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jueves, 15 de septiembre de 2022

Mariposas y osos polares


Empiezo a escribir sin tema definido. He leído que los mejores textos pueden salir de esta circunstancia. No sé de qué puedo hablar si no tengo una idea directriz. Tal vez de la marcha de la guerra de Ucrania. Al principio de esta puse en un balcón de mi casa una bandera ucraniana que ahí sigue a pesar de las ventoleras que la han agitado y que podían haber roto los dos precarios agujeros que le hice para sostenerla con alambres. Pienso que es un símbolo y el caso es que Ucrania sigue en pie frente a un ejército mucho más poderoso. Bueno, ya he dado el primer paso en cuanto a definir un tema, pero no quiero seguir con ello. Tal vez podría hablar de la caminata de veinticinco kilómetros que he hecho hoy desde Cornellà a Cerdanyola pasando por el Tibidabo y el turó de la Magarola para adentrarme en el bosque pero no quiero extenderme en ello, si acaso reseñar que he visto a lo largo del camino por el bosque unas tres o cuatro mariposas, tres anaranjadas y una blanca. Supongo que sabéis que las mariposas están extinguiéndose en el mundo por causa humana, también las luciérnagas leí el otro día. Hoy no he oído pajarillos en el denso bosque de Collserola y me ha preocupado. Era mediodía y casi otoño, pero otras veces había sido testigo -y los grabé- de los cantos de los pajarillos. Ayer leí que uno de mis ídolos de juventud, Fernando Savater, al que conocí el año 1996 porque lo invitamos a venir a mi instituto a hablar sobre Voltaire y la tolerancia, había escrito un artículo en que se unía a las huestes negacionistas sobre el cambio climático tras leer un libro carente de rigor cienfífico, Unsettled de Steven E. Kooning. Leí el artículo en cuestión y se me cayó el alma a los pies. Calificaba el movimiento de alerta por el clima de “histerismo ecológico” y que había que preocuparse menos por los osos polares y adaptarnos a lo que venga. Me pareció tan necia su posición que definitivamente me alejo de él. Estoy seguro de que no ha leído el libro Sueños árticos de Barry López en que habla de la vida salvaje en el Ártico, de su fascinante y precaria riqueza y concretamente de los osos polares que para Savater son una minucia irrelevante. Bah. Prefiero pensar en otras cosas. Hoy he comido en Cerdanyola en un restaurante que se llamaba La Mar Chica. En la mesa de al lado había una mujer mayor, la abuela, y su nieta jovencita. Esta trataba a la abuelita con ese tono condescendiente y cariñoso con que se trata a los viejos. Es el llamado edadismo que convierte a las personas mayores en discapacitados mentales. Seguro que todos conocéis ese tono afectuoso y de conceptos simples con que se habla a los viejos. Esto me preocupa. El otro día firmé un manifiesto de una asociación que pretende cambiar la definición de vejez que aparece en el DRAE que es vejatoria pues la relaciona con la torpeza y la senilidad. Tras la comida he seguido hasta la estación de RENFE, y he llegado para tomar el tren hacia Martorell, pero yo tenía que bajar en Hospitalet. En el tren ha habido animación. Un violinista ha tocado una pieza clásica acompañado de música grabada y francamente lo ha hecho muy bien. He pensado que qué prodigio tocar así el violín, yo que he sido negado para la música. Le he dado un euro y le he aplaudido. Luego me he cambiado de vagón y he asistido al espectáculo de un joven instagramer y rapero llamado Víctor Piacentile Gentderisc que cantaba con un cono de obras de carretera a modo de megáfono y estaba grabando unos vídeos para Instagram y Facebook hablando de niños con problemas que son llevados al psicólogo. Cantaba con voz sonora y tenía un discurso espontáneo y lleno de desparpajo pero no decía más que lugares comunes. He pensado que tal vez él ha sido uno de esos niños que tenían problemas en el instituto y ahora es un activista e influencer que se dirige a los jóvenes en un lenguaje generacional que a mí me es ajeno. He llegado a casa antes de lo que pensaba. La caminata de veinticinco kilómetros me ha costado unas seis horas. Me he duchado. Mi ropa estaba totalmente mojada por un un sudor espeso del esfuerzo y del calor que he pasado. Estaba contento. Caminar me pone de buen humor y el cansancio distiende mis músculos y duermo mejor. Hoy no he leído nada. Estoy con un libro titulado Britania conquistada del estadounidense Harry Turtledove (2002) en que plantea la hipótesis de que la Armada Invencible triunfó y conquistó Inglaterra y los españoles impusieron unos reyes católicos en la isla e introdujeron la Inquisición. La novela se estructura entre la compañía teatral de Shakespeare y Lope de Vega que es un admirador del primero pero a la vez es un informante de las actividades clandestinas que llevan a cabo los miembros de la compañía en contra de los intereses de los españoles. Es un planteamiento interesante. Posteriormente quiero leer Todas las almas de Javier Marías. El otro día leí que había personas en España que eran superlectores y que leían trescientos, doscientos o ciento y pico libros en un año. Mi ritmo es mucho menor pero es constante. No entiendo cómo se puede leer a esa velocidad dándole valor a lo que uno lee, y, además, leer no es una competición. El día acaba y yo también estoy acabando mi texto de hoy que no tiene tema pero a base de palabras he llenado un folio y medio. Es como el soneto de Lope de Vega, Un soneto me manda hacer Violante… Espero que penséis en las mariposas y en los osos polares. 

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