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lunes, 9 de marzo de 2009

Contemplaciones

Pienso, como Francisco Machuca, que el tiempo libre, el tiempo dedicado a la ociosidad, el tiempo para la contemplación es una de las experiencias más enriquecedoras que existen para el ser humano. Pero está mal visto. En la vida hay que producir, no estar nunca ocioso, trabajar, llenar de actividades nuestra existencia. Sin embargo, hubo un tiempo en mi vida, antes de ser padre, que abandonaba durante unos meses la docencia mediante permisos sin sueldo y me iba a viajar durante varios meses, sin rumbo definido y sin coche. Mi objetivo era contemplar la realidad en circunstancias fuera de las vacaciones habituales y observarme a mí mismo. No llevaba cámara fotográfica y sí un cuaderno donde anotaba el fluir de mis días y de mis noches. Era un diario en que escribía mis pensamientos, mis observaciones, mis sueños nocturnos, mis tristezas y depresiones, mis gozos y mis lecturas que se iban trenzando con el devenir del viaje.

 En noviembre de 1989 emprendí un viaje a Sevilla en el tren Estrella del Mediterráneo. Viajar en un expreso era por aquel entonces –no sé si ahora- una experiencia extraordinaria. Muchas de las mejores conversaciones que he oído en mi vida han tenido lugar en un tren nocturno. La gente en la penumbra e intimidad del compartimento cuenta su vida al viajero que ha llegado por azar a aquel tren. Salen historias sorprendentes y humanas, como las que oí aquella noche y que anoté en mi diario.

 Llegué a Sevilla, deambulé por la calle de la Sierpe y visité, cerca de la Giralda, el mesón donde se inspiró Quevedo para El buscón antes de embarcarse el protagonista para las Indias. Al día siguiente partí para Arcos de la Frontera, uno de los pueblos más hermosos de España, de allí viajé en autobús a Algodonales, localidad famosa porque se construyen las mejores guitarras españolas; Zahara, Grazalema, adonde llegué caminando tras pasar el puerto y la entrada al parque Natural de la sierra.  Llevaba conmigo una pequeña biblioteca que me acompañaba. Estaba leyendo por aquel entonces El marino que perdió la gracia del mar de Yukio Mishima. Viajaba y leía deleitándome en la historia de Ryuji y Fusako. Subrayaba el libro y anotaba fragmentos en mi diario. Me atraía la concepción del adolescente hijo de Fusako, que veía llenos de atrocidad la vida y el mundo de los adultos. La tentación de suicidio impregna a los personajes como una salida honrosa. Meditaba, viajaba y escribía en bares y mesones donde no había televisión. Tomaba una copa de vino blanco y seguía escribiendo.

 Una mañana, tras los pueblecitos blancos de Cádiz, llegué a Ronda en la provincia de Málaga. Guardaba en mi memoria fragmentos de sueños eróticos que me asaltaban por la noches. Sueños y lecturas, geografía y pensamientos se unían en mí en una historia que me resultaba apasionante. Al amanecer practicaba zazén con mi zafu durante una hora. En Ronda estuvo Rainer María Rilke en 1913 trabajando sobre la Sexta elegía de Duino, castillo construido sobre un acantilado, igual que Ronda al borde del deslumbrante Tajo que me dejó boquiabierto. Visité el museo dedicado a Rilke. Me hubiera gustado quedarme dos meses como él y escribir. Admiro la vida de aquellos escritores de comienzos de siglo que viajaban y se establecían en lugares que les atraían para inspirarse. Por las tardes de Ronda leí en la pensión, con una luz mortecina, varias obras de Shakespeare y El ensayo sobre el cansancio de Peter Handke que se pasó una temporada en Linares (Jaén) trabajando sobre dicho ensayo.

 De Ronda llegué a San Roque, ciudad sin ley, donde tomé varias cervezas por la noche en compañía de algunos yonkis y traficantes que me tomaron por un etarra, pues no entendían qué estaba haciendo allí, si todos los que iban por allí lo hacían para trapichear con droga. Fue una noche maravillosa en que terminamos hablando de literatura. Al final de la noche regalé El marino que perdió la gracia del mar a Juan José, y a pesar de que me habían invitado a ver los cuadros que Pedro pintaba, pensé que lo mejor ya había acabado y que debía salir corriendo de allí. San Roque es demasiado intenso.

 De San Roque llegué a Vejer de la Frontera. Allí conocí a Manuel e Ilde en una taberna del pueblo. Manuel tenía un cortijillo en Los caños de la Meca y me lo ofreció. No tenía luz ni agua. Allí pasé seis días oyendo el rugido del mar y el silbido del viento, leyendo a Sófocles, bañándome desnudo en el Atlántico frente a África, tumbándome sobre las dunas y caminando varios kilómetros por el bosque hasta Barbate. En dicho bosque vivía un hippy en un campamento improvisado. Nos saludamos y charlamos. En Barbate me llegó la noticia de la caída del muro de Berlín. Era el once de noviembre de 1989. Lo celebré y fui consciente de que el mundo iba a cambiar. Hablamos de ello Ilde, Manuel y yo por las tarde cuando me venían a ver al cortijillo y conversábamos durante horas de sus vidas y de sus ilusiones y desesperanzas. A veces me asaltaban obsesiones y desolaciones que anotaba, igual que mis imágenes eróticas que eran especialmente poderosas cuando veía a las muchachas andaluzas que había en aquellos pueblecitos y que luego se me aparecían en los sueños. Pasé unos días densos en las cercanías del faro de Trafalgar donde vivían hippies en sus furgonetas acampados. Por la noche hubo luna llena. Caminé por la playa sintiendo el viento en mis sienes y el aullido del mar.

 Un día de viento intenso, salí con mi mochila y mi zafu (cojín para practicar zazén) andando y lleno de tristeza. El día era fantasmal. Me dirigía a Vejer, Cádiz, El puerto de Santa María y por fin Sanlúcar de Barrameda donde pasé varios días frente al coto de Doñana y el Guadalquivir. Sanlúcar es un pueblo que me pareció alegre desde que entré por sus calles. Fue un flechazo. Es concéntrico y orgulloso: el flamenco, los toros, el pescadito, la elegancia andaluza, el señoritismo y la manzanilla. Pasé varios días allí y luego volví a Sevilla y de allí rumbo a Barcelona. Había pasado un mes alejado de las aulas, pero pensé que esta inyección de vida me nutría más que algún cursillo de formación. Así lo pensé durante bastante tiempo y me escapaba a recorrer España o países lejanos y escribía sobre todo lo que vivía en aquellos días cenitales en soledad, en compañía de la mochila y de los libros. Pronto volvería, lleno de ilusión, a mi instituto. Todavía no había entrado la psicopedagogía en la enseñanza.

23 comentarios :

  1. Como he gozado con este post,mi querido amigo.Una road movie literaria surgida de un diario de viajes y referentes literarios.Ay,que estos tiempos han aniquilado esas contemplaciones y remembranzas del otro tiempo,es decir,el tiempo personal surgido de la sensibilidad y pasión por contemplar las cosas.

    Gracias,mi querido Joselu,imprimo este post para colocarlo en mi archivo repleto de anécdotas escritas por personas que una vez fueron agraciadas por ese tiempo que no está ni en los calendarios ni en los relojes.Ya sabes que las distancias nunca son geográficas.

    Un fuerte abrazo.

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  2. Sí, los trenes estrella...Ahora son de lo peorcito. Yo hice el viaje contrario, de Sevilla a Barcelona. Una familia repartía bocadillos de chorizo y cortaban el fiambre con una navaja tipo Curro Jiménez. Todos los vagones olían a chorizo, a sudor. Me acompañaron un cura y un borracho (yo sola, no sé a quién le tenía más miedo...). El cura intentaba averiguar si mis hábitos eran lo suficientemente cristianos, y el borracho respiraba muy ruidosamente, hasta que se levantaba y se tomaba algo en el bar.

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  3. Hombre de barro, algo hay de eso porque todavía me asaltan las ganas de irme a recorrer mundo con la mochila a la espalda, y amanecer cada día en un sitio, y dejarme penetrar por la vida que encuentre a cada paso. Leer y escribir viajando son una de mis pasiones. No sé si eso exactamente es ser hippy.

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  4. Francisco Machuca, tu post Vagos me clavo en la silla de mi buhardilla. Creo que no encuentro actividad más noble que la ociosidad plagada de contenidos existenciales, que es contemplar y contemplarse en relación al mundo. Entiendo por qué los grandes artistas han disfrutado tantos de tiempos de contemplación. En este viaje envidié a Rilke, su talento, está claro, y ese poder viajar arrastrado por el viento y recalar en Ronda y escribir esa elegía a los héroes. La pasión estética me domina en mi vida y en mis viajes. Una vez me acusaron de esteticista, y yo, pensándolo bien, lo consideré un elogio. Un fuerte abrazo.

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  5. Simalme, veo que lo pasaste mal, pero no me digas que la situación no tenía su gracia: el olor a chorizo y sudor, el cura que quería saber si tus hábitos eran cristianos y el borracho. Un viaje así da para escribir mucho. Al cura se le pueden incluso consultar dudas de fe, y al borracho, pues escucharle. Los borrachos dicen a veces cosas la mar de interesantes. Yo me lo hubiera pasado bomba aunque no hubiera abierto la boca. Un abrazo.

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  6. SIempre he pensado que hay tres modos de aprender. Ser autodidacta, y leer lo que otros han escrito/pensado, que alguien te enseñe lo que piensa o sabe por otros a los que leyó o escuchó, y viajar. En realidad las tres se reducen a escuchar, pero... la opción más gratificante para todos los sentidos sin duda alguna (para mí) es la tercera :)
    Personalmente me fascina este planeta en el que nos ha tocado vivir. Me deja patidifusa. Ninguna obra creada por el hombre se iguala a a las de la natura (deformación vocacional? tal vez, no importa). Así que cuando puedo hacerlo, cojo la mochila y el camino y lo que veo hace que mi mandíbula llegue al piso. Uhm... yo creo que elegiría destinos completamente distintos a los tuyos, cada uno viaja allá donde cree que aprenderá algo que le interese (si es que hay algo que no interese (?)) pero bueno, no vivimos eternamente de modo que priorizamos al gusto, y leyendo tu entrada, pienso que es una suerte. Para todos.

    Un placer leerte, como siempre. Saludos.

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  7. No vivo en andorra lo que pasa que es un sitio donde me gustaria vivir

    Un saludo

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  8. Esperemos que no seas el profesor
    que perdió la gracia de la enseñanza y no haya un alumno tuyo
    fascinado contigo con una pureza
    perversa que te de la pócima, no
    como en la novela de Missima,mortal
    sino para recordarte, que no te
    acomodes nunca que en tus manos
    hay muchos cofres que se estan
    labrando.

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  9. Ese día en que caía el muro de Berlín cumplía yo, apenas, mi primer mes en la enseñanza. Ya ha llovido, eh. Quedaba muy poco para que los psico-pedagogos empezasen a tocar a la puerta; después hemos sido nosotros los que hemos tenido que tocar -perrunamente- a la puerta de sus despachos.

    Cuánta razón tienes en que esos viajes te daban más que cualquier cursillo de formación de los que ofrecen los ceps, ices, cefires. Sería estupendo que en vez de esos miserables cursillos, desde la propia administración se ayudase a que los docentes realizase actividades realmente conducentes a una mejora personal y profesional. Permutas temporales, cambios de destino temporales... cosas así. Pocas cosas son revitalizadoras como un cambio de paisaje.

    ¡Qué lejanos los ochenta!

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  10. Si supieras que has realizado uno de mis sueños... largarme un mes, dos meses, sola, sin un rumbo preciso, con todo eso que tú llevabas en la mochila, excepto el cojín de zazen, que realmente no me hace falta. Qué lujo. Creo que yo no he podido hacerlo porque tengo niños desde mi más temprana juventud. Ahora quizás, si no se me echa el tiempo encima, quizás podría. Me ha encantado tu relato, tus aventuras externas e internas, tu deambular por un camino de ese modo. Es una alegría que haya gente como tú.

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  11. Que buenas experiencias. Yo no he podido hacer nunca nada parecido. Dentro de uno o dos meses, espero poder dedicar un día entero de primavera a recorrer un pequeño río, cuando salgan las orquídeas, y no regresar hasta que oscurezca. De aquí no creo que pase.

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  12. Y yo qué estaba haciendo matriculada en un curso de no sé qué cosa otra vez. Y Cádiz, abandonado de mí... Y el vino, abandonado de mí... Y la aventura, abandonada tres veces...

    Claro, así me salen algunas clasecitas.

    Ahora mismo me echo a la calle...

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  13. Qué maravilloso viaje por el sur, de veras. Llegar desde Sevilla a los pequeños pueblos que puedes encontrarte en las distintas provincias de Andalucía es genial. Tengo que hacer ese viaje; también es genial pasear por las calles de Sevilla en las que estuvo Cervantes, Cernuda, Quevedo y tantos otros. Tanta historia y tanta vida... Un abrazo.

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  14. Veo que has recorrido algunos de los parajes más bonitos de mi tierra. Ronda es una maravilla. Zahara también, tan pequeña y colgada en lo alto. Cuánto se aprende y se disfruta en esos viajes, tan personales y tan llenos de contacto humano. No comparto tu entusiasmo por los trenes estrella. Una vez fui en uno desde Madrid a Aguilar de Campoo por la noche y el viaje se me hizo eterno.

    Un post precioso, Joselu.

    Saludos

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  15. Comparto muchas de las vivencias que nos relatas, Joselu. Tu admiración por el sur, por los viajes, por los libros, por el tren y algunas cosillas más que nos cuentas me resultan muy familiares y las comparto plenamente. Sin embargo, debo reconocer que me admira saber que alguien deja su empleo por VIVIR. Felicidades, yo nunca me he atrevido...

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  16. me ha encantado el viaje.
    yo tuve uno parecido, de 8 0 9 días, pero por la costa brava. Leía a Hermann Hesse y dormía en una playa de San Pol de mar o en Blanes, cuando me cansaba o me empezaban a mirar mal cambiaba de pueblo y listo. Mis equipaje estaba en una consigna en la estación de Sans en Barcelona, y sólo llevaba un pequeño bolso encima (con un bañador, una navaja y poco más. En Blanes vi fuegos artificiales 4 noches seguidas y aquello ya era surrealista de todo. Al final, me volví a Galicia con más recuerdos en la cabeza que los que da un año de rutinas.
    Por cierto, me gustaría saber qué es lo que quieres decir (si es que quieres decir algo) con lo de la psicopedagogía. Perdona mi curiosidad.
    Un abrazo.
    iago

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  17. Iago, con lo de la psicopedagogía no quiero decir nada más allá de pensar que en aquel tiempo de que hablo (1989) los alumnos se enfrentaban fundamentalmente a conocimientos que tenían que asimilar, estructurar y exponer, lo que era para mí, que saqué las oposiciones en esos planteamientos, un sistema mucho más comprensible que lo que vino después, y ha llevado a un estado de la enseñanza muy problemático y bajo de nivel. Hay un famoso panfleto de Ricardo Moreno Castillo que se califica de "antipedagógico" que en muchos sentidos suscribo. Espero que no seas psicopedagogo. No quería molestar a nadie. Un abrazo.

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  18. No me has molestado para nada. Todavía no soy psicopedagogo pero estoy preparando las oposiciones. Verás, desde los libros que estudio pinta todo muy bonito, pero sé bien que la realidad de las aulas es muy distinta. Yo pertenezco al último curso que hizo B.U.P., y creo que me alegro bastante de ello.
    Según tengo entendido, me parece que la reforma fue muy precipitada y el sistema educativo no estaba preparado para ella. Ahora con la reforma del CAP igual cambia la cosa. No sé; hablo desde fuera y mi opinión no tiene mucho fundamento.
    En fin, espero que con el tiempo y la ilusión (la mía por lo menos) la cosa mejore.
    Un saludo.
    iago

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  19. bonito viaje mochilero.

    conozco algunas de los pueblos por donde pasaste.

    hace poco también hice un viaje, más corto que el tuyo, donde caminé al lado de la playa desde los caños hasta más allá de zahara, durmiendo con la mochila y el saco en las finas playas cerca del atlático.

    saludos

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  20. Que envidia Joselu... que viaje más interesante... a mí Andalucía me encanta y llevo muchísimos años pasando mis vacaciones de verano por allí. Estoy enamoradita de Cádiz y no descarto terminar por allí mi vida, pero claro, no es lo mismo unas vacaciones standard que un periplo como ese que tan bien nos has descrito... La ausencia de programa predeterminado, el ir donde te pida el cuerpo, mezclarte con la gente, escuchar sus historias... Eso es una escuela viviente que te enriquece muchísimo....

    Un beso y gracias por compartirlo

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  21. He leído con mucho interés, como si de una novela de viajes se tratara, tu post. Me ha parecido delicioso. Me has hecho soñar con este mi otro yo que no ha podido dedicarse a viajar solo y vivir experiencias mundanas como las que tú narras.
    Un saludo

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  22. esta entrada tuya me ha dejado llena de nostalgia.
    había visitado casi todos los lugares que mencionas ya que pasé las vacaciones durante algunos años en casa de mi hijo(profesor de instituto ahora en malaga)que entonces trabajaba en vejer de la frontera.
    hemos andado a plazos la costa entre cadiz y tarifa y nunca olvidaré estos sitios que para mi eran unas maravillas sorprendentes.

    un saludo

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