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sábado, 22 de octubre de 2022

El imperio de la depresión


Estos días se ha publicado un importante estudio sobre la depresión a cargo de Jonathan Sadowsky, profesor de Historia de la Medicina en Case Western University en Cleveland (Ohio). El libro es El imperio de la depresión, publicado en Alianza Editorial. 

 

El tema me interesa especialmente y quiero aproximarme a él sintetizando algunas ideas que vertebran el libro y objetándolas en la medida que puedo. Una de ellas es la pregunta si la depresión es una enfermedad moderna de sociedades occidentales ricas. ¿Es la depresión una enfermedad moderna y occidental? La respuesta de Sadowsky es radicalmente negativa. La depresión ha acompañado a lo largo del tiempo a la humanidad aunque antes recibía otros nombres como acedia, distimia, melancolía, neurastenia… Esa tristeza excesiva y profunda propia de los estados que llamamos depresivos ha sido una constante aunque no es fácil determinar si cuando se habla de melancolía se refiere exactamente a lo que entendemos por depresión. En los monasterios medievales había monjes poseídos por una intensa tristeza a la que no se encontraba explicación. La melancolía era una forma de calificar, ya desde Hipócrates, a una tendencia hacia los pensamientos tristes y pesimistas, una permanente sensación de minusvalía y una fijación constante en las carencias propias. En el siglo XIX se hablaba de neurastenia para calificar una especie de cansancio existencial y flojera mental.

 

Otro tema conectado en este libro con la idea de pensar que la depresión es solamente occidental y que tiene su eje en mentes sensibles como las nuestras mientras que los africanos, que carecerían de sentimientos introspectivos, no la experimentarían. Este argumento sirvió para justificar el esclavismo al pretender que los negros africanos no sufrían psicológicamente como nosotros al ser arrastrados de sus tierras en condiciones terribles porque sus mentes no eran tan sensibles y sofisticadas como las blancas. Pretender hacerlos inmunes al sufrimiento psicológico era una forma de deshumanizarlos como si fueran poco más que animales incapaces de experimentar tristeza profunda. 

 

Sin embargo, admitiendo esto, pienso que las sociedades occidentales han experimentado mucho más el síndrome depresivo y que otras sociedades más precarias del llamado Tercer Mundo, basadas en la supervivencia más elemental, no tienen la ocasión de centrarse en los sentimientos tristes porque lo que determina su vida es el hecho de comer cada día, sobrevivir cada instante frente a fuerzas temibles que pueden poner su vida en peligro. E implica algo que es saberse sobreponer frente a los sentimientos debilitadores. En una balsa rodeada de tiburones no cabe sentirse triste y los mecanismos de resistencia psicológica se imponen frente al decaimiento psicológico que está fuera de lugar. Cuando uno pasa por una prueba a vida o muerte, en el límite o fuertemente arriesgada, uno ha de echarle coraje de modo obligado. Dejarse morir es una posibilidad pero la adrenalina generada impulsa la entereza. 

 

Por otra parte, admito que la depresión, tenga el nombre que tenga, ha sido algo que ha acompañado a la humanidad, pero no en la dimensión que ahora lo hace. Se calcula que hay en el mundo actualmente, trescientos millones de personas que podrían calificarse dentro de un cuadro depresivo, y un número creciente de personas necesitan tomar antidepresivos, ansiolíticos o antipsicóticos. Ayer La Vanguardia daba en primera página la noticia de que había aumentado en un cuarenta por ciento las dolencias psicológicas entre los niños y jóvenes, y otra noticia es que en España hay seis millones de personas aquejadas de ansiedad o depresión. Pienso que el tipo de vida que llevamos, aparentemente segura y basada en el consumismo y la satisfacción inmediata de nuestros deseos nos lleva a ser especialmente frágiles en una sociedad inestable, líquida y competitiva. Nada nos acaba de satisfacer ni ofrecer seguridad íntima.

 

La depresión y la ansiedad se han convertido en plagas de las sociedades modernas y afectan crecientemente a niños, jóvenes, adultos y personas mayores. He visto a lo largo de mis años como profesor cómo los alumnos se convertían progresivamente en más lábiles y quebradizos y ahora buena parte del programa educativo se dedica a atender a alumnos con problemas psíquicos de un modo que no conocí cuando comenzó mi profesión, no sé si porque no afloraban o porque había más resistencia psicológica. 

 

Sin quitarle valor al ensayo de Sadowsky, creo que nuestras sociedades modernas son más propensas a las depresiones. Las razones son complejas y no caben en un artículo ligero como un post. La química ha entrado en nuestras vidas y muchísimas personas necesitan su aporte para mantenerse en pie, tal vez antes se hacía a pelo o simplemente no había opción de hundirse. 

28 comentarios :

  1. Has respondido tú mismo al interrogante, cuando la realidad cotidiana es sobrevivir un día más, no hay espacio apenas para la reflexión.

    Cuando tus mínimos vitales están más o menos cubiertos es cuando tenemos tiempo de autoexplorarnos, y en ocasiones no nos satisface lo que vemos, y no encontramos nada a nuestro alrededor que colme esa sensación de vacío. Entonces depende del temple de cada uno para mitigar ese vacío.

    Dias atrás escuche una encuesta que parecía seria: el cuarenta por ciento de los funcionarios españoles está bajo tratamiento para la depresión en un gado u otro. Un porcentaje aterrador en un segmento de la población que debería sentir una cierta seguridad en su mundo laboral.

    No quiero saber qué porcentaje de parados estará también en tratamiento psicológico.

    Y los tiempos que vivimos y se avecinan no empujan a ser optimistas.

    Se va a consumir más codeína que chicle.

    Un saludo

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    1. Das en el centro con la diagonal de alfil. Si los funcionarios padecen en buena parte depresión, ¿qué no sufrirán los parados sin expectativas de seguridad laboral? No obstante, no hay comparativa en lo que supone el sufrimiento íntimo. ¿Sufría más un prisionero en un campo de exterminio nazi o una persona aparentemente en una sociedad democrática con las seguridades elementales cubiertas? La respuesta no es fácil porque el sufrimiento anímico es de una dimensión inmensa. Hubo prisioneros en Auschwitz que alumbraron una psicoterapia efectiva ante el dolor de vivir. Me refiero en especial a Viktor E. Frankl. La vida cotidiana, pese a sus supuestos amarres, puede ser fuente de sufrimientos inenarrables. El dolor psíquico es como un gas expansivo que puede ocupar un espacio pequeño o uno muy grande. No podemos aquilatar la magnitud del sufrimiento en nadie. La mente es terriblemente complicada, pero es cierto que somos tanto más frágiles cuanto más seguros estamos. No hay nada que pueda proporcionar seguridad en quien se abren abismos insondables. Y, ciertamente, como dices, el tiempo que se avecina no ofrece expectativas para ser optimistas. Un saludo, Rodericus.

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  2. En cuanto a la capacidad de superación como defensa contra la depresión, pienso que en los países más desarrollados hay tal tendencia a dárnoslo todo hecho, en todos los aspectos de nuestra vida, que nos cuesta más "sacar las castañas del fuego" y como dices antes no era así.

    Hay una cosa que me ha llamado la atención ¿realmente piensas que los animales son incapaces de experimentar tristeza profunda o solo es lo que sugiere el libro?

    Un abrazo

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    1. No he leído el libro que se publicó hace dos días pero pienso que en ningún sentido hace referencia al sufrimiento animal. Se supone que el dolor anímico se produce en seres introspectivos, con sentimiento del yo, algo que en los animales no creemos que exista. Pero no me atrevería a asegurar nada, especialmente desde que tengo gatos. No sé si los animales son sujeto de tristezas profundas. He leído del sufrimiento de perros cuando pierden a su amo. Es un territorio desconocido por mí y pienso que Sadowsky no entra en ello.

      Cuanto más fácil es la vida, más difícil es en ciertos sentidos. Hubo un tiempo en que se pensaba que todo era un conflicto de clases y que cuando la clase obrera se emancipara sería un sujeto que amaría el arte y la cultura porque tendría tiempo para ello. Hoy sabemos que no es así, y que la mayoría de la población ignora lo que es la cultura más allá del fútbol y los viajes ahora tan frecuentes. Pienso que en general somos más superficiales y lábiles que nuestros abuelos que tuvieron que luchar desesperadamente para sobrevivir. Eran más fuertes que nosotros. Un abrazo, Ana.

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  3. Supongo que en todas las épocas ha habido depresión. La tristeza y la melancolía no son sólo de esta generación. Y supongo que a medida que avanzamos y se poseen más cosas materiales los que no llegan a ellas también quedan embargados y en mayor medida por el hecho. Sigo suponiendo que a mayor consumo mayor depresión sino se alcanza para consumir como lo hace el resto de la comunidad, y así la rueda del hamster.
    Una regla de tres directa.
    Y supongo que habrá muchas más, simplemente porque somos insaciables.
    Para esto de la superación ya se ha puesto de moda una palabra: resilencia.
    Como esta palabra me da el flato, lo que he de decir es que ponerle este nombre a la capacidad de superación no me motiva.
    Hay, por cierto, quien vive de ello, escribiendo y dando clases.

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    1. A mí también me da flato. Mi mujer que es profesora en un instituto tiene que hacer un curso sobre resiliencia. Yo me callo lo que pienso. ¿Te imaginas entre los habitantes de las barracas de Can Valero hacer en aquellos tiempos un curso sobre resiliencia? La vida era en estado puro un ejercicio de superación y entereza. Tener todo nos hace más débiles y nunca acabamos de estar seguros y el sufrimiento anímico cobra una fuerza inenarrable. Hay un cuento muy significativo que traigo aquí: en una balsa hay peces rojos que se reproducen incesantemente, pero dicho éxito produce la degeneración de la especie y empiezan a morir. Si a esa balsa echas peces azules, que comen peces rojos, la especie de peces rojos sobrevive con éxito porque tiene que luchar para sobrevivir. Solo somos fuertes si se nos fuerza a ello. La comodidad en el vivir es dañina, pero es tan apreciada...

      Sí, hay quien vive dando clases sobre resiliencia.

      Salut. Miquel.

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  4. jejeje, muy bueno, JOSELU.
    No quiero poner nombres, JOSELU, pero conozco en profundidad, quien ha puesto de moda esta palabra, porque aquí no siendo desconocida, no se pronunciaba. De esto hará cosa de unos diez años. Cuando la escuchaba en la facultad de Pedagogía, porque allí la escuché por vez primera, y hablaban de que eso representaba la capacidad de superación, yo pensaba en Can Valero Petit y sus aledaños, y en las ganas que tenía de decirle a las/los conferenciantes que lo que tenían los habitantes chabolistas era capacidad de sacrificio. Porque aquello era insufrible, pero no había otra cosa y sabíamos aguantarnos con la intención de marchar. Salvo algún idiota, que siempre los hay, que decía que aquello era buena vecindad y compartir lo que teníamos.
    Como dijo maradona en una ocasión : nací en un barrio privado, privado de agua, privado de electricidad, privado de gas...

    Un abrazo

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    1. Prefiero la expresión -totalmente anacrónica hoy- de "capacidad de sacrificio". Jamás la he oído en el ámbito pedagógico y educativo en las últimas décadas. Hoy está mal vista la idea de sacrificarse por algo... Un fuerte abrazo, Miquel

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  5. Según tengo entendido,las depresiones leves,que son estados de ansiedad,lo mismo con un par de coñac ,son pasables.No ocurre lo mismo con las depresiones crónicas, que no tiene nada que ver si eres currante o dueño,funcionario o militar.Hay tratamiento con antidepresivos,que actuan sobre la serotonina,por lo tanto hay que medicarse y dejarse de bromas,porque pueden ser peligrosas,ahora y en la Edad Media,entonces el tratamiento era con plantas,porque no había farmacias.

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    1. Tengo entendido que quien es depresivo es de por vida, con fases más o menos agudas, a veces tratadas farmacológicamente o no, pero es una dolencia muy complicada. Antes había que pasarlas simplemente resistiendo, pero desde que existe el Prozac parece que ofrecen mayores garantías de éxito.

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  6. Supongo que la depresión viene de viejo, sólo que antes no se le daba nombre, ni la importancia que se le da ahora, De hecho, en la actualidad la gente confunde a menudo depresión por aburrimiento, Si es que se deprimen por cualquier cosa. Antes la gente no tenia tiempo de deprimirse, otros problemas reales tenían más urgentes de solucionar.

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    1. Soy una persona depresiva, tal vez por herencia genética, y te puedo decir que es un mal terrible. Hay un libro que te recomiendo si quieres saber sobre lo que es una depresión que se titula Esa visible oscuridad y el autor es William Styron. Es un documento breve pero clarificador de autobiografía del autor que muestra de qué modo la depresión le hincó las garras inesperadamente en un momento de su vida. Es cierto que antes las depresiones se vivían a pelo y no se te ocurría ir a un loquero -psiquiatra- para ser tratado. La agonía que suponía era desoladora. Se puede decir que la depresión se ha democratizado y salido a la luz en un mundo crecientemente complicado. Está claro que no eres depresivo y eso es una suerte para ti.

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    2. Lo buscaré, sabes, para alguien no depresivo es dificil de entender la depresión. Gracias por la recomendación.

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  7. Interesante la cuestión de la melancolía en el contexto de la depresión.
    Tengo querencia a la melancolía, pero no es algo que me perturbe, pues para mí es un viaje de ida y vuelta, no me quedo allí instalado, incluso es un estado que aprovecho (muchos lo tachan de vacuo), es una fase que en cierto modo encuentro útil, pues dota a la realidad (la mía) de un contenido diferente, especial, que me sirve para pensar serenamente sobre aspectos que la otra realidad, la inmediata del día a día, parece tener encerrados bajo llave, no me desagrada esa inmersión en mi yo recóndito que me procura la melancolía. Aunque parezca extraño, ese encuentro con un estado de conciencia más profunda, desde un yo tal vez más frágil, me sirve de contrapeso ante al hombre que ha de mantenerse firme y aguerrido cada día frente al mundo.

    Por ello, una de las definiciones que más me gustan (pues me siento concernido) de la melancolía se la escuché, no a un escritor, ni a un filósofo, sino a una cantantes singular; Chiristina Rosenvinge (que además de buena cantante, es mujer muy culta y leída). Decía esto:

    “La melancolía es una tristeza hermosa, reflexiva, no destructiva…”

    Así lo vivo yo. Entiendo que esto no sea válido para otras personas, cada uno es un mundo…

    Otra cosa es caer en el abismo de la depresión. Uno amigo íntimo, de la pandilla de toda la vida, se suicidó con 23 años; un chico alto y apuesto, buen estudiante y de una familia bien situada económicamente… no lo vimos llegar, era algo retraído, bueno como yo mismo (y aquí sigo), pero no fuimos conscientes de su drama personal.
    No he sido ajeno a los trastornos de ansiedad, con las consiguientes benzodiacepinas y antidepresivos, tras sufrir el covid en 2020 fui diagnosticado con un trastorno de ansiedad compulsiva (uff, lo pasé jodido, jodido...), pero ahora no voy a desgranar mi historial.
    Continúo abajo.


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    1. Creo que fue en Alejandra Pizarnik en que leí relacionadas la belleza y la tristeza. He repasado sus diarios y su poesía completa y constato que la palabra "tristeza" aparece con mucha frecuencia, como uno de sus estados habituales. Es un sentimiento fecundo si uno puede volver de él y no instalarse definitivamente. Cuando dices que te sumes en la melancolía pero no te quedas en ella, es una posibilidad muy sugestiva. El problema es cuando la tristeza o la melancolía son tu espacio natural del que no puedes salir. Yo lo he conocido durante años y nadie lo sabía en mi entorno. Tiende a vivirse introspectivamente y yo era incapaz de expresar nada. Y tenía un fuerte componente destructivo o, mejor dicho, autodestructivo. El viaje de ida y vuelta es estimulante. Alejandra Pizarnik escribe sus diarios y sus poemas viviendo sin cesar la tristeza más profunda. Eso le permitió escribir poemas bellísimos y terribles. Al final, se suicidó. Supongo que es una pulsión de alguien muy inteligente que ya no puede soportar el sufrimiento de la vida por más tiempo.

      La hermosura de la infancia sombría, la tristeza imperdonable entre muñecas, estatuas, cosas mudas, favorables al doble monólogo entre yo y mi antro lujurioso, el tesoro de los piratas enterrado en mi primera persona del singular. No se espera otra cosa que música y deja, deja que el sufrimiento que vibra en formas traidoras y demasiado bellas llegue al fondo de los fondos.

      Pizarnik, Alejandra. Poesía completa (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.

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    2. Gracias, qué bello poema de Pizarnik, autora que me cautiva.

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  8. Estoy de acuerdo contigo, la depresión, aunque no tiene una patria exclusiva, posee un caldo de cultivo mucho más potente en las modernas sociedades occidentales que en el resto. Algo que he comprobado estando por remotos poblados agrícolas de Latinoamérica. Allí ves a los campesinos viviendo con lo justo y necesario, y no hay asomo de tristeza en ellos. Trabajan duro, y ríen y se emborrachan cuando es menester (en las fiestas del pueblo, en alguna boda, etc). Allí no hay síndrome de soledad que valga, ni saben que es eso del individualismo… allí todo lo hacen en comunidad, viven en comunidad, si uno ha de arreglar un granero, a los cinco minutos tiene a todos los hombres del pueblo en su casa para ayudarle, y las mujeres se preparan para cocinar ese día y comer todos juntos como una gran familia. Allí es impensable cruzarte con alguien y que no te sonría con un “buenos días”, “buenas tardes” o “buenas noches”.
    Si alguien se pone enfermo, el vecindario se interesa por él o ella, preguntan que le hace falta, que si le apetece comer esto o aquello, o que no se preocupe, que hoy va el vecino Anselmo, o Wilmer, o Edgar a la chacra (la tierra de cultivo) y hace la faena después de terminar la suya propia, si hay que echar 15 horas faenando en el campo, pues se echan.

    No, allí no te mueres de soledad, de tristeza, no te suicidas por el hastío de vivir, te morirás de otras cosas, pero no de una depresión. Es lo que yo he visto.

    Aquí gastamos la vida pensando en como ha de vivirse, allí se vive la vida sin más, piensan por supuesto, pero no se extravían en disquisiciones metafísicas. No digo que vivan en la arcadia feliz, pero tampoco con la mirada puesta en el vacío existencial… yo creo que no tienen tiempo, como dices, pues pronto llegan las lluvias tropicales y han de recoger el maíz, después la primavera y rápido a recoger los granos de café, luego el otoño… Las manos puestas en la Tierra, y la Tierra metida en el alma, mirando al cielo, o al forastero para desearle buenos días, o reparando el techo de la señora Irma, que ya está mayor, aunque les preparará un sopa de trigo y maíz a Edgar, Wilmer y Anselmo, para ellos es pago suficiente.
    Será eso, Joselu, solo tienen tiempo de vivir…

    Un abrazo.

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    1. He leído maravillado tu testimonio sobre la vida comunitaria en la sociedad rural peruana en que todo se comparte, el trabajo, la enfermedad, las alegrías y tristezas... Sin embargo, pienso que en el interior de alguna de esas cabañas o casas tendría que haber algunos enfermos no declarados de depresión si la tesis de Sadowsky es correcta. Claro que en muy menor medida que en la sociedad occidental que ha erigido el individualismo y el narcisismo como sus ejes de estar en el mundo. Me admira, no obstante, tu experiencia en Perú, país que tanto amas y que es la otra cara de la moneda de este occidente en que somos tan frágiles, cada vez más. Digo occidente pero Japón que es un país oriental tiene cientos de miles de personas que se aislan en sus habitaciones o casas, totalmente separados de la sociedad. Vivimos con un alto standard tecnológico en los países avanzados pero nuestros conflictos psicológicos o psíquicos no dejan sino aumentar. En un próximo post hablaré de la epidemia de disforia de género que se da entre los adolescentes, como nueva y terrible ola que no va a dejar de aumentar si se aprueba una peligrosísima ley trans. Uno ya no podría vivir comunitariamente, no creo que lo pudieras hacer tú tampoco, porque nuestro individualismo nos separa de esas vivencias compartidas de solidaridad y acompañamiento pero también de control exhaustivo de la propia vida. Hermoso texto el que has escrito... Un abrazo.

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  9. Es un tema recurrente entre los sanos, el de decir que la depresión se cura currando o activándose en cualquier función.
    La poca consideración para con los enfermos demuestra que la sociedad confunde al paciente de una depresión con el término social de estar deprimido, cosa que no le hace ningún bien.
    Está última sí que puede verse como un capricho de quien lo tiene todo e incluso fácilmente con el aburrimiento que conlleva no tener retos a superar.
    La depresión que puede llevar a desear la propia muerte por haber superado una situación estresante de perderla por el capricho de un régimen delirante, voluntad a la que se llega por considerarse premiado con una lotería que no alcanzó a la gran mayoría de los que sufrieron la misma angustia diaria de intentar sobrevivir. He pensado en la historia de Primo Levy, por ejemplo.
    Saludos.

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    1. Es significativo el caso de Primo Levy y su suicidio tras haber sobrevivido a Auschwitz. Cada noche de su vida revivía el drama terrible de su estancia allí.

      La depresión aísla a uno en una burbuja de soledad. Quien no ha vivido una depresión no puede llegar a comprenderla y de ahí esos consejos tan dañinos como lo de decir que el depresivo es una especie de caprichoso que se complace en seguir hundido porque si hiciera algo, si se formulara retos, si actuara, podría salir de allí. Ana María Matute vivió una depresión de veinte años en que no publicó nada. Ciertamente, se puede salir de la depresión, es un camino en que puede ayudar mucho la química y la psicoterapia. También si no funciona esto, la terapia electrocompulsiva. Hay más medios para tratarla, pero muchos de los que viven una depresión están solos y no piden ayuda siquiera. Saludos.

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  10. Creo que el sistema actual y, por incomparecencia del resto, el único que tenemos, nos obliga a encajar en roles y en competencias en las que no queremos estar... y a todo eso se contraponen las redes sociales que constantemente nos dicen: todo el mundo es feliz, ¿no lo ves?, ¿por qué no lo eres tu también?

    Tengo suerte de no haber caído en ese abismo, aunque a veces creo que lo he evitado de milagro.

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    1. Cuando veo determinados perfiles en Instagram de exalumnas mías que exhiben una felicidad exultante en fiestas, viajes, moda, restaurantes me produce una íntima desilusión por motivos que no sé si puedo explicitar. No es que alguien, si le van bien las cosas, no pueda contar lo feliz y genial que es su vida, pero estimula la comparación con vidas menos exitosas que pueden sentirse mal por ello. Mi hija pequeña me decía hace unos años que Instagram le hacía poner triste por esa dichosa comparación en la que se compite por mostrar experiencias felices sea en la playa o en un restaurante. No he visto fotos de chicas o chicos leyendo por ejemplo. Esto sería tabú. No obstante, mi hija continúa la carrera en sus publicaciones sobre hechos que no entiendo por qué tienen que interesar a nadie. Es desazonante, Beauseant, que el bienestar de alguien dependa de los likes que recibe, y la consiguiente angustia si no es así. El invento más destructivo en la vida contemporánea han sido las redes sociales por muchos motivos. ¿Cuándo se había alardeando antes de ser feliz continuamente?

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  11. Le tuve contratado tres años, fueron tres años muy duros, pero muy duros para mi. Muchos meses mi empleado tenía más dinero que yo en la cuenta, porque yo lo primero que hacía cuando cobraba era pagar la hipoteca, la pensión a mi ex, la Seguridad social del empleado y su nómina.Muchas veces, pero muchas, su nómina era más de lo que me quedaba a mi para pasar el mes. Aclaro esto, porque es importante, tres años sin ir de vacaciones, sin salir un fin de semana a cenar ni a nada, contando cada euro, con responsabilidades para con mis hijos, con el banco, con todos.
    Las he pasado, con perdón, muy putas, no te creas y habia dias que pensaba ¿merece la pena trabajar? ¿pagar a todo el mundo?, muchos días grises, muchos días pensando muchas cosas. Decidí centrarme en el trabajo, más trabajo, más dinero y más soluciones y menos "comeduras de cabeza", pero era algo forzado, me tenia que empujar muchos días yo solo.
    Lo bueno de esto es que después de pasarlo, ya casi todo es bueno o mejor que lo anterior y la satisfacción personal, intima que ya casi nada puede contigo y eso se nota.
    Este ex empleado mío, que conocía mis penurias, me "tiene en un altar". Cuando se recuperó económicamente conmigo y me devolvió lo que me debía, incluso se ofreció a bajarse el sueldo, porque decía que el no tenia familia ni obligaciones. No se lo acepte, pero fue un empujón más para mi. Y no sigo, que ya me enrollo bastante.

    Un saludo.

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  12. Puedo entender bien que el trabajo hizo que tu empleado mejorara de la depresión porque es bien cierto que en depresiones no severas la actividad, el tener un horario, madrugar ofrecen vías para mejorar inmediatamente, pero, como bien dices, no todas son iguales ni se ofrecen circunstancias tan favorables como las que le ofreciste a aquel hombre que mejoró sustancialmente. La mente humana es muy compleja y las depresiones pueden ser endógenas y exógenas. Depresiones que vienen de dentro sin causas externas que las motiven y depresiones que provienen, efectivamente, de causas que se pueden modificar como bien hizo cuando estuvo a tu cargo como empleado. En España se suicidan unas diez u once personas diariamente, lo que da una cifra de cerca de cuatro mil suicidios al año. Y probablemente, todos ellos viven un estado depresivo sin solución o por lo menos, ellos no la encuentran. Pueden ser tantas cosas... Y no siempre es posible modificar las circunstancias de la propia vida para intentar salir de allí. Una enfermedad, un paro muy prolongado, la soledad, una ruptura de relación matrimonial, la pobreza, la riqueza incluso -el tener todo no es óbice para poder sentir una devastadora depresión profunda-, el fracaso... Hay depresiones genéticas que se heredan. Hay un pueblo en España donde el número de suicidios es mayor que en cualquier otro y parece que se cuelgan de un árbol. Puede ser que sea una circunstancia endogámica. Yo no me atrevería a juzgar. Claro que hay cantamañanas que dicen a la primera que están deprimidos, pero quien ha conocido una depresión desde dentro, sabe que se ha enfrentado al infierno en vida...

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  13. En cuanto a lo que escribes en tu segundo comentario, solo decir que te has portado como una persona noble sin importarte que te quedaras con muy poco para pasar el mes. Podría decir que es fruto de un corazón noble y bueno, cualidad que no abunda demasiado en estos tiempos, porque pocos habrían hecho lo que tú. Yo no he estado en esa tesitura, pero sí que no soporto deber dinero, es algo que sale de mí, y soy cumplidor hasta el extremo. Gasto moderadamente y procuro vivir dentro de unos límites sensatos, aunque ahora la crisis nos está poniendo a prueba, y no ha hecho sino empezar. Estoy leyendo un libro que me ha dejado un amigo de este blog que se titula La felicidad de la nobleza pobre que trata sobre la sociedad japonesa, centrada en una clase social, la nobleza pobre. La idea es la de "vivir con modestia, pensar con grandeza". Se puede ser pobre, vivir con lo justo, pero pensar con grandeza, ser noble. Y creo que eso es lo que, por lo que sé de ti, te pasa a ti. Saludos.

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  14. Un estilo de vida como el nuestro propicia un determinado tipo de depresión, porque vivimos en un mundo que fragiliza al individuo. Hay una tensión entre lo que es capaz de aguantar un organismo humano y la exigencias tecnológicas, laborales y sociales que recibe.

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