La segunda república según Miguel de Unamuno
“Fue un disparate
mandar quitar los crucifijos de las escuelas pues con ello les dieron un
sentido que no tenían, y otro disparate cambiar la bandera pues le dieron a la
bicolor un sentido que no tenía. El crucifijo es símbolo de una religión
inconsciente popular = laica, pagana, y no ortodoxa y la bandera era nacional y
no monárquica”.
El resentimiento
tragico de la vida. Notas sobre la revolución y guerra civil españolas.
Salen multitudes a las plazas enarbolando la bandera
tricolor, alzando el puño tal vez, evocando la bandera de la segunda república
y las actitudes de la izquierda revolucionaria en aquel tiempo. Volvemos a las
andadas intentando rehacer de nuevo la historia que acabó trágicamente y aún no
nos hemos repuesto. Se dice que la república es de sentido común, que nadie
debe estar en la jefatura del estado por ser engendrado, que es lo contrario de
la democracia, que debe existir un referéndum para decidir la forma de estado,
que la monarquía ha auspiciado la corrupción... Temo los estados eufóricos,
temo las utopías, temo a los que exhiben ideales puros e incontaminados. La
guerra civil fue terrible. Me avergüenzo de los dos bandos. Ambos tuvieron
abyección en sus filas, ambos trabajaron conscientemente e inconscientemente
para provocar un baño de sangre. Me pregunto si volviera a suceder la historia
sabiendo lo que ahora sabemos cómo cambiaría la actitud de los que participaron
en aquella barbarie y ordalía de sangre. Eran dos Españas enfrentadas. Los Hunos y los Hotros como decía Unamuno. Se esperaba de la República
que transformara el país dándole la vuelta como un calcetín. La República sería
el amanecer de una nueva era de España.
Hubo demasiadas esperanzas. No podía cambiarse todo de golpe en una España apenas industrializada. Estaba
pendiente la revolución agraria, dar la tierra a los campesinos y a los
jornaleros. Estaba la cuestión de quitar el poder a la iglesia, los crucifijos
de las escuelas, hacer laicos los cementerios. Todo sería distinto con la
bandera tricolor. El choque de trenes era inevitable. Los anarquistas se
pusieron al margen del sistema puesto que la república burguesa era tan odiosa
como la monarquía. Hitler llegaba al
poder en Alemania y por otro lado se
mitificaba la revolución soviética. Pobreza generalizada, crisis internacional.
Los obreros y sus sindicatos proclamaban huelgas sin fin contra la burguesía.
Inestabilidad. Gobiernos que se suceden rápidamente. La república creó miles de escuelas en una España casi analfabeta. Los partidos
estaban divididos y enfrentados. No había un poder fuerte. No había senado que
amortiguara la polaridad de la política. No había listas mayoritarias, todo era
dispersión y llamaradas de indignación que subía y subía. Las derechas vieron
el odio que había hacia el hecho religioso, se quemaban conventos. La religión
se convirtió en un símbolo en una España
que era en buena parte católica. Los terratenientes se organizaron contra las
ocupaciones de tierras, el ejército de Marruecos
urdía en la sombra planes contra la república. Los socialistas se radicalizaron
queriendo imitar a Lenin. Ganan las
derechas en 1934 las elecciones ante la división entre los republicanos y
socialistas, así como por la abstención suicida de los anarquistas. Surge Falange Española a imitación de los
movimientos fascistas italianos y alemán. Asume la bandera española bicolor,
desprecia la tricolor. Hace de ella un símbolo. Se declara el Estat Català, detención de los líderes
independentistas. Huelga revolucionaria en Asturias,
violencia, centenares de muertos. Intervención del ejército al mando de Franco. Represión. Stalin decide el Frente
Popular entre la izquierda que vence por poco en febrero del 36. El odio
crece, mareas de odio larvado entre Hunos y Hotros. España se despeña al abismo. Asesinatos políticos, tensión,
amenazas de muerte en las Cortes, intuición de que algo va a pasar, crecen los
movimientos revolucionarios de izquierda y derecha. La república es incapaz de
gobernar por su propia inestabilidad política, por su sectarismo, por sus
enfrentamientos internos. Lorca
escribe que se anuncia un baño de sangre. Se espera que todo estalle por los
aires, todos parecen saber que va a ocurrir, estamos en una pendiente
inexorable. La Europa de los
fascismos y la Tercera Internacional
van a tomar a España como banco de
pruebas del choque total. Los españoles ven cómo sube la tensión, el parlamento
es ineficaz y los gobiernos inestables se suceden, los conventos arden, muchos
odian la república. Ya Ortega y Gasset
había dicho a los dos años de república No
era esto, no. La euforia del catorce de abril que ahora queremos volver a
sentir se ha convertido en una cacería, en un baño atroz de odio entre Hunos y
Hotros. Y todos condujeron el país al desenlace por más que un Franco conspirara contra el gobierno
desde Canarias y Juan March financiara el golpe de
estado. Fue un fracaso colectivo y si yo hubiera estado allí, habría huido al
extranjero como hicieron muchos. La inteligencia española no brilló demasiado
alta. Se dejaron llevar por las pasiones, por los símbolos. Se enfrentaron como
dos toros con sus cuernos embistiéndose. José
María Hinojosa, poeta del 27 fue fusilado en el estallido de la guerra
civil en una saca organizada por los republicanos. Sin embargo fue mucho más
impactante el asesinato de García Lorca
en agosto del 36. Antonio Machado se
mantiene fiel a la república pero no puede ignorar lo que está pasando en la
zona republicana, todos asesinan y torturan, el odio ha estallado desatado.
Esta es la historia de España y el
resultado fueron más de doscientos mil exiliados, unos setecientos mil muertos y decenas de miles de represaliados y
fusilados tras la victoria de los franquistas, todo seguido por cuarenta años
de dictadura.
Hubo tantas cosas que se hicieron mal, tantas que angustia
pensar que se quiera volver de alguna manera a lo que significó aquella
aventura malhadada. No podemos eliminar a la mitad de España que no nos gusta.
Pensemos esto ante esta encrucijada política en que parecemos estar. Las
tragedias empiezan siempre con euforia y éxtasis colectivo, y este país no
parece ser el más sabio en cuanto a sistemas políticos con que dotarse. El
siglo XIX y el XX hasta la Transición han sido una sucesión de fracasos en una
lista interminable. Tal vez el periodo más interesante han sido estos treinta y
nueve años en que España se ha
convertido en una monarquía federal con sus problemas y su necesidad de
regeneración evidente. Pero es bueno recordar la historia de la segunda
república para no repetir los mismos errores o parecidos.