Uno de los ejercicios de lengua más gratos y agradecidos es proponer a los alumnos de tercer curso de la ESO que reflexionen sobre los sentimientos humanos, que verbalicen su mundo sentimental. La adolescencia es una etapa tormentosa y en ella se mezclan y entrecruzan contradictorios estados de ánimo que conviene distinguir y analizar. El lenguaje -ese instrumento tan resbaladizo y difícil de dominar- les sirve para intentar exponer qué piensan sobre sentimientos positivos como el amor, la amistad, la felicidad, el compañerismo, el idealismo, la fidelidad, la confianza, la compasión, la sorpresa... y también sobre otros más oscuros como la tristeza, la envidia, el odio, el rencor, el miedo, la violencia, la desesperación... También otros como la impotencia, la apatía, el desánimo, la angustia.
Cada semana corresponde describir y analizar un sentimiento de los citados. Lo pueden hacer desde un punto de vista objetivo o subjetivo, como prefieran. Pueden hablar cómo se manifiesta el sentimiento en ellos, o pueden partir de un planteamiento más teórico. No a todos les resulta tan fácil de verbalizar lo que pasa en su interior. Ni es sencillo de expresar ni de describir. Otras veces prefieren recurrir a una historia para intentar comunicar sus pensamientos.
El primer objetivo del ejercicio es la definición o acotación del sentimiento. No es tarea fácil y para ello les aconsejo que se dejen orientar por los diccionarios que les ofrecen un proyecto de definición de cada uno de estos sentimientos o afectos del "ánima". Las definiciones de los diccionarios a veces no son coincidentes y dan origen a complejas disquisiciones. Ello fomenta la abstracción, alejarse de lo cotidiano y practicar la distancia intelectual.
Por ejemplo, tomemos uno de los sentimientos que más les suele motivar: la amistad. Todos aprecian ese sentimiento porque "todos" necesitan a un amigo que sobre todo les comprenda y que les apoye sin reservas. Eso es esencial para ellos. Ser comprendidos es fundamental en su vida y más en ese proceso de cambio extraordinario que supone la adolescencia.
Un diccionario de primaria define la amistad así: relación que existe entre dos personas que se tienen cariño y simpatía. . Una definición sencilla. El diccionario de la Real Academia la define, entrando más a fondo: afecto personal, puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato. Esto ya nos plantea algunos interrogantes cuando define la amistad como afecto puro y desinteresado porque ya sabemos con la perspectiva más adulta de la vida que eso no es fácil de conseguir. La amistad muchas veces es un sentimiento contradictorio y complejo y no excluye la rivalidad ni la envidia. Nos dice también que es un ordinariamente recíproco. ¿Acaso la amistad es tal si no es recíproca? Sabemos que como en el amor, siempre hay uno que ama más que el otro, rara vez hay un equilibrio exacto en la amistad o el amor. El diccionario Julio Casares dice así: afecto entre personas, puro y desinteresado, que nace de la mutua estimación y simpatía. Añade un aspecto importante: que nace de la mutua estimación y simpatía, es decir, que la estimación y simpatía son la base de la amistad.
Ya tenemos un caudal importante de ideas para reflexionar en clase sobre ellas. El diccionario de María Moliner lo plantea de otro modo. No da una definición canónica sino que nos muestra su uso: Anudar, entablar, hacer, trabar, cultivar, frecuentar, mantener, romper una amistad. Todos ellos nos señalan fecundos problemas sobre los que podemos reflexionar. ¿Qué es cultivar una amistad? ¿Cómo se hace? ¿Qué implica? ¿Qué es romper una amistad? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo se llega allí?
Cada semana corresponde describir y analizar un sentimiento de los citados. Lo pueden hacer desde un punto de vista objetivo o subjetivo, como prefieran. Pueden hablar cómo se manifiesta el sentimiento en ellos, o pueden partir de un planteamiento más teórico. No a todos les resulta tan fácil de verbalizar lo que pasa en su interior. Ni es sencillo de expresar ni de describir. Otras veces prefieren recurrir a una historia para intentar comunicar sus pensamientos.
El primer objetivo del ejercicio es la definición o acotación del sentimiento. No es tarea fácil y para ello les aconsejo que se dejen orientar por los diccionarios que les ofrecen un proyecto de definición de cada uno de estos sentimientos o afectos del "ánima". Las definiciones de los diccionarios a veces no son coincidentes y dan origen a complejas disquisiciones. Ello fomenta la abstracción, alejarse de lo cotidiano y practicar la distancia intelectual.
Por ejemplo, tomemos uno de los sentimientos que más les suele motivar: la amistad. Todos aprecian ese sentimiento porque "todos" necesitan a un amigo que sobre todo les comprenda y que les apoye sin reservas. Eso es esencial para ellos. Ser comprendidos es fundamental en su vida y más en ese proceso de cambio extraordinario que supone la adolescencia.
Un diccionario de primaria define la amistad así: relación que existe entre dos personas que se tienen cariño y simpatía. . Una definición sencilla. El diccionario de la Real Academia la define, entrando más a fondo: afecto personal, puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato. Esto ya nos plantea algunos interrogantes cuando define la amistad como afecto puro y desinteresado porque ya sabemos con la perspectiva más adulta de la vida que eso no es fácil de conseguir. La amistad muchas veces es un sentimiento contradictorio y complejo y no excluye la rivalidad ni la envidia. Nos dice también que es un ordinariamente recíproco. ¿Acaso la amistad es tal si no es recíproca? Sabemos que como en el amor, siempre hay uno que ama más que el otro, rara vez hay un equilibrio exacto en la amistad o el amor. El diccionario Julio Casares dice así: afecto entre personas, puro y desinteresado, que nace de la mutua estimación y simpatía. Añade un aspecto importante: que nace de la mutua estimación y simpatía, es decir, que la estimación y simpatía son la base de la amistad.
Ya tenemos un caudal importante de ideas para reflexionar en clase sobre ellas. El diccionario de María Moliner lo plantea de otro modo. No da una definición canónica sino que nos muestra su uso: Anudar, entablar, hacer, trabar, cultivar, frecuentar, mantener, romper una amistad. Todos ellos nos señalan fecundos problemas sobre los que podemos reflexionar. ¿Qué es cultivar una amistad? ¿Cómo se hace? ¿Qué implica? ¿Qué es romper una amistad? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo se llega allí?
Este es el sistema. Cada semana hay una serie de aportaciones muy diversas sobre cada sentimiento. Las comentamos y reflexionamos sobre ellas. La mayor parte de las veces nos damos cuenta de que los sentimientos son muy ricos y complejos y que muchos de ellos se implican unos a otros. La impotencia y la angustia suelen ser los motores que hay detrás del miedo, y el miedo conecta con la agresividad y la violencia.
El hecho mismo de dar forma, de intentar definir, procurar entender un sentimiento, supone una reflexión sobre ellos mismos. No todos tienen la misma capacidad de observarse. Las chicas están más predispuestas a hacerlo. Los chicos suelen ser menos reflexivos, menos observadores de su interior. Viven más en el exterior de las cosas. Experimentan los sentimientos pero les resulta más embarazoso desarrollarlos y exponerlos, lo que requiere un intento de comprensión.
José Antonio Marina en Aprender a vivir nos anima a fomentar esta reflexión sobre el lenguaje y el mundo emocional. Es imprescindible enseñar a los niños y adolescentes el lenguaje de los afectos y de los sentimientos, porque si no el mundo puede llegar a ser una bomba de relojería. Si un niño, una persona, no sabe lo que siente -y para saberlo ha de ser capaz de formularlo lingüísticamente- su conducta puede acabar siendo errática e imprevisible. Tan imprevisible que puede desembocar en la intolerancia, la agresividad y la violencia injustificadas. Muchas veces sabemos que detrás de estas manifestaciones negativas está el miedo y más atrás la ignorancia.
Sigue diciendo el filósofo J.A. Marina que si los niños son capaces de hablar de los sentimientos en primer lugar se tranquilizan. Pueden llegar a saber lo que les pasa, a conocerse mejor y a establecer una mejor relación con el medio -concluye Pere Pena, autor del citado hace unos días Generació L.
A partir de navidad iniciamos nuestro itinerario sentimental. Ya lo iremos comentando.
Ocurre que el adolescente lo ve todo reflejado en el espejo del futuro que amplifica la realidad. Y también la amistad, claro, un sentimiento que no es igual a todas las edades. "Ninguna amistad soporta un dosis exagerada de franqueza", escribió Cioran, "para que están los amigos si no para dar la lata", me decía un colega cada vez que venía a pedirme un favor.
ResponderEliminarPero es cierto que el mundo funcionaría algo mejor si apostamos por un aprendizaje y una comunicación emocional.
Aún así hay niños de todo tipo. Conozco a más de uno hipersensible, y creo que tampoco es bueno. Quizá dárselas de duro y no expresar los sentimientos es un aprendizaje para ellos. No lo sé. Pero es cierto que a esos muchachos hipersensibles les tengo un cariño especial.
ResponderEliminarMi estimado pesimista fmop, cómo estoy de acuerdo con la sentencia de Cioran. La amistad es frágil y delicada y he aprendido que cuanta mayor distancia haya entre los amigos, más tiempo se conserva la amistad. El continuo roce levanta ampollas, y el paso del tiempo todo lo erosiona. Sin embargo, conozco personas que tienen una extraordinaria capacidad y empatía para hacer amigos y conservarlos. Es un don.
ResponderEliminarSimalme, es cierto los muchachos hipersensibles son escasos pero especialmente necesitados de comprensión. Una vez vino uno a hablar conmigo. Me confesó algo que no debía saber nadie de su clase: que a él le gustaban Tolstoi y Dostoievski. Muchos se reían de él por su extrema sensibilidad. No pudo soportarlo mucho tiempo y desapareció del centro. No sé qué ha sido de él.
ResponderEliminar¡Magnífica idea! Digna del gran pedagogo que hay en ti y que ni el abatimiento ni la desesperación pueden ocultar, ni aun parcialmente tapar. Darles pie para que se ex-pliquen, para que abran la plica de su turbio y turbulento mundo sentimental, es, con mucho, el mejor ejercicio académico y vital que se puede inventar. ¿Quién dijo que los profesores no son "creativos"? ¿De qué otro modo, si no, puede alguien enfrentarse a la horda adolescente día tras día, mes tras mes, año tras año? ¿Arte efímero? ¿Y acaso no lo es, también, gran parte del que hoy en día se aplaude en muchos museos, "actuaciones" cuya vida dura lo que dura su exposición pública? ¡Enhorabuena, Joselu! ¡Siempre sorprendente! ¿Cuánto hay que pagar de "royalties", por usar la idea? Mencionar la fuente lo primero, eso ya va implícito en el préstamo, desde luego...
ResponderEliminarCon todo lo que va apareciendo en el Blog, más lo que sabemos de tantos otros "artistas" del trapecio de la enseñanza, ¿no es verdad que saldría un volumen apañadico sobre "La docencia como arte" o algo así?
Juan Poz, no sabes cómo me levantas la moral tras unos días de deriva emocional. Mañana volvemos al tajo y hay que tener las baterías preparadas y cargaditas de munición. Nos esperan nuestros siempre díscolos y atávicos adolescentes. Uf.
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