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sábado, 15 de octubre de 2022

El dolor de vivir


Suelo hojear la prensa en busca de noticias o entrevistas que me seduzcan. Ayer en El Mundo vi un titular que me llamó poderosamente la atención: 

 

La vida es una mierda y cuanto antes te des cuenta, mejor vida tendrás. 

 

El autor del libro La vida es dura es Kieran Setiya, profesor del Mit, que parte de su sufrimiento personal -padece dolor crónico- para animarnos a convivir con el dolor de cada uno, en un mundo en crisis. 

 

Las redes sociales ofrecen imágenes de vidas aparentemente felices o dichosas. Vemos a la gente bailando, comiendo en restaurantes guays, viajando por ciudades llenas de luz y de sugerencia, celebrando cumpleaños, riendo, saltando… pero sabemos que eso no es todo. A cada vida, a todas sin excepción, les toca su dosis considerable de dolor antes o después. El dolor es una constante en todas las vidas. Kieran Setiya, como profesor de filosofía en su materia Moral Problems and Good Life, plantea centrarnos en cómo convivir con el dolor más que una hipotética e insegura búsqueda de la felicidad y el placer. Ciertamente, todos conocemos y hemos vivido algunos de estas situaciones: la desilusión, el dolor, el desamor, los conflictos sin fin, el deseo que hace sufrir, la soledad, la depresión, el desempleo, la tristeza por seres queridos, el miedo a lo que puede venir, el duelo, la injusticia ,el fracaso, la enfermedad… En todas las vidas se termina conociendo la injusticia o el absurdo. 

 

La idea me interesó y leí la entrevista en El Mundo. Setiya cuestiona que la vida deba vivirse mediante proyectos, retos o desafíos, él habla más de “procesos”. Proceso mejor que proyecto. Los proyectos cuando se cumplen son muy estimulantes pero no es fácil que muchos de los proyectos en nuestra vida se cumplan. Por eso, él habla más de procesos, en una vida que encaje con las exigencias de la justicia y la moral. En los procesos podemos proponernos algo sencillo y accesible: intentar ser amable con la gente que te rodea o que te encuentras, disfrutar de las relaciones humanas, en la familia… El objetivo no es ser santos o exitosos, sino personas que encaran la vida con esperanza, a pesar del dolor de existir, sin intentar soslayarlo o mostrando una imagen de felicidad que muchas veces es irreal. 

 

En general la gente es más buena que mala, y los malos no son más interesantes que los buenos, aunque la literatura y el cine así lo proyecten. 

 

No hay duda de que la filosofía de Setiya en La vida es dura no es pesimista. Para él, una buena vida es tratarte bien y tratar bien a los demás, a pesar del dolor de vivir que es inevitable y en muchos casos, iluminador. Cuando leía esto, me venía a la mente las fotos de una mujer, familiar de un familiar, que padece cáncer de páncreas, de muy oscuro pronóstico. Ha perdido dieciocho kilos pero su rostro, con un turbante para ocultar su calvicie, a sus setenta años, parece sereno y feliz. Me han impresionado estas fotografías con sus hijos en un momento tan doloroso para ellos y para ella, que tal vez esté viviendo en la quimio, momentos de terror y sufrimiento, pero también está conociendo la solidaridad y el amor. 

 

No podemos hacer mucho en la vida, no somos la mayoría grandes hombres, y hacemos en realidad lo que podemos. Pero en esa humildad que implica el vivir, podemos prestar atención a lo que nos rodea, a todo lo que pasa a nuestro alrededor, e intentar ser amables con las personas que están cerca de nosotros. 

 

La vida no es fácil para nadie pero podemos convivir con el dolor, nuestro amado compañero. El príncipe Gautama nació en un palacio lleno de riquezas y gente joven a su servicio. Tenía todo pero quiso saber qué había más allá de los muros de su palacio en que parecía estar todo al servicio de su felicidad y su placer. Salió disfrazado del palacio y conoció pronto el dolor de vivir, la enfermedad, la vejez, la muerte, el infortunio… Reflexionó sobre ello, reflexionó sobre las causas del dolor, y en ello se basa su filosofía porque el dolor es nuestro amante más fiel. Kieran Setiya vuelve a ello en un libro que tiene como subtítulo: Para encontrar nuestro camino. 

29 comentarios :

  1. Ante todo disculparme por no haber escrito antes, sucede que, como casi todo lo que insertas, he de leerlo dos veces, en alguna puedo contestar después de haberlo hecho, en otras, como esta, voy en busca de más información. Para reflexionar sobre el escrito debo consultar aún más, si cabe, a mis amigos, están todos en la biblioteca, ordenados y a la espera.
    Y hete aquí que abriendo el libro de J Martín Velasco, " Introducción a la Fenomenología de las Religiones" , me encuentro con una pregunta de examen (junio 1997, Prf. Via Taltavull; Instituto Superior Ciencias Religiosas Barcelona).
    ¿Qué es entonces, la Noble Verdad del Orígen del Sufrimiento?. Es el deseo de disfrutar y del placer buscando satisfacción de aquí y allá que un lleva a conocer (las llaves del sufrimiento) y vez y otra (sic).

    Si digo que el problema lo tenemos en la ley de producción en dependencia es como si hablara del tiempo en Transilvania, pero si comienzo a pensar y comento que nuestras expectativas para con nosotros mismos han de ser dignas y consecuentes sin "desear" lo imposible, ya empezamos a entendernos.
    De primeras intentar saber nuestros límites; no sobrepasarlos sino nos vemos capaces para no infravalorarnos, de segunda. De tercera, no desear nada que sepamos es un imposible, siendo un imposible casi todo.
    Un abrazo
    Salut

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    1. Encontrar nuestros límites es un proceso -a mi juicio- difícil y doloroso, pero solo cuando esa introspección realista se produce, no empezamos a sentir la vida de un modo más sereno. La vida nos enfrenta a la cuestión de que no sabemos quiénes somos y la lógica es buscar una respuesta a eso, y no es cómodo ni fácil. Puede suponer años o décadas de palos en el vacío. Pero solo cuando se pierden todas las ilusiones, uno empieza a vivir desembarazadamente. Las ilusiones son letales en la vida lo que no quiere decir que no podamos vivir con felicidad muchas cosas. Este proceso de "autoconocimiento" puede ser muy conflictivo. Leo en mi diario de 1999, cuando era cuarentañero incipiente el intenso sufrimiento anímico que me embargaba por cuestiones que hoy vería de otro modo. Uno sufre por ser quién es, pero eso es inevitable. Si alguien tiene la suficiente sabiduría de entrada, puede ahorrarse mucho de ese camino, pero me parece que todos hemos de pasar por Horcas caudinas de la vida. Es el precio de ser hombre y del que no podemos librarnos, y aún debemos de sentirnos felices de estar aquí. Un abrazo, Miquel.

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  2. Decía no recuerdo bien que la felicidad está en las cosas pequeñas.
    Mi mujer sufre desde hace tiempo artrosis en una rodilla, que cada vez le hace más dificil andar distancias largas, pero como dice ella, hay que aprender a convivir con el dolor, adaptarse a él. Tenemos dolor porque somos frágiles y eso con el paso de los años se acentúa.

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    1. No hay nada pequeño: lo más minúsculo es tan importante como la caída de un imperio. Unas hojas iluminadas por el sol son materia épica, humilde pero de formidable alcance. Y sí, hay que aprender a convivir con el dolor. Paradójicamente, a mis años soy mucho más feliz que en épocas anteriores cuando era más joven. Uno ha de aprender a vivir con las cosas pequeñas, con la renuncia, con la fragilidad que mencionas.

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  3. El dolor nos da la medida de nuestros propios límites.

    Saludos.

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    1. Lo que has escrito podría ser perfectamente un aforismo, un clavo de sabiduría porque has vuelto, como Miquel, a la idea de los límites, aspecto fundamental en la vida. Solo cuando somos capaces de ver los nuestros, podemos respirar con relativa serenidad. Saludos.

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  4. Amigo Joselu, creo que el dolor es probablemente la única verdad incuestionable. El dolor es una de las caras del principio de la realidad, esta que va poniendo a cada uno en su sitio. Ante el dolor no valen las emociones encendidas, ni la sensiblería.
    Conozco perfectamente el dolor y he aprendido a convivir con él, aunque a veces, se presenta de formas tremendas completamente inhabilitantes. Aun así, he procurado que el dolor no me anulara las ganas de aferrarme a la vida y continuar con mi actividad, sin perder el escepticismo, la ironía y el humor.
    Un abrazo.
    Francesc Cornadó

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    1. Es significativo que los cuatro comentarios que he recibido hasta ahora sean concluyentes acerca de la realidad del dolor que es inherente a la vida, siempre de una forma u otra. Cuando veo a los famosetes y sus vidas de cartón piedra, me doy cuenta de que, pese a sus simulacros, son personas que sufren. La realidad de saber que el sufrimiento es la más preclara verdad de la vida tendría que hacernos asumir una suerte de solidaridad universal más allá de las apariencias. Aprender a sobrellevarlo con dignidad, con ánimo, con coherencia, es tarea que da idea de la dimensión humana. Y sí todo esto puede ser llevado con escepticismo, con ironía y con humor, revela mucho de la materia con que estamos hechos, aunque mucho de lo que somos viene inscrito en los genes, y eso es algo que condiciona. Creo que he aprendido de la vida muchísimo a partir de mis padres, de todos sus errores o pecados, yo me hice un lugar aparte y distinto de lo que había sido su realidad. Les imité negativamente pero me sirvió. Un abrazo, Francesc.

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  5. No sé si hablas del dolor espiritual o del físico. Sé poco del primero. Del segundo, fisiológicamente es el aviso (necesario),de que algo va mal, de que empieza un desgaste, una función que no se realiza debidamente ,por eso el médico lo primero que te pregunta es dónde te duele.
    Inevitable, en el tiempo, pero se ha de aceptar, incluso medirlo, sentirlo.
    Veamos, hasta los sesenta y algo, corría desde el colegio alemán,hasta el Tibidabo(inicio del degaste).Desde los sesenta hasta los setenta,ya era andando(más desgaste).Desde los setenta hasta hoy ya no subo ,me conformo con ir en bici(eléctrica),por la ciudad,por supuesto sigue el desgaste.Ahora ya es perceptible los dolores de rodillas,cintura....Pero sigo.El dolor fisiológico, va con nosotros, forma parte del hombre.El peligroso, es el síquico, muy difícil de aceptar y curar.
    Consejo:no te pases en las caminatas, piensa que pagas un precio.

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    1. Has tenido mucha suerte en no saber mucho del dolor espiritual, eso dice mucho de la calidad de tu vida, pero uno no elige eso, viene por la suerte, por el ADN, por las circunstancias, por la fisiología y la mente. Hay mentes más serenas de entrada que otras. No se puede hacer nada. Uno es el que es, y son las que son las circunstancias que envuelven su vida, pero sí, el padecimiento físico es cruel pero el psíquico es de una dimensión diferente. Hay un libro que te recomiendo que se titula Esa visible oscuridad cuyo autor es William Styron en que da cuenta de lo que significa una depresión. No sé si es fácil de encontrar pero yo lo tengo. Es sobrecogedor, sobre todo si una depresión dura toda una vida.

      En cuanto al ejercicio físico, pienso que el correr o la bicicleta son ejercicios agresivos para el cuerpo, incluida la natación en determinado nivel. Me observo y voy viendo mis límites. El caminar es el más natural de los ejercicios. He conocido caminantes de mucha mayor edad que hacían el Camino de Santiago. Estaré atento a los síntomas pero me siento muy cómodo en el ejercicio del caminar.

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    1. Hermoso poema visual en forma de vídeo que he visto cautivado varias veces. El efecto del movimiento de algas es excelente para ambientar el texto sobre el dolor. El dolor, una constante en las vidas de todos los seres... Muchas gracias por el vídeo y el poema.

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  7. Vivimos en un mundo dual, en dónde el dolor es la otra vertiente del sentirse bien y sin él no sabriamos apreciar lo segundo. Pienso que la única opción que tenemos es mirar cara a cara al dolor, aceptarlo y luego tratar de superarlo, de esa forma podemos intentar escaparnos de sus garras y aspirar a su contrario.
    Hablo de dolor emocional pues hoy por hoy no padezco dolores físicos, igual si me viese lidiando con fuertes dolores en mi cuerpo no le vería así.

    Un abrazo.

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    1. En esa aceptación del dolor, una aceptación entre serena y resignada, hay todo un aprendizaje profundo de la vida, porque lo más espontáneo es rebelarte, indignarte, sentir rabia ante la desdicha o el dolor, ¿por qué a mí? Elizabeth Kübler Ross estableció varias fases en el duelo o en la aceptación de una gran desgracia: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Te dejo el enlace a la Wikipedia a esta singular mujer LA MUERTE Y LOS MORIBUNDOS Este libro de ella sobre los moribundos fundamentó los modernos cuidados paliativos. Un abrazo, Ana.

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    2. He leído con atención el enlace a la vida de Elisabeth Kübler Rosses, me parece sobrecogedora y muy intensa. Con esa personalidad, no es de extrañar que fuese la impulsora de la asistencia en la muerte, como un acto de amor hacia la humanidad.
      He encontrado un enlace en pdf a "Sobre la muerte y los moribundos" que se puede descargar: http://hospicemardelplata.org/wp-content/uploads/2018/05/Sobre-la-muerte-y-los-moribundos-Elisabeth-Kubler-Ross.pdf.
      Lo tendré en cuenta, no encaja con mis intereses en este momento concreto pero lo he ojeado y me he detenido en algunos párrafos, parece muy lúcido y digno de tener presente. Muchas gracias!!

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    3. Mi hija que es enfermera en un hospital oncológico tiene intensa relación con la muerte. Quiero regalárselo, aunque leyó otro sobre la asistencia en la muerte como un acto luminoso que le fue muy útil para interpretar y vivir eso que tanto pánico nos da. El libro que le regalé se titula Cuando el final se acerca de Katryn Mannix. Para ella como enfermera fue muy útil pero pienso que a todos nos sirven estos libros para acercarnos a la muerte sin tantos prejuicios y miedos. Tarde o temprano tendremos que estar cerca de ella sea por muerte de personas queridas o la nuestra propia. Pienso que hay un gran desconocimiento acerca de la muerte. A mí es un tema que me interesa mucho.

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    4. Yo ya tengo bastante hecha mi idea de lo que puede ser la muerte, igual aparece algo que me haga cambiar de opinión pero es una creencia muy afianzada desde hace tiempo. Pienso que es un volver al estado del ser sin envoltorio de ninguna clase, volver al desapego, a ser solo el observador, con la opción de que si queremos experimentar de nuevo la acción de esta realidad, siempre podemos reencarnar.
      Tener la convicción de que la muerte solo es un cambio de estado le quita mucho hierro, pues la veo como un proceso similar al nacimiento, el paso de una realidad o dimensión a otra. Probablemente cuando dormimos podemos saltar entre dimensiones, pero como despertamos a nuestra cotidianidad, no le damos mayor importancia.

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    5. Si me escribes a mi correo -que está en mi perfil- te envió un libro en pdf de Elizabeth Kübler Ross que sin duda te apasionará. Se titula La rueda de la vida que expresa precisamente lo que tú has manifestado, además de revelarte a una mujer de un valor y una capacidad increíble para hacer el bien a los demás. Es un libro inolvidable.

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  8. No podemos escapar del dolor. Incluso nuestra sofisticada mente procura muchas veces aumentarlo o anticiparlo. No se nos enseñó a gestionarlo. Como mucho a reprimirlo. Intentar escapar del dolor muchas veces genera más dolor y sufrimiento . La vida es como es, tal vez neutra a largo plazo y cuanto antes lo aceptemos mejor. No intentar controlar lo que no podemos controlar, que mucho más de lo que parece. No tener grandes pretensiones, también, fuera de nuestro control, y procurar aceptar ecuanimemente lo que venga es lo que he ido aprendiendo poco a poco. Es algo que no se puede transmitir a los demás de forma efectiva. Tuve la suerte de tener un gran maestro zen a mi alcance. Un hijo con parálisis cerebral por un decisión errónea médica. Era sietemesino y parto gemelar y nació en una clínica que no tenía los medios para solucionar los problemas que se pueden generar en estos partos,(anoxia perinatal). Vivió ocho años y durante su vida aprendí mucho sobre mí mismo, el dolor y como gestionarlo. Aún en los peores momento había una luz. Me di cuenta que antes de su nacimiento era feliz y no era consciente de ello...
    Un abrazo

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    1. Poderoso y luminoso testimonio de una desdicha que se convirtió en fuente de autoconocimiento. Tu hijo, tu maestro zen, probablemente te enseñó mucho sobre la aceptación del dolor sin rebelarte contra ello. Mi mujer trabajó un tiempo con niños con parálisis cerebral y supe de la enorme y terrible carga que suponía para los padres, pero había algo dentro del dolor que lo hacía luminoso. La mayor desgracia puede enseñarnos muchas cosas de nosotros mismos. Y sí, urdimos estrategias para anticipar el dolor -yo soy un especialista- y eso nos hace sufrir doblemente. Es un estado de alerta constante previendo lo aciago que va a pasar, que no suele pasar, y, si pasa, nunca es tan terrible como lo habías imaginado. La vida es un aprendizaje y no es lo menor aprender a vivir sin pretensiones, como dices, y aceptar serenamente lo que venga. Muchas gracias por tus palabras que justifican ampliamente un post como este. Un abrazo, Jota.

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    2. Lamento que hayas tenido una experiencia tan dura, es un testimonio valiente y tu gesto sirve para reflexionar.
      Un abrazo.

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  9. Supongo, voy suponiendo, que la vida, al menos en nuestro entorno, es un componente de muchas cosas. Los proyectos, planes y aspiraciones juegan un papel motivador, no debería estar mal. Pero ¿estamos preparados siempre para cuando no se cumplen o proporcionan una nueva fase de avance? Esa idea de progresar es estimulante, pero ¿hasta qué punto la vida personal se define como progreso? Estoy de acuerdo con la idea de los procesos, que no son solamente ciclos, pues estos se delimitan con el tiempo pero los procesos son adaptaciones continuas a cualquier edad. Ahí la conciencia de que hay que reaccionar tanto si el viento es a favor como en contra es la herramienta útil para no perdernos. El dolor es una de las presencias más obvias, del que nadie se libra, entendiendo por dolor no solo el lado mecánico nervioso ante un mal del cuerpo sino el de carácter anímico, emocional, afectivo. Las pérdidas, que tanto me obsesionan últimamente. Pérdidas por las propias capacidades, de manera lenta en la mayoría de las personas, en otras velozmente, pérdida por el pasado que se fue, encarnado en individuos con los que nos entendimos, pérdida por las disfunciones de los sistemas económicos y políticos de nuestras sociedades que nos amenazan con nuevos aunque viejos miedos, pérdida de sentido mínimo para seguir.

    Y no sé si la gente es más buena que mala, no sé, es y somos de adaptación, camaleónicos, mientras nos van bien las cosas somos buenísimos, cuando no...

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    1. Me gustó la idea de Kieran Setiya de "procesos" mejor que proyecto que tan de moda están. Ahora las escuelas promocionan el "aprendizaje por proyectos" frente a la enseñanza más tradicional. Un proyecto es algo cerrado y que debe concluirse tras llegar a una meta, algo que no es tan frecuente en la vida. Es más realista la idea de proceso, que sugiere algo abierto a los cambios y que se adapta a las circunstancias. Y sí, la vida es un proceso. Joan Brossa lo dibujaba como una espiral y eso me gustaba. Tal vez pudiera imaginarse también como un laberinto para encontrar la salida, aunque el carácter diabólico del laberinto asusta. En todo caso, como hemos expresado y tú subrayas, el dolor está presente en el proceso, es parte constituyente, sea dolor físico y nervioso, como el más amenazador todavía, el dolor anímico y espiritual. Hemos de acostumbrarnos a las pérdidas, la vida es naufragio y hemos de arrojar todo aquello que no sea esencial para seguir en la última parte del proceso. Y ya no digamos, las amenazas del tiempo, las externas a nosotros, que tanta ansiedad producen y que no dejan de afligirnos. En este caso, procuro no pensar demasiado en ello, aunque eso sea como la estrategia del avestruz, pero ¿qué puedo hacer yo ante la deriva del mundo, de Europa? Las pérdidas, la vida es ir perdiendo y en un momento puede cambiar todo de repente. Virgencita, que me quede como estoy, decía la vieja jaculatoria.

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    2. No lo podías haber matizado mejor. Gracias.

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  10. Estoy revisitando (últimamente se me resisten las nuevas lecturas) a Edgar Morin en su fascinante “En carne viva. Meditación” y dice algo interesante.
    Tras un periodo extenuante de trabajo; conferencias múltiples a ambos lados del Atlántico, reuniones por aquí y por allá, compromisos literarios varios, ocuparse de la dirección de revistas, alguna institución, charlas y encuentros con colegas, dormir cada día en un hotel, etc, etc, etc… su salud digo hasta aquí.
    Cayó gravemente enfermo, sufría también dolores articulares, problemas respiratorios, y alguna dolencia más. Así que un día se vio postrado en la habitación de un hospital, enfermo y dolorido, pero cuando fue serenamente consciente de la situación, de la tranquilidad ganada tras la vorágine, de estar ahora para sí mismo, y de no serlo todo para los demás, de estar para todo el mundo y en todo el mundo, se sintió en su condición de enfermo profundamente liberado, por primera vez en muchos años estaba solo ante sí mismo, recordando cosas de su niñez mirando por la ventana, paseando por las dependencias sin prisa ni urgencia alguna (cuando ya pudo caminar bien), escribiendo cosas que pasaban por su cabeza, irrelevantes o trascendentes, pero ya sin escribir condicionado por los compromisos profesionales, solo lo que le daba la real gana, apuntando en sus libretas. Fue así que ese dolor y esa enfermedad se tornaron en liberación para él. Ya no se debía a nadie, su vida era suya, no abocada a mil proyectos a a la vez. Curiosamente, ahora que estaba enfermo, sentía una gran paz espiritual, era dueño de sí mismo, y no contemplaba su existencia a partir de las expectativas que le resto tenía de él.

    Lógicamente, lo que para él fue liberación, dadas las circunstancias y singularidades de su vida, para otro podría ser una condena, son experiencias sui géneris de cada persona, no intercambiables.

    La verdad, espero no llegar a una situación tan jodida que me haga considerar mi dolor como una suerte de liberación… virgencita, que me quede como estoy (te compro la frase).

    Por otra parte, están los que sufren una patología rara; la analgesia congénita (la ausencia del dolor). Si se rompen una pierna no sienten dolor, si les arrancan la oreja de un mordisco no sienten dolor, si les rompen el tabique nasal de un puñetazo pues tampoco sienten dolor… sencillamente desconocen el dolor en sus vidas; ¿viven felices y tranquilos? Ya quisieran… un incipiente ataque de peritonitis puede llevarlos a la tumba, pues nunca sienten los síntomas que les permiten prevenir y anticiparse al fatal desenlace, y podríamos seguir con análogos episodios.
    Sí, ellos viven sin dolor… pero con mucho más miedo que tú y que yo.

    Abrazo, Joselu.


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    1. El dolor es un síntoma de que estamos vivos, y es, en parte, causa de nuestro pesar y sufrimiento pero, por otra, sentimiento vital de que estamos aquí. Hay tres tipos de seres que no padecen dolor: los que tienen esa enfermedad que ha citado, la analgesia congénica, los psicópatas y los muertos, así que no cabe duda de que es mejor tener la capacidad de sentirlo. El dolor es como los canarios que los mineros ingleses llevaban en una jaula cuando descendían a las minas. Los seres humanos no detectan el monóxido de carbono, pero los canarios son sumamente sensibles a él y morían dada una cierta composición del gas letal, y así alertaban al minero. Así, el dolor alerta para prevenirnos de males mayores.

      El dolor puede proceder de causas muy diferentes, sea el dolor físico o el dolor espiritual, tal vez este sea peor que el primero.

      Muy inspiradora la relación sobre Edgar Morin, que sé que te es muy apreciado. Cuando pudo desembarazarse de compromisos y centrarse en sí mismo, logró un estado de ligereza que le era desconocido. La vida nos impone un nivel de lucha para mantenernos en pie, pero la enfermedad nos supone una especie de lasitud, de dejar ir, próximo al Wu Wei del que hemos hablado en otras ocasiones. No hacer nada, no esperar nada, no tener objetivos ni fines, vivir el presente.

      Muchas gracias por hacerte presente. Un fuerte abrazo, Paco.

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  11. Una reflexión interesante en estos tiempos en que todo es plástico y simulacro. La cultura del like, del consumo inmediato de información sin ninguna reflexión, acaba engendrando monstruos insatisfechos frustrados con sus vidas porque no se parecen al ideal que nos venden.

    No veo pesimismo en sus palabras, si acaso una especie de optimismo desencantado. Pretender que todo sea bueno es igual de estúpido, y más peligroso, que creer que todo es una mierda....

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  12. Hablar del dolor no está bien visto salvo en los hospitales, en la vida hay que ser positivo, forzar sonrisas en las fotos, mostrarnos siempre en buena forma física y mental... pero sabemos que no es así en muchos casos y todos sabemos que el dolor forma parte de nuestras vidas -aunque lo ocultemos-, igual que la muerte, un tema totalmente eludido y elidido. Así evitando el dolor, que antes en otros tiempos estaba a la luz del día, hemos creado una cultura que, como bien dices, es la del simulacro, del like que esconde el lado oculto de la vida que no se debe mostrar.

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