Lorenzo Varela
Uno de los poetas que quiero traer aquí porque me parece excelente -tanto en gallego como en castellano, las dos lenguas de Galicia, mal que les pese a los intolerantes fundamentalistas- es Lorenzo Varela (1916-1978). Fue un eterno emigrante trasterrado y exiliado tras la guerra. Nació en un barco, el Navarre, frente a las costas de Cuba adonde emigraron sus padres. Pasó unos años allí hasta que, debido a la crisis económica en la isla, se trasladaron a Argentina donde estudió la primaria. Hacia 1930 volvió a Galicia para estudiar Bachillerato en pleno periodo republicano. Allí entró en contacto con miembros del Partido Galeguista y conoció a Castelao. Del galleguismo evolucionó al troskismo y se acercó al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En 1935, acabado el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar Letras. Empieza a colaborar en periódicos como crítico literario y a participar en la vida cultural de aquel Madrid tan extraordinariamente rico. El estallido de la guerra civil le lleva a alistarse -y a afiliarse al Partido Comunista- y pronto alcanzó el grado de comandante de una brigada de la undécima división. Escribió para míticas revistas republicanas como La hora de España y El mono azul, así como participó en 1937 en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas junto a Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Ernest Hemingway, César Vallejo, Louis Aragon, André Malraux...
La derrota le llevó al exilio en el sur de Francia donde estuvo en un campo de concentración, hasta que pudo embarcarse en el Sinaia con destino a Mexico. Llegó a Veracruz. Allí retomó su actividad literaria -colaborando intensamente con Octavio Paz en la revista Taller- pero conflictos con otros exiliados -que volvían a reproducir las diferencias de la guerra civil- lo llevaron a viajar de nuevo a Argentina en 1941 donde aún residía su padre. Allí publicó un libro excelente en castellano, poco conocido, titulado Torres de amor (1942), su primer libro en gallego Catro poemas para catro gravados (1942), y posteriormente un poemario espléndido, Lonxe (1954) del que extraigo uno de sus poemas para que lo conozcáís. Lonxe significa “lejos” y su título ya idea de su contenido que hace referencia a la guerra civil tomando como protagonistas a los héroes de la guerrilla surgidos del pueblo y su lucha por la libertad y la justicia. Quiso viajar a los Estados Unidos pero no pudo por su adscripción comunista. Se trasladó a Montevideo (Uruguay) durante el periodo más álgido del peronismo (1947-1952). Tras su retorno y el fin del régimen de Perón, colaboró como crítico literario con los principales periódicos argentinos como Clarín, El Mundo, La Razón, De Arte y La Nación. Tuvo una relación tormentosa con Estela Canto, antiguo amor de Jorge Luis Borges. En Argentina mantuvo una estrecha relación con otros exiliados gallegos como Luis Seoane, Rafael Dieste, Antonio Baltar, Arturo Cuadrado... que le ayudaron a mantener el vínculo con su tierra.
La dictadura argentina de los años setenta y la represión que desencadenó, unidas a la muerte del dictador Franco, le llevaron a volver a España en 1976 donde era un perfecto desconocido -todavía lo sigue siendo- a pesar de haber sido un significativo miembro de la generación de la desgraciada generación de 1936, su calidad, su capacidad de análisis literario y su magnífico hacer poético. Murió, casi de tristeza, poco después de la vuelta a España en 1978.
Su vida estuvo marcada por la tragedia y la fatalidad. Ernesto Sábato, el escritor argentino, lo vio como un barco desarbolado y a la deriva fruto de ese profundo desarraigo y la permanente añoranza de un mundo perdido, lo que no impidió que viera también el mundo con una honda esperanza. Fue un excelente poeta y un hombre generoso e íntegro, que merece ser recordado como persona y como creador.
Xesus Lorenzo Varela fue homenajeado en el Día das letras galegas de 2005.
Dejo aquí un enlace a uno de sus poemas de Lonxe (O galo), que he seleccionado. Y también recojo unas palabras explícitas y clarificadoras de Lorenzo Varela, según mi entender, sobre la relación entre lo gallego y lo español. No tienen desperdicio. Me sirven de contrapunto a esa sectaria e intolerante declaración de Manuel María que me hizo conocer María.
Concluye aquí este pequeño ciclo de semblanzas de cuatro poetas gallegos que me han servido para profundizar en ese rico mundo de la lírica de la saudade que inició Rosalía de Castro, el origen de todo. Sé que no hay muchos lectores en estas fechas, pero para mí ha sido una buena y apasionante experiencia. Espero que alguien también haya disfrutado de ello.