
Euforia en las bolsas americanas y europeas. El Ibex 35 sube en estos momentos que escribo 6,90 %. Recibo dos correos a lo largo de la mañana del miércoles. Uno de mi suscripción a las noticias de Le Monde y otro de Viajar.com que me ofrece “Un mundo para descansar. Hoteles a 40 €”. El titular, en cambio, del día en Le Monde dice así:"El ejército gubernamental se repliega delante del avance de los partidarios de Laurent Nkunda, que se aproximan a la ciudad de Goma, en proximidad con la frontera con Ruanda. Los cascos azules son impotentes delante del avance de los rebeldes". La guerra nuevamente se ha reanudadado en el este de la República Democrática del Congo. Decenas de miles de personas huyen presa del pánico ante el avance de las fuerzas del CNDP (Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo) de tendencia protutsi dirigido por Laurent Nkunda que se enfrenta a las Fard (Fuerzas Armadas de la República Democrática) de tendencia gubernamental y a los combatientes hutus (FDLR). Parece iniciarse la tercera guerra del Congo que ha dejado un reguero de cuatro millones de muertos y millones de desplazados y refugiados. Los destacamentos de la Naciones Unidas (Monuc) allí destinados manifiestan su fracaso en conseguir el cese de las hostilidades. La zona de Kivu Norte es una de las mayores productoras del mundo de coltán y casiterita, elementos imprescindibles en la telefonía móvil y las videoconsolas. Todas las facciones enfrentadas negocian con estos minerales que son extraídos en condiciones de esclavitud.
La situación es confusa y no se acaba de entender el lío de siglas que concurren en estos enfrentamientos que oponen nuevamente a partidarios de los hutus y los tutsis, como en el terrible genocidio de Ruanda en 1994. Pero una cosa es cierta, Occidente está muy interesado en los yacimientos de coltán y casiterita que hay en la zona y los compra a cambio de armas y dinero a todas las partes enfrentadas. Armas y corrupción no les falta. Todo lo demás sí.
La principal víctima es la población civil que es asesinada y ha de huir de las zonas de conflicto en la zona más castigada del planeta.
Para mi sorpresa ni la edición digital de El País ni la de El Mundo hacen referencia a la situación en el este del Congo. La principal noticia es, cómo no, la citada al principio, la de la euforia en las bolsas de todo el mundo. Ello oscurece una tragedia como la que está pasando en estos momentos y que pasa desapercibida para el público occidental que se tienta los bolsillos para saber cómo le está afectando la crisis.
Recuerdo una conversación un día en Foz (Lugo) en el mercadillo. Una señora decía a un africano que lo que le vendía era muy caro, “que estábamos en crisis”. Él le respondió: “Crisis, señora, en África”.
Nada más, que no les olvidemos.





Hace unos meses tuve ocasión de ver la exposición conjunta de Picabia, Man Ray y Marcel Duchamp en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña). Tuve ocasión de verla con mis hijas que se aburrieron profundamente. No tuve ocasión de verla con excesivo detalle, pero sí que llegué a la considerada obra fundamental del siglo XX, la fontana de Marcel Duchamp, un urinario puesto del revés. Imaginaba que cuando llegara a tal icono del arte dadaísta sentiría algún tipo de emoción profunda. Tantas veces había hablado de él y de la nueva concepción del arte que se derivaba de aquella fuente de la marca Mutt. Pero no fue así. Mi reacción fue fría, aquel objeto, o aquella cosa como acostumbraba a decir Marcel Duchamp, me dejo absolutamente impasible. No sentí nada, y casi me surgió de nuevo el bostezo. Fue una terrible decepción. Pensar que buena parte del arte del siglo XX derivaba de aquel objeto que ha sido considerado como el elemento artístico fundamental del siglo pasado resultaba decepcionante.
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