelona supone que Francia está a unas tres horas. Ello da ocasión de visitar el lado norte de los Pirineos con cierta frecuencia. Y lo cierto es que me siento bien en Francia. Lo primero que uno nota cuando llega allí es la importancia de la cortesía en el trato. Bon jour es común cuando entras en cualquier establecimiento, pero dicho con especial énfasis, no un bon jour desmayado y protocolario. Los franceses ponen intensidad en sus saludos. Igual que a la despedida un merci con una amplia sonrisa y Au revoir, y un Bonne journée o un Bon voyage. Reconozco que me resulta cálido y cordial. Cuando he ido con mis alumnos al sur de Francia, ellos han notado la importancia de la cordialidad y la cortesía en comparación con el estilo bronco de nuestras relaciones en las que los saludos parecen fórmulas vacías de sentido. Uno se siente atraído por ese calor, por esa predisposición a cuidar las formas dotándolas de contenido.

 También me atrae de Francia el cuidado que ponen en conservar sus pueblecitos con  su estilo tradicional. En efecto, todos los pueblos que he visitado mantienen su imagen armoniosa no especialmente lujosa pero sí buscando proteger la piedra, los tejados de teja, las contraventanas y puertas de madera y evitando elementos “modernos” distorsionantes. En España hemos destruido la mayoría de nuestros pueblos dejando caer las casas en los centros históricos y sustituyéndolas por edificaciones modernas o se cambian las ventanas de madera por aluminio igual que las puertas. En Francia todo es discreto pero bien conservado, con primor, con conciencia del paisaje urbano, sin esa fiebre destructora que se ha impuesto en España en las últimas décadas, no sé si con mentalidad de nuevos ricos que odian su pasado y sus elementos arquitectónicos.

 Me asombra de Francia también el uso del usted en las relaciones sociales. Es preceptivo entre iguales y presente entre los jóvenes, y por supuesto lo es en la escuela entre alumno y profesor e incluso entre los mismos profesores. El usted predispone al respeto y a la consideración. Ignoro por qué se ha perdido en España  incluso con personas mayores. Quizás tenga algo que ver con el estilo de camaradería bronco que se puso de moda entre los falangistas en la postguerra. Los camaradas falangistas se trataban sin rodeos con un tú agresivo. Recuerdo en mi niñez que aún era frecuente el usted en las relaciones sociales, pero en la década de los sesenta y setenta fue totalmente arrinconado y olvidado. Las personas mayores se sienten menos mayores si se las trata de tú. El usted es como un síntoma de envejecer a la gente y se olvida su significado de respeto y valor de la distancia y la consideración.

 Y en cuanto a relación con el pasado, me admira de Francia que dicha relación no parece conflictiva mientras que en España lo es y mucho. Tenemos en nuestra historia una dictadura de cuarenta años que nos ha marcado profundamente y con cierta lógica tendemos a hacerla desaparecer o a ignorarla o a detestarla. Todo lo que proviene de la dictadura sea o no cierto nos parece sospechoso, incluido el ejercicio de la autoridad que parece de raíz franquista. En Francia no es así.

 Igual que en los nombres de sus calles aparece siempre una place de la Republique de la que se sienten orgullosos, y dentro de la nomenclatura urbana se realzan personajes del pasado compartido de Francia, al lado de prohombres locales. En España, la España de las autonomías, se tiende a destacar sólo las supuestas glorias locales, y se olvida o hace desaparecer los hombres de letras que han formado nuestra tradición. Me gustaría encontrar en Andalucía una calle dedicada a Salvador Espriu o en Cataluña una avenida con el nombre de Miguel de Cervantes. Somos muy poco conscientes de nuestro pasado, de su valor, de los momentos de gloria compartida. El pasado es peligroso y está contaminado de centralismo, dictaduras, un imperio ominoso, de suciedad...

 Me admira de Francia su bandera, su himno, su historia compartida por todos los franceses, mientras que en España no hay nada que sea asumido por todos y cualquier atisbo de intentarlo es lógicamente visto como un signo de amenaza.

 Acabamos nuestro recorrido en Collioure donde está la tumba de Antonio Machado y allí pude encontrarme con lo mejor de nuestra tradición, con algo que sería imposible en España: el calor republicano. Toda la tumba estaba llena de referencias tricolores, poemas, banderas catalanas y republicanas. Aquel cementerio es un remanso de paz de la España que pudo haber sido y no fue. Veo absurda y abominable la idea de trasladar la tumba de Antonio Machado a España. Está bien enterrado donde murió, en las circunstancias que lo hizo, después de  una derrota de los ideales republicanos, tras una huida azarosa y dolorosa, y donde fue acogido con afecto y allí sigue enterrado recibiendo cada día a docenas y docenas de visitantes que llegan hasta allí, un lugar tranquilo y hermoso, un pedacito de la España republicana en Francia.

 ¡Cómo añoro un país reconciliado con su historia, con su paisaje, con su cultura y con sus ideales. No sé si para ser español hay que odiar ser español. ¡Qué controversia!

 España.

Don Latino.- ¡Un esperpento!

El borracho.- ¡Cráneo privilegiado! 

lunes, 27 de abril de 2009

L'enfant sauvage

Ayer veía de nuevo la película de Truffaut con mi hija pequeña. Ella había quedado maravillada la primera vez que la vio. Desde entonces no había dejado de decirme que quería volver a verla. Por fin pude disponer de ella, y lo dos nos quedamos frente al televisor viendo esta película que plantea problemas fascinantes sobre la posibilidad de educación social de un niño que ha crecido sin contacto humano en plena naturaleza. Tiene una base histórica en el famoso niño de Aveyron que fue encontrado hacia 1800 con cicatrices en la cara y en el cuerpo. Aparentaba tener doce años pero era muy pequeño. Bebía en los arroyos y comía bellotas o raíces. Tras diversas vicisitudes, el doctor Itard se lo lleva a su casa e intenta socializarlo enseñándole el lenguaje, el sentido moral y el comportamiento civilizado.

El niño hace progresos aunque nunca puede pasar de determinado umbral y a pesar de que aprende el alfabeto y un cierto número de palabras, nunca deja de añorar su vida salvaje. En la película, el niño, Víctor, se coloca siempre al lado de la ventana mirando el bosque donde había crecido. Una vez se escapa y vuelve a su vida salvaje, pero los progresos dados en la civilización le impiden readaptarse a su vida anterior y vuelve con el doctor Itard tras varios días de vagabundeo por el bosque. El niño estará condenado a soñar con la vida en libertad, aunque será incapaz ya de volver a ella, pero tampoco podrá progresar en la vida civilizada y será en ella un permanente extranjero.

 Esta historia inmediatamente la he conectado con Blanca, una muchacha sobre la que escribí hace un tiempo en un post titulado Le bateau ivre. Os recomiendo releerlo. Tiene ahora veintipocos años y vive una vida equilibrada en compañía de su pareja. Solemos escribirnos y nos contamos nuestras respectivas situaciones. Sus correos electrónicos son un prodigio de capacidad de autoanálisis emocional y existencial. Blanca se hundió durante años en abismos de locura por causa de su enfermedad (TLP, Trastorno Límite de la Personalidad). Ello le llevó a vivir en la calle, a sufrir agresiones y autolesionarse,  a terminar por fin en psiquiátricos en los que fue internada. Me habla de su estancia en ellos. Ahora vive medicada y estabilizada, pero no deja de añorar aquellas fases de locura en que existía un yo que fue  químicamente lobotomizado para dejarle posteriormente en equilibrio pero sin aquel núcleo de identidad que la vertebraba causándole sin duda un terrible dolor pero dándole alguna consistencia. Añora esa vida en los psiquiátricos y me habla de las personas que conoció allí, de su interacción con ellas, de la exquisita sensibilidad de algunos de ellos, de la brillantez intelectual y artística de alguna mujer que estaba allí internada, de la prohibición de tocarse que existe en dichos centros, pero que ellos se las ingenian para sortearla y tener contacto físico de mil maneras diferentes, incluso follando salvajemente. Es una vida de cierta libertad entre electroshock y tratamiento farmacológico en que los yoes desbocados de los internos pueden manifestarse. Trastornos bipolares, esquizofrenia, psicosis… son enfermedades graves que conviven allí en el “hotel” en el que no hay que hacer nada y se puede estar todo el día en pijama y dedicándose a pensar y a relacionarse, a besarse, a tocarse, a darse afecto de una manera u otra, lo que a veces es mejor terapia que la química.

 Ahora Blanca está resignada y se reconoce como no feliz aunque vive en una paz química. Su yo fue extirpado –piensa ella-. No quiere volver a ello claro está, sabe lo que le espera al otro lado (una habitación con barrotes), pero no acaba de sentirse cómoda en la “cordura” y la “normalidad”. La locura tenía su atractivo. No debe pensar en ello. Era un mundo visionario, en el límite mismo de la identidad y del ser. Ahora debe estar acostumbrada a la vida gris y cotidiana que no le atrae para nada. No sabe quién es. Le curaron pero no le dejaron traerse su yo y no todo era desechable. Está condenada a ser alguien desconocido para ella misma. Lo peor además es que ya nunca podrá relacionarse con sus compañeros de locura. Sería malo. Ahora ella está a este lado y no debe volver al otro. No debe volver a ser yo porque ella ya no es así. Su lado patológico y dañino debe quedar alejado.

 Yo le animo a escribir sobre ello. Pienso en el extraordinario testimonio sobre la depresión en que consiste ese breve ensayo titulado Esa visible oscuridad de William Styron, en el que el autor relata su caída en simas de dolor y de tristeza insondables a consecuencia de una crisis que padeció hacia los sesenta años. Es un libro lúcido y apasionante para todos aquellos que han sufrido una depresión y también para los que no. Pienso que Blanca podría articular su visión del mundo y dar origen a un relato magnífico de todo eso que está al otro lado del espejo. Sin embargo, nada parece ilusionarle. Cuando recibo un correo de ella, me pongo contento y lo leo atentamente. Tengo la misma impresión de cuando era alumna mía y la veía expectante en clase, esperando acceder al conocimiento o a la luz. Sigue siendo una lectora compulsiva y una excelente cinéfila. Elementos no le faltarían para crear si pudiera encontrar en ello un aliciente, una motivación. Retratar esos dos polos de la vida (locura-cordura) es una vertiente que merece ser explorada.

 L'enfant sauvage no deja cada día de sentir nostalgia de la vida en libertad que dejó atrás, aunque sabe que no puede volver a ella. No hay retorno, -no debe haberlo- pero tampoco a este lado está la felicidad ni un simulacro de ella.

 ¡Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.

 FGL

viernes, 24 de abril de 2009

Debates a contracorriente.

Ensayo de diálogo dramático en el sillón del psicoterapeuta. 

Andrés: El modelo de educación está en crisis. Los chavales no aprenden casi nada, los resultados de los distintos informes internacionales así lo avalan. Y yo pienso que el problema fundamental es que en las aulas públicas no existe el ambiente necesario para el aprendizaje. El grado de indisciplina, de desidia y de pereza dominan totalmente. El principal problema que tiene un profesor en clase es cómo crear una atmósfera propicia para el aprendizaje...

Iturrioz: Lo que llamaban los clásicos la potestas, el reino de la disciplina. Sin disciplina no puede haber aprovechamiento, sin disciplina los alumnos se aburren. Son los propios alumnos con su indisciplina los que están reclamando que los organicen, que les den un orden. La rebelión puede ser divertida y la van a intentar por todos los medios, pero lo que ellos anhelan es orden.

Andrés: Pero hay muchos profesores que piensan que lo que hay que hacer es interesarles, hacerles agradable la estancia en el instituto porque les resulta muy pesado pasar tantas horas aguantando clases magistrales.

Iturrioz: Siempre se ha pasado muchas horas sentado, pero el problema es que para que éstas resulten interesantes, hay que estar trabajando y concentrados, bien sentados y con la clase limpia. No hay peor tortura que pasarse seis o siete horas haciendo lo que te venga en gana o teniendo profesores que sólo buscan halagar tus tendencias a la molicie. Pienso que todas las teorías psicopedagógicas que se han impuesto en occidente y que arrastramos parten del error de que son espontáneas las ganas de aprender y que el problema en la escuela es el aprender a aprender. Y esto es incierto. Los alumnos necesitan que el sistema educativo ordene su mundo mental que tiende a la autosatisfacción, a la renuncia al esfuerzo, al caos, al asalto de la autoridad.

Andrés: Pero este no es un problema sólo de la escuela. Lo que ven en la televisión, en la publicidad, en los videojuegos, la falta de modelos en la misma familia inducen un comportamiento que dinamita la esencia de la autoridad. Los propios padres cuestionan la autoridad de los profesores con sus comentarios sobre ellos.

Iturrioz: Es cierto y en muchos casos que se detectan, son los propios padres los desbordados por la rebelión de sus hijos, bien sea por dejadez, por comodidad o por falta de tiempo... Lo cierto es que muchos alumnos que llegan a los institutos no tienen asimilados unos comportamientos responsables porque en la propia familia se les ha dejado hacer lo que quieren. Es muy difícil enfrentarse a un curso en que los alumnos carecen de límites naturales porque estos no se les han marcado en la propia familia. Tenemos un problema fundamental de jóvenes consentidos, narcisistas, sin límites y acostumbrados a hacer lo que les viene en gana, así como a tener todo o casi todo sin excesivo o nulo esfuerzo.

Andrés: Parece que es una cultura de época. El capitalismo siempre está excitando tus deseos para ser satisfechos inmediatamente mediante el consumo. No hay demora en la satisfacción. Lo queremos todo aquí y ahora, sin esfuerzo, y el conocimiento implica un enorme esfuerzo.

Iturrioz: Las generaciones anteriores, en especial la de los abuelos, sabían que todo costaba un esfuerzo, mucho esfuerzo. Se acostumbraban a luchar mucho y a obtener sólo en contadas ocasiones alguna satisfacción que era entonces celebrada con gozo. La vida era luchar. Ahora muchos adolescentes lo único que añoran es estarse la vida tumbados viendo la televisión. Pero lo peligroso es que eso es terriblemente aburrido. Necesitan emociones para entretenerse, para salir de su letargo soporífero. Y esas emociones las buscan saltándose las escasas normas de disciplina o practicando juegos de ordenador o videojuegos que les llevan a un mundo de violencia simulada para descargar su insatisfacción, la insatisfacción del aburrimiento y la falta de objetivos.

Andrés: El hecho de que la escuela sea obligatoria no ayuda ¿No?

Iturrioz: La pedagogía occidental progresista ha hecho de la escuela obligatoria una conquista social con toda la buena intención del mundo. Eso es cierto, pero esa misma obligatoriedad conlleva una devaluación completa del modelo educativo. Si algo es obligatorio ¿qué interés tiene? Lo lógico es rebelarse contra ello, contra todo lo que signifique. En todos los países subdesarrollados es un privilegio la educación. Los niños conocen su importancia y no es para todos. La alternativa es ponerse a trabajar a temprana edad. Muchos niños en África, Asia y Latinoamérica han de compaginar los estudios con el trabajo. No hay bromas. Es sintomático que muchos inmigrantes que llegan a España están acostumbrados a modelos de autoridad muy fuertes en las escuelas. La figura del profesor es decisiva. Tienen una enorme decepción cuando experimentan el modelo educativo en que el profesor es devaluado y su autoridad corroída por el sistema. Muchas veces es el profesor el que se siente culpable y piensa si es él el que falla y se pregunta constantemente sobre qué habrá de hacer para atraer a sus alumnos. Muchos se han ilusionado con que las TIC sean la panacea para esta situación, pero las TIC, si son exigentes, también conllevan esfuerzo y esa dimensión ya no gusta. Sólo atrae lo que reporta una satisfacción inmediata: los chats, youtube, facebook, fotologs, aplicaciones instantáneas que no conlleven esfuerzo.

Andrés: ¿Son iguales las chicas y los chicos?

Iturrioz: Las chicas -en general- son más disciplinadas, más ordenadas, están más acostumbradas a demorar la satisfacción. Hoy son ellas los que marcan una tendencia más positiva y parecen tener la cosas más claras. Además son menos individualistas y están más habituadas a compartir y a colaborar. El gran problema del fracaso escolar estriba en las tendencias de los varones. Quizás las mujeres tienen interiorizado que han tenido que luchar más para conseguir sus objetivos. No todas son iguales, claro está. 

Andrés: ¿Y la escuela privada?

Iturrioz: Vende lo que exactamente le falta a la pública. Disciplina, selección, método, un ambiente apropiado, aprovechamiento. Y como hay que pagarla, ya entonces no hay tantas bromas. Lo que es gratuito y obligatorio está condenado al fracaso.

Andrés: ¿Cuál es el futuro?

Iturrioz: Mucho me temo que lo que sucederá en Occidente es que tarde o temprano se volverá a modelos autoritarios y tornará el fascismo, quizás con formas menos rudas, no tiene por qué ser como lo fue en los años treinta. La escuela occidental en sus modelos pedagógicos más extendidos, basados en la pedagogía constructivista, inclusiva, la escuela en que es el profesor el que se adapta a todas las necesidades o caprichos del alumno, la escuela del aprender a aprender, la de la idea roussoniana de que el adolescente es bueno y tiene ganas de aprender naturalmente ha sido un fracaso completo. El panorama educativo actualmente es desolador y es insostenible. Volverá el autoritarismo, y ello será una tragedia para las sociedades, pero la sensación de aburrimiento es su principal caldo de cultivo. La crisis tarde o temprano hundirá los modelos occidentales. Y habrá seísmos políticos que todavía nos son desconocidos. Y nuestros adolescentes, aburridos, hastiados y anhelantes de autoridad, serán sus principales partidarios.  

lunes, 20 de abril de 2009

Un lobito bueno

Mi amigo Jorge y yo hemos visitado por fin la fundación Círculo de Lectores donde hay una exposición sobre la figura de JAG (José Agustín Goytisolo) con motivo del décimo aniversario de su trágica y enigmática muerte (19-03-1999). Es el primero de su generación en tener publicada su Poesía Completa cuando en vida algunos compañeros de promoción (Carlos Barral entre otros) lo acusaban de poeta excesivamente popular y pedestre, lo que no dejó de causarle una gran inseguridad poética. Pero lo cierto es que sus versos (tal vez sencillos, pero cálidamente poéticos) nos llegan y nos golpean muy adentro. Su poesía es elegiaca, irónica y urbana. Forma parte con Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma de la llamada escuela de Barcelona, ciudad a la que estuvo íntimamente unido, lo que no impidió que también fuera un puente para sus compañeros de generación como Ángel Gonzalez, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, María Victoria Atencia..., la llamada generación del medio siglo de la que se cumplen cincuenta años de su acto fundacional en Collioure ante la tumba de Antonio Machado.

Él se definía como un catalán-cubano, escritor en la lengua de Castilla. Sus antepasados paternos tuvieron en Cuba ingenios de azúcar y aún hoy el apellido Goytisolo (que significa “campo de arriba en vasco) es común en la isla caribeña entre los cubanos descendientes de su abuelo. Su madre, Julia Gay, murió trágicamente durante un bombardeo de la aviación italiana sobre la ciudad de Barcelona cuando JAG tenía diez años. Nunca pudo reponerse de la muerte de su madre. Estudió en los mejores colegios como La Salle Bonanova donde coincidió con Luis Carandell con cuya hermana Asunción Carandell se casaría.

La poesía de JAG nos emociona por su sencillez y su profundo aliento lírico. Tuvo la suerte de ser musicado por varios cantautores que han hecho sus poemas inmensamente populares. Su principal trovador fue Paco Ibáñez que musicó Palabras para Julia, El lobito bueno (nombre que tienen algunas guarderías), Me lo decía mi abuelito.... También interpretaron sus poemas Rosa León, Serrat, Amancio Prada, Soledad Bravo, Mercedes Sosa, los Goliardos, Kiko Veneno, Peret, Los Suaves, entre otros.

JAG decía que la poesía no es de quien la trabaja sino de quien la necesita. Me parece una hermosa idea igual que su idea de que no le importaría ser olvidado mientras sus versos sigan vivos porque querría decir que los necesitamos. Y ¿quién no ha acudido a alguna de las estrofas de Palabras para Julia en momentos de tristeza? A mí me conmueve ese poema dedicado a su hija y que es uno de los más hermosos testamentos humanos que puedan hacerse.

JAG fue asimismo una gran persona y puente entre la literatura catalana y española. Su figura ha quedado sin continuación. Él tradujo espléndidamente a los poetas catalanes (Espriu, Foix, Riba, Vinyoli...) en la edición bilingüe Poetas catalanes contemporáneos (1968) y posteriormente Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI (1996) con las incorporaciones de Pere Gimferrer, Marta Pessarrodona, Pere Rovira...

La Universidad Autónoma de Barcelona le ha dedicado unas jornadas con motivo del aniversario citado así como por la publicación de su Poesía completa (Lumen), en edición de Carme Riera y Ramón García Mateos y sus Artículos periodísticos en edición del Círculo de lectores. Dichas jornadas estuvieron repletas de emoción pues estuvieron presentes su hermano Luis Goytisolo, su hija Julia y el cantante Paco Ibáñez, su más conocido trovador.

Me atraen de su poesía el lenguaje directo sin retórica, su tono conversacional y reflexivo, elegiaco o satírico, sus reflexiones sobre la vida y su compromiso vital, sus evocaciones del tiempo pasado llenas de delicadeza y de ternura. Y es que José Agustín Goytisolo encarna al poeta solidario, que no se cree ungido por los dioses en su quehacer poético, y lo notamos extraordinariamente cercano y ni un milímetro por encima de nosotros que lo leemos. A los recitales, que llevaron por toda la geografía española juntos  Paco Ibáñez y él, iban nostálgicos de la poesía del compromiso, pero también muchísimos jóvenes que seguían considerando su poesía como actual y emotivamente humana, con un aire neorromántico que la aleja de frialdades y distancias poéticas. Era esencialmente un buen hombre y un apreciable poeta.

La cuestión para participar, si lo deseas, es si conoces la poesía de JAG y qué opinión te merece y si no, qué poetas te conmueven si es que la poesía lo hace y por qué. Yo reconozco que cada vez me gusta más la poesía, y no puedo viajar sin llevar conmigo a algún compañero de viaje. Mis últimas adquisiciones han sido un par de libros de Chantal Maillard, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, José Agustín Goytisolo, Luis García Montero... ¿Por qué leer poesía? Buena pregunta ¿No?

Os dejo un regalito con la versión de Paco Ibáñez de Palabras para Julia en el mítico recital del Olympia de París.  


miércoles, 15 de abril de 2009

CHICOS Y CHICAS


Reconozco que hasta hace unos meses no había prestado atención al tema de las diferencias cognitivas entre chicos y chicas en primaria y secundaria. Es cierto que todos los que nos dedicamos a la educación sabemos que los resultados de las muchachas en el área de lengua son mucho mejores que el de los chicos, que el fracaso escolar es fundamentalmente masculino, que las mejores novelas que leí el curso pasado y de las que di cuenta en Profesor en la Secundaria eran las escritas por chicas con gran diferencia. Sabemos que el prototipo de estudiante exitoso es una chica y más raramente un chico. Todo esto lo sabía, pero desconocía que hay una tendencia cada vez más extendida (en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Australia...) a experimentar la llamada Educación Diferenciada que separa en centros diferentes, o por asignaturas a chicos y chicas intentando enfrentarse con mayor eficacia a sus diferencias en cuanto a funcionamiento del cerebro. Las chicas maduran antes y tienen una mayor habilidad en el uso del lenguaje y el pensamiento concreto, son más inductivas, se fijan en los detalles y llegan a una conclusión, asimismo tiene gran importancia el elemento emocional en su aprendizaje, son más adaptables para el trabajo colaborativo. En cambio, los chicos tienen a determinada edad mayor facilidad para las matemáticas y el pensamiento lógico-abstracto, son más deductivos y más competitivos, a la vez que tienen mayor propensión a la dislexia y tienen un nivel evolutivo más retrasado en cuanto al lenguaje.

Hace unos años se hubiera pensado que esto son estereotipos y que la mayor o menor habilidad para unas materias u otras dependía de la educación que se hubiera recibido y no a que el cerebro funcionara de modo diferente. Los estudios de los últimos veinte años muestran que efectivamente los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Nuestros cerebros funcionan de modo distinto, y el modelo que estamos experimentando está provocando el desistimiento y el desaprovechamiento de los chicos que pueden verse inhibidos por los éxitos de sus compañeras y terminan creyendo que el estudio y la lectura son esencialmente femeninas.

Las chicas son más maduras, más constantes, más responsables, y además tienden a ayudarse unas a otras. De igual forma estudian más horas a la semana, además de hacer actividades extraescolares y tienden a ayudar en casa. Los chicos estudian mucho menos y dedican muchas más horas a los videojuegos o al deporte, son más desorganizados. Académicamente son el sexo débil y el gran reto es atraerles hacia el mundo de los estudios que se ha feminizado.

En el informe Pisa, las chicas quedan muchos puntos por encima de los chicos en cuanto a comprensión lectora (35). Son resultados que comparten una tendencia general en los países de la OCDE. Los chicos sacan mejores resultados (11) en matemáticas.

Actualmente en España sólo centros conservadores, próximos a órdenes religiosas, experimentan la Educación diferenciada. En los países citados cada vez más centros, públicos y privados, tienden a experimentar este tipo de educación separada por sexos, sea en algunas asignaturas o en todo el proceso. No hay un modelo único. Las estadísticas muestran que este tipo de escuelas obtienen mejores resultados en ambos sexos. Los chicos progresan más sin competir con las chicas, y ellas tienden a no considerar las carreras de ciencias como propias de chicos, otra de las grandes paradojas que existen pues son escasas las chicas que optan a carreras como ingenierías o científicas, quizás porque las chicas tienden a tener en mente la formación de una familia y a limitar sus objetivos. Hay muchas menos mujeres en las cátedras de las universidades o en los puestos de responsabilidad de las empresas. Es el llamado “techo de cristal” que lleva a que las mujeres limiten sus expectativas.

La LOE consagra la coeducación como objetivo fundamental para la socialización de los estudiantes. El pensamiento progresista pedagógico ha hecho de la coeducación un valor esencial e irrenunciable. Si en la vida están juntos ¿por qué separarlos en la educación? Además esa separación tiene un cierto regusto al pasado franquista donde efectivamente había centros separados para chicas y para chicos.

Sin embargo, al profesor que esto suscribe, le quedan dudas y le gustaría que este modelo diferenciado pudiera ser experimentado y evaluado durante varios años en centros públicos. ¿Ayudaría a mejorar el rendimiento académico de unos y otras? ¿Qué efectos tendría sobre la disciplina de los centros? ¿Cabría una especialización de los profesores en las habilidades de los chicos y las chicas teniendo en cuenta que habría que explicar lo mismo pero de modo diferenciado? Que quede claro que el modelo no es labores para las chicas y matemáticas para los chicos, sino aprovechar sus inteligencias distintas de un modo más eficaz. ¿Es un anatema pensar que este modelo pudiera empezar a experimentarse en nuestro país como lo está haciendo en otros países que no tienen un pasado franquista?

Dejo aquí unos enlaces que pueden ayudar a enriquecer las reflexiones.  

EL FRACASO ESCOLAR ¿UNA CUESTIÓN DE SEXO? 

NIÑOS Y NIÑAS SEPARADOS CONTRA EL FRACASO ESCOLAR

MARIA CALVO CHARRO, PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN EUROPEA DE CENTROS CON EDUCACIÓN DIFERENCIADA

ASOCIACIÓN ARAGONESA DE PSICOPEDAGOGÍA

lunes, 13 de abril de 2009

Una república sin republicanos

Reconozco que todos los catorce de abril me pongo tierno y nostálgico de un periodo que no conocí, la segunda república española. He leído mucho acerca de ella y he visto numerosos reportajes en la televisión sobre su proclamación. Leí hace muchos años a Tuñón de Lara y en su Historia del siglo XX rememoraba los momentos en que la guardia civil, indecisa todavía sobre el cambio de régimen, ante la llegada de Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la República, le rendía armas después de unos momentos de duda.

Soy republicano de corazón y me encuentro con mis orígenes cuando veo la bandera de la república. Rojo, amarillo y violeta, color que representa el pendón de Castilla. Si pudiera ahora mismo votaría por la república, pero he de aceptar con dolor que las dos experiencias republicanas que ha vivido este país han sido terriblemente conflictivas y demoledoras. De la primera no voy a hablar. Duró, si no me equivoco, diez meses, y acabó luctuosamente con un golpe de estado tras un periodo de inestabilidad política, guerra y cantonalismo. La segunda república sentimentalmente me ha llegado más cercana. Pero he de reconocer que la república de 1931 fue una república sin republicanos, o que estos fueron muy escasos. La derecha no la aceptó nunca, la iglesia tampoco, la Falange menos, pero en el campo de la izquierda hay que recordar que los anarquistas (CNT-FAI) no sentían ningún apego hacia la misma considerándola una república burguesa y sólo ocasionalmente la apoyaron como una posibilidad para la revolución anarquista. Los comunistas tampoco la vieron como un objetivo final sino como un periodo de transición hacia una sociedad comunista al estilo de la URSS, los socialistas estaban escindidos en distintas ramas y la representada por Largo Caballero también conspiraba contra el régimen burgués republicano. Los nacionalistas catalanes y vascos lo estimaron como algo que favorecía sus respectivas dinámicas independentistas y sólo la respetaron como un régimen casual y accesorio.

El presidente Azaña se vio terriblemente solo, del mismo modo que los republicanos moderados en una etapa realmente convulsa en que se enfrentaron los extremismos más alejados: fascismo y comunismo. En medio quedaron unos centenares de miles de republicanos convencidos, que fueron en definitiva una exquisita minoría. Algunos intelectuales demostraron su simpatía hacia la república pero no hacia los extremismos políticos . El centro fue la principal víctima de aquella España fratricida que emergió algunos años después.

Hoy sentimos simpatía hacia la república y la celebramos pero en su tiempo no fue un régimen que contara con demasiadas lealtades, unos por unos motivos y otros por otros. Los moderados fueron aplastados o hubieron de emigrar. La segunda república quedó en manos de los más enconados extremismos y ser demócrata burgués era el peor insulto que uno podía recibir. Lo odiaban desde la derecha y desde la izquierda revolucionaria o el anarquismo. Para todos era un cómplice de algo.

Desde mi postura moderada de mi perspectiva actual pienso que la república adoleció de falta de defensores, de republicanos moderados, y si los tuvo fueron tan tibios que poco pudieron hace frente a las hordas que asesinaron al teniente Castillo o a Calvo Sotelo. La derecha esperaba agazapada y Franco, sumamente prudente e hipócrita esperaba también, para darle el golpe de muerte a la segunda república española, tras una guerra terriblemente cruel en que se cometieron atrocidades en los dos bandos.

Ojalá pudiera pensar que una tercera república nos traería tiempos mejores, pero pienso que hoy, como ayer, tampoco tendría demasiadas lealtades. Las diecisiete repúblicas federadas que constituyen nuestra realidad política reclamarían mayores competencias hasta el infinito. Y los que quedarían en medio pensando en el mito de una España republicana solidaria y fraternal serían una ínfima minoría. Casi nadie seguiría creyendo en ella como muy pocos creyeron y apoyaron la república de 1931. Una tragedia, sin duda.

sábado, 11 de abril de 2009

Vírgenes y surrealismo


Sábado santo, día de recogimiento y dolor tras las explosiones -este año pasadas por agua- de las procesiones de semana santa de jueves y viernes santos. Reconozco que ayer quedé fascinado ante los continuos resúmenes de televisión sobre los desfiles procesionales en toda la geografía española. Me quedé boquiabierto pero como si lo contemplara desde fuera, como un espectador escéptico pero curioso y quise juzgarlo como un aficionado antropólogo inocente.

Pasos espectaculares con artísticas tallas de madera policromada, tronos adornados con flores y velas, costaleros que transportan en el aire o sobre ruedas estas vistosas exposiciones dramáticas, penitentes que caminan descalzos y con cadenas, cofrades encapuchados con grandes velones, manolas vestidas de negro y con espectaculares peinetas y mantillas, cristos yacentes, vírgenes -ataviadas con mantos de pedrería- que despiertan el entusiasmo generalizado, niños con capas y hábitos, tambores, chirimías, el ejército y la guardia civil custodiando los pasos, las fuerzas vivas de la sociedad, alcaldes, concejales de todos los colores incluidos los socialistas y comunistas, la cabra de la legión, las miradas altivas de los legionarios y el cristo que llevan orgullosos en andas como levitando.

Nombres plásticos y musicales: virgen de la Macarena, cofradía del Santo Entierro, el Cachorro, cofradía de la negación de san Pedro, Cristo del Gran Poder, Jesús del Vía crucis, Jesús cautivo...

Me alucinan, aunque no las he visto en directo, esas mil setecientas mujeres que desfilan en Zamora vestidas de negro y mantilla con cirios; los hombres que se atan con duras cuerdas portando una cruz, y se arrodillan en medio del fervor popular; el romper la hora en el Bajo Aragón en pleno alboroto popular; los encuentros en Granada entre la virgen y el cristo lo que hace que los pasos empiecen a moverse al ritmo de sevillanas; los piropos profanos a las vírgenes; las saetas en medio del silencio más solemne; la salida de la virgen de la Macarena en Sevilla esperada por decenas de miles de personas que prorrumpen en gritos de éxtasis; los miles y miles de participantes que se preparan durante meses y las enormes masas de espectadores que admiran boquiabiertos el espectáculo; los extranjeros que tienen ocasión de ver actos de raíz medieval en en corazón de un país de la Unión Europea.

¿No me digan que esto no es asombroso en pleno siglo XXI? ¿Es esto producto de un profundo sentimiento religioso que lleva a mostrar la adhesión a las formas plásticas de la pasión y el dolor del Cristo y de la Virgen? ¿Qué significa todo este espectáculo de raíces ancestrales que es profundamente dramático y que debería ser objeto de estudio en las escuelas de teatro más avanzadas? ¿Es España el país más religioso de Europa? ¿Es todo esto un atavismo y una manifestación del conservadurismo de la España profunda?

No tengo respuestas, pero esta noche cuando pensaba sobre ello, me ha venido como una piedra a la frente la palabra "paganismo". Es como si el universo politeísta -gozoso, plástico y multiforme- se hubiera apropiado del mundo cristiano y estallara jubiloso en las calles frente al aburrimiento de los ritos católicos. Pocos actos son tan soberanamente aburridos como una misa en España. La religiosidad popular, creo que profundamente pagana, entra en combustión ante las vírgenes proteicas, los símbolos de dolor, las velas encendidas -proscritas de las iglesias-, los cristos sufrientes -algunos bellísimos-, los oficiantes vestidos como en un carnaval dionisiaco con capirotes multicolores, tambores rítmicos o enloquecidos como los que inspiraron a aquel genial surrealista que fue Luis Buñuel... Es como una explosión delirante de la tierra que conquista el cielo, de la carne y el eros dominando el plano mundo de la divinidad cristiana y la idea aburrida del paraíso.

Nuestras calles enloquecen durante dos o tres días. Javier Marías lo ve como una intromisión de la iglesia católica en nuestras calles y plazas, pero yo lo pienso como una expresión surreal de corrientes profundas de la ritualidad y el dramatismo populares frente a la modernidad desoladoramente igual y unificadora desde el occidente al oriente... No creo que la jerarquía católica tenga mucho que ver con esto. No veo a estas masas como seguidoras del sínodo episcopal y sus directrices reaccionarias. Entiendo, no obstante, que los ciudadanos más inclinados a la izquierda o más liberales entiendan estas manifestaciones como antimodernas o alejadas del progresismo. Sin duda lo son, pero no dejan de hacer aflorar espectáculos interesantes y sugestivos para un antropólogo inocente y desprovisto de prejuicios. Revelan puestas en escena extraordinariamente teatrales y propias de ritos de otros tiempos. Pero ¿quién ha dicho que los ritos no nos fascinen?

martes, 7 de abril de 2009

Revolución y sardinas


En todas las vacaciones termino, por razones familiares, recalando en Galicia, concretamente en A Mariña lucense, cerca de esa hermosa ría de Eo que recorrí hace tantos años... En esta tarde fría en Foz me dedico a hacer memoria de mi descubrimiento de Galicia...

Tenía dieciocho años e iba a hacer durante el mes de agosto mi primer viaje. Y no dudé cuando tocó escoger un destino: Galicia. Zaragoza destino Vigo en un expreso nocturno. Había estado trabajando por primera vez durante el mes de julio para conseguir dinero para el viaje. Estaba doblemente orgulloso por mi primer trabajo y por ser el primer viaje auténticamente mío. Iba con dos compañeros de universidad y los tres nos hallábamos inmersos en un debate interior acerca de nuestro compromiso político. Franco vivía todavía aunque se intuían sus últimos días. Era 1974, y estaba muy reciente la revolución portuguesa de los claveles. Muchos en España soñábamos algo así. Las imágenes de los fusiles revolucionarios de los soldados portugueses, con claveles en la bocana de los fusiles, nos seducían, igual que el nombre del comandante Otelo Saraiva de Carvalho. Estábamos a punto de entrar a militar en la izquierda revolucionaria, y mis compañeros de viaje, Miguel Ángel y Juanra, nos debatíamos sobre qué elección política íbamos a hacer. Además Miguel Ángel y yo salíamos de un proceso de profunda revisión acerca de nuestro compromiso cristiano. ¡Qué lejos que queda aquello! Yo llegaba a aquel viaje iniciático en un momento de profunda conmoción de mis ideas. Había leído a pensadores cristianos como Teilhard de Chardin, que hablaban de la cristogénesis, el proceso mediante el cual la evolución de la vida a lo largo de los eones de la historia llevaba a la emergencia de la conciencia -el ser humano-, y ésta suponía el prólogo del advenimiento de Cristo a la tierra, que fecundaba al ser humano para proseguir esa evolución que llevaría a los seres humanos al encuentro de Dios -la parusia o la llegada del reino de Dios. Chardin era un reputado paleontólogo que unía ciencia y fe sin aparentes contradicciones. Pero nada de eso me servía en aquella España del franquismo. Todavía no había hecho el amor, y la culpabilidad que proyectaba el cristianismo sobre todo lo sexual, me llevaba a intensas reflexiones. La revolución de los claveles inauguraba un nuevo modo de conocer el mundo.

Mi llegada a Galicia primero a Vigo, luego a Vilagarcía de Arousa, y por fin a Santiago de Compostela fue una trayecto inaugural. El encuentro con unos camaradas de un partido revolucionario gallego, que encontramos tocando la guitarra en la plaza del Obradoiro, nos llevó a una velada apasionante en que tomamos un caldo gallego -un plato por siete pesetas-, vino turbio, y al final en una bodega, en un sótano, celebramos una queimada cantando el prohibido himno gallego cuya letra fue compuesta por Eduardo Pondal y que desde entonces no he olvidado: Qué din os rumorosos/na costa verdecente/ao raio transparente/do prácido luar?/¿Qué din as altas copas/de oscuro arume arpado/co seu ben compasado/monótono fungar? La noche fue adquiriendo un espesor apasionante a medida que la queimada iba haciendo su efecto. Estábamos una quincena de jóvenes entre los que había varias muchachas, una de ellas me atraía especialmente por sus ojos negros y su mirada enigmática, a la par de su sonrisa dulce. Me acerqué a ella e inmediatamente nos sentimos próximos. Me gustaba, pero yo era muy tímido. Bebíamos queimada en los típicos cuencos blancos. Me miraba y sus ojos me resultaban extraordinariamente atractivos y cálidos. No sé muy bien qué pasó en el calor de aquella noche de guitarras y cantos de canciones populares gallegas, de conversaciones que hablaban de la llegada no de la parusía, sino de  la revolución a España y a Galicia. El franquismo estaba en sus estertores, y los días que iban a llegar serían decisivos. La revolución se proyectaba llena de magia, erotismo y de unas ilusiones inmensas. Queríamos cambiar el mundo. Aspirábamos a un mundo diferente, no sabíamos muy bien cómo, pero mucho más luminoso que el que habíamos conocido hasta entonces.

Aquella noche fue mi parusía personal. Dormí por primera vez acompañado - evohé- , aunque decir que dormí es inexacto. Tras una noche iniciática de encuentro, fuego, caricias y amor, fuimos ella y yo a contemplar el amanecer. No he olvidado su nombre. Mi saco estaba en un edificio en construcción en medio de Santiago. Fue una noche única. ¿Para quién no lo es la noche en que descubre el amor y el sexo? Fue una noche excepcional, que me llevó a olvidar a Dios y la represión que implicaba. Me reafirmó en mi idea de compromiso político y en mi vocación amorosa.

El resto del viaje fue una continuación de aquellas reflexiones: A Coruña, Betanzos, Puentedeume, Ferrol, Viveiro, Burela, Foz, Ribadeo, Oviedo, Picos de Europa y Covadonga, San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo, Castro Urdiales, Bilbao, Navarra. Gran parte del viaje lo hicimos en autoestop y contar todas las anécdotas que deparó requeriría varios posts. Nada volvería a ser como antes. Recuerdo nuestra llegada a San Vicente de la Barquera en plenas fiestas donde tomamos vino blanco y sardinas asadas que tampoco he olvidado. Allí mi amigo Miguel Ángel y yo charlando frente al mar sellamos nuestro abandono del cristianismo y nuestra entrada en la izquierda revolucionaria.

Pasa la vida. Hoy Miguel Ángel es un alto ejecutivo que gana elevadas cantidades y está montado en el dólar. Hace tiempo que no sé de él. Pero recuerdo aquel viaje, hoy en este bar conectado al wifi en esta tarde fría en A Mariña lucense

viernes, 3 de abril de 2009

Lluvia

Llueve y el día es abrumadoramente gris. Un manto de plata oscura se abate sobre la ciudad, las calles están mojadas y brillan, hay paraguas multicolores por todos lados. Barcelona, tras cinco días seguidos de lluvia, es un paisaje extraño. La gente camina desconcertada sedienta de luz y de sol. Las esquinas son grises, los sonidos de los coches parecen amortiguados. Bajo hasta el Centro de Cultura Contemporánea pero todavía es pronto. El bar está lleno, me siento en una mesa a tomar un cortado y leo un libro de Luis García Montero titulado Vista cansada. En días melancólicos, es bueno una ración de poesía. La primera sección se llama Preguntas y la segunda Infancia. Entro en su juego poético. Cuando habla de la lluvia - ¿Está lloviendo?/¿Tal vez en los tejados/confundes la verdad con la belleza,/ y un bienestar antiguo/ duerme la sombra líquida del tiempo?-, voy visualizando sus imágenes, dejándome acunar, por el ritmo y por la desviación que supone el lenguaje poético. Imagino un día de lluvia como hoy, lo veo. Esas calles húmedas y brillantes. La poesía desencadena el lenguaje de su utilidad cotidiana, de su vulgaridad y lo sitúa en otro campo en que todo es posible. Apuro mi cortado. Son ya las once, hora en que abre el CCCB. Una exposición: Iluminaciones: la Cataluña visionaria. Subo las escaleras mecánicas. Entro en la exposición, pero no logro interesarme. Intenta desarrollar el tema de los visionarios catalanes: Gaudí, Dalí, Narcis Monturiol, Ramon Llull. Me aburre. Sólo me despiertan con intensidad unos poemas objeto de Joan Brossa. La mayoría los conocía. Brossa consigue hacer poesía con objetos cotidianos. Son poemas en tres dimensiones que utilizan dos objetos que se funden en una metáfora, descontextualizándose y creando una nueva realidad poética y a ello le da un título. Una copa de cristal es atravesada por un largo clavo. Se titula “Travesía”. La copa, el clavo y el título. Y surge maravillosa la poesía. Igual que otro poema visual que consiste en un plato común en el que hay unos labios y un puntito negro a su derecha. Se titula “Colombina”, y veo mágicamente al personaje de la commedia dell arte. ¿Cómo crear poesía con algo cotidiano sacándolo de su esclavitud significativa? Nuestra vida está atenazada por el pragmatismo. Hacemos cosas para conseguir algo, nuestro lenguaje es plano, las palabras no adquieren vida ni se visten de colores. La poesía es algo gratuito y mágico. Pienso en la pobreza de los mensajes que los jóvenes se envían, esquemáticos, situacionistas, que no dicen nada excepto lo esencial “Estoy aquí”. Domina la función fática del mensaje. Escribo para que sepas que estoy aquí y que te tengo en cuenta. No hay una pizca de poesía. Ésta sobra.

¿Cómo se desarrolla la función poética del lenguaje? ¿Cómo desarrollar la capacidad expresiva y poética del lenguaje? Ello supone una educación estética en la que uno ha de abrirse a la belleza. Es esencial amar la belleza, aunque hay que reconocer que existen muchas clases de belleza. ¿Es la belleza un concepto anticuado? ¿Aspiramos a la belleza cuando vivimos a ritmo de máquinas? ¿Tenemos tiempo para dedicarle al cultivo de la belleza, consustancial a la poesía? Ya sé que alguien me dirá que el arte del siglo XX elevó la fealdad y la disarmonía a categoría estética. Los artistas se sintieron seducidos por el maquinismo, por la velocidad, por el cambio incesante, por lo convulso. No podemos encerrar la belleza como pensaba Juan Ramón Jiménez en una torre y pensar que es una mujer desnuda y que es nuestra posesión. 

¿Es hoy la belleza una aspiración de nuestras vidas?

Sabemos que no hay otra vida, intuimos que esto se acaba aquí, que no hay túnel luminoso al final de nuestra vida sino por un extraño juego de las neuronas que crean ese pasadizo hacia la muerte. ¿Qué querríamos ver en ese túnel previo a la desconexión total? Microinstantes de eternidad, de oscuridad infinita, de iluminación, de galaxias como las que fotografía Frikosal, un auténtico poeta contemporáneo. Belleza, totalidad. El arte, el verdadero, tiene la capacidad de acercarnos a la eternidad, al mar de los sargazos, a amaneceres en montañas rosadas, a bosques con ríos rumorosos como los que imaginó Garcilaso con amadas imposibles, a días de lluvia como éste en que camino melancólico por las calles que brillan sintiendo la belleza del norte. Me cruzo con una parejita gay que van cogidos de la mano. 

Recuerdo que en la exposición había un juego interactivo de ordenador en que se hacía un retrato simbólico del que jugaba. Para ello, había que definirse. Una de las claves era decir si se era progresista de uno a cinco. Todos decían que eran progresistas y se puntuaban cinco. ¿Es la poesía un valor progresista? Me lo pregunto, porque yo no sé si soy progresista. Una vez me acusaron de esteticista. Pienso que las cosas para ser justas han de ser hermosas, pero esto no sé si tiene mucha consistencia. José María Valverde una vez dijo que no existía estética sin ética. La belleza implica la ética también. Es un buen punto de partida para esta mañana en que llovizna. Entro en un restaurante vietnamita. El salón está presidido por una imagen de Ho Chi Minh, el general que derrotó a los americanos en la guerra de los sesenta. Una mujer regordeta y casi setentona, con una gran melena rubia y fuertemente maquillada, pide unos rollitos de primavera y pollo al limón. Me pido wang tung frito. Pienso que el protagonista de Gran Torino, ese racista y xenófobo viejales cascarrabias, que encarna maravillosamente Clint Eastwood, al final de su vida se ve seducido por la estética y por la ética.

Llueve.

domingo, 29 de marzo de 2009

Lorca y el amor oscuro.

Soy un apasionado lorquista y sigo con suma atención lo que se publica acerca de Lorca en el panorama nacional. Recientemente se ha publicado un libro sumamente interesante que viene a completar la visión de Lorca por parte del hispano-irlandés Ian Gibson y que continúa sus espléndidos Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca que leí fascinado cuando se publicó, o Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser. El libro se titula Lorca y el mundo gay, y parte de la hipótesis, ya planteada en sus obras anteriores, de que la vida y obra de Lorca no son comprensibles sin tener en cuenta sus circunstancias sexuales, su homosexualidad. A estas alturas parece obvio, pero, sin embargo, durante mucho tiempo se ha orillado, escondido, o rechazado que su homosexualidad fuera un factor clave para entender su obra. En efecto la crítica académica rechazaba este punto de vista como algo que era ajeno a la calidad de su producción artística.

 Curiosamente ahora hace 25 años se publicaban por primera vez, salvo una edición minoritaria de 250 ejemplares, los sonetos del amor oscuro en el suplemento de ABC. Concretamente fue el 17 de marzo de 1984 cuando el Sábado cultural publicó Lorca, sonetos de amor, suprimiendo el adjetivo de oscuro. Fernando Lázaro Carreter hablaba sobre el adjetivo suprimido diciendo que se refería “al ímpetu indomable y a los martirios ciegos del amor, a su poder para encender cuerpos y almas, y abrasarlos como hogueras que se queman y destruyen en su propio ardimiento”. Venía a sugerir  el crítico que la homosexualidad no tenía nada que ver con la calidad de su poesía. Miguel García Posada también había arremetido contra interpretaciones que sostenían que a la hora de valorar la obra de nuestro autor había que tener en cuenta su homosexualidad. García Posada también reflexionaba sobre el adjetivo oscuro y venía a decir que no se refería al amor homosexual (no citado con este nombre por el crítico) sino al amor difícil y torturado, como el de otros grandes de la literatura española.

 La propia familia del poeta no quería saber nada del asunto e impuso que si se publicaban los sonetos habrían de titularse Sonetos de amor no Sonetos del amor oscuro, como así se hizo en el diario conservador ABC.  Francisco García Lorca, hermano del poeta,  publicó su libro Federico y su mundo en el que no había ni una sola referencia a la cuestión, como si ésta fuera vergonzante o dañara la imagen del escritor. Y es que a la altura de mediados de los años ochenta ningún crítico se atrevía a insinuar que Lorca era homosexual. El tema era tabú. Ni siquiera Vicente Aleixandre que conocía al destinatario –claramente masculino- de los sonetos quería hacer hincapié en ello.

Sin embargo, en 1985 se publicó en Londres el libro de Paul Binding titulado Lorca: The Gay Imagination y había llegado el autor a la conclusión de que para entender la obra del poeta granadino era imprescindible tener en cuenta su homosexualidad y la conflictiva relación que tuvo Lorca con la misma. Binding sostenía que fue en Nueva York en 1929 cuando el poeta empezó a aceptar la complejidad de su identidad sexual lo que propicio la grandeza de su obra posterior.

 Una tesis doctoral de Ángel Sahuquillo presentada en la universidad de Estocolmo Federico García Lorca y la cultura de la homosexualidad analizó exhaustivamente los mecanismos que regían la expresión del amor prohibido. Sahuquillo defendía que la naturaleza del amor oscuro no podía expresarse abiertamente, dado el discurso homófobo reinante en la España de su tiempo, y ello tiene dos consecuencias en la poesía y teatro de Lorca: el tratamiento que tienen en su obra el silencio, el secretismo, los sueños, las sombras, la muerte, el suicidio, y por otro lado la realidad de un “código secreto” para expresar los conflictos y los placeres del amor homosexual que llenan su obra poética.

 Durante el año de su centenario -1998- se celebraron múltiples homenajes a su obra, incluida una modesta exposición en el instituto donde yo trabajaba en aquel momento IES Jacint Verdaguer, ya desaparecido. En un acto celebrado en el instituto en aquella primavera de 1998 el poeta catalán Joan Brossa manifestó su enorme admiración hacia el poeta andaluz.

 Sin embargo, por aquel tiempo el ínclito premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, quizás envidioso de la importancia que tuvo el centenario dijo en una declaraciones: “Ojalá dentro de cien años los homenajes a Lorca sean más sólidos, menos anecdóticos y sin el apoyo de los colectivos gay. No estoy en a favor ni en contra de los homosexuales, simplemente me limitó a no tomar por el culo”. Declaraciones que fueron contestadas con suma contundencia por numerosos intelectuales. Terenci Moix le replicó entre otras cosas que su uso de la palabra maricón  para referirse a la homosexualidad, se parece mucho a la concepción que tenían los que acabaron con la vida de Federico García Lorca.

 La homofobia no ha desaparecido ni mucho menos, y siempre que explico en clase la figura de FGL hago referencia a su homosexualidad lo que hace que entre ciertos sectores de los alumnos surjan voces sarcásticas, pero veo con placer que su obra sigue admirando y gustando a los adolescentes sea en forma de teatro o de poesía. Al final se termina respetando esta circunstancia como un elemento de normalidad, lo que debe ser. Espero que el valioso libro de Gibson contribuya a una mayor y mejor comprensión de su obra ya despojada de elementos tabúes. No fue mejor Lorca por ser homosexual, pero su obra no se entiende cabalmente sin esta circunstancia. Que nunca se le oculte ya el adjetivo oscuro a sus poemas. 

miércoles, 25 de marzo de 2009

La edad de la razón

Preparando un trabajo para la escuela con mi hija pequeña, hemos leído un relato muy interesante titulado El bellaco durmiente de Dimas Mas.  A eso de las nueve de la noche teníamos una media hora para dedicarla a la lectura, al comentario y toma de notas. El libro se abre con la archifamosa cita de Bartleby el escribiente, “Preferiría no hacerlo”, esa frase misteriosa que tantas veces hemos soñado decir a alguien para negarnos a realizar algo indeseable.

El libro tiene la estructura de un relato dentro de otro relato. La abuela teje un relato oral, sinuoso y maravilloso, a lo largo de dos noches con sus nietos Elia y Luis. Les cuenta algo que tal vez sucedió a su padre, Lucas, hace mucho tiempo, algo que también el abuelo contó en un libro, un libro del que enigmáticamente también forman parte ellos que están escuchando la narración. Hay dos tiempos, pues: el del relato, esas dos noches, la del sábado y la del domingo en que la abuela les cuenta la historia que le sucedió a su padre, y el tiempo evocado que fue aquella aproximadamente una semana de acontecimientos inolvidables pero de los que no ha querido volver a hablar Lucas que en aquel momento iba a cumplir ocho años.

¿Qué le pasó a Lucas? Pues que una mañana se levantó y no quiso abrir los ojos. Sin explicación ninguna, el protagonista mantiene, con una contumacia sorprendente y sin dar ninguna explicación, la decisión de no abrir los ojos lo que no le impide "ver" de alguna otra manera, como con los ojos de dentro o el mismo corazón.  Va al colegio, pero llaman para decir a sus padres que lo vayan a recoger. De nada valen sus palabras con el niño, ni las amables ni las bruscas. El padre -el abuelo de Elia y Luis- incluso en un momento pierde los papeles y le da una bofetada, lo que ante la reacción de Lucas, provoca una honda desesperación en el abuelo y su llanto dolorido por la noche. No hay nada que hacer, Lucas no quiere abrir los ojos y ni la visita al pediatra, al psicólogo e incluso a un curandero sirven de nada para cambiar su terca decisión que aparentemente no tiene ninguna explicación lógica.

La narradora es la abuela y los receptores son los nietos. En ningún momento aparece otra voz narrativa y la novela es puro diálogo dinámico y gozoso . El lector se deja llevar por la magia del relato intentando saber qué va a pasar, lo que mantiene muy bien la intriga y la tensión de la historia. Todo parece seguir igual hasta que un día sucede algo terrible y angustioso que posteriormente se resolverá felizmente. No voy a desvelar qué es pero sí que una de las claves de la novela, lo que la hace sugerente y sumamente interesante, es la rebelión del muchacho en torno a sus ocho años que en la novela aparece caracterizada como el inicio de la edad de la razón. “Quién puede llegar a conocer las motivaciones de un niño de ocho años, ¡o de una persona de cincuenta!? Cuando se entra, como él lo está haciendo, en la edad de la razón, hay siempre un momento en que todo se vuelve turbio, como el agua a punto de romper a hervir, para que todo, después, se vuelva transparente.” Es un relato iniciático, de los de un umbral a partir del cual nada vuelve a ser igual que antes, pero en este caso no toma, como es habitual, como eje la adolescencia, sino la llamada edad de la razón de la que no suele hablarse en las nuevas teorías psicológicas acerca de la evolución de los niños. La edad de la razón es un tiempo en que el niño empieza a tomar sus decisiones y a sentirse responsable de ellas y ha de franquear dicho umbral mediante quizás un rito de transición.

Pero la pregunta que me hago aquí y que transmito a los lectores es si son conscientes de este umbral del que antes, en mi niñez, se hablaba mucho, sobre todo a partir de la primera comunión como referencia. Era un tiempo nuevo en el que existía ya el concepto de responsabilidad y de toma de decisiones. Ha dejado de hablarse de él, no sé si por considerarlo obsoleto o porque este momento de maduración se ha pospuesto a otras etapas posteriores. ¿Dónde está situada ahora dicha edad de la razón? ¿A qué se debe que se haya orillado este momento importante en la evolución infantil?

He conocido otras culturas, en Indonesia por ejemplo, en que me comentaban que los niños tenían derecho a su paraíso infantil, lo que duraba aproximadamente hasta los siete años, y tras este momento se entraba en un tiempo nuevo marcado por la responsabilidad familiar y social. No sé si ahora con la superprotección que existe hacia los niños se tiende a retrasar esta maduración, a la vez que les impedimos vivir su infancia cargándolos de actividades extraescolares y proyectando sobre ellos nuestra presión de desmedidas expectativas. El caso es que cada vez existe menos un espacio para el misterio y la soledad, que también necesita la infancia, para que el niño se encuentre consigo mismo, con tiempo incluso de aburrirse -ese tiempo que no soportamos y al que continuamente queremos llenar de actividades con contenido.

A veces me pregunto si la infancia está en crisis, y como consecuencia también la maduración que sería necesaria en el momento de empezar a salir de ella. El resultado es niños que no han vivido su infancia con el gozo de la libertad -agobiados por nuestras ganas de ocupar todo su tiempo y la árida vida en las ciudades- y eternos adolescentes que no quieren crecer, acostumbrados en muchas ocasiones a que no se les diga que no porque, esa es otra, queremos darles todo. Tienen demasiadas cosas, y eso también es una enfermedad. El resultado es que soportan mal la frustración y se niegan a crecer con nuestra complicidad inconsciente.

El bellaco durmiente es una buena reflexión sobre la infancia y la maduración, que ha de buscar sus propios lectores, no necesariamente niños. En algunos sentidos la hemos leído como una novela fantástica y una fábula espléndidamente escrita. 

lunes, 23 de marzo de 2009

Lenguaje y silencio

 
Me han remitido este vídeo sobre los incidentes que tuvieron lugar en el centro de Barcelona (en la plaza de Universidad) entre los estudiantes y los mossos de esquadra. La intervención de estos es violenta y contundente pero no brutal. No sé qué pensaréis los que veáis el vídeo. Veo en el mismo a algunos estudiantes mostrando sus libros y gritando que son estudiantes y no delincuentes. Uno de ellos muestra un libro titulado Lenguaje y silencio cuyo autor es Georges Steiner. Pero los mossos no tenían ganas de sutilezas y arremeten contra ellos.

 Hay quien ha acusado a los cabecillas de los estudiantes de haber ocupado durante cuatro meses el edificio del rectorado y llenarlo de porquería, de ser unos vagos que manipulan la voz de la mayoría, de ser un conglomerado de anarquistas e independentistas que sólo buscan armar follón sin ningún interés en dialogar y que en el fondo el rector ha sido un “alma cándida” por haber permitido tantos meses de ocupación.

 Otros vemos una vena romántica en esta rebelión ante el plan de Bolonia que va a venir a transformar la universidad nadie sabe muy bien en qué dirección. Se teme la devaluación de la universidad del conocimiento en dirección de una universidad de la empresa. Nadie lo ha negado con la suficiente contundencia porque nadie sabe cuál es el alcance de la reforma que se va a aplicar. Se cree, se piensa, se opina que no va a tener lugar  esta supeditación de la universidad a los criterios mercantilistas, pero nada es seguro. Algunos afirman que tras la tremenda devaluación de los estudios de bachillerato y secundaria, ahora le toca a la universidad, y que nuevamente habrá universidades de élite y universidades para las masas.

 Se acusa a la juventud de conformismo, de consumismo, de estar sólo esperando para incorporarse a la sociedad del bienestar (vivir de sus padres, tener coche, vivir como pachás), pero en cuanto los estudiantes se rebelan contra lo que se ha decidido a nivel de gobiernos de la UE sin contar con nadie, se les califica de “antisistema”. ¿Alguien ha atendido las dudas y quejas de los estudiantes, excepto decirles que todo estaba ya decidido y que no había vuelta atrás? Ha habido un referéndum –en el que la participación ha sido  baja, cierto- pero en él se ha rechazado por inmensa mayoría el plan de Bolonia. ¿Quieren que participemos en la edificación de la sociedad? Me temo que no, en absoluto. Todo está decidido de antemano y desde arriba. No importaba nada lo que pudieran pensar los estudiantes. Entiendo a veces las posturas críticas  y las batallas campales aunque sean poco estéticas y políticamente incorrectas, porque lo políticamente correcto es votar cada cuatro años e irse a casa a ver la televisión. No hay mayor decepción que contemplar por parte de un joven a la clase política, sus trapicheos, sus martingalas, sus corrupciones, su no escuchar salvo lo que ordena su partido, su desprecio  ante lo que manifiestan los ciudadanos. No hay nada más desesperante que asistir a una sesión del parlamento español para darse cuenta de qué categoría de políticos legislan. Nadie escucha a nadie, abucheos, hablan mientras algún diputado expone algún tema, pateos… No sé quién es peor. Es posible que lo que hayan hecho algunos estudiantes sea violento pero en el fondo simpatizo con ellos.  

Recuerdo un exalumno que se preparaba para entrar a los mossos en la sección de antidisturbios. El psicólogo le recomendaba descargar agresividad  y entendió que la mejor forma -y mejor pagada- de hacerlo era repartiendo porrazos. Otros muestran el libro de Steiner, me quedo con estos. 

Bolonia con sangre entra. ¿No?

viernes, 20 de marzo de 2009

El estado y la revolución

Acababa de comenzar mi carrera de Filología y asistía maravillado a mis primeras clases y al panorama político que bullía en la universidad. Todo un mundo de cultura nuevo se abría ante mí. La historia y la filosofía me atraían poderosamente. Entré en la universidad como alumno independiente -eran los estertores del franquismo y la incierta transición, que fue una época mucho más convulsa de lo que se ha dado en creer- para terminar militando en tercero de carrera en un partido de extrema izquierda de tendencia maoísta. Los dogmas del marxismo-leninismo se imponían entre mis compañeros de universidad y de partido. Todo debía estar al servicio de la revolución. El partido era dios y su línea política representaba siempre la verdad revolucionaria. Los del Partido Comunista eran traidores y revisionistas, los troskistas eran izquierdistas y eran muy peligrosos, los anarquistas eran abominables, otro partido maoísta cercano en ideología era reformista... De hecho, en nuestras reuniones de célula se estimaba como algo impensable una relación sentimental entre un militante de nuestro partido con una muchacha troskista. Era abiertamente incompatible, igual que se criticó acremente a un candidato a militar en nuestra formación política porque era muy aficionado a la literatura, que era en realidad un vicio pequeño burgués. No se le admitió como militante, de igual modo que a otro se le criticó duramente los motivos burgueses e individualistas de su pintura.

Había libros indispensables que leí, estudié, y que aún recuerdo. De Marx: El manifiesto comunista; de Lenin: ¿Qué hacer?, El estado y la revolución, Un paso adelante, dos pasos atrás, Materialismo y empiriocriticismo, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática; de Mao Tse Tung, El libro rojo cuya posesión clandestina durante el franquismo era equiparable a una experiencia erótica cuando lo teníamos por primera vez en nuestras manos. Por supuesto estaban proscritas las lecturas de teóricos anarquistas o troskistas que eran vistos abiertamente como contrarrevolucionarios.

La militancia en el partido era claramente sectaria y el núcleo dirigente se creía en posesión de la línea política correcta. Las relaciones sentimentales entre miembros del partido formaban parte de la vida política (y eran criticables) y las parejas más que de novio y novia eran de camaradas. Hasta el orgasmo era un acto de camaradería. 

Yo disimulaba en las reuniones de célula porque a la vez que creía reconocer la utilidad de aquella militancia para dirigir a las masas hacia la revolución -me hechizó durante un tiempo la idea de revolución- siempre fui un escéptico y me gustaba la poesía, la literatura, y leía a escondidas a Kropotkin (La conquista del pan, Palabras de un rebelde) o libros de historia escritos por los socialtraidores troskistas. Recuerdo que leí horrorizado en dos noches un libro de casi mil páginas -cuyo autor no recuerdo- que era una historia de la revolución rusa y el estalinismo contados desde el troskismo. Algo no me cuadraba, ni me convencía que a nuestros compañeros de universidad los calificáramos de masas a las que había que dirigir mediante nuestras consignas . Unos eran masas atrasadas y otros, masas intermedias; otros, masas avanzadas, aquellos que estaban ya a punto de dar el paso a la militancia a una organización de masas, previa al partido.

Nadie que no haya pasado por aquello es consciente del funcionamiento de secta que era la militancia en un partido revolucionario. Nos reuníamos varias veces por semana en reuniones de a veces más de tres horas para entender la línea del partido. Acudíamos a citas de seguridad cuando había alguna acción revolucionaria que ofrecía algún peligro. Extremábamos la precaución por miedo a los seguimientos o a las delaciones. Lo importante eran la acción, el compromiso político y la disciplina dirigidos por la línea correcta de nuestro partido que era la vanguardia del proletariado. Desconfiar era el más terrible error y la más ominosa de las traiciones. Si hubiéramos estado en otra época o situación política, aquello hubiera significado la desaparición física.

Queríamos transformar el mundo, hacer la revolución, instaurar la dictadura del proletariado... Para ello todo valía. Pensábamos que para transformar al ser humano había que hacer primero la revolución dirigida por un partido auténticamente revolucionario.

No me extraña que cuando murió Franco, llegó la transición y vino la democracia el partido se despendolara y la mayor parte de los cuadros dirigentes se pusieran a follar como locos. Unos salieron del armario gozosamente, y otras apostaron por el amor libre. Un ansia lúbrica parecía dominarlo todo y olvidábamos un tanto nuestras reuniones. La revolución no parecía tan inminente, y lo que antes era contrarrevolucionario se adueñó de nuestras vidas. Empezaron a apreciarse el arte y a los artistas y los viejos libros marxistas por los que éramos perseguidos empezaron a echar telarañas en los estantes.  Los camaradas universitarios que se habían ido a trabajar al campo obrero cobraron interés sexual y se cotizaron doblemente. Yo me fui a trabajar como peón a la construcción a ver si adquiría sex appeal y algún éxito tuve.  

Comenzamos a leer a Althusser, a Foucault, a Juan Goytisolo... y la vida heterodoxa se adueñó de nosotros y cambiamos todo lo anterior por Pink Floyd,  AC/DC, Los Ramones, Los Sex Pistols, Led Zeppelin, The Clash... Aparecieron como una revelación Carlos Castaneda, Artaud, Georges Bataille, Lautremont, Cortázar, Octavio Paz, RimbaudPoe... 

Hubo un tiempo incluso que me fui a Ibiza a trabajar en la construcción de una discoteca, pero esta sería otra historia. El mundo se había puesto en movimiento y vivíamos nuestra juventud frenéticamente. ¡Qué huracán de emociones despertó el postfranquismo! Hasta las masas atrasadas que tanto despreciábamos antes se convirtieron en objeto de culto para nosotros sobre todo si eran atractivas. Un día, sin pena ni gloria, abandonamos aquel cascarón ideológico del marxismo y nos fundimos con la vida en estado puro, sin consignas ni etiquetas. 


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