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viernes, 26 de marzo de 2021

Las ciudades del interior


Hace un par de días atravesando la sierra de Collserola con un amigo y tras varias horas de caminata, llegué a una ciudad a la falda de la sierra que me pareció la población más singular del mundo, un ejemplo de interés internacional para estudiosos sociológicos de todos los ámbitos, una ciudad en que todos los ciudadanos son progresistas avanzados. Solo había que ver los muros, los balcones, las fachadas, todos cubiertos con pancartas antifascistas, símbolos independentistas, pintadas anarquistas y comunistas, eslóganes feministas, citas anticolonialistas sobre la colonización de América que no fue un descubrimiento sino una invasión, ataques al heteropatriarcado, proclamas contra el Rey al que se amenazaba de muerte por rey y por Borbón, se afirmaba que no tienen rey pese al nombre de la ciudad, emblemas con la hoz y el martillo, manifiestos de todo tipo contra el sistema y en defensa de la terra y del poble… Me pareció una maravilla este pueblo o ciudad, como quieran. Había un monumento dedicado a su ciudadana más ilustre, una famosa actriz anterior a la guerra que representó teatro español, especialmente de Lorca, y que se fue del pueblo perfecto para no volver jamás pues murió en un país sudamericano, en el exilio. Realmente es admirable encontrar un pueblo que parece ser producto de un laboratorio de ideas del MIT. Vi la composición del ayuntamiento y, efectivamente, todos los ciudadanos votaban candidaturas progresistas, mayoría independentista, incluso con muchos votos a un partido radical como la CUP, y un alcalde socialista, en minoría, el más votado. Me asombra un pueblo con tal unanimidad de ideas avanzadas. Tiene que ser un prodigio político y sus ciudadanos originales, creativos, críticos, imaginativos, solidarios, generosos, amables, pero nada de esto se transparentaba en el ambiente de esta población salvo estar las paredes cubiertas abrumadoramente de consignas. De hecho, una amiga me explica que en su instituto, hay muchos compañeros de aquí y que son todos independentistas pero cuya única originalidad en clase es leer el libro de texto en un instituto plano y aburrido sin ningún matiz creativo, cualidad que se teme como el gato el agua hirviendo. 

 

¿Es posible ser un progre perfecto y a la vez un ciudadano plano y aburrido, un ciudadano gris y sin ideas que vayan más allá de las consignas políticas radicalísimas? Uno esperaría en un pueblo como este un estallido de imaginación en algún sentido, pero no es así. Es un pueblo común, sin nada especial, con ciudadanos que se muestran en muchos sentidos sin relieve y sin actitudes creativas. Creo distinguir cuando me encuentro en una ciudad imaginativa, una ciudad artística y que estalla en iniciativas e intuición, pero me he acostumbrado en el panorama catalán a vivir en ciudades de las comarcas ultraprogres, marcadas por el nacionalismo, que son a la vez tremendamente planas, clasistas y soberanamente aburridas. Esta mezcla me fascina, uno intuye que se ha de ser algo reaccionario para tener ideas provocativas, diferentes e imaginativas. Es como si el mayo francés se hubiera agotado y sus vástagos siguieran siendo maoístas, anarquistas y nacionalistas pero sus encefalogramas se hubieran quedado totalmente en una línea próxima a la planitud, anulada ya por completo la imaginación. 

10 comentarios :

  1. Me estás recordando el diálogo final, en la película "El Tercer Hombre" de Carol Reed, entre Joseph Cotten y Orson Welles.

    Saludos.

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    1. No sé si te refieres a la escena de la noria que acaba con Orson Welles diciendo que los italianos tuvieron en medio de dramas históricos a grandes artistas mientras que los suizos en quinientos años de paz y amor, solo tuvieron el reloj de cuco. Es, si no me equivoco, una interpretación curiosa e interesante, y pugno por no reírme demasiado. Saludos.

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  2. Muy interesante entrada, maestro, con la que sutilmente nos deslizamos por una suerte de paradojas, que para mí no son tales. Vivimos una época de trasuntos y trampantojos. Como leía a un intelectual, la falacia del actual pensamiento que se autodefine progresista, consiste en habernos hecho caer en la trampa de asociar el nacionalismo con las ideas avanzadas. En este maremagno una formación se puede declarar anarquista y nacionalista, cuando sus pilares son antitéticos. No creemos en el estado, salvo si es nacionalista o por lo menos si es, que lo sea nacionalista. Bakunin y quizá Sócrates se estarían carcajeando de estos sofistas de nuevo cuño. Quizá la pátina homogeneizadora de la educación, provoque estas alquimias inverosímiles. En este sentido, tampoco creo en una igualdad que se quiera cobrar cuitas pasadas, gracias a discursos inflamados. Es una forma de medrar mediante el odio, que no concibo.

    Ni creo que sea progresista, descontextualizar la Conquista, o Descubrimiento de América. Dorar tanto con leyendas inverosímiles a los oriundos de allí como desdeñar todo el legado español. Es además absurdo encallarnos en dichas disputas, cuando aquellas sociedades dejaron de existir hace mucho tiempo. Y hemos creado una patria o casa con una cultura común, que más allá de las viejas querellas, nos une a ambos lados del charco. En nuestro caso familiar, las generaciones anteriores se repartieron por el continente americano. Más tarde volvieron a Europa, y no descarto que mis hijos regresen a América, que sentimos parte de nuestra gran casa. Por nuestra sangre corre sangre india, mora, española e italiana. Como renunciar o mochar una parte de nosotros mismos. Por qué he de cortarme una parte de mi mano india o española. Qué se utilice el indigenismo como una suerte de nacionalismo local, me parece el peor uso que se quiera hacer de estos movimientos. Si luchan por la igualdad de oportunidades, siempre estaré con ellos.

    El intelectual del artículo también ponía en el debe del nuevo progresismo el discurso de la censura. Decía que buena parte de su ideología se había convertido en dogma. Ese escoramiento al nacionalismo, concluía, explicaba el abandono de la antaño fiel masa obrera, y que ésta se decantase por soluciones más populistas.

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    1. Pones el dedo en la llaga a lo largo de tu respuesta pero hago hincapié en el carácter de nuevos dogmas progresistas mayores que los de la iglesia católica, y, no cabe duda, que si uno duda de ellos, puede entrar en zona peligrosa. Dogmas que han variado sustancialmente de las ideas originarias que concebían el nacionalismo como esencialmente divisor de la clase obrera. La unión táctica de los anticapitalistas y antisistema con la derecha nacionalista catalana no deja de ser un misterio para mí. ARTUR MAS Y DAVID FERNANDEZ Tal vez sea la ascendencia común de clase o vete a saber. Misterios evanescentes de este pequeño país en donde hay muchos otros pequeños países o pueblos en que todo el mundo es lo mismo. Saludos, y no me gusta que me llames maestro. Creo que lo he dicho en alguna ocasión.

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  3. Es el problema de los pueblos, porque Molins de Rey no deja de serlo.
    Todos se conocen, y nadie quiere perder relaciones, por lo tanto hay que autocensurarse.

    A partir de aquí, los que tienen otro pensamiento, se marginan solos, y son a los que después se les denominan " els no integrats".

    No integrados aunque estés censado, pagues religiosamente todas las tasas y gravámenes de municipio, actues como ciudadano y te comportes como tal.
    Pero si difieres, si no estás en la onda, estás contra ellos.

    Muchos pensarán que exagero, pero pondré un ejemplo simple, muy simple.
    Vivimos en un pueblo relativamente grande como el mencionado, pero nos conocemos todos por genealogía. Uno es el hijo de la Pepeta y el otro el nieto de Nicanor. Bien. Cuando a Manelet se le ocurrió poner la bandera en el balcón, de inmediato y para no ser tildado de "anti" comenzaon a colgarlas los demás.

    Hubieron dos , o tres, o cinco en el barrio que no la colgaron. Uno porque le suda la tripa los trapos. Otro porque es socialista y trasversal. Otra porque su hijo trabaja en Madrid y allí se gana bien la vida, cosa que en el pueblo sería imposible y se considera internacional y otro porque dice que los políticos, todos, son una estafa, y él es de la CNT FAI.

    Desde el momento que no cuelgan las mantas en el balcón como los demás, esas personas serán tildadas de feixistes, y consideradas non gratas porque no son "dels nostres"

    La ventaja de vivir en una ciudad es que puedes pasar desapercibido, cosa que en las "aldeas grandes" es imposible.
    Un abrazo

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    1. La endogamia ideológica es una realidad tan fuerte o más que la genética. El ambiente crea fuerzas cohesivas tan fuertes que es muy difícil sustraerse a ellas si uno quiere ser aceptado en el pueblo y no ser tildado de... Tienes razón en lo de que todos se conocen y uno es hijo de y nieto de... Y uno tiene amigos, una pequeña cuadrilla y amigos de la familia, ¿cómo no ser igual a todos, cómo no responder a los mismos tics, manías e ideas que flotan en el ambiente? En esa población o pueblo del que hablamos hay un treinta por ciento que se abstienen, las razones pueden ser múltiples, pero no es descartable una cierta disidencia con el ambiente mayoritario. Quiero pensar que existen librepensadores. Uno de ellos, tenía en su jardín una bandera constitucional española en un barrio periférico. Me pareció el ciudadano con mas redaños de todo lo que vi allí dominado por el gregarismo nacional-progresista, el idioma de la tribu. No quiero ni pensa lo que deben opinar de este "no integrado" y feixista. Un abrazo, Miguel.

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  4. La manera de entender el mundo es tan diversa que alguien puede estar viviendo junto a ti en una realidad paralela.

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    1. Eso en Cataluña, te aseguro que es radicalmente cierto, y esas realidades son incomunicables, opacas y objeto de desdén la una respecto a la otra.

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  5. Si como se deriva del texto hablas de Molins de Rei, solo hay que pensar en la primera parte contratante, Molins, y acordarse de los mulos que recorren el lendel circular que mueve la piedra de los mismos... A lo mejor por ahí se encuentra una explicación. Y sí, nada más provocador hoy día que un pensamiento libre como el del aforista Nicolás Gómez Dávila...

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    1. Tomo nota de este aforista colombiano que no he leído.

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