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domingo, 8 de octubre de 2006
Sangre, sentimientos y tecnología
Los profesores de lengua que llevamos cierto tiempo en el ejercicio de la profesión hemos observado un creciente descuido y empobrecimiento del lenguaje oral y escrito entre nuestros alumnos. Es muy raro el alumno que estructura adecuadamente una serie de ideas escritas, que cuida la ortografía y que intenta enriquecer el léxico. Lo habitual es que se escriba y hable con lo que llamaríamos una espontaneidad absoluta. Se escribe igual que se habla, y se habla mal. Este es el panorama que vemos diariamente en la escuela.
Cuando un adolescente escribe, suele amontonar lo que son diferentes impresiones, sin orden ni concierto. Fallan los signos de puntuación y fallan los distintos conectores que ayudan a organizar el lenguaje. El resultado es un caos magmático de una enervante pobreza discursiva. Y es, en efecto, el discurso el gran perdedor de todo este proceso.
La Academia da varias definiciones de este concepto del discurso. La primera es “facultad racional con que se infieren unas cosas de otras, sacándolas por consecuencia de sus principios o conociéndolas por principios o señales”. Otra segunda definición es “cadena hablada o escrita”. La primera hace hincapié en el proceso causal, estableciendo las relaciones de causa y consecuencia, algo que es esencial en la construcción de una argumentación o exposición. La segunda me es especialmente útil porque el discurso es una cadena formada por eslabones que son las palabras y las oraciones, que a su vez son la expresión de las ideas expuestas con un objetivo que es el sentido de la cadena: enseñar, persuadir, deleitar, entretener…
Lo primero que falla, a mi juicio, es el ánimo del redactado. Les falta motivación para escribir sobre los temas que les proponemos. Quizás aquí fallamos nosotros proponiéndoles asuntos que no les dicen nada. Tenemos aquí un elemento de reflexión porque no les atraen los temas que tengan un enfoque anticuado. Nuestros alumnos están seducidos por la modernidad y el mundo de la actualidad.
Luego falla su tendencia a la espontaneidad, a no darse cuenta de que lo escrito no se rige por las mismas normas que el lenguaje oral, el lenguaje de registro familiar que hablan con sus compañeros, amigos o sus padres. Para ello, han de filtrar sus impresiones primeras y convertirlas en ideas organizadas, correctamente expuestas, lo que exige el uso del borrador inicial y luego posteriormente un segundo borrador, lo que es, a todas luces, un esfuerzo que les resulta agotador, y para el que no están preparados. Hay que tener un prurito muy especial para dedicarse a enriquecer el lenguaje. Lo sé por los alumnos, escasísimos y generalmente chicas, que cuidan su expresión, y alguna de ellas une a todo ello la capacidad imaginativa, el siguiente elemento que falla en el proceso.
La imaginación consiste en la facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos…, es decir, sacar del caletre nuevos enfoques, que se salgan de los tópicos o estereotipos, lo que se supone que se debe decir o escribir. Esto ya no es tan fácil porque la imaginación literaria es la gran perdedora en el mundo tecnológico que estamos viviendo. El ámbito informático y tecnológico pueden suponer también elementos imaginativos pero de otro orden. La imaginación tecnológica es diferente y no responde al mismo sentido del juego narrativo o discursivo. El mundo informático está basado en saltos sin hilación, en la presencia continua de imágenes sucesivas e inmediatas, en la navegación sin esfuerzo o a lo sumo con un clic del ratón. El mundo entero está a nuestro alcance sin tener que sudar la camiseta. El poder de la pantalla es superior a cualquier medio de expresión tradicional, su interactividad es más que atractiva. Es una condición sine qua non para estimular su imaginación ya definitivamente contaminada por el lenguaje de la contemporaneidad.
Para trabajar la motivación, leo con interés sobre las propuestas de compañeros profesores que están ensayando la aplicación del mundo de los blogs a la enseñanza. Tengo la impresión de que cualquier mejora en la calidad de la atención y motivación de nuestros alumnos pasa por la innovación tecnológica, la única que ellos están dispuestos a experimentar. Todo lo que pase por una pantalla tiene un atractivo estimulante, todo lo que implique una capacidad electiva es especialmente fascinante para ellos.
Habríamos de saber combinar los elementos tradicionales de una clase, que son imprescindibles, con las nuevas aportaciones que nos proporciona el mundo de la tecnología. En ello estamos, intentando evolucionar en nuestro discurso pedagógico para abrirnos a su forma de concebir el mundo y el universo.
Un comentarista adolescente intervenía hace unos días en un post sobre “La imaginación adolescente”. Defendía como base de esa imaginación la mezcla de sangre y sentimientos. En este tándem tenemos la base de nuestro quehacer para acercarnos a ellos. Sangre y sentimientos. Pura pasión en definitiva. Pero ordenación del pensamiento y tecnología son a veces incompatibles porque la tendencia al escribir en un soporte informático es la de intensificar el nivel de espontaneidad. Tengo mis dudas. Pero también curiosidad por ver el resultado.
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Semejante reflexión, por larga y coherente, merece al menos un comentario, que no una crítica. Hoy se dice que los chavales escriben menos que nunca y no easí, lo que sucede es que nadie les invita a hacerlo bien.
ResponderEliminarEscribir un texto, un trabajo, una redacción a propuesta de un profesor... éste se la coma con patatas en su casa no deja de ser un ejercicio bastante pobre y cero motivante para un alumno.
Los blogs, como ejercicio de clase, son todo lo contrario. El sitio donde un alumno puede decir: "mira papá..." o "ahí queda eso" delante de sus compañeros. El lugar donde el alumno puede presentarse con mil caras diferentes...
Siempre que se utilice de forma inteligente el blog puede convertirse en el cuaderno público más eficaz contra la limitada capacidad escrita de los adolescentes de hoy.
saludos
supongo que ha bajado el nivel de los alumnos, y por tanto también el nivel de poder organizar y escribir un texto de los mismos, de todas formas quisiera añadir que no a todo el mundo le interesa escribir y por eso no se esuferza en hacerlo de un modo adecuado.
ResponderEliminarTambién hay personas que quieren hacerlo de forma correcta, pero no saben como expresarse, ya que es complicado transmitir lo que en realidad se quiere decir.
De todas formas creo que la mayoria de alumnos saben cuando deben cambiar su registro ligüístico, y saben diferenciar el lenguaje hablado del escrito. Normalmente se intenta hacer las cosas bien, pero si no te han enseñado a redactar, o no has leido lo suficiente, no lo harás bien.
El quid del asunto, querido Joselu, está en que aquí se ha privilegiado el conocimiento de la gramática, y nunca el de la expresión, salvo en casos aislados que ambos conocemos de sobra. ¡Pánico! les ha producido a muchos colegas mi sugerencia de que se olvidaran de los puñeteros sintagmas y las sustantivas de complemento de régimen, y se dedicaran a iniciar a los alumnos en la percepción de qué es una idea, cómo se expresa, cómo se relaciona con las demás y cuáles, entre otros requisitos imprescindibles, son los límites del párrafo, por ejemplo. El viejo modelo francés de la disertación debía ser nuestro norte, pero lo tenemos más olvidado que a los pueblos subsaharianos.
ResponderEliminarREconozco que da "más trabajo" ayudar a los alumnos a ordenar su pensamiento, escoger las palabras y saber expresarse con claridad y, si es posible, elegancia, pero, insisto, esa y no otra ha de ser nuestra labor.
Estoy con Juanpoz. Quién les dice a los chavales que hablen bien; quién les corrige en casa o en cualquier otro lugar. Su forma de expresarse –que luego trasmiten al papel- es una jerga producto de mil influencias. Lenguaje tecnológico, inglés, publicidad, argot de pandilla, mensajes de móviles.
ResponderEliminarNo está tan claro que los ‘blogs’ pueden ayudar a mejorar la situación. Sólo basta con visitar los espacios personales de Hotmail para ver cómo escriben la mayoría de los jóvenes.
http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com
...en las escuelas,antes de enseñar a leer a los niños,deberían enseñarles a expresarse ante personas "ajenas" a su espacio habitual.Para mi la comunicación es esencial y con ella podemos encontrar la raíz de infinidad de problemas,aprentemente sin importancia,pero que ,a la larga,puede llegar a ser peligroso para los pequeños.Deberían enseñarles autoconfianza,y ya se que podéis pensar"para eso están los padres",pero hoy en día los padres estamos siempre tan ocupados.Deberíamos establecer bien las prioridades para una vida mejor,individuo por individuo....pero claro,seguramente los psicólogos y psiquiatras se quedarían sin trabajo,y se le daría un tremendo "palo" a las ventas de antidepresivos,etc.
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