Acabo de leer y anotar el ensayo de Francisco Mora titulado Neuroeducación que ha sido para mí una
auténtica conmoción. El autor me ha puesto en contacto con los últimos
descubrimientos en el campo de las neurociencias que tienen como fundamento el
estudio del cerebro y sus mecanismos como nunca se habían podido observar,
gracias al escáner cerebral y los diagnósticos por la imagen. Sabemos mejor que
nunca –aunque todavía muy insuficientemente- cómo funciona el cerebro y podemos
observar los mecanismos de la atención, la memoria a corto y a largo plazo, los
procesos cognitivos, las facultades ejecutivas como la motivación, el esfuerzo,
la decisión... Probablemente lo más decisivo que puede aportar la neurociencia
es que la razón no funciona como un principio autónomo y aislado. No, la razón,
el raciocinio va unido íntimamente a las emociones de tal modo que se puede
afirmar que aprendemos emocionalmente, necesitamos experimentar emociones para
aprender. La principales emociones que sentimos son las que producen placer y
displacer. Inmediatamente determinamos si algo nos atrae o nos sentimos
rechazados hacia ello. La constatación de que el aprendizaje es esencialmente
emocional supone algo que está en el aire en las reflexiones en el campo de la
neuroeducación en Estados Unidos.
Nuestros métodos no funcionan en la
escuela, al menos los míos lo hacen de forma muy deficiente. Cuando me pongo a
explicar sé que el cincuenta por ciento de los alumnos desconectan sea pasiva o
activamente de la clase, otro veinte por ciento no logra concentrarse y no
entiende ni logra fijar su atención en lo que el profesor explica sea porque
pierde el hilo o porque el clima de distracción de la clase le termina por
desorientar; otro quince por ciento lo sigue pero no se atreve a hacer
preguntas para no quedar en ridículo delante de sus compañeros. Solo un diez
por ciento siguen la clase con aprovechamiento. Esto supone a tres alumnos de
treinta. Un cinco por ciento ya se lo sabía. Mi constatación a final de curso
es que mis alumnos no han aprendido nada o casi nada. Mis explicaciones generan
aburrimiento, nada más poner en marcha el mecanismo anodino del tono profesoral
de disertación por más animación que pretenda darle. La mayoría desconecta
porque nada de lo que explico llega a sus vidas ni les dice nada.
Sin embargo, desde el campo de la
Neuroeducación esto tiene una explicación. No es fácil activar la atención de
los alumnos por mucho que el profesor pida silencio y atención. El cerebro de
nuestros alumnos siente un rechazo hacia lo que se está explicando como yo
sentía rechazo hacia las homilías que los curas lanzaban en las iglesias los
domingos. Me repelía el tono, la situación pasiva en que estaba, el lugar,
todo. Por supuesto que no las escuchaba. Nada de lo que yo puedo explicar logra
involucrarles en una etapa y en un tiempo en que hay reclamos infinitamente más
atractivos que una clase de una hora tras otra hora. Puedo pensar que hubo
tiempos mejores en este sentido pero yo recuerdo el tremendo aburrimiento de
las clases cuando era niño. Solo me despertaba en las clases en que el profesor
nos castigaba físicamente con fuertes golpes en los dedos. Se manifestaba uno
de los mecanismos que rigen la atención que es la lucha por la supervivencia.
El cerebro está programado para sobrevivir y enfrentarse a los peligros que
activan su atención, pero en una clase como las de ahora, no hay lucha por la
supervivencia. Solo un tremendo aburrimiento para la mente de un adolescente
que tiene un cerebro en formación y diferente de los adultos en su sistema
límbico y corteza prefrontal y que necesita estímulos diferentes. El cerebro
del profesor –que va a cumplir su horario y explicar el tema- se enfrenta a
treinta cerebros inquietos, condicionados por una atención parcial y
discontinua que ha propiciado en buena parte la tecnología. No es un problema
sencillo saber cómo captar su atención si no acudimos al campo emocional para
convertir la clase en un espacio de gramática de las emociones. Nada entrará en
ellos si no va acompañado de emociones auténticas y convincentes. No se trata
de saber explicar bien el tema, no. Se trata de crear un clima emocional
atractivo, caracterizado por la alegría –es el único que puede acompañar al
aprendizaje-. Por supuesto que hay compañeros que lo saben hacer muy bien. Nada
de esto es nuevo. Hay profesores que lograr emocionar a sus alumnos y atraerles
a la clase. Solo se puede hacer por cercanía. Los alumnos no aprenden de
alguien que no les guste como persona. El profesor ha de acercarse emotivamente
a su vida y utilizar técnicas muy elaboradas para convertir la ortografía, por
ejemplo, en un juego en que sea divertido aprender. Es la teoría de la
“gamificación” que significa aprovechar los recursos del juego (ganar puntos y
premios, tensión creativa, competición individual o en grupo) para el
desarrollo de las clases. Hay técnicas que permiten convertir la clase en un
laboratorio de análisis de los mecanismos del cerebro para lograr conseguir su
atención y almacenar el conocimiento en su memoria de trabajo y luego a largo
plazo. No valen los apuntes del profesor, tienen que ser sus propios apuntes
tomados con sus propias palabras. Podemos utilizar el formidable potencial de
los diagramas conceptuales y que los hagan también ellos como método de
trabajo. Asimismo, las redes sociales como Twitter son un instrumento
extraordinario de trabajo. Solo estimulando el placer en la adquisición del
conocimiento podemos llegar a ellos, y para ello primero tiene que confiar en
nosotros y hemos de incorporarlos a la clase y lograr que intervengan, que
jueguen, que se lo pasen bien aprendiendo, que esperen con placer la hora de la
clase en que el profesor siente sobre él la pasión de enseñar y convertir el
tema más abstruso en algo nuevo y diferente. Nuestros alumnos sienten pasión
por lo nuevo y tienen intensa curiosidad. Lo que pasa es que lo que nosotros
les explicamos –y cómo se lo explicamos- no les interesa para nada a la mayoría
y damos la clase para tres personas según he explicado antes. El resultado al
final de curso es desolador. No han aprendido apenas nada. Nada ha quedado en
ellos. Ha sido un curso en buena parte perdido.
Recomiendo muy vivamente el ensayo
Neuroeducación de Francisco Mora, doctor en Medicina, doctor en
Neurociencias y catedrático de Fisiología Humana. Es lo mejor que he leído en
pedagogía aplicada.
"Solo se puede aprender aquello que se ama".
Durante mi trayectoria didáctica aprendí que solo a través del amor y la diversión conseguía transmitir mis conocimientos. Cuando fallé emocionalmente me retiré de la enseñanza...claro que ya me había buscado otros medios de supervivencia. Fue alrededor de los 42. Sin embargo mi hijo me dice que siempre ejercí mas de maestra que de madre. Puro instinto que acabo de enterrar con enorme esfuerzo emocional. Finito. A todo cerdo le llega su sanmartin.
ResponderEliminarCiertamente a través de las emociones es como se puede acceder al corazón y la mente de los alumnos. Lo que pasa es que algunos no somos muy emocionales (yo no lo soy) y entonces hay que acudir a otros resortes para mostrar esa gramática de las emociones que debe estar presente en el aula.
EliminarMe atrajo esa frase que usas de "gramática de las emociones", porque hay otro lenguaje, u otra forma de usar el lenguaje, para calar en lo profundo. Me hace pensar en un buen actor que se sube al escenario y te hace sentir el drama que representa como su vida, pero también hay un buen libreto detrás de ello. No es fácil enseñar. Mis respetos.
ResponderEliminarNo es sencillo encontrar el papel de un profesor. Su vida está expuesta a grandes trastornos por la evolución propia de la existencia. En estos momentos en que la tecnología está en un grado de evolución inimaginable hace diez años podemos implementar estrategias insólitas en la aulas, tanto que la enseñanza tradicional ha entrado en un hondo declive por el modo de estar en el mundo las nuevas generaciones. Mi hija saca excelentes notas en todo, pero confiesa que el instituto es aburrido y una condena en que ha de permanecer aplastada todos los días. Esta discrepancia entre sus resultados y su estado de ánimo me hace reflexionar sobre la eficacia de este tipo de educación anclada en el pasado. El profesor evoluciona y se transforma. Lo malo es llegar a un estadio de tu vida en que dejes de hacerlo. Eso es terrible.
EliminarEvolucionar y transformarse. Tiene sentido. Sucede en todas las profesiones. Pero a veces parece que la tecnología en vez de complementar llega a sustituir y distraer. ¿Por qué será que mientras más distracciones tenemos parece que los niños están cada vez más aburridos?
EliminarTal vez porque para tener alguna motivación su adrenalina ha de estar en grado elevado. Porque la cotidianidad con su carga de dimensión temporal transcurre lenta para ellos si no la ocupan con un contenido frívolo. No es época de grandes preguntas, ni siquiera es época de preguntas acerca del sentido de la vida o de las cosas. Orillamos la muerte, la escondemos, porque es la trampa fatal a que nos enfrentamos, lo que carece totalmente de lugar en esta dimensión de placer sin final.
EliminarHace dos días hice una caminata de cuarenta kilómetros en que sufrí muchísimo por el calzado que llevaba. Cada paso era doloroso. Empecé con desgana y luego padecí lo indecible. No disfruté nada. Pero en ningún momento me arrepentí de haberla empezado. No quería renunciar a ninguna de las vivencias que me estaba ofreciendo. Cada paso era el aquí y el ahora, sin duda. Llegué y me dolía todo, me tomé un paracetamol, cené y me acosté con todo el cuerpo dolorido. Dormí como un bendito y al día siguiente fue un día hipercreativo en que rendí intelectualmente como no lo hubiera hecho sin esa caminata que ansié volverla a repetir con otro calzado. ¿Puede ser el dolor un acicate para la creación? ¿Pueden las dificultades emplazarnos a otro modo dee ver las cosas frente al placer en todo momento y en todo lugar? ¿En realidad no los protegemos demasiado frente al dolor y piensan que la vida es todo disfrute y placer? ¿No les hurtamos la muerte y los muertos para que no sufran?
En todo caso el aburrimiento puede ser un estado muy creativo. Un aburrimiento total y sin remisión, pero ahora el aburrimiento se palía con el móvil y con cien chorradas que evitan otras historias más complicadas.
No sé si he dicho algo con sentido pero me ha gustado dialogar contigo.
Me parece que tiene mucho sentido lo que dices, aunque tal vez no sea el dolor o el aburrimiento que faciliten estados que podríamos llamar creativos, sino su asimilación y transformación, traspasar la barrera del dolor o del ocio y encontrar lo que está del otro lado. El aburrimiento que veo en los jóvenes es otro. Es el opuesto de un vacío, como cuando te hartas de dulces y quedas empalagado.
EliminarMuy interesante esta entrada.
ResponderEliminarY con mucha verdad.
Me hubiera gustado que me hubieras contado en qué sentido te parecía interesante para poder considerarlo.
EliminarSi solo se ama si se desea, solo se aprende si se desea aprender. Y si se desea aprender, incluso un mal profesor puede acabar convirtiéndose en un estímulo, y lo digo por mí mismo, claro está. Entiendo las razones que hay en la exposición, pero no menos entiendo que el objeto empírico sobre el que se ha de trabajar, en nuestro caso, en el de los profesores de lengua, es la expresión oral y escrita de nuestros alumnos: ese es, por decirlo pictóricamente, el cadáver sobre el que descubrir los entresijos de la maquinaria corporal. ¿No será que no todos los alumnos lo son, esto es, alumnos, sino meros prisioneros de un sistema que los encarcela durante demasiados años? "Amigo de los libros" fue durante mucho tiempo una expresión que describía una personalidad, la del auténtico estudiante. Yo no lo fui, y después, mucho tiempo perdido después, sí. Conozco ambos "bandos". Y quise ser cocinero y marcharme a trabajar al extranjero. Y hoy solo cocino sopas de letras... No es un mundo simple el de la incitación al estudio; y no es menos cierto que la complejidad del estudio pasa por el dominio del código lingüístico, un obstáculo al que pocos le reconocen la condición de Everest que tiene, porque contra él se estrellan generaciones y generaciones de quienes no acaban sino escalando los oterillos de los mensajes masticados y bien lubricados con la saliva predigestiva de la demagogia.
ResponderEliminarCiertamente la expresión escrita y oral son objetivos centrales de nuestro quehacer como profesores. Pero a la escritura se accede como ejercicio de amor en la expresión de nuestras emociones, de nuestros argumentos, de nuestros conflictos. Si no hay un motor interno que nos lleve a escribir, los ejercicios de escritura están condenados al fracaso. No basta mostrar los intríngulis del redactado. No, creo que hay que ahondar en las razones que llevan a la escritura. Reflejar un mundo, un estado de cosas, la insatisfacción ante la realidad, el amor, el dolor ... La escritura es un caudal importante para la expresión de ese universo íntimo, pero no todos lo consideran así. En el interior queda un magma caótico y confuso que no tiene salida. Escribir nos ayuda a entendernos a nosotros mismos. O a ocultarnos. Esto es lo que trabajaría yo, y en ello la gramática de las emociones es esencial.
EliminarMe gusta lo q has escrito y me he distraído mucho leyéndolo con demasiado interés, y lo cierto es que las clases nunca han sido nuestro mejor sitio en el que estar
ResponderEliminarVoy a decirte una cosa o mejor dicho preguntar: tu como profesor de secundaria q ves en los alumnos que presentan buenas y malas notas a la vez?
Lo digo porque aun recuerdo que al acabar la secundaria fui a recoger las notas acompañado y el tutor que tuve se quiso despedir de mi con un abrazo y varios besos en la mejilla, puesto que no nos íbamos a ver ya más porque me cambiaba de centro, pero lo más sorprendente es q yo era mal estudiante tirando para bien en cuanto a las notas, pero no entiendo que tuvo ese profesor conmigo al final de la secundaria que siempre le gustaba hablar conmigo, no podía evitar sonreir siempre q me hablaba de cualquier cosa, y q casualidad que era siempre a mi y no a los demás compañeros y mira que fue mi profesor durante 4 cursos pero en el último curso de la secundaria fue nuestro tutor y ahí es cuando comenzó a tener ese comportamiento conmigo de empalagoso (sin exagerar)
Por eso te digo: consideras que es normal que un profesor me trate asi a pesar de fallar en sus asignaturas?
Cómo profesor q piensas? Sabrías la respuesta a esto?
Los profesores experimentamos sentimientos hacia los alumnos de signos muy distintos. No necesariamente son los que mejores notas sacan los que más afecto nos producen. A veces hay alumnos que son medianos pero luchan, o trabajan poco pero en los que intuimos cualidades y valores que ni siquiera el muchacho sospecha. Puede ser que al acabar el curso y perder la relación contigo, el profesor mostrara más claramente el afecto que sentía por ti a pesar de que fallaras en sus asignaturas. Yo he sentido profundos afectos por alumnos a los que he suspendido. No tiene nada que ver la calificación con los sentimientos, aunque a veces los alumnos tienden a ver las calificaciones como señal de simpatía o de mánía. En mi caso, nunca ha sido así.
EliminarJosé Luis, he leído todo y la verdad es que te felicito no sólo por lo bien que lo has explicado sino porque también me hiciste recordar a mi etapa en la ESO, sobretodo en segundo, que me mandaron junto a otros 3 compañeros a una clase de refuerzo, y teníamos un profesor que no conocíamos porque enseñaba catalán en 3ro pero con los meses le cogimos confianza y a la vez cierto tipo de simpatía, pero no se porque al igual que los otros compañeros empezamos a comportarnos con rebeldía y tanta fue la confianza y el aburrimiento hacia esas clases que 2 de mis compañeros empezaron a no prestar atención a las clases y se escribían mensajes y se los pasaban por debajo de la mesa, el profesor se daba cuenta pero ya estaba lo suficiente decepcionado como para llamarles más la atención, pero yo tampoco me quedaba atrás, resulta que yo no estaba de acuerdo de que me hayan enviado a estas clases de refuerzo puesto que no las necesitaba y con el paso del tiempo me fui poniendo cada vez más rebelde con el, hasta que un día, este profesor nuestro nos acabo regañando por nuestra actitud en clase diciendo que a él no le gusta el hecho de estar dando clases a alumnos que no escuchan y que les importa un rábano, y en ese momento yo le conteste diciéndole por lo bajini o lo q es lo mismo en voz baja: "pues no lo hagas!" Y en ese momento el se giró enseguida y me gritó diciéndome que ha oído perfectamente lo que le he dicho y me demostró que no le sentó nada bien que le contestará eso, cosa que yo no le dije nada ofensivo, tan solo que si estaba tan harto de estar con alumnos que no les interesa la clase pues que no fuera profesor y dejará el cargo (algo que no creo que hubiese hecho, porqué tenia 43 años)
ResponderEliminarEs una anécdota interesante de cuando estaba en 2do de la ESO, yo nunca rectifique lo que le dije porque después de contestarle mal durante 3 días seguidos acabo por hablarme y pedirme las cosas de manera enfadada y con fastidio, lo que hizo que yo pasara completamente de el y no le tuviera esa simpatía q al principio le tenía
Que te pareció Joselu, tu soportarías semejante situación de alumnos de este tipo?
Un saludo y te felicito otra vez por el texto! =)
Víctor, una de las características del cerebro adolescente, lo que tú eras entonces, no sé los años que tienes ahora, es que en una buena parte es incapaz de ponerse en el lugar del otro, de sentir empatía hacia alguien al que se considera en un lugar preeminente como estaba tu profesor. Tú sentías aburrimiento y en lugar de dar salidas positivas a la situación diciéndoselo abierta y discretamente a tu profesor, te comportabas con rebeldía y mala educación con él. Él parecía sentir simpatía por ti o por vosotros y tú le proyectabas contra él tu enfado con el mundo y tus propios conflictos. Lo que no sabes es que probablemente le hicisteis daño, le causasteis dolor. Ser adulto no implica insensibilidad. Ser adulto es muy complicado como poco a poco te irás dando cuenta. Ser profesor es una carrera que se ama, pero para expandir conocimiento, para motivar, para expresar sentimientos hacia los alumnos. Tu comentario le tuvo que herir mucho, pues tú te has dado cuenta de que él tenía cuarenta y tres años, tenía una familia probablemente, y no es fácil cambiar de profesión, una profesión que se ama. Le despreciaste y te mostraste sarcástico con él. A mí también me causaría daño tu comentario. Fuiste insensible y agresivo hacia alguien que te apreciaba. Tu cerebro adolescente fue incapaz de sentir como la otra persona a la que considerabas en un plano superior e intocable. No pensaste que podía sentir dolor por tu actitud, como sin duda sintió.
EliminarSolo te digo una cosa. Si algún día tienes ocasión de pedirle disculpas y reconocer tu ofuscación en aquellos momentos, hazlo. Yo he tenido serios y desagradables conflictos con alumnos que tiempo después me han visto y me han abrazado con afecto. La adolescencia es un estado tormentoso en que no se ven las cosas con objetividad y no te das cuenta del poder de hacer daño que tienes a tus padres o a los profesores.
Saludos.
Contagia tu entusiasmo y admira tu pasión y tu incansable búsqueda de caminos para enseñar, mi estimado profesor. Lo tuyo es verdadera vocación. No conozco a este autor que recomiendas pero estoy hojeando el libro de Facundo Manes, muy focalizado en la neurobiología de las emociones, que todo lo rigen, y es sumamente interesante ver cómo no hemos ido demasiado a la vanguardia con nuestro cerebro reptil como especie. Eso también explica tanto desajuste y desequilibrio con el que cargamos en todos los planos, tanto disloque alocado, tanto trastorno que se considera pandemia en el posmoderno mundo que cada vez se entiende menos.
ResponderEliminarHay un médico local que baja estos conceptos de manera muy amena por su humor y color que ha dado charlas en varios colegios donde me ha tocado escucharlo y me río tanto como aprendo de él. Se llama Roberto Rosler. Si te interesa entretenerte un rato con charlas que sirven para la escuela y para el hogar, aunque más no sea para sentirse comprendido, te lo recomiendo.
Un abrazo, Joselu.
Fer
He visto un vídel de Roberto Rosler que me hizo sonreír. Se titula ¿Cómo hacer que sus alumnos recuerden? Saqué algunas ideas para las clases que me resultaron interesantes. Realmente es muy divertido y el público se lo pasaba en grande con él. No es un problema menor saber cómo conseguir que recuerden la información a que tienen acceso o a la que nosotros les damos acceso. El funcionamiento del cerebro está siendo desvelado por los sistemas de imagen como las resonancias magnéticas y los escáneres. No es fácil conseguir la atención de los alumnos y que recuerden la información. Es un desafío importante. Estos restos del mes de agosto me dedico a la investigación sobre nuevos métodos pedagógicos en que entra por supuesto la neuroeducación. Hay unas posibilidades enormes de innovación que no se utilizan en los centros que en buena medida siguen apegados a lo tradicional. A mí me gusta la innovación y la experimentación. La tecnología está en un momento apasionante para utilizar avances inimaginables hace unos años.
ResponderEliminarUn beso, Fer.
Joselu
He leído todo y me ha gustado la manera en la que lo has explicado todo, porque es verdad para muchos centros de enseñanza que hay alumnos de todo tipo, pero te voy a hacer una pregunta puesto que me llamó la atención una parte del párrafo en la que dices que los alumnos debido a su rendimiento no han aprendido nada durante el curso, y mi pregunta es...
ResponderEliminarPorque en la ESO los alumnos tienen más probabilidades de pasar de curso a pesar del bajo rendimiento obtenido durante el curso?
Porque los alumnos igualmente pasan de curso aunque hayan ido mal o no lo suficiente bien como para pasar?
Tienes toda la razón del mundo Joselu. Los intereses de los alumnos de ESO están muy lejos de querer profundizar en la filososfía, la literatura, la historia o la física. Más cerca están de las cosas cotidianas y humanas. Yo, a veces, paso de explicar las características socioeconómicas del siglo XIV (muy interesantes, por cierto, para mí) y me pongo a contarles lo que me pasó a mí un día en la mili cuando un sargento nos explicó qué era la disciplina y qué era la jerarquía (en otras palabras, los estamentos sociales que les estaba explicando) y de pronto, veo que la gente despierta de su letargo. Y empiezan a interesarse por lo que cuento...
ResponderEliminarCreo que con esto está explicado mi argumento. Yo también desconectaba en las homilías. Y en las plastas de algunos profesores (casi todos) que pretendían hacernos creer que lo que ellos nos exponían era lo más interesante del mundo.
¿Qué hacer? esta es una buena pregunta. Primero, ser consciente que lo que uno explica a los alumnos solo le interesa al profesor. Segundo, que los buenos alumnos se lo aprenderán para el examen por imperativo legal. Tercero, que esos buenos alumnos, al cabo de dos meses no se acordarán de nada. Y cuarto, que los verdaderos intereses están fuera ( o dentro, de todo hay) del currículo general, y que cada cual ya se los buscará.
Un fuerte abrazo.
Este año quiero encontrar la cuadratura del círculo o que es lo mismo que hacerles interesante el siglo XIV con rigor y con emoción. El próximo tema literario que voy a trabajar es las danzas de la muerte propias de la Baja Edad Media y lo conectaré con la literatura de la que son expresión dramática. Lo voy a intentar. Ya lo comentaré en el blog. No tengo nada asegurado pero quiero procurar convertir lo aburrido en interesante. No sé si lo conseguiré.
EliminarUn abrazo.
Curiosamente, Joselu, en mi última entrada de mi blog abordo el tema de la danza macraba. Ya me contarás...
EliminarUn abrazo.
Voy a hacerte caso y leeré el ensayo, aunque me temo que coincidiré en la detección de los síntomas pero no dispondré de la terapia para llevarlo a cabo. Sé desde hace tiempo lo que necesitan mis alumnos en el aula, al menos en los niveles en los que me desenvuelvo a gusto, pero siempre echo en falta un "ecosistema" docente favorable: recursos humanos para poder desarrollar pedagogías activas (grupos pequeños o docencia compartida en el aula); equipos de trabajo multidisciplinares para desarrollar proyectos más allá de una única asignatura; estabilidad de plantilla a medio plazo, para formar equipos con objetivos a ese mismo término; respuesta eficaz a problemas organizativos, con equipos directivos concienciados y no sumisos. Esto es lo que necesito para un centro con mis índices de fracaso escolar. Sé que en algunos coles excelentes solo necesitan leerse el libro y aplicarlo, pero otros jugamos en una liga distinta y no basta con saberse la teoría.
ResponderEliminarTienes toda la razón. Yo no estoy en un instituto excesivamente distinto al tuyo, la diferencia es que de momento, con muchos problemas, los alumnos de la ESO disponen de ordenadores portátiles lo que permite muchos atisbos de lo que puede ser un uso inteligente de la tecnología. Aunque no suele ser utilizada en exceso por los profesores que la ven más como un problema que como un recurso realmente formidable. Esto es lo que diferencia tu centro del mío. Por lo demás, son exportables todas tus consideraciones al mío. Yo me veo como un solitario en medio de un claustro al que considero ajeno a la mayor parte de las propuestas que llevo o que quiero llevar a cabo.
EliminarEn todo caso, el ensayo me parece interesante en todos los sentidos aunque seguro que tú ya lo aplicas intuitivamente en tus clases.
También hay que estudiar el ambiente de los hogares, yo tengo tres hijos y van razonablemente bien, pero veo hogares en los que los niños, si aprueban, es de milagro.
ResponderEliminarSiempre hubo maestros (me gusta esta palabra) que tuvieron más exito que otros, el factor humano es fundamental.
Si, ciertamente hay maestros más acertados que otros, pero todo se puede aprender, quiero considerarlo así.
EliminarUn saludo.
Un saludo.
ResponderEliminarEn esta era de internet, de pieles planchadas, de frivolidades, de apatías, de sálvese quien pueda, que parece posterior a la educación tal como la conocemos hasta el momento, ¿Qué hacer para que ese mayoritario número de estudiantes que ve la literatura como un asunto que no se corresponde con sus intereses o expectativas porque lo literario no suele ser cool y encima se encuentra asociado frecuentemente con la cursilería, lo aburrido o lo complejo?¿Qué motivos puede haber para enseñar literatura? ¿Qué profesor puede ser en las aulas más de lo que es fuera de ella que pueda contagiarse en los alumnos?
ResponderEliminarTe dejo este pájaro de Eugenio Montejo en el que veo al maestro que todos quisiéramos para nuestros hijos y en su canto la palabra que pudiera despertar en ellos el entusiasmo por la lectura
L a terredad de un pájaro es su canto,
lo que en su pecho vuelve al mundo
con los ecos de un coro invisible
desde un bosque ya muerto.
Su terredad es el sueño de encontrarse
en los ausentes,
de repetir hasta el final la melodía
mientras crucen abiertas los aires
sus alas pasajeras,
aunque no sepa a quién le canta
ni por qué,
ni si podrá escucharse en otros algún día
como cada minuto quiso ser:
más inocente.
Desde que nace nada ya lo aparta
de su deber terrestre,
trabaja al sol, procrea, busca sus migas
y es sólo su voz lo que defiende
porque en el tiempo no es un pájaro
sino un rayo en la noche de su especie,
una persecución sin tregua de la vida
para que el canto permanezca.
Estoy de acuerdo en que la literatura no s cool. No atrae. Hubo un tiempo en que sí lo hacía y yo lo viví. Ahora no. Topamos con esa barrera del lenguaje que para ellos ha de ser plano y sin recovecos de estilo. La literatura no es cool. Dímelo a mí que enfermé por darme cuenta de ello con gran dolor. Los héroes de este tiempo ya no son los autores de la gran literatura. No. Hay otros. Pero pensarlo fríamente es desolador. Sin embargo, dentro de la derrota casi absoluta queda la posibilidad de empezar de nuevo, de rehacer el camino. Tenemos todo perdido pero intentémoslo otra vez, poco a poco. Con los nuevos medios tecnológicos se pueden hacer cosas sorprendentes. Nada sustituye el encuentro entre un lector y un libro de poemas, es cierto y así de simple. Pero hemos de nadar en este tiempo que ofrece posibilidades infinitas en otros sentidos. En esas estamos a ver qué pasa. Muy hermoso el poema de Eugenio Montejo.
EliminarHe leído todo y me ha gustado la manera en la que lo has explicado todo, porque es verdad para muchos centros de enseñanza que hay alumnos de todo tipo, pero te voy a hacer una pregunta puesto que me llamó la atención una parte del párrafo en la que dices que los alumnos debido a su rendimiento no han aprendido nada durante el curso, y mi pregunta es...
ResponderEliminarPorque en la ESO los alumnos tienen más probabilidades de pasar de curso a pesar del bajo rendimiento obtenido durante el curso?
Porque los alumnos igualmente pasan de curso aunque hayan ido ma
La repetición es un asunto complicado. Entiendo que los alumnos que no han hecho nada deberían repetir curso para ver si se aplican más en la segunda ocasión, pero no suele ser así. Por lo que conozco, las repeticiones suelen ser muy negativas. En este segundo año pocos aprovechan la ocasión de mejorar y sí de lo contrario. Además saben que no van a repetir pues solo se puede repetir una vez. Lo habitual es que la repetición sea pero que la primera vez, pero hay un agravante y es que estos muchachos que no hacen nada ni dejan hacer son un ejemplo pésimo para sus nuevos compañeros que son un año menor que ellos. Un curso con cinco o seis repetidores puede ser una bomba, no te digo si hubiera diez o más que son los que merecerían repetir. En primero de ESO si mezclas a los niños recién llegados de Primaria con repetidores resabiados y con mala conducta es un desastre. Esta es la experiencia. La repetición salvo algún caso estimulante, no resuelve ningún problema y sí puede agravarlos pues son muchachos o conflictivos o pasivos que en su segunda oportunidad van a hacer menos que en la primera. Estas son las razones que se suelen esgrimir para hacer pasar a alumnos que no lo merecen en absoluto. No es lo deseable pero así es. Un alumno que no haga nada o casi nada puede pasar con un montón de materias suspendidas para evitar males mayores. No me gusta, pero es así.
EliminarGracias, Joselu, por tu reflexión al hilo del libro que recomiendas. Siempre he creído que la "cercanía" (emocional, cognitiva, afectiva...) es el estado adecuado para el aprendizaje. En este sentido, que los alumnos confíen en ese profesor que tiene algo que enseñarles es tan fundamental como que éste confíe en que sus alumnos vayan a aprender. Sin embargo, no creo que esos métodos de adquisición de conocimientos basados en la teoría de la "gamificación" funcionen para todas las materias y en todos los alumnos. He aprendido idiomas "jugando", pero también física y filosofía "empollando" y esgrimiendo los apuntes del típico profesor peñazo. Asimismo, he visto a alumnos "aburriéndose" de tanto juego y otros "deleitándose" de la clásica lectura tediosa. La emoción puede favorecer el conocimiento, pero es el conocimiento (a veces sólo adquirido por y gracias al aburrimiento) lo que despierta las emociones. Un saludo
ResponderEliminarGracias por tu aportación lúcida al hilo del post. Sin embargo, en la ESO que yo conozco el ambiente no es nada propicio a los enfoques más tradicionales. La falta de atención en generalizada, las disrupciones continuas, la incapacidad de aguantar una explicación, mayoritaria, sus ganas de empollar, nulas. Sé que cuando intento explicar, la mayoría desconecta y no se enteran de nada. Este es el panorama que yo vivo. Otra cosa es cuando les planteo trabajos prácticos y concretos en los que veo que hay mucha mayor implicación en el aula. Sé que no van a estudiar en casa. Son muchachos de barrio e inmigración. De este contexto surgen reflexiones sobre cómo actuar ante esta situación. Este año voy a intentar un enfoque novedoso para ellos que es la "la clase invertida" por la que voy a grabar vídeos (con bastante nivel pero adaptados a su mentalidad) para que los vean en casa. Estos temas desarrollan lo que en clase es un fracaso como explicación. Creo que para ellos, la teoría de la gamificación será estimulante. Si estuviera en otro contexto o con otro tipo de chavales quizás mi planteamiento sería muy distinto. En bachillerato tengo otra situación, tal vez por ser grupos muy pequeños y favorecer la función tradicional del profesor.
EliminarTengo una hija de quince años que trabaja y empolla como una descosida. Saca notas excelentes, las máximas, pero considera el colegio como un lugar de tortura y lo detesta. Esto tampoco me gusta, no me gusta nada. Querría que mis alumnos de una u otra forma pudieran disfrutar y que esperaran la clase con ilusión. Quizás sea una pretensión imposible pues el colegio siempre es -a sus ojos- como un lugar de pesar.
Un saludo.
Entiendo Joselu lo que comentas, nosotros los de Filosofía básicamente impartimos en Bachillerato y cuando enseñamos en la ESO sólo lo hacemos con asignaturas que lastimosamente tienen una carga horaria de una una semanal,,, que, entre festivos, salidas extraescolares, etc, se queda en unas diez horas por trimestre. Una vergüenza. Me estoy acordando de la cantidad de papel gastado para denunciar las pretensiones adoctrinadoras de materias como Educación para la Ciudadanía, ¡pero si cualquier anuncio de televisión adoctrina más que todo un curso de Ciudadanía! En fin, mucho ánimo con tu experimento y ya nos contarás tu experiencia.
EliminarLa neuroeducación consiste en la aplicación de los descubrimientos de las neurociencias al campo del aprendizaje y los métodos de enseñanza. Conociendo cómo actúa nuestro cerebro, qué es lo que le hace aprender y qué lo que le bloquea; sabiendo cómo madura y cuál es el momento más adecuado para cada aprendizaje, se podrían diseñar métodos de enseñanza y un sistema educativo considerablemente mejores que los que tenemos ahora. De ahí las grandes expectativas que se depositan en ella.
ResponderEliminarPero la neuroeducación se mueve en un terreno resbaladizo, propicio al espectáculo y el sensacionalismo. La reverencia que se tiene por la Ciencia, el uso de su terminología fuera de contexto, la falta de formación, los malos libros de divulgación y la necesidad de encontrar recetas puede conducir a decisiones que no tienen el soporte científico que se les supone.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/la-neuroeducacion-y-las-decisiones-educativas
Esto es real, está muy bien que lo apuntes. Ha habido aplicaciones de las teorías de la neuroeducación que ha llevado a la estimulación temprana de niños pequeños basándose en la plasticidad del cerebro que se eleva a dogma educativo. Hay colegios que hacen de este enfoque neuroeducativo un uso realmente poco ajustado a lo que realmente sabemos del cerebro. Puede haber mucho farsante y aprovechado, que no tiene conocimientos serios y contrastados que quiera vender métodos cuasi mágicos.
EliminarYo la acojo como un soplo de aire fresco en una educación que nada se mueve y permanece como si la realidad no desmintiera cada día nuestro fracaso contrastado en las aulas.