Hola, Joselu,
hace tiempo que rondas por internet, hace casi nueve años que tienes el blog Profesor en la Secundaria, un blog
caótico que a veces tiene algún destello de interés para los lectores. ¿Podrías
contestarnos a unas preguntas sobre tu perfil personal y profesional? Te
enviamos por correo estas preguntas. Esperamos tus respuestas sinceras.
En primer lugar, ¿qué
te mueve a escribir?
Tú lo has dicho, mi caos interior me lleva a plasmar por
escrito mis reflexiones. En alguna forma, escribir es un modo de establecer un
orden y unas prioridades. Escribiendo me fuerzo a contemplarme y desdoblarme,
exige una disciplina a un señor perezoso y desorganizado incapaz de hilvanar
los argumentos en su mente con rigor.
¿A quién admiras?
No admiro a nadie. Pero sí que hay personas cuya realidad y
su obra me resulta sugerente, digna de ser conocida y pensada, personas que han
sido coherentes en su vida personal y creativa, personas que son buenas,
generosas, abiertas. No establezco una prioridad entre seres que han pasado a
la historia y otros que se cruzan en mi vida como la panadera de mi barrio con
la cual hablo con placer. Cada uno tiene la vida que le ha tocado o la que ha
podido elegir. No creo que haya seres más grandes que otros. No se pueden
comparar las vidas. Todos tenemos una existencia que es única, la única que
poseemos.
¿Qué estás leyendo
actualmente? ¿Qué te parece?
El proceso de Franz Kafka. Lo he leído a continuación
de una biografía de Kafka de Reiner Stach sobre los años 1910-1914.
No lo había leído. Mi impresión es compleja. Hay momentos que me parece
apasionante y hay otros momentos en que me aburre y me suscita el bostezo, pero
igual me pasaba con la biografía de Kafka.
No soportaba la relación con Felice
Bauer, una relación que no le aportaba nada aparente a Kafka pero a la que
él daba una fuerte importancia. Desconozco si llegaron a acostarse más de una
vez (que fue un fracaso) y toda se construyó por este intercambio epistolar entre
ellos. Hemos conservado las cartas de Kafka
pero no las de Felice Bauer. El proceso se escribió en este periodo.
En algún sentido es una obra extrañamente humorística aunque revela un mundo
inextricablemente complejo y diabólico por un entramado de enigmas burocráticos que rodean a
ese proceso en el que el
protagonista, Joseph K, está implicado. El adjetivo kafkiano cobra en este relato todo su sentido.
¿Quién ha sido la
persona más importante de tu vida? ¿Por qué?
Sin duda, mi madre. ¿Por qué? Porque era un ser singular,
enferma mentalmente, que no podía reprimir su necesidad existencial de hacer
daño a las personas que tenía cerca especialmente si eran seres indefensos.
Tenía una potencia inenarrable de causar sufrimiento. Solo se podía huir de
ella. Nunca tuvo ninguna duda sobre ser una persona extraordinariamente buena.
Estuve en su poder sin ningún contrapeso toda mi infancia. De ahí proviene mi
personalidad conflictiva y mi inadaptación social. Cuando murió, la acompañé al
crematorio y le deseé un buen viaje. Tuve la satisfacción de verla allí por fin
indefensa.
¿Qué te parece el uso
que se está dando a la tecnología?
Soy un adicto a la tecnología. Mi iPad es mi tesoro personal. No me desprendo de él. Pienso que los
hombres cada vez estaremos imbricados en la relación con las máquinas que se
están convirtiendo en una parte importante y fundamental de nosotros. La fusión
hombre-máquina está en el horizonte. Ahora google ya es una parte esencial de
nuestra inteligencia, es como una extensión de nuestra memoria. Y los móviles,
no es necesario subrayarlo, son un elemento que está unido a cada instante de
nuestra vida especialmente para los más jóvenes. A la vez, todo esto produce
espanto. No concibo mi vida sin tecnología pero añoro el tiempo de mi juventud
en que no existía nada de esto y los jóvenes nos reuníamos en clubes juveniles,
bailábamos con canciones de John Lennon o Adamo y editábamos revistas a
multicopista escritas en clichés. Creo que hablábamos más, nos comunicábamos
mejor. Éramos más densos. La tecnología en su versión popularizada hace
extenderse la banalidad entre los que la utilizan. Los seres humanos, aislados
en sus artefactos tecnológicos se hacen más individualistas y egocéntricos.
¿Temes envejecer?
¿Por qué?
Hubo un tiempo en que me aterrorizaba la idea de hacerme mayor.
Me obsesionaba el envejecimiento, la decrepitud, me avergonzaba de mi edad.
Dilaté mi adolescencia hasta los cuarenta años. Vivía en un mundo sin
compromisos duraderos. Estaba como de paso. Sin embargo, la experiencia de ser
padre cambió mi perspectiva totalmente, viví una profunda crisis existencial
después de vivir la euforia inicial de la paternidad. Hoy mis hijas son
adolescentes y yo he vivido el arco que supone su crecimiento. Creo que vivo
más reconciliado conmigo mismo, pero a esto no es ajeno la medicación que tomo
para paliar mi tendencia a vivir la vida como un conjunto de estímulos
negativos. Soy feliz a mi manera. No soporto a quienes quieren ofrecer modelos
o recetas para vivir. A vivir solo aprende uno por sí mismo. Mi camino es mi
camino, no es de nadie más. Nadie lo puede evaluar. La vejez puede ser un
estadio interesante si uno sigue en el sendero de no rendirse a lo dado. El
otro día leía en un blog a un bloguero que se recreaba en su ancianidad. Me espeluznó. La
vida es una sucesión de estadios superpuestos pero no necesariamente sucesivos.
Lo importante es que el pensamiento salvaje, no integrado, siga estando
presente. No rendirse nunca. La muerte, vivida en unas circunstancias
adecuadas, puede ser una experiencia muy hermosa.
¿Qué libro te gustaría
haber escrito?
Habría varios, pero yo escogería Moby Dick por un lado, y Los
hermanos Karamázov por el otro. Hermann
Melville y Dostoievski.
¿Quién te hubiera
gustado ser?
Si yo pudiera haber elegido, me hubiera gustado ser
trompetista de jazz como Miles Davis.
He sido totalmente negado para la música. Carezco de oído por completo. Una
pena. Creo que hubiera dado salida a toda mi tristeza mediante la música.
Cuando veo a quien tiene facilidad para este lenguaje artístico, soy consciente
de mi limitación. Incluso cuando escribo tiene que traducirse en un lenguaje
poco musical, poco armónico.
¿Qué lamentas de tu
vida?
Tantas cosas irreparables... Lamento muchas cosas. He sido
un experto en meter la pata. A veces juego con mi imaginación a deshacer mi
pasado y eliminar tantas y tantas cosas de que me arrepiento... No entiendo a
aquellas personas que dicen, con seguridad pasmosa, que no tienen nada de que
arrepentirse, ni nada de que avergonzarse, que están muy tranquilos. En este
sentido me asombran los políticos. Tienen que ser de un material especial. Si a
mí me dijeran un diez por ciento de lo que se tienen que oír estaría destrozado
debajo de una piedra. Sí, hay muchas cosas de mí que no me gustan.
¿Has sido un buen
padre?
No hay nada que deteste tanto como esos deseos que a veces
se expresan diciendo “al mejor padre”, “al mejor profesor”, “al mejor abuelo”.
No soy nada de eso. Ha habido cosas que he hecho bien y cosas que podían haber
estado mejor. No soy ningún modelo de nada. Me deprimen los halagos
generalmente inmerecidos. Procuro estar donde mis hijas puedan necesitarme pero
nunca les he intentado llevar por un camino u otro. Mi padre lo intentó conmigo
y fue un rotundo fracaso para él.
¿Cómo ha sido tu
experiencia como profesor?
He vivido momentos de éxtasis profesional y momentos de
honda depresión. Para algunos he sido un profesor motivador y para otros,
especialmente en los últimos tiempos, he sido un profesor aburrido, carente de
sentido del humor, que no conecta con sus inquietudes y sus necesidades. La
enseñanza ha cambiado tanto... Puede que hace un tiempo yo reuniera cualidades
espléndidas como profesor que, con el tiempo, se han convertido en lastre para
el ejercicio de la profesión. Una
carrera docente es demasiado larga. Uno tendría que tener el derecho a cambiar
de profesión cuando se da cuenta de que su tiempo ha pasado ya. En la enseñanza he dejado buena parte de mi
vida. He tenido aciertos importantes y he cometido errores lamentables. Siempre
he sido un profesor que ha pretendido innovar,
pero no siempre es posible.
¿Qué es la literatura
para ti?
Una tabla de salvación. En un tiempo demoledoramente triste
descubrí los libros y siempre he sido fiel a ellos. No he leído para divertirme
o pasar el rato. No. Siempre he leído para intentar comprenderme a mí mismo.
Leer a otros que son mucho más inteligentes que han vivido algo parecido a lo
que he vivido yo, me interesa y mucho. En ese diálogo implícito que se da con
el libro surgen chispazos de inteligencia que me iluminan. Me atraen los
autores de fuerte componente existencial, aquellos que han vivido la vida como
un bosque oscuro al que han aprendido a darle sentido.
¿Cuándo conociste el
amor?
A los cinco años. Ella era mi compañera y no la he olvidado
nunca. Cada día me acuerdo de ella. Nunca la he vuelto a ver ni querría
hacerlo. Basta saber el lugar que ha ocupado en mi vida.
¿Qué esperas de la
vida?
Nada especial. Poder seguir caminando, leyendo y seguir
aguantándome sin demasiado pesar. Mis hijas irán encontrando su camino. Cada
una es muy singular. Han heredado la voluntad de su madre y son tenaces, tanto
que me sorprende esa evolución personal y radicalmente suya que han tenido, que
están teniendo. También espero seguir manteniendo mi relación de pareja que lleva
ya más de un cuarto de siglo y en la que he encontrado mi estabilidad e íntima
libertad.
¿Políticamente como
te defines?
Me defino como conservador aunque nunca votaría a la
derecha. No entiendo a los radicales que piensan que todo lo que tiene este
país es una mierda y que todo es corrupción. Lo que pasa es que las buenas
cosas que suceden no son noticia. Hay muchos españoles serios, responsables,
honrados y eficientes que no son noticia. Hay mucho de lo que sentirse
orgulloso en este país, aunque las noticias sobre corrupción en todos los niveles ocupen
los titulares. No somos solo una pandilla de pícaros y tramposos. Hay mucho bueno
pero siempre tendemos a desmerecernos y a depreciarnos. Es como si cada treinta
años quisiéramos poner de nuevo el reloj a cero y comenzar adánicamente otra
vez de nuevo. Es el carácter español que sigue considerando que somos atrasados
y atávicos.
¿Cómo llevas el
proceso independentista en Cataluña?
Con prudencia e íntima desolación. Hubo un tiempo que viví
que Cataluña era un espacio abierto e interesante, con gentes no extremistas,
un espacio tolerante... Pero el avance totalitario del nacionalismo ha hecho
que esta tierra se convierta en simplista, ensimismada, autocomplaciente, pueril.
Cataluña tiene dos almas que se complementan perfectamente. Querer negar una
para afirmar la otra solo puede llevar a un resultado empobrecedor y
desastroso. Si Cataluña se fuera de España pronto surgiría el sentido de la nostalgia de algo que era enriquecedor y plural.
¿Eres feliz?
A mi manera sí. Me gustaría tener algo de sentido del humor,
pero el que tenía lo perdí en el camino. Soy incapaz de reírme por las cosas
que se ríen mis compañeros de trabajo. Me gusta el humor absurdo en la radio de
Los especialistas secundarios. Me
encanta. Tengo momentos de íntima y profunda felicidad, y otros momentos de
desolación y tristeza. Supongo que para que existan unos tienen que existir los
otros. A cada momento feliz le corresponde uno de dolor. Es el equilibrio de la
vida. No creo que la vida pueda existir como una sucesión indefinida de
momentos de felicidad plena. La plenitud la he sentido en algunos instantes de
mi vida, de éxtasis existencial que no se puede explicar. Supongo que todos
vivimos instantes así. Por contrapartida el dolor más agudo también ha existido.
¿Crees en la magia?
Rotundamente sí. En mi cosmovisión está presente la magia.
Hay muchas cosas en mi vida que nos son inexplicables sin esa realidad mágica de
que hablaba Ana María Matute. La
magia existe en el mismo hecho de existir. Además hay coincidencias, hay
encuentros, hay constelaciones de hechos mágicos en nuestra existencia. Otra
cosa es saber qué sentido tienen. Eso lo ignoro. Cuando ha surgido la magia en
mi vida, lo ha hecho como un deslumbramiento cenital, pero no sé para qué ni
por qué. A veces pienso que para alumbrar nuestro camino a la muerte.
Bueno, Joselu,
por hoy ya hay suficiente. Tus respuestas han quedado consignadas como
testimonio de una fracción de existencia. Ojalá que alguien las lea y pueda
comentar algo al respecto. Buenos días.