Escucho a Charlie Mariano en la noche. Escribo. Tengo varios temas en mi mente, pero he decidido centrarme en el teatro. Hubo un tiempo que yo fui actor. Un tiempo maravilloso. Pienso que mi vocación –aunque a Serenus Zeitbloom le estremezca esta palabra- es la de que yo debí ser actor. Da igual. No ha sido así. Una pena. Actuaba y veía teatro varias veces a la semana. Creo que para ver algo valioso teatralmente hay que asistir a una veintena de espectáculos que merecen relativamente la pena. Pero cuando estalla la magia del espacio vacío es una experiencia difícil de olvidar. Han pasado años pero me quedan imágenes grabadas en la retina que me acompañarán siempre. No voy a hacer un inventario de obras extraordinarias que vi. El teatro es un fenómeno inexplicable. En una improvisación de una modesta escuela teatral de barrio puede surgir la fuerza, el misterio y ese algo inexplicable que no surge en actuaciones de Centros Dramáticos Nacionales. He sido consciente de ello. No hay nada objetivo que justifique que algo sea inolvidable.
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lunes, 30 de agosto de 2010
Da igual
viernes, 27 de agosto de 2010
Invitación a la sabiduría
lunes, 23 de agosto de 2010
El Danubio
Romeo Mancini
Detesto los libros calificados como de autoayuda que, en modo de manual sencillo, nos enseñan a arreglar nuestra vida o a solucionar sus zonas erróneas y que promueven ideas clave como aprovechar y disfrutar el presente, a asumir el pasado como irreversible, a apreciar las pequeñas cosas, a tener más en cuenta nuestras posibilidades que nuestros lastres, a forjar el optimismo como una fuerza creativa frente al pasivo pesimismo, a desarrollar el pensamiento positivo y darnos cuenta de que cada día que amanece es un filón de potencialidad si somos capaces de dejar atrás nuestra carga negativa. También enseñan a aprovechar las crisis como momentos de oportunidad, a conocer nuestros sentimientos y expresarlos de una forma asertiva, a aprender a negociar teniendo en cuenta que siempre habremos de ceder en algo para conseguir otra cosa que nos interese, a aprovechar nuestros conflictos como expresión de algo nuevo, etc, etc.
He resumido en pocas líneas el núcleo de la mayoría de esos libros que llenan anaqueles de las librerías y que se han convertido en un filón para algunos autores de éxito como aquel libro espeluznante titulado La buena suerte de Álex Rovira o aquel best seller empresarial, que nos enseña a saber cómo adaptarnos a los cambios, que es ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson. Muchos de estos títulos son utilizados en escuelas de negocios y son una oferta habitual en los aeropuertos para ejecutivos en tránsito a punto de entablar negociaciones comerciales. Esta flexibilidad que nos propone este género de libros que ayudan a vivir mejor, y que son clasificados en la sección de ciencias humanas, desarrollan y exponen la esencia misma del capitalismo en la fase de desarrollo tecnológico actual que sume a muchas personas en crisis de adaptación y trastornos de la personalidad. Sus fuentes vulgarizan en general las corrientes de pensamiento oriental como el tao y el budismo en su vertiente zen que es la que mejor ha sabido expresar el concepto de mujo (insustancialidad, impermanencia, transitoriedad) adaptado a las sucesivas fases del capitalismo.
El ser humano carece de esencia y de noumeno y esto le acongoja cuando presiente la impermanencia de sí mismo y de todo que le rodea. El cambio forma parte esencial de nuestra vida. Frente a esto sentimos angustia porque nos exponemos a una realidad intrascendente y a la única verdad constatable: que vamos a morir. ¿Qué sentido tiene el vivir? El existencialismo del siglo XX intentó darle una salida a este conflicto esencial mediante la idea del compromiso y la aceptación del pacto humano con la nada. En mi ciclo de vida como hombre del siglo pasado y emigrado en el presente, he constatado que el pensamiento existencial ha caducado en buena parte. Era un núcleo denso y complejo que iluminó a buena parte de la literatura, el teatro, el cine y la filosofía de varias décadas hundiendo sus raíces en Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche... En el siglo XXI todo es más evanescente y crecientemente acelerado. Ya no nos interesa ni nos atraen los conflictos existenciales a los que ya nos hemos acostumbrado e intuimos que no tienen salida de ningún tipo. La muerte está ahí, y lo mejor es no pensar en ella. Entretanto hemos de aprender a vivir en un mundo que no permite dejar apenas ningún poso. Somos viajeros de circunstancias que tal vez se angustian por su levedad. El capitalismo nos necesita fungibles, dispuestos al cambio permanente, sin demasiadas rémoras del pasado, sin raíces que nos anclen en visiones periclitadas... La angustia o la incertidumbre son estados que se pueden enfrentar con libros prácticos de autoayuda -que nos permitan cambiar sin aferrarnos a factores innecesarios e improductivos-, y, en todo caso, la ingestión de antidepresivos ha aumentado exponencialmente para poder soportar la aceleración de un modo de vida que nos exige siempre jóvenes y adaptables. Y a ser posible con una sonrisa como una tajada de sandía. Es el tiempo del pensamiento débil frente a la solidez de otros sistemas filosóficos más arriesgados. La filosofía oriental en su faceta más seria ofrece un análisis de este fenómeno del cambio como elemento central de la vida, pero desconfío de su banalización en recetas del vivir cotidiano en los citados libros.
Se necesitan manuales prácticos, fáciles de leer y que nos inyecten flexibilidad y buen humor para poder llevarnos nuestra porción de queso y esquivar el sufrimiento.
Entretanto leo lentamente un libro magnífico titulado El Danubio de Claudio Magris. Cada párrafo me supone momentos de intensa reflexión sobre el sentido de la historia, del ser humano, la cultura y la vida... que no me da respuestas ni píldoras inspiradas en el pensamiento positivo. Me cuesta avanzar porque me detengo continuamente y subrayo con placer e interés. El autor no pretende arreglarme la vida ni hacerme más feliz, pero sí que me invita a acompañarlo en un viaje literario y existencial. Es un discurso profundo que responde a una concepción de la vida a través de un viaje poético y filosófico por el curso del Danubio. No son fórmulas para disipar o solucionar nuestras crisis sino la expresión de un pensamiento orgánico y denso que seguro que no serviría para ejecutivos exitosos en la sala de espera de aeropuertos ni para mancebos en la crisis de los cuarenta o para hombres y mujeres que necesitan una solución que les lleve al optimismo. Es la opción del conocimiento frente a la sonrisa enlatada que a algunos no nos interesa. Prefiero arriesgarme a ser infeliz ahondando en mí mismo y pensando que mi vida no está concluida ni cerrada. Es lo que según Claudio Magris divide a las personas: esa necesidad de estar siempre en movimiento en una curva que no está clausurada. Y añado yo, siguiendo al recuerdo que tengo de Joan Brossa, una curva en espiral no concéntrica.
jueves, 19 de agosto de 2010
Un mundo perdido
He pasado dos días alojado en una casa de turismo rural espléndidamente restaurada donde he sido tratado con calor y reconfortante hospitalidad, que ha dado lugar a varias conversaciones con Suso, el gestor de la casa, sobre la sierra, su realidad, su futuro y perspectivas. En este mundo hay tiempo para pararse a mantener una charla pausada y densa. Me he enterado de noticias relevantes en el universo poético de la sierra de Caurel, recreado, como dije hace unos días, por el poeta Uxío Novoneyra en libros como Os eidos cuyo espíritu sigue planeando entre los más inquietos de estos puebliños de piedra y pizarra.
¿Tiene futuro esta sierra? Me lo he preguntado con insistencia durante estos días. La economía de la comarca se nutre de la ganadería tradicional, el turismo rural entre los más innovadores, alguna pizarrera y también alguna cantera que son rechazadas en algunas pintadas que he podido ver. Pero el turismo asimismo es visto con recelo, aunque sea una fuente de ingresos respetuosa con el medio ambiente en el modo en que hasta ahora está planteado. La población es muy escasa, está envejecida y distribuida en más de cincuenta núcleos de población. Hay muy pocos niños y muchos ancianos. Es difícil para un joven no tener que emigrar como lo han hecho tantos y tantos. Las carreteras son estrechas y poco transitadas por lo que es un placer circular sin prisa entre estos valles y montañas de maravillosa hermosura. Pero sin futuro está sierra esta destinada a quedar despoblada en pocos años. Hace falta una mentalidad contemporánea para preservarla. Son valiosas la visiones tradicional o la resistente que pugnan por dejar que todo siga como está -detenido en el tiempo- pero eso no garantiza que pueda sobrevivir. Hay una mentalidad muy conservadora que obstaculiza toda innovación que pudiera ser hecha por gente joven y con ideas avanzadas. Hay proyectos empresariales interesantes que buscan -integrando un punto de vista conservacionista- promocionar el turismo de calidad (amante de la naturaleza, senderista...) pero se encuentran con planteamientos reacios a cualquier cambio. Y es que todo es tan hermoso como está... Sus difíciles comunicaciones tienen un encanto, su falta de habilitación para el turismo en muchos sentidos lo hace doblemente atractivo. En un anacronismo increíble que están aprovechando algunos intelectuales y destacados profesionales para comprar una casita y rehabilitarla en un entorno único.
En las callejuelas de Paderne, el puebliño en que he estado, se combina el paso lento de las vacas, las ovejas, las paredes de piedra, las puertas de madera increíblemente no cambiadas por aluminio, con el diseño vanguardista del interior de algunas casas rurales aprovechando los soportes y materiales tradicionales. El conjunto es auténtico y no ofrece un aspecto de escaparate o postal como algunos pueblos de España.
El siglo XX ha sido destructor de todo el medio ambiente y del paisaje natural. Sólo algunos sitios han sobrevivido al devastador impulso turístico uniformador. La sierra de Caurel es uno. Sería necesario armonizar todo lo que sabemos sobre desarrollo sostenible y conservación de la naturaleza para conseguir la viabilidad de lugares como éste. Si alguien quiere saber más, puede dirigirse a mí por correo electrónico y le diré dónde alojarse y comer en la sierra. Todo tiene sus secretos. Aún conservo en mi retina la imagen de estos bosques prodigiosos en hábitat autóctono riquísimo.
Un paisaje profundamente literario y extraordinariamente auténtico en el que algunos se consideran como Viriato resistiendo frente a todo desde la pureza de lo todavía incontaminado. ¿Qué hacer?
lunes, 16 de agosto de 2010
Lonxe
Lorenzo Varela
Uno de los poetas que quiero traer aquí porque me parece excelente -tanto en gallego como en castellano, las dos lenguas de Galicia, mal que les pese a los intolerantes fundamentalistas- es Lorenzo Varela (1916-1978). Fue un eterno emigrante trasterrado y exiliado tras la guerra. Nació en un barco, el Navarre, frente a las costas de Cuba adonde emigraron sus padres. Pasó unos años allí hasta que, debido a la crisis económica en la isla, se trasladaron a Argentina donde estudió la primaria. Hacia 1930 volvió a Galicia para estudiar Bachillerato en pleno periodo republicano. Allí entró en contacto con miembros del Partido Galeguista y conoció a Castelao. Del galleguismo evolucionó al troskismo y se acercó al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En 1935, acabado el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar Letras. Empieza a colaborar en periódicos como crítico literario y a participar en la vida cultural de aquel Madrid tan extraordinariamente rico. El estallido de la guerra civil le lleva a alistarse -y a afiliarse al Partido Comunista- y pronto alcanzó el grado de comandante de una brigada de la undécima división. Escribió para míticas revistas republicanas como La hora de España y El mono azul, así como participó en 1937 en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas junto a Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Ernest Hemingway, César Vallejo, Louis Aragon, André Malraux...
La derrota le llevó al exilio en el sur de Francia donde estuvo en un campo de concentración, hasta que pudo embarcarse en el Sinaia con destino a Mexico. Llegó a Veracruz. Allí retomó su actividad literaria -colaborando intensamente con Octavio Paz en la revista Taller- pero conflictos con otros exiliados -que volvían a reproducir las diferencias de la guerra civil- lo llevaron a viajar de nuevo a Argentina en 1941 donde aún residía su padre. Allí publicó un libro excelente en castellano, poco conocido, titulado Torres de amor (1942), su primer libro en gallego Catro poemas para catro gravados (1942), y posteriormente un poemario espléndido, Lonxe (1954) del que extraigo uno de sus poemas para que lo conozcáís. Lonxe significa “lejos” y su título ya idea de su contenido que hace referencia a la guerra civil tomando como protagonistas a los héroes de la guerrilla surgidos del pueblo y su lucha por la libertad y la justicia. Quiso viajar a los Estados Unidos pero no pudo por su adscripción comunista. Se trasladó a Montevideo (Uruguay) durante el periodo más álgido del peronismo (1947-1952). Tras su retorno y el fin del régimen de Perón, colaboró como crítico literario con los principales periódicos argentinos como Clarín, El Mundo, La Razón, De Arte y La Nación. Tuvo una relación tormentosa con Estela Canto, antiguo amor de Jorge Luis Borges. En Argentina mantuvo una estrecha relación con otros exiliados gallegos como Luis Seoane, Rafael Dieste, Antonio Baltar, Arturo Cuadrado... que le ayudaron a mantener el vínculo con su tierra.
La dictadura argentina de los años setenta y la represión que desencadenó, unidas a la muerte del dictador Franco, le llevaron a volver a España en 1976 donde era un perfecto desconocido -todavía lo sigue siendo- a pesar de haber sido un significativo miembro de la generación de la desgraciada generación de 1936, su calidad, su capacidad de análisis literario y su magnífico hacer poético. Murió, casi de tristeza, poco después de la vuelta a España en 1978.
Su vida estuvo marcada por la tragedia y la fatalidad. Ernesto Sábato, el escritor argentino, lo vio como un barco desarbolado y a la deriva fruto de ese profundo desarraigo y la permanente añoranza de un mundo perdido, lo que no impidió que viera también el mundo con una honda esperanza. Fue un excelente poeta y un hombre generoso e íntegro, que merece ser recordado como persona y como creador.
Xesus Lorenzo Varela fue homenajeado en el Día das letras galegas de 2005.
Dejo aquí un enlace a uno de sus poemas de Lonxe (O galo), que he seleccionado. Y también recojo unas palabras explícitas y clarificadoras de Lorenzo Varela, según mi entender, sobre la relación entre lo gallego y lo español. No tienen desperdicio. Me sirven de contrapunto a esa sectaria e intolerante declaración de Manuel María que me hizo conocer María.
Concluye aquí este pequeño ciclo de semblanzas de cuatro poetas gallegos que me han servido para profundizar en ese rico mundo de la lírica de la saudade que inició Rosalía de Castro, el origen de todo. Sé que no hay muchos lectores en estas fechas, pero para mí ha sido una buena y apasionante experiencia. Espero que alguien también haya disfrutado de ello.
jueves, 12 de agosto de 2010
Muiñeiro de brétemas
Sus primeros títulos Muiñeiro de brétemas (1950), Elexías á miña vida pequeniña (1951), Morrendo a cada intre (1952)-Molinero de nieblas, Elegías a mi pequeña vida, Muriendo a cada instante- están impregnados de un sentimiento existencial que revela la desorientación vital, la angustia, el desasosiego y las contradicciones del joven poeta chairego en una búsqueda desesperada de luz. Estos libros pertenecerían a la Escola da tebra (escuela de la tiniebla) o a la Filosofía de la saudade en la más característica tradición de la lírica gallega. Manuel María tomó la palabra muy tempranamente con un objetivo claro: luchar por su tierra, por su gente, por su lengua, por su mundo cultural, en definitiva por su Patria, Galiza, en unos años oscuros en que otro gallego siniestro reprimía cruelmente a los españoles cualquier rescoldo de libertad y los sentimientos que tenían a Galicia como eje de proyecto nacional independiente.
Yo no soy gallego y soy escéptico sobre los sentimientos nacionalistas de cualquier tipo por muy dignos que puedan ser. Por otro lado, estos no añaden una brizna de riqueza lírica a los poemas que son compuestos con tales nobles y legítimas emociones. Alguien ha calificado a Manuel María como el Walt Whitman gallego (C. Gómez Torres, Manuel María: os traballos e os días, 2001). Pretendió, tras su inicio existencial, hablar en nombre de su gente, de su pueblo, de su estado de pobreza y postración (labriegos, mariñeiros, obreros, emigrantes que tuvieron que dejar la Patria en busca de otra fortuna...). No es difícil reconocer una explícita intención social, propia de las tendencias de los años cincuenta, que le llevó a militar políticamente en la clandestinidad y en los años de recuperación de las libertades en movimientos nacionalistas radicales para los que se convirtió en un modelo de entrega, fe y compromiso nacional.
Estos días he leído poemas y poemas suyos, no todos obviamente. He intentado hacer un recorrido por su obra pero la impresión que tengo es que no llega a emocionarme ni a cautivarme poéticamente. Lo veo demasiado explicativo y explícito, dice demasiado, subraya lo obvio, carga de palabras definidoras de los sentimientos lo que escribe, no deja el poema latiendo misteriosamente para que sea el lector el que recoja las vibraciones y las recomponga en su espíritu. Entiendo sus sentimientos y me parecen valiosos pero no me gusta que me lo expliquen todo. Su poesía no logra alzar el vuelo, se queda en un primer nivel en busca de la emoción lírica. Pienso que él sospechó siempre que no tenía el hálito poético necesario. No era Walt Whitman, pero lo intentó. Pienso incluso que fue excesivamente prolífico, escribió en cantidad lo que no logró en hondura y calidad. Intuyó que no era un buen poeta, pero le gustó identificarse con la imagen de un poeta al servicio del pueblo, de su Patria. Hay demasiada poesía de circunstancias. Depuró poco.
Significativamente tiene sus obras completas publicadas en dos volúmenes, pero tras su muerte, relativamente reciente, no percibo un eco de su obra. En internet apenas hay referencias, estudios o reflexiones sobre su poesía. Es prácticamente imposible encontrar poemas suyos. No pienso que sea un poeta esencial, pero sí que expresó un sentimiento, una manera de percibir la realidad de su tierra de un modo histórico-temporal que reivindicó una esencialidad en la identidad de Galiza. Comprendo sus fundamentos y los respeto pero no es un buen poeta por más que haya sido reclamado como modelo de bardo nacional.
Dejo unos poemas suyos. Es curioso que se le siga recordando por su primer libro de poemas Muiñeiro de brétemas o que acaben de reeditarse sus Elexías á miña vida pequeniña. Éste poeta existencial, contradictorio, confuso, angustiado, de sus primeros años es el único que logra alcanzarme de alguna manera.
Son home. E sei que non teño salvación.
Todo está pecho ao meu redor.
Perdín a inocencia dos meniños.
E berro como un tolo.
E cúspolle ás estrelas.
Malia a miña suficiencia
leo libros e libros que non matan
o desacougo interior que vai en min.
Son unha noite moura entre dúas noites.
Nacemento e morte determinan a vida.
Pregúntome a min mesmo porque son.
Non teño resposta para as preguntas
que se erguen imperiosas no meu fondo.
Non atopo algo de luz
coa que poida alumar a miña tebra.
E ando sempre loitando sen acougo
anque sei que perdín a miña guerra.
Soy hombre. Y sé que no tengo salvación.
Todo está cerrado a mi alrededor.
Perdí la inocencia de los niños
Y grito como un loco.
Y le escupo a las estrellas.
A pesar de mi suficiencia,
leo libros y libros que no extinguen
el desasosiego interior que va en mí.
Soy una noche oscura entre dos noches.
Nacimiento y muerte determinan la vida.
Me pregunto a mí mismo por qué soy.
No tengo respuesta para las preguntas
que se yerguen imperiosas en mi fondo.
No encuentro algo de luz
con la que puede alumbrar mi tiniebla.
Y ando siempre luchando sin sosiego
aunque sé que perdí mi guerra.
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Eu son para min
toda-as interrogacións,
todal-as estatuas,
todol-os misterios,
e todal-as cumes xeadas de evanxeos.
Os ollos contémprame
Na impura prata dunha soma
Moendo ó vello sembrante
Que borra ó indecible desta morte
Chea de agonías e de bágoas”.
Muiñeiro de brétemas, 1950.
Yo soy para mí
Todas las interrogaciones,
Todas las estatuas,
Todos los misterios
Y todos las cumbres heladas del evangelio.
Tus ojos me contemplan
En la impura plata de una sombra
Que muele el viejo semblante
Que borra lo indecible de esta muerte
Llena de agonías y de lágrimas.
lunes, 9 de agosto de 2010
Os eidos
Uxío Novoneyra
En agosto de 2002 hice un viaje con mi amigo Josep -profesor de lengua catalana- por el interior de Galicia. Nuestras conversaciones eran fundamentalmente literarias en aquel recorrido a pie por la entraña de Galicia. Yo llevaba en mi mente la obra de un poeta gallego recientemente fallecido, Uxío Novoneyra (1930-1999), y que había nacido en la sierra de Courel (Parada de Moreda) en el extremo sureste de la provincia de Lugo. Allí pasó su infancia y mocedad hasta que se trasladó a Lugo a hacer el bachillerato. La sierra de Courel es uno de los paisajes más hermosos de Galicia. En ella hay densos bosques entre los que se encuentra la devesa de Rogueira, la fraga más extraordinaria y bella de Galicia. Se llega a ella desde Folgoso de Courel y Moreda. Quisimos visitar el paisaje natal del poeta que hizo del Courel un mundo literario como Juan Benet lo hizo de Región o Faulkner de Yoknapatawpha o García Márquez de Macondo. En la devesa de Rogueira, bosque autóctono de una riqueza y variedad enorme en que se combinan robles, castaños, abedules, encinas y alcornoques, existe la magia y el silencio en un caminar que nos lleva hasta un paraje fantástico que es la fonte do Cervo. Allí, en aquel mundo, tejió Uxío Novoneyra sus imágenes poéticas expresadas en un gallego lleno de palabras de su niñez, que no aparecen en el diccionario normativo, y que se expresan con austeridad y calidez.
Su poesía puede sobrecoger por la profunda tristeza que revela. Este es quizás el motivo por el que lo he elegido para hacer su semblanza. Me atrae su melancolía cuando mira un mundo finito y hermoso. Se podría decir que su expresividad es tenebrista; con muy pocas palabras es capaz de pintar con economía de medios el Courel de la infancia (sus campos, sus montes, sus fuentes, sus bosques...), un universo poético de tonos pobres y oscuros. Yo que no tengo tierra me fascina el arraigo a la suya, su profunda vinculación panteísta con la naturaleza y con las palabras de los labriegos.
En 1955 publicó Os eidos (microtopónimos, los sitios de la tierra que pueden identificarse por un nombre) en una etapa en que pasó nueve años en su Courel aquejado de una grave pleuresía que le llevó a las puertas de la muerte. Con esta obra se inicia el ciclo coureliano en que logra transfigurar lo local para convertirlo en metafísico y universal. Destaca el amor a las pequeñas cosas y la luz que ilumina el paisaje de su infancia. Su obra continúa en 1974 con la segunda parte de Os eidos 2 (Serra aberta, Follas de cantigas, Diario de enfermo, e incluye su célebre Letanía de Galicia), un libro de poética contemplativa, Elexias del Courel (1966) y Poemas caligráficos... Media docena de títulos han convertido a este poeta gallego de izquierda y profundamente galleguista en una referencia necesaria en la poesía gallega y española. Este año 2010 el Día das letras galegas lo han tenido como centro, y también 50 años después, ha sido publicada por primera vez en edición bilingüe -traducida por su viuda Elva Rei- la edición de Os eidos y Libro do Courel.
Su poesía es telúrica y sentimos al leerla el amor a las cosas en su inevitable finitud.
Traemos dos poemas representativos que ofrecemos en una traducción abierta a sugerencias de los lectores:
Serra aberta
Terras outas e soias!
Serras longas mouras!
Eu son esta coor de soedá
Ancares soñados co lonxe!
Penas de Marco de Meio Mundo en ringuileira do
Candedo ás Moás!
Alto da Lucenza Formigueiros Montouto Pía-Páxaro
Tesos cumes do Courel! Pobos probes
Ardidos de tristura mouros de queimados!
Lor ruxindo polo val pecho!
Ucedo e ucedo!
Fontiñas outas
penedos
carrozos escuros
fragas agros soutos e devesas! Labregos e pastoras
que soio vistes
istes tesos e máis estes vales!
Aturula a curuxa e canta o cuco
Medindo o tempo quedo que se para na cor e tornándose
Contra un ven cravarse no sitio onde máis se sinte!
Serra aberta (Os eidos 2)
Traducción abierta
Tierras altas y solas!
Largas sierras negras!
Yo soy este color de soledad
Ancares soñados a lo lejos
Peñas de Marco de Meio Mundo en hilera desde
Candedo hasta Moás
Alto de Lucenza Formigueiros Montouto Pía Páxaro
Montes erguidos del Courel! Pueblos pobres
ardidos de tristura negros de quemados!
Lor bramando por el valle cerrado!
Brezal y brezal*
Fuentes altas
peñascos
torrentes oscuros
fragas campos sotos y devesas! Labriegos y pastoras
que solo visteis
estas cumbres y estos valles!
Ulula la lechuza y canta el cuco
Midiendo el tiempo quieto que se detiene en el corazón y volviéndose
contra uno viene a clavarse en el sitio donde más se siente!
******************************************
Donde che ven a tua tristura
-coor dos teus ollos e son do teu xeito-?
Cas maos máis lenes
recóllela d'iles, déixala no aire e fuxes.
Máis, antes que pase o intre,
volve cair en ti
que xiras, xiras, sin poder sair do circo que te pecha
(Elexías do Courel)
¿Dónde te viene tu tristeza
-color de tus ojos y son de tu gesto-?
Con las manos más leves
la recoges de ellos, la dejas en el aire y huyes.
Pero, antes que pase el instante,
vuelve a caer en ti,
que giras, giras, sin poder salir del círculo que te cierra.
viernes, 6 de agosto de 2010
Longa noite da pedra
LIBREMENTE Nós queríamos librementecomer o pan de cada día. Librementemordelo, masticalo, dixerilo sin medo,libremente falando, cantando nas orelasdos ríos que camiñan pra o mar libre.Libremente, libremente,nós queríamos somenteser libremente homes, ser estrelas,ser faíscas da grande fogueira do mundo,ser formigas, paxaros, miniños,nesta arca de Noé na que bogamos.Nós queríamos libremente surrir,falarlle a Dios no vento que pasa-no longo vento das chairas e dos bosques-sin temor, sin negruras, sin cadeas,sin pecado, libremente, libremente,coma o aire do mencer e das escumas.Coma o vento.Mais iste noso amor difícil rompeuse-vidro de soño fráxil-nun rochedo de berrose agora non somos máis que sombras.
LibrementeNosotros queríamos librementecomer el pan de cada día. Librementemorderlo, masticarlo, digerirlo sin miedo,libremente hablando, cantando en las orillasde los ríos que caminan hacia el mar libre.Libremente, libremente,nosotros queríamos solamenteser libremente hombres, ser estrellas,ser chispas de la gran hoguera del mundo,ser hormigas, pájaros, niñosen esta arca de Noé en que bogamos.Nosotros queríamos libremente sonreír,hablarle a dios en el viento que pasa-en el largo viento de las explanadas y de los bosques-sin temor, sin negruras, sin cadenas,sin pecado, libremente, libremente,como el aire del amanecer y de las espumas.Como el viento.Mas se rompió nuestro amor difícil-vidrio de sueño frágil-en un roquedo de gritosy ahora no somos más que sombras.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Ser hombre
Oración de uno que no cree en la cripta románica
de la iglesia parroquial de Santa María de Aínsa.
Si el hombre pudiera entender lo que vive,
si pudiera hacer suya la belleza
de un atardecer o una flor,
si pudiera vivir sin contradicciones
que le llevan a desgarrarse,
si sus decisiones estuvieran siempre
ligadas a una causa justa
o al menos razonable,
si sus equivocaciones o errores
fueran menos definitivos,
si en la mirada de esos ojos
que le observan desde el vacío
no hubiera un reproche hondo y doloroso,
si, en definitiva, ser hombre
fuera menos difícil,
menos un cielo de fragmentos
y un profundo desatino en el caminar
en la penumbra…
Si ser hombre supusiera alzar las manos
y recoger los dones del cielo
o fuera, simplemente, dejarse llevar por aguas limpias y turbulentas
o por cascadas o sifones de un barranco en agosto,
o tal vez iniciar un diálogo incierto
con lo que no quieres descubrir.
Si ser hombre fuera un misterio menos profundo,
quizás el desafío fuera menor,
el secreto del unicornio menos enigmático,
y los viajes a las islas o los paseos bajo el mar
serían menos audaces.
Porque ser hombre es equivocarse,
no entender, ser injusto, ser desleal,
ser inseguro, ser indigno…
Todo va en el mismo contrato
y cuando pretendemos ser mejores,
encubrimos nuestra parte inexplorada,
la cohibimos, la engalanamos
de guirnaldas y serpentinas multicolores
para no reconocer que además de santos
somos unos espléndidos hijos de puta,
todo sea dicho con la mayor de las consideraciones
hacia todos los que se sienten piadosos,
apacibles, solidarios, benévolos o superiores a otros.
Ser hombre…
sábado, 31 de julio de 2010
Descendiendo el barranco del Formiga.
Hoy ha sido mi bautizo en la bajada de barrancos o cañones. He descendido el río Formiga en Sierra Guara (Huesca). Pedi a la empresa que facilitaba los guías que fuera un cañón de iniciación y no de perfeccionamiento. Creo que no ha podido haber mejor comienzo siendo además un año muy húmedo en que los ríos bajan lujuriosos y torrenciales despeñándose entre las rocas.
Éramos un grupo de ocho más el guía, Pau, catalán afincado en la sierra Guara desde hace diez años. Los demás eran un grupo de siete vascos de Donosti y Zarauz que me han acogido con extraordinario calor y compañerismo. Eran Eva, Nerea, Arantxa, Carlos, Javier, Juanma y el otro no recuerdo su nombre. Han sido unos compañeros geniales que se han preocupado del equipo que formábamos ayudando cuando había dificultades o surgía en algún momento el miedo.
No sé si los que me leen han bajado alguna vez un barranco. Es una experiencia alucinante que desata adrenalina y endorfinas. El río Formiga baja encañonado entre rocas. Para desdender al inicio hay que rapelar (era la primera vez que lo hacía en mi vida) diez o doce metros. Me he agarrado a la cuerda sujeta en mi arnés y me he dejado caer confiando en la experiencia del guía que nos iba orientando. Luego han sido una sucesión de pozas a las que se accedía por entre toboganes entre las rocas, sifones en los que había que sumergirse, chimeneas en las que había que rapelar bajo la potente caída del agua de la cascada. Era un prodigio sumergirse en el agua profunda y clara y fresquita (aunque íbamos protegidos por nuestro traje de neopreno). Lo más emocionante eran los saltos de varios metros a los que había que lanzarse sin pensarlo dos veces. Todos nos ayúdabamos y nos dábamos ánimos. Nadie se quedaba atrás aislado. Cuando había un salto hay un momento de indecisión porque ves el agua abajo a siete metros por debajo y has de apuntar bien en tu caída. Has de impulsarte con fuerza y saltar sin pensar en posición con los brazos cruzados sobre el pecho en el momento de la inmersión. Parecía increíble pero cuando lo veías una vez abajo después de haber llegado bien, te invadía un bienestar maravilloso. Cuando caías te daba tiempo a contar uno y dos y te sumergías con fuerza en el agua. Los compañeros que habían pasado te hacían un gesto de apoyo y los que tenían que seguirte eran orientados por Pau. El agua estaba transparente y he bebido de ella en varias ocasiones. Me parecía deliciosa.
Este descenso ha durando unas dos horas y media. Los hay más largos como el famoso descenso del río Vero que algún día haré. Su principal dificultad es su duración que son unas seis o siete horas que te dejan agotado, pero en cuanto a problemas técnicos es menor que el que hemos hecho hoy.
Cuando hemos acabado nos hemos quedado con ganas de más. Nos hemos quitado los trajes y hemos desandado el camino hasta las furgonetas que nos esperaban en el inicio del camino. Luego una cerveza fresquita nos aguardaba en un pueblecito de esta increíble y onírica sierra de Guara, deshabitada salvo en pequeños pueblecitos en que vive muy poca gente. Es el paraíso de los barranquistas de toda Europa.
Pau nos ha explicado su vida libre e independiente en la sierra Guara. Hemos compartido con él la comida y la cerveza y hemos estado hora y media charlando sobre todo un poco en un camping que invitaba a vivir un verano eterno descendiendo barrancos.
El lunes haré otro, el descenso del Peonera. Ha sido mi bautizo de bajada de cañones, igual que otro día lo hice entrando en una cueva semiprofesional y aluciné con la espeleología, o en otro tiempo practiqué brevemente el submarinismo hasta que descendí a veinticinco metros y me di cuenta de que el mar es tremendamente oscuro a esa profundidad. Me echó para atrás, pero reconozco que el submarinismo es apasionante.
He sido feliz esta mañana. Por la experiencia humana y por el descenso que me hay llevado a dejar el miedo a un lado y lanzarme, confiando en la fortuna, al vacío. Abajo me esperaba una poza honda que me acogía.
Alucinante. El lunes más.