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domingo, 4 de diciembre de 2011

Evaluar en tiempos de crisis

Fotografía ganadora del World Press Photo (Jodi Biever).

El proceso de evaluación es una de las cuestiones más complejas y problemáticas que existe en un aula. ¿Cómo evaluar a individuos esencialmente distintos en sus capacidades y en su disposición personal cara al aprendizaje? ¿Qué evaluamos en una clase de lengua en que hay alumnos que acaban de incorporarse a la materia de castellano y su desconocimiento de la lengua es casi total? Más cuando estos alumnos se suman a otros que llevan varios años cursando castellano, y a los que son nativos de este país y es su lengua propia o provienen de países de habla española? ¿Tiene que haber un criterio distinto para cada muchacho basado en el punto de partida y el de llegada?

En mi caso tengo algunos puntos de referencia que no sé si se adaptan exactamente a la teoría legal y educativa. Para mí es esencial la competencia lingüística basada en la comprensión de textos escritos o de documentales y cortos en soporte videográfico y en la expresión de ideas a través de la composición escrita con los medios adecuados de la lengua.

Comprender y expresar. Toda la dinámica de la clase de lengua se centra en ello  a través de continuas actividades que implican temas trasversales (lenguaje, sociedad, ecología, cine, ciencia, interculturalidad, música, religión, fotografía...). Pretendo que la clase se convierta en un laboratorio de estímulo del pensamiento a través de propuestas múltiples que inciten a pensar y a tomar posturas. No quiero que la clase sea un aula estática. No, quiero que en la clase se tomen decisiones mediante el debate y la reflexión continua. Cada unidad didáctica es un desafío intelectual sobre el cual los estudiantes tendrán que decidir en un sentido u otro. No transijo con un aula en que solo se impartan conocimientos que tienen que ser memorizados y reproducidos. Aspiro a que en el aula haya un continuo feedback sobre el estado real del mundo y de la sociedad.

Para ello, planteo docenas y docenas de ejercicios de reflexión y expresión mediante medios variados: tests interactivos, ejercicios escritos, elaboración de Power Point, composiciciones creativas sobre su mundo personal, ejercicios de comprensión lectora, recitado de fragmentos literarios, proyección de vídeos sobre temas complejos y posterior debate, presentación de dossieres, actividades externas en fundaciones culturales, crónicas viajeras (para los alumnos que se van a sus países durante el curso)... Apenas hay teoría y sí continua praxis intelectual. No hay opción a la memorización más que como ejercicio sobre textos literarios.

Hay otro factor que me lleva a tener criterios claros sobre la promoción o no de la materia. Es lo que yo llamaría algo así como "hambre". En esa cuarentena larga de ejercicios que han tenido que hacer a lo largo de la evaluación hay algunos que han sido interactivos, otros presentados por correo electrónico, otros en soporte papel, en debates en el Caixa Forum o en el aula... Para mí es esencial esa hambre, esa participación activa, ese ir cumpliendo con las unidades planteadas con constancia, al margen de sus resultados concretos que pueden ser más o menos brillantes. Un alumno que haya presentado todo o la inmensa mayor parte, que haya participado en todas las actividades, que haya verificado todos los dossieres, que haya obtenido resultados razonables, es un alumno con una calificación adecuada, que entiendo que lucha por su nota. Quiero que luchen por su nota. Me da igual adónde puedan llegar, unos lo harán más o menos cerca o más o menos lejos. Lo importante es que luchen. El conflicto se plantea cuando hay alumnos que tienen muy buenas capacidades pero son perezosos, son los mejores pero se esfuerzan poco, no luchan lo suficiente. Ahí está mi desafío en lograr atraer a estos muchachos a un proceso que les motive, que les enganche y que ellos vean que es justo el proceso evaluativo, que no se basa simplemente en unos dígitos relativos sino en en una actividad continua, exigente, en continua pendiente intelectual. No ha lugar a la suerte o a la memorización de unos contenidos que se olvidan. No. La clase de lengua es un laboratorio de ideas, activo y participativo, pero en el que hay que trabajar mucho en todos los sentidos.

La calificación es sobre la constancia y el trabajo realizado. Y se evalúa con arreglo a su disposición personal. Quiero alumnos que trabajen, que piensen, que decidan, que se impliquen, que luchen, que busquen comprender y, necesariamente, expresar, que no sean estáticos sino dinámicos, que busquen su acomodo en un mundo complejo e interactivo.

¿Es fácil aprobar? No necesariamente, y no aprueban los que mejores aptitudes tienen, sino los que han luchado hayan llegado adonde hayan llegado.

Esta es mi experiencia en la evaluación en tiempos de crisis. 

El que quiera conocer el blog de aula, lo tiene en este enlace. 

27 comentarios :

  1. ¿Arriesgado e innovador? Si. ¿Acertado? Solo el tiempo te lo dirá.

    Valora en upnews.es: El proceso de evaluación es una de las cuestiones más complejas y problemáticas que existe en un aula. ¿Cómo evaluar a individuos esencialmente distintos en sus capacidades y en su disposición personal cara al aprendizaje? ¿Qué evaluamos en una clase de lengua en q...

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  2. Ojalá hubiera más profesores que evaluaran como tú; me parece de las mejores formas (¿la mejor?) que he visto hasta ahora.

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  3. Comprensión y hambre. Tienes razón, son las bases que diferencian a unos alumnos de otros. Por debajo está el fracaso, no en lengua, sino en la vida.
    Ahora bien: cuánto de esto se lleva de casa, cuánto puede poner, como semilla, el profesor en el alumno.

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  4. Yo, a la hora de evaluar a mis alumnos de primer ciclo de la ESO, tengo en cuenta mucho su actitud. Su actitud ante la asignatura, ante el profesor, ante sus compañeros, ante la vida... y también, por supuesto, miro los contenidos. En mis clases suelen aprobar la inmensa mayoría, se lo pongo "a huevos" porque yo les indico el camino que han de seguir, las pautas que han de cumplir para alcanzar el aprobado, pero claro, y eso se lo digo a ellos: aprobar no es obligatorio, el que no quiera aprobar...
    ...Y así ando yo. Hay gente que es inflexible con los exámenes y una décima es suficiente para suspender... Y sí, eso me parece bien en bachiller, pero en el primer ciclo de ESO...

    Un abrazo.

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  5. Lo has comentado en alguna ocasión y tiene que ver con el modelo que se nos avecina: nuestra clientela va a ser terriblemente homogénea, alumnado con escasas expectativas de alcanzar estudios superiores y con una necesidad imperiosa de ser competente en cuestiones comunicativas básicas.
    Ante este panorama, la evaluación debe ir por donde señalas, por la supervisión de esas habilidades que les permiten configurar tanto la competencia lingüística como la social.
    Espero que cuando acabe el curso nos hagas un balance de esa metodología, pues algunos tenemos que ir preparando el terreno para adaptarnos sin morir en el intento.

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  6. Gracias por tu aportación. Me parece muy interesante y un buena hoja de ruta. Mucha suerte y ojalá los resultados se acerquen a lo que esperas de ellos. A mi las propuestas me han parecido ajustadas a los tiempos que corren. Una buena decisión.

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  7. Comparto tu criterio evaluativo y desearía que mis hijos tuvieran un profesor de lengua como tú, honestamente, alguien que los incentivara a pensar y a esforzarse, alguien que se dedicara a pensar y a diseñar un blog que los atrape y los involucre. Hasta me dan ganas de asistir a tus clases, Joselu.

    Estuve hojeando el libro de texto de lengua que ha usado mi hijo mayor en su primer año de secundaria, y si bien estoy algo cansada a esta altura del año para sumergirme en lecturas nocturnas - para nosotros es fin de ciclo, y estoy con sesiones de exámenes internacionales orales diarias de un promedio de cinco horas hasta el 11, incluyendo fines de semana, como hoy domingo- te cuento que el libro de mi hijo hasta ahora me ha servido de somnífero...

    Con respecto a criterios evaluativos, pienso mucho sobre qué evaluamos en una lengua. Aún nosotros, profesores de inglés, siendo capacitados anualmente y monitoreados rigurosamente en nuestra práctica, al estar confrontados a criterios de evaluación que han sido consensuados por un grupo de expertos de la Universidad de Cambridge, diferimos al aplicar esos criterios en la mesa de examen. La evaluación, aún cuidadosamente pautada a través de descriptores, es algo bien subjetivo, y no todos los profesores valoramos lo mismo a la hora de aprobar o desaprobar.

    Los que más saben de esto son nuestros propios alumnos, y aprobar en la escuela es mayormente aprender a complacer al profesor, a darle exactamente lo que espera. Incluso la reputación de un alumno pasa de boca en boca en sala de profesores y tiende a condicionarnos a la hora de calificarlo.

    Tiempo de evaluaciones finales por aquí... ¡Qué cansancio! Tenía ganas de escribir algo sobre el cierre del año lectivo y lo que he aprendido, como madre de hijos en la escuela y como profesora que cada año tiende más y más a evaluar tomando en cuenta el cómo llegan y lo que han logrado avanzar y autosuperarse al momento de terminar, que en definitiva es un momento más de un continuo.

    Un saludo: mañana sigo tomando examen...

    P.D. Me encantó el blog para tus alumnos: ¡cuánto trabajo, cuánta dedicación!

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  8. La crisis ha venido para quedarse. De hecho, ya estaba aquí, como el dinosaurio de Monterroso y no la habíamos visto.
    Tus propuestas de evaluación, en cambio, un poco a contracorriente de lo que todavía se estila, no son sino pura lógica adaptada no ya a los tiempos que corren sino a la realidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. De ahora y de siempre.
    Buenas y muy variadas actividades en el blog de aula. Gracias por compartirlas

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  9. Distinguiría entre la evaluación itémica o atomica y la holística o global. La primera responde, a mi parecer, al complejo de inferioridad de las disciplinas humanísticas respecto de las científicas y la segunda es, con matices, la de toda la vida. En la primera se descompone la nota en ítems que se van valorando como si fueran cantidades independientes, la suma de las cuales nos acabará dando, supuestamene, la visión global que siempre necesitamos. El proceso analítico introduce un cientifismo que resulta falso, un auténtico simulacro. Me percaté de ello con ese invento logseístico del crédito de síntesis y, recientemente, con las "evaluaciones diagnósticas"" que siguen este criterio atomizador. Puntuados de esta forma, pocos eran los grupos que acababan suspendiendo el trabajo; y muchos recién diagnosticados tienen hinchada la calificación final, lo que introduce una distorsión que explica no pocas cosas de la ineficacia de nuestro sistema educativo. La nota holística o global ofrece una apreciación ponderada de todos esos aspectos itémicos, procesada desde el conocimiento nítido de cuáles han de ser los niveles que han de alccanzar nuestros alumnos, no tanto por curso, sino desde su realidad personal. Esta "bondad" evaluadora que atiende a la situación individual entra en conflicto, sin embargo, con el carácter de avalista que se atriibuye el estado para garantizar ante terceros que sus títulos tienen toda la credibilidad del mundo. Si la licenciatura que se le concede a un cirujano solo atendiera a que "ha progresado adecuadamente" dentro de sus posibilidades individuales en una carrera larga y eigente como la que ha hecho, ¿quién se pondría en sus manos?, ¿qué hospital se atrevería a contratarlo? No hemos de olvidar, así pues, esa obligación del estado de garantizar que lo que figura en un título se corresponde con unos saberes concretos y evaluables. Otra cosa es que el filtro no funcione, como en mi propio caso ha sucedido, o que los saberes ofrecidos por la universidad no tengan ninguna relación, después, con el sistema productivo, es decir, que tengan, dichos estudios, una mera función ornamental para el sujeto que los recibe, pero este es otro tema que exigiría otro debate.
    Entre un método y otro de evaluación, es evidente que escoojo el segundo. Y así lo hice, con muchos compañeros, cuando teníamos que juzgar los trabajos de síntesis. Primero poníamos la nota que nosotros creíamos que se merecía el trabajo o la falta de él, que era lo más normal, y después cuadrábamos los "ítems" maléficos con esa nota. Entonces sí que salían calificaciones justas, ajustadas a los méritos.
    Dicho todo lo anterior, es evidente que si no me gustan los exámenes menos me gustan las evaluaciones, aunque entiendo que forman parte del siistema y que hhe de cumplir con ellas. En un nivel como el mío, de enseñanza de las primeras letras, no resulta complicado; pero cuando hube de hacerlo con otro tipo de estudiantes, siempre partí de un criterio básico: nadie que no supiera más de lo que sabía al iniciarse el curso aprobaría; y si se partiera del aprobado y no se progresara, se perdería el aprobado inicial.

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  10. Efectivamente JOSELU,

    la evaluación injusta puede suponer una mutilación tan terrible para el alumno, como la sufrida por la chica de tu foto, a manos de los talibanes...y fíjate, aun así, dependiendo del criterio estético que usemos para valorar su belleza, hasta podría resultar por lo que significa su mutilación, más bella así, que sin ella...¡¡hay tantas formas de valorar según cómo y qué se valore en realidad!!

    Aquí siempre solemos plantear los temas desde el punto de vista de buenísimos y preocupados profesores que os esfuerzasi hasta le infinito por motivar a un alumno, en general más que desinteresado en su proceso de aprendizaje y como tu expones usar la forma más adecuada de valorar su progresión en él, si es que la hay. Supongo que ante un panorama así, esta labor debe ser muy frustrante para vosotros, pero tú y todos sabemos que tristemente, también existe mucho talibán entre el profesorado, esta es la otra cara de la moneda... que la hay.

    Obviamente a mi no me parece que exista otra forma de evaluar justamente el trabajo de un alumno que valorando, para empezar su esfuerzo, trabajo e interés por la asignatura ( lo que tu llamas hambre) sumado a lo que MIGUEL llama actitud. En segundo lugar de que base parte y como progresa a partir de ella, cuestión esta que pocas veces se tiene en cuenta ( sé que no es tu caso) y a la vista está tu matización de quienes acceden a tu asignatura desconociendo casi por completo la lengua castellana. En tercer lugar y para mi lo menos importante, si se da la progresión anterior, al contrario de lo que sucede en la realidad, los objetivos realmente alcanzados dentro de la materia ¿por qué digo esto? justamente porque no todos los alumnos evolucionan al mismo ritmo y olvidar esta cuestión supone, que de valorarse sólo el resultado en si mismo, vale cualquier forma que se use para alcanzarlo, induciendo a las trampas por un lado. Por otro lado, se impide que los que necesitan más tiempo de maduración no lo alcancen y abandonen por imposibilidad e incapacidad, si el nivel de exigencia es superior al que ellos pueden dar en un momento dado, no así a largo plazo. En tercer lugar porque para algunos alumnos ciertos objetivos siempre serán fáciles de alcanzar y para otros imposibles y por último, porque en ocasiones algunos alumnos no demuestran alcanzar los objetivos, no por no tenerlos en su haber, si no por no encajar en el sistema de valoración de los mismos...llámese EINSTEIN, por ejemplo:-)

    Un beso grande y feliz semana de fiestas salteadas.



    PD
    Por todo lo dicho, me resulta absolutamente imposible de entender que se usen expresiones algebraicas para evaluar...muchísimo más si nos metemos en decimales, no he visto cosa más absurda e injusta en mi vida, muchísimo más en una materia como la lengua y la literatura... lo siento, no he podido resistirme :-)

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  11. Upnews, es curioso porque el otro día me comentaban que mis herramientas y métodos eran tradicionales aunque utilizaba soportes en TIC. Gracias por enlazarme.

    Luchida, no sé, no sé, tengo muchas dudas. El proyecto es experimental y nunca sabe uno si sería mejor ceñirse al currículum de las editoriales o crear uno en función de mis alumnos, adaptándome a sus circunstancias. Esta es mi apuesta.

    Pedro Ojeda, el concepto de "hambre" no es utilzado en estos lares, pero sé de universidades británicas en que en la entrevista inicial lo que pretenden valorar precisamente es el "hambre" que tiene el aspirante. Creo que no puede ser más gráfico, yo no encuentro otro concepto más adecuado. Es una mezcla de predisposición, voluntad, claridad de ideas….

    Miguel, la actitud es determinante. Creo que los profesores podemos valorar a los alumnos no por unas décimas sino por dicha actitud al margen muchas veces de los resultados matemáticos. El aprobado es para el que lucha por él de manera clara, constante y decidida. Este es para mí el paradigma.

    Antonio, al final de curso haré una prospección entre los alumnos sobre la idoneidad del proceso. Es cierto que nos apartamos del camino tradicional buscando adecuar su competencia lingüística y social a la realidad del aula. No obstante, pienso que el proceso implica una alta participación en la elaboración de la propia calificación. En este caso el planteamiento es experimental y me lleva a tener algunas dudas, siempre las del profesor tradicional que todos llevamos dentro y que pugna por salir sobre todo por miedo. Vivimos un sistema esquizofrénico.

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  12. Maru, fundamentalmente esta praxis parte de la idea fundamental de que la lengua se aprende escribiendo, hablando y siendo conscientes de nuestros errores. La lengua es un instrumento fascinante que se convierte en soporífero cuando nos fijamos en su reglamentación, en su división en unidades morfológicas, sintácticas, fonológicas… Quiero que mis alumnos practiquen la lengua sin miedo, que quieran expresar, que necesiten decir… Estos son los planteamientos. Otra cosa serán los objetivos cumplidos por completo, a medias o en mínima parte. Veremos. Este es el desafío. Si a ellos los motiva solo una parte de lo que a mí, tendremos algunos frutos.

    Francisco de Pedro, agradezco tu comprensión y tu ampliación de esta didáctica a algo más que una adaptación a los tiempos que corren. Pretendo que sea un nuevo modo de articular la clase de lengua propiciando la participación activa y la implicación intelectual de los alumnos, que no serán solamente objeto y contenedores de nuestros conocimientos sino productores de ellos en combinación con las propuestas que el profesor les haga llegar. La realidad requiere de individuos críticos y activos. La clase de lengua tan sistemática como asistemática puede ser un instrumento poderoso de penetración intelectual. No renuncio al conocimiento, en absoluto.

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  13. Juan Poz, creo que el método de ponderación que empleo en el aula es claramente holístico, y me gusta la distinción que haces entre la evaluación itémica y la global. He sido yo quien a la vista de las cuarenta calificación parciales y lo que implicaban ha tomado la decisión holística de plantear la evaluación como aprobada o no. Para mí no hay dígitos que me lleven a esta decisión. Se ha luchado o no se ha luchado con convencimiento y decisión.

    María, el recurso a dígitos centesimales para mostrar que un alumno ha pasado o no una asignatura es una salvaguarda del profesor que pretende acudir, como dice Juan Poz, a criterios científicos, lo que le permite justificar ante otros y ante sí mismo la nota, especialmente cuando esta es complaciente y sumamente benévola. Porque, María, se extraen centésimas para intentar aprobar y que nuestro corazón no duela abstrayéndose de la realidad real del alumno. Lo que nos encontramos es un panorama harto desolador, unas materias poco motivadoras y un trabajo árido. Si ponemos en funcionamiento un mecanismo eficaz de producción de textos, de razonamientos, de creación… tal vez podamos juzgar con mayor claridad quién merece las tres estrellas del aprobado y quién las cinco del excelente. Y quién ninguna. Para mí es un sistema nítido, y ante la duda surgida por el conflicto entre la capacidad y el trabajo, siempre opto por el trabajo aunque alabo a los implicados su capacidad. Felicito pero suspendo a los que valen pero no han trabajado. Besos holísticos.

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  14. Siempre me queda mal sabor después de cada evaluación. No acabamos de consensuar los criterios ni de prepararla como sería deseable. Halcones y palomas, enfrentados... Como siempre. Y encima, los pasotas.
    Mal rato y conciencia tocada. Así vienen siendo la sensación que me queda de la inmensa mayoría de las sesiones de evaluación a las que he asistido. Y no son pocas...

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  15. Luis Antonio, tienes razón en mostrar tu desazón a la hora de enjuiciar estos actos de evaluación que muestran su deficiencia. Entre halcones y palomas, yo me declaro búho.

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  16. Coincido en tu enfoque de la evaluación, que va mas allá de la memorización de contenidos. Me parece una propuesta mucho más enriquecedora. Y más, si cabe, en un área como la de Lengua, transversal a todas las demás y vertebradora de la competencia comunicativa.
    Mi camino, en primaria, va por ahí: desafíos comunicativos. Cambio el término "lucha" por el de autoexigencia, pero en el fondo es lo mismo :-)
    Enhorabuena (una vez más) por el artículo.

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  17. Néstor, gracias por tu participación y tu aportación. Es curioso porque he invitado a muchos profesores de lengua que no han participado en general en los comentarios. Me hubiera gustado conocer otros puntos de vista y contrastar el mío. Tu opinión me es relevante. Creo que esa autoexigencia, hambre o lucha son conceptos muy similares. Advierto claramente este aspecto en mis alumnos y fomento en la medida que puedo su activismo. Creo que es una buena definición para los estudiantes de lengua: activistas del lenguaje. Apuesta por la praxis y el activismo. Gracias.

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  18. Joselu, one question. ¿Todos tus alumnos tienen adaptaciones curriculares significativas, no?

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  19. V., en un grupo todos. En el otro de tercero la mayor parte no son nativos y tienen dificultades lógicas con la lengua. Ello no le resta interés al asunto. En el cuadro lingüístico de la clase mis alumnos hablan cuatro y cinco lenguas (árabe, Tamazigh, dialectos beréberes, catalán, castellano, francés, inglés). Su competencia lingüística en castellano lógicamente es limitada, pero esto me lo hace doblemente apasionante. Ahora estaba chateando con una alumna que ha enviado un trabajo al blog de la clase. La estaba orientando.

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  20. Lo preguntaba porque me parece que eso también da mayor libertad a la hora de evaluar y calificar, ¿no? A fin de cuentas puedes modificar los criterios de evaluación y calificación que vienen en el decreto. Aunque supongo que también tendrás unos mínimos para alumnos con adaptaciones, y serán los mismos para todos, cosa que no tiene mucho sentido tampoco -o yo no se lo encuentro en parte- en grupos tan heterogéneos. No sé. Se me antoja harto complicado el asunto de tu entrada, la verdad.

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  21. Según leía iba recordando una conversación con un Alcalde Uruguayo que estaba visitando nuestra región en un programa de intercambios de experiencias. Este señor algo mayor que yo me contaba que cuando él era pequeño sólo hablaba guaraní pero la enseñanza era en español y que “memorizaban todos los textos” les habían enseñado a leer, pero desconocían el significado de las palabras, se lo aprendían como quien aprende un poema. Si fallaban una palabra no eran capaces de continuar. Gracias al cielo hoy estudian los dos idiomas al tiempo, pero aprendiendo los dos. Respecto de tu post, me gusta tu sistema de evaluación, me parece muy correcto.

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  22. No sucede que mientras el sistema de evaluación castiga el error estamos haciendo de nuestros alumnos seres temerosos de la creatividad?
    Recuerdo que mis mejores ideas fueron en aquellos exámenes en los que no me había preparado "como corresponde", quizás me han formado, no solo más, sino mejor aquellas veces en las que tuve que crear que en los que tuve que responder lo que sabía...

    Lo curioso es que la economía y el mundo no necesita de respuestas precisas, sino de creativos arriesgados que sepan inventar cuando no encuentran las respuestas...
    (espero haber aprobado)

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  23. Malo, el sistema que utilizo puede ser controvertido. Tiene puntos fuertes, pero también débiles. Supone el conflicto entre ortodoxia y heterodoxia con las contradicciones que supone inclinarse por la segunda opción.

    Facundo Stazi, creo que lo planteas certeramente. Los alumnos tienen miedo de exponerse, de crear, de arriesgar… En gran parte es debido a su conformismo, a su dinámica rutinaria, a su dificultad para generar ideas… pero también en buena parte a un sistema que les hace perder esa espontaneidad que tienen cuando son niños y que les convierte en temerosos, pasivos y conservadores. Cuesta mucho hacerles salir de esta tendencia, y no siempre se consigue. Hay espíritus rendidos, que renuncian al riesgo y se hunden en los lugares comunes. Esto es alentado por el sistema de evaluación y por la pereza intelectual que abunda dentro y fuera de la escuela. Creo que estamos en sintonía.

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  24. A mí me parece interesante el sistema de trabajos que utilizas, ya que cada persona es un mundo y por lo tanto le interesarán cosas diferentes y FORMATOS diferentes. Quizá el chico que no le enganche el debate, intentará esforzarse con la proyección de videos...

    Aunque éso sí, creo que el Power Point juega una doble moral. O al menos desde que lo conozco en todos éstos años de estudio. Creo que es un formato que poca gente sabe utilizar y hay que hacer hincapié en ésto: No se dan cuenta que la información tiene que ser directa y concisa y que únicamente tiene que proyectar las ideas principales.

    Me canso de ver Power Points hechos por profesores/as y alumnos, llenos de letras, en las que no se entiende nada... Una herramienta que, al fin y al cabo acaba siendo un recurso de atontamiento (porque todo el mundo lo mira, pero nadie atiende realmente..)

    ¡Un abrazo y sigue derrochando ganas! :)

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  25. MI método de evaluación me lleva a suspender alumnos con buenas notas de examen y a aprobar a alumnos con notas de examen muy bajas.

    Mi método es muy sencillo y tan antiguo como las olas del mar: merece aprobar todo aquel que ha hecho todo lo que ha podido.

    Libretas y trabajos tan correctos como ha podido, puntualidada, asistencia, buen comportamiento, atención en clase de acuerdo a su nivel de atención, pero sobre todo capacidad de esfuerzo y sacrificio.

    Y lo que nunca haré será suspender a un alumno porque el Sistema Educativo en su conjunto no le ha ofrecido alternativas suficientes.

    En cuanto a los demás alumnos, evalúo lo que les he enseñado y todo lo anteriormente citado. Y también evalúo a los profesores que tuvieron antes y a mi mismo.

    Hace poco anulé dos preguntas de un control referentes al uso de "do", "Does", don't" y "doesn't", el análisis de resultados me llevó a la conclusión que en años anteriores y por tanto también commigo no se había trabajado suficientemente el concepto. Volveré a trabajarlo y lo volveré a evaluar.

    Es mi primer año con ellos y con la asignatura, vaya ello en mi favor.
    Y, por supuesto, el control era de elaboración propia, nada de usar el de la editorial que era más que pésimo.

    No sé si he colaborado en algo.

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  26. Meike, es cierto que se enseña a utiliza técnicamente el power point, pero no conceptualmente, y se hace un uso totalmente erróneo del mismo. Yo cursé unos créditos del Departament d'Ensenyament en que se me instruyó como dominar sus recursos, pero no hubo la más mínima mención a lo otro.

    Josep Fàbrega, tu perspectiva me hace confirmar la complejidad de la evaluación que tiene, como se ha dicho arriba, un carácter holístico en el que nuestra subjetividad entra en juego profundamente. Esto en bachillerato me ha llevado a conflictos muy duros, pues es difícil objetivar un examen o un trabajo presentado. Entra lógicamente la percepción profesional del profesor que juzga como adecuado o no el nivel de madurez contenido en un examen. En la ESO este criterio que compartimos de carácter holístico es apropiado pero no es aplicable al bachillerato, aunque es el único válido. La madurez es algo difícilmente definible, que se nota, pero no es fácil de explicar a quien carece de ella. Muy difícil.

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  27. Uf! La madurez. Aprobar y suspender no tiene nada que ver con ella. Es un concepto excesivamente global que supera al entorno escolar.

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