Fotografía de Diane ArbusHay lunes que acompaño a mi hija al ortodoncista, los famosos hierritos o brackets adolescentes, ya saben, y mientras espero hojeo alguna revista. Hoy eran todas de salud y belleza… y había un Hola. Lo he cogido. Me he quedado fascinado en el primer reportaje. Se trataba de uno sobre la familia Finat en su palacio del Carrascal de estilo nórdico. No sé dónde estaba. Sólo recuerdo que este palacio se construyó a principios de siglo y una vez estuvo el rey Alfonso XIII participando en una cacería.
Toda la familia Finat posaba en la frontal del palacio. Estaban los marqueses de Pastrana y las diversas generaciones de la familia, incluidos los niños. Luego se nos ofrecían perspectivas de las escaleras regias con tapices nobles, las habitaciones todas iluminadas maravillosamente, los salones, la biblioteca…
Pero, me pregunto ¿por qué me parecen tan imbéciles los ricos? ¿Serán sus rostros llenos de autosatisfacción, de petulancia, de sentirse plenos en la vida…? ¡Cómo pueden ser tan inanes! ¿El tenerlo todo imposibilita la comprensión recta de la vida? No sé, pero sus rostros son la imagen del vacío lleno de solemnidad y estupidez. Detesto a los que lo tienen todo. ¡Cómo me atraen más esos personajes del programa Callejeros de la cadena cuatro en que salen personas que tienen toda la vida en contra y nos muestran sus casas sórdidas! La riqueza tiene algo que repele. Es la autosatisfacción, es esa mirada en que uno muestra a la cámara y le dice que está muy contento en ser como es y de toda su historia y del linaje de su familia, y de sus riquezas, etc, etc.
Pienso que esta gente necesitaría un buen fotógrafo para que les sacara favorecidos, un poco interesantes. Pienso en aquella genial fotógrafa que se suicidó a los cuarenta y nueve años, una edad magnífica para hacerlo y si no se hace a esa edad ya mejor esperar a mejor circunstancia. Imagino que conocen a Diane Arbus, la fotógrafa norteamericana que retrataba a perturbados mentales, fakires, nudistas, gigantes, travestis, damas decadentes… y proporcionaba a sus modelos una extraña densidad e interés. Retrataba lo cotidiano proporcionándole la pátina de lo extraño. Sus imágenes nos seducen porque nos muestra la extrañeza de lo normal y lo normal de la extrañeza. Se adentró en lindes peligrosas. Su fotografía es todo lo alejado de esa sensación nauseabunda de la autosatisfacción.
Sé que no soy perfecto, y tengo muchas cosas de que arrepentirme. Mi historia son algunos casos que recordar no quiero. No siento satisfacción. Me sé pecador, tonto en la mayor parte del tiempo… y eso me permite contemplar a los demás con esa mirada que uno llamaría compasión despojándola de todo sentido cristiano de menosprecio o de mirada altanera o de suficiencia.
Me gustaría fotografiar a mis alumnos, cuanto más bandarras mejor. Las clases son luchas contra la entropía. Es difícil establecer el sentido del orden, de lo apolíneo. Recordando a Ingmar Bergman –uno de los dioses de esta casa- las clases son Gritos y susurros, aunque predominan los primeros. ¡Qué magníficos sujetos fotográficos serían mis alumnos de vida aperreada! Implicarían la vida en estado puro y en ese proceso terrible que es la adolescencia que alguien comparó con una montaña rusa sin freno.
¡Qué imbéciles parecen los ricos que lo tienen todo! Dudo que alguno lea este post. Dudo que algún miembro inane de la familia Finat lea o se manche con la blogosfera, lo que implica que no se sentirán atacados u ofendidos por este post que recuerda a la fotógrafa Diane Arbus e Ingmar Bergman, dos artistas populares y aristocráticos. Es difícil ser auténticamente aristocrático sin haber sentido el filo de la navaja en el cuello o haber compartido con el pueblo sus desventuras. Que les den por ahí. Están vacíos. Esa es nuestra alta sociedad, la que puebla las páginas del Hola. En fin, reflexiones de una tarde en el ortodoncista.
Papá es amigo de los Marqueses de Pastrana y yo personalmente puedo asegurarle que son personas muy cultivadas y grandes conversadores. Este es un país de envidiosos, no me cansaré de decirlo.
ResponderEliminarJoselu, el de la foto no será el Marqués de Pastrana...
ResponderEliminarLa sociedad que la mayoría de adolescentes (y no adolescentes) siguen como modelo...
ResponderEliminarPantagruel, no. La foto es de los años cincuenta o sesenta y tiene como contexto el mundo en que se movía Diane Arbus, un mundo fascinante, aunque no fueran grandes conversadores ni cultivados.
ResponderEliminarSimalme, no creo que este sea su modelo, el de los adolescentes al menos no, pero lo cierto es que esta revista tiene una gran tirada. A veces me pregunto cómo pueden dejar los famosos ser retratados por una revista tan nauseabunda, los deja cómo realmente imbéciles en su exquisitez inane.
Lo que es imbécil es que la gente lea el Hola con admiración y contemplación.
ResponderEliminar¿Qué aporta a la vida de quién como vivan los marqueses de Pastrana? El día que sea amo del mundo prohibiré la prensa rosa y los realities.
Joselu, nunca me imaginé que hablaras del Hola en tu blog, aún indirectamente...
ResponderEliminarDesde hace tiempo noto nuevos aires entre los de la enseñanza, y me gusta.
Un saludo.
A pesar de que ha habido, y seguramente hay, gente rica con mucha cabeza, entendimiento y voluntad, y hasta con memoria, lo general no es eso. Y lo que sale en el Hola debe de ser de lo peor. Si hay un rico inteligente, ya se ocupa de no salir en esos sitios. Yo no lo leo ni en la peluquería, que ya es difícil. Pero entiendo tu curiosidad, porque a mí me puede pasar también, que vea una portada llamativa y entre lavado y mechas, me deje llevar. También como tú me interesa más la vida de la gente corriente, de la menos corriente y de los peores de cada barrio.
ResponderEliminarSólo hay algo peor que un rico de toda la vida; un nuevo rico. Y peor aún, la familia del nuevo rico. Aqui abundan, por el ladrillazo y otras corrupciones, y no veas cómo son los paisanos.
A esta fotógrafa no la conocía. Es interesante.
Tengo en mi casa una alfombra barata de 2 metros cuadrados en la que juegan las niñas. Cada vez que la limpio me acuerdo de todas esas mansiones llenas de elegantes alfombras y vacías de vida, y me alegro de ser quien soy.
ResponderEliminarJose, el lanzador de botellas, sí supongo que hay muchos que leen esta revista con arrobamiento, o a veces pienso que con morbo. Se ve a los ricos retratados en poses aparentemente favorecedoras, pero que no lo son tanto. Se ve la crueldad del tiempo que pasa, la decadencia, la vanidad, la insignificancia vestida de boato, vamos una atalaya de la vida humana.
ResponderEliminarZinquirilla, no hay nada humano que nos sea ajeno. Una mirada de cinco minutos al Hola es toda una lección de sentido de la existencia o de sinsentido en todo caso.
Clares, te animo a buscar fotografías de Diane Arbus en Google. Hay muchas que te pueden permitir hacerte una idea de esta genial fotógrafa. Hace dos años hubo una retrospectiva de su obra en el Caixafórum de Barcelona.
Antonio, creo que lo has expresado certeramente. Es lo mismo que siento yo, plebeyo hasta la médula, pero ansioso de compartir el calor de los corazones que la vida me pone cerca.
ResponderEliminarSí, amigo, sí. El eterno debate entre el ser y el tener. Los que son tienen y los que tienen, no son.
ResponderEliminarSaludo tu ataque de ira.
Las fotografias del Hola, como todas las imagenes que nos quieren vender de la gente que no mueve ni un dedo para conseguir lo que tiene, es puro circo...Todo máscaras y antifaces.
ResponderEliminarYo por más que remire, solo veo a una panda de infelices.
La riqueza es una inmoralidad. Lo es en un mundo lleno de miseria. Porque si hay ricos es gracias a que existen los pobres. Ocurre que ese modelo de lujo y opulencia es mirado por muchas personas como un sueño de salvación, qué si no hace tanta gente que participa en los juegos de azar: tratan de alcanzar ese mundo que plasma; quieren escapar de vida de ‘pobres’.
ResponderEliminar¿Tienen todos los ricachones el encefalograma plano? Supongo que no, habrá alguno cultivado y escondido a la mirada pública. Lo que sí tendrán será el ego subido hasta el nivel del poder que les de su dinero.
Su inanidad deriva de su decadencia; su imbecilidad es fruto de su indolencia.
¡¡Me ha encantado Joselu¡¡¡
ResponderEliminarQue bien has descrito a los que están en ese pedestal tan envidiado por muchos y rechazado por algunos...
No niego que a veces a mis amigos les digo que por un día me gustaría ser una rica excéntrica, más que nada por saber qué se siente en esa posición, pero cuando bajo de la nube y me reencuentro con mi mundo real, me alegra mucho descubrir con lo que cuento.
Me ha gustado mucho también cómo te has descrito... sobre todo lo de: "me sé pecador, tonto la mayor parte del tiempo..." Me identifico plenamente con esa parte de la descripción...
Tengo que buscar en San Google a esos Finat (que no tengo ni idea de quienes son. Seguro que todo el mundo lo sabe, pero bueno...) y a Diana Arbus, que tampoco sé nada de ella, y eso si que me jode (perdón: fastidia).
Muchas gracias por esto
Un beso
La imagen me recuerda a Jean Genet, que seguramente fue perturbado mental, fakir, nudista, gigante, travesti y dama decadente…a todas horas. Y sin embargo, también podría heber sido santo.
ResponderEliminarA lo mejor lo que tienen esas fotos es la ironía poética.
La riqueza y los fastos enmascaran la verdadera esencia del ser humano. Y los hacen vacuos y superfluos. De ahí la falta de alma de las fotos que tú mirabas en el "Hola". En cambio, si las miradas de la "gente corriente" o incluso la gente estrafalaria, nos dicen algo, es porque tienen el alma desnuda.
ResponderEliminarUn saludo.
Entiendo tu "ataque de ira", pero en un alarde de moderación, apelo por aquellos ricos (de bienes) que han sabido priorizar sus riquezas espirituales y abandonar las materiales.
ResponderEliminarHaberlos, haylos.
He tenido la suerte de conocer algunos. Por supuesto, no son pasto de las revistas del (sin)corazón.
Retrato de una obsesión (An imaginary portrait of Diane Arbus), Steven Shainberg. Así se llamaba la película que estrenaron sobre su figura y que pasó sin pena ni gloria. Aún no la he visto, pero ya llegará el momento. Creo que Nicole Kidman no era la actriz más adecuada para encarnarla, sin embargo.
ResponderEliminarHace pocos días, tropecé en el diario, creo que en el suplemento Babelia, con un aforismo suyo que revela claramente su manera de enfocar el arte de la fotografía, y aun la misma vida: "Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te cuenta, menos sabes."
Quizás ocurra eso con "los ricos" que te asquean. Hasta ellos tienen su "novela". De todos modos, y aunque los ricos también lloren, como se dice con cierta nostalgia de la Danza de la Muerte, jamás he conseguido que sus lágrimas me conmuevan. ¡Debo de ser durísimo de corazón! Mea culpa, mea culpa...
buenas tardes, Joselu:
ResponderEliminarmuy buena entrada...
créo que la repulsión hacia este tipo de gente quizás esté en la ostentación que realizan de su condición por lo que tienen (como bien ha apuntado algun bloguero) ni siquiera por lo que son.
un saludo
Joselu, una parte de mí suscribe de pleno tu artículo; otra, sin embargo, discrepa severamente. Intentaré, sin hacer un comentario largo, que no puedo, explicarme.
ResponderEliminarComparto la compasión, la suscribo; como tú no desde un lugar superior, sino desde el lugar etimológico de la palabra, que es brazo con brazo. Como a ti, me apena la frivolidad, que es lo que refleja la revista, a través de la cara de los personajes: con lo interesante que es la vida, malgastarla -pienso yo- preocupados por aparentar. Pero es que esos ricos de revista no son ricos verdaderos; se han hecho una imagen de lo que vale la pena en la vida a través de las tenelovelas, tal vez; y creen que la finura en el comportamiento es la del rico hacendado brasileño -siempre látigo en mano- descrito -lo digo con todo respeto a la persona- por Corín Tellado.
Ser verdaderamente rico es no desear y ricos de esta especie los hay en todas las capas sociales pero más frecuentemente, ay, entre los que tienen rentas materiales por su nacimiento. Como Lu, tuve la oportunidad en mi juventud de tratarme con alguno de estos otros ricos y no he olvidado su delicadeza, a lo Marcel Proust.
Desgraciadamente, los callejeros que tanto nos gustan no han tenido la oportunidad de cultivarse jamás; cultivarse, digo, al menos para poder despojarse de tanta tontería como la sociedad, solamente por estar vivo, inocula.
En todo caso, estupendo el post. Cómo me alegro de tanta vitalidad como has recuperado. Que siga siempre.
Un abrazo.
Antonio, no pretendía escenificar un ataque de ira. Pero por algún comentario más he podido equivocarme en el tono y sugerirlo. Las fotografías de la revista me llevaron a contrastar el lujo con que vivían, su conciencia de linaje y la autosatisfacción que parecían emanar con lo que realmente expresaban que se me traducía en una palabra:inanidad, insustancialidad.
ResponderEliminarMeike, Diane Arbus en algunas de sus fotos utilizó los antifaces para encubrir el rostro de sus fotografiados. No sé si estoy de acuerdo contigo de que sean unos infelices. Ellos se lo pasan muy bien. Tienen placeres muy refinados y pueden viajar lo que quieran. Se suicidan más los pobres que los ricos. Ellos viven su dinero y su comodidad como algo merecido. Como ejercicio ascético podría experimentarse con la fantasía de que un día quedaran abajo de la pirámide social y tuvieran que ver el rostro a la pobreza y a la desolación. Seguro que saldría un relato interesante.
Francisco, ese ego subido es lo que más me desagrada de los que tienen todo. Parecen creer que lo poseen por algún designio divino o que están por encima de los demás seres humanos.
Novicia Dalila, a veces sueño también con que me toca la lotería (igual que lo hace buena parte de la población española). No creo que cambiara mi estilo de vida. No necesito muchas cosas. Mi conexión a internet, sí. Probablemente lo más agradable del asunto sería no tener que cumplir con mis obligaciones laborales y poder dedicarme a estudiar y reciclarme. Pero quizás fuera entonces un nuevo rico. Mejor quedarse como estamos.
Tengo estudios pero de letras, me ha gustado la relación que has establecido con Jean Genet que participó también en esos papeles que citas. Vivir en la hez de la sociedad no impidió que tuviera una sensibilidad como ningún rico podría imaginar. El teatro y los textos de Genet sólo tienen explicación conformados en las calles, en la pobreza, en los límites y abismos. También me ha gustado tu comentario de ironía poética. Diane Arbus era una gran poeta de la imagen.
Miguel, está bien eso de que la gente corriente o estrafalaria tienen el alma desnuda, al menos algunos de ellos. La belleza del ser humano puede crecer en cualquier circunstancia.
Lu, preferí escribir con trazos gruesos para buscar luego las matizaciones que ahora introduces tú. Claro que hay aristócratas del alma con recursos económicos sobrados. Yo no he conocido personalmente. El problema es que cuando se exhiben, esas imágenes les hacen perder peso y los convierte en inanes. Pocas cosas hay tan crueles y tan amorosas como una cámara fotográfica y el ojo del artista que está detrás. Diane Arbus era capaz de encontrar belleza y misterio en los seres más estrafalarios. Ahondaba en el enigma humano. Las fotos de estas revistas son demoledoras. No sé por qué. Parece que embellecen pero en realidad deterioran y banalizan la imagen. Nada hay más inane que la imagen de la familia real reunida en pleno. No hay lugar a ningún misterio.
Yo suelo comer regularmente con el Marqués de Alella, sobre todo en verano es una confortable compañía. No es nada presuntuoso, más bien modesto. Uno de mis preferidos. Con los de Cáceres y Murrieta menos, pero no desprecio su compañía.
ResponderEliminarNo simpatizo con esas manifestaciones antiglobalización que dan por romperles los cristales al Mac Donald, la Coca-cola, Burger King. Hay una cierta ingenuidad –no exenta de malicia- que da en creer que todos los hombres somos igualmente buenos, y que la riqueza global es una constante. De modo que se juzga al rico como aquel que ha tomado un mayor parte de ésta privando al resto.. Las cosas no son así; la inanidad, el latrocinio... están bien repartidos en la escala social.
Entre los docentes abunda mucho el trabajador vocacional -o eso dicen ellos- Pero para mí ,diga lo que diga la gente, ¡cómo me gustaría que me tocase la lotería! ¡qué malo es trabajar!
Comprendo, por otra parte, tu perplejidad ante las fotos.Mi sensación es de irrealidad. No sólo ante el fotografiado, sino ante el público que la compra, sino ante el fotógrafo que las hace, ante la mesita en el recibidor del dentista que las acoje..
Un saludo
Los ricos de verdad, ésos que manejan el mundo, no salen en las revistas. Se mueven en círculos inaccesibles al resto de los mortales, aunque nos manejen a su antojo. No tengo ni idea de cómo son de verdad, ni me lo imagino, ni me interesa. No me atrae el lujo, aunque me gustan las cosas buenas. No sé cómo hay gente capaz de pagar 1.000 euros por un bolso, por ejemplo, y no me dicen nada esas mansiones, yates y aviones que a veces me llegan (las fotos, claro) en algún correo. No sé si el exceso de dinero garantiza algo. Vistos algunos casos, sí asegura un mal gusto impresionante por la ostentación. Supongo que los ricos seculares son otra cosa, pero no lo sé. No conozco a ninguno. Prefiero a la gente de a pie, cercana, humilde, normal, ésos que no necesitan recurrir al dinero para tener amigos. Esa fotófrafa a la que aludes parece bastante más interesante que Tita Cervera, por citar a algún rico famosete. Pero fíjate qué vida tuvo Cristina Onassis, hasta Sabina le dedicó una canción llena de verdades.
ResponderEliminarTodo lo que sale en esas revistas tipo Hola! suena a falso desde lejos, esa perfección de cuerpos, poses y paraísos huele a photo-shop y a decorado de película de serie B. No hay nada realmente atractivo en ellas a menos que se sea un envidioso redomado, que no es mi caso. Por desgracia nos machacan con mensajes que nos empujan a desear ser más ricos para gastar sin límite y ése es el mensaje para buena parte de la juventud.
Enhorabuena por el post y por los comentarios recibidos, son realmente estupendos.
Un abrazo, colega.
Juan Poz, recojo tu frase que vi en la exposición magnífica dedicada a la artista suicida: Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te cuenta, menos sabes. Me parece extraordinariamente poética. Me gusta pensar que los seres humanos encubrimos briznas de misterio.
ResponderEliminarAlonee ¿Tener o ser? Los ricos parecen decir: tener y ser, pero no sé si es compatible. La riqueza parece arrebatar parte del alma. No hay mirada más profunda y perturbadora que el de aquella muchacha afgana publicada en la prensa, cuando era niña y veinte años después, creo recordar. La mirada de los ricos es autosuficiente, relamida, pobre.
Animal de fondo, no he tenido ocasión de conocer a ricos con extraordinaria delicadeza al estilo Marcel Proust. Quizás los haya. De hecho sólo sé de los nuevos ricos petulantes, autosatisfechos y ególatras que abundan en ciertos ambientes. Sin duda en ellos hay un porcentaje de posibilidades de que surja la sensibilidad exquisita, acompañada del sufrimiento, y de la superación de éste en una síntesis de conocimiento. Puede ser. Como también entre la clase menos cultivada, a ras de calle, existen sensibilidades exquisitas, aunque poco matizadas por la cultura que está en los museos o los libros. Hay verdaderos aristócratas entre los de abajo. Durante un tiempo trabajé en la construcción como peón, y encontré maravillosas sensibilidades. Concuerdo contigo en que la maravilla puede surgir en cualquier lado, y el hecho de ser rico no impide ser aristócrata del alma, pero tampoco lo presupone.
Serenus Zeitbloom, la mesita del dentista nos ha ayudado a filosofar, aunque no sé si esto es filosofía. La riqueza es un buen tema de reflexión. ¿Qué implica? ¿Supone culpabilidad? ¿Es un mérito? La riqueza es algo que todos anhelamos. Lo primero que haría sería dejar de trabajar, como tú, si la consiguiera por medio de la lotería. Y me dedicaría a pensar con más tiempo del que tengo ahora. El marqués de Alella también me gusta a mí, y con el Marqués de Cáceres tengo una vieja deuda. Atrae en tantos sentidos la aristocracia... pero cuando los conoces en los medios de comunicación te parecen totalmente vacíos. Por eso reclamaba un buen fotógrafo. Quien los fotografía es un cámara antiglobalización, que los odia. ¿O es esa la imagen que se espera de ellos y la que es admirada? A mí me repele. No hay nada que me haga detestar a la familia real como las fotos que publican de ellos. Estoy seguro de que yo los fotografiaría mejor, más indefensos, más auténticos, menos vacíos.
Yolanda, yo también prefiero a la gente humilde, cercana, accesible, que sufre, que lucha por llegar a fin de mes, que intenta ser mejor dentro de sus posibilidades, que sobrevive, que anhela ser rico, que ríe, que calienta su corazón con el de los demás... que necesita la poesía. Creo que esa es la clave. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Sintetizas con exactitud mis impresiones. En todo caso, es una riqueza poder contar con vuestras apreciaciones o reflexiones que matizan y llenan de sentido una propuesta sacada de la consulta del dentista. ¿Quién ha dicho que la filosofía no está en cualquier parte? En realidad es un problema de la mirada. Saber mirar. Esa es la riqueza compartida de estos blogueros que aparecéis por aquí. Un abrazo, colega.
ResponderEliminarSiguiendo con tu respuesta:
ResponderEliminarEs cierto que los ricos tienen placeres refinados.
Pero son placeres comprados.
Da más placer algo que consigues por ti mismo, que no comprándolo o consiguiéndolo sin ningun tipo de esfuerzo.
Es la felicidad fácil. A mi, al menos, esa felicidad, no me llena :)
Un abrazo, Joselu.
Quizá los dos últimos post que has escrito, Joselu, te han servido de válvula de escape. ¡Perfecto!, ya sabíamos que nada de lo humano nos es ajeno -tampoco a la blogosfera- y me han resultado dos artículos muy interesantes. Probablemente dios no existe y probablemente la grandeza / realeza / nobleza no sea ni grande, ni real ni noble.
ResponderEliminarTambién a mí me atrae más el mendigo que el príncipe, la puta que la princesa, el yonki que el cocainómano, el cristiano de base que el arzobispo...
¿Será el primor de lo vulgar, que decía aquél...? Hummmm... quizá.
Yo desde luego si fuera rico (cosa que me encantaría), lo último que quisiera ser es famoso. Pensándolo bien, todavía sería peor ser pobre y famoso.
ResponderEliminar... pues... estoy viendo ahora mismo una foto de mi hermano, 13 de mis 15 primos y una servidora... rodeando a mi abuela en el comedor de su casa de 55 metros cuadrados...
ResponderEliminarTengo la suerte de ser muy rica, inmensamente rica :D aunque esa foto no la hiciese un profesional, y ninguna cabeza atestada de rulos llegue a verla mientras espera a que se le seque el tinte.
Soy rica. Muy rica... inmensamente rica!! xD mucho más que la mayoría de los rancios que aparecen en ese pelotón de papeles todavía más rancios.
La vida es cruel a veces, es un hecho por todos comprobado en un momento u otro. Lo siento por esos pseudo-millonarios que la sufren a diario.
Por supuesto, no lo siento por los que son millonarios en todos los sentidos... afectivo, físico y económico. Bien por ellos. Mal para mí, que envidio el tiempo que el dinero no les roba con las personas a las que aman.
Pero en cualquier caso... en esa suma lo único casi prescindible es lo último, que es lo único que yo veo reflejado en ese tipo de publicaciones (y digo casi porque una de las funciones vitales de los seres vivos es la nutrición). Ni necesito ni quiero un Ferrari, tengo un 205 que dice que me lleva al fin del mundo :)
Yo tengo mi realidad y lo que hago con ella me gusta, aunque no nade en euros. Si tuviese cambiar algo, más que por supuesto, no añadiría dinero, quitaría alguna dolencia sin remedio conocido.
Cuestión de perspectiva, como todo.
Saludos.
V.
Meike, por eso el pecado de los ricos es la indolencia. ¡Cuántos más viva la hazaña de los niños que trabajan a partir de los diez años en países de latinoamérica y sobre los que vi un reportaje no hace mucho! Es una tragedia, pero que los curte. Leí un libro de Jorge Amado titulado Capitanes de la arena en que un niño de la calle tenía una facilidad pasmosa para el dibujo, y al final logra salir de esa calle en la que vivía como ladronzuelo y buscavidas.
ResponderEliminarMarcos, cuando escribía no era consciente de estar dando salida a un desahogo. De hecho todos mis posts suponen este estado. Me ha gustado cómo planteas tu comentario y tus cercanías y filias o fobias. El primor de lo vulgar. Lo bordó Galdós. Supo construir artísticamente vidas que no parecían sobresalir de lo vulgar. ¡Qué epopeyas encontramos en las vidas corrientes!
Frikosal, pobre y famoso. Seguro que sería por algún oscuro motivo, pero es difícil.
V. Es interesante cómo estas fotografías rancias de la revista ilustrada ha sacado imágenes e ideas densas. Tú con tu abuela y tu familia constituye una riqueza que no tiene parangón sino en otra imagen semejante y alejada de las grandes cámaras. Afortunada tú por esa mirada tierna y llena de humanidad hacia los que te rodean y hacia tu 205. Rancios es la palabra que mejor les cuadra. La has clavado. Saludos.
Joselu ¿cuánto tiempo le dedicas al blog? Es una curiosidad. Saludos.
ResponderEliminarEs muy frecuente sentir gran antipatía ante los ricos. No es un rasgo exclusivamente tuyo. Es muy frecuente. Sobre todo es muy frecuente entre la gente que les tiene envidia. Quiero decir que me temo que tu rabia no sea por un desprecio real de sus defectos sino porque para no sentirte inferior necesitas sentirlos inferiores a ellos. Una manera de consuelo. En fin, perdona este ensayo de psicología barata.
ResponderEliminarHola Profesor, me interesa agregar el icono de "Eres lo que escribes" podria indicarme como hacerlo, intente agregar la direccion que dan en HTML pero la imagen no se desplega correctamente.
ResponderEliminarLos pobres suelen ser mucho más vulgares porque no tienen tiempo ni dinero para cultivarse. Al menos en su mayoría, aunque de todo hay en todos sitios.
ResponderEliminarEn este artículo huele a envidia.
Topicazos y envidia.
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