Hace algunos post planteé el proyecto de proponer a mis alumnos de tercero de ESO una serie de redacciones sobre los sentimientos. Cada una versaría sobre uno, que deberían comentar y analizar, amén de añadir sus experiencias personales sobre el mismo. El primero que fijé fue La tristeza.
El experimento ha salido relativamente bien. Es difícil que yo pueda hacerles reflexionar sobre conceptos abstractos o sobre el sentido de las cosas y la vida, que aparece en algunas obras literarias. Pero sí que puedo hacer que reflexionen sobre algo que es genuinamente suyo, que está dentro de ellos: sus sentimientos. Hermann Hesse escribió “No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos".
La tristeza es el más elocuente de los sentimientos, uno de los más universales. La tristeza, según mis alumnos en sus redacciones, tiene que ver con la pérdida o el miedo a perder algo, con el aislamiento a que lleva y su consiguiente necesidad de consuelo: esto lo han resaltado repetidamente; con la apatía y falta de ilusión por las cosas; con la agonía y el llanto; con la sensación de vacío interior; con el dolor que alguien generalmente querido te causa con algún comentario o acción que te hace daño; con la culpabilidad; con la baja autoestima; con el desengaño; con el autoanálisis que implica de nosotros mismos: nos sirve para reflexionar; con el aferrarnos a cosas que no podemos olvidar; con la necesidad de desahogo: alguna alumna ha llorado escribiendo la redacción porque le ha evocado algo muy doloroso: la pérdida de un abuelo, uno de las motivos más repetidos de sentimientos de tristeza. Alguno ha reconocido que tras la muerte de su abuelo se pasó dos meses llorando y sintiéndose culpable por lo que no había hecho en vida con él. Por lo que no le había dicho también.
La tristeza es una parte esencial de la vida –afirma otra alumna-. “La tristeza no es mala porque te das cuenta de que querías a alguien”. "No podemos ser humanos sin sentirnos alguna vez o muchas veces tristes".
Son manifestaciones o proyecciones de la tristeza la rabia y la envidia, la agresividad, el odio, el abatimiento, la tendencia a la retirada, la desesperanza, el arrepentimiento, la amargura, la impotencia.
“Me encierro en mi cuarto a llorar como una loca y con miedo a que me descubran que no puedo estar a la altura de aguantar cómo discuten. Y entonces me siento mal. Y no tengo ganas de estar con nadie; y lo peor es la hora de aparentar que somos una familia normal , que no abunda la tristeza y que cada día nos queremos más…”
“Mi abuelo materno murió el año pasado. Jamás olvidaré el cabreo que cogí porque no me dejaron ir al entierro. Tampoco aquella clase de Visual y Plástica con XX en la que el llanto interior se clavaba como un puñal en mi corazón”
“La tristeza ayuda a valorar la alegría, y además, si siento tristeza es porque amo a alguien, porque me entristece verles sufrir, tenerles lejos… Porque creo que todas las emociones nacen del amor, entre otras, especialmente la tristeza”.
“O también me sentí así cuando un tío mío se murió. Sentí una mezcla de tristeza y miedo, al saber que jamás lo volvería a ver. Yo sentía como si hormigas me estuvieran recorriendo todo el cuerpo”.
En definitiva, pienso que nuestros alumnos, nuestros adolescentes en general, saben bastante poco de ortografía, de abstracción, de organización del pensamiento, de esfuerzo continuado, de resistencia ante la frustración y de buenos modales, pero sí que puedo afirmar que tienen un claro mundo sentimental y que éste es un rico caudal interior. Lástima que sus modelos externos sean tan pobres y esquemáticos, lástima que la necesidad de la cultura no se una al sentimiento. Hemos de hacerles reflexionar sobre ese mundo interior porque revelan muchas carencias pero todavía hay en ellos mucho de buenas personas.
El experimento ha salido relativamente bien. Es difícil que yo pueda hacerles reflexionar sobre conceptos abstractos o sobre el sentido de las cosas y la vida, que aparece en algunas obras literarias. Pero sí que puedo hacer que reflexionen sobre algo que es genuinamente suyo, que está dentro de ellos: sus sentimientos. Hermann Hesse escribió “No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos".
La tristeza es el más elocuente de los sentimientos, uno de los más universales. La tristeza, según mis alumnos en sus redacciones, tiene que ver con la pérdida o el miedo a perder algo, con el aislamiento a que lleva y su consiguiente necesidad de consuelo: esto lo han resaltado repetidamente; con la apatía y falta de ilusión por las cosas; con la agonía y el llanto; con la sensación de vacío interior; con el dolor que alguien generalmente querido te causa con algún comentario o acción que te hace daño; con la culpabilidad; con la baja autoestima; con el desengaño; con el autoanálisis que implica de nosotros mismos: nos sirve para reflexionar; con el aferrarnos a cosas que no podemos olvidar; con la necesidad de desahogo: alguna alumna ha llorado escribiendo la redacción porque le ha evocado algo muy doloroso: la pérdida de un abuelo, uno de las motivos más repetidos de sentimientos de tristeza. Alguno ha reconocido que tras la muerte de su abuelo se pasó dos meses llorando y sintiéndose culpable por lo que no había hecho en vida con él. Por lo que no le había dicho también.
La tristeza es una parte esencial de la vida –afirma otra alumna-. “La tristeza no es mala porque te das cuenta de que querías a alguien”. "No podemos ser humanos sin sentirnos alguna vez o muchas veces tristes".
Son manifestaciones o proyecciones de la tristeza la rabia y la envidia, la agresividad, el odio, el abatimiento, la tendencia a la retirada, la desesperanza, el arrepentimiento, la amargura, la impotencia.
“Me encierro en mi cuarto a llorar como una loca y con miedo a que me descubran que no puedo estar a la altura de aguantar cómo discuten. Y entonces me siento mal. Y no tengo ganas de estar con nadie; y lo peor es la hora de aparentar que somos una familia normal , que no abunda la tristeza y que cada día nos queremos más…”
“Mi abuelo materno murió el año pasado. Jamás olvidaré el cabreo que cogí porque no me dejaron ir al entierro. Tampoco aquella clase de Visual y Plástica con XX en la que el llanto interior se clavaba como un puñal en mi corazón”
“La tristeza ayuda a valorar la alegría, y además, si siento tristeza es porque amo a alguien, porque me entristece verles sufrir, tenerles lejos… Porque creo que todas las emociones nacen del amor, entre otras, especialmente la tristeza”.
“O también me sentí así cuando un tío mío se murió. Sentí una mezcla de tristeza y miedo, al saber que jamás lo volvería a ver. Yo sentía como si hormigas me estuvieran recorriendo todo el cuerpo”.
En definitiva, pienso que nuestros alumnos, nuestros adolescentes en general, saben bastante poco de ortografía, de abstracción, de organización del pensamiento, de esfuerzo continuado, de resistencia ante la frustración y de buenos modales, pero sí que puedo afirmar que tienen un claro mundo sentimental y que éste es un rico caudal interior. Lástima que sus modelos externos sean tan pobres y esquemáticos, lástima que la necesidad de la cultura no se una al sentimiento. Hemos de hacerles reflexionar sobre ese mundo interior porque revelan muchas carencias pero todavía hay en ellos mucho de buenas personas.
Las frases que han escrito no me dejan claro lo de que no son muy duchos en abstracción. Diría lo contrario. Son capaces de llegar a conclusiones sobre conclusiones, muy abstracto. Me ha sorprendido. No han dicho lo primero que se les pasa por la mente para acabar cuanto antes. Saludos, Joselu.
ResponderEliminarSí, es curioso. El mundo de los sentimientos, como es algo que sale de dentro de ellos, les lleva a una cierta abstracción. Les remueve su interior, necesitan explicarse y reflexionar. Este ejercicio consigue abrir la puerta del ejercicio intelectual. Es bueno como tarea y terapia.
ResponderEliminarmuy bueno. Me gusta. Pero,a los alumnos hay que hablarles al corazón, darles sentido. La cultura es el mayor grito del hombre ante la muerte, y no podemos resignarnos ante la madre de todas las tristezas que es la brevedad de nuestra vida, las ausencias de los que queremos. Massimo Borghessi ha escrito un excelente libro sobre el papel del maestro. Se llama El Sujeto Ausente, te lo recomiendo.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias por tu recomendación. Tomo nota. Un abrazo.
ResponderEliminarUna gran experiencia, Joselu. La tristeza tiene mala prensa, y sin embargo se reivindica sola, precisamente porque es uno de los pocos estados radicalmente espontáneos, a los que ninguna publicidad ni consigna te invita. Por cierto que el alma (magufa incorregible) tiende a la homeopatía: cuando estás triste, no no te apetece escuchar charangas ni fanfarrias, sino pianos que se desangran y cosas así. Ser triste es tener fondo, me decía un amigo, viéndome tal. Una gracia un poco maldita, pero es lo que hay. (Y qué bien traído a cuenta Demian.)
ResponderEliminarYo no leí a Hermann Hesse cuando tocaba. Ahora lo lamento. Sólo he leído Sidharta. Tu post y lo que he leído de Hesse me han incitado a hacerlo. No creo, a tenor de lo que contabas y las referencias que he consultado que sean libros sólo para adolescentes. Estoy de acuerdo contigo en lo del estado de tristeza. Nos da densidad humana. Tantas veces ha sido mi compañera. Bonjour tristesse que decía François Sagan. Un saludo.
ResponderEliminarJoselu, para mi es mejor "El lobo estepario". Ha sido mi libro de autoayuda particular. Me imagino un teatro mágico, y la elección de las puertas,decisión propia y que nos define...Bueno, no te voy a decir más no vaya a ser que te destripe el libro. Lo dicho, te lo recomiendo. En realidad todos de Hesse. Y uno, extraño, y desconocido, que me encantó, "Narciso y Goldmundo". Saludos, Joselu.
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