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domingo, 2 de noviembre de 2008
Un reencuentro
Llueve. Son días de lluvia generosa. Una tupida cortina de agua golpea los cristales de la claraboya de mi buhardilla. Escribo en esta mañana del domingo en que todavía estoy dominado por una intensa emoción. Ayer noche también llovía. Mi mujer y yo nos acercamos a un centro comercial para ir a ver una película. De pronto,cuando entrábamos por el acceso principal, oigo una voz que me decía: ¡Hola, profe! Me volví y vi a una parejita de jóvenes a los cuales conocía por haber sido alumnos míos hace unos años. Recordé inmediatamente sus nombres: Toni y Estefanía.
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Me ha emocionado tu post. Lo confieso. A mí también me ha pasado esto en más de una ocasión. Y también me ha asaltado un cierto resquemor al acordarme de la pequeña "guerra" que teníamos declarada en el aula y que se saldó con un tremendo fracaso escolar. Y ahora, esto. Por fin, victoria. Hemos ganado los dos. Y es que la educación tiene esto, aquello de las aceras del post de Toni Solano...
ResponderEliminarUn saludo
Sinceramente, joselu, me he conmovido. Todos tenemos alumnos así, alumnos que están pasando la terribilidad de la adolescencia, a los que juzgamos según unos parámetros desmesurados. Mi marido dice que a los adolescentes hay que tratarlos como a adultos que están pasando una crisis. Y creo que tiene razón.
ResponderEliminarEs una preciosidad tu entrada de hoy. Me he sentido muy bien, viendo que hay profesores como tú. Ya estaba yo echando de menos un poco de humanidad en la enseñanza, porque veo y leo, y compruebo cada día que los alumnos son mirados como enemigos. Un abrazo mío muy solidario.
Yo pude haber sido ese estudiante molestoso en tu clase. Tuve un par de años de rebeldía en los que me divertía apretándole los botones a algunos maestros, pero en el momento ni yo sabía por qué lo hacía. Pero aún en esos momentos uno aprecia al maestro u maestra que no se da por vencido y que, por lo tanto, no te descarta. Creo que ese es tu caso.
ResponderEliminarHay alumnos de los llamados "difíciles" que nos hacen pasar algo más que sudores. A veces acertamos con el clic que les abre un horizonte nuevo, otras hay que esperar años para ver el resultado de nuestro esfuerzo. Esa pequeña y preciosa semilla que sembramos en cada alumno no siempre fructifica como y cuando deseamos, pero ahí está. Yo me encuentro con muchos exalumnos y la mayoría de las veces es un reencuentro gozoso, rara vez hay un cambio de acera o una mirada esquiva. Tampoco podemos aspirar a ver siempre recompensado nuestro esfuerzo ni aser tan valorados como merecemos, pero encuentros como el tuyo nos hacen sentir ese cosquilleo que sólo los profes conocemos. Seguro que hay muchos otros esperando encontrarte para darte más abrazos. Cuando se hace algo con verdadero interés y cariño no cae en el olvido.´¡Ánimo, y sigue ahí!
ResponderEliminarMe van a formatear el ordenador entre mi hijo y un amigo suyo, a ver si desaprecen los virus. Espero que no tarden mucho y lo hagan bien.
Un abrazo, colega. Y cuidado con el temporal, que según la tele lo tenéis crudo por allá.
Lo que cuentas es algo bastante corriente, lógico diría. Si en aquellos tiempos no fuiste transigente con él y ahora te saluda cordialmente es por porque comprende que fuiste justo con él. Si pensase que fuiste injusto seguramente se habría hecho “el sueco”. Y si como pretendiste hubieses podido borrar aquellas palabras “airadas” y aquellos reproches seguramente no te habría saludado hoy. Los aduladores dan placer en el instante pero después los despreciamos, sobre todo cuando sabemos que los halagos no podían ser reales.
ResponderEliminarUn alumno “modelo” acostumbrado al halago seguramente no perdonará una crítica, ni un reproche.. y en el cine habría pasado de largo; que algunos cambien de acera no tiene porque ser un mal indicio... lo que realmente importa es quién la cruza la para encontrarse contigo y por qué.
Salud y librepensamiento.
Todos nos influimos, lo que no sabemos muchas veces hasta qué punto.
ResponderEliminarPor lo que sé, el problema de la adolescencia es que se trata de una época en la que las sinapsis cerebrales están construyéndose, y de ahí la imprevisibilidad de sus respuestas y reacciones. Lo de estar en periodo de formación es puramente neurológico, no solamente ético o ideológico. Por lo demás, un encuentro así es un momento mágico en la vida de un docente.
ResponderEliminarPor cierto, ¿merecerá la pena ir a ver la obra del Goya, "Los chicos de la escuela" o algo así? ¿Alguien de quien se pasea por aquí la ha visto para informarnos? Por lo que he oído al respecto, se trata de un choque entre un profesor como tú, Joselu, y de un joven profesor maragalliano con sus evaluaciones, objetivos, planificaciones y demás mandangas tecnocráticas. Sobre el papel, promete. Pero como la entrada es cara, ¿qué menos que alguna crítica razonada, no? Gracias por adelantado. Y enhorabuena por esa inyección de moral.
Qué bonita situación, me has emocionado ;)
ResponderEliminarSi escribiera mis memorias estudiantiles podrían ser sin duda tituladas como Relaciones difíciles, me he quejado muchas veces de mis profesores, pero yo estaba muy lejos de ser un encanto de estudiante, insolente e indisciplinada al por mayor, aunque de buen rendimiento docente.
ResponderEliminarLos que supieron poner coto a mis desenfrenos son los que marco con estrellas, lo lograron los que lo hicieron desde la autoridad del conocimiento y creo que desde entonces me acompaña esa admiración por la inteligencia y su manifestación práctica , fuera de la insulsa erudicción, así que no lamentes tus palabras airadas, que para bien en algún lugar quedaron.
Un abrazo
Aunque no haya otra, quizás este tipo de escuela o la escuela en general no sea un traje bien cortado para ciertos individuos de esta sociedad. No todos van con gusto al colegio. Hay quien se siente prisionero de esa estructura social. Algo que no tiene por qué mutilar su desarrollo personal ni afectivo.
ResponderEliminarPuede que me equivoque, pero creo que los que mejor recuerdo guardan de sus profesores son aquellos que, habiendo sido menospreciados de continuo, encontraron en ellos un mínimo de atención y paciencia.
ResponderEliminarGracias por la cita.
Emocionante.
ResponderEliminarCada vez que te leo (y hace tiempo que lo hago), me encanta volver a descubrir la vocación que tienes por tu trabajo.
¡Que suerte tienen tus alumnos!.
Me interesa Estefanía. Se desprende que también fue alumna tuya. ¿Por qué aparece como un personaje tan plano, testigo mudo y silencioso de tu reencuentro con Toni? Con respecto a Toni, ¿no aprovechaste para pegruntarle qué le ocurrió ese segundo año, el del abatimiento? ¿Es solo que se hacía mayor?
ResponderEliminarPantagruel, siempre pones el acento en lugares necesarios. Desde mi reencuentro con Toni y Estefanía, no he dejado de lamentar que no le prestara suficiente atención a ella. Estaba tan sorprendido por mi encuentro con él -nuestras relaciones habían sido tan desastrosas- que me hallaba fascinado por la situación, y la dejé a ella de lado. Al principio ni la vi. Mis relaciones con ella habían sido normales. Era una alumna medianita, con dificultades, pero no me ofrecía ni de lejos el pasado conflictivo que me planteaba Toni. Lo lamento, es cierto. No me interesé por ella. En cuanto a lo que me preguntas sobre su segundo año de abatimiento en el instituto, creo que la situación no daba para introducirse en profundidades. Era una noche de sábado, y ello hubiera sido ocasión de otro tipo de encuentro, los dos solos y con tiempo. Me sorprendió mucho que nos apreciáramos tanto, o al menos que en aquel momento surgiera como una avalancha el pasado para superarlo.
ResponderEliminarAcontecimiento sin duda emocionante y que hace reflexionar, por una parte la importancia, como señala Clares, del factor humano en la enseñanza y la huella que pueden dejar muchos profesores no ya por su labor docente, sino como referentes en cuanto a persona. Me has hecho recordar a un profesor que tuve hace mil años y que influyó enormemente en mi formación humanista y como ciudadano, eran duros años de dictadura.
ResponderEliminarPor otra parte es un canto al optimismo en cuanto al desarrollo e integración de jóvenes hoy difíciles. Bueno que me enrrollo demasiado. Gracias por tus impresiones.
Saludos "profe"
Menudo post, Joselu. Realmente conmovedor. Te felicito pues, por las ganas de más, que apuesto arrastras a todas partes en este comienzo de semana.
ResponderEliminarA veces nos sorprendemos de cómo llegamos a influir en las personas. Y de cómo estas nos valoran después.
Un abrazo enorme.
El saludo que Toni te dispensó y ese abrazo final no deja lugar a dudas: el tiempo que ha pasado le ha permitido entender que aquellas amonestaciones, aquellas broncas y aquellos desencuentros eran motivados por su descontento vital, su larga adolescencia o por su enfado con todo y con todos. Ahora con trabajo, con novia y con otras perspectivas vitales es otra persona y, seguramente, entiende ahora muchas de las cosas que entonces no y que le hacían más infeliz. ¡Emocionante encuentro, sí!
ResponderEliminarUno nunca sabe qué nos depara el destino y eso es precísamente lo hermoso de la vida. Llámame optimista, pero me gusta confiar en los chicos, a veces tan perdidos, solos y desorientados.
ResponderEliminarPost como este me refuerzan ese sentimiento, algo se siembra, aunque no siempre estemos para ver el resultado.
En horabuena por el encuentro!
Lucero
Me ha ocurrido que alumnos o alumnas con los que en clase he tenido una relación tortuosa y conflictiva... cuando ha pasado el tiempo y nos hemos reencontrado me han tratado con muchísimo cariño y afecto. Pienso que es porque saben reconocer las riñas que eran para un bien suyo, que se traducen en preocupación por su persona y en afecto, y ellos con el tiempo cuando maduran lo traducen en cariño.
ResponderEliminarConmovedor, debiste sentir algo inmenso en el pecho...Espero que haya muchos casos como el suyo, y que podamos alegrarnos tanto al leer algo así. Es esperanzador...
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