Hoy es día de huelga general en la educación pública y
concertada tanto para alumnos como para profesores. El ambiente en mi instituto
es poco propicio a las movilizaciones reivindicativas, lo que se notó en la
asamblea minoritaria que se celebró para ver el estado de opinión de los
profesores. Asistimos apenas un quince por ciento de los profesores y personal
administrativo. El tono de la asamblea era resignado por el escaso eco que había tenido la
convocatoria. El año pasado había reuniones semanales los miércoles pero
tuvieron que desconvocarse por la cada vez más minoritaria asistencia de los
compañeros.
Hoy la inmensa mayoría están en el instituto sea por motivos
económicos y que no le descuenten un día de huelga sea por la certeza de que no
sirven para nada las movilizaciones.
Los alumnos tampoco están concienciados para nada. Tuve
ocasión de asistir a un conato de debate sobre la convocatoria de huelga en un
cuarto de la ESO. La delegada se desgañitaba queriendo saber qué es lo que
pensaban sus compañeros sobre los motivos que les llevaban a la huelga
(mayoritaria y total). Lo único que fui capaz de escuchar entre el griterío
caótico es que querían dormir, y lo demás ni les importaba un pito, ni sabían
de qué se trataba ni les interesaba informarse. Así en este sentido han sido
seguidas todas las huelgas por parte de los alumnos este año. Con entusiasmo
para perder un día o tres de clase y quedarse a dormir.
Me gustaría ofrecer otro panorama de la realidad, pero esto
es lo que tengo a mi alcance. Las individualidades con motivación clara de lo
que están haciendo son ínfima minoría tanto entre los profesores como entre los
alumnos. Se ha oído hablar de la LOMCE y lo que significa pero no se siente un
espíritu que salga como un resorte en defensa de la enseñanza pública y su
papel dentro de la sociedad. Yo no he asistido a un debate serio en mi
instituto sobre lo que supondrá la citada LOMCE en nuestra tarea diaria y en la
realidad de nuestros alumnos. Se prevé ciertamente que se acaba la escuela como
entorno educativo prospectivo y experimental pues todo habrá de conducir a las
reválidas de nivel para las que nuestros alumnos habrán de estarse preparando
durante toda la etapa de primaria, de la ESO y de bachillerato en una
confrontación total con la filosofía educativa que ha informado el sistema
educativo durante veinte años que era fundamentalmente igualadora por debajo.
Algunos centros situados en zonas difíciles nos hemos descolgado de los niveles
de excelencia por la realidad del entorno social que nos alimenta, y la LOMCE
por su espíritu competitivo acentuará nuestro hundimiento pedagógico y social.
Si se nos mide por los resultados de nuestros alumnos, hay algunos que
quedaremos desahuciados sin posible remisión.
Imagino que la LOMCE viene a enfrentarse a una filosofía
educativa basada en el aprender a
aprender de carácter comprensivo,
que esquivaba la asimilación de conocimientos por la adquisición de destrezas y
competencias... Se entendía que había que impulsar más el desarrollo de una
predisposición al aprendizaje que el llenado de la mente con datos que están al
alcance de cualquiera que tenga un terminal con google.
El resultado, a lo que veo yo, de esta filosofía pedagógica
en un entorno humano y social frágil como el que estoy yo, ha sido totalmente
desmotivador hacia el aprendizaje. Apenas un diez o quince por ciento de los
alumnos están realmente comprometidos con las tareas y el estudio, dominando la
desidia y el desinterés por las distintas materias. Y desde luego es un mito
que hayan aprendido a aprender con
nuestro planteamiento pedagógico que debía propender a hacer una actividad divertida y lúdica el hecho de
estar en un instituto.
¿Es la solución la LOMCE
que establece reválidas de nivel en cada etapa? ¿Invertirá este estado la
realidad apática que estoy viviendo entre la mayoría de mis alumnos que vienen
al instituto a todo menos a estudiar? ¿Cómo se encauzará el volumen de fracaso
que generará teniendo en cuenta que nuestro nivel actual es casi insoportable
(un 30 por ciento no promocionan la ESO)?
¿Qué pasará con los institutos en áreas frágiles socialmente y que se verán
hundidos en los rankings que se establecerán en relación a la excelencia?
No sé, yo no veo debate a ningún nivel. Hay muchos temas
medulares sumamente conflictivos y los profesores nos hemos acostumbrado a ser
piezas intercambiables y fungibles a las que nunca se les ha pedido su opinión
para nada y sigue sin tenérseles en cuenta. Es comprensible un ambiente de
derrotismo, de negativismo, de impotencia en un debate en el que nos sabemos
totalmente fuera de lugar, primero por nuestra renuncia a participar en la
realidad sindical organizada así como al entreguismo de los sindicatos que
tienen otras prioridades que escuchar a los profesores que, por otra parte, no
tienen una opinión fundada acerca de nada o tan múltiple y dispersa que los
condena a la inacción y a la renuncia, sabiendo también de antemano que la
política educativa y general que impera, de la que será difícil salir, es la de
la privatización, la de aplicación de criterios de gerencia en la escuela, en
la sanidad, en todo lo que signifique espacio público al que se condena desde
el poder a ser meramente subsidiario y asistencial.
Para más inri estos días se han oído voces en la
administración catalana de grupos de estudio que proponían eliminar la función
pública salvo en la policía y otros grupos de autoridad, lo que supondría la
supresión de los funcionarios de educación, sanidad, etc...
No hay día que no oigamos algo más terrorífico que el día
anterior, y, en consecuencia, estamos paralizados, apáticos, desmotivados,
pensando aquello de “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.