Se habla mucho de que los alumnos no
trabajan lo suficiente, que no hacen los deberes,
que son muy felices y que no dan un palo al agua en muchos casos... Quiero
poner ejemplos de lo contrario y voy a hablar de mi propia hija de dieciséis
años que estudia primero de bachillerato en la rama científica en un instituto público de la zona
donde vivo. Voy a hablar de ella porque es un caso que tengo muy cerca, no
porque quiera presumir de nada, pues más bien es una situación que nos preocupa
y mucho, pero a la vez me sirve para iluminar desde el otro lado la realidad de
muchos de nuestros alumnos, no la mayoría pero sí un cierto sector de los
mismos.
Lucía es una alumna responsable, trabajadora, perfeccionista. Toma
apuntes y los pasa a limpio. Sus libretas son un prodigio de orden y
organización. Suele sacar las máximas notas en todas las materias, lo que le
supone un estrés y una angustia que nosotros intentamos paliar pero no podemos.
Tiene que llevar todo al día, se prepara los exámenes con días de antelación,
realiza todo con un extremo cuidado y recibe frecuentemente excelentes notas.
"Desea estudiar medicina y sabe lo difícil que es eso por la altísima nota que necesitará para llegar allí".
Yo veo lo sobrecargada de trabajo que va.
Los profesores ponen alegremente tareas que, tomadas en serio, son
complejísimas y que implican un desgaste enorme. Hay profesoras de lengua que
les ponen tareas, sin explicar nada en clase, que precisan de un filólogo en
casa, como es el caso, para poderlas realizar. Por ejemplo comentar un largo
fragmento de las Soledades de Góngora y otros muchos poemas del Siglo
de Oro. Soy filólogo y le puedo ayudar, pero ¿qué haran otros alumnos? Las
tareas de filosofía son un tanto inquietantes
y Lucía no sabe muy bien qué
quiere exactamente el profesor que se siente muy importante y genial porque ha
publicado algún libro.
Cada profesor tiene sus manías y sus adscripciones políticas que aparecen en
sus clases. Pero cada uno entiende que su materia es fundamental. Ello supone
un trabajo cada día de unas ocho horas en casa, y no exagero. Solo tiene clase
por la mañana pues tiene jornada continua, y desde que come, apresuradamente,
hasta las doce o la una de la madrugada está trabajando, estudiando, pasando
apuntes, haciendo ejercicios, buscando en internet...
Nosotros llevamos años diciéndole que no
aspire a sacar todo excelentes, que no la vamos a querer menos, que no se
sacrifique de esa manera, que no se angustie tanto... Indagamos sobre si
estudia de una manera poco adecuada. Incluso va a una psicóloga para intentar
organizarla y calmarla. Padece ciertamente síntomas de notoria ansiedad con los
que no sabemos qué hacer. Nadie le ha metido ese perfeccionismo en ningún caso.
A la vez me doy cuenta de que estudiar
para ella no es un ejercicio con el que disfrute y muchas veces ir a clase en
cursos anteriores era algo para ella muy desagradable y angustioso. Podría
decir que en líneas generales es algo que ella hace pero que no ama. Cumple su
deber con creces pero no obtiene una satisfacción que le recompense la angustia
que padece. Estamos preocupados.
Pero ella es un ejemplo de alumna que
-con una inteligencia media- aspira a un
objetivo muy difícil. Y cumple al pie de la letra lo que los profesores
con inconsciencia les pedimos como si fuera lo más normal del mundo.
No pensamos que haya alguien que se lo vaya a tomar al pie de la letra. Creemos –no sé muy bien si esto es así- que nadie lo va a cumplir exactamente o no somos conscientes de la sobrecarga que supone para alumnos de quince o dieciséis años - en unos años terriblemente difíciles- que pueden llegar a no vivir por cumplir lo mandado tan alegremente. Casi supone una renuncia a vivir. A mí me gustaría que mi hija sacara notas más discretas pero disfrutara más de la vida. La veo mal, ciertamente angustiada y con la sensación de que no llega. Luego cuando llegan las notas de excelencia tampoco la observo especialmente alborozada. Son normales para ella pero a costa de un sufrimiento muy importante.
"No nos damos cuenta de lo que significan nuestras tareas, nuestros exámenes, muchas veces con mucha materia y concentrados en muy pocos días, nuestros ejercicios, nuestros trabajos, nuestras bromitas ingeniosas en clase, nuestras incoherencias y manías ... "
No pensamos que haya alguien que se lo vaya a tomar al pie de la letra. Creemos –no sé muy bien si esto es así- que nadie lo va a cumplir exactamente o no somos conscientes de la sobrecarga que supone para alumnos de quince o dieciséis años - en unos años terriblemente difíciles- que pueden llegar a no vivir por cumplir lo mandado tan alegremente. Casi supone una renuncia a vivir. A mí me gustaría que mi hija sacara notas más discretas pero disfrutara más de la vida. La veo mal, ciertamente angustiada y con la sensación de que no llega. Luego cuando llegan las notas de excelencia tampoco la observo especialmente alborozada. Son normales para ella pero a costa de un sufrimiento muy importante.
El director del instituto en la reunión
de comienzo de curso les dijo que había que cuidar las notas desde primero de
bachillerato, que no se durmieran. Ella lo está cumpliendo. Quiere ser médico
lo que va a suponer diez años de sufrimiento si consigue entrar en la carrera y
seguir la especialidad de oncología o medicina forense que desea.
"Pero ¿esto es vivir?"
No quiero centrar el post en mi hija que
bastante zozobra nos produce sino en la actitud de nosotros los profesores
cuando sin más planteamos nuestra materia como si fuese la única en el
mundo y no somos conscientes de que alguien puede estar cumpliendo al milímetro
lo que nosotros exigimos.
Lucía trabaja 14 horas diarias (seis en
el instituto y ocho en casa) durante cinco días a la semana lo que hace un
total de 70 horas más 16 el fin de semana, lo que hace un total de 86 horas de
trabajo semanal.
Es una alumna modelo de lo que nosotros
anhelamos ¿no?
Esto no es vida. Pero el tema parece tabú y nadie lo quiere tocar nunca- ¡los estudiantes a estudiar! Por otro lado, los profes estarán encantados, me imagino. ¿Cómo estáis pensando abordar el problema?
ResponderEliminarSupongo que los profes estarán encantados. El profesor de biología le pone onces en lugar de dieces, pero ese trabajo que ella hace le cuesta sangre y sudor y a veces lágrimas. Tiene una voluntad de hierro. No dudo que logrará lo que se propone, pero no sabemos cómo encarar esto. Le hemos cambiado dos veces de colegio para intentar luchar contra esa sobreexigencia, pero nada de lo que hacemos sirve para tranquilizarla. Quiere la excelencia. Tememos que esto pueda volverse contra ella. A veces las psicologías se quiebran como un cristal extremadamente frágil. Mañana tiene hora con una psicóloga para abordar la ansiedad que conlleva esto.
EliminarDios mio!!!! Que horror esta historia que nos cuentas. No me gustaría nada estar en vuestra situación. Me parece una situación peligrosisima, Porque el riesgo de quiebra en esos casos tiene que ser brutal. Dios mio los hijos!!!, que fuente infinita de preocupación!!!, por escasez o por exceso. Los sufres en la perfección y en la imperfección. Cuando caen sin red salvavidas y cuando estás arriba del todo escalando Everests imposibles de escalar.
EliminarQue angustia Dios!!!.
Últimamente en tus posts ya no intento dejar un mensaje mínimamente sesudo. Te suelto a bocajarro lo que me sale de las entrañas al leer tus entradas si es que me inspiran algo. Y lo que me cuentas hoy, me horroriza. Cambios de cole, psicólogos, buff. En tu caso suspiraría por que se echase un novio y bajase un poco el acelerador. Alguien que le enseñe a disfrutar de otras cosas. Si el nivel de exigencia es eso en el instituto, cuando entre en medicina y el nivel de exigencia sea mucho mayor.
Hoy precisamente mi pequeño Martí de 9 años me ha dicho que ha sacado un 8,5 en el examen de Inglés.
No es un gran estudiante, normal diría yo, pero lo llevo muy controlado y saca más o menos buenas notas. El Inglés es lo que se le da peor. No le gusta nada. Y no pone demasiado interés. El año pasado fue en lo que saco peor nota. Un bien. No nos preocupa nada eso. No pensamos apuntarlo a una academia de momento, más grande quizás, cuando pueda aprovecharlo más. Ahora ya va al conservatorio donde aprende a tocar la Flauta Travesera y eso son muchas horas.
La cosa es que el 8,5 quizás sea la mejor nota que ha sacado en Inglés desde que hace Inglés.
Pues me ha dicho. "Papa, siento mucho no haber sacado mejor nota". Y me ha dolido en el alma, porque estoy contentísimo con esa nota, y porque, aunque lo marco mucho en los estudios, me esfuerzo también muchísimo en recalcarle que lo importante es que ponga interés y que lo de menos es la nota final. Que me alegra igual un 6 que un 8 y que yo estoy muy contento con lo que se esfuerza dentro de sus posibilidades.
En fin Joselu. Sabes que reflexión chunga me provoca tu entrada. Chunga y cruel. Si yo en lugar de tener una ingeniería y mi mujer no fuese historiadora. Si yo trabajase en una fábrica de Jamones como hizo toda la vida mi padre, y mi mujer fuese ama de casa como es, por ejemplo, su madre, estoy seguro de que mi pequeño Martí no se lamentaría con 8,5 en Inglés.
No me vería por las tardes leyendo una biografía de Cortazar, ni mi hubiéramos ido este fin de semana a ver una exposición sobre cráneos perforados por clavos en el mundo ibérico (que le interesaba a mi mujer, en el museo arqueológico nacional de Catalunya).
No nos hubiéramos negado a apuntarlo a fútbol como el quería, y ahora tendría la cresta de Neymar y celebraría los goles haciendo el imbécil como los ídolos de turno. Somos sus modelos para todo, para lo bueno y para lo malo.
El año que viene, te la llevas al Camino de Santiago, o ha hacer la ruta circular en Navarra. A la India no por eso. Un abrazo.
Me gusta que no quieras dejar comentario sesudos en mis posts. Cuanto más vitales, mejor. Sé que muchos temas de los que abordo son demasiado técnicos para quien está fuera de la educación, pero he elegido este año dedicarme más intensamente a temas pedagógicos porque a partir del que viene ya no podré, aunque seguiré con este blog. Pero ya no seré profesor en la secundaria.
EliminarMe siento acompañado con tus palabras sobre mi hija. Yo no diría que es una situación horrorosa pero sí preocupante. Nadie le ha metido esta responsabilidad. Tengo dos amigos cercanos con problemas graves de sus hijas. Especialmente anorexia. El perfeccionismo es muy peligroso. Es fuente de problemas potencialmente muy complicados. Y el mayor enigma es dilucidar cuál es la causa que yo temo que sea por un cierto sentimiento de inferioridad de algún tipo. Ella habla con la psicóloga. Espera con mucho deseo ese encuentro que tiene con ella. La hemos cambiados dos veces de colegio para encontrar un ambiente más relajado. Ahora está en uno público que le permite tener amigas en el barrio y eso es bueno. Lo malo es que no le gusta estudiar, lo pasa mal. Es pura fuerza de voluntad. Quiere hacer medicina en una especialidad como oncología o forense (!). Lo tiene muy claro desde hace tiempo. Yo le sugiero que haga enfermería, pero no lo desea. Quiere ser médico. Yo nunca fui así. Y su madre estaba trabajando desde los doce años en un taller de confección mientras estudiaba. No sacaba buenas notas y tuvo que repetir.
No sé si la profesión de los padres influye. Tal vez. Todos nuestros amigos son universitarios. Y en casa se mascan temas en la misma onda.
Dale un fuerte abrazo a Martí. Siento que se haya sentido mal por sacar esa nota que es muy buena. Los hijos, como dices, son algo nuclear en nuestra vida. Y eso que mis hijas son excelentes en todos los sentidos. Pienso en los dramas que veo en mi instituto.
A ninguna de mis hijas les gusta andar. Ella quería irse a estudiar un año a Canadá con una beca Amancio Ortega pero no ha podido ser.
Además me temo, José Antonio, que este país tiene una hiperinflacción de licenciados universitarios que no van a encontrar trabajo fácilmente. Pienso que siendo enfermera lo tendría mucho más fácil.
Pero los hijos salen como salen para bien o para mal. No me puedo quejar en absoluto pero temo por su fragilidad. Espero que sea fuerte pero eso nunca se sabe. Menos mal que juega a básquet. No le dejamos en su momento pero un día opté por llevarla al club de La Almeda (Cornellà) y lleva dos años. Empezó tarde pero se ha incorporado. Yo diría que te replantearas lo de Martí.
Ya tengo claro que quiero ir al sur de la India, a los estados de Tamil Nadu y Kerala. No sé si la isla de Goa (demasiado turismo) o irme a Sri Lanka. ¿Te animas? Tengo que comprarme una guía para viajar a ese país en Altaïr.
Un abrazo muy fuerte.
Je, je, no al fútbol juega cada día de su vida. El motivo para no dejarle jugar no es que no nos guste. El es muy sensible, de muy mal perder, y ahora no tanto, pero los nervios diarios a veces acaban provocandole tics. Es algo que nos ha preocupado muchísimo en el pasado, pero parece que no va a mas, más bien esta controlado. Pero la presión del futbol, y más de ese deporte en concreto, con padres gritando, no le sentaría nada bien. O al menos creemos nosotros como sus padres. Y tu comentario que has dejado caer de ¿Te animas?.
EliminarJe, je, no se si te refieres a a acompañarte a la India.
Esta Navidad, después de varios años sin ni intentarlo, pasaré una noche en la montaña. En un albergue eso si, y además me llevaré al pequeño Martí. Pues este pequeño avance me ha costado dios y ayuda. Marcharme dos meses a la India!!!, je, je, lo que daría por poder irme de ruta en verano pasando 3 noches en el Pirineo. Seguiré luchando por ello.
Sí, era una pequeña ironía sobre tu imaginario viaje a la India que sé perfectamente que no es posible. Pero me servía para saber si es algo que te atrajera como hipótesis aunque no realizable. ¿Qué país te gustaría visitar si pudieras? Yo he viajado por el oriente en dos ocasiones. Pienso que la India es una experiencia pendiente. Siempre lo he sentido así. Y en unos diez meses tengo la oportunidad de realizar el viaje que he postpuesto durante décadas. Ahora o nunca. Siento una profunda atracción por ver Benarés y el río Ganges. Espero que salga de allí un libro de viajes que te dedicaré. No lo leerá nadie pero será un ejercicio de estilo que pienso desarrollar en futuras publicaciones.
EliminarNo solo cuando creemos que es la única materia del mundo, sino como si los de lengua y literatura consideráramos que todos los alumnos tienen que ser filólogos de máximo nivel, los de física pensaran que físicos teóricos para el Premio Nobel...
ResponderEliminarLa profesora que les pide un comentario sobre más de ochenta versos de Soledades de Góngora roza lo frívolo y lo sádico. Es muy posible que le parezca bueno para elevar el nivel de la enseñanza pero ¿tiene derecho a pedir algo así a muchachos de dieciséis años en una materia con dos horas semanales? Y sin explicar a Góngora en clase, claro. Ella solo encarga lo que hay que hacer. Vi a mi hija afligida porque no entendía nada a pesar de las notas a pie de página. Tuve que ponerme con ella y dedicar un buen rato a repasar aquellos diabólicos versos en octavas reales. Al final les puso un soneto de Lope de Vega en el examen. Creo que este sistema de elevar el nivel está carente de profesionalidad. No podemos aspirar a que todos nuestros alumnos adquieran la categoría de filólogos experimentados, como bien dices.
EliminarSi que suele pasar que cada profesor y más en su especialidad intenta que se llegue a la cotas más altas.En mi caso la especialidad de Dibujo Técnico para los de 2º de Bachillerato y con matemáticas II porqué los que quiere llegar a Arquitectura o Ingeniería, tienen cómo regía el lema de los Geómetras Clásicos: "ninguno sin saber Geometría"y, añadido a las demás materias: los pobres tienen mucho esfuerzo (los que se toman las cosas con responsabilidad para sacar nota...).
ResponderEliminar-Cuando tengo Tutorias la verdad que tengo la impresión de ser una madrastra : porqué les tienes que reprender y a veces no te das cuenta que están sobre saturados de contenidos...
Cómo padres y sobre todo viendo el desencanto a uno le duele doblemente estas situaciones.
Un saludo.
Gracias, Berta, pienso que a veces no concedemos a nuestros alumnos ningún crédito porque rápidamente los clasificamos como vagos o que no buscan más que excusas para no trabajar. Es posible que en algún grado esto sea correcto, pero hemos de saber de que hay algunos que se autoexigen muchísimo y nuestra incosciencia roza sencillamente lo frívolo. No es fácil actuar en consecuencia porque es cierto que muchas veces se busca todo tipo de subterfugios para no trabajar pero el otro fenómeno existe y puede dar lugar a patologías nada tranquilizadoras.
EliminarUn cordial saludo.
Hola. mi hija mayor también se auto-exige demasiado y pertenece al grupo de tu hija, de las alumnas aplicadas y que buscan conseguir ese objetivo final. Los profesores les encargan cientos de trabajos y de deberes sin darse cuenta que sí hay alumnas que se los toman en serio e intentan hacer un trabajo de calidad, incluso buscando la excelencia. Creo que mi hija no vive porque todo el tiempo lo dedica al estudio pero el problema lo tienen en el aula. Los profesores no se coordinan y los machacan a tareas. Seguimos en contacto
ResponderEliminarSolo por leer tu comentario merece la pena haber publicado este post. He dudado en exponer un caso que me es tan cercano y querido, pero pienso que es importante que reflexionemos como profesores (no sé si tú lo eres) sobre lo que pedimos a nuestros alumnos. Tal vez la mayoría no haga un trabajo de calidad y pensemos que cuanto más exijanos más obtendremos, pero hay que ponerse en la piel de alumnos como tu hija y la mía para darse cuenta del abusivo trabajo que se encarga a adolescentes por la nula coordinación entre los distintos profesores. Es una realidad que vivo como profesor. A veces los chicos se quejan de que tienen tres exámenes en un día o de los trabajos que tienen que hacer, pero no se los escucha para nada y si sus representantes quieren opinar se los vapulea dialécticamente en las Junta de Evaluación adonde van como pobres corderillos entre una jauría de lobos.
EliminarBien por tu opinión. Seguimos en contacto.
Buenas tardes, sigo su blog desde hace algún tiempo y me inspira muchísimo. Siento la situación de Lucía, yo tengo una situación similar en casa, pero mi hija es menor, y tengo un horario en casa para ocio y otro para estudios. Yo si viera a mi hija estar 8 horas diarias en casa igual me planteaba intentar algún cambio más consistente, cambios de centro y psicólogos no la han ayudado. La educación con esa edad no es obligatoria...regalarle un año sabático, pedir una excelencia...
ResponderEliminarUn abrazo
Un año sabático como sugieres no serviría de mucho. Los dos trabajamos y ella quedaría en casa sin nada especial que hacer. Ello supondría que se levantaría tarde, que se dedicaría a ver series, nada especial sino mucho tiempo por delante sin utilidad. Sería una idea fabulosa poder hacer un viaje con ella por el mundo, pero eso no es posible. Este año concursó para obtener una beca para estudiar en Canada este curso pero, a pesar de su promedio de 9,6 de media, ni siquiera la seleccionaron en la primera ronda. Era su mayor ilusión. Le entusiasmaba la idea de irse sola a Canadá con una familia de acogida. Hay que añadir que ella cursa simultáneamente, y en contra de nuestro criterio, el bachillerato norteamericano y juega a básquet. Está bien pero tememos que si sigue asíi algo se quiebre. Ella piensa que la tenacidad es esencial para todo. La otra noche estaba destrozada: eran las diez de la noche, había perdido a básquet, tenía la regla muy dolorosa, estaba enfadada con su madre. La vi muy tocada. Le sugerí besándola que dejara el estudio para el domingo y se levantara un poco antes, pero ella, aun estando como estaba y su desmoralización, quiso estudiar un par de horas. No sé de dónde ha sacado esta fuerza de voluntad férrea. Yo no era así. Era más caótico. No sé si encubre otros conflictos internos que desconocemos.
EliminarUn abrazo.
Como siempre fui, por decirlo suavemente, un paria de los estudios, es decir, jamás me interesaron ni las materias ni las notas, por lo que fui correspondido con los suspensos pertinentes y otros castigos más drásticos, amén de la violencia paterna que en modo alguno me enderezó, siempre les he quitado, ante mis hijos, valor a las calificaciones más altas. Ni siquiera les exigía el aprobado, sino el que fueran capaces de disfrutar con lo que aprendieran, que fueran capaces de "entusiasmarse" con el conocimiento que fuese, el que a ellos más les llamase la atención. Es evidente que has descrito un sistema que no funciona y que conduce directamente al fracaso o al estrés y, en el peor de los casos, a la depresión severa (Oir a Pedro Sánchez ayer en el debate que iban a ampliar la escolaridad obligatoria hasta los 18 años me pareció algo así como la traca final de los despropósitos educativos que han caracterizado las propuestas del PSOE desde la famosa LOGSE). La "jornada laboral" de un estudiante responsable en este país es una vergüena sobre la que apenas se habla. Si a los padres nos "obligaran" a soportar la exigencia del sistema educativo, con los famosos deberes incluidos, pondríamos el grito en el cielo y nos rebelaríamos contra ella como los obreros lo hicieron contra las jornadas de más de 8 horas. Eso sí, contra el virus del perfeccionismo y la responsabilidad es muy difícil luchar; es una pesada carga con la que se ha de saber convivir. Yo soy el ejemplo contrario, claro, el viva la virgen inconsciente, pero ni siquiera estoy seguro de que eso haya sido lo peor de mi vida...
ResponderEliminarIgnoro cómo podréis ser capaces de atenuar ese compromiso con ella misma de Lucía, pero seguro que irá advirtiendo poco a poco que la vida siempre es algo más de lo que se nos presenta como algo imperativo. Suerte.
No sé de dónde le viene esta autoexigencia. Es un misterio. Y no me gusta, pero lo hemos hablado en multitud de ocasiones, tanto que cuando la pobre dice que ha sacado un diez en matemáticas tengo que hacer un esfuerzo para mostrarme positivo e intentar felicitarla. Ella sabe que no me convence, pero es una situación complicada.
EliminarYo he sido también muy anárquico en la adquisición del conocimiento. En mi carrera se alternan los suficientes con las MH en una suerte de mezcla desvencijada de un estudiante irregular. Raramente me he dedicado a algo que no me interesara mucho. Si es así, puedo quemarme las cejas en ello. Funciono a partir de atracciones puntuales. Es un estilo que me gustaría más en Lucía, pero los hijos no son como los programamos y hemos de aprender a convivir con lo que hay. Cualquier otro padre se sentiría superorgulloso de su hija, pero ella siente que no es así. Y me duele. Por mí y por ella.
Y sí, la jornada escolar de un alumno responsable es pura explotación laboral. Se empieza a hablar de ello, pero convendría hacerlo en voz más alta. Me gustaría conocer más el sistema finlandés para saber qué hacen allí. En todo caso, intuyo que lo que pasa en este país es que es de una baja productividad en todos los sentidos a pesar de que trabajemos más horas que en otros países. Si los finlandeses consiguen un sistema escolar más eficiente empezando la escolarización a los seis años y sin deberes, sin asignaturas ... y demás características que nos son ajenas, demuestra que somos algo lerdos a la hora de montar un sistema educativo. No es posible que nuestros alumno se pasen 30 horas en la escuela semanalmente y aprendan tan poco. Hay algo que no funciona.
un placer conocer tus letras
ResponderEliminarTengo que decir que es un placer leer posts. Como tu ya sabes yo soy un alumno al que le da una pereza inmensa estudiar, no se porque. Aveces pienso y deduzco que es porque mis padres siempre han querido que saque las mejores notas y solo por llevar la contraria lo hago. No suelo estudiar desde que llegue al instituto, básicamente porque con los deberes ya tardo un buen rato, y no se si es por suerte o porque soy una especie de prodigio pero suelo aprobar.
ResponderEliminarPero desde el momento en que leí este post me han entrado ganas de esforzarme, de trabajar algo más ya no solo por aprobar. Sino para poderme parecer, como minimo, un 1% de lo que tu hija es, soy desordenado, cosa que he intentado cambiar, pero no lo, he conseguido aún.
No se que decirte, si eres un afortunado o te ha tocado tener que lidiar con alguien que no es capaz de dejar de trabajar. Tiene que saber que lo que hace no es saludable, puede acabar en una depresión o un ataque de histeria.
Saludos
Bueno, ya ha merecido la pena escribir este post si te han dado ganas de trabajar jajajaja. Hay otras maneras de trabajar, Alonso, que es descubrir campos que te interesen y profundizar en ellos por placer. Mi hija tiene una fuerza de voluntad de hierro. Espero que no le termine pasando factura. Hoy me contaba que ha tenido un diez en matemáticas. Le he felicitado, pero ella sabe que no estoy muy convencido de que esto sea lo mejor para ella. Más bien, no acaba de gustarme, pero ¿cómo restarle valor a lo que hace?
EliminarSi te gusta leer posts, ¿por qué no creas tu propio blog con una temática que te atraiga? Dicen que a los jóvenes no les gustan los blogs porque hay mucha letra y que prefieren Instagram y Snapchat para diferenciarse de los adultos. En todo caso, bienvenido y me gusta que reflexiones sobre ti, y lo que te interesa.
Saludos.
Eso es justamente lo que he pensado, hacer un blog. Pero todavía no he encontrado desde donde enfocarlo ni como hacerlo aunque es una plataforma que ya he probado. Snapchat e Instagram son plataformas que uso, son de fotografía, y por lo tanto son más visuales que un blog como el tuyo, pero por la contra el blog produce muchas más reflexiones que las otras dos.
EliminarSiempre he buscado hacer cosas nuevas, no todas han sido acertadas, pero en el futuro me servirán mucho. En este post tu has comentado que no utilizas la mayoria de cosas que has aprendido en matemáticas, entonces, cuando estaba entrenando con mi equipo de fútbol, pensé, porque no empezamos a enseñar cosas que acaben siendo fundamentales en nuestra vida diaria. ¿És necesario hacer ecuaciones de todos los grados, para acabar trabajando en un supermercado o para trabajar en la rama de las letras?¿Vamos a hacer reacciones químicas cuando lo que queremos es ser policías? Yo creo que no. Actualmente en tercero de ESO, que como ya sabes, hay una optativa de "emprenedoria", en la que te enseñan como funciona el mundo laboral, ¿No es más necesario para el futuro eso?
Saludos y nos vemos en clase
Alonso, es cierto que la ESO te da un baño de cultura general pero que luego no te servirá si tu salida profesional o laboral no tiene nada que ver con ello. Yo hice bachillerato de ciencias y sudé con las matemáticas. Sin embargo, el COU (el curso anterior a la universidad) estudié Lógica matemática y me encantó. Creo que es la base de mi gusto por la informática. Aquella asignatura que no tenía que ver con las ecuaciones ni con la matemática al uso creo que era fundamental para desarrollar el sentido de la lógica. Y sí, es cierto que hay muchas cosas que no son útiles pero pueden ser convenientes. No voy a ser quien te diga que pases de ellas.
EliminarMás importante que ser un alumno de máximas notas es ser creativo y tú pienso que lo eres a tu manera. El hecho de participar en el blog y tener ideas propias y ser capaz de expresarlas es algo que no es común.
Adelante con tu camino.
Hola Joselu,
ResponderEliminarEntiendo bastante esa sensación de querer hacerlo todo y querer hacerlo bien. Yo en el instituto era así. Sobretodo hasta 4º ESO. Hace unos meses, haciendo limpieza rescaté las notas finales de toda la trayectoria de la ESO y tenía excelente en todas las asignaturas. No sabría decirte por qué lo hacía creo que sentía que era mi obligación y me gustara más o menos, era lo que tenía que hacer. En casa nunca tuvieron que decirme que estudiara. En bachillerato creo que me relajé, o eso me decían mis profesores, yo sólo creo que cambió mi perspectiva de las cosas y eso cambió la manera en que me tomaba los estudios. Ya entonces me sentí un poco mal por no darlo todo, y eso que creo que mi media de bachillerato fue un 8.
Es posible que aunque en casa no le exijáis la excelencia, tu hija sienta que en el fondo es lo que todos esperan que haga. O simplemente tenga muy claro su objetivo y sabe que esa es la manera de lograrlo. Admiro, en todo caso, esa fuerza de voluntad. Yo no la tengo. Mi padre cada vez que me ve me da charlas sobre eso, que si lo único que tengo que hacer es terminar la carrera de una vez, que me lo tengo que tomar como un trabajo, que hay que esforzar-se... Y es que en la carrera he suspendido todo lo que no suspendí en el instituto, ahora soy una alumna muy mediocre y en el fondo tengo la sensación de que he sido una ‘decepción’ para mucha gente que creía que haría grandes cosas o que era imperturbable. Esto me ha causado ciertas crisis existenciales en el pasado. Ahora la verdad es que me da un poco igual. Yo no tengo la culpa de las expectativas que los demás ponen en mí. El éxito y el fracaso son muy relativos.
Lo cierto, Mari Carmen (¡¡¡alegría por saber de ti!!!), es que lógicamente nos agrada que saquen buenas notas mis hijas, pero sin que ello suponga un coste emocional. La otra hija lo lleva de un modo mucho más tranquilo. Es una niña de notable mantenido. Pero no le veo que sufra por sacar el excelente. Esta pulsión de mi hija pequeña me preocupa como expongo en el post. Yo no dejo de hablar con ella para calmarla y que vea que no nos importa si no saca las máximas notas. Es más, me gustaría que se relajara y trajera notables y bienes. En todo caso, hemos de estar con ella. Espero que en algún momento cambie de planteamiento.
EliminarTu caso me ha sorprendido. No sabía de tu bajo rendimiento en la carrera. Sé tan poco de ti en los últimos años ... La vida de cada uno es inexplicable. Tus motivos tendrás para este cambio de actitud. Tal vez has encontrado otras vertientes que te atraen más. Siempre me has maravillado por tus elecciones y aficiones literarias, musicales, existenciales, de una madurez que no correspondía a tu edad o -mejor dicho- a tu generación. Tal vez es un reajuste vital el que estás haciendo. Y ¿quién debe decirte qué debes hacer con tu vida? Yo no fui un estudiante extraordinario, fui más bien mediocre, con algunos puntos, pero siempre he sido alguien curioso, indagador, seguidor de mi propio camino. Esto me importa más que las calificaciones que son anecdóticas. ¿De qué sirve haber sido un estudioso y haber sacado las máximas notas si no se convierte en alguien que lee, que se pregunta continuamente el porqué de las cosas, que viaja, que piensa, que indaga? Yo no estoy muy contento con mi hija porque detrás de alguien que quiere sacar las máximas notas puede estar escondido alguien que quiere complacer ¿a quién en este caso? En cualquier caso, hay una extrema fragilidad en ello. La pregunta sobre qué busca me inquieta mucho. Uno debe elegir su propio camino. Como tú debes de estar haciendo. Nadie me ha preguntado en mis treinta y tantos años como profesor cuáles fueron mis notas en la universidad, en el bachillerato, en las oposiciones. Y estoy seguro de que para muchos, la docencia es una salida que implica cierto fracaso vital. Sí, el éxito y el fracaso son muy relativos.
He de reconocer que tu entrada me ha tocado especialmente. Yo también fui un niño que lo pasó mal en el colegio, tal vez por otros motivos y con otras circunstancias, pero puedo dar fe de que es una experiencia bastante angustiosa en algunos momentos. Mis dotes para el estudio creo que eran un poco por encima de la media, pero nuestro ambiente en las aulas (en un colegio religioso de los años 80, en el que la autoridad de los profesores daba sus últimos coletazos) era muy poco adecuado para la enseñanza, con momentos de humillaciones, broncas, y alguna que otra violencia física que hacía que los alumnos más sensibles (como seguramente era mi caso) fuéramos a las aulas amedrantados. A todo eso había que sumarle como dices, una sobrecarga brutal de trabajo a todas horas. Como muy bien explicas, para quien se lo tomara en serio (como era mi caso) suponía un esfuerzo brutal, que se traducía en horas y horas de estudio, añadidas a una jornada por la mañana y por la tarde, lo que en ocasiones me obligaba a extenuantes jornadas que comenzaban a las 5.30 de la mañana y acababan a las 22.00 de la noche. A lo que había que sumar clases particulares, porque como bien dices la gran mayoría de los profesores exigían una barbaridad, pero sin explicar nada y con una capacidad didáctica nula.
ResponderEliminarHay que ponerse en la piel de los alumnos que sufren. No solo de los que se exigen demasiado, como el caso de tu hija, sino también de aquellos que tienen una capacidad media pero que lo pasan mal suspendiendo. Estoy seguro de que los hay, no sé si son muchos o son pocos, pero su nivel de sufrimiento sorprendería a más de un profesor. Siempre pienso en lo que debe sentir un chiquillo en el que se den estas dos circunstancias: que se le de mal estudiar y que no le guste ir al colegio. Al que tenga la mala suerte de estar en este caso se le va a someter a una tortura desde, digamos, los 5 años hasta los 16. ¡Once años de la vida de un niño! Y la velocidad que pasa el tiempo a esas edades…No sé que le puede decir un adulto a un chaval de pongamos 10 años que esté en esta situación, pasándolo mal…¡Vamos chico, que solo te quedan seis años de sufrimiento, si es por tu bien…! Cuando veo las estadísticas de fracaso escolar que genera este sistema perverso, que más se parece a un sistema penitenciario, como ya se ha dicho por aquí, que a uno educativo, lo que me sorprende es que no haya más jóvenes que tiren la toalla y se bajen de este demencial sistema. Y lo que es casi más sangrante: gran parte de ese esfuerzo y ese sufrimiento son totalmente en vano…¿de qué le servirá a tu hija comentar esos versos de Góngora dentro de unos años?
En principio, muchas gracias por tus espléndidos comentarios que complementan el post con acierto. Cada vez soy más cauteloso en mi relación con los chavales porque ciertamente sé que lo pueden pasar mal. Pienso que la escuela ya no es aquella que viviste tú y los alumnos no pasan por aquello. Yo viví la escuela de los sesenta en pleno franquismo donde sufríamos humillaciones y castigo físicos casi cada día. Guardo un recuerdo abominable de mis años de estancia en aquel colegio repulsivo de curas que me tocó. Eran la mayoría sádicos frustrados.
EliminarAhora es un sistema "quasi penitenciario" por la rigidez de los horarios, el sistema de evaluación, el carácter poco práctico de las materias, el encerramiento en que transcurre ... pero tiene poco que ver con otro tipo de escuela de otros tiempos, es verdad. No obstante, hay alumnos para los cuales es una pérdida de tiempo estar aguantando obligatoriamente materias que no se les dan bien, que no les interesan, que no tienen que ver con la vida, y un planteamiento más bien aburrido del sistema que se cae por lo ineficaz que resulta. Esto se revela muchas veces con actitudes disruptivas y conflictivas. Otras veces con sufrimiento que no podemos intuir siquiera.
Y sí, pienso que comentar esos versos de Góngora en casa de un padre filólogo puede tener algún interés porque yo le pude ayudar, pero fuera de ese raro caso es algo que es absurdo y estúpido, más si no se ha explicado antes en clase nada del retórica barroca.
A mí me interesa mucho Góngora pero es por mi formación académica. Fuera de ello, me temo que es una pretensión de una profesora que vive fuera de contexto y que tiene una presunta pretensión de nivel que carece de sentido y que puede producir sufrimiento a alumnos que quieran hacerlo bien. Para ellos es inabordable comentar poemas de Góngora.
(...)
ResponderEliminarY si me permites comentar el caso de tu hija…no soy yo nadie para dar consejos, pero por un caso muy cercano de un familiar que se dedica a la medicina, me atrevo a recomendarte encarecidamente que antes de decidirse por llevar su vida por esos derroteros se informe bien de lo que es la práctica médica real, y de lo que se va a encontrar en su camino casi con total seguridad. No vaya a ser que ese esfuerzo al final no tenga recompensa, porque tenga idealizado su concepto de médico, y eso no se corresponda con la realidad. Me refiero, por un lado, a que el ejercicio de la medicina no es como vemos en la televisión, los médicos no son como el Dr. House, ni los hospitales como Urgencias de George Clooney. Se va a tener que enfrentar, primero, a una carrera en la que el nepotismo está a la orden del día, y en la que va a tener que doblar sus esfuerzos para superar a los hijos de los médicos a los que los se les pone matrícula de honor por la cara por solo presentarse al examen, para que tengan la mejor nota media posible y engordar CV y sacar más puntos en el MIR. Por no hablar de los que reciben directamente el examen días antes de que se celebre, por lo que competir con ese tipo de enchufados para conseguir especialidad es casi imposible. Luego le esperarán años de residencia, en la que será tratada como la “pringada” del hospital, y luego tendrá que enfrentarse a contratos precarios de meses y jornadas agotadoras de guardias, horas extra no retribuidas… y a pacientes que te meten una denuncia cuando que según su criterio se ha hecho algo mal. Perdona que pueda sonar un poco descorazonador, pero es lo que he vivido por lo menos en Andalucía, que es el terreno que conozco.
Podría seguir un buen rato comentando todas las reflexiones que me ha provocado tu entrada, pero no quiero extenderme en demasía, ni llevar esto al terreno personal, pero bueno, supongo que en este caso es inevitable, o que incluso se trata de eso.
Un saludo a todos.
Tu segundo comentario me ha puesto mal cuerpo porque alumbra el otro lado del asunto. Recientemente estuve con mi mujer en urgencias de un hospital público. Era nochevieja. Llegamos a las once de la mañana y salimos doce hora más tarde. Había más de cien personas permanentemente en espera de gravedades clasificadas por colores. La espera era tan dilatada (solo había dos médicos) que la gente estallaba con ira contra ellos y las enfermeras. No era culpa suya evidentemente y sí de los autores de los recortes de personal pero la agresividad estaba latente. Cuando llegó el turno a mi mujer la metieron en boxes para ponerle suero y en un momento le comentó a la doctora que nuestra hija quería ser médico y ella saltó que esto es lo que se iba a encontrar. Abrumadoras jornadas de trabajo, bajo sueldo y agresividad por parte de los pacientes. Además de tener una enorme responsabilidad en sus diagnósticos, hechos frenéticamente, y que se exponen a querellas y amenazas si algo no sale bien.
EliminarSí, es buena idea la de hablar con algún profesional de la medicina antes de meterse en este mundo que no es como el de la tele.
Mi hija parece que sacó su vocación de médico en el hospital donde estaba internado su abuelo que falleció hace cuatro o cinco años. Íbamos a verlo a la planta de oncología. Lucía sintió mucha paz en aquel ambiente que le atrajo. Su abuela también tiene cáncer y siempre hemos hablado muy bien de las oncólogas que le hacen el seguimiento desde hace más de veinticinco años que lleva luchando con él.
Un saludo, Antonio.
Comprendo vuestra inquietud como padres, Joselu. Todos queremos tener hijos estudiosos, serios, responsables... aunque eso signifique renunciar a buena parte del disfrute vital necesario. La autoexigencia es terrible. Una exalumna mía, hija de un compañero, es como tu Lucía. Mi colega sabe que su hija va a sufrir mucho porque se esfuerza al máximo y soporta muy mal a los compañeros latosos o vagos. No sé si eso tiene "cura", tampoco sé de dónde procede ese modo de actuar. Yo fui una buena alumna, obtuve varias matrículas en Bachillerato, incluida la de Reválida de 6º. En la carrera no fui tan brilante, reconozco que pude haber sido mucho mejor. Nunca he sido perfeccionista, aunque me gustan las cosas bien hechas, pero sin extremismos. Era mi padre quien me exigía más que a mis hermanos, yo le tenía un miedo atroz, pero no me suponía un gran esfuerzo tener buenas notas , supongo que era cumplidora y obediente mitad por naturaleza y el resto por imposición. Supongo que resulta admirable el sacrificio que implica dedicarse en cuerpo y alma a conseguir siempre las máximas calificaciones o el éxito en alguna disciplina como la música o el deporte. He tenido algunos alumnos que dedicaban los mejores años de su vida a intentar ser magníficos músicos, bailarines, nadadores o futbolistas. Me daban mucha pena, aunque mis compañeros alababan su esfuerzo y afán de superación. Recuerdo un caso muy sonado de una gimnasta que llegó a plantear a su madre si quería una medalla o una hija. No puedo entender ese sacrificio que supone renunciar a tener distracciones, no viajar con amigos o privarse de relaciones sentimentales. Todo cuanto suponga apartarse de la meta que se han fijado es una pérdida de tiempo que no se permiten de ninguna manera. Si somos los profesores quienes exigimos esas metas tan altas (y supongo que es así, aunque no he conocido ninguno), como el caso que cuentas referido a tu hija, es un tremendo fallo, uno más, de nuestro penoso sistema educativo, pero no el más digno de atención, por lo que veo. ¿Por qué un profesor se jacta de proponer ejercicios muy poco formativos? ¿Desean una selección brutal, una criba espantosa? ¿Por qué y para qué? ¿Para mantener su fama de profesores "hueso"? ¿Para descubrir genios o superdotados? Lo dudo. Los alumnos como tu hija no deben sufrir de esta manera. Deben vivir su juventud con alegría y naturalidad, lo que no significa emborracharse cada fin de semana. ¿Tan difícil es hallar el término medio adecuado? Alcanzar una meta supone sacrificio y esfuerzo, por supuesto, pero nada puede estar por encima del propio bienestar. Yo creo que se puede hacer casi todo si se es consciente de las posibilidades y limitaciones que todos tenemos.
ResponderEliminarNo sé qué decirte con respecto a tu hija. No veo fácil que cambie si la exigencia parte de ella. Supongo que habéis valorado todas las opciones posibles. Lo importante es que estéis a su lado y sienta vuestro cariño.
Ser profesor y tener hijos supone ver los toros tanto desde la barrera como dentro del ruedo, una situación nada envidiable.
Cuida mucho de tus princesas pero no te olvides de ti. Un fuerte abrazo.
Hay aspectos positivos con el último cambio de centro educativo. Ahora tiene amigas en el barrio y algún día sale con ellas a cenar. Da incluso clase de matemáticas a una de ellas que viven enfrente de nuestra casa. Juega también a básquet lo que hace que desfogue allí también su energía y salga del mundo de los estudios. Es muy luchadora haga lo que haga. Por nuestra parte no hay esa exigencia que ella siente dentro de sí misma. Sus mecanismos son una incógnita para mí, pero lo importante, Yolanda, es que sienta que estamos cerca y que celebramos también sus éxitos.
EliminarSer un alumno diez no significa ser creativo por otra parte. Hay alumnos no especialmente exitosos que tienen dotes creativas superiores a los destacados por las notas. Yo creo que respondía más a ese modelo y cuando pienso en los compañeros de antaño que eran alumnos diez no pienso que eso implicara que fueran imaginativos de ningún modo. A veces para dar rienda suelta a la imaginación hay que salirse de los cauces fijados por los estándares.
Un fuerte abrazo, Yolanda.
Cuando a alguien le califican, tras el correspondiente test psicológico, como "perfeccionista", hay quien cree que eso es muy positivo. Yo más bien diría que es un defecto, pues quien posee esta "cualidad" nunca es feliz, sufre mucho. Sufre porque se pone el listón demasiado alto o bien se considera obligado/a a cumplir los elevados y hasta excesivos objetivos que le marcan (en este caso el profesor, posteriormente el jefe). Nunca está satisfecho/a. Como bien comentas, en el caso de tu hija, los éxitos no le causan la satisfacción que deberían, pues los considera su obligación, mientras que los fracasos (muy normales) los sienten como un fracaso y afectan a su autoestima.
ResponderEliminarSupongo que un profesional, un terapeuta, debe ser capaz de reconducir esta "anomalía" conductual.
Lo peor de todo es que se esfuerce al máximo, se estrese, para lograr triunfar en algo no le gusta, simplemente por obligación.
Espero que podáis reconducir esta situación tan agobiante para todos.
Un abrazo.
Es curioso porque yo soy acérrimo partidario de la imperfección como sistema. Pienso que obras inacabadas o con algún defecto esconden más verdad que las calificadas como perfectas. Esto tieen su versión incluso en la cocina, la escritura, el arte en general. Lo perfecto es perfecto. No tiene aristas y termina por ser anodino. Este es mi punto de vista. No he sido perfeccionista la mayor parte de las veces, sí hacer las cosas bien pero de modo que procuren placer. Tienes razón: la personas perfeccionista no valora sus éxitos, no lo procuran placer. Pienso que seguro que algunas de mis alumnas que han aprobado por los pelos, sienten más satisfacción que mi hija con un diez en muchas materias.
EliminarEs un tema peliagudo porque afecta a alguien al que quieres como parte de tus entrañas. Una muchacha ha escrito en un comentario que ella fue así, hasta que en la carrera dejó de serlo y se ha convertido en una alumna mediana, con suspensos, y que relativiza el éxito y el fracaso.
Espero que el tiempo haga su terapia. Más de lo que le decimos no podemos decir. A veces temo incluso que no demos valor a sus éxitos y eso puede ser doloroso para ella que puede no entender por qué eso es así.
Abrazo.
lo he estado leyendo y la verdad es que admiro lo que Lucía hace, pues yo tengo un conocido cuya hija se pone a estudiar como si no hubiera un mañana, es decir, estudia desde las 6 de la tarde hasta las 1 de la noche y se levanta a las 5 para ponerse a estudiar otra vez (algo exagerado, no?) pero bueno, lo cierto es que ella hace lo mismo que tu hija para poder hacer magisterio, lo cierto es que muchos recomiendan no dormir apenas nada para poder aprobar, eso en realidad dicen que no ayuda, pero aún así te quiero decir Joselu que a mi me hubiese gustado ser como ella y como tu hija, puesto que yo me acuerdo que tenia menos ganas, y siempre que pensaba que me tenia que poner a estudiar para el examen, me hundía y me entraba sueño, a veces podría decir que era algo despistada o una vez sin quererlo yo, no entregué la libreta de castellano a la profesora y al parecer todos lo hicieron menos yo según ella, así que una vez haber llegado al último curso de la ESO, la mayoría coincidía que no podía hacer el bachillerato como tus hijas, incluso la tutora. A mi las matemáticas y la física se me daba muy mal, no aprobaba nunca estas, luego estaba el castellano o el catalán que por una parte soy buena en memorizar y aprenderme los conceptos pero no a hacer sintaxis ni análisis tipo complemento directo u objeto directo, así que el tristemente las lenguas catalana y castellana las suspendía debido a esto (cuidado eso no quiere decir que hubieran veces que aprobara pero bueno...) en cuanto a la asignatura de sociales la mayoría de veces también la suspendía puesto que nos ponían preguntas demasiado abiertas para lo que habíamos estudiado
ResponderEliminarlo cierto es que ahora que lo pienso bien no sé si hubiese estado mejor que hiciera el bachillerato pese a lo q dijeran, ya que que muchos dicen que no te obligan porque es una decisión tuya si hacerlo o no, pero al ver la rotundidad de la tutora pues pensé que no había más remedio que no hacerlo
lo que no comprendo es que por algún despiste como este de no entregar la libreta (que la verdad que ni sé como tuvo que pasar) me dijeran que no podía hacer bachillerato y que tendría que ser la fp (ciclos) cuando esta última puede incluso llegar a ser difícil y lo cierto es que también hay que estudiar en ella
Que te parece Joselu? crees que me hubiese ido bien un bachillerato de letras? porque desde ese momento estoy un tanto dudosa porque pienso que no hubiera pasado nada si hubiese seguido con el bachiller
te felicito por tu hija puesto que me produce mucha envidia sana, ya que, por lo que veo ni a ella ni a Clara les dijeron que no podían hacer el bachillerato y en cambio a mi si me lo dijeron
ah es verdad, también me acuerdo que siempre que tomaba apuntes no conseguiamos acabar de copiarlos todos e incluso el cambio de actividades constante hacía que tuviera la libreta de castellano un tanto incompleta, tanto que una vez cuando nos las devolvieron corregidas, la profesora me puso: La libreta está incompleta, hay ejercicios que no estan hechos o estan a medio hacer, intenta mejorar esto, puedes hacerlo mejor.
Por suerte eso fue hace 9 años ;D
Si de eso hace nueve años, quiere decir que ahora tienes veinticinco y las consecuencias de aquello ya se han mostrado. Debiste hacer Ciclos Formativos y a estas alturas ya sabes de qué te han servido. No entiendo que le des vueltas a lo que sucedió hace nueve años. De hecho pudiste hacer bachillerato pues se puede hacer un examen de acceso a Bachillerato desde CF. Tú elegiste tu camino. ¿Querías haber ido a la universidad? La universidad está llena y sobran universitarios. Hace mucho tiempo que la universidad no es garantía de trabajo y sí de paro incluso en ingenierías y arquitecturas. Yo no tengo claro el futuro universitario de mis hijas. Ellas van a ir a la universidad, una ya está en ella. Y Lucía llegará, pero no tengo nada claro que eso vaya a significar que tengan una oportunidad laboral y no tengan que emigrar. Será lo más probable. Si hiciste CF es posible que ahora tengas ya una ocupación y trabajo. Hay acceso a la universidad para mayores de veintinco años. Si quieres ir a la universidad ahora es tu momento.
ResponderEliminarDeja de dar vueltas a lo que sucedió ya hace nueve años. Olvida tus libretas, a tus profesores, tus exámenes, lo que te dijeron y enfréntate a lo que eres ahora.
Mis dos hijas tienen algo de Lucía, pero cada una lo ha ido soportando de distinto modo. La mayor, que ahora comienza su carrera universitaria, ha encajado bien en el modelo tradicional de enseñanza magistral y deberes, pues asumía su papel de estudiante como una tarea monacal que había de soportar estoicamente. De hecho, no la seducía para nada el planteamiento de tareas innovadoras, pues se sentía cómoda dentro de los rigores del sistema. La pequeña, Lucía también, que ahora comienza el instituto, lo lleva peor. Ella sí sufre por hacerlo todo perfecto y, si no llega, los deberes le causan ansiedad. Además, no entiende bien para qué debe hacerlos si ella ya lo comprende y esas tareas solo le producen aburrimiento y desinterés. En su caso, aprecia especialmente las tareas más creativas, los proyectos, el trabajo en grupo... creo que es un poco la representante de esta nueva generación nacida bajo el paraguas digital y que ya no se va a adaptar a lo antiguo.
ResponderEliminarEs interesante este perfil que nos muestras de tus hijas y el diferente planteamiento de su modo de aprendizaje. Creo que mis hijas son académicas en el sentido riguroso del término. Tal vez la mayor que también ha comenzado Biomedicina está más adaptada a los cambios metodológicos. Pienso que es un todoterreno. Lo que dices de Lucía es sorprendente pues supone que hay un entorno innovador en que insertarse y una enseñanza diferente, algo que no es fácil de encontrar. En todo caso, yo observo que para encaminarse a la universidad y tener que memorizar centenares de huesos, músculos, órganos, etc como estudia Clara en anatomía. no viene mal haberse formado en una enseñanza clásica. Supongo que tus hijas te hacen reflexionar sobre modelos de aprendizaje como me lo hacen a mí las mías. Clara sufre menos que Lucía. NO aspira a sacar las mejores notas, pero se mantiene en un notable permanente desde el comienzo de sus estudios. Ambas son buenas estudiantes, pero Lucía sufre mucho, como digo.
EliminarDiles que lean a Thoreau: http://www.oshogulaab.com/MISCELANEA/VIDA_SIN_PRINCIPIOS.htm
EliminarPor cierto, me causa curiosidad saber qué tipo de tareas manda el de filosofía.
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