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sábado, 11 de enero de 2014

Dieudonné M'Bala M'Bala un humorista que la arma.



Leo la prensa todos los días buscando alguna inspiración pero hoy nada me ha llamado, salvo las noticias sobre ese cómico de madre francesa y padre camerunés, Dieudonné M’bala M’Bala,  que está poniendo en jaque a la política francesa por la prohibición que ha recibido del ministro del interior Manuel Valls y el Consejo de Estado francés de llevar a los escenarios su espectáculo Le mur acusado de incitación al odio racial por sus críticas demoledoras contra los judíos y la banalización del Holocausto. Dieudonné está cercano simultáneamente a las posiciones del Frente Nacional y el islamismo radical. Tiene en facebook más de medio millón de seguidores y sus espectáculos venden miles de entradas al haberse convertido en el héroe de los marginados de las banlieu en que viven centenares de miles de musulmanes y que asumen con entusiasmo el gesto inventado por el humorista, la quenelle, que se afirma que es un homenaje al saludo nazi pero al revés, aunque en otro sentido se afirma que es un gesto antisistema que representa a los excluidos de la sociedad francesa. La polémica está servida ya que aunque una buena parte de la opinión pública está de acuerdo con la prohibición tras siete condenas firmes de la justicia por incitación al odio racial, hay también importantes sectores incluso en la izquierda que condenan la prohibición por instaurar la censura previa lo que es un peligroso precedente en la política cultural de un país que hace gala de su libertad de expresión.

Dieudonné tiene miles de seguidores que han estallado indignados por la prohibición de su gira por veintidós ciudades francesas y lo ven como un ataque contra ellos. Por otra parte, es innegable que la campaña gratuita de publicidad que está recibiendo el cómico francés de 47 años es impresionante. Hoy todo el mundo en Francia sabe quién es, y muchos, a pesar del escándalo y su prohibición estarían dispuestos a querer ver su espectáculo aunque solo sea por morbo.

El cómico tiene un innegable talento y ha sabido dar en uno de los lugares sensibles de la compleja sociedad francesa que cuenta con millones de musulmanes que se sienten fuera y rechazados por el sistema. Recordemos los episodios de quema de miles de vehículos hace años en los barrios periféricos de las grandes ciudades francesas cuando todo un sector juvenil saltó como en plena intifada contra el poder y el sistema. Y es debido a su habilidad como logra aunar su cercanía al Frente Nacional de Le Pen y la simpatía por el islamismo radical. Más en un tiempo en que se prevé la subida del porcentaje de votos del partido ultraderechista francés en las próximas elecciones.

Su antisemitismo también incide en la sociedad francesa mezcla por el rechazo al sionismo del Estado de Israel que suscita un amplio rechazo y también por la creencia extendida de que son los judíos los que controlan el mundo. Así sus críticas banalizadoras del holocausto son el colofón a una visión del mundo que lo relativiza frente a otras matanzas habidas en el siglo XX y que no han recibido tanta publicidad. Además el antisemitismo sigue latente en una Francia que en buena parte colaboró con el régimen nazi mediante el gobierno de Vichy y deportó a miles y miles de judíos a los campos de exterminio nazis.

Muchas veces he sospechado que detrás de las críticas muchas veces justificadas al estado del Israel por su política antipalestina se agazapaba un fuerte antisemitismo que no quería reconocerse como tal y que se justifica por la solidaridad con el pueblo palestino. Sin embargo no escucho voces que se estremezcan por la matanza de la población siria por el ejército del Assad que masacra a su pueblo. Ni por la política represora de las mujeres llevada a cabo por Irán o su persecución de homosexuales. No quiero ni pensar si fuera el estado de Israel el que la llevara a cabo. Esto me lleva a pensar que existe un profundo antisemitismo en la sociedad europea, incluida la española, que explota el cómico francés con éxito extraordinario y que lleva a la Quinta República a establecer la censura de un espectáculo creando un precedente que hace de Dieudonné una víctima del sistema y generando centenares de miles de seguidores que hacen de él un héroe épico.



lunes, 27 de febrero de 2012

¡Profe, que ya sabemos qué es la virginidad!



Una de las situaciones más comunes para un profesor que imparte clase a grupos en que  la mayoría son inmigrantes (marroquíes, paquistaníes, latinos) es la de ser consciente de que habrá infinidad de palabras, conceptos, imágenes o símbolos que probablemente no sean comprendidos por ellos aunque sean habituales y conocidos en nuestro modo de entender las cosas. Especialmente esto es importante en el terreno del arte y concretamente en el de los textos literarios.

Estos días leemos dramatizando la obra Bodas de sangre de Federico García Lorca. Nos sentamos en círculo al final de la clase y los alumnos leen, intentado interpretar a los distintos personajes. La lectura va más o menos fluida, pero yo voy deteniéndola explicando algunas cuestiones que pienso son necesarias para comprenderla. ¿Hasta que punto entienden la situación planteada? Parece que la base del conflicto sí. Saben que la novia está enamorada de Leonardo y que la boda con el novio la sume en la desolación y la amargura.

Hay un momento en que el novio y su madre regala unas medias caladas a la novia. Es un elemento que lleva aneja la sensualidad, y más cuando la criada describe dichas medias asociadas a las piernas (la pantorrilla, los muslos...). Les explico que antes en España las mujeres velaban totalmente su cuerpo. No podía ser contemplado por un hombre que, sin embargo, si veía un fragmento de pantorrilla, era para él altamente excitante. ¿Entienden el conflicto? Mis alumnas marroquíes también velan su cuerpo (no todas) y tienen un sentido del pudor que lo aproxima a esas concepciones de principios de siglo. ¿Hasta qué punto les desconciertan las alusiones a la cama, a los dos cuerpos, el del novio y la novia, encontrándose el día de la boda? Desconozco dónde están los referentes claros para mis alumnos. Antes cuando me dirigía a alumnos españoles tenía claro cuáles eran nuestros valores e imágenes de referencia, lo que era normal y lo que no. Ahora he de explicar cuestiones que no sé si se entenderán. Una de ellas es la corona de azahar que arroja la novia al suelo el día de la boda. ¿Sabéis lo que es el azahar? ¡No! Me responden tanto marroquíes, latinos o españoles. Es la flor de naranjo, es blanca y simboliza la virginidad. Entonces me veo obligado a explicar qué es la virginidad, hasta que una alumna marroquí me espeta. "Profe, que ya sabemos qué es la virginidad", entre las risas de la mayoría que encuentran cómica la situación. A mi vez, termino riéndome por lo absurdo de la situación.

Los asuntos referidos al pudor son susceptibles de choques culturales. En la película El resplandor de Kubrick aparece un desnudo de una mujer misteriosa en la habitación 237 y observo que niñas marroquíes apartan la vista de la pantalla. Están educadas en otros parámetros en que el desnudo o el sexo son tabués como lo eran para nosotros hace un par de generaciones en la España de los años cincuenta o sesenta en que comenzamos a abrirnos en este terreno. De hecho los años anteriores a la Transición y la Transición misma suponen una eclosión de lo sexual que revela la fuerte tensión acumulada por la represión del franquismo.

Sin duda ha de haber una fuerte tensión en este terreno entre los varones y las chicas que estén formados en una visión puritana del sexo de acuerdo a su cultura. Sin embargo, no son inmunes a las influencias de la sociedad occidental cuya libertad en el sentido del pudor es mucho más amplia. El otro día revelaba que un alumno marroquí fue sorprendido mirando unas imágenes de sexo explícito durante la clase por lo que fue amonestado. Entiendo que hay un fuerte conflicto sexual en el que chocan la identidad cultural (musulmana) y la realidad fisiológica personal, a la vez en un contexto cultural que no ayuda demasiado a las ideas de mantenimiento de la castidad hasta el matrimonio. Pienso que el hiyab que portan las muchachas es precisamente ese símbolo que expresa la virginidad y que representaba el azahar en la obra Bodas de sangre.

Supongo que la clave en este sentido es la de abordar las cuestiones con normalidad, pero ello no deja de plantearme interrogantes sobre los límites o las explicaciones necesarias.  Con los alumnos marroquíes nunca he tenido ningún conflicto serio sobre este tema, pero he oído de alumnos testigos de Jehová que se negaban a leer algún tipo de novelas porque había situaciones o imágenes que no admitía su religión.

A veces se produzcan situaciones cómicas cuando el profesor intenta explicar lo que sí por supuesto es comprendido y forma parte de su cultura más cercana como es la idea de virginidad que tiene que ser medular como lo era de la nuestra no hace tanto tiempo. 

jueves, 3 de noviembre de 2011

La crisis griega llama a nuestras puertas...


No entiendo la crisis griega. Quiero escribir sobre la misma, pero los datos no me cuadran. Al parecer, la inestabilidad de Grecia está poniendo al borde del abismo al sistema financiero europeo, al euro y a nosotros, que somos los próximos, los que vamos después de Grecia. ¿Es posible que una economía deficiente como la griega pueda suponer tal nivel de riesgo al resto de Europa y del mundo? ¿Un país de once millones de habitantes que supone el 2% del producto interior bruto europeo es capaz de llevar a Europa a la más grave crisis de su historia y estar a punto de dinamitar el euro como moneda común? No lo entiendo. ¿Que han sido vividores, que no pagan impuestos, que mentían (consentidamente) en sus cuentas públicas? Es posible, igual que nosotros en buena medida. ¿Es esto suficiente para generar tal cadena de desastres como se aventura?

El rescate que se le impone a Grecia hipoteca durante generaciones el desarrollo y perspectivas de crecimiento social y económico. Parece que se quiere a Grecia de rodillas y como culpable de todos las demoledoras consecuencias que van a venir. Y el citado rescate no es en realidad a Grecia sino a los bancos alemanes y franceses que son los que controlan la deuda griega establecida por comprar sobre todo productos como armamento a estos países. 

No entendía mucho, pero he encontrado este vídeo en internet. Dura unos quince minutos, pero seguro que después de verlo entendéis mucho mejor lo que está pasando. Es un monólogo abierto de un español residente en Grecia. Se llama Pedro Olalla. Podéis entrar en su página web. Es reconocido profesor, helenista, periodista, fotógrafo, autor de numerosas obras sobre la cultura griega. No es un agitador. Su discurso es serio, sensato y moderado pero lleno de energía y amor a Grecia. Lo he visto en varias ocasiones y, unido a numerosas noticias que he leído estos días, ha contribuido a alumbrarme en el caso de la crisis griega que es en opinión de Pedro Olalla simplemente que el poder financiero se está haciendo con el poder político del mundo a través del control, creación y explotación de la deuda. Las democracias van a ser arrasadas por el sometimiento absoluto de las sociedades a los criterios de los reducidos financieros que controlan Europa y el mundo. Grecia debe este año sólo de sus intereses de la deuda 16.000 millones de euros que son lo que suponen la educación y la sanidad de su país. El mundo está en manos de los que disponen del control de la deuda que maniata a todo el tercer mundo que tiene que dedicar ocho veces más a pagar los intereses que supone que toda la ayuda que reciben para el desarrollo.

Los estados, los gobiernos, los países, están en manos de los que controlan la deuda. Ello supondrá el progresivo desmantelamiento de la democracia por parte de los agentes de la globalización económica. La deuda es un producto controlado por los bancos centrales, el FMI y los sistemas financieros para hacerse con el control del mundo no para servir a los intereses de la mayoría sino de ese reducido número de inversores que son los que controlan las economías por medio de mecanismos de inversión libremente negociables en el mercado de valores y que son constantemente objeto de especulación.

No es Grecia el cáncer europeo. Y está dispuesta a pagar sus errores. Hay algo más y debemos saber que luego vamos  los demás. El poder político es pulverizado por los agentes económicos que tienen a los estados a su servicio.

"Es necesario que haya gente dispuesta a pensar alto, a sentir hondo y a hablar claro" (Pedro Olalla).

Si no conocéis el vídeo, no os lo perdáis. Seguro que luego lo entendéis mucho mejor. 

lunes, 17 de octubre de 2011

Preguntas jodidas al 15-M



He visto surgir con simpatía este movimiento de resistencia frente a la depredación del capitalismo, el poder financiero, la hegemonía de los especuladores, la supeditación de la política a los tiburones de Wall Street; contra los recortes que afectan a las políticas sociales especialmente en sanidad y educación.

Totalmente de acuerdo.

Pero rebobino. El tremendo superávit de los años de la burbuja inmobiliaria permitió implementar políticas sociales porque el dinero fluía con facilidad. Los agentes estatales, Hacienda y ayuntamientos, sacaban su tajada enorme -por medio de impuestos- de esa compraventa de viviendas que engrasaba también a los notarios, a los despachos de arquitectos, a las industrias y talleres accesorios... El dinero era fácil. Los partidos políticos en el poder inauguraban gozosamente polideportivos, universidades, centros culturales, aeropuertos, líneas del AVE, exposiciones universales (Fórum de las culturas, Expo del Agua...)

No nos podemos quejar de los partidos políticos porque, aparte de sacar algunos elementos su parte del pastel en forma de corrupción (innegable),  satisficieron nuestras ansias incontroladas de mejora, de viajar desde nuestra provincia a cualquier parte, de tener un centro cultural de Arte Contemporáneo cerca de nosotros, de tener festivales subvencionados y actuaciones gratis...

Todo funcionaba genial. Nadie protestaba. Nadie se indignaba ante esta lógica. Sobraba el dinero. Los jóvenes de dieciséis años  se ponían a trabajar en la construcción y sacaban más dinero que los profesores que les habían dado clase y pronto tenían un vehículo a ser posible BMW. Nunca se habían matriculado tantos coches como en estos años. La industria automovilística también estaba engrasada.

Nadie decía nada. Y menos los partidos de izquierda.

Sin embargo, el mundo que nos rodeaba era atroz. Pobreza, explotación de países, miseria... Alteración del clima mundial que condenaba a decenas de millones de personas a la emigración por las sequías y el cambio de régimen de lluvias...

Pocas voces se alzaban para decir que esto no era posible, que nuestro crecimiento estaba en el aire, que no podía ser, que vivíamos del crédito que parecía infinito... La política parecía estar al servicio de la felicidad de los ciudadanos que aceptaban los regalos como algo natural, como si se hubieran merecido.

Los bancos hicieron su agosto facilitando créditos fáciles a todo el mundo.

Entiendo las razones de la indignación, pero me hubiera gustado haberla rastreado antes de ahora en que nos apercibimos de los fallos del sistema cuando nos dan a nosotros en el pandero.

Los indignados desean vivir en la planta que anhelen del edificio y no en los bajos, he oído esto en algún blog.

¿Compartirían dicha planta con los somalíes, con los inmigrantes subsaharianos que llegan a miles a Lampedusa y nadie los quiere? ¿Están bien las vallas de separación que existen para que no nos invadan?

¿Algún día se entenderá que todos aquellos derechos sociales que teníamos y que ahora nos quitan o escatiman también formaban parte de la distribución injusta del mundo? ¿O acaso porque parecía que nos los regalaban eran nuestros por derecho propio?

Aplaudimos las primaveras árabes. Eran bonitas. No costaban nada. Eran luchas contra la tiranía. Ahora el turismo en Túnez y Egipto se ha hundido. Nadie va a ver esos maravillosos países que han luchado contra las dictaduras.

Ha habido más de tres mil muertos en Siria por la represión de El Assad y no he visto en ningún lado una referencia a ello, ni a la lucha de Yemen contra la dictadura. ¿Acaso la izquierda piensa que queda fuera de sus intereses ideológicos o políticos?

¿O acaso somos solidarios y reivindicativos sólo cuando nos quitan nuestras ventajas y servicios sociales? 

¿O el 15-M debe crecer y ser consciente de sus limitaciones y contradicciones? 

martes, 11 de octubre de 2011

África: solidaridad y contradicciones.



Me enorgullezco de mantener una comunicación cordial con exalumnos de distintas promociones que han ido jalonando mi vida docente. Con ellos debato, discuto, intercambio, dialogo... Uno de ellos es David B. Fue alumno mío hace dieciocho años. Ya está en la treintena bien entrada. Nos seguimos en facebook, un instrumento útil para mantener una relación fluida.

Nuestro reciente intercambio de puntos de vista vino a establecerse a propósito de nuestra influencia como occidentales en pueblos o sociedades africanas o aborígenes (amazónicas, australianas, asiáticas...) Yo planteaba la necesidad de hacer accesibles "tabletas" o medios tecnológicos a pueblos y sociedades hundidas en la pobreza y en la corrupción de sus gobernantes, en el sentido de que representaban una ventana abierta al resto del planeta. Me contestó David B. Éstas son sus palabras.

Te aseguro, que una ventana abierta a un mundo que no es el tuyo, lo que hace es distorsionar más si cabe la percepción para aquellas personas.

No podemos tratar de meter a todos los que no están como nosotros en nuestro mundo.
No creo que un indígena de la Amazonia sea más infeliz que nosotros por no tener acceso a Garcilaso, Shakespeare, New York Times, etc.

Era increíble la percepción que tenían del mundo los habitantes de un poblado en el desierto subsahariano donde por supuesto gastaron ahorros para tener TV y parabólica... hace más mal que bien, te lo aseguro.

La ayuda a paises con problemas (y ojo porque no podemos ser quienes dictaminemos qué son problemas) se ha de hacer de otra manera, se les ha de ayudar a que caminen solos hacia el mundo que ellos quieren (un mundo libre y con acceso a necesidades básicas). No se trata de que vengan al nuestro, ni de convertirlos en borregos, ni en seres de una sociedad "avanzada" como la nuestra (de la cual me avergüenzo).

Me reconocí en estas palabras. Representaban al Joselu de hace unos años en que empecé a sumergirme en la cultura africana a través de la literatura, el arte y la sociología. Consideraba a las sociedades africanas como hermosas en sí mismas y que habían sido devastadas por la perniciosa influencia del hombre occidental que las había esclavizado y había destrozado sus bases humanas de armonía y equilibrio con la naturaleza. Pretendía un status de excepción para estas sociedades que se mantendrían -en mi deseo- al margen de la acción depredadora del hombre occidental (o asiático). Anhelaba que pudieran mantener su pureza y su aislamiento respecto a nuestros valores viviendo en sus tradiciones con códigos propios y leyendas llenas de riqueza existencial. No podía admitir que aquellos mundos plenos de belleza tuvieran que someterse a la homogeneización televisiva y banal del hombre "avanzado".

Hoy soy partidario de que África debe entrar en la modernidad, porque es la única manera de luchar contra las dictaduras y la injusticia que atenazan a estas sociedades tan frágiles (y hermosas). La pobreza no es digna ni bella. La pobreza va unida a la explotación, a la tristeza, a la guerra, a la corrupción. No me sirve que haya muchísimos africanos que vivan resignados en su aplastamiento. Deben -deberían- rebelarse contra las dictaduras, contra las tradiciones degradantes, contra su retraso tecnológico en un mundo que, nos guste o no, es global. Hay historiadores como Ferrán Iniesta de la Universidad de Barcelona que sienten igual que David, que África es el Planeta Negro y que su máximo valor es su negativa a entrar en la modernidad, en su anclaje en la tradición preindustrial... Durante un tiempo simpaticé con estas ideas que me llevaban a África como un continente maravilloso si era capaz de mantenerse al margen de la modernidad.

Pero ¿cómo mantenerse al margen de la modernidad si la mayor parte de sus países son cleptocracias en manos de dictadores sanguinarios, si sus divisiones tribales les llevan a enfrentamientos terribles, si viven sumidos en la pobreza más triste, si sus recursos están en manos de compañías occidentales y venden sus tierras mejores al capital chino? África está perdida si no es capaz de incorporarse a la modernidad, aunque no me guste y prefiera un África ancestral y legendaria antes de la llegada del hombre blanco e islámico.

De sobras sé que el hombre africano tiene un potencial maravilloso, que es capaz de sonreír y bailar en medio de la desolación, que puede enriquecer nuestro mundo sumido en el pesimismo mientras que él tiene un modo de ver las cosas que induce al optimismo y la alegría vital.

Pero no, es bueno y necesario que, junto a montones de proyectos de desarrollo que se puedan implementar, se incorporen a la tecnología, que llegue a sus escuelas, que conozcan al resto del mundo, que éste se comunique con ellos, que se los tenga en cuenta. No debemos dejarlos al margen de la revolución que está viviendo el planeta. Forman parte de él. Del mismo modo que no les podemos negar la medicina occidental (vacunas, antibióticos, combinados anti Sida...), no podemos ni debemos pensar que pueden vivir fuera del mundo, aunque no suponga que despreciemos el suyo propio. África debe modernizarse (aunque nos pese y sintamos vergüenza de nuestro mundo, que también).

Dejo un vídeo muy interesante en portada sobre la relación entre una escuela de Malí y otra catalana de Gavá. 

lunes, 3 de octubre de 2011

Autopsia del desarraigo


Este era el título que he tomado prestado de la entrevista que Javier Valenzuela hizo al escritor marroquí Tahar ben Jelloun (24-09-2011), premio Goncourt en 1987,  en el cuadernillo Babelia. En ella se hacía referencia a su novela El retorno. Las palabras de Tahar ben Jelloun me resultaron motivadoras pues hablaban del desarraigo del marroquí en una sociedad como la francesa. Mohamed, el protagonista, ha trabajado en una fábrica de automóviles durante cuarenta años. Ha vivido en un suburbio de París y ha tenido cinco hijos. Le llega la edad de la jubilación y lo que para un europeo se muestra como una etapa llena de posibilidades, para él es un pequeño drama pues sabe que no pertenece al mundo francés en el que es un extraño -siempre ajeno- pero tampoco a Marruecos en el  que también es un  extranjero por mucho que sus raíces bereberes tuvieran su origen allí.

Decide Mohamed volver a Marruecos y edificar una casa en que reunirá a sus hijos en busca del sueño de congregar a la unidad familiar como hizo su abuelo o su padre. Dejo el argumento aquí. No quiero saber más porque deseo leer esta novela. La entrevista revela la otra cara de la moneda frente a los que se obstinan en ver solamente en el Islam la cara autoritaria y conservadora, tal vez fanática, que existe, sí, pero como dice Jelloun cuando algún imbécil musulmán hace o dice alguna tontería se echa sobre las espaldas de toda la comunidad islámica.

Hay algo en esta entrevista que me resultó muy sugerente. Es cuando el  protagonista -Mohamed- vuelve a Marruecos y se encuentra con una atmósfera mágica que impregna la vida en ese país. Y reflexiona Tahar ben Jelloun: Es que Francia no es un país que haga soñar. En cambio sí que hay algo mágico en Marruecos, yo diría que como en la Andalucía de antes. Es la belleza del país y es también la especie de poesía que hay en las relaciones entre la gente. Allí todo es posible.

¡Touché! Esto me conmocionó profundamente. Soy profesor de cursos en que la mayoría son marroquíes. Lo he elegido y me siento con una extraña satisfacción por las relaciones que tengo con ellos, mucho más cálidas y amistosas que las que entablo con muchachos españoles o incluso latinos. Y presiento en ellos -ahora que lo sé- la añoranza de ese universo mágico que nosotros hemos perdido sumidos en la modernidad igualadora. Todos ellos añoran su tierra, en mayor o menor medida por la duración de su estancia en España. Pero aunque lleven tiempo, para ellos es un sueño volver de vacaciones a Marruecos, circunstancia en que se abre otro mundo de posibilidades. Ello no excluye saber que este país sea el reino de la corrupción y el nepotismo  que Tahar ben Jelloun denuncia como muy grave. Allí la policía trata a los inmigrantes que vuelven como  perros, mientras en Europa se les trata, en cambio, como a ganado. En medio está la demanda del inmigrante de reinvidicar su humanidad. 

Entiendo ese conflicto de referencias que se da en el muchacho bereber o árabe, más cuando proviene de un medio rural. Y entiendo que la realidad española es fría, distante, poco expresiva y en ella, ellos serán, si no cambia la cosa, unos permanentes extranjeros por su modo de ser, por su hiyab, por sus costumbres... No cabe duda de que ellos aprecian las oportunidades que les ofrece el sistema educativo español, y que serían inimaginables en Marruecos. Ante ellos se abren posibilidades de evolución del pensamiento hacia algo más liberador en lo que respecta a la mujer. Percibo ese conflicto entre mis alumnas que, tras su estancia de varios años en España, ya no son simplemente esas muchachas sumisas que pide la tradición secular marroquí. No, ellas empiezan a tener un punto de vista abierto respecto a su condición y esos años de estancia en un centro educativo, sobre todo si los profesores son conscientes de su odisea como inmigrantes, como desarraigados, como extranjeros que añoran la magia de otro mundo pero necesitan el pragmatismo y las posibilidades sociales de éste, serán fundamentales en su formación en la que podemos intervenir profundamente pero conociéndolos antes, esto es importante. Conocerlos y sentir curiosidad por ese mundo del que se ven desgajados sin posibilidad de retorno.

Tahar ben Jelloun con el que comenzaba este post, también intentó volver a Marruecos a vivir pero, tras una estancia en 2006, y tras varias situaciones poco agradables, decidió regresar a Francia. No es fácil retornar para el que ha vivido en Europa.

Pero sus ojos siempre anhelarán  la presencia de la magia perdida, ese anhelo que intuyo en mis alumnos de mirada a veces afligida y que poco a poco van aceptando la planitud y superficialidad de nuestro estilo de vida que sólo parece añorar -paradójicamente- la llegada del viernes.  

Estoy en este cruce de caminos, y me siento maravillado y sumamente interesado en profundizar en este mundo que tiene todavía cerca la magia que aún vive en sus ojos que presiento tristes en algunos momentos. Es una suerte estar ahí.  

(No os perdáis, si estáis interesados, la entrevista al escritor marroquí) AQUÍ. 

viernes, 16 de abril de 2010

El caso Egunkaria



Cuando escribo este post, estoy escuchando Piedra y camino del cantautor vasco Mikel Laboa. Pienso entretanto en aquel alejado 2003 en que surgió el caso Egunkaria, el único diario que se editaba íntegramente en euskera. Fue en febrero de 2003, cuando el juez Juan del Olmo cerró el diario alegando que era un instrumento de ETA y que servía a sus fines e ideología. En aquel febrero el cierre coincidió con el asesinato del socialista Joseba Pagazaurtundua, ex jefe de la policía municipal de Andoain (Guipúzcoa) por parte de la banda armada. Fue abatido por cuatro disparos en el bar Daytona.

El caso Egunkaria se relacionó con la lucha contra ETA, pero la reciente sentencia de la Audiencia Nacional absuelve a todos los imputados y desmonta totalmente los argumentos esgrimidos por el juez Juan del Olmo que cerró el diario, bloqueó sus cuentas y detuvo a nueve de sus directivos, acusados de colaboración con ETA. Hay que señalar que el juez Garzón rechazó dos años antes la acción judicial en base a unos documentos que a su juicio no demostraban la implicación de Egunkaria en la estrategia de la banda terrorista.

En 2006, una vez había abandonado la Audiencia Nacional el fiscal Jefe Eduardo Fungairiño, el fiscal Miguel Ángel Carballo solicitó el archivo del caso por no haberse acreditado la acusación vertida contra el diario clausurado ni sus directivos. Pero el caso siguió adelante en un calvario judicial que todavía no ha terminado promovido por la Asociación de Víctimas del Terrorismo y Dignidad y Justicia contra el diario.

La sentencia de la Audiencia Nacional no ha tenido la repercusión mediática que tuvo el cierre de Egunkaria. Quiero desde este blog modesto difundirla porque creo que es de justicia que se sepa que a veces los medios utilizados contra el terrorismo son arbitrarios, infundados y absolutamente inconstitucionales. No todo lo que se expresa en euskera está relacionado con ETA. Esto es lo que sostiene el auto del juez Javier Gómez Bermúdez que arremete contra el juez Juan del Olmo por no haberse acreditado en ningún caso que el diario fuera un instrumento para la comisión de delitos, ni su línea editorial o informativa respondía a la ideología de ETA, extremo que no fue en absoluto investigado cuando se procedió a su cierre. ¿De qué le servía a ETA un diario que no defendía su línea política, ni justificaba el terrorismo en ningún caso, ni servía de financiación o blanqueo del dinero de la banda?

Martxelo Otamendi, director de Egunkaria, fue desprestigiado profesionalmente, acusado por los medios de etarra y su periódico, de instrumento terrorista. La opinión pública española creyó sin lugar a dudas la acusación del Juan del Olmo que la llevó a cabo sin pruebas. Es destacable que el juez Garzón no la consideró pertinente y se negó a secundarla. ¿Cabría, ante la inconsistencia y la manipulación del asunto que afecta centralmente a la libertad de expresión por parte del juez Juan del Olmo, acusarle de prevaricación? Me gustaría que opinaran los expertos en derecho si alguno llega a este blog.

Hay un momento, que quiero recoger en el vídeo enlazado, cuando el cantante vasco Fermín Muguruza recogió un premio en Madrid en abril de 2003 y fue silbado por parte de los asistentes al hacer mención al cierre del periódico Egunkaria y la detención de sus directivos a los que dedicó el premio, en especial a Martxelo Otamendi. Estas imágenes muy breves pueden servirnos de motivo de reflexión porque, ante aquellas acusaciones que dimos por veraces, no indagamos más ni hubo una información contrastada que nos llevara a dudar de la versión judicial que implicaba que la utilización del euskera significaba mecánicamente la identificación con una banda terrorista.

Recuerdo que en mi instituto un compañero, muy identificado con el nacionalismo vasco y catalán por medios pacíficos, tenía una pegatina en su despacho sobre el caso Egunkaria. Yo no le presté atención ni me llevó a dudar de la consistencia de las acusaciones que di por ciertas. Quiero disculparme. Probablemente yo no tenía la culpa de aquella mendaz y torticera acción judicial, pero acepté la versión oficial sin cuestionarme que a veces lo que parece cierto no lo es tanto.

Disculparme y procurar a partir de ahora conocer más y apreciar en lo que vale la cultura vasca que debe ser considerada también como una riqueza maravillosa de este país tan complejo y poliédrico.

Sin embargo, el proceso contra Egunkaria todavía no ha concluido, pues cabe recurso ante el Tribunal Supremo por parte de la AVT y Dy J y todavía no se ha celebrado el segundo juicio por el asunto económico que fue desglosado de la acusación principal.

En la columna de la derecha hay una pista musical de una hermosa canción vasca que cantan Oskorri y Mikel Laboa, Aita semeak. Os animo a escucharla. Fue una canción muy estimada en mi juventud cuando llegué a pensar que la riqueza de culturas diversas hacía más denso y extraordinario este país de cuyo nombre me he olvidado, pero que tengo en mi corazón. Espero que el terrorismo algún día sea una cosa del pasado y toda esta riqueza sirva para sentirnos a gusto y orgullosos de participar de un país extraordinario, así lo siento yo.

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Dejo aquí el enlace a un artículo de JOAN MARI TORREALDAI, presidente del Consejo de Administración del diario Egunkaria. También es académico de la Lengua Vasca. Me lo ha dejado Sorel en su comentario y ciertamente merece la pena su lectura a los que quieran saber más.

Declaraciones de Martxelo Otamendi a ETB.

Entrevista a Martxelo Otamendi en Gara.

lunes, 22 de febrero de 2010

La fascinación del islam

En un viaje a Indonesia durante todo el verano de 1986, conocí en Malasia a una intrépida arqueóloga italiana que trabajaba varios meses al año en el Irak de antes de las guerras del Golfo. Tuvimos ocasión de conocernos y hablar sobre su trabajo en el mundo musulmán hacia el que se sentía profundamente atraída. Le seducía –a ella mujer intelectual, libre e independiente- convertirse en la segunda mujer de un beduino, vivir en su jaima e ir conquistando poco a poco su amor para terminar siendo la preferida. Afirmaba que una mujer tiene que tener la libertad de decidir si quiere ser dominada por un hombre. Y a ella le atraía serlo, al menos como imagen erótica en medio de la desnudez del desierto. Este punto de vista me sorprendía y llenaba de confusión en aquel contexto islámico en que estábamos y en el que éramos despertados de madrugada por la voz del muecín, recitando suras del Corán. Y lo cierto es que ese canto armónico a las cuatro de la mañana tenía, en medio del sueño, una extraordinaria fuerza magnética. Tanto es así que en nuestras conversaciones, aquella mujer y yo, fantaseábamos sobre la posibilidad de convertirnos al islam. Me explicaba F. que el acto era sencillo. Sólo había que aceptar delante de un imán que el único dios es Alá y que Mahoma es su profeta. Es la única verdad revelada que hay que saber y es la columna central del islam. El hombre somete su racionalidad ante la omnipotencia de dios y todo cuanto acontece lo hace según su voluntad. En cierto sentido este sometimiento al poder de dios calma la incertidumbre del ser humano, sus dudas agónicas acerca del sentido de la vida y el ansia de perduración en un más allá. El islam es radicalmente simple, no tiene la complicación teológica del cristianismo acerca del sentido de la Trinidad en ese galimatías de tres dioses que son uno solo. Esta concepción, igual que el culto a la Virgen o a los santos, es considerado como politeísta por parte del islam.

En mis años juveniles de lucha política en que pensaba que el mundo se podía transformar en virtud de nuestros deseos de alcanzar una sociedad justa en que seríamos profundamente felices, leí algunos libros de un teórico marxista francés al que no sé si conocerán. Se llama Roger Garaudy. La lectura en 1975 de su obra La alternativa me hizo casi estremecerme de emoción cuando reflexionaba sobre la posibilidad de la revolución que se estimaba como necesaria e inevitable. Sólo teníamos que empujar la historia hacia ella. Entré en la militancia política tras la lectura de esta obra entre la revolución y el idealismo. Pero cuál no fue mi sorpresa cuando años después me enteré de que Roger Garaudy, al que escuché en persona en estado de arrobo en un colegio Mayor de Zaragoza, se había convertido al islam tras pasar por el estalinismo más ortodoxo, el cristianismo y la denuncia posterior de la represión soviética. Su nuevo nombre musulmán era Ragaa. Terminó defendiendo tesis negacionistas del holocausto por lo que fue condenado en su país, Francia, se estableció en Córdoba tras casarse con la mujer palestina Salma Farouqui, y fundó la asociación cultural de las Tres culturas. Su evolución no es totalmente caótica, pues él ha defendido siempre que se considera antirracista, internacionalista y socialista. En este tiempo ha combatido la política sionista y represiva del estado de Israel e incluso ha negado la realidad del Holocausto al que califica de gran mito interesado.

La transformación de Garaudy me lleva a pensar en la fascinación que ejerce el islam sobre cierto pensamiento de la izquierda internacionalista y revolucionaria que tiene como eje la denuncia del sionismo y el capitalismo judío. Recientemente en Francia se ha presentado como candidata por la lista del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) una mujer de 23 años, estudiante de gestión de empresas, llamada Ilham Moussaïd. Nada tendría de especial si no concurriera un hecho que ha levantado una fuerte polémica. Ilham se presenta a las elecciones de un partido heredero del troskismo ataviada con velo, reivindicando su uso como elemento de libertad de la mujer y defendiendo a la vez el feminismo, los derechos de los homosexuales, el aborto y tesis abiertamente anticapitalistas y revolucionarias.

Hay pocos debates abiertos en Europa tan candentes como el del papel que representa el islam en nuestro marco cultural y político. Algunos lo miramos desde una postura crítica que ve con aprensión la sumisión de la mujer en el mundo islámico (aunque según aquella arqueóloga italiana la mujer puede elegir dicha sumisión) y la amenaza a las libertades que sugieren las noticias sobre los ataques de imanes a mujeres musulmanas que reivindican quitarse el velo e integrarse en el contexto de libertades de la mujer en el mundo occidental. Y aquí nos encontramos de nuevo con la ambivalencia de la izquierda como es el caso de la alcaldesa de Cunit (Tarragona) que no ha defendido a una trabajadora social del ayuntamiento –Fatima Ghaliam- que trabaja como mediadora cultural y que había sido condenada por un imán radical por no llevar velo, vestir vaqueros, conducir y comportarse como una mujer occidental. La alcaldesa socialista le instó a retirar la denuncia contra el acoso al que estaba sometida en aras de la convivencia dándole totalmente la espalda a su reivindicación de la libertad.

En Dinamarca, el autor de las viñetas sobre Mahoma, Kurt Westergaard, que le llevaron a ser condenado a muerte, vive protegido permanentemente por la policía y ha sido objeto de intentos de atentado. La izquierda partidaria de la tolerancia y la multiculturalidad le acusa abiertamente de provocar e inmiscuirse en temas sensibles que no deberían ser tocados. La libertad de expresión existe pero siempre que no roce al islam ante el que se siente una mezcla de pánico y fascinación que es difícil de dilucidar.

Afortunadamente en aquel verano de 1986 no me convertí al islam, pero me permitió ser consciente de su poder de atracción sobre cierto progresismo al que he llegado a no entender en absoluto.

miércoles, 10 de enero de 2007

El saludo


No sé cuándo hablamos por primera vez. Probablemente fuiste tú quien se dirigió a mí porque yo nunca he sido tu profesor y no podía conocerte. Creo recordar que un día viniste a hablarme por el pasillo. Me gustó el tono de tu voz, extraordinariamente cálido y educado. Desde entonces nos hemos saludado siempre que nos hemos visto por los pasillos, a veces varias ocasiones en el mismo día. Estudias cuarto de ESO en un curso al que yo no le doy clase de Lengua pero ignoro cómo te va, si vas aprobando o te quedan un montón. Me quedo con la sensación agradable de sentirme tu amigo, una amistad que se ha trabado sin esfuerzo y como por azar.

Hay días que voy agobiado por los pasillos del instituto. Las cosas a veces no salen como te las esperas y vas un poco molesto por la actitud de tus alumnos o vete a saber por qué. Pero hay un momento en que todo se serena y es cuando nos encontramos y nos dedicamos unos momentos a saludarnos. Me aprietas suavemente el brazo y me dices:

- Hola, profe, ¿cómo estás?
- Muy bien, Ahmed, voy corriendo a clase. ¿Va todo bien?
- Sí, profe, ten un buen día.
- Lo mismo te digo, suerte.

Marcho satisfecho de estas cuatro palabras aparentemente intrascendentes pero cargadas de calor humano. Es necesario poco más. Nadie te obliga a saludarme ni nada me debes ni nada puedes obtener de mí. Nuestras simpatías son gratuitas. Me doy cuenta por contraste de tantos y tantos alumnos que pasan al lado de mí y no consideran relevante saludarme quizás por pudor o simplemente por falta de consideración, o algunos que lo han sido y que ya no me saludan pasados unos meses después de dejar de ser alumnos, y es como si te hubieran olvidado a pesar de que mantuvisteis una relación cercana y gratificante. En ocasiones percibes claramente el desvío de la mirada cuando está próxima a encontrarse. Siento tristeza, pero no rencor. Sé que los seres humanos son complejos, que cada uno tiene sus motivaciones, sus contradicciones y su derecho a olvidar. No hay reproches. Sólo reprochan los niños. El mundo es ansí, como decía Pío Baroja.

Una alumna que había marchado del centro a otra comunidad autónoma, un día que ha vuelto a hacer una visita, me espera a la salida de clase y cuando salgo me saluda y nos damos un par de besos. Para mi sorpresa me ha traído un regalo: unos chorizos gallegos caseros. No abres el paquete, lo harás en casa. Jessica ya no es alumna tuya, ahora vive a mil quilómetros de distancia y ha venido a verte y recordarte. Nos interesamos mutuamente por nuestra vida. Recuerdas el último examen suspendido que corregiste de ella. Ahora ya no tiene importancia. En el fondo no tiene demasiada importancia suspender o aprobar a un alumno para establecer lazos entrañables con él.

Entonces sientes la maravilla de ser profesor, en esos gestos generosos, sencillos y cordiales, que están absolutamente llenos de densidad humana. Sientes ese calor igualmente en el blog cuando sabes que alguna exalumna tuya lo está siguiendo aunque no deje comentarios. Sabes que está ahí y tú y ella compartís esos secretos que vas desgranando en tu blog.

Gracias Ahmed. Espero que la fiesta del Cordero fuera feliz para ti. Te pregunté por ella y tú me preguntaste por la Navidad. Yo te hablé de mis hijas, de mis sobrinos, de los días moderadamente felices de la Navidad. El universo está frío, y somos nosotros los que lo calentamos con nuestro calor. Un profesor imparte conocimientos pero también da calor, forma parte de nuestra profesión, y a veces hay alumos que se llaman Ahmed o Jessica que te devuelven esa temperatura con su educación y su cortesía exquisita.

sábado, 30 de septiembre de 2006

Hafida en su nuevo curso


Los lectores de mi blog del curso pasado recuerdan al entrañable grupo de cuatro niñas bereberes que formaban parte de mi tutoría. Sufrieron, si lo recuerdan, un verdadero caso de acoso escolar por parte de muchachas “del país”. El formar parte de un grupo que no se integraba demasiado con el resto de la clase y el hecho de ser diferentes despertaba la agresividad en alumnas muy poco dotadas que veía en ellas una ocasión de desahogarse y proyectar sus carencias.

El grupo se ha deshecho: una de ellas ha marchado a otra ciudad; dos –las más flojitas- han pasado a un cuarto de “ritmo más lento”, más por una adaptación curricular que por auténtico nivel académico. Tienen muchas carencias empezando por su escaso dominio de los idiomas castellano y catalán. Es normal, llevan tres o cuatro años en España y el hecho de que vivan en ambientes casi herméticos no facilita su integración. Se añade el hecho de ser mujeres lo que dificulta aún más su aclimatación porque las muchachas marroquíes se relacionan entre ellas pero escasamente con el resto de compañeros con los que hay una enorme distancia cultural.

Sin embargo, me preocupa Hafida. Esta muchacha es muy inteligente. En consecuencia ha sido trasladada a un grupo de ritmo académico “normal”, con alumnos en su inmensa mayoría españoles. Ella puede seguir el ritmo de la clase. No le falta agudeza, tesón e inteligencia. El problema es que Hafida está aislada del resto de sus compañeros. El año pasado sufría claros signos de rechazo por parte de sus condiscípulas. Este año, al menos al comienzo de curso, es objeto de una extrema indiferencia. Es como si un círculo de soledad la rodeara. Se parece a los personajes de la saga de los Buendía en la novela de García Márquez. Viéndola a ella puedo comprender la soledad extrema de la familia del coronel Aureliano. Ella es sumamente sensible y humana. Es capaz de analizar su realidad y entorno, pero pertenece a otra forma de ver las cosas que no concuerda con la que domina entre sus compañeros, especialmente las muchachas.

Su concepción del mundo es más moral, más recatada, más puritana. Es mujer y su hiyab marca un círculo de aislamiento en torno a ella. Es un signo de cubrimiento y de subordinación de la mujer respecto al hombre; es un signo que denota que la mujer pertenece a una determinada moral y forma de comportarse, lo que incluye que no le sea fácil –casi imposible- establecer relaciones con otros compañeros, especialmente muchachos aunque sean de su misma cultura bereber. Es curioso porque estas chicas a veces vuelven a Marruecos y allí sus antiguas amigas no llevan pañuelo en la cabeza porque intentan acercarse a la modernidad. Es en España donde sus padres se convierten en conservadores y quieren que en una sociedad corrompida sus hijas estén marcadas, que no sean miradas como iguales a las demás.

Tengo alumnas de origen magrebí que han nacido en España y tienen un aire muy diferente. Son muchachas de aquí, a pesar de lo que puedan sugerir sus apellidos y su físico. Hay un salto cualitativo en su integración.

Quizás haya que darle tiempo al tiempo, y esperar que la evolución natural de estas muchachas las lleve a integrarse, a ser más iguales a los demás. Sin embargo, veo que es difícil. Hafida tiene mucho que aportarnos. Su temperamento sensible y su inteligencia no es fácil de encontrar. Es un caso único entre los que he conocido. Me asusta su soledad, su aire concentrado y trabajador, pero también su tristeza. Se sabe sola y diferente. La tutora –una profesional excelente- está intentando que sus compañeros se acerquen a ella, que no la dejen aparte, pero es ella misma la que no casa con el ambiente que no es especialmente negativo en este caso.

Pienso en Francia en las leyes antivelo y no puedo dejar de sentirme identificado con ellas. En la escuela pública no deberían permitirse signos distintivos por razón de sexo o de religión. Sé que es algo que suscita polémicas y que aquí en España no se comparten en general los argumentos de la escuela laica y republicana francesa: pero los símbolos que impliquen subordinación de la mujer así como pertenencia religiosa deberían ser evitados en las aulas. No sé cómo funciona la experiencia francesa. No me parece que haya ido mal ni que haya habido excesivos problemas de aceptación o acatamiento. Al menos no han trascendido a la prensa española.

El multiculturalismo es un mito. Los inmigrantes deben integrarse, deben impregnarse de los valores dominantes en la cultura de acogida. Son ellos los que deben aprender las costumbres y valores del país de llegada. Es un flaco favor el que hacemos planteando que todas las culturas son iguales y somos nosotros los que debemos adaptarnos a su idiosincrasia. Occidente significa muchas cosas. Sin duda, nuestro pasado no está limpio y tampoco nuestro presente, pero quien opta por venir aquí no debería pensar que podrá seguir viviendo en un gheto con valores y cultura distintos. Como si no hubiera cambiado de coordenadas. Hafida merece la oportunidad de pertenecer a este mundo. Necesitamos su humanidad, su capacidad reflexiva, su sensibilidad. Si la conocieran advertirían que es un prodigio de persona, pero está terriblemente triste y sola…Sé que el hiyab no es el único motivo, pero sin duda la marca intensamente, igual que su cuerpo totalmente cubierto incluso en verano. Es un motivo de reflexión.

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