En mi calidad accidental de Jefe de Seminario de Lengua Española, he asistido a la Mesa pedagógica en la que se han expuesto y discutido por parte de la dirección del centro el modelo organizativo del instituto con la implantación de la LOE en coexistencia con la LOGSE, dos leyes aprobadas por gobiernos socialistas. El modelo organizativo es de tal complejidad que nos salía humo por las orejas durante la reunión. Yo tomaba notas a marchas forzadas para poder exponerlas a mis compañeros del seminario.
Este es un tema “fascinante” que confirma que progresivamente ganamos en confusión y distorsión administrativas. Cada vez es más complicado ser profesor, cada vez se nos exige más dentro y fuera de las aulas y nunca la eficacia del sistema ha sido menor que la que ahora experimentamos. El profesor que esto suscribe añora otros tiempos en que los profesores podíamos centrarnos en dar clases basados en un modelo organizativo estable y en el sentido común. Tiempos en que se podía practicar la experimentación de modo permanente sin estar basada en un código tecno-burocrático y en un caos de disposiciones administrativas cambiantes según los gobiernos y los inspectores de turno. Que quede aquí plasmada mi protesta. Esta es la escuela de la diversidad y la escuela integradora en la que los profesores hemos perdido ya los criterios de evaluación que han sido sustituidos por criterios políticos a gusto de los partidos gobernantes. De paso, nunca el nivel ha sido tan bajo, aunque se intente disimular con estadísticas.
Por cierto, el 25 de junio se celebra el 25 aniversario de la película más futurista de todos los tiempos, una distopía negra y pesimista que se ubica en el año 2019. Me refiero por supuesto a Blade Runner de Rydley Scott. En ella pensaba yo cuando asistía impávido a la nueva organización administrativa del centro. ¡Qué prodigio de película para la que el tiempo pasa positivamente! La historia de los replicantes hubiera podido ser situada ya en mi centro. Alumnos replicantes con una carga emocional inestable se rebelan contra la dirección del instituto y han de ser localizados y retirados (eliminados) por los blade runner. La imaginación de los años 80 me ha servido de lenitivo en esta mesa organizativa de la confusión burocrática. Un pequeño homenaje a Blade Runner que volveré a ver por enésima vez intentando olvidarme de esta pesadilla constructivista.
Este es un tema “fascinante” que confirma que progresivamente ganamos en confusión y distorsión administrativas. Cada vez es más complicado ser profesor, cada vez se nos exige más dentro y fuera de las aulas y nunca la eficacia del sistema ha sido menor que la que ahora experimentamos. El profesor que esto suscribe añora otros tiempos en que los profesores podíamos centrarnos en dar clases basados en un modelo organizativo estable y en el sentido común. Tiempos en que se podía practicar la experimentación de modo permanente sin estar basada en un código tecno-burocrático y en un caos de disposiciones administrativas cambiantes según los gobiernos y los inspectores de turno. Que quede aquí plasmada mi protesta. Esta es la escuela de la diversidad y la escuela integradora en la que los profesores hemos perdido ya los criterios de evaluación que han sido sustituidos por criterios políticos a gusto de los partidos gobernantes. De paso, nunca el nivel ha sido tan bajo, aunque se intente disimular con estadísticas.
Por cierto, el 25 de junio se celebra el 25 aniversario de la película más futurista de todos los tiempos, una distopía negra y pesimista que se ubica en el año 2019. Me refiero por supuesto a Blade Runner de Rydley Scott. En ella pensaba yo cuando asistía impávido a la nueva organización administrativa del centro. ¡Qué prodigio de película para la que el tiempo pasa positivamente! La historia de los replicantes hubiera podido ser situada ya en mi centro. Alumnos replicantes con una carga emocional inestable se rebelan contra la dirección del instituto y han de ser localizados y retirados (eliminados) por los blade runner. La imaginación de los años 80 me ha servido de lenitivo en esta mesa organizativa de la confusión burocrática. Un pequeño homenaje a Blade Runner que volveré a ver por enésima vez intentando olvidarme de esta pesadilla constructivista.
¿Es Rick Deckard (Harrison Ford) un replicante o un ser humano? El planteamiento es ambiguo y realmente apasionante.
Lo que peor llevo de este oficio es la cantidad inútil de burocracia que generamos. Curiosamente, cuánto menos puedes hacer por un alumno, más cantidad de papel produces en justificar tu fracaso (tuyo en cuanto a representante de las 'instituciones'). Y luego los ítems, 'les graelles', informes, memorias, programaciones, exámenes de septiembre, etc. papeles que nadie lee y nadie piensa utilizar jamás, porque se ajustan más a las legalidades que a la realidad del aula. Otro asunto es el continuo cambio de gobiernos / leyes educativas que acaban consiguiendo que el profesorado no se entere (o no se quiera enterar) de nada.
ResponderEliminarEn estos momentos, no sólo me acuerdo de Blade Runner, sino de Quevedo y sus zahúrdas de Plutón, pues estoy de leguleyos hasta las cejas.
No sabía cómo iba a ser recibido mi post, fruto de un intenso malestar (cabreo) tras una sesión informativa harto densa, pero veo, amigo Antonio, que compartimos el horror a la burocracia que genera papel y papel (que nadie lee)y a los cambios continuos de normativas que estamos viviendo. Burocracia y eficacia son antitéticas.
ResponderEliminar¡Ánimo Joselu!: Que no te sepulten las normativas y papeles. Hoy estoy confusa con la movida de la nueva asignatura. Que a mi juicio no sirve para nada, más que de correa de trasmisión del pensamiento débil. La educación en valores hace falta, pero no la doctrina del Estado. Mejor que sea optativa, puesto que se debe comtemplar el estudio en derechos humanos, Constitución y demás.Cosa que ya hacían los temas transversales.
ResponderEliminarEn fín, estoy hasta el pirri de este asunto.
Hola Joselu, tu mujer también para mates? Cómo le fue? Es mucho pedir los temas que salieron en su tribunal... yo sigo muy agobiada, pero qué te voy a decir que tu no estés viviendo ahora mismo...
ResponderEliminarUn saludo¡¡
Nada que contarte, no, mi mujer se presenta para psicopedagogía. Estamos viviendo estos días la ansiedad de las opos. Otra cosa es al ansiedad que me genera la absurda complicación de un sistema educativo burocratizado.
ResponderEliminarCierto, Joselu, muy cierto. Hoy somos docentes que ejercemos de burócratas de un sistema educativo que nos ahoga en reuniones infructuosas, trámites y papeleos. Pero, ¿cómo zafarse?
ResponderEliminarTú has dado una receta: la evasión.
Lo peor de todo este sistema es que crea una espiral que nos engulle y nos hace perder la perspectiva de lo que realmente nos ocupa: la educación.
Gracias, Lu, por tus palabras. Tengo la impresión de que compartimos algo, un cierto estado que aunque dominante a veces nos anima a protestar porque amamos esta profesión. Un poco de evasión está bien como yo planteaba pero en general nos metemos hasta el fondo, hasta el tuétano intentando encontrarnos con nuestra profesión.
ResponderEliminarEs, sin lugar a dudas, una de las mejores películas de la historia del cine. No es sólo una película de ciencia ficción porque su argumento desborda el género al analizar el comportamiento humano ante ciertas situaciones. Entre otras las de los burócratas.
ResponderEliminarAh, la condición humana y sus (controladas, incontrolables) variables. Resulta que el unicornio está previsto —y probablemente cae en el examen :-). Mientras, el objetor escolar nos observa desde una distancia galáctica y practica (quién iba a saberlo) el origami.
ResponderEliminarLlevas razón en lo comentas.
ResponderEliminarHe encontrado tu página por casualidad y he pensado que quizás te pueda interesar conectar con nosotros:
http://crisiseducativa.wordpress.com
Saludos
Llego, como tantas otras veces (y casi me da vergüenza decirlo) tarde a tu blog. Pero bueno, más vale tarde que nunca, sobre todo si uno se encuentra una analogía tan estupenda como la que propones al final del artículo. Me alegra que compartamos afición por la película de Ridley Scott, a la que hace poco también yo dediqué un artículo en La Bitácora del Tigre.
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