Acabo de ver unos vídeos de cine
emergente ugandés. Uno de ellos lo enlazo en medio del artículo. No os lo
perdáis. Dura poco más de un minuto y es revelador del tipo de cine que se está
haciendo en Uganda y otros países
africanos sin un duro. Este cine ha atraído a cineastas americanos, europeos y
australianos por la originalidad y la pasión que supone a pesar de su
elementalidad que tiene su centro en la violencia. Nadie cobra allí y una
película puede costar poco más de ciento cuarenta euros, lo que no paga ni los
refrescos de las estrellas en un día de rodaje de cualquier película occidental
que se precie. En estas películas abunda la violencia aparatosa, tanto que no
serían políticamente correctas en nuestro mundo. Se realizan mediante efectos
especiales a base del croma en el proceso de postproducción. No son efectos muy
sofisticados pero funcionan y son divertidos. Los directores de este tipo de
películas dicen que no quieren hacer dramas lacrimógenos ni religiosos para
hacer llorar y que utilizan la violencia porque es un lenguaje atractivo y que
todo el mundo puede entender. Esto me ha llamado la atención porque choca
frontalmente con las buenas ideas que fecundan nuestro mundo occidental y que
rechazan la violencia por profundamente negativa
En efecto, mi instituto está lleno de
murales y dibujos de nuestros alumnos en que se rechaza la violencia y se
ensalza la paz, el diálogo, la convivencia... Estas actividades son promovidas
por la coordinación educativa, por los tutores, por todas las instancias
pedagógicas correspondientes. Y los alumnos se dedican a ellas por imperativo
de los profesores. Tienen que hacer murales hablando de la paz, contra la
guerra, a favor de multitud de sentimientos positivos. Los chicos son expertos
en hacer lo que nosotros queremos que hagan cuando se trata de buenos
sentimientos. Hay que ser tolerantes, dialogantes, no violentos, etc ... y toda
esa retahíla que tan bien conocemos los que nos dedicamos a la educación. Sin
embargo, estoy seguro de que a ellos les seduce profundamente la violencia, las
películas de acción y matanzas, los videojuegos en que se cargan a multitud de
objetivos (targets) a base de armas letales. Uno de los directores ugandeses
sostenía que la violencia es un lenguaje que entiende todo el mundo y mucho me
temo que es bastante verosímil. Uno ve el vídeo que enlazo y puede comprender
en alguna manera la matanza que ha tenido lugar en Kenia contra estudiantes de la universidad de Garissa y que nosotros hemos desdeñado como cosas de negros a los que no nos une nada, dado su salvajismo y su
carácter primario. No obstante, ahí están organizaciones como MSF y otras para aportar algo de
conciencia sobre nuestra mirada altiva y supremacista.
Nos gusta mostrar buenos sentimientos. A
los profesores nos gusta ver lleno el centro donde estamos de frases tan
bienintencionadas como vacuas que obligamos a escribir a nuestros alumnos. En
la fachada debemos ofrecer buenos sentimientos, ideas positivas, estados de
ánimo estimulantes ... aunque lo que en el fondo nos seduzca sea la violencia,
mezclada con la parodia y la ópera bufa. Y así en un centro de enseñanza tras
los murales hermosos plagados de buenos sentimientos existe una violencia
larvada continua: enfrentamientos, insultos, empujones, miradas agresivas, comentarios
ofensivos sobre sus madres, tensiones de todo tipo que no responden a nuestra
mirada angelical sobre el mundo o cómo debe ser este. Parecería que la historia
está hecha a base de buenos sentimientos. La realidad es otra: la historia está
hecha a base de violencia, de rencor, de enfrentamientos, de prejuicios, de
sadismo, de matanzas indiscriminadas. Y nuestro mundo, el que vivimos, es atroz
si salimos de nuestros patios de vecindad en donde se cuelgan murales repletos
de buenas intenciones. Y bobaliconería. Porque la violencia es lo que nos mola.
Si yo les pusiera una película ugandesa, seguro que se divertirían más que
viendo Sonrisas y lágrimas.
Respondería más a lo que sienten por dentro porque nuestro interior es
demoledoramente violento. Nos conforma por un lado la lucha por la vida. Somos
criaturas que buscamos sobrevivir y en esta supervivencia hay violencia porque
nos encontramos a otras criaturas enfrente que nos desafían en nuestra ansia de
supremacía. El ser humano es atávico (esto se olvida) y cultural. Pretendemos
sustituir y eliminar al ser atávico mediante la cultura, pero es imposible. En
el cerebro profundo somos fieras que luchan por su territorio, pero
desgraciadamente, a ese cerebro límbico se han unido la religión, las patrias,
los grupos sociales y étnicos para hacer explosiva nuestra violencia interior.
El ser humano no es pacífico. Los bonobos resuelven sus conflictos mediante el
sexo, pero nosotros utilizamos la violencia más o menos sofisticada o
reprimida. La violencia reprimida puede ser muy peligrosa porque sigue latente
aunque se le echen encima eslóganes azucarados y rosas que tantos gustan a los
educadores. Nos horroriza la violencia a nosotros, almas sensibles que tanto
bien hemos hecho en la historia. Ja. La violencia es propia de primitivos de
esos que hacen películas de bajo presupuesto y que llevan a la práctica en sus
universidades keniatas ante nuestro desdén supremo. Nosotros tenemos a nuestros
Andreas Lubitz que en solo ocho
minutos puede realizar tanto espectáculo como Al Shabah en una matanza discriminada en una universidad de cuyo
nombre no nos acordamos. Pero luego todos los psicoanalistas del mundo mundial
occidental hubieran vendido su alma al diablo por tener en su diván al copiloto
de Germanwings para psicoanalizarlo
ante el horror de las almas pías que verían en este individuo a un pobre
enfermo. Todo menos entender que es la violencia la que nos conforma, la que
nos es atractiva, la que nos fascina, la que es nuestro núcleo. Si no
entendemos esto, seguiremos haciendo murales sobre la paz y el amor, sobre la
convivencia, sobre la armonía celestial y humana... Y nuestros alumnos dentro
tendrán igualmente, junto a nosotros que somos más refinados aunque no menos
crueles, un fondo violento reprimido que tarde o temprano emerge de un modo u
otro. Pero no queremos ver esto y nos esforzamos que entiendan que esto debe
ocultarse, pintarse de color rosita para aparecer ante los demás como seres
amables y solidarios que saben escribir en cien idiomas las palabras Paz y Amor.
Esto no debe ocultarse sino que hace falta aprender a controlarlo. Si no, nos vamos a matar unos a otros. Y paz en la Tierra de una vez por todas.
ResponderEliminarMe temo que la tierra está en una especie de guerra mundial de otro tipo de las conocidas. El mundo islámico está en ebullición y no va a ser fácil encauzar esto. El mundo occidental es poderoso pero a la vez es débil emocionalmente. Es posible que nos desmoronemos como hizo el imperio romano en una fase de decadencia frente a culturas más ágiles y bárbaras. No creo que ese deseo que expresas sea muy realizable en nuestro tiempo. Disfruta mientras puedas.
EliminarCreo que me expresé mal. Sí, me gustaría que todo el mundo viviera en paz pero en este caso lo que quería decir era: nos vamos a matar unos a otros y entonces en la Tierra gobernará la paz.
EliminarNo creo que nos desmoronemos, esto no beneficiaría a los que necesitan vender- las grandes multinacionales. Me preocuparía más por los locos que gobiernan algunos países.
saludos
Tienes razón, Joselu: el ser humano es esencialmente violento, lo lleva en su naturaleza porque sobrevivir supone luchar y la lucha es necesariamente sangrienta. Al mismo tiempo debe aprender a colaborar con otros porque la unión hace la fuerza, esa es la parte positiva, por lo que nos pasamos la vida alternando esos dos extremos. Cuando un aspecto domina sobre otro surgen los problemas, y ocurre continuamente. El prójimo rara vez es neutral: o nos apoya o nos ataca, incluso en las situaciones más inocentes y triviales. Todos somos pacíficos y agresivos en alguna medida, aunque suele predominar una de las dos facetas. Existen los médicos porque existe la enfermedad, y existe la policía porque existen los delincuentes, lo que lleva a no pocas situaciones inustas y desagradables. Confieso que me encantan las historias policiacas y que más de una vez he sucumbido a las películas violentas que suelen tener gran éxito. Las pelis de acción atraen a muchos espectadores, creo que sirven de válvula de escape para nuestros bajos instintos. Dicen que a los marines les ponían películas porno antes de entrar en acción para que fueran bien excitados, con la adrenalina disparada. Basta salir a la calle para comprobar que vivimos rodeados de violencia, y qué te voy a contar del ambiente en los centros escolares, ya lo has dicho tú. Todos los días tenemos varios episodios de agresividad entre alumnos y entre padres o abuelos, algunos de una crueldad inaudta. Los que creen que los niños son seres inocentes y puros están muy equivocados. A veces alguno recibe algo de su propia medicina pero lo normal es que los matones de turno machaquen de palabra y obra a los más débiles. Una simple disputa por un partido o unos cromos puede desembocar en una seria pelea. Me parece peor la mala baba, la intolerancia, la agresividad gratuita, querer hacer daño porque sí, porque Fulanito me cae mal. Nunca he entendido la satisfacción que produce ser malo. Deberíamos dedicar más tiempo a tratar de hacerles comprender cómo deben comportarse, porque saben de sobra lo que está bien y lo que está mal, si obran mal es a conciencia, no porque se les escape . No soporto a los chulos y prepotentes, pero ya ves cómo está nuestro mundo, lleno de porquería y gobernado por personas malas que encima creen tener patente de corso para disponer de todo y de todos a su antojo. Los docentes nos hartamos de obligar a hacer murales, redacciones y trabajos sobre la paz y no violencia, pero a juzgar por los resultados es como escribir en el agua. ¿Es útil empeñarnos en ese loable fin? Si pensamos que no, apaga y vámonos. La violencia como sentimiento primario es incluso necesaria pero, ¿dónde está el límite? Recuerda lo que le ocurre a Dustin Hoffman en "Perros de paja": un hombre pacífico se convierte en una casi bestia por defender lo suyo. ¿No haríamos todos lo mismo?
ResponderEliminarMuy interesante el corto que has puesto, muy diferente a lo que solemos ver por estos pagos. Un fuerte abrazo, colega.
Creo, Yolanda, que nuestro enfoque de la violencia es incompleto y no sé si totalmente eficaz. Ciertamente llenamos los centros con mensajes positivos. El mío está repleto de mensajes sobre la paz y en contra de la violencia. Pero se ignora totalmente que somos violentos en alguna manera. Se da por supuesto que la violencia es insana, gratuita, mala y que lo bueno es la paz y la armonía. Y luego campanas celestiales. Deberíamos empezar reconociendo que somos seres violentos, aprender a conocer la violencia que no es mala en sí misma. Los hindúes tienen a Kali, la diosa de la destrucción y de la regeneración del mundo. La violencia ha transformado el mundo. La violencia es el motor de la historia. No existe una realidad sin ese componente que llevamos en nuestra psique y en nuestros genes aborígenes. Pero si no comprendemos la violencia y solo nos dedicamos a soslayarla es como si solo viéramos una parte de la película. La violencia produce destrucción es cierto, pero también regeneración. La Europa que conocemos ahora es fruto de la devastación de las guerras mundiales que generaron nuestro mundo de los derechos humanos. Sin embargo, en esa carga de violencia que llevamos dentro y que desfogamos de muchas maneras (aunque solo sea con el lenguaje: en tu descripción de muchas situaciones yo observo una violencia virtual muy fuerte) hay aspectos positivos, depende de cómo la expresemos. Las artes marciales, el deporte, la literatura, el cine, las cartas a la prensa digital (terriblemente agresivas) son diferentes formas de sacar esa violencia. Porque necesitamos sacarla fuera de forma que no sea dañina. La violencia es una principio activo que reside en nosotros. Tenemos que expresarla. Tenemos que saber que está allí. No demonizarla y decir que es absurda o negativo o mala. No. La violencia es generadora de vida, pero hay que conocerla, aprender a expresarla, reconvertirla en otra cosa que no sea dañina. No basta con llenar los centros de mensajes en positivo eludiendo el debate central que debería existir.
EliminarUn abrazo, Yolanda.
No voy escribir un comentario denso e inteligente como suelen ser los de nuestros amigos. Deseo decirte que varios blogs -francamente unos cuantos solamente- los leo o releo entradas antiguas. Si piensas que uno de ellos el tuyo no estás equivocado. Incluso la calidad de los comentarios suelen ser interesantes, comprometidos y serios, aunque difieran de tu postura anunciada. Eso es un blog: una sala donde un dueño de casa invita a sus amigos y amigas sin más pretención que buscar honestamente la clase de personas que somos, cómo podemos ser mejores y más felices.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay nada que me produzca más placer que provocar debates sobre diferentes aspectos de la realidad a partir de alguna reflexión que me viene. Lo importante no es tener razón sino activar el pensamiento. Es buena la disensión civilizada, no agresiva ni malintencionada. Rara vez, tras escribir un post, acabo con la misma posición que tenía al principio, ya que las intervenciones que aparecen, con mucho tino, me hacen modificar mi punto de partida. Esto me gusta. Me hace pensar y mantenerme ágil mentalmente además de hacer fluida mi escritura. Es una especie de gimnasia de la psique y de la artesanía del estilo.
EliminarGracias por estar ahí y motivarme. Un abrazo.
Desde luego es interesante como siempre tu reflexión, aunque sinceramente no sé como interpretar el vídeo en concreto que enlazas con la entrada. Yo lo veo más bien como una broma bestia, que tal vez incluso incluye algún mensaje oculto que no alcanzamos a comprender desde aquí. Lo digo por esa especie de rechazo al turismo extranjero que rezuma (¿lo que se ve al fondo en una escena es la plaza de un pueblo español?) y esos mensajes sobreimpresos a la acción.
ResponderEliminarPor supuesto que la violencia es parte de la naturaleza humana, y siempre necesitaremos aprender a nivel individual y colectivo a controlarla y encauzarla, pero de lo que ya no estoy tan seguro es de que esa fascinación por ella sea "real", es decir, si la fascinación nos la produce verla representada en la pantalla cuando estamos en el sillón de casa con las palomitas, o es una fascinación por la violencia en si misma. Seguro que más de una ama de casa cincuentona se ha quedado fascinada con lo que relata las "50 sombras" famosas, pero habría que ver su reacción en la realidad si alguien la tratara como a la protagonista de la película.
Es obvio que hay cafres que hacen la vida imposible a los niños más débiles que ellos, pero me gustaría a mi ver a uno de esos cafres presenciando en la realidad por ejemplo una de las escenas que se representan en el corto de arriba. Mucho me temo que huirían despavoridos y lo mismo tendrían que visitar al psiquiatra unas cuantas semanas. No creo que se quedaran contemplando fascinados, ni mucho menos.
Decía el otro día Antonio Banderas por la radio que se reía mucho con un director de cine cuando rodaba una de esas escenas de acción en las que no queda vivo ni el apuntador. El director creía que estaba haciendo algo "serio", "creible", y Antonio Banderas pensaba que no, que aquello era una broma, por muy bestia que fuera, y que nadie se tomaba en serio ese tipo de escenas. Creo que a fuerza de contemplar esas escenas de violencia extrema a veces, nos hemos inmunizado y no las contemplamos como algo real, sino como exageraciones ridículas, que producen más risa que otra cosa.
Cuando vi estas escenas del tráiler me sobrecogí porque han pasado pocos días después del asesinato masivo en Garissa (Kenia). El sistema de matar no ha sido el mismo porque creo que los rehenes fueron degollados aunque no puedo asegurarlo dado el vacío informativo infame del mundo occidental. ¿Hay alguna relación entre representar una matanza y hacerla? ¿Entre un poema y la realidad? Sin duda, una cosa es la forma y otra el fondo, la cosa en sí y el modo de representación y no son lo mismo. Lo que no se me quita del magín es que esas escenas abracadabrantes y ridículas enlazan con algún arquetipo que tenemos que expresa alguna forma de volición más o menos reprimida. Hay una clara tendencia a disfrutar con la violencia. No de todos, pero sí de muchos. En las ejecuciones públicas, cuando las había, se congregaban miles de personas para ver en directo la muerte real. Ahora en nuestros países no hay pena de muerte, pero cuando circula algún vídeo con alguna ejecución se convierten en virales. ¿Por qué? La destrucción de las Torres Gemelas supuso uno de los momentos estrella de la estética del apocalipsis. Se han reproducidos millones de veces porque nos suscitan fascinación a pesar de que supusiera que miles de personas perdieron la vida. Hoy día la muerte se oculta. Los niños no suelen ver en nuestro país a los muertos. Los niños africanos están inmunizados en ese sentido frente a la muerte porque la ven sin tabúes ni restricciones. Creo que una mayoría de gente si pudiera contemplar una catástrofe (sin verse implicada en ella, claro está) disfrutaría enormemente. Si pudiera verse una masacre en directo sin ser uno de los rehenes, muchos apostarían por estar allí. Hay algo que nos atrae de la violencia y de la muerte. Utilizamos sucedáneos como el cine de catástrofes y de matanzas terroríficas (el gore, por ejemplo) en que somos espectadores, sin pasar peligro, de escenas terribles que terminan por suscitar risa en algunas sesiones. ¿Que no hay relación entre este placer y lo real? Puede ser, pero yo tengo mis dudas. ¿No has deseado alguna vez que un avión que despega estalle delante de tus ojos en el aire aunque solo sea como deseo reprimido? ¿Y hacer la única foto que exista de la explosión? ¿Y ese morbo espectacularmente cinematográfico de Estado Islámico de ejecutar a sus rehenes porque saben de nuestras debilidades hiriendo nuestra aguda (e hipócrita) sensibilidad). En Occidente hemos decidido crear un mundo ideal, hermoso, protegido, amable, solidario, lleno de imágenes sin amenaza para que las vivan nuestros hijos. Otra cosa es lo que viven los niños del exterior que con su trabajo y su muerte nutren nuestras gangas de ropa y productos baratos. A nosotros nos basta vivir la violencia en forma de representación: novela negra, cine gore, series sobre psicópatas... Pero escarba y escarba y verás al ser primitivo en nuestro cerebro, reprimido, duramente civilizado.
EliminarJoselu, tu post me hizo recordar un libro de Konrad Lorenz que leí hace años y volveré a leer " Sobre la agresividad, el pretendido mal".
ResponderEliminarDeberíamos salir de esta disociación en la que estamos viviendo. Los niños (y no tan niños) "occidentales" tienen la presencia de la muerte en los medios de comunicación y en los "jueguitos", cuando se enfrentan con la muerte de verdad, pura y dura, se derrumban, eso nos hace débiles emocionalmente, como bien dices.
Seguiré los comentarios de este post, de una lucidez meridiana.
He rastreado en Amazon el texto de Konrad Lorenz que mencionas. No he podido hacerme una idea cabal sobre su contenido pero volveré a él. Creo que nuestra sociedad alberga una potentísima carga de agresividad reprimida. Vivimos en occidente en paz, es cierto, pero solo hay que ver el nivel de antidepresivos que se consumen, ansiolíticos, diferentes tipos de drogas de todo tipo, alcoholismo, manifestaciones de violencia más o menos expresa en el fútbol, en la prensa digital, malestares mentales variados... Y por supuesto el terror a la muerte que nos lleva a ocultarla socialmente porque no encaja en nuestra visión hedonista de la vida. No sé si son muchos hilos dispersos pero, en efecto, considero que nuestra sociedad es muy débil y se mantiene por los mecanismos de cohesión generados por el capitalismo y la socialdemocracia. Es impensable que nuestro nivel de bienestar sea indefinido. Hay demasiadas amenazas que penden sobre nuestro modo de vida, tantas que no es necesario mencionarlas porque son fácilmente deducibles. Creo que en buena medida lo intuimos, aunque no queremos saberlo con certeza.
EliminarLa violencia enfrenta a seres contra seres. Históricamente no es necesariamente negativa. Nuestro mundo es fruto de la violencia. La historia es esencialmente de la violencia. La violencia es mala para quien la sufre, pero es una ley histórica desde el comienzo de los tiempos.
Hay una visión adánica y color de rosa sobre la violencia. Somos violentos aunque lo reprimamos. Y la represión de la violencia trae neurosis, depresión. Se habla de canalizar la violencia pero no de que somos seres que han existido históricamente mediante ella y que nuestra naturaleza es violenta, aunque sea a nivel sutil y se exprese a través del lenguaje, la rivalidad femenina o masculina, la agresividad, las fantasías destructivas. El escritor saca la violencia mediante el lenguaje y no es una mala opción.
Son, me temo, muchos hilos inconexos pero es lo que me ha salido, Ana, reflexionando sobre el tema. Tendría que pulirlo mucho más, pero escribo pensando y luego recapitulo. Sirva solo como "lluvia de ideas" sin un balance definitivo.
Gracias por tu presencia.
Hola Joselu, te envié el link del libro que te mencioné, de mi drive a tu correo. Es muy interesante. Si no podés abrirlo o en otro caso si a alguien más le interesa puedo compartirlo si me envían el mail.
EliminarOtro abrazo
Gracias, lo he recibido y lo voy a pasar a mi iPad para tenerlo allí disponible. ;-)
EliminarEn mi opinión la violencia convive con la no violencia. Solo es una faceta más del ser humano y desde luego no me parece la mejor manera de solucionar conflictos puesto que la violencia engendra más violencia. Está muy asociada al poder y la riqueza y su mantenimiento. La vida es conflicto y el conflicto debe resolverse pero hay muchas vías de hacerlo. Pienso que la educación y los patrones culturales inciden mucho en la forma de resolver conflictos. En la escuela es fundamental intervenir en la resolución de conflictos, precisamente porque la forma instintiva y primaria del ser humano es resolverlos con violencia. Observamos la agresividad en nuestros centros, pero coexiste con alternativas de solución de problemas como es el diálogo. No entiendo la agresión por la agresión y no disfruto contemplando la violencia. La matanza de estudiantes en Kenia me horroriza tanto como cualquier otra matanza. Me horrorizan los que lavan el cerebro a niños para que sean armas humanas de matar. Me horroriza la violencia como a muchas otras personas. Cuando hay violencia siempre está el que la ejerce y el que la padece, ya sea directamente o indirectamente. Todas las campañas de concienciación a nivel educativo, social y político me parecen pocas. La vida es demasiado bella como para vivir agrediendo o matando. Hay que aprender a vivir, hay que aprender a respetar, hay que enseñar a vivir y dejar de destruir.
ResponderEliminarBesos.
Hay un pensador, Krishnamurti, que siempre me ha interesado. Él tiene algunas reflexiones sobre la violencia y la no violencia. Te dejo con ellas.
Eliminar"La violencia no sólo es matar a otro. Hay violencia cuando uno emplea una palabra agresiva, cuando hace un gesto de desprecio a una persona, cuando obedece porque tiene miedo. De modo que la violencia no es sólo la matanza organizada en nombre de Dios, en nombre de la sociedad o del país, la violencia en mucho más sutil, más profunda, y estamos investigando la profundidad de la violencia en sí misma.
Cuando dice que es indio, musulmán, cristiano, europeo o cualquier otra cosa, está siendo violento. ¿Sabe por qué es violento? Porque se está separando del resto de la humanidad. Cuando se separa a sí mismo por creencia, por nacionalismo, por tradición, eso genera violencia. Así pues, un hombre que quiere comprender la violencia no pertenece a ningún país, a ninguna religión, a ningún partido político o sistema, sino que se interesa en comprender a la humanidad".
De “Libérese del pasado”
"El hombre siempre trata de ser no violento. De modo que se genera un conflicto entre ‘lo que es’, lo cual es violencia, y ‘lo que debería ser’ que es no violencia, y se forma así un conflicto entre los dos; esa es la esencia misma de la pérdida de energía. Mientras exista dualidad entre ‘lo que es’ y ‘lo que debería ser’, mientras el hombre trate de ser algo, esforzándose para lograr ‘lo que debería ser’, ese conflicto es pérdida de energía. Mientras exista conflicto entre los opuestos, el hombre no tendrá suficiente energía para cambiar. Pero ¿por qué crear estos opuestos, como la no-violencia o el ideal?"
De “El vuelo del águila no deja rastro”
La no-violencia no es un hecho
"La no-violencia se ha pregonado una y otra vez en política, en religión y por diferentes líderes. La no-violencia no es un hecho, tan sólo es una idea, una teoría, un montón de palabras; el hecho real es que somos violentos, es un hecho, es ‘lo que es’. Pero no somos capaces de comprender ‘lo que es’ y por eso, inventamos esa tontería que llamamos la no-violencia, lo cual genera un conflicto entre ‘lo que es’ y ‘lo que debería ser’. Mientras persigamos la no-violencia estaremos sembrando la semilla de la violencia; es algo tan obvio. Así pues, ¿podemos mirar juntos ‘lo que es’ sin evadirnos, sin ningún ideal, sin reprimirlo o escapar de ‘lo que es?"
De “La llama de la atención”
Besos
Siempre la civilización es más difícil, siempre la cordura y la justicia son más difíciles.
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