Desde el año pasado promuevo la cultura blogger entre mis alumnos de cuarto de ESO. Creo que es importante que conozcan esta nueva forma de comunicarse y de expresarse. Sin embargo, este curso en que se abrieron una veintena larga de blogs, pocos han podido superar los dos meses de funcionamiento. La mayoría han muerto por falta de renovación y los dos que subsisten están perdiendo fuerza y preveo que pronto se quedarán encallados. Uno de ellos, El blog de una incomprendida es un resumen diario de las clases en el instituto, así como de sus momentos de ocio. La autora es una interesante alumna que ha mantenido la antorcha pero está a punto de desertar. El otro blog es una declaración de amor en la red apasionada en que reitera mensajes de amor a su chico, al que quiere más que a cualquier otra cosa en el mundo.
La mayoría de los blogs han muerto, pero sí que hay algunas constantes. La mayoría de los autores han sido chicas que han llenado de colorines, especialmente rosa, azul y verde la tipografía con que escribían. Eran declaraciones de amistad o de amor, letras de canciones o vídeos musicales y alguna vez fotos de alguna serie de televisión. Otros se han limitado a ir resumiendo día a día lo que era su vida en el instituto.
Me doy cuenta de que la cultura blogguer que tiene como centro el blog es demasiado textual y reflexiva para lo que son sus necesidades. Hay otro tipo de artilugios como el fotolog, que mezcla fotos, comentarios y música, que satisfacen más sus deseos expresivos. La mayoría de blogs no tenían comentarios, y un blog sin comentarios es un blog que difícilmente resiste. No ha calado entre ellos este tipo de instrumento expresivo.
Me pregunto por qué mis alumnos adolescentes no van más allá de su cotidianidad y no son conscientes de los temas que genera nuestra sociedad. Ninguno se hace eco de los graves problemas que tiene la humanidad. Me pregunto por qué la realidad no llega hasta ellos. Me refiero a la realidad de los conflictos étnicos como los de Kenia que son estremecedores y apuntan a una repetición de los sucesos de Ruanda en 1994 ante los que occidente se quedó pasivo; me refiero a realidades como los de la inmigración sangrante que hace que lleguen día sí y día también pateras y cayucos a las costas de Motril y Canarias; me refiero al calentamiento global que está haciendo que tengamos uno de los años más cálidos y menos lluviosos de hace décadas, confirmando las predicciones más agoreras de los especialistas en clima; me refiero a la globalización y a la desesperación de buena parte de la humanidad aplastada por los esquemas económicos de los siete grandes. Me pregunto qué ha de pasar para que los jóvenes sean conscientes del mundo tan frágil que estamos viviendo.
La mayoría de los blogs han muerto, pero sí que hay algunas constantes. La mayoría de los autores han sido chicas que han llenado de colorines, especialmente rosa, azul y verde la tipografía con que escribían. Eran declaraciones de amistad o de amor, letras de canciones o vídeos musicales y alguna vez fotos de alguna serie de televisión. Otros se han limitado a ir resumiendo día a día lo que era su vida en el instituto.
Me doy cuenta de que la cultura blogguer que tiene como centro el blog es demasiado textual y reflexiva para lo que son sus necesidades. Hay otro tipo de artilugios como el fotolog, que mezcla fotos, comentarios y música, que satisfacen más sus deseos expresivos. La mayoría de blogs no tenían comentarios, y un blog sin comentarios es un blog que difícilmente resiste. No ha calado entre ellos este tipo de instrumento expresivo.
Me pregunto por qué mis alumnos adolescentes no van más allá de su cotidianidad y no son conscientes de los temas que genera nuestra sociedad. Ninguno se hace eco de los graves problemas que tiene la humanidad. Me pregunto por qué la realidad no llega hasta ellos. Me refiero a la realidad de los conflictos étnicos como los de Kenia que son estremecedores y apuntan a una repetición de los sucesos de Ruanda en 1994 ante los que occidente se quedó pasivo; me refiero a realidades como los de la inmigración sangrante que hace que lleguen día sí y día también pateras y cayucos a las costas de Motril y Canarias; me refiero al calentamiento global que está haciendo que tengamos uno de los años más cálidos y menos lluviosos de hace décadas, confirmando las predicciones más agoreras de los especialistas en clima; me refiero a la globalización y a la desesperación de buena parte de la humanidad aplastada por los esquemas económicos de los siete grandes. Me pregunto qué ha de pasar para que los jóvenes sean conscientes del mundo tan frágil que estamos viviendo.