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lunes, 6 de julio de 2020

El deseo de vivir


22 comentarios :

  1. He visto a mucha gente mayor así, liberada.

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    1. No sé si te refieres a "resignada". Pienso que el pensamiento no apunta hacia allí. Liberarse del deseo de vivir no es necesariamente propio de la vejez.

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  2. Joder...¡¡¡ que gran verdad.
    Te aseguro que no me había dado cuenta, pero que gran verdad, al menos para mi.
    Eso de no temer el fin de la vida, y si acaso esperarla con cierta curiosidad, da ventaja, si.

    Te explicaré un detalle: Hace seis años en el Clinic, un sábado, estando yo ingresado porque me habían detectado algo no agradable en las tiroides, sobre las 21 horas y estado yo sólo en la habitación, se presentó la doctora endocrina (que me llevaba), junto con otro médico que desconocía. El médico desconocido me dijo después del saludo protocolario: lo siento, no podemos darte ninguna esperanza (sic) Operaremos y a ver que pasa.
    Recuerdo las palabras porque son de aquellas que después te acompañan para el resto.
    A esa hora lo primero que hice fue llamar a mi señora, (había estado todo el día conmigo y se retiro una hora antes de que vinieran los médicos).
    Convenimos en que lo primero que había que hacer era pagar una deuda que teníamos (tal como suena) y que teníamos que ser fuertes.

    Por razones que ellos no saben( los médicos, el cirujano y demás) sigo en activo, medicándome, eso si.
    Y a lo que voy, nadie sabe el favor que me hizo aquella doctora con aquella frase, y lo contento (y algo confundido), que estoy porque me tomé las cosas como no me esperaba.
    Quizá en aquel momento me influenció Bolaño, con el 2666 que estaba leyendo, y que aún he releeido otras tres veces más
    Un abrazo

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    1. Creo que lo que tu sentiste tras las palabras del doctor fue un insight o percepción profunda de la realidad del mundo y de las cosas. Te hizo despertar hacia la más verdadera evidencia de nuestra existencia que es que somos transitorios y llegaste espontáneamente a un estado de clarividencia en que dejaste de angustiarte por la muerte. Y la aceptaste en tu ser. Te liberaste del deseo de vivir. El deseo de vivir produce ansiedad y angustia. Así es nuestro mundo. Aquello te hizo despertar. Un abrazo.

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    2. Soy un ni-hilista, un desesperanzado. Tal como suena, y no espero nada de aquí. Sólo me entristece que Mayte, que ha estado conmigo siempre, se quede sola, te lo aseguro. Por lo demás me importa todo un carajal, y dentro del carajal todos los íntimos que me rodean, tal como lo lees. No estoy a gusto aquí.
      Un abrazo

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    3. Puede que eso te proporcione un desapego que no deja de ser interesante. Cuando practiqué zen, la idea de desapego era esencial. No estar apegado a lo transitorio que está en perpetuo estado de transformación. Yo practiqué meditación durante unos años pero me era muy dolorosa por la postura y la escasa flexibilidad de mis rodillas. Pienso si la práctica de la meditación no te sería muy útil -no sé qué palabra utilizar-. La idea de desapego ya la tienes y no es necesariamente negativa. Yo quiero volver a ella, no sé si lo haré por mi cuenta pero es difícil uno solo. Un abrazo, Miquel.

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  3. completamente de acuerdo.
    Me llama la atención el miedo a la muerte o a no vivir de bastantes personas que conozco, muy creyentes, que sin embargo tienen poco interés en ir al cielo y disfrutar de él por los siglos de los siglos.
    Un abrazo

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    1. El autor de El hombre sin atributos, Robert Musil, no era budista que yo sepa, pero en este pensamiento da salida a un koan que pudiera serlo. El deseo de vivir, el deseo en general, es fuente de angustia y dolor. Vivimos limitados por la muerte y el miedo a la misma -aunque lo neguemos-. Toda nuestra vida es un ejercicio de ocultamiento de ello. Si alguien se libera del deseo de vivir y actúa como si estuviera muerto, sin deseo, ciertamente se ha liberado. Pero de esto tú sabes mucho más que yo. Un abrazo.

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  4. No sé, creo que nadie tiene "el deseo de vivir", tendrá el deseo de hacer cosas, de estar con alguien o similar, digo yo.
    Si uno tiene la vida llena y plena, creo que ni se plantea la muerte.
    Creo, no lo sé, que yo también me moriré, no es seguro, pero muy probable. Esta será la última cosa que haga de vivo, pero de momento, ni en mis peores momentos me he planteado la muerte. Si me he planteado la forma en si, no voy a morir sin dignidad, eso lo tengo claro, hay una frase que me encanta, no me acuerdo de quien es ahora pero dice o decía algo como esto:

    "En la vida hay que pensar como un griego, luchar como un espartano y morir como un romano"

    Me encanta, porque eso es lo que intento hacer, los dos primeros: “Pensar como un griego”, no sé, pensar no creo que piense como un griego, como por ejemplo Eratóstenes; pero intento comprender y pregunto si no se, siempre digo una frase a mis hijos: “Es mejor preguntar y parecer idiota que no preguntar y confirmarlo”, me paso la vida aprendiendo cosas, algunas me sirven y otras no tanto…
    Luchador si he sido toda mi vida, toda, me he buscado la vida siempre por mis medios y algunas veces he tenido momentos muy duros, pero mucho…. Pero en ocasiones ganas y otras no.
    Hay que saber aceptar la derrota, también digo lo que decía aquel japonés que tenía un taller, un tal Sakichi_Toyoda ante los errores,” hemos ganado experiencia" y creo que a los grandes se les ve en las derrotas, para las victorias y los momentos dulces sirve cualquier idiota, pero solo los grandes aprenden de las derrotas.
    Cuando llegue la hora que no me pueda valer por mi mismo, creo que tendré valor para acabar con ella de forma digna, no sé. Pero es algo que tengo grabado, si nos vemos en el Valhalla ya te diré.

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    1. Nuestra ansia de vivir nos devora y hace que siempre estemos insatisfechos y sedientos de más. Vivir el aquí y el ahora es el más gran misterio de nuestra existencia. Prácticamente es imposible, pero si alguna vez, en algún instante, eso se produce, nos transfiguramos como Cristo en el monte Tabor.

      En cuanto a morir con dignidad, yo aprueba el proyecto holandés de una píldora que te haría morir indoloramente solo por el hecho de que ya no desearas seguir luchando inútilmente...

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  5. Pero, hombre, Musil, ¿y quién vive liberado del anhelo de vivir?

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  6. Ciertamente, recuerdo que mi padre con 95 años no mostraba un deseo irrefrenable de vivir. Estaba cansado, aburrido, limitado, ¡para lo que hace uno estando aquí!, solía comentarme. Cuando yo le hacía alguna vuelta de tuerca verbal, argumental, él retrocedía. No sé hasta qué punto estaba convencido de dejar la vida, aunque no le quedaran ya ilusiones. ¿Liberado? Solo le vi liberado cuando observé su cadáver, pero entonces ya no era.

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    1. Pienso que no va por allí la idea de liberarse del deseo de vivir. Y tal vez, esto no exista sino como insight en el interior de la conciencia, un momento de plenitud, de éxtasis vital en que te dé igual morir en aquel momento. La vida nos lleva a luchar, a sufrir, a permanecer, a experimentar emociones muchas dolorosas... Esta ansia nos crea la sensación de vida. Para un momento de placer, infinidad de displacer. Muy pocos querrían repetir su vida de nuevo -creo que nadie en realidad-. Es el deseo lo que hace terrible -y tal vez luminosa- nuestra vida. Alguien ha llamado a esto karma. Si uno, puede en algún instante liberarse de esa hoguera interior de deseo, de ansia, de volición, el mundo entonces adquiere la profunda sensación de éxtasis.

      La droga más peligrosa que existe es la heroína porque es a la vez la productora más maravillosa de sensación de paz profunda y de éxtasis absoluto. Los heroinómanos viven en esos microinstantes después de la dosis una sensación de paz infinitamente profunda, de abandono del deseo de vivir, de luchar, y viven en un periodo muy corto -de ahí el peligro de necesitar más y más dosis- la eternidad en que el ser se reconcilia consigo mismo. Pienso que las adicciones en cierta manera buscan esa detención del tiempo para paliar esa llama interior que nos devora. La meditación es el otro lado en la que el ser humano se sumerge -no es fácil, por otra parte- en una profundidad de la conciencia en que no importa ya el deseo, sino solo la presencia, el éxtasis de la conciencia, la plenitud del existir sin ya ese terrible deseo de vivir que nos aboca al sufrimiento.

      Esta no es una experiencia que se refiera a la decrepitud y al aburrimiento. Personalmente, yo la experimenté a mis veinte años y todavía persiste en mí esa prodigiosa extinción del deseo de vivir que experimenté durante unos segundos tan inmensos que todavía resuenan como centro de mi vida.

      Pero esto solo es posible como lo que se llama en psicología "insight", breves reflejos de conciencia difícilmente accesibles pues no se pueden perseguir ni tampoco desear. Surgen por algo inexplicable, como explica Miquel cuando le revelaron que no había esperanza en su caso. La extinción del deseo de vivir es la experiencia más maravillosa que puede existir. Pero no es permanente, son microsegundos que resuenan a lo largo de una vida.

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  7. Diría que la ventaja de cualquiera que no tiene deseos es muy grande, no hay nada que lo empuje o que tire de él.

    Besos.

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    1. Solo está ahí, pero hay que modular esto porque la vida implica deseo y ansia: es imposible sustraerse por completo a ello. No vamos a pensar que es fácil vivir sin deseo, sin esa perturbación que tenemos en nuestro espíritu de monos que no pueden estar quietos. Un fuerte abrazo.

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  8. Es como si quisiera decir que el deseo de vivir es una carga, cuando ese deseo es el que nos ha traído hasta aquí como especie.

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    1. El Fausto de Goethe expresa la insaciabilidad y el ansia del hombre contemporáneo, ansioso de poder y conocimiento, de perdurar. No hay duda de que la civilización toda se ha basado en el deseo; sin deseo no hubiera habido escritura, ni libros, ni pirámides, ni catedrales, ni universidades, ni Renacimiento, ni conquista de América, ni colonialismos, ni capitalismo, ni literatura, ni internet... El deseo es la base de nuestra civilización insaciable. No lo vamos a negar. No hubiéramos llegado a la luna ni habríamos creado la Inteligencia Artificial sin deseo. Es así. Como especie estamos atados al deseo que nos hace avanzar. Sin él, tal vez estaríamos todavía en la época de las cavernas.

      Sin embargo, cuando miramos al interior de nuestra psique y nuestra vida, vemos que, como especie, estamos devorados por el deseo, por el ansia de placer, y eso, si lo observamos es la raíz de nuestra desdicha. Si en la vida logramos salir de esa dialéctica por unos microinstantes, vislumbramos otro tipo de sabiduría, la del instante eterno al que tanto se hace referencia en la subliteratura de la autoayuda. Pero no es fácil ni es solo cuestión de proclamarlo. La extinción del deseo (de vivir) es algo misterioso, no sucede por que nos lo propongamos. Pero es evidente que la insatisfacción de Fausto nos hace crecer y a la vez ser infelices persiguiendo siempre el momento que viene después. No soy un gurú, solo razono sobre un pensamiento que aparece en la novela El hombre sin atributos que está llena de chispas así. El deseo nos hace crecer, nos hace libres, y a la vez nos esclaviza a la insatisfacción, al ansia insaciable. En el zen aprendí que había que abrazar los contrarios.

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  9. La idea de no tener deseos de vivir me resulta extraña, deseos y vida es todo lo que tenemos, creo yo. Podemos prescindir de muchísimas cosas, ese desapego que citas al principio de los comentarios es fundamental para vivir menos condicionados, pero lo de perder el deseo de vivir, no lo veo claro.

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    1. Yo interpretaría la idea del no deseo de vivir como desapego, creo que es más exacta. Imagina un condenado a muerte en sus últimos momentos. ¿Quién llevaría ventaja? ¿Uno que quisiera vivir o uno que ya hubiera aceptado la muerte y se hubiera desapegado de la vida? ¿Quién iría más digno al cadalso? ¿Quién iría más sereno? Pues la vida es lo mismo. Acaba con una ejecución. ¿Cómo hemos de vivir? ¿Temiendo la muerte y apegándonos a la vida? ¿O desapegándonos de ella? Si nos desapegamos, somos libres. Un abrazo.

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    2. Libertad, preciosa palabra, sin duda el desapego es lo que rompe las cadenas que nos atan a tantas cosas... . Un abrazo!!

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