Páginas vistas desde Diciembre de 2005




jueves, 17 de enero de 2008

Un reloj en la selva


Los jueves tengo guardia de patio durante treinta intensos minutos. Tengo adjudicada una parte del patio, junto al huerto. La verja de alambre que lo rodeaba yace caída contra las lechugas y las berenjenas. No ha podido soportar el embate de los chavales jugando al fútbol y que se tiraban sobre ella. Una guardia de patio es la posibilidad de observar a los chavales en treinta minutos de licencia de las clases: unos juegan al básquet, parejas se besan y se acarician apasionadamente, algunos se dedican insultos que no pueden figurar aquí, otros se tiran bolas de papel de aluminio buscando la cabeza hasta que el profesor se lo prohíbe, pero ellos lo siguen haciendo en cuanto se despista... El patio aparece, después de esta media hora, como el escenario después de una batalla: tetrabriks, bolsas de ganchitos, pelotas de aluminio, envases de actimel, restos de comida…

Me paseo entre ellos. Siempre hay alguna situación de enfrentamiento en la que hay que intervenir. No es extraño ver a un alumno en el suelo porque otro le ha dado una patada gratuitamente. Atiendes al alumno y das parte al Jefe de Estudios si logras descubrir quién es el agresor.

Una guardia de patio es un observatorio extraordinario para percibir qué es el centro donde impartes clases. Se desata una energía incontenible tras tres horas seguidas de clase, pero la vuelta a las aulas es igual de problemática. Los chavales llegan excitados después de esta expansión de emociones. Retornar a clase es harto problemático y necesita de la mano izquierda de los profesores para que los adolescentes –que parecen internos de una prisión- vuelvan a lo académico.

A mí me gustan las guardias de patio porque desde hace unas semanas, un alumno, Marcos, viene a hablar conmigo. Es colombiano y lleva en España unos tres o cuatro años, pero no logra olvidar la selva colombiana de donde procede. Me cuenta recuerdos de su país. Él era allí un alumno ejemplar. Varias veces ganó el premio al mejor estudiante del trimestre. En el patio les hacían formar a todos izando la bandera nacional y, oyéndose el himno, le entregaban la mención honorífica. Él se ha integrado bien aquí, es un alumno querido y respetado, aunque no reciba la distinción patriótica que merecía allí. Sus notas son bastante mejorables, pero es un muchacho con el que se puede hablar por su sentido común e ideas propias. Emana calidez y bonhomía. Me cuenta historias de su país, de su población, en una zona dominada por la guerrilla colombiana. Su abuela era alcaldesa del pueblito cuando entraron los de las FARC y retuvieron a varios ciudadanos. Él era pequeño, pero recuerda la intensidad del conflicto, igual que cuando su abuela se dirigió a los guerrilleros, sin miedo aparente, a pesar de sus fusiles de asalto, sus gorras y sus largas barbas, pidiéndoles la libertad de los vecinos secuestrados. Me lo cuenta emocionado y así lo ha relatado en la novela que tienen que escribir de entre quince y veinte páginas. Su relato –es el primero en mostrarme un borrador- es un prodigio narrativo por la intensidad de la vida que está contenida en él. Es emoción pura, es reflexión consciente sobre lo que él representa sobre el mundo, es asimismo un agradecimiento constante a Dios por todo lo que le ha dado, aunque él lamenta que su padre se fuera, cuando él era pequeño, para no volver. Tendría ganas de charlar con él y verlo de nuevo. Por ello, quizás no soportó la lectura de la Carta al padre de Franz Kafka, como escribí hace unas semanas.

Últimamente se ha leído Crónica de una muerte anunciada de su compatriota Gabriel García Márquez. No le gusta leer, pero esta obra le encanta y se la ha leído tres veces. Le he propuesto que lea El amor en tiempos del cólera o Cien años de soledad, y me ha dicho que se lo pensará. Teme que sean obras demasiado largas o complicadas. Intento animarle. Me gusta charlar con él porque tengo la sensación de estar hablando con un joven reflexivo y vital a la vez. No hay muchos alumnos como él con los que la charla resulte igual de nutritiva y enriquecedora. Hablamos diez minutos y luego nos despedimos porque he de ir a atender a alguien o él se va a seguir jugando al básquet.

En sus ojos detecto esa nostalgia de su país, de ese mundo mágico en que él nació en el que las cosas maravillosas eran comunes y cotidianas como relató alguna vez el maestro Gabo. Los cangrejos azules existen sobre playas de arena blanca, tan blanca como no la hay en ningun lugar en el mundo. Cuando hablo con Marcos tengo la impresión de que hablo con una cultura antigua, llena de sensatez por un lado, y de magia por otro. Sin duda, su novela, que ha de presentar junto con sus compañeros sobre primeros de mayo, estará llena de belleza caribeña y de sentir emocionado de la existencia. Ya la he leído, sólo falta pulirla en cuanto a la puntuación, pero quién sabe lo que hubiera pensado el autor de El otoño del patriarca sobre su economía en cuanto a signos de puntuación…Al fin y al cabo, según lo miremos, los puntos son tan inútiles en un texto como un reloj en la selva.

20 comentarios :

  1. Si lográramos saber las historias que llevan nuestros adolescentes en sus mochilas, quizá alcanzaríamos a entender (y a resolver) muchos de los problemas que acucian a la educación.

    Hay muchos Marcos transitando por los centros y pocos tienen un blog donde dar voz a sus vivencias.

    Yo sé puntuar textos (o eso creo), pero mi memoria está repleta de momentos en los que no supe colocar bien los puntos y las comas de mi devenir vital.

    ResponderEliminar
  2. A estas horas, casi no me quedan palabras para comentar tu nota. Seguro que en unos minutos yo también estaré soñando con la selva, con la densa y pegajosa atmósfera del río y con el humo del vaporeto. Quizá en unos minutos, los sueños de Marcos y los míos se crucen en sentidos opuestos gracias a tus evocadoras palabras.

    ResponderEliminar
  3. Qué maravilla eso que cuentas Joselu...Sería hermoso poder escuchar las historias vitales de tanta gente, tan enriquecedor...
    El año pasado tuve la suerte de trabajar con un chico colombiano. Me hablaba de los zumos de frutas exóticas que tomaba allí, de las plantas, de los animales de la selva, de las tradiciones "muiscas" que aún se conservan...y nunca, como entonces, me sentí más cerca de Gabo.

    ResponderEliminar
  4. Veo que aprovechas cualquier instante del día para la observación y la reflexión que alimentan tu bitácora. Y es cierto eso que dices sobre los adolescentes, tras la libertad condicional del recreo la vuelta al aula debe ser un momento complicado. Los jóvenes con las hormonas tan desbocadas tienden a consumir energía desde la animalidad.
    Respecto a Marcos sus vivencias son distintas porque su escenario de realidad es diferente y sus referencias de una vida más difícil lo llenan de una vitalidad más optimista que la de los jóvenes de la vieja Europa.

    ResponderEliminar
  5. felicidades por su blog.
    Muchos alumnos se merecerian un profe que les recomendara leer a Gabo

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  7. no todos los marcos tienen la suerte de tener un profesor que repara en ellos, enhorabuena, joselu

    ResponderEliminar
  8. :) Me ha encantado la reflexión de este post. A mi siempre me ha gustado intimar un poco con los profesores, en el sentido de poder abrirme a ellos, y comentarles mis dudas o emociones. Pocos te escuchan.

    Un placer, sin duda, que existan profesores como tú.


    Y Marcos con sueños, claro está.

    Un abrazo.

    Por cierto, suelo pasar bastante por La Central del Raval, seguro que nos hemos visto alguna vez :)

    ResponderEliminar
  9. las experiencias, sin duda, van marcando el caminar de una vida. Por eso es importante saber leer los detalles, entre líneas, para no equivocarte en el camino.

    Aunque hay quien prefiere dejarse guiar... puede que a veces este sea el camino correcto y los demás nos equivoquemos.

    Bonita experiencia la de este chico. Su selva me recuerda a mi barrio, salvando las distancias, cuando el frutero se enfrento al camello que tenía "secuestrados" a muchos de los hijos e hijas del barrio. Por suerte todo esto sucedió unas cuantas generaciones anteriores a la mía, sino, a lo mejor, yo también hubiera sido engañado. Por su parte, la anécdota (o historia) se sigue escuchando de vez en cuando en las conversaciones de bar... aunque cada vez menos, pues se pierden las costumbres del debate y discusión que antes tanto se llevaban en los cines de barrio, por ejemplo. Donde todo el mundo se conocía e iba para hablar de la película y sus cosas. Ahora, vamos para hacer una cola, vemos la peli y ni siquiera se aplaude o abuchea si es buena o mala, respectivamente.

    Somos autómatas guiados por malas experiencias. Suerte hay de gente como tú que escucha las nuestras.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  10. Como siempre,mi querido amigo,un placer y un acierto,sobre todo con el título elegido.
    Me gustaría hacer un breve comentario respecto a la carta al padre de Kafka.Se han escrito muchas cosas sobre Kafka y su obra,pero, lamentablemente,no todas ellas son certeras.Yo escribí otra carta a mi padre y la he tenido en un cajón muchos años.¿Miedo?¿Cobardía? No lo creo.Cuando tenemos un padre poco comprensivo,inculto y de pocas luces,sabemos que nuestras reflexiones fundamentadas y apoyadas férreamente por nuestras lecturas y sensibilidad,están remotamente alejadas del entendimiento de ese padre que es incapaz de ver.¿Para qué darles una carta que no van a entender?Que van a tergiversar dejándonos caos sobre la lona de sus propias razones.Kafka escribió la carta sobre las palabras que nunca entendería su padre,que nunca entenderá el mío.
    Gracias por recordarmelo Joselu.
    Un fuerte abrazo,amigo.

    ResponderEliminar
  11. Que buena forma de llevarnos a tu mundo real, pero mágico .
    Es muy enriquecedor leerte y pensar que el mundo puede llegar a ser mejor.
    Un abrazo amigo!

    ResponderEliminar
  12. Coincidimos, Joselu, en el gusto por las guardias de patio... También me gusta observar a los adolescentes en el metro o en el autobús: cuando veo un grupillo interesante me busco una buena posición y pongo la oreja... Existe un discurso oculto, una perspectiva, una voz desconocida... que muchos se están perdiendo. Y no es que crea que sea hermoso escuchar adolescentes, pero sí me parece que puede servir para que "las cosas" vayan mejor... como a Marcos y a ti.
    No sé cuántos chicos hay tan sensatos o tan "exóticos" como este colombiano; sin embargo, tengo la impresión de que casi todos llevan dentro algo de magia y que ven escarabajos de todos los colores donde yo solo veo a veces sombra y que habitan en muchas ocasiones en selvas que yo ni me imagino (tienen padres toxicómanos, deprimidos, sin trabajo, ausentes, coleguitas... ¡Eso me da más miedo que una anaconda!).
    Si supiéramos más, si escucháramos más... Se me ve el plumero y los intereses: estoy preparando un trabajo de investigación biográfico-narrativa en adolescentes... Ando en el comienzo, y no sé si llegaré a arrancar definitivamente...
    Nada más, que gracias por tus reflexiones y por lo demás. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. sí, yo también conozco a Marcos...
    él era de Perú y me comentaba en los recreos las Tradiciones de Ricardo Palma.
    Por el resto, yo odio las guardias de recreo, se han convertido en la caza del cigarro... así que prefiero hacer una más de aula que siempre permite ver a antiguos o futuros alumnos.
    Un cordial saludo
    Redonna

    ResponderEliminar
  14. Desde luego más vale tener un mundo que contar sin comas que esa nada sustanciosa que muchas plumas nos quieren vender a través de los puntos y coma. ¿O no? Y si no es así, que alguien me diga cómo se puntua el párrafo anterior.

    ResponderEliminar
  15. Creo que los adolescentes ocultan, bajo esa coraza de rebeldía, el miedo a la "selva" que a veces es este mundo para ellos, miedo a no encontrar su lugar en él.
    Marcos seguro que se siente como si le hubiesen robado parte de su vida, probablemente la que le hubiera gustado vivir, y sueña con su país, con su selva colombiana, pero las circunstancias le alejaron de allí.
    No me canso de alabar la labor que hacen algunos docentes, que no sólo se limitan a la enseñanza de las
    asignaturas.
    De verdad, Joselu, gracias por ese intento de lograr un futuro mejor para esos jóvenes. Gracias también desde aquí, si me lo permites, a mi amiga Mª Fernanda, que está en esa línea.
    Saludos cariñosos.

    ResponderEliminar
  16. Hermoso y doloroso relato...
    He leído varias veces este post y no podía comentar nada porque se mezclaban en mi cabeza mil y una imágenes. Cabe aclarar que me encuentro envuelta en una traicionera nostalgia por el recuerdo de mi país, sus grandezas y miserias ...

    En cuanto a Marcos y tu post, conmovedoras tus palabras pero más conmovedor aún, la lucha de un jovencito por encontrar su lugar en el mundo, por su lucha interna y sus sueños de porvenir. ¿cuántos Marcos existen diseminados por la faz de la tierra? ¿cuántos niños y niños y jóvenes con el corazón "partío"? Es duro, si es duro...

    Hermoso y doloroso relato, como una buena novela ¿no? y es que de qué otra cosa estan hechas las páginas entre las que nos perdemos cada día... De lucha, de fé, de dolor, convicción, angustia y alguna que otra preomesa.

    Un saludo afectuoso Joselu
    Lucero*

    ResponderEliminar
  17. Hola Joselu, ando despistado, pero quería sugerirte que le recomiendes 'Historia de un náufrago'. Es cortita y es de lo mejor de GGM.

    ResponderEliminar
  18. De verdad que le sacas provecho a las anécdotas que te brinda la cotidianidad magisterial. Brindo por eso.
    Como siempre,es muy valioso visitarte.

    ResponderEliminar
  19. Vaya... tienen que escribir una novela! que interesante! a nosotros no nos proponían esas cosas... :P

    ResponderEliminar
  20. Este blog acaba de ser un gran descubrimiento. Tengo un viejo amigo, el profesor Tanner, al que le he dejado una etiqueta en el mío. Seguro que le encantará todo lo que le cuente de lo que veo por aquí. Es un hombre viejo y cansado, que sueña con la jubilación, pero en el que a veces todavía atisbo destellos de entusiasmo.
    Estás invitado a conocerlo. Un saludo, seguro que volveré.

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog