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sábado, 3 de diciembre de 2022

Lectura fácil (y no es la novela de Cristina Morales)

Ayer tuve un encuentro con un amigo, Paco Castillo, en su ciudad, Pozuelo de Alarcón. A lo largo de la mañana de cielos velazqueños con el panorama de la sierra de Guadarrama en la lejanía y la Casa de campo, salieron muchos temas de los que estuvimos hablando pero quiero elegir uno que me hizo pensar en mi viaje de vuelta a Barcelona en el tren Ouigo. 

 

Una profesora de su hija de once años les ha puesto un libro de lectura, La Odisea, en versión infantil o juvenil. Paco no lo tenía claro si esto era un acierto porque parecía no gustar a su hija ni a otros compañeros de su clase de sexto de primaria. Mi amigo le ayuda a leerla comentando pasajes de la obra, el del gigante Polifemo, Escila y Caribdis, etc... 

 

¿Qué libros poner de lectura a los niños o adolescentes? Como profesor, he tenido épocas de grandes aciertos en el tiempo del Bup y el COU y épocas de zozobra y fracasos en el tiempo de la era digital. Le contaba a Paco mi fracaso más estrepitoso cuando en 2004, les puse a mis alumnos de cuarto de ESO la lectura de El viejo y el mar, una novela que coincidió con el Premio Nobel a Hemingway y de la que hacía cincuenta años que había sido publicada. Era un relato corto de poco más de cien páginas que yo intuía que les iba a gustar, pero cuál fue mi error porque fue un fiasco total. De los sesenta alumnos que tenía en dos cuartos de ESO, la inmensa mayoría dijeron que era una novela horrible, que era aburrida, que no pasaba nada... Solo una alumna se dio cuenta de que sí que pasaban cosas en el interior del viejo pescador. El director me metió la bronca por poner libros tan alejados de sus gustos a mis alumnos. Terminé de estropear la cuestión cuando les pasé, con toda mi buena voluntad, la película homónima de 1990, dirigida por Jude Taylor y protagonizada por Anthony Quinn. Mis alumnos, indignados, protestaron diciendo que la película era tan aburrida como el libro. No había salida. ¿Me había equivocado?

 

¿Es un error poner a los niños La Odisea, en versión infantil, como lectura? Depende y en esto podemos añadir nuestra experiencia como lectores. 

 

¿Acaso anhelamos libros en los que sus peripecias nos llevan a identificarnos con ellos, libros que dicen lo que nosotros pensamos o sentimos, libros que dicen lo que nos gusta leer, libros que se adentran en nuestras emociones y se nos hacen fáciles porque los consideramos muy próximos a nosotros? ¿Nos gustan libros cómodos y sencillos que no requieren por nuestra parte demasiado esfuerzo interpretativo porque se leen como el agua y expresan emociones cercanas porque nos están relatando nuestra propia vida o lo que nosotros entendemos que lo es? He de reconocer que los libros que triunfan son así. Los bestsellers que están en los puestos más altos de las listas de lectura son libros fáciles que dicen lo que a nosotros nos gustaría oír como si el autor nos conociera y nos hablara específicamente a nosotros mismos y que no nos pide demasiado esfuerzo porque en la mímesis tiene su principal virtud. Son libros a los que rápidamente decimos “me gusta” porque es como yo, piensa como yo, siente como yo, me cuenta lo que quiero que me cuenten. 

 

Desde ese punto de vista la profesora ha cometido un error mayúsculo, como lo cometí yo al poner El viejo y el mar. Les dimos libros con los que no se podían identificar. ¿Cómo la hija de mi amigo va a poder identificarse con las peripecias de un héroe griego que vuelve a Ítaca, tras la guerra de Troya, y pasa por numerosas aventuras que retrasan su llegada a la isla donde le espera su mujer? ¿Qué sentido tiene para una niña de once años esa lectura? Ninguno si pensamos que la buena literatura ha de decirnos lo que nosotros queremos oír, que nos cuenten lo que queremos que nos cuenten. Sin duda, dentro de los libros juveniles hay obras que se leen fácilmente que cuentan aventuras de niños con los que es fácil identificarse. Hay profesores que proponen lecturas de libros tipo videojuegos para que se sientan representados dentro de un libro que parece la pantalla de un móvil. Me los han ofrecido. Hay teorías defendidas que dicen que lo importante no es lo que lean sino que lean y que si hay que darles libros llenos de tópicos y trucos narrativos para atraerles a la lectura, eso es lo que habría que darles en una lógica para que puedan contestar en plan lúdico que el libro “les ha gustado”. 

 

Hay otro punto de vista menos halagüeño que ensaya, aun a riesgo de equivocarse, el desafío al mundo cómodo del lector, al gusto fácil del lector que no quiere riesgos ni retos que lo lleven a cuestionarse su propio mundo y sus convicciones. Lo estamos viendo actualmente en las redes sociales donde solo leemos lo que queremos leer, solo leemos los mensajes que nos resultan atractivos y que se identifican con nosotros y nuestra ideología. Como lectores no queremos que nos exijan, que nos planteen pruebas que nos saquen de nuestro mundo tranquilo, que no nos digan lo que no queremos oír, de modo que nos encontramos en un circuito cerrado débil y acomodaticio. 

 

Hubo un tiempo en que los autores planteaban obras muy difíciles a los lectores a lo largo del siglo XX para que ampliaran sus puntos de vista y pusieran a prueba sus resortes intelectuales. Eran obras no sencillas y complicadas a las que no se podía decir sencillamente “me gusta” sino que tal vez cabría decir “me ha hecho pensar”, “me ha interesado”, “me ha abierto nuevos horizontes”, “me ha cambiado”, “me ha jodido”, “la odio” -como dijo un adolescente que se leyó El amante de Margueritte Duras a sus dieciséis años por recomendación mía-. Me dijo que la odiaba pero que le había magnetizado. 

 

Personalmente, a Paco le he dicho que la profesora tiene ahora una tarea exigente que es la de llevar a alumnos de once años la realidad de La Odisea, hacérsela próxima, es tarea de la profesora y de los padres que tienen que ayudarles a penetrar en un mundo que puede que no les resulte fácil pero que, si no lo entienden ahora, puede que en un futuro lo recuerden con enorme interés. Me despedí de mis alumnos de tercero de ESO leyendo a Kafka, puede que dentro de veinte años o tal vez más resuene en ellos y los lleve a recordar algunas cosas que entonces no entendieron a sus quince años. Tal vez hacemos leer no para los niños o adolescentes que son ahora sino a los hombres y mujeres que serán más adelante. 

41 comentarios :

  1. A nosotros en la escuela nos hacían leer a Jules Verne o James Oliver Curwood. Digo leer en el sentido literal de que en clase un alumno leía el texto un rato, luego otro y luego otro. No sabíamos nada de la Odisea ni de la Guerra de Troya, Quizás habría que probar con otro tipo de escritor, quizás Flaubert?, lo descubrí con 16, y me atrapó para siempre. Orwell o Huxley podrían quizás interesar a estos adolescentes. No soy pedagogo, pero estos adolescentes son hijos de otro tiempo muy diferente al nuestro, aunque podrían llegar a interesarse en la lectura de algo primario, pero lo veo dificil. Leí a Delibes de muy joven, y me fascinó su maravilloso castellano, pero lo leí en un tiempo y en unas circunstancias que no son las actuales, Tal vez haya que enseñar a los adolescentes actuales no que leer, sino a leer.

    Saludos.

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    1. Lo has expresado muy bien cuando escribes que "tal vez haya que enseñar a los adolescentes actuales no qué leer, sino a leer". Es lo más cierto de la realidad, pese a que se estén bajando desde hace veinticinco años los baremos educativos y que culminan con una selectividad tipo examen de conducir, proyecto del gobierno. Ciertamente, son estos niños y adolescentes hijos de un tiempo muy diferente, aunque, yo de trece o catorce años, era raro visitante de la biblioteca de mi colegio en que mis compañeros no leían en un sistema educativo del franquismo en que no se fomentaba la lectura de libros. Hubo un momento mágico con la ley Villar Palasí y el BUP y el COU en que se fomentó la lectura y fue una ocasión extraordinaria para ser profesor en este tiempo, como me pasó a mí. Fue la mejor ley de Educación con diferencia que he conocido, la LGE. Era un tiempo en que a los jóvenes les gustaba leer como mecanismo de rebeldía juvenil. Todo eso desapareció con la LOGSE y la introducción de las tecnologías. Para mí, profesor de literatura, fueron un desastre ambas cuestiones. Saludos.

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  2. Muy interesante.
    Les dimos libros con los que no se podían identificar", esta es la frase.
    Y es ahí el quit de la cuestión, que el lector se identifique con el escritor.
    Nuestra juventud es mucho más infantil que hace dos generaciones. Generalmente, ya en el bachillerato, nosotros trabajábamos y estudiábamos, ya nos hacían saber lo que era la obediencia, la puntualidad, el orden y la semanada. Eso hoy es imposible, como lo es que puedan entender un texto que ya no está hecho a la medida de digerir las nuevas generaciones.
    Es muy interesante esta entrada, tiene carga de profundidad. Hoy se vive en realidades virtuales, nada que ver con la vida real. Por eso creo, esta obra no es digerible en la actualidad.
    Salut

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    1. Las realidades virtuales son más poderosas que las literarias, más poderosas que las cinematográficas por lo menos para la mente inquieta de niños acostumbrados a las tabletas y a los móviles en que todo pasa hiperrápido. Ayer en el tren que me traía de Madrid, delante de mí, había un joven de veintitantos que se pasó las tres horas jugando a la play un videojuego que yo observaba con curiosidad y me decía, este es el lenguaje generacional. Yo estaba leyendo Por el lado de Swann de Proust, lo que indicaba que, efectivamente, era de otra generación. Esta es una realidad, pero si no intentamos, cuando son niños, abrirles otros caminos y nos resignamos a la fuerza mayor, ya no habrá ninguna esperanza. Toda la cultura literaria se habrá convertido en ilegible para los nuevos tiempos. Mi hija mayor lee con frecuencia pero me doy cuenta de que es incapaz de leer libros de otra época diferente a la actual, con mayor contenido literario... Esto me inquieta mucho porque anhelaría que le gustara la buena literatura. Salut.

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  3. Yo leí de adolescente "El viejo y el mar" estaba en una estantería de casa y en aquella época leía cualquier cosa que cayese en mis manos, recuerdo que me gustó y no me aburrió en ningún momento. Pero los tiempos cambian y ahora lo que prima es la acción, a mi me pasó que cuando mi hija era pequeñita se me ocurrió ponerle un video de Heidi, esos dibujos me encantaban de cría, la pobre no paraba de bostezar y me di cuenta de que eran demasiado lentos para ella.
    Desde hace tiempo, niños y jóvenes son adictos a la imágenes impactantes, movimientos, destellos, música trepidante... una película de John Wayne o cualquier libro del oeste de los que se leían hace décadas les mataría de aburrimiento. Es una realidad un tanto penosa, pero están sobrecargados de estímulos desde pequeños, yo lo vi con mi hija y aún así no lo pude evitar.

    Centrándome un poco en el tema que propones, lectura pensada para identificarnos con ella, de pequeña leí toda la colección de Los cinco de Enid Blyton y con mi pandilla jugábamos a correr aventuras como si fuéramos ellos. Intenté leérsela a mi hija y más de lo mismo, no conectaba con la autora. La sociedad ha cambiado tanto y las influencias que han recibido los más jóvenes son tan diferentes a las nuestras, que casi parece que hemos nacido en otro planeta.

    Un abrazo!!

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    1. Mis hijas tienen veinticinco y veintitrés años y se formaron con la serie entera de Heidi que vieron varias veces. Y mi hija mayor fue entusiasta de Enid Blyton de la que tiene una gran colección que leyó junto a Harry Potter. La diferencia es que mis hijas no tuvieron móvil hasta que tuvieron catorce años, tuve esa suerte. Tu hija es pequeña y ha nacido ya en plena época digital. Tienes toda la razón cuando expresas que una película clásica las mataría de aburrimiento.

      Me alegro de que leyeras El viejo y el mar y te gustara. Eso es lo que pensaba ingenuamente en 2004 cuando se lo puse como lectura de alumnos de dieciséis años. Yo era especialista en este tiempo en ponerles de lectura libros que para ellos eran lentos y en los que no pasaba nada. Elegir libros a partir de cierto momento era un tormento para mí pues tenía que resignarme y proponer lecturas que consideraba infumables. Me gustaban los libros que hicieran pensar pero esta no es una ocupación que guste demasiado en los tiempos actuales, y, de esto, me tuve que dar cuenta con dolor de corazón. La atención y la concentración son dos perdedoras clara también. La vida pasa a ritmo de videojuego y si no, es lenta. Sí ciertamente, hemos nacido en otro planeta y tú eres mucho más joven que yo. Un abrazo, Ana.

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  4. Como en anteriores ocasiones, es un placer encontrarme contigo y conversar de tantas cosas. En nuestras charlas, café o cerveza mediante, siempre me aportas algún nuevo conocimiento, agradecido pues, amigo Joselu.

    Preguntando a mi hija sobre la lectura de La Odisea, me recalca el escaso interés que hay en el aula por su lectura. Según me confiesa acaban un poco confundidos y perdiendo el hilo por esos significativos saltos temporales de La Odisea, y ciertamente quienes la hemos leído recordamos esa frecuente traslación narrativa del presente al pasado y viceversa, durante buena parte la obra, y eso, según mi hija, junto con la interacción de dioses mitológicos y seres de carne y hueso, acaba produciendo una mezcla (pasado-presente, dioses-hombres) que los lía.
    Y para colmo dice que la profesora no les ha dicho las razones por las que ella les anima con esta obra, sino que las ha hecho una breve síntesis de lo que es… y a la arena.

    Y ojo, la ratio de alumnos en 6ºB (la clase de mi hija) con gusto por la lectura es muy superior al la de 6ºA, y como me ha confesado la propia Ana Isabel; tutora de la clase, es motivo de gran satisfacción para ella, de ahí que haya querido subir el listón con La Odisea (esto me lo dijo ella en la última reunión que tuvimos, hace escasos días).

    En el programa de lengua, en ambos sextos de primaria del colegio de mis hijas, han de leer un libro al mes seleccionado por la tutora, aparte de esto, todos los jueves dedican cuarenta minutos de lectura a otro libro de libre elección por cada alumno, ya sea de la biblioteca del colegio (la lectura la hacen ahí) o uno traído de casa que han de llevar en su mochila para leerlo en la biblioteca escolar.

    Izaskun escogió uno de lo muchos que tiene en las estanterías de su habitación; El ruiseñor, de H.C. Andersen, el anterior de libre elección que escogió fue “La llamada de la naturaleza” de Jack London (que le gustó bastante). Estos dos libros y buena parte de los que tiene en su habitación son de mi herencia lectora infantil y juvenil, libros que he conservado y ahora tiene mi hija, que de momento es buena lectora (ya veremos si esto se mantiene, conozco algún caso que al final salió rana, empezaron muy bien y la cosa se fue apagando…). Ahora a tocar madera, a mí me encanta comentar con ella los libros que lee, le pregunto que pasajes o escenas le han impactado, etc, etc, la verdad es soy un poco friky con esto, jaja, pero a ella parece gustarle dicho intercambio conmigo, y además me acompaña con frecuencia a la biblioteca municipal, ella busca sus libros y yo me siento con mis lecturas.

    He de decir que el libro anterior que les mandó la tutora fue un éxito; “El valle de los lobos”, a mi hija le entusiasmó y por lo que me dijo también al resto, la autora es toda una referencia en la literatura infantil y juvenil; Laura Gallego García (premios Barco de Vapor 1999 y 2002, Premio Cervantes Chico, y especialmente el Premio Nacional de Literatura infantil y juvenil de 2012, pongo esto por si resultara interesante para algún padre o madre con hijos en tales edades).

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  5. La verdad es que lo de mi hija y La Odisea me lo he tomado un poco como reto personal (intentando no resultar un pelma para mi hija, difícil equilibrio…), Lo cierto es que en casa tenemos tres ediciones; una juvenil, de Espasa, que ya estaba en la habitación de mi hija, y dos ediciones de adulto mías; una de Orbis que es la más antigua y la primera que leí hace muchos años, y otra de Gredos (que volví a leer con idéntico entusiasmo) junto con otros títulos de esta colección de clásicos grecolatinos, de ahí que me haya escocido ese rechazo de mi hija por La Odisea, pero no la voy a atosigar con esto, ni mucho menos.

    Me gusta que lea, por supuesto, pero me gusta igualmente, incluso más, llevarme a mis hijas al campo, lejos de pantallas y realidades virtuales… entonces nos detenemos a observar insectos, un fresno, las señalo un milano real que nos sobrevuela, o construimos una cabaña de palos y manchamos las manos de barro (algo que les fascina); hacer esto con mis hijas sí que es valioso para mí, y creo que para ellas, viendo sus caras…

    Abrazo, estimado Joselu.

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    1. Sin duda, tus hijas tienen contigo un aliado a tiempo completo para completar su formación en diferentes planos, sea el literario, el humano y el de acercamiento a la naturaleza. Yo no puedo decir que haya sido un buen maestro en el tercer plano porque hemos sido bichos urbanos y no hemos tenido fácilmente el acceso a esa realidad que vivo por mi cuenta. Mis hijas no han sido caminantes salvo alguna ocasión rara. Dicho esto, admiro el complemento educativo que tú les das y entiendo las objeciones que ves en La Odisea por sus dificultades estructurales o narrativas. Tal vez, la profesora ha querido subir el listón lector y ha elegido un libro cuya textura literaria antiquísima se resiste a la adecuación al tiempo presente. He leído alguna adaptación juvenil que no estaba mal pero no tenía presente estas dificultades que aparecen en la versión que tiene tu hija y sus compañeros. Ser profesor no es tarea fácil y pueden cometerse errores en muchos sentidos precisamente por quererlo hacer bien o muy bien. En todo caso, seguro que tú puedes ayudar muchísimo a Izaskun a penetrar en las aventuras de Ulises salvando el estilo que da saltos temporales y otras dificultades literarias. No está mal lo que estás consiguiendo. Nada mal.

      Un fuerte abrazo, Paco.

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    2. Paco, estoy convencida de que fomentar la lectura en tu hija es un regalo muy grande que apreciará en el futuro. También es loable tu actitud de llevarlas al campo y todo lo que apuntas le puede servir a cualquier padre o madre que se encuentre en una situación parecida.

      A mi me gustaría haber tenido en la época infantil de mi hija el conocimiento que tengo ahora, con el tiempo te das cuenta de que algunas cosas se podían haber hecho de otra forma. Pero bueno, se hace lo que se puede con lo que tienes en ese momento. Y si tienes inquietud, y tiempo suficiente todo sea dicho, para hacerlo lo mejor posible, se puede hacer mucho. Están empezando su camino, la mía con 15 años, a veces todavía es muy niña, tienen tanto que descubrir, trataremos de aportarles todo lo que podamos.

      Un abrazo!!

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  6. Los niños y jóvenes no tienen interés por los héroes, el modelo de héroe que ha construido nuestro patrón cultural: viaje, superación de adversidades y desafíos y final victorioso. ¿Y por qué no les emociona? A lo mejor porque estamos ante tal saturación de estímulos que se les ha laminado la paciencia, no saben leer ni ver una película en la que la narrativa carezca de efectos especiales y soluciones inmediatas. Imaginad que de pronto cae toda la red y el mundo se queda diez años sin internet, ni medios electrónicos de ningún tipo, una súper tormenta solar que nos devuelve al siglo XVIII. Estoy segura de que las novelas que nos gustaron a nosotros, también les gustarían. Creo que a los adultos nos pasa algo parecido, todo es frenesí, precipitación y mensajes, es la fanfarria de estar conectados. Es el signo de nuestros tiempos, estamos en fase de deglución acelerada, ni siquiera nos percatamos de que seguimos vivos. Por cierto, yo también estuve en Madrid la semana pasada y viajé en ouigo, me pase dos horas sin mirar el móvil, simplemente dejé volar la imaginación. Un placer.

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    1. Es un prodigio el viaje en dos horas y media entre Barcelona y Madrid. Yo voy con frecuencia, esta es la otra parte de la aceleración de nuestro tiempo. En el tren, fue a mi lado un lingüista que escribía un texto en el ordenador en inglés sobre abstrusos conceptos lingüísticos, fue hasta Zaragoza, y luego subió una joven que leía Jane Eyre. Delante de mí, había un joven veinteañero que se pasó el trayecto jugando a la play. Yo leía a Proust.

      Has hecho un diagnóstico muy certero -no sé si eres o has sido profesora- de la realidad de los niños-adolescentes de nuestro tiempo sometidos a la aceleración brutal basada en los efectos especiales y que impide que vean una película fuera de su época, y de su época determinadas películas, y menos libros que exijan paciencia y una cierta lentitud comprensiva.

      La idea de una tormenta solar es tan inimaginable como cruelmente amenazadora. No sé qué haríamos si durante meses -o años- perdiéramos nuestros referentes tecnológicos. Nuestra civilización de internet colapsaría. Volveríamos más a la edad media que al siglo XVIII. No me lo puedo imaginar.

      El otro día visité en Madrid Fnac y recorrí las distintas secciones de librería. Vi las novedades, los libros de filosofía, de antropología, de geopolítica, de espiritualidad y me di cuenta de que la mayoría expresaban una cierta conciencia de lo que es nuestro tiempo desde muy distintas perspectivas. Creo que no ha habido época con tanta variedad de interpretaciones y a la vez más frágil. Sentí en mi mente la confusión que nos domina. Cualquier interpretación es posible, el tiempo geométricamente acelerado posee una complejidad confusa que nos sobrepasa. Estos niños saturados de estímulos somos también nosotros, hay que tener una mente abierta, alerta y rápida para poder deglutir el vórtice acumulativo e instantáneo que nos aflige. Pero el tren es maravilloso.

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  7. Pedagógicamente hablando no tengo ni idea de qué es lo adecuado para los chicos. Sí me parece un tanto aburrida una novela como El viejo y el mar, por lo que dices de que no hay acción y vivimos en un mundo en el que lo que cuenta es precisamente que la ha y mucha. Pero por ello la Odisea, tiene de todo y la pueden hacer más suya. En casa he tenido libros de todo tipo, pero nunca les e recomendado o prohibido nada con respecto a la lectura a mis hijos, tampoco conmigo lo hicieron mis padres, aunque consideraban que algunas cosas quizás no eran muy adecuadas. En el cole si recuerdo que tocaban leer cosas como El Quijote, pero los buenos profes de literatura tampoco obligaban solo recomendaba, de ahí que lo leyera las peripecias del caballero andante y sí cosas como la odisea.

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    1. Dices que nunca has recomendado o prohibido nada respecto a la lectura a tus hijos. Yo sí que he recomendado mucho. La casa cuenta con miles de libros. Leía con mis hijas libros todas las noches hasta los doce años pero luego cada una ha seguido sus propias inclinaciones lectoras o no lectoras. Desde que eran bebés he intentado acercar a mis hijas a la literatura, lo que no quiere decir que haya sido un éxito lo que he logrado. Mis padres no influyeron nada en mí en mi pasión por la letra impresa. Mi padre me enseñó a leer a los cuatro años; luego él me decía que la literatura era anacrónica, pero yo me dediqué profesionalmente a la literatura, a su enseñanza para su decepción. Yo he sido profesor muchos años pero no sabría qué recomendar a mis alumnos si los tuviera de nuevo. Estoy confuso. De ahí mis fracasos recomendando libros como El viejo y el mar y Corazón Kikuyu de Stephanie Sweig. Yo era un excelente mentor en los años ochenta y noventa pero perdí la ruta ya en el nuevo milenio, solo me quedó la confusión. Yo pensaba que mis alumnos podrían leer aquello que me gustaba a mí -y así fue durante dos décadas- pero luego todo cambió, la tecnología lo cambió todo.

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  8. Los tiempos y las personas no son las mismas. Hoy veo a mi sobrina de diez años estar horas y horas pegada a un celular. La lectura la siente como una obligación odiosa y tediosa. Los jóvenes de hoy necesitan las imágenes, los colores fuertes y la acción constante, por esa razón estar pegada a un libro que requiere de silencio y concentración no les parece buena idea, además, es muy fácil bajarse un resumen por Internet. Creo y pienso que leer La Odisea no se les dificulta tanto como El viejo y el mar, porque encontramos personajes mágicos. Creo que la profesora usando su ingenio podría armar una obra de teatro o hacerles dibujar los escenarios, los personajes. Involucrar a los chicos de once años en un escenario fantástico les llamaría atención.
    Muy interesante Joselu
    Abrazos

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    1. Desconozco las circunstancias de la profesora de Izaskun que ha hecho una apuesta arriesgada y difícil pero es cierto que podría llenar de vida las aventuras de Ulises -lee el comentario de Paco Castillo que es el más directo protagonista- y, ciertamente, el mundo de La Odisea es muy plástico y fácilmente representable dramáticamente, y no se les olvidaría pero yo no sé cómo es esta profesora y si ha calibrado su elección. Pienso que le vendría muy bien leer este post y sus comentarios.

      La lectura de El viejo y el mar requiere de un tempo lento y sutil, y ambas cosas son inaccesibles para una civilización que circula a velocidades de vértigo.

      Los celulares son en cierta forma una forma de muerte de la cultura, la que nos ha acompañado desde hace cientos, si no miles de años. El año 2008 cambió la historia cuando Steve Jobs presentó el Iphone, se erigió definitivamente la cultura del game.

      Abrazos, Tatiana. Muy interesante tu comentario.

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  9. Que curioso,cuando apareció la LGB con el BUP y el COU,los que habíamos hecho bachillerato,dos revalidas y Preu vimos un descenso en las exigencias y calidad de la enseñanza,se cargaron las academias donde preparabamos los que no habían aprobado una revalidad,algunos lo conseguían a la segunda o tercera vez,la de cuarto.Siempre,pensamos,que las generaciones posteriores están peor preparadas,cuando realmente se adaptan a las exigencias del momento

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    1. Yo ya estudié COU -era de los primeros años-, y lo encontré un curso muy interesante, el más interesante tras un bachillerato, realizado en un colegio sádico-represivo, en una academia privada en Zaragoza. Por primera vez estudiar servía para hacer pensar. La LGE fue una buena ley tras los primeros tiempos de desconcierto. El BUP fue la mejor experiencia de mi vida como profesor. Y el COU era extraordinario respecto a lo que vino después.

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  10. As leituras devem ser orientadas para os diferentes níveis etários.
    Se os aprendentes não se sentirem envolvidos, nada vai resultar só porque o professor quer.
    Abraço amigo.
    Juvenal Nunes

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    1. A ideia de adequar as leituras às faixas etárias é muito difícil porque o sistema educacional é cada vez mais infantil. A capacidade compreensiva variou muito devido à influência da tecnologia e à diminuição da concentração e da paciência. Um professor pode forçar esses limites apoiando e desenvolvendo habilmente outras atividades complementares para tornar acessível uma obra como A Odisséia em versão juvenil.

      Um grande abraço e obrigado pela presença.

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  11. "El viejo y el mar" fue una de las obras que leí cuando estudiaba, formaba parte de la lectura obligada escolar y efectivamente me resultó muy aburrida y eso que yo ya estaba acostumbrada a leer libros de todo tipo.
    Dicho esto, yo nunca le daría a leer a alguien que comienza a ser lector una obra difícil, por muy buena que sea esta. Yo comenzaría con libros amenos, que fuesen sencillos de llevar la trama, libros cortos... Lo suficiente como para que adquiriesen el hábito de la lectura. Luego ya en otros cursos superiores les presentaba ciertos autores importantes y sus obras. Pero a ninguna edad les obligaría leer algo que les resultara complicado porque eso puede implicar que abandonen el hábito de la lectura. Ya tendrán ellos tiempo...
    Repito, no fue mi aprendizaje como lectora porque yo no necesité que nadie me iniciara a la tarea de leer, pero si tuviese que iniciar a alguien lo haría así. Por cierto, aún ahora, "El viejo y el mar" me resulta muy pesado, hay libros que tienen un transfondo riquísimo, que se leen entre líneas, que son difíciles..., Y me han encantado, pero este no fue la edad, es que no me gusta, qué le voy a hacer.
    SAludos.

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    1. Sin duda, tienes razón, me equivoqué por completo pese a que me había informado previamente en internet de opiniones de jóvenes que valoraban la obra y sus impresiones me parecieron muy positivas. El viejo y el mar me sigue pareciendo apasionante, lo he leído no hace mucho. Tal vez las largas reflexiones del viejo pescador me siguen resultando cercanas y cada uno de nosotros es un mundo muy particular. Esa lucha titánica por conseguir el gran pez, y el largo tiempo de espera, hasta que tiene éxito y lo consigue. La personalidad del viejo al que consideran ya demasiado mayor para que salga a pescar, y parece llegar al final de un recorrido al que solo le queda ya quedarse a mirar el océano. A mí me inspira... Pero me equivoqué, no era una lectura adecuada en aquel momento. Me pasó lo contrario cuando les puse como lectura en otro año académico El guardián entre el centeno que suscitó entusiasmo; sin duda aquel momento era el adecuado y los alumnos lo necesitaban. El gusto lector es muy variado y lo he podido comprobar a lo largo de muchos años. Hubo un tiempo que algunos de mis alumnos leían La náusea de Sartre o El segundo sexo de Simone de Beauvoir con diecisiete años, algo que es totalmente imposible actualmente. Como profesor, te queda resignarte y elegir obras planas pero efectistas para atraerlos a la lectura, algo contra lo que me rebelaba, pero ha sido una carrera de aciertos y errores. El ritmo es decisivo en una obra, el ritmo y los personajes centrales. Los niños y jóvenes de hoy en día requieren de un ritmo mucho más rápido que el de hace veinticinco años y las razones son obvias. Además, un contenido ideológico no es deseable a diferencia de los años ochenta y noventa en que los alumnos amaban pensar en general. En todo caso, no serviría como orientador de lecturas adolescentes. Uno puede apuntar a lo seguro y sin riesgo, hay productos que cumplen esas dos condiciones, pero en el momento en que uno quiera arriesgar, se puede dar el batacazo. Saludos, Manuela, gracias por tu visita.

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  12. Como profesor de Lengua y Literatura que he sido me he enfrentado, como tú, a este problema. A lo largo de los 37 años en que ejercí la enseñanza comprobé cómo el gusto lector de los chicos evolucionaba. Al principio leer a Delibes -El príncipe destronado, por ejemplo- era un éxito asegurado. Pasado el tiempo, pongamos que veinticinco años después, Delibes les pareció un auténtico coñazo. Por seguir con el mismo asunto en ese momento aún yo podía mantener algo el tipo con José Luis Sampedro y su novela La sonrisa etrusca; pero 8 ó diez años más tarde ya casi todo les parecía un tostón, una lata. Incluso hubo alguno de los que elegían "Literatura universal" que cuando les preguntaba al inicio de curso si les gustaba mucho leer me nfesó que leer no le gustaba nada (¡madre mía, entonces qué voy a hacer con éste!).
    Había cambiado mucho la película. La imagen, el móvil, la tableta, el ordenador, la omnipresente televisión todo lo ocupaban. Nada que se salga de lo que por ahí circula les logra atraer. No sé qué harán ahora los colegas pero yo al menos me negaba bastante a 'echarles' (es ironía) a comer a los chicos esos libritos de El barco de vapor o de SM para jóvenes en los que supuestamente todo eran valores: amistad, respeto a los mayores, iniciación al amor y al sexo... No suelen estar muy escritos y desde luego parecen sacados de las series televisivas.
    La profesora de la hija de Paco lo que tenía que haber hecho previamente es explicar bien qué era la Grecia de la época de Homero, animarles con ilustraciones, con videos sobre Grecia, sobre las islas, sobre la historia de la zona, contarles alguna leyenda que hoy aún circule entre nosotros... En fin, lo que se conoce con la palabra "motivación". Y ni siquiera así, estoy seguro de que algunos se quedarían fuera de la llamada y del deseo de lanzarse a la lectura.
    Es difícil motivar a los chicos a la lectura; todo está en contra. Pero es una labor importante y no hay que renunciar. Y desde luego nunca, nunca, lanzar un libro sin haberlo explicado un poquito, sin haber excitado la curiosidad por él en los chicos.
    Veo que tu paseo por Madrid fue satisfactorio. Me alegro mucho.
    Un abrazo

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    1. Parecerá increíble pero en 1982 planteé a mis alumnos de segundo de BUP un taller de novela negra que los entusiasmó: leyeron a Hammet, a Chandler, a Thomson, a Chester Himes, a MacDonald, a Robert Stack y muchos otros. Fue un éxito. En aquel curso, alumnos de COU se quedaban después de clase para leer y comentar Rayuela de Cortázar. Años después, mis alumnos leían a Sartre, a Boris Vian, a Camus, a la Duras, a Dostoievski, a Bram Stocker, Emily Bronte, a Asimov, a Kafka, a Arthur Clarke... y muchos otros de literatura para adultos porque no existía para mí la literatura juvenil. El árbol de la ciencia en COU les enganchaba. Para mí el criterio para recomendar un libro era que me gustara a mí, que fuera denso e interesante y un cierto ritmo narrativo que lo hiciera atractivo. Llegó la Logse y poco después la tecnología y esa literatura que yo amaba tanto dejó de tener sentido para mis alumnos que se alejaron de ella cuando antes yo la utilizaba para fomentar la rebeldía intelectual de estos jóvenes. Llegaron los libros de valores, como has mencionado, la amistad, la anorexia, el amor, el racismo... Todo en forma de mensaje didáctico que no tiene nada que ver con la literatura. Empezó el calvario de recomendar libros de lectura a jóvenes que en su mayoría detestaban leer. Y cuando llegaron los smarphones hacia 2008, la cosa fue a peor. Nos habíamos convertido en dinosaurios y muchos compañeros apostaban por libros "seguros" como Rebeldes de Susan Hinton y textos sin complicación y mucho ritmo y muchos valores. Yo procuré mantenerme pero era una lucha como contra molinos de viento. Lo primero que preguntaba a mis alumnos de Literatura en segundo de bachillerato era sobre su relación con la lectura y era general que la inmensa mayoría me manifestaban que detestaban leer. Como bien dices, todo está en contra. Me despedí de mi carrera docente en tercero de ESO leyendo cuentos de Kafka y les conseguí muy barata la edición de La metamorfosis. Fue el canto del cisne y mi despedida por la puerta grande aunque tal vez fue puramente ilusorio.

      En Madrid tuve ocasión de ir al teatro y vi a José Sacristán a sus ochenta y cinco años interpretando en Retrato de señora con fondo gris una obra de Delibes. Todos éramos mayores. No había jóvenes.

      Un abrazo.

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  13. ¿Alguno de ustedes quiere ser pobre?

    Asi empezaria yo el curso de Literatura el primer día. Luego, una vez captada la atención, les hablaría la ventaja que tiene la gente que sabe expresarse bien y que escribe con corrección.
    Que los lectores acceden a mejores puestos con mejores sueldos (es verdad, no se miente a nadie),. Les diría que una persona con la mente estructurada con los libros tiene mejor experiencia y más éxito con sus parejas sentimentales (nadie quiere salir con un paleto o una paleta, esa es otra verdad). Les diría que cuantas más palabras conoce una persona más inteligente se vuelve y por tanto se vuelve más atractiva para el colectivo y que va a tener más éxito social. Les diría que para conseguir estas cosas hay que conocer las palabras y estas solo se conocen con los libros. Les diría que incluso para robar la inteligencia vale, les preguntaría si quieren ser chorizos o ladrones de guante blanco. Les aseguraría que nadie en la Historia se ha arrepentido de leer nada y si hay millones de personas que se han arrepentido de no haber leído más cosas.
    Les diría que nadie compra nada a un paleto sin cultura.
    Joselu, con todo el respeto, no tenéis ni p..a idea de vender un producto.
    Os centráis en el producto en si, y eso no cuenta, eso es lo de menos. Vuestro deber como vendedores de Literatura y Cultura es conocerlo a la perfección, eso está claro y también está claro que la inmensa mayoría de profesores lo conocerán, pero… siempre hay un pero... el leer tantos libros no os ha enseñado nada.
    Habéis olvidado los motores que mueven al ser humano, esos que tan bien nos muestran todos los libros, joder.... Desde la Biblia hasta el último gran éxito...

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    1. Las causas por las que la gente se mueve, el porqué se aplican a una labor. Esas causas no han cambiado en los últimos 6.000 años, ni creo que cambien.
      Las personas se mueven por beneficio, ya sea económico, social o sentimental.
      Cuando voy a vender un camión y le digo a mi cliente que el motor tiene 2.400 Newton/metro de par motor a 930 revoluciones por minuto, demuestro que se de lo que hablo y el tío dice: "Joder este Daniel, esta “puesto” en el tema", pero por eso no me compra el camión, solo alimento mi ego.
      Es cuándo le digo: "el motor tiene 2.400 Newton/metro de par motor a 930 revoluciones por minuto y por eso el camión aguanta más las marchas antes de cambiar en las subidas y como el camión cambia menos veces de marcha te ahorras un litro a los cien y el embrague te dura sobre 100.000 kms más. Ya sabes que con un litro a los cien y los 130.000 kms que hace tu camión al año te vas a ahorrar solo en esto 1600 euros al año y en cinco años de amortización te metes 8.000 pavos al bolso" es cuando realmente vendo el camión, cuando el cliente ve el beneficio que le proporciona mi herramienta y el dinero suena en su mente... el cliente ve los 8.000 euros que se mete al bolso y es entonces cuando empieza a preguntar sobre que revoluciones trabaja el motor ye l par motor, porque sabe que de ahí depende su beneficio.
      Vosotros sabéis mucho de herramientas pero poco de venderlas. A los clientes no se les da la herramienta que nos gusta sino la que le hace falta y se le explica porque le hace falta y así a mí me compran los camiones y así, creo, los profesores de Literatura obtendrían mejores resultados.
      Lo que os hace falta es un curso de ventas, que no coaching, venta pura y dura. ¿Como se vende un producto? no diciendo que es "buenísimo", eso lo hacen los charlatanes y cantamañanas, se vende mostrando el beneficio que aporta, haciendo que el cliente lo materialice en su cerebro, que el dinero, la chica que le gusta o el futuro que desea se materialice en su mente a través de tu producto.
      Vendéis una herramienta valiosísima, que conocéis en profundidad, pero que ni vosotros mismos le dais la utilidad apropiada que no otra que conocer al ser humano y los mecanismos que le mueven. De eso va la Literatura, creo yo.
      Esos mecanismos, vuelvo a decir, no han cambiado en los últimos milenios. Cambian las formas, no el fondo. Las personas buscan relaciones sentimentales entre ellas, antes en las verbenas de los pueblos los mozos y mozas se juntaban para relacionarse, ahora lom hacen través de grupos de “guasap” pero lo que buscan son las relaciones y esas no han cambiado en los sustancial, por muchas vueltas que le queramos dar.
      Es solo una opinión, si no muestras los muchos beneficios que da a una persona la Literatura, porque aporta muchísimos beneficios a la persona, no venderás el producto.
      Y el que un vendedor de camiones, posiblemente el lector más inculto de los que comenta en este blog tenga que defender el magnífico beneficio bruto que da la lectura, es para pensar, creo yo. Y si, he dicho beneficio, en término mercantilista, entre las horas empleadas para leer un libro y el beneficio que sacas del mismo para toda una vida, el saldo es claramente positivo y eso te lo dice una persona que empezó a leer porque simplemente no tenia dinero y la lectura era el pasatiempo más barato. .
      Puede sonar un poco bruto, pero es así.
      En mi opinión, por lo menos.

      Un saludo.

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    2. A mis hijas con doce años, cuando suspendieron dos asignaturas, les lleve a un bar de poligono bastante sucio, y le dije que se fueran al retrete y lo vieran. Lógicamente volvieron asustadas, les dije que su futuro era limpiar baños de este tipo si seguía suspendiendo. Luego lleve a comer a un restaurante muy bueno a toda mi familia y les dije, mirad, quien come aquí es gente que ha estudiado y ha sacado buenas notas, ¿Que queréis acabar limpiando los baños del bar anterior o comer en sitios como este?. La respuesta fue clara. solo les indique que eso se hace con esfuerzo, con trabajo, no es inspiración divina, es trabajo y al final ese trabajo os gustará, disfrutareis con el. Creo que ese dia se les quedó grabado y al dia de hoy, la verdad, se esfuerzan y trabajan, sacan buenas notas y son buenos chicos. Ahora, alguna vez se lo recuerdo cuando pasamos al lado del bar del polígono que ahora está cerrado. Hace un par de meses encargué la Rebelión de Atlas de Ayn Rand me costó 29 euros y les pregunte que ¿qué os parece el precio? y me dijeron que era caro. Simplemente les dije que ese libro me proporcionará más de 70 horas de diversión y entretenimiento, ¿que hay más barato en nuestro mundo?, Simplemente intento que sean ellos los que piensen y reflexionen y que se vean a ellos mismos felices leyendo. Sin más, mi hijo mayor y yo somos "talibanes" de Juan Eslava Galan y su colección "para escépticos", por ejemplo, ambos nos hemos leído todas sus obras, yo varias veces...
      Disculpa la extensión de mis comentarios y que me salga por los afamados "cerros de Úbeda" pero el responsable eres tú, por poner estas entradas a un padre de tres hijos. Un saludo

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    3. Hola, Daniel, he leído tus comentarios con mucha atención y no descartaría haberte invitado para que te hubieras dirigido a mis alumnos de bachillerato -un grupo muy reducido en que prácticamente todos decían que no les gustaba leer- para que expusieras tus argumentos en favor de la lectura. Estos alumnos tenían sobre dieciocho años en el curso anterior a la entrada en la universidad. Claro, estos alumnos son ya algo mayores, porque no pienso que quisieras decirles estas palabras a niños de once años como es el caso que comento, o ni siquiera a adolescentes de doce a quince o dieciséis años. No lo entenderían porque un adolescente es en general un conjunto de hormonas en funcionamiento y no piensa en el futuro sino que su mente es una montaña rusa emocional en que solo se vive el presente, así que difícilmente les podrías hacer pensar en el futuro. Sencillamente, a la inmensa mayoría no les interesa. Además, el clima de atención en una clase es mucho menor de lo que tú crees. Eres un profesor entre otros diez más metiendo cada uno su discurso, de modo que los chicos están saturados de palabras y lo más fácil es que lo olvidaran tal como se lo habías dicho. Puede que les hiciera gracia pero no supondría esa convicción racional para que se hicieran lectores, porque el discurso que tú enhebras es racional, y los adolescentes no son racionales, son emocionales en altísimo grado. Tal vez estas palabras en una escuela de adultos podrían tener su sentido, pero no veo que en alto grado convenciera a la mayoría de la conveniencia social y económica de leer, porque leer es un esfuerzo individual que requiere de voluntad y de tiempo. Tu excurso es muy bueno pero también muchos saben que hacer ejercicio es muy bueno para la salud y que llevar una alimentación saludable es también bueno, pero no lo ponen en práctica porque supone dejar instintos naturales y espontáneos que son cómodos. Hacer ejercicio y leer son dos cosas que requieren de mucha voluntad.

      Además, comparas vender camiones con vender la necesidad de la lectura y no es equiparable. Cuando un cliente "quiere comprar un camión" ya es una situación favorable, y está dispuesto a pagar por él. Tú eres un excelente vendedor y sabes qué teclas tocar para hacerle interesante lo que le ofreces diciéndole que le será rentable de muchas maneras y que ahorrará dinero si compra determinado modelo. Pero esto supone un comprador dispuesto a pagar y un vendedor hábil, pero en un escuela o instituto los niños están obligados a estar allí y no quieren comprar nada, simplemente muchos se dejan ir y hacen lo menos posible o nada. No tienen voluntad de comprar y, sin embargo, hay diez profesores y cada uno intenta moldearlos cognitivamente para que aprendan, trabajen y hagan las tareas durante seis horas diarias que terminan siendo agotadoras para ellos.

      Tus ideas son buenas pero no tienes en cuenta la realidad de un centro educativo y muchas otras cosas, es bueno sobre el papel pero no es eficaz en la realidad de muchachos inquietos y sin ganas de trabajar ni de esforzarse que es lo que encontramos en general en las aulas.

      Tengo dos hijas, a las dos les hemos animado para que lean, en casa hay muchos libros y he leído con ellas en la cama hasta los doce años. Me ven leer, pero una no lee nada, la otra sí. ¿Qué es lo que hace que alguien se haga lector? No lo sé, tú conoces tu caso y tus razones, pero eso necesariamente no sirve para todo el mundo.

      No obstante, ya te digo que si hubiera podido, te habría invitado a dar una charla a jóvenes de dieciocho años. Es el único curso de Literatura -con diez o doce alumnos que tenía- para que te dirigieras a ellos. Además la materia de Literatura no existe como tal más que en bachillerato para un grupo pequeño. La materia recibe el nombre de Lengua y Literatura y eso supone que es un setenta por ciento de lengua y un treinta por ciento de literatura. Las condiciones para hacer lectores no son tan fáciles como tú te las imaginas ni nosotros somos tan inútiles como tú crees. No se trata solo de palabras.

      Un saludo.

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    4. No me puedo quejar de mis hijas, las dos han sido excelentes estudiantes, serias y trabajadoras pero una es lectora y la otra no. Ambas han acabado el grado universitario y están cursando másters, pero no he podido hacer que una de ellas adquiriera el hábito costoso de leer.

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    5. Daniel, hay dificultades en Cataluña para cubrir vacantes de profesores en distintas materias porque no salen profesores en número que puedan cubrir las jubilaciones masivas que se están produciendo. Y la carrera docente y sus dificultades -que los que sois ajenos ni siquiera sospecháis- ha hecho que perdiera mucho atractivo para los jóvenes que salen de los grados y másters. Mis hijas no quieren ser profesoras de ninguna manera porque ven el trabajo que supone estar conectado a cualquier hora del día o de la noche, sea día de trabajo o de fiesta a las comunicaciones que continuamente están llegando. Si yo comenzara mi carrera en estos momentos yo no habría sido profesor. El profesor es más bien un terapeuta que alguien que enseña a sus alumnos algo de una materia. Es una mezcla de psicólogo, mediador, experto en dinámica de grupos, dinamizador, etc. Todo menos profesor de algo en concreto.

      En cuanto a poner varios libros, hemos ensayado todo, Daniel, no hay enfoque no haya sido experimentado. Hay a veces buenos resultados y otras veces nada favorables. Yo me despedí de las aulas con buen sabor de boca y con sensaciones positivas, pero no sé el tiempo que hubiera podido aguantar más.

      Un saludo, no me han molestado nada tus palabras. Sé que eres vehemente y apasionado y eso en este blog es algo positivo.

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  14. Disculpa la redacción y algunos errores. Un saludo.

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  15. Joselu,"soy de ciencias",pero en el sexto de bachillerato(16-17 años),en la asignatura de Literatura,además del libro,se acompañaba otro de poesias,novelas,teatro(trozos) ,de los autores clásicos pero también de la actualidad de entonces.Habia que leerlo,más de una vez y era bastante grande,porque un texto de ellos te salía en la revalida de sexto,para que lo comentaras y contestaras a preguntas sobre el autor,su entorno historico,otras obras,ect.Como lo hice en Cordoba, era costumumbre memorizar poesias de Gongora y aún las recuerdo después de 60 años,sobretodo el soneto a Córdoba.

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    1. car res, creo que no eres consciente de la distancia galáctica entre el sistema educativo en que estudiaste tú y el actual. Aprecio que expongas tu experiencia como alumno hace muchos años, pero nada de lo que cuentas tiene sentido ahora, entre otras cosa porque no existe la materia de Literatura en Ciencias en bachillerato y apenas existe en Letras porque es una materia opcional de modalidad que cursan muy pocos alumnos. No obstante, con la nueva selectividad que es como el examen de conducir en que no hay que redactar nada, poco ya tiene sentido. Tú estudiaste en un sistema educativo esencialmente autoritario y rígido mientras que el sistema actual, creo que ni te lo imaginas. Es más un ejercicio de terapia de grupos e individual y tiene muy poca importancia lo que se aprende porque lo único que importa es ser feliz.

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  16. Gran tema en el que nos embarcas, Joselu, teñido con referencias poéticas que nos alcanzan de fondo. La cuestión, creo que da para reflexionar profundamente. A mí se me ocurre que la nueva generación, así lo reconocen los guionistas más afamados, está sometido a una infinidad de estímulos( tecnológicos), que cultiva paradójicamente una impaciencia que larvada se asoma a todos los aspectos de la vida de nuestros jóvenes. Necesitan que la acción se suceda vertiginosamente. La idea se la he escuchado en alguna entrevista a Guillermo Arriaga, inmensamente sabio y autor de los guiones más interesantes de los últimos tiempos. Un personaje en toda la regla, al que siempre leo cuando puedo. Y es que lo observo en mis hijos, al que la quietud de algunas de las cintas que marcaron mi vida, como Cinema Paradiso, les produce casmodia. Incluso la historia de amor principal puede ser bordoneada por no sé cuántas tachas a la luz de las nuevas ideas. Por eso, sí que creo que la literatura en general, salvo honrosas excepciones se ha vulgarizado. Por lo menos en castellano, en Francia contamos con más que honrosas excepciones, y no me parece casualidad que detenten tantos galardones de los nobeles en las últimas convocatorias que recordemos.

    Por otro lado, has tocado la temática de Ulises, que se repite como canon en las escuelas de escritura. Al final, con lo que los autores se comprometen con sus lectores es a realizar un viaje interior y exterior con el protagonista de su obra, una odisea en la que el personaje crecerá. En ese sentido, no hemos dejado de contar la historia de Ulises en otros ulises de índole y talla menor. No solamente Joyce. Si es verdad que sustituyen la literatura de gran valor por sucedáneos que resaltan valores más contemporáneos, pero más perecederos, seguramente. Qué sobrevivirá de esta época ahíta de idiocia. ¿Son tan universales como Shakespeare algunos de los valores que resaltan los diáconos de lo políticamente correcto? Me temo que no. Empoderamiento, resiliencia como palabras mágicas cuando el individuo se empequeñece, en ese lecho de disimulos con el que nos regalan los oídos.

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    1. Asistí en el centro cultural de La casa encendida en Madrid a una proyección de imágenes de video-arte de Laure Prevost a base de instalaciones inmersivas multisensoriales y transmedia que buscan una nueva gramática audiovisual sustentada en un enfoque háptico y sensual.

      Aquello era tan frenético que perdí cualquier hilo posible y no capté nada de lo que pretendía la artista con la combinación de textos e imágenes que se sucedían vertiginosamente. Esta es la gramática en parte de nuestro tiempo, y el que no pueda comprenderlo, es su problema.

      Nuestros alumnos participan de una mente condicionada por la velocidad, muchísimo mayor que la de generaciones de las décadas anteriores y necesitan un movimiento radicalmente veloz en todo. Las clases han de contar con ello y no pueden ser lentas ni dejar de ofrecer cantidad de estímulos que los retengan. Esta era mi experiencia en mis últimos años como profesor y creo que va in crescendo.

      Este es nuestro tiempo. El arte del pasado debe pasar un filtro doble: de velocidad e ideológico y toda nuestra visión del mundo está condicionada por la didáctica brutal a que estamos siendo sometidos. Las series, la propaganda, el cine, la prensa, la publicidad, la política están siendo adaptadas a enfoques que dejan el pasado como totalmente desprestigiado y cuestionado. No ha habido otra época en que se haya negado tanto el pasado como la nuestra.

      Hacer leer La Odisea en versión juvenil a niños de once años es un desafío político y poético en que me gustaría que la profesora que lo propone saliera airosa. Hace falta mucho arte y estrategia para proyectar la idea de viaje interior y exterior a los niños de esta edad. No ha habido tiempo más confuso y extraño como este en la historia de la humanidad. Estamos en transición ideológica y política hacia realidades insospechadas. Y los que se queden rezagados serán dados como viejos o incapaces o reaccionarios o fascistas.

      No sé si el individuo se empequeñece, no lo sé, pero sé que el mundo que me ha conformado se disuelve totalmente en el vacío.

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  17. Has tocado un tema que me interesa mucho y al que nunca he encontrado una respuesta clara porque me lleva a otra cuestión, ¿existe la mala literatura?, ¿es mejor no leer nada que leer sólo mala literatura, o la mala literatura te puede acabar llevando a la buena?

    Para mi la clave la señalas justo al final, queda en manos de los profesores. Si te tiran el libro a la cara y ahí te apañes con él, odiarás ese libro. Si la profesora sabe construir algo alrededor de esas páginas quizás no te guste, pero entenderás que hay mucho más bajo la superficie y volverás a él más adelante.

    A mi me tocó leer el Quijote, fue algo horrible, junto con retazos del Cid en un castellano antiguo incomprensible que nadie te explicaba... Lo extraño es que haya seguido leyendo :)

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    1. En Tercero de BUP leíamos El Cantar de Mío Cid en una versión prosificada de Alfonso Reyes y creo que mis alumnos disfrutaban muchísimo. Lo leímos la mayor parte en clase, dando valor a los diferentes acontecimientos y respondiendo preguntas sobre la narración. Igualmente La Celestina que para mis alumnos era una fiesta su lectura. Creo que no hay texto que no se pueda acercar a una mirada más próxima. Yo era un profesor irreverente que hacía subirse a una alumna encima de la mesa del profesor y sobre una silla leyendo el monólogo de Melibea antes de tirarse de la torre y suicidarse. Y las Coplas de Jorge Manrique fueron escenificadas con un alumno haciendo el papel de Rodrigo Manrique muerto llevado en andas por los alumnos y el resto, vestidos de negro y con velas, desfilando por el barrio repitiendo las estrofas más conocidas de las Coplas. Creo que no lo olvidarán nunca. Yo había sido actor y aportaba un dramatismo a los textos clásicos que los hacían revivir. Probablemente, hubo demasiados profesores de Literatura planos y convencionales que en virtud del respeto que suscitaban los textos los hacían solemnes e incomprensibles. Te aseguro que yo no fui uno de esos. Por esto, cuando desapareció la Literatura como tal de los planes de enseñanza ni siquiera fuimos capaces de rebelarnos. Y eso fue la LOGSE y todas las leyes que han venido después. Se ha hablado de la laminación de la Filosofía pero el crimen auténtico fue el de la Literatura Española. La enseñanza de la literatura exige imaginación y esta no estaba muy bien distribuida. Suerte que has seguido leyendo Beauséant.

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    2. Pues lo dicho, que depende en gran medida del profesor..

      Sí, seguí leyendo, una infancia solitaria, una biblioteca al lado de casa... casi diría que no quedaba otro remedio :)

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  18. Advertía el Marqués de Sade: “Sólo escribo para quienes pueden entenderme, y éstos me leerán sin correr peligro”. Por su parte, el escritor, Alberto Manguel, señalaba en la definición del lector ideal: "Un célebre programa de radio para niños en la BBC siempre comenzaba con la pregunta: '¿Estáis sentados cómodamente? Entonces podemos empezar'. El lector ideal sabe sentarse cómodamente. Es cuestión de gustos, donde unos buscan la incómoda lectura y otros no.

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    1. Todo es cuestión de gustos respetables, claro está. Al respecto, escribió Kafka:

      “Pienso que sólo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga felices, como dice tu carta? Cielo santo, ¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos hagan felices podríamos escribirlos nosotros mismos, si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a los bosques más remotos, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo”.

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  19. Por muy Kafka que sea, es una opinión, y estoy de acuerdo con esa cita que conocía y he usado alguna vez.

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