La cita procede de El único y su propiedad (1844) de Max Stirner.
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Esto no es para contestar rápido.
ResponderEliminarMás tarde pongo lo que creo indica esta frase, empleada por cierto por los publicistas solapadamente: ¡porque yo lo valgo¡ y la mezcla entre lo que creemos que "iustus "y lo que es "honestus".
Un abrazo
He dejado un comentario en que se contextualiza esta afilada idea de Max Stirner tenido como un anarcoindividualista precursor del anarcocomunismo y el protofascismo. Influyó en Nietzsche.
EliminarStirner es el primer pensador del nihilismo poscristiano, muy anterior a Nietzsche, que nace justamente en el año en que aparece El único. Parece probable que el autor de Más allá del bien y del mal hubiera leído El único y su propiedad, aunque lo cierto es que son dos filósofos que incendian el judeocristianismo. Stirner echa a su inmenso brasero ontológico todo lo que pasa por su lado. En el terreno político: al emperador, la patria, el Estado, al rey, la ley, el orden, la legalidad, la lealtad, el derecho, la libertad, la igualdad, la censura, el calabozo, el liberalismo, la burguesía, la policía, el comunismo, el trabajo, la esclavitud, el pueblo, la justicia, las constituciones, la propiedad, los partidos, la libre competencia, la jerarquía, los derechos del hombre. En el terreno religioso: a Dios, al Espíritu Santo, el cristianismo, a los católicos, a los protestantes, a los ateos, los dogmas, las religiones, lo sagrado, la cristiandad, la Iglesia, el pecado, la fe, a Cristo. En el terreno social: la humanidad, los padres, la familia, los asuntos públicos, el dinero, los impuestos, la educación, el sistema, la autoridad, la clase, al maestro, la herencia, las ideas, la ideología, la comunidad, la sociedad. En el terreno de la moral burguesa: la prohibición del incesto, la monogamia, la piedad, el amor, la verdad, la veracidad, la justicia, la amistad, el matrimonio, el renunciamiento, la abnegación, a los moralizadores, a los burgueses, el respeto, el honor, el deber, la vida del prójimo, el amor al prójimo. En el terreno de la ética: el bien, lo bello, el mal, los valores, las virtudes, la verdad, la razón. ¿Cuáles son sus valores? Todo lo que permite la expansión y la expresión de su propio Yo: la mentira, el engaño, la astucia, el asesinato, el crimen, el incesto, la traición, la sublevación, la rebelión, la fuerza, la violencia. Stirner escribe: «Yo lo quiero, luego es justo». Debo hacer lo que quiero, nada debe obstaculizar la potencia de mi unicidad. Por consiguiente, uno puede violar, matar, acostarse con su hermana o con su madre, mentir y traicionar: El único y su propiedad resulta ser un breviario nihilista que un error confirmado por la pereza intelectual presenta habitualmente como un texto anarquista.
ResponderEliminarOnfray, Michel. Decadencia (Spanish Edition) . Grupo Planeta. Edición de Kindle.
No entiendo mucho de estas cosas, pero tengo la impresión de que es un silogismo bastante extendido. A los adultos no nos basta con conseguir la satisfacción de nuestros caprichos, queremos además que se reconozca nuestro absoluto derecho a disfrutar de lo que se nos ocurra dentro de un marco ético. No somos como los niños que no necesitan racionalizar sus deseos. La razón, en vez de usarse para definir qué deseos son "razonables" funciona a posteriori. Lo quiero y ahora vamos a ver cómo lo justifico ante los demás. Bajo mi punto de vista me parece un orden que enaltece el egoísmo.
ResponderEliminarUn abrazo
Ciertamente este pensamiento es la apoteosis del egoísmo absoluto. El individuo se siente con el derecho a realizar cualquier cosa incluso sin límites éticos como lo plasma Max Stirner. Probablemente esta idea y este libro ahora nos parecerá radicalmente egoísta, pero en nuestro tiempo hemos entronizado un egoísmo light, de consumo, estimulado constantemente por la publicidad, la actualidad, los medios, la misma política, expresión infantiloide de ese “Yo lo quiero, luego es justo“. Frente al ideal cristiano de renuncia y sacrifició. Max Stirner escribe este libro radicalmente individualista y que reivindica el egoísmo absoluto. Y en cierta manera, como bien dices, no deja de ser una filosofía de muchos adultos. La idea, aunque atemperada por las buenas costumbres y el pragmatismo, ha triunfado. Un abrazo.
EliminarBuenos días, yo añadiría eso de "Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad". La tendencia a pensar que nuestro pensamiento es el correcto esta ampliamente difundida en nuestro sociedad. La idea de que solo por nacer tenemos derechos sin contraprestación alguna , nos es inculcada desde la escuela y no es cierta, no es cierta. No tenemos derechos solo por nacer, tenemos derechos porque pertenecemos a una sociedad de AYUDA MUTUA, es decir, a un intercambio de servicios y conocimientos. Una persona, por ejemplo un maestro, aporta a la sociedad unos servicios y unos conocimientos a unas personas que años más tarde aportaran conocimientos y trabajos a la sociedad, ya sea como policías, panaderos o vendedores de camiones. En eso se basa todo, no se construye pensando que porque has nacido todo debe dársete y tu no tienes obligación alguna con el resto. Tus deseos no son justos porque tu les desees, son justos si son equilibrados con el resto de la sociedad. CReo yo.
ResponderEliminarUn saludo
En primer lugar, gracias por tus palabras sensatas y claras. Max Stirner formula una apuesta absoluta por el egoísmo total del individuo que ha sido interpretado como una variante del anarquismo radical basado en los deseos del individuo y a la vez del fascismo por una reivindicación de una suerte de superhombre sin límites morales como hicieron los nazis con los experimentos médicos con los prisioneros de los campos de exterminio.
EliminarLa vida y la sensatez nos va haciendo reflexionar sobre la limitación de nuestros deseos, y vamos aprendiendo a que no todo lo que deseamos es posible, recomendable o ético. Los años sesenta propugnaron liberar nuestros deseos limitados por nuestro subsconsciente, pero eso produjo monstruos. Hoy vivimos una civilización que ha dado la vuelta política total al principio absoluto del deseo por un lado. Es el pensamiento correcto. No puede hacerse todo lo que uno desea porque puede ser profundamente inmoral. El nuevo catecismo es implacable, pero, en cambio, como consumidores somos estimulados a liberar nuestros deseos para obtener todo lo que queramos. Así se nos ofrecen viajes, moda, tecnología, coches, gastronomía, redes sociales egotistas para que consúmanos yoidad y deseo, a la vez que la libertad es laminada totalmente por las ordenanzas municipales, decretos gubernamentales y la moral social esencialmente represiva. Vivimos un mundo esencialmente represivo pero en el que se nos estimula a consumir salvajemente siguiendo la máxima de Max Stirner, ahí ha quedado todo. Un saludo.
Antes que nada, JOSELU, agradecerte que dejes un comentario después de la cita. Eso aclara mucho y hace que el diálogo sea más participativo.
ResponderEliminarY a lo que voy: He aquí como cristiano que no ejerce, y en mi condición de metafísico, las mil y una batalla con el profesorado que aplica el empirismo lógico, o el neopositivismo (que da igual que da lo mismo) en sus cábalas y en sus discursos, a la juventud que pisa las aulas de la Facultad.
"Yo lo quiero, luego es justo" es imposible de cuantificar, si que es cierto puede cuantificarse el deseo (recordemos que es el origen del sufrimiento -Buda-), pero no puede cuantificarse , -y ahí estriba el error positivista-, la justicia. ¿Qué de justo del 1 al 10 sería este deseo que yo tengo y por tanto me pertenece?.
La justicia no tiene basicamente propiedades numéricas, no podemos saber en datos correlativos, cualesquiera que sean, en que concepto se basan, ni a que teoría sociológica nos remite. No hay medida para decir y quedarse satisfecho, que es JUSTO porque yo lo quiero; y no hay medida porque representa imponer procedimientos numéricos externos, tanto en el mundo exterior observable, como en su contexto.
¿Qué he querido decir? que la frase en cuestión, que escuchamos sino tacitamente , si solapadamente (¡porque yo lo valgo¡ sería un ejemplo), es de raíz malsana, sólo aplicable a personas de ego supino, ergo positivistas (sólo les vale lo que se puede cuantificar, medir, contar...) que es lo que se lleva y la filosofía de moda, (no deja de ser una filosofía de vida), pero que se contradice con los parámetros in-medibles de: el amor, la justicia, el bien, la verdad o el ser.
Esta frase da para mucho, para estar horas dialogando, dice lo que quiere decir, sin más, y nos retrotrae a este 2020, este es el futuro conque soñábamos en los 60. Ciertamente soñábamos con un futuro cibernético, pero no pensábamos que este estaría alejado de los sentimientos.
Siento ponerme pesimista.
Un abrazo desde el otro lado de la pantalla.
Hay que tener claro que el libro en que está esta frase fue publicado en 1844 y Max Stirner era un hegeliano, tiempo antes de que apareciera el positivismo. Yo lo veo como una reacción frente al judeocristianismo que había preconizado durante casi mil ochocientos años la renuncia, el sacrificio, el abandono de la subjetividad para sumergirse en Dios, la negación del deseo, la condena del sexo y todo lo que tiene que ver con el cuerpo, la defensa de la castidad, la vida célibe, el abandono del placer como peligroso y pecaminoso, el desprecio de la vida mundana, el rechazo de lo que está fuera del catolicismo estricto como pecado, el desdén por la mujer como Eva pecadora... ¿Acaso no era previsible que hubiera voces que reclamaran todo lo contrario ante una religión que provocaba la neurosis y la castración. Hoy las tesis de Max Stirner nos resultan excesivas de acuerdo a una moral social acorde a la cual hemos de vivir. La iglesia ya no es ese poder terrible que condenaba a las almas al infierno ni Dios ese ser supremo que tortura y castiga cruelmente, entre otras cosas porque ya pocos creen realmente en él. Pero hacia 1844, el poder de la Iglesia seguía siendo enorme y algunos seres humanos plantearon heréticamente ideas que contravenían totalmente la moral enseñada por la Iglesia cara afuera. En la Edad Media había hombres y mujeres que se recluían en ergástulas -agujeros negros en una edificación- de por vida renunciando al cuerpo, al placer, a la vida, y eran tomados por verdaderos santos. Max Stirner plantea la antítesis de esto como grito liberatorio de la moral, de toda moral. Por eso su libro puede llevar tanto al anarquismo absoluto como al fascismo. Quiero ver las conexiones con el individualismo radical de Ayn Rand. Muchas gracias por tus reflexiones tan interesantes como dialécticas. Un abrazo cibernético, también para ti.
EliminarNo obstante, Stirner no solo se opone a la moral religiosa sino también a la moral social, a la patria, al estado, a la Humanidad, a los cantos a la libertad, al trabajo, al hombre productivo y sacrificado, al buen marido, al buen padre... todo lo que exprese una moral de cualquier tipo para afirmar el egoísmo central y propugna una sociedad que sea una unión de egoísmos.
EliminarMe refería, com se que has intuido, al creador del Positivismo, a Comte (1798/1857). Recuerdo que en su Curso de Filosofía Positiva, se declara "defensor activo del capitalismo" y remata diciendo que : "da término a la evolución de la historia humana" , y es ahí donde encaja la frase a la que hacemos colación : "Lo quiero, luego es justo"
ResponderEliminarTodo lo demás que viene detrás (Mach), no es más que copia o remasterización de aquellas ideas trasladadas a otro siglo.
Es cierto que el poder de la iglesia era enorme, pero para ello Comte escribió en el libro que he citado, la famosa premisa de que "el culto a la personalidad de Dios había de ser sustituía por el culto al ser superior abstracto".
Un abrazo y un placer.
PD: por cierto, el consumidor (esta es una frase de este tipo de personas) al contrario del proletariado, sólo tiene reivindicaciones privadas.
Salut ¡
El deísmo -el ser superior abstracto- no es la vía de Stirner puesto que rechaza esa instancia aunque no sea la cristiana. Es más bien una rebelión ontológica muy interesante y que ha fertilizado el pensamiento de muchos filósofos contemporáneos. Prometeo se rebela contra los dioses y quiere arrebatarles el fuego sagrado para dárselo a los hombres, y es castigado por ello. Max Stirner no creo que fuera un hombre que fuera violando y asesinando a mansalva. Pero ontológicamente reclama la libertad del ego para imponer sus deseos. Es un planteamiento que da que pensar. Yo me doy cuenta de que incluso en mis sueños, hay detrás un policía represor que me indica qué sueño es moral y qué sueño es improcedente. Este tiempo que vivimos es esencialmente represor. No necesitan policías que nos controlen ni delatores que den cuenta de nuestros pensamientos como las dictaduras del siglo XX, no, no es necesario. El policía se ha metido dentro de nuestra psique, lo llevamos dentro. El estado no necesita ejercer la violencia porque la ejercemos nosotros mismos ante el pensamiento libre. La rebelión de Max Stirner no es positivista, si acaso hegeliana, y lleva al nihilismo, rechaza tanto el capitalismo como el socialismo que no conoció. Rechaza tanto a Dios como a la Patria, además de a la misma filosofía. Se cree que Nietzsche bebió directamente de Stirner. Es una rebelión ontológica que no nos lleva al consumismo aunque parezca que es el único deseo que podemos llevar a cabo. Me he comprado su libro porque la idea expresada en el post es esencialmente liberadora aunque imposible. Da aire fresco en un mundo viciado y cerrado. Salut, Miquel.
EliminarEl concepto de justicia es tan ambiguo, justo ¿para él?.
ResponderEliminarEn cuanto a la realización del yo me parece bien que intentemos ser felices, sin dañar voluntariamente a otros claro, el deseo en sí no es malo, es motor de vida siempre que no se vaya como un tanque pasando por encima de lo que te sale al paso.
Otra cosa es el radicalmente indivdualista, pienso que es una persona desnortada, somos seres sociales y el individualismo acaba pasando factura. Muy interesante el tema ¡un abrazo!
Otra cosa, que iba a poner y al final se me pasó, deseo y apego para mi no es lo mismo, me refiero a la filosofía budista que tanto me gusta y que voy descubriendo un poco cada día.
EliminarSomos personas del 2020 que hemos pasado, aunque sea en el inconsciente colectivo, todas las revoluciones: la francesa, la rusa, el mayo francés, la de la muerte de Dios, la del arte, la del ego, la del sexo... pero parece que hemos retornado a la sensatez conservadora que preserva el estado benefactor ante el que todos somos sumisos. No es la iglesia la que nos controla, no es la idea de Dios, pero asumimos pacientemente cualquier limitación que imponga lo social. Lejos quedan las rebeldías del DADÁ o del Surrealismo que llamaban a seguir los sueños, lejos quedan las rebeldías que llamaban a subvertir la realidad; ahora somos tan sensatos que ya ni nos atrevemos a concebir la rebelión del yo contextualizándola en otro momento de la historia. Stirner hablaba de una unión de egoísmos entendiendo que la vida solo es concebible en la exaltación del propio ego. La idea es por lo menos sugestiva aunque solo sea para pensarla, pero tan habituados estamos ya a llevar el yugo mental sobre nosotros que ni nos atrevemos a soñar. Todas las revoluciones vividas han llevado a un mundo esencialmente conservador; por lo menos es una ironía interesante. Me hubiera gustado vivir la revuelta nihilista del DADÁ en su tiempo. Ahora me ahogo resignándome a un mundo plano y gris, aunque utilicemos los plastidecor para colorear láminas. Prosigue el debate sobre el egoísmo que Ayn Rand nos trajo de nuevo y es para mí una pensadora que sigue haciendo pensar. ¡Un abrazo!
EliminarCreo haber leído algo sobre la polémica Ayn Rand y el egoismo entendido de forma diferente a los principios morales. Comparto esa idea de que no puedes sacrificarte para sacar a otro las castañas del fuego si ese sacrificio echa a perder tu vida. Recuerdo en un comentario en mi blog que te daba rabia el caso de una mujer que se veía en el deber de sacrificarse enormemente por su familia que ni siquiera se lo agradecía, habían sido educada así y era incapaz de romper sus cadenas. Es lamentable porque pienso que si se libera no se acabará el mundo, los que no hacían nada tendrán que apañárselas, no les quedará otra, y ella podrá respirar un poco de libertad que tiene el mismo derecho que cualquier otra persona.
EliminarDe lo poco que he leído de Ayn Rand, no es persona que induzca al egoísmo sino, más bien, en mi opinión, pone al individuo, a la persona en el papel de motor de sociedad más que de remolque. ES la cultura del pequeño propietario, la persona digna que forma parte de una comunidad porque ve que trabajando junto a otras el futuro es mejor. Pero no es la persona a que se maneja como un peón, no es de esos componentes que se aferran a los colectivos "porque si" porque se ven arropados, es el tipo de persona que se une como forma activa, pensante, como pieza fundamental de ella. El ciudadano informado, activo y crítico que no se deja llevar por fluctuaciones pasajeras, el que esta donde esta porque quiere estar y no arrastrado por "corrientes". Es una filosofía que yo, en cierta medida, comparto.
EliminarSiempre he defendido que en la vida hay muchas ocasiones en las que hay que saber decir que NO, porque si hoy dices que si, mañana tendrás que seguir diciendo que si y se generan corrientes muy negativas.
Un saludo
Algún día habrá que dedicar un post a Ayn Rand, una pensadora liberal individualista cuya filosofía sigue estando vigente entre los jóvenes por su carácter desafiante y audaz sin someterse a esas corrientes que bien calificas. Un saludo.
EliminarEs cierto, “La iglesia ya no es ese poder terrible (…)”, ya no somos una sociedad fundamentalmente religiosa, ahora somos una sociedad mercantil, de ciudadanos como consumidores compulsivos, atrapados en la espiral perversa de las grandes compañías comerciales, que parecen crear un modelo de ciudadano estandarizado en todo el mundo, como denunciaba Herbert Marcuse en “El hombre unidimensional” (que a veces hemos comentado tú y yo). El consumismo de hoy es la iglesia de ayer, reconvirtiendo a sus fieles, igualmente sumisos y doblegados.
ResponderEliminarPor otra parte, es evidente que ese radicalismo de Max Stirner presenta flagrantes incongruencias como las tiene toda ideología radical; por ejemplo para elaborar su pensamiento, que en muchos puntos encuentro estimulante por transgresor, pero a lo que voy, Stirner ha sido capaz de elaborar su pensamiento, de desarrollarlo, gracias a que ha tenido una formación institucionalizada, reglada, es decir sus estudios universitarios que emanan del Sistema que a su vez rechaza… aunque podrá decirse que su pensamiento se ha emancipado y separado de esa enseñanza reglada que es la Universidad, pero a esa misma institución de la que reniega le debe su formación intelectual.
Ese profundo egoísmo que señalas en el autor también me hace considerar la figura de Stirner como un solipsista, otra doctrina radical donde las haya (solipsismo), cuya bandera es encumbrar el “yo” ante todo y por encima de todo, la única realidad a tener en cuenta es la que decreta el sujeto solipsista.
Pero puede entenderse que su postura (tal vez boutade) sea un grito irreprimible (liberatorio como apuntas) ante la pura hipocresía de la moral judeocristiana y su insultante modo de predicar con el ejemplo… vivid temerosos, almas pecadoras, del castigo de Dios, mientras sus ministros en la tierra se entregan a toda clase de desmanes y lujurias.
Si lo pensamos bien, dada esa impunidad de los eclesiásticos y demás status quo de aquellos tiempos, no sería extraño el surgimiento de ciudadanos descreídos con todo, otra cosa es que lanzasen el grito y mandasen todo al carajo como sí se atrevió de manera radical Stirner.
Un abrazo, Joselu.
Coincido totalmente con tu pensamiento y análisis. El grito liberatorio de Max Stirner no lleva a empezar a violar a monjas, a asesinar a niños, a maltratar a los viejos, a robar bancos, a atentar contra los reyes... Creo que como tú bien apuntas, es una boutade que nos hace pensar en la libertad en un mundo en que somos esencialmente consumistas, atrapados por el móvil, la sumisión al estado, a los bancos, el control de las redes sociales, un mundo en el que hemos renunciado a nuestra intimidad y privacidad, un mundo falsamente hedonista sin riesgo, un mundo exhibicionista y narcisista de modo caricaturesco. Estamos atrapados, no podemos salir de la madriguera. Nunca hemos vivido una dictadura tan perfecta como esta, tanto que no la percibimos. Leyendo a Onfray he llegado a este libro de Stirner que me he comprado. Vale menos de un euro en kindle. Lo que he sabido de él por diversas fuentes ha sido un soplo de aire fresco para darme cuenta de que hubo otros tiempos en que había espíritus libres aunque divagaran en el vacío. Esa rebelión contra la tradición judeocristiana es muy interesante. Hoy, como dices, ya la iglesia no tiene poder sobre nosotros, pero hemos cambiado las catedrales por los centros comerciales, y nuestros oficiantes son los repartidores de Glovo o Amazon. Leer a un espíritu libre es refrescante, esa rebelión imposible, ontológica, nos pone alas en un mundo esencialmente cerrado. El egoísmo radical es liberador aunque solo sea como hipótesis. Ayer en una librería vi que el estante de filosofía apenas tenía libros, y a su lado estaba uno repleto que era el de autoayuda, esa autoayuda que nos lleva a soportar la existencia en que ya hemos desechado la libertad y la rebelión.
EliminarUn abrazo, Paco, y muchas gracias por tus palabras que me han elevado el ánimo.
La vida no es justa por lo tanto lo que se desea es igual de injusto. George Gurdjieff decía que "Sólo puede ser justo quien es capaz de ponerse en el lugar de otros".
ResponderEliminarNo sé, no sé, esta ha sido mi filosofía de vida, la de ponerme en lugar de los otros y ello ha propiciado bastantes veces haber sido engañado, estafado, burlado o simplemente he dejado que las razones de los otros prevalecieran sobre las mías. Es problemático entender "tanto" las razones de los otros porque terminas abandonando las tuyas. Pienso que me he equivocado muchas veces y esta ha sido la razón.
EliminarY me tildas a mi, de pesimista.
EliminarHas hecho lo que tenias que hacer, y te has equivocado otras tantas, porque quien no hace nada jamás puede equivocarse, es así de simple.
Que por muchos años yerres y que en ellos, los errores, encuentres el camino de la sapiencia.
El abrazo más grande que sea hoy para ti.
Miquel
Recibido el abrazo, Miquel, no sé si el camino de la sapiencia todavía está disponible; uno es el que es, y eso no se puede evitar. Un abrazo también para ti.
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