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miércoles, 5 de abril de 2006

La literatura maldita


Una buena clase de literatura es una llena de referencias literarias a libros o autores de culto. Una clase en bachillerato nos aconseja utilizar un lenguaje sugerente e intentar rellenar los inmensos vacíos de cultura que aqueja a nuestros alumnos. Cuanto más pronto sientan dentro de ellos mismos el pensamiento de ¡qué ignorantes somos! más pronto podremos trabajar seriamente. Deben verse tocados por el gusanillo de la curiosidad: de aprender, de saber, de conocer elementos de la cultura universal.

Estos días en literatura de primero de bachillerato estamos hablando del Modernismo, ese movimiento que surgió como rebelión frente el mundo ortodoxo, antiguo y tradicional. En principio fue un insulto a los partidarios de las ideas modernas, a aquellos que defendían el socialismo o el anarquismo, la emancipación de la mujer, el darwinismo que planteaba la evolución que llevaba del mono hacia el hombre. También las tendencias teosóficas de Mme Blavatsky y el ocultismo, así como las nuevas estéticas que defendían la idea del “arte por el arte” o el gusto por lo maligno y demoníaco. Pensemos en la obra de Lautremont titulado Los cantos de Maldoror, en Las flores del mal de Baudelaire, en Una estación en el infierno de Rimbaud, en Edgar Alan Poe y sus Narraciones extraordinarias...

Hacia la década del 1890 el mundo se estaba transformando y el mundo burgués, ya conservador, sentía pánico o desprecio hacia los nuevos movimientos obreros, hacia las incipientes organizaciones feministas que revolucionarían nuestro mundo, hacia todas las nuevas ideas estéticas que llevaron a los artistas a aislarse en un mundo aparte buscando una belleza no burguesa, lejos del utilitarismo y vulgaridad de la clase ascendente. Es la época en que París era la ciudad luz de la bohemia. Los artistas experimentaban estados de ánimo decadentes y se empapaban de éter, bebían absenta y ajenjo o fumaban haschisch. Los artistas buscaron alucinantes estados de conciencia que les abrieran nuevos campos en el arte.

La técnica vino a contribuir a los nuevos tiempos: la velocidad de los coches, el maquinismo, la luz eléctrica, el cine… Todo llevó a que el mundo se transformara y las ideas también. La Guerra Mundial, un desastre diseñado por un genio malévolo, acabó de cambiar el mundo. Derrumbó imperios, extendió el consumo a las capas medias de la sociedad, inició la liberación de la mujer, hizo visibles a los homosexuales que en los llamados felices años veinte se convirtieron en moda en las fiestas de Berlin y París.

En esta atmósfera de ebullición social, política y artística se gestaron las llamadas vanguardias. El mundo estaba cambiando a velocidad de vértigo. Cubismo, Futurismo, Expresionismo, Dadaísmo, Surrealismo… subrayarán, como el Modernismo, la búsqueda del lado oculto de la realidad. Freud hablará del inconsciente, los esotéricos, de lo oculto, los surrealistas también hablarán del otro lado de la realidad como los simbolistas habían sostenido que este mundo sólo era la faceta más visible de la realidad. Había otro mundo apto sólo para los iniciados. Siempre he sostenido que hay una línea de continuidad en esa búsqueda de "otros mundos" que están detrás de éste.

Ésta es la búsqueda que propone la enseñanza de la literatura, hablando de cultura, de cambio de época, de nuevas estéticas… Comentamos La montaña mágica de Thomas Mann, el Ulysses de James Joyce, citamos a Rubén Darío, a Antonio Machado, a Unamuno, a Ramón María del Valle Inclán y su libro más esotérico, el que ocuparía el primer lugar de su Opera Omnia, La lámpara maravillosa. Aquel que dice en su capítulo IX:

Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción que se suceden bajo el imperio mezquino de una fatalidad sin trascendencia. Acaso mi verdadero gesto no se ha revelado todavía, acaso no pueda revelarse nunca bajo tantos velos acumulados día a día y tejidos por todas mis horas. Yo mismo me desconozco y quizá estoy condenado a desconocerme siempre.

Una buena clase de literatura tiene algo de anárquico, de reivindicación de la poesía maldita, de aguzar el oído para oír los ritmos y acentos de los versos malditos. No sé por qué toda la buena literatura que se me ocurre está “al otro lado”. Tengo que ponerme a pensar por qué todo este mundo que vivimos ahora está tan a “este lado”. Siento una aguda contradicción entre mis gustos sobre la literatura del pasado y nuestra realidad presente. De esa tensión se nutre una clase de literatura. Es una búsqueda, es un no saber si hay respuesta, es todavía indagar si hay un "otro lado" de la realidad que nos domina. Para eso vale la enseñanza de la literatura, pienso yo. Sólo es una modesta propuesta llena de veneno, claro está.

6 comentarios :

  1. ¡Admirable! (dicho sea con todas las segundas, mayores y menores). Eso sí: también los alumnos te sorprenden (si te dejas) con referencias valiosas que ignoras. Un ejemplo: estos días andábamos (también nosotros) con Poe, Merimée, las muertas que vuelven, el anillo de compromiso colocado por error en el dedo de una estatua... y hoy me han traído La novia cadáver de Tim Burton. Eso es: entonces, ahora, siempre al otro lado que es éste. Los márgenes del mundo son la parte principal.

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  2. ¿No ha terminado por ser el malditismo otro modelo de consumo? La más cercana asimilación la tenemos en el punk.

    Más que otro lado de la realidad que nos domina -no termino por asimilar las dualidades-, entiendo que hay que deconstruir la realidad para volver a emsablarla otra vez, así constantemente. Como Sísifo.

    De todas formas me quedo con el perfume de este poema de Valle Inclán:

    ROSA DEL SANATORIO

    Bajo la sensación de cloroformo
    Me hacen temblar con alarido interno
    La luz de acuario de un jardín moderno
    Y el amarillo olor del yodoformo.

    Cubista, futurista y estridente,
    Por el caos febril de la modorra
    Vuela la sensación, que al fin se borra,
    Verde mosca, zumbándome en la frente

    Pasa mis nervios, con gozoso frío,
    El arco de lunático violín,
    De un sí bemol el transparente pío

    Tiembla en la luz acuaria del jardín,
    Y va mi barca por el ancho río
    Que separa un confín de otro confín.


    Un abrazo.

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  3. ¡Bravo! Me parece que lo que era "el otro lado" se volvió este lado (siempre sucede eso, al final), y que hay que encontrar nuevas dimensiones, inesperadas en la época del sinsentido. Es lo que hablábamos, si ya ni siquiera se acepta el concepto de algo que no sea relativo, nadie se empeñará en buscar lo otro.

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  4. ¡Qué me vas a contar a mí, que me muevo a medio camino entre el esputo, la atrabilis,la envidia miserable y el rencor perpetuo, entre otras lindas degradaciones de la vocación (¡casi bocazión!, la mía, a fuer de insultos...) literaria! Claro que hay un canon del malditismo, y los surrealistas fueron los primeros interesados en establecerlo, con su Papa Negro -no jesuita, claro- al frente; del mismo modo que, antes, Darío seleccionó a sus "raros" -queer, en inglés, que prefiero a freak, una vez que se ha vulgarizado la palabra, aunque casi nadie haya visto la sobrecogedora película de Tod Browning.
    Esa otra cara oculta de la literatura, con Naked Lunch al frente, o La bastarda, a su lado, es la que pertenece a las inmensas minorías con quienes se identificaba JRJ -que es el poeta Juan Ramón Jiménez, no un viejo ídolo de la telebasura seriada-; esa literatura cuyo descubrimiento es una auténtica epifanía, porque, ¡en no pocos casos!, tiene un estigma de redención imposible inscrita en los intersticios de sus líneas.

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  5. Qué motivación se lee tras tus letras, precisamente eso es lo mejor que logra sacar la literatura. Besos, Joselu, espero que todo vaya bien.

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  6. Cuanto hay por aprender y no me alcanzará la vida para hacerlo, gracias por tu blog.

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