Páginas vistas desde Diciembre de 2005




martes, 28 de mayo de 2013

Delación



Hoy salía de clase con una moderada satisfacción. Mis alumnos de cuarto B habían obtenido unos alentadores resultados en un examen sobre la generación del 27. No todos, pero sí una cierta tendencia que lograba que muchos fueran recuperando la evaluación a través de la hoja de cálculo de EDMODO, la plataforma educativa que utilizo. Además la clase de hoy, a una hora mala, había ido bastante bien. El poeta Miguel Hernández les había interesado: su origen humilde, la oposición del padre a que estudiara o que escribiera versos, el choque entre el deseo y las limitaciones de ese deseo... Me gusta hablar de literatura y acercarles a una serie de autores de modo que les sean próximos. Repito mucho las cosas. Es una estrategia para lograr atravesar los veinte muros de protección que tienen ante el acceso de información nueva que confunda o altere su mundo. Ello me lleva a que en numerosas ocasiones acuda a anécdotas y menos a análisis o comentario teórico que sé que no les llega... Quiero hacerles partícipe de un tiempo, de un modo de entender la literatura, de conflictos que les son o les resultan lejanos como la guerra civil que ellos no pueden llegar a entender. No pueden entender por qué Miguel Hernández fue detenido por la policía salazarista portuguesa y entregado a España, y ser encarcelado hasta su muerte en 1942. No pueden entender la vesania y el espíritu de venganza que reinó entre los vencedores de la guerra.

Pues sí, hoy salía contento. Habían tomado información sobre Miguel Hernández y parecía haberles llegado. Al día siguiente les daría una antología de poemas que incluiría algún soneto de El rayo que no cesa, la Elegía a Ramón Sijé, poemas como las Nanas de la cebolla y algún otro de Cancionero y romancero de ausencias.

Sí, el profesor salía contento de clase a las 14.30. El curso está saliendo con un nivel satisfactorio –me decía- y todo apunta a que estos muchachos tendrán un marco histórico y literario a la vez que sintáctico para encarar el bachillerato.

Salía contento... pero un muchacho de la clase se ha quedado el último para aparentemente hablar conmigo. Se ha dirigido a mí y me ha dicho que si les preguntara a mis alumnos todos sabrían la respuesta correcta. No he entendido lo que me decía, y le he preguntado, recordando su mediocre resultado en el examen, que qué me quería decir.

“Pues que han copiado, que todos tenían chuletas y por eso han obtenido esos resultados”.

Una sensación amarga me ha golpeado y ha hundido mi satisfacción. Aquel muchacho podía ser un impresentable, con confusos sentimientos o al menos extraños. Justificaba su fracaso en el examen acusando en general a sus compañeros, sin pruebas, haciendo extenderse sobre ellos una mancha generalizada de sospecha que afectaba a los que efectivamente hubieran podido copiar (siempre es posible) como a los que hubieran obtenido en buen lid su calificación (que también los habría).

Mi estado de ánimo había cambiado totalmente. Me había invadido una especie de amargura, no sé si tanto por lo que parecía revelarme este alumno, o por la tristeza humana que ponía de relieve la delación de sus compañeros. 

14 comentarios :

  1. En las etiquetas, bajo la entrada, Sociedad está en minúscula, como si en realidad dijera "Suciedad" y a última hora se hubiera arrepentido.El delator jugó limpio y perdió. Entra dentro de lo probable que los otros hayan jugado sucio y que ganen. Es comprensible su rebelión contra una injusticia: no que él suspendiera, sino que los demás jugasen sucio para aprobar. Al final se halla uno entre dos males: la delación y la trampa. Tengo por principio en las clases el siguiente: quien se interese por los compañeros sólo puede hacerlo para ayudarlos, quien lo haga para dañarlos, aunque tenga razón, recibirá él, o ella, el castigo. Me ahorra muchas quejas y querellas, y creo que inscribo en ellos la solidaridad al nivel del imperativo categórico. Es triste, con todo, que haya tanta suciedad desde tan temprano, el ejercicio de la picaresca que no cesa...

    ResponderEliminar
  2. El tema es mucho más delicado de lo que parece. Y me pongo más en la piel del delator, ya que los demás han compartido una conjura en busca de un beneficio inmediato: aprobar un examen.
    En mi instituto hace poco sucedió algo parecido. Los alumnos consiguieron del portátil del profesor en su ausencia y mediante un USB el examen del día siguiente. Y hubo un delator que dio nombres y apellidos. Estos fueron castigados según el reglamento del centro. Pero el delator sufrió un acoso que hasta ahora, a final de curso, no se ha atrevido a denunciar. Y lo ha hecho porque "estaba harto y ya le deba igual todo"... "ya no le importaba que le pudiesen dar una paliza". Aportó copia de mensajes de e-mail y WasApps. Han vuelto a ser castigados los culpables... pero.
    Y en su caso los delató porque entendió que copiar o saber de antemano las preguntas de un examen es un fraude. No es buen compañero quien adultera una prueba. Señalo que los deportistas que se dopan son sancionados porque compiten irregularmente. No es que consigan records y mejoren sus marcas, lo cierto es que engañan a su público y superan a quienes compiten honestamente.
    Para mí no es un delator. Admiro su decisión porque tiene que superar un código muy fuerte -compañerismo/corporativismo- que atenaza a cualquiera. Tiene que superar la presión del grupo, asume una culpabilidad cuando él no ha cometido ninguna falta. Simplemente no ha sido cómplice de un engaño. Y todos sabemos que lo más fácil es callar.
    Entristece saber que unos buenos resultados no ha salido del esfuerzo y del interés en una materia concreta... sino del esfuerzo, el interés y el riesgo de copiar y obtener unos resultados favorables. En 4º de ESO es posible que mediante un par de charlas se les pueda hacer ver que ha sido un acto muy censurable y finalmente no tomen represalias contra el delator. En el caso que os he expuesto la situación es mucho peor, porque pertenecen a ciclos superiores y tengo la mala impresión que el delator ya ha sido condenado por la tribu. Es cuestión de que acabe el curso para que se cumpla la sentencia... y no podremos hacer mucho más.

    ResponderEliminar
  3. Si el chivato ha dicho la verdad, prefiero al que no ha copiado y ha suspendido que al que aprueba haciendo trampas. En cualquier caso, este tipo de situaciones es muy común en los alumnos. ¿Qué sucede cuando todos los alumnos acusan a un compañero de haber aprobado copiando? ¿Los delatores son iguales que el delator de tu historia? Entiendo tu enfado, porque yo sentí lo mismo cuando todos aquellos alumnos acusaban a otro alumno. Yo no lo había visto y, por consiguiente, no podía suspenderlo. Ahora bien, el ladrón siempre deja rastro en algún otro robo. En el siguiente lo pillé. Tus alumnos, si han copiado o no, acabarán dejando huella. Ojalá los resultados sean producto de su esfuerzo y de tu buen trabajo, del que no me cabe la menor duda.

    De todos modos, esa situación concuerda mucho con la época de Miguel Hernández...

    ResponderEliminar
  4. Bravo por el delator. Como ya han dicho antes y mejor, hace falta mucho valor para vencer el miedo y levantar la alfombra que cubre toda la mierda.
    Desde luego, nuestros códigos morales difieren enormemente, Joselu, pues considero muy noble el señalar una falta de cualquier índole (máxime cuando el delator podría haber participado del fraude).

    ResponderEliminar
  5. Quizás no ha quedado claro en mi primera intervención que cuando hablo del delator que recibe el castigo me refiero, obviamente,a aquellas delaciones que no tienen como base un agravio comparativo, sino la búsqueda del castigo para el otro por el placer de verlo castigado. Se trata de una variante perversa del tradicional pelota que busca el bien propio.

    ResponderEliminar
  6. ¿Qué motivo ha tenido este alumno para delatar el que hayan copiado sus compañeros? Creo que esa es la clave. ¿ Ha sido por despecho porque él no ha podido participar? ¿ Ha sido la rabia porque actuando con honestidad, sin copiar, ha visto como era recompensado el grupo que había utilizado la mentira o el fraude para obtener buena nota?
    Yo no lo sé, posiblemente Ud. pueda tener acceso a los verdaderos motivos.
    Copiar, (para mi, que he copiado-no mucho porque no era muy hábil y pe ponía "colorao" ante la idea de sacar la chuleta-), es un fraude. Pequeño,, vulgar, común, pero un fraude. Un fraude al que en esa época de la vida se tiene acceso. Está hasta bien visto.
    Cuando esos chicos tengan acceso a otros niveles de fraude no me extrañaría que siguieran defraudando, de acuerdo a sus posibilidades.
    Y es que estamos en el país del "Que parezca que" Lo importante no es que "sea", lo importante es "que parezca"... y así no va. El fin justifica los medios. La mentira como herramienta válida. El título con pocos conocimientos.
    Si esos chicos no entienden que eso es un fraude, en el que los primeros perjudicados son ellos, cuando sean mayores podrán ser políticos... y hasta banqueros...
    Y el delator indignado acabará siendo también un copión. ¿Por qué no copiar si es lo normal y no está mal visto?

    ResponderEliminar
  7. Hoy mismo he pillado a un alumno de primero de ESO con una chuleta; un alumno de los mejores de la clase. Me he sorprendido porque es un buen alumno y un buen chaval al que no le hacía falta la chuleta. Pero lo he pillado y le he quitado el examen. No habían pasado ni cinco minutos desde que les diera el examen. Y al final de la clase me viene el susodicho alumno diciéndome que él no había copiado... que no le había dado tiempo... que lo había pillado antes de poder copiar. He sentido rabia. Y más, cuando ya, terminada la clase, una alumna me ha venido a preguntar que qué castigo recibiría el alumno que había copiado... ¡y a ella que narices le importa...!
    Pero el tema es que los profesores tenemos que ser policías y jueces de determinadas situaciones que son un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Y uno, la verdad, es que no sabe qué hacer por lo menos yo).

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Os veo a todos vosotros profesores, o a casi todos, demasiado seguros de lo que es el bien y el mal. Os veo demasiado imbuidos de vuestra autoridad y muy conscientes de lo que ocurra a vuestro lado de la tarima pero totalmente desconocedores de lo que ocurre al otro lado de ella.
    Estoy pensando en aquella legendaria serie de televisión, Arriba y abajo, que estoy volviendo a ver en estos días y a la que considero lo mejor que se ha hecho para ese medio.También allí hay sorpresa e inquietud cuando los de la parte alta o la parte baja descubren que los del otro lado se rigen por unos cánones distintos a los que se habían imaginado. No imaginan que pueda haber intrigas, guerras internas, delaciones, traiciones etc.. porque la parte principal, la que se relaciona con la otra y ven todos los días permanece inalterable.
    Si en algún momento uno pudiese bajar de la tarima comprendería que en muchos casos la delación es un acto de simple justicia y que el mensajero no es culpable de la naturaleza del mensaje. No lo fue cuando un grupo de alumnos en la Universidad tomamos la decisión de dejar en el capó del coche de un catedrático el examen que algunos habían robado en la fotocopiadora y con el que querían obtener una ventaja injusta sobre los demás. Todo es cuestión de elección, podemos preferir mantener una falsa armonía donde no lo hay sin pararnos en matices y dejando en evidencia al mensajero sin darle la oportunidad defender la validez de sus argumentos, pero si lo hacemos nos merecemos el aislamiento que nosotros mismos nos hemos construido.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  9. Copiar en un examen siempre está (o debe estar) penalizado. Yo fui una imbécil al copiar en un examen de inglés en la facultad, cuando ya era maestra, y pasé una vergüenza espantosa al ser pillada. No lo tenía pensado, simplemente surgió y lo hice fatal (la falta de práctica tuvo la culpa. Había visto cantidad de veces cómo copiaban otros más espabilados con asombrosa sangre fría. Un colega, también maestro, reconocía abiertamente que llevaba los exámenes ya hechos porque le interesaba el título, le daba lo mismo aprender o no, y, en cambio, se ponía hecho una furia cuando pillaba a sus alumnos haciendo lo mismo. Doble rasero que le dicen...
    Nunca delaté a nadie, aunque se me llevaban los demonios cuando me enteraba de que aprobaban y yo no, pero yo no quería la nota sin más, mi interés sí era aprender (y lo hice). Siempre he sido honrada, en eso y en todo lo demás, aunque últimamente me estoy planteando cometer algún pequeño hurto, visto el panorama...
    ¿El delator es un héroe o un traidor? Como maestra intento convencer a mis alumnos de que denunciar un delito no es ser un chivato, es una obligación porque alguen ha causado un perjuicio al resto y debe ser castigado. Ellos no lo entienden así, claro, creen que deben cubrirse unos a otros, más por miedo que por convicción. No comprenden, por mucho que se lo intentes explicar, lo mal que nos sentimos al enterarnos de algo así. Para nosotros es un fracaso, una tremenda decepción, pero eso pertenece al campo de la ética y la moralidad, conceptos que a ellos les dicen bien poco.
    Si el delator de tu post no tenía pruebas, ¿qué ganaba con decírtelo? ¿Soltar su rabia? ¿Enfurecerte? ¿Entristecerte? Y si las tenía, ¿por qué no te las dio? Tú sólo obtuviste amargura, él a saber qué. Hay gente mezquina que disfruta haciendo daño. Ser maestro consiste en enseñar principios y valores, algo poco apreciado hoy día. Los que llenan páginas y páginas de periódicos y horas de radio y televisión no son precisamente santos varones sino chorizos sin escrúpulos, sinvergüenzas que se lo llevan crudo mientras nos dan lecciones de eficacia, manda narices, integrantes de una nueva banda de Alí-Babá que se forran a nuestra costa y se pasean con modales chulescos por la calle. Esos son los modelos que tienen hoy nuestros chavales. ¿Cómo vamos a convencerles de que "eso no se hace"? Tú que das Literatura háblales de "Miau", del coste de ser honrado. Yo me quedo con el "Blues de la escalera" de Sabina, acertado como siempre.
    En fin, colega, con estos bueyes tenemos que arar. No nos acostumbramos a tragar quina, siempre sabe amarga. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Disculpa mi dilación en leer sobre esta delación: exámenes por doquier...

    Un beso.

    Fer

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por fin termino. Coincido con Poz: "El delator jugó limpio y perdió."

      Hay una película que he visto hace poco que te puede resultar útil, no sólo para focalizar sobre el fraude, sino también sobre el plagio literario: "El ladrón de las palabras" en español, "The Words", en el original en inglés.

      Me parece que has abordado bien el tema.
      Tal vez la pase yo misma en mis clases, porque luego de corregir pilas de exámenes de mitad de año, noto que no redactan de manera original y espontánea, sino que memorizan escritos que les doy yo misma como modelos y los reescriben en clase como parte del examen, aunque nadie dice nada cuando los cuestiono al respecto.

      Un beso.

      Fer

      Eliminar
  11. Amigos, vuestras consideraciones me han ayudado a reenfocar el asunto. Cuando escribí estaba todavía demasiado en vivo el asunto. Algunas reflexiones dan ideas interesantes… y decidí no criminalizar la figura del delator. Sin embargo, tengo mis dudas sobre el asunto.

    Hoy les he planteado un ejercicio argumentativo en doscientas palabras sobre la práctica de copiar. Para ello les he dado un texto redactado por mí en el que hacía algunas consideraciones sobre lo que suponía el fraude de copiar. Tenían que plantear una tesis y dar razones para sostenerla y llegar así a una conclusión. ¿Había sospechosos? Claro que los había. Pertenecían a un grupo determinado que había obtenido buenas notas en el último examen. Para mi sorpresa, los ejercicios más largos y contundentes contra la práctica de la copia han salido de los presuntos sospechosos.

    Como ejercicio final de curso les pasaré la película "El club de los emperadores" que tanto gusta a Yolanda y que desarrolla el asunto mismo de esta discusión: el fraude intelectual y la trampa entre adolescentes que luego llegarán a altos cargos políticos en su país y continuarán con las mismas actitudes.

    No puedo estar de acuerdo con las consideraciones del Dr. Krapp sobre que estemos demasiado imbuidos de la idea de autoridad, sobre lo que significa el bien y el mal y que seamos desconocedores de lo que pasa al otro lado. Tal vez porque lo conocemos demasiado bien y estamos inmersos en ello, a veces nos es tan difícil enjuiciarlo. Es una opinión bienintencionada, sin duda, pero que desconoce lo que es esta profesión por dentro que nos llena a la mayoría de incertidumbre… y a la vez uno ha de comérsela porque ha de salir cada día delante de treinta alumnos a enseñar, orientar, dar pautas, reconducir, comprender, juzgar necesariamente… y esta tribuna abierta nos ayuda a comprender en un debate en que nos revelamos y nos rebelamos contra nuestras dudas. Gracias a todos.

    ResponderEliminar
  12. Hola, me estoy haciendo una lista de los mejores blogs de cine en blogginup.com. Te importaría añadir el tuyo?. De esta forma los tengo todos ordenados, ver el contenido nuevo y clasificarlo.

    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  13. Ojala fuera delatora, resulta fustrante descubrir como ciertos compañer@s no hacen nada por aprobar llegan y con una triste chuleta aprueban, con mejores notas que yo, ¿vanidad? podría ser, pero no lo veo justo, es un maltrato para quien trabaja se lo gana y percibe estos actos; haré una analogía ¿te callarías ante un maltrato hacia alguien? pues exactamente así se siente quien aprueba estudiando y ve a compañer@s aprobar con chuletas y el profesor lo sabe, que es lo peor de todo. Me pregunto ¿si es envidia mía o mera sed de justicia?

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog