Ya hace un tiempo hablé de esos momentos entrañables que paso con mi hija pequeña leyendo cuentos por la noche, antes de dormir, los dos tumbados en la cama. Son unos veinte minutos que no cambio por nada. Espero poderlo hacer mucho tiempo más. Tiene, como sabéis, nueve años. Últimamente hemos añadido algo nuevo a nuestro espacio literario: hemos empezado a leer poesía. El diario El País ha comenzado una colección de antologías poéticas que se venden los miércoles. Hasta ahora han salido Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez (como oferta de promoción) y Federico García Lorca. Los próximos son César Vallejo, Rafael Albertí y Pedro Salinas. Para nuestro placer, cada noche escogemos un poeta y leemos algunos de sus poemas, preferiblemente en versos cortos. Lo leemos un par de veces, una vez yo y otra vez ella. A la noche siguiente volvemos a repetir los poemas de modo que la musicalidad y el ritmo se nos queden prendidos. Anteayer leímos La baladilla de los tres ríos y La aurora de Lorca. De paso me pidió que le contara la historia de Lorca, una historia interesante y dramática. No le oculté nada esencial. Conversamos sobre los chicos a los que les gustan los chicos, hablamos de su amor por Dalí, de la traición de éste (junto a Buñuel) y la película El perro andaluz, de su viaje a Nueva York y Cuba, hablamos de la Barraca, de su teatro, de su detención y asesinato. Su muerte y la de muchos españoles en ese ominoso conflicto que fue la guerra Civil. Lo más hermoso es volver sobre los poemas. Ayer me pidió leer de nuevo La aurora, ese poema esencial y trágico de Poeta en Nueva York. Releerlo es entrar en sus imágenes surreales pero explícitas y advertir su profundo instinto poético. Me dijo que era muy triste, pero le gustó.
Otro día leímos a Antonio Machado. Hace tres años estuvimos en su tumba en Collioure. Queremos volver y leer alguno de sus poemas en ese pequeño cementerio costero. También hablamos de su vida, de Leonor, de su tuberculosis, de él como profesor de francés, de las imágenes que tenía tras la muerte de su esposa…, de su camino al exilio, de su muerte.
Creo que no hay tema que no pueda ser abordado con un niño de nueve años, siempre y cuando los acompañemos y nuestra voz se trence con la suya en la intimidad de esos encuentros mágicos y nocturnos. Se puede hablar de la injusticia del mundo, de poesía, de amor homosexual, de la muerte, de Dios, del tiempo, de la infancia… Todo ello a su nivel, cultivando la sensibilidad y preparándolos para que sean curiosos y generosos.
Hace dos años pasé un trimestre iniciando mis clases de lengua en la ESO (tercero y cuarto) leyendo durante diez minutos poemas de los principales poetas en lengua castellana. El silencio era total. Les gustaba oír poesía, luego les explicaba algo del poeta y a veces ellos hacían preguntas. Pero tuve que dejar de hacerlo. ¿Sabéis por qué? Tras diez minutos (a veces un cuarto de hora) de escuchar poesía ¿quién se iba a dedicar a hablar de la morfología del sintagma nominal o a hacer ejercicios léxicos? Estaban sumergidos en un estado de ensueño que no predisponía sino a la contemplación. Pedían más. Algún año dedicaré un buen espacio de tiempo a la lectura y a la creación poética. Es el siguiente paso, aunque tenga que dejar a un lado la sintaxis teórica y hacerla más corpórea y esencial.
La poesía es necesaria, más en un mundo fuertemente dominado por las imágenes y los cambios vertiginosos. La palabra poética despierta en nosotros otras resonancias y significados. No es un lenguaje elitista para unos pocos. Es alimento para el ser, que hay que desentrañar y dejarse impregnar por él. Con lentitud. "La auténtica naturaleza de las cosas suele estar oculta". Lo dijo Heráclito. La poesía nos acerca a la que debería ser nuestra vocación, la artística, si no como creadores, al menos como oyentes fascinados, recreando esos poemas y haciéndolos vivir en nuestro interior. Ser niños o adultos fascinados, como en África, escuchando las fábulas, canciones o leyendas, recitadas o entonadas por un griot tañendo la kora.
Imagen: óleo del pintor iraní Iman Maleki traído a este blog por Conchi.
Nos queda mucho por aprender, tienes que venir a leernos poesías. Yo puedo ofrecer ir a descubrir los secretos de las libélulas.
ResponderEliminarLo de las libélulas, el bombylius, las serpientes, las ranas... eso sí que es poesía. Tu blog es de lo más poético que conozco. Sería un buen intercambio.
ResponderEliminarTambién hace tres años como tú, durante el veraniego mes de agosto estuve con mis amigos y mi familia en Colliure visitando la tumba de Machado. Como mucha otra gente, nos hicimos una foto sentados sobre ella, con la bandera republicana adornando la lápida. Quizá nos cruzamos en aquel entonces, Joselu, quizá fue esa la primera vez que nuestros caminos se cruzaron, tendría gracia...
ResponderEliminarFue a principios de setiembre cuando estuve con mis hijas. Luego fui un diecisiete de abril con alumnos de cuarto. También pusimos la bandera republicana y leímos poemas. Fue un momento emocionante porque nos cruzamos con un grupo de personas mayores que eran "niños de la guerra", y nuestra lectura les conmovió. Hay quien dice que habría que traer los restos de Antonio Machado a España, pero pienso que la magia y la historia de aquel lugar no debe ser olvidada.
ResponderEliminarEl otro día, una alumna nuestra le preguntó a Juanjo Millás cuáles eran sus manías. El escritor respondió que todas las mañanas, nada más levantarse, leía un poema -con el ansia con que otros fuman su primer cigarro-, y que esa lectura le ahorraba cantidad de valiums.
ResponderEliminarLa poesía es un antídoto contra la rutina.
Bueno, pues si no fue entonces, nuestro encuentro queda pediente...
ResponderEliminarUn par de curiosidades.
ResponderEliminarHace un instante reflexionaba sobre otro aforismo de Heráclito que me llevó a pensar en la poesía y en algunos aspectos del ser humano, con algunas coincidencias con lo que aquí expones, aunque tú lo has desarrollado más.
La otra curiosidad es que tenía sobre mi mesa dos poemas de Luis Cernuda, los encontré entre las hojas de un libro y eran dos fotocopias ya amarillas que había dado a leer hace años en una clase de COU.. Uno de los poemas es "Es lástima que fuera mi tierra" y el otro acaba así:
Halle tu gran afán enajenado
el puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
tras de tanto dolor y alejamiento,
con su grandeza nos advierte
de alguna mente creadora inmensa,
que concibe al poeta cual lengua de su gloria
y luego lo consuela a través de la muerte.
Antonio, "Poesía para el pobre, poesía necesaria/ como el pan de cada día,/ como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica". Celaya, siempre Celaya y su extraordinario poema.
ResponderEliminarSerenus, qué hermoso eso de "ansia divina, perdida aquí en la tierra".
ResponderEliminarEs formidable, como la mayor parte de Cernuda siempre entre la realidad y el deseo.
Guárdate esos momentos. Con el tiempo, si no se sigue haciendo hincapié en ellos, se pierden...
ResponderEliminarSi fueramos menos necios, la poesía, cambiaría el mundo.
Un abrazo nostálgico.
Precioso post, Joselu. Compartir la poesía con los niños, mejor aún con los propios hijos, es una experiencia maravillosa. Les gusta la musicalidad, las palabras bellas, las historias rimadas. Yo utilizo mucho a Gloria Fuertes con los pequeños y luego a Machado, Lorca, Juan Ramón... depende del momento. No quiero que tarden tanto como yo en descubrir a los grandes poetas, y menos aún que les digan que como eran "rojos" había que matarlos y enterrrar su obra con ellos.
ResponderEliminarYo también estoy comprando los libros de "El País", aunque ya tenga muchas de esas obras. Abrir un libro nuevo es una experiencia inefable.
Me encanta Gioconda Belli, a quien descubrí gracias a un buen colega. Te pongo el principio de uno de sus poemas:
DEL ENTRENAMIENTO DEL ALMA
Como el atleta que, tenazmente,/se prepara para la competencia olímpica,/tensando músculos para el final esfuerzo/y en las madrugadas sale a la pista/a medir la eficacia de las piernas/corriendo cada vez un poco más/tanteando los límites de su resistencia,/así transcurre uno la vida/en el gimnasio de los días puntuales/afinando músculos cuyo desempeño/no se puede medir en maratones,/ ni en el enfebrecido calor de los estadios....
¿Y qué somos nosotros, sino atletas del conocimiento luchando contra la apatía y la desidia de unos y otros?
Por cierto, hace años encontré un ejemplar de "Poesía erótica castellana" lleno de divertidas ocurrencias.
Un abrazo, colega.
Por cierto, (qué torpe soy) como poeta me gusta mucho Almudena Guzman (y su libro Usted), aquí te dejo su poema "Usted se ha ido":
ResponderEliminarUsted se ha ido. Pero tampoco conviene dramatizar
las cosas.
Cuando salgo a la calle,
aún me quedan muchas tapas risueñas en el tacón,
y mis medias de malla consiguen reducir la cintura
de la tristeza
si su ausencia va silenciándome en una resaca
de escarcha.
O sea, que no estoy tan mal.
Porque yo podré ser de vez en cuando un eclipse. Pero
nunca
un eclipse sin sangre de luz.
Como todo el mundo copia aquí poemas hoy, me atrevo a poner el que me apetece, de Jaime Gil, con las erratas que mi memoria le ha introducido:
ResponderEliminar"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a descubrir más tarde
-como todos los jóvenes, venía
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería,
terminar entre aplausos;
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero el tiempo ha pasado
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra."
Desde el post de los gorilas he reprimido algunas palabras; cuando preguntabas que cómo le explicamos a los niños el mundo pensé que más bien la pregunta es que cómo le explicamos al mundo los niños. ¿Por qué, en qué momento casi todo el mundo traiciona el bello ser que es y deja de ser niño? ¿Quién lo engaña?
Yolanda, qué bella idea la del entrenamiento del alma, pero nadie habla de ello (o casi nadie). Mejor no oficializarlo, que quede en la penumbra, mejor.
ResponderEliminarMeike, ayer mi hija volvió a pedirme que le leyera La aurora de Lorca. Me dijo que no lo entendía. Intenté hacerle saber que quizás no había que comprenderlo sino apoderarnos de sus imágenes. Luego vino y me recitó el verso último ese de que hay gentes insomnes que caminan en un naufragio de sangre. Esto último le cautivó, como ese eclipse sin sangre de luz. No conocía a Almudena Guzman.
ResponderEliminarAnimal de fondo, quizás ese proceso de seguir siendo niños se produce (o se producía) en los negros africanos, hasta que la cultura supuestamente superior y despreciativa del hombre blanco los redujo a la nada y los condenó a perder su alma a cambio de nada. El ojo oscuro de África entonces se despertó. Todos tenemos un ojo oscuro, si no que se lo digan a los alemanes o el caso de nuestra guerra civil. El progreso nos lleva a perder nuestra inocencia y nuestra alma de niños. Quizás por eso se rebelan tantas culturas contra la supremacía racionalista y violenta de Occidente. Gracias por el poema de Gil de Biedma. Bienvenidas sean las contribuciones poéticas. Aprendo con vosotros.
ResponderEliminarY todavía hay gente que dice que no merece la pena la vida... (Me estoy leyendo las benévolas, recomendación tuya y de Fmop)
ResponderEliminarJoselu, no sé que ha pasado que mis blogs amigos se actualizan mal, y siento no haber leído antes esta estupenda entrada sobre poesía para, entre, de, con niños. Yo, si quieres que te diga la verdad, limito mucho el tiempo de la sintaxis en esos niveles, lo básico y todo seguido, las prácticas entreveradas en forma de tablas y demás. Creo que es mucho más educativo leer poesía y otras creaciones literarias. Creo que la enseñanza literaria y de la lengua en la ESO tiene que ir por ahí, y no por la gramática. Yo generalmente parto de letras de canciones, de poemas muy breves, de haikus y poesía tradicional castellana. Como tú dices, les encanta y la disfrutan.
ResponderEliminarClares, el problema de la actualización proviene de un error mío al hacer una prueba de un post posterior que no sé si saldrá. Se ha borrado éste que es el válido: Un rincón para la poesía. Desconozco la utilidad del tiempo empleado en la sintaxis y la morfología. Hay quienes son fervientes partidarios pero yo relativizo mucho esta opción. Prioritarias son la expresión, la ortografía, la comprensión lectora, la ampliación del léxico...
ResponderEliminarTu hija tiene mucha suerte. Pero se percibe que tú tienes aún más, porque esos veinte minutos te protegen de todo mal.
ResponderEliminar"Yo sé un himno gigante y extraño..."
Me parece muy tierna esta entrada. Esa iniciativa de leer con los hijos es fundamental para contagiarles nuestra afición, y que sea con poesía me parece genial. Yo siempre les he leído cuentos, pero esa musiquilla que dejan los poemas es única. No es mala idea acabar el día con ella (o empezarlo, como hace Millás).
ResponderEliminarJosé, es mi remanso del día, es un espacio de quietud y de imaginación. Quiero disfrutarlo porque no sé el tiempo que durará. Mi hija mayor (de once años) ya tiene otras necesidades.
ResponderEliminarSimalme, la lectura de Las benévolas nos sume en el horror. Hay quienes no soportan el libro. Es muy duro. Yo no sé si me lo volvería a leer, pero en él se muestra el lado oscuro de la existencia humana, eso sí con gustos musicales y literarios exquisitos.
ResponderEliminarMarian, los veinte minutos no son sólo para poesía. Normalmente leemos un relato y en los últimos cinco minutos es cuando escogemos un par de poemas y los decimos los dos. Si los niños están abiertos, es un sistema fantástico. Para mi hija ya son nombres habituales los de Lorca, Juan Ramón, Machado y algunos de sus poemas. Hoy he comprado el de César Vallejo, pero este autor es quizás más difícil. Ya veremos.
ResponderEliminarhaces bien desde mi modesta opinión
ResponderEliminarespero poder disfrutar de unos momentos similares con la mía cuando llegue el momento.
saludos
Me he resistido a comentar porque la imagen que describes es parte de mi historia personal. Lo he contado en otras ocasiones en el blog. Mi padre nos leía a mi hermana y a mí a sus poetas preferidos, entre los que se contaba Lorca. No en vano, mi padre era granadino y las familias de ambos se conocían.
ResponderEliminarAhora tú cuentas una estampa similar. Seguro que estos encuentros poéticos a las puertas del sueño despertarán la sensibilidad de tu hija.
Hola Joselu.
ResponderEliminar¿Conoces a Ana Pelegrín?. Yo supe de ella al final, unos meses antes de que muriera hace poco, por algunas conexiones existentes con maestros que conozco. Desde entonces he comprado algunas de sus selecciones poéticas para niños, trabajos en torno al folclore infantil, etc. Esos libros guardan muchas posibilidades de trabajo en la escuela, pero también los miro pensando en que algún día un hijo pudiera escuchárme algunas de sus posesías.
Un saludo.
José Luis.
"poesía" quise decir, y la tilde del "escucharme" que se me ha escapado del cuarto sin avisar.
ResponderEliminarOtro saludo.
De Vallejo, creo que "Masa" le gustará a tu hija.
ResponderEliminarYo conocí a Vallejo en la pubertad también; me lo reveló un amigo de mi padre; claro, él me hablaba de Trilce y pasé muchos años sin entenderlo. Me parece que "Poemas Humanos" es más fácil y "España, aparta de mí este cáliz" mucho más fácil. Ahora, si se lo explicas bien, de Trilce, el "Aguedita, Nátiva, Miguel" y el de "el traje que vestí mañana/no lo ha lavado mi lavandera" le quedarán como un descubrimiento y un recuerdo imborrable. Vallejo es mejor compañero, creo yo, que muchos otros y en mi modesta opinión tiene más altura que toda nuestro 27 junto. Sobre todo es una poesía tan verdadera que, si lo comprendes, tienes un amigo ya de por vida.
Lu, es emocionante leer versos con un niño. La cantidad de temas que salen es sorprendente. Ayer leyendo Piedra negra sobre piedra blanca de César Vallejo, hablamos de esos poetas que presienten la muerte. Leímos entonces la última estrofa del Retrato de Machado, y el poema de Juan Ramón Y yo me iré. Seguro que serán momentos que ninguno de los dos olvidaremos.
ResponderEliminarJosé Luis, conozco a Ana Pelegrín, pero no tengo ninguna de sus colecciones. Hoy he intentado localizar algún libro suyo en una librería pero no había. A veces hay voces que vienen de lugares distintos que apuntan al mismo sitio. Es el caso de Ana Pelegrín, que ha muerto recientemente. Siempre es un gozo encontrarte por aquí. Un cordial saludo.
ResponderEliminarAnimal de fondo, sorprende la capacidad de asimilación que tienen los niños, incluso pequeños como la mía. Ayer noche empezamos con César Vallejo y hoy continuaremos. Tomo nota de tus recomendaciones. La poesía es un lenguaje universal, sólo falta despertar al poeta que llevamos dentro. Un cordial saludo.
ResponderEliminarComo señaló Jean Cocteau: sé que la poesía es imprescindible, lo que no sé es para qué.
ResponderEliminarQué tierno lo que cuentas, qué mágico, qué bonito.
ResponderEliminarCada día me gusta más la poesía. La noto más intensa y más accesible, también; y más necesaria.
Dá vida, creo. Pero esto lo he empezado a apreciar hace poco. Cuando era pequeña, no me gustaba. Y en plena adolescencia, tenía un profesor que nos leía a Jorge Manrique, a Lope, a Garcilaso, a Quevedo... Desde entonces, las coplas las tengo en mi memoria, también tópicos como el carpe diem en el sonte de Garcilaso. Están en mi memoria de hoy, pero entonces, los odiaba. También odiaba al cid. Odiaba con fuerza las imposiciones de la clase de lengua de 7 y 8 de egb. Aquel profesor nos enseño tambien a leer poesía y a mi me daba verguenza, así que aunque lo tuve que hacer en su momento; también lo odiaba. Todo era rebeldía, rebeldía adolescente. Hoy, creo, la distancia ha hecho qeu lo viera de otor modo. Pero sin duda a mi hubiera gustado, aún me gusría, tener un profesor como tú. Creo, entonces, sque mi rebledía de niña de 13 años se resistiese.
A mi hijo en su primera infancia le contaba un cuento que no está escrito en ningún libro.De trenes con vagones parados donde se quedaba dormido.Con la angustia de que al despertarse, el tren le llevaba lejos...La vuelta la hacía él con su amigo el maquinista con el silbido y el volante del tren en sus manos.Todo era muy teatral.Y siempre el mismo cuento, mes trás mes.Luego, ya en su cuarto, me llamaba golpeando la pared con sus nudillos.Hasta que yo no le devolvía el sonido,él seguía despierto, llamándome.Ahora con 19 años es igual de tozudo.
ResponderEliminarUn abrazo
He dejado en la portada un poemilla
ResponderEliminarsobre la La Laguna Negra de Soria y un enlace para conocer los lugares de los que se inspiró Machado.Había escrito un poema muy llano,con un estilo nuevo, mi preferido, pero mi mujer conoce la clave y me lo ha borrado porque le comprometía.
Un saludo