Escribo mi primer post después de haber presentado mi blog al premio Espiral de Edublogs. Quizás alguien me lea por primera vez. Pretendo reflexionar sobre el sentido de este blog que tiene menos contenido pedagógico que reflexivo sobre mi tarea docente. No pienso que sea un profesor especial. Me considero bastante limitado y todavía con un largo camino para aprender. Pretendo que el blog sea una conciencia autorreflexiva y existencial sobre el modo de estar en el mundo de un profesor que muchas veces siente cansancio y desgana, pero también en ocasiones se ve invadido por un placer inmenso de estar haciendo lo que hace. No me ofrezco como modelo –dejo bastante que desear- pero sí ofrezco pistas en que se entremezclan desilusiones y pesimismos junto con otras visiones más luminosas que me gusta cultivar.
A veces me pregunto si soy un profesor que mima demasiado a sus alumnos. Algún exalumno me ha hecho reflexionar sobre ello. Les dejo una hora semanal de lectura libre en clase –que ha arraigado y puedo decir que es positiva en un ochenta por ciento de los casos. Hay concentración y motivación en general-; les llevo los ordenadores portátiles cada quince días para que se introduzcan en la cultura blogger. Les propongo cuestiones sobre las que han de reflexionar. Para mi sorpresa en primero de bachillerato, los alumnos del año pasado que editaron sus propios blogs y dejaron comentarios en el blog de la clase, participan activamente en el blog de la clase de filosofía en los temas que propone el profesor o los alumnos. Me doy cuenta de que aquello fue un abrir camino.
Les he pedido asimismo que este año escriban una novela de unas veinte páginas de acuerdo a unas pautas estructurales. La novela ha de ser editada y encuadernada y su resultado ha de suponer un orgullo para ellos. Nuevamente para mi sorpresa, veo a bastantes alumnos enfrascados a todas horas en la composición de la dichosa novela. Me piden tiempo para poderse dedicar a “su novela”. Parece que la idea está germinando lentamente y no me cabe duda que en mayo –fecha de la presentación de la novela- tendré ocasión de leer relatos interesantes y llenos de vida.
Sin embargo, me cuestiono acerca de esa tentación mía de que la asignatura les guste. Se ha dicho que el conocimiento es fruto del esfuerzo y que las jóvenes generaciones eluden este esfuerzo. Y es cierto. Si algo puede simplificarse, si algo puede presentarse fácilmente, se hace sin rigor y sin demasiada conciencia de lo que significa el esfuerzo cualitativo. Aun y así, me gusta seducirles, contarles historias, hacer de ellos conciencias activas, hacerles reflexionar, especialmente en tardes tediosas cuando todos están invadidos por el sopor del mediodía.
Hoy hemos hablado de las vanguardias. Un tema muy querido por mí. El libro de texto ofrecía una información convencional, muy árida y poco significativa sobre la conmoción que supusieron las vanguardias en los primeros treinta años del siglo XX. Imagínense: cubismo, futurismo, expresionismo, dadaísmo y surrealismo. Nombres vacíos para ellos. ¿Cómo llenarlos de contenido? He tenido que apelar a mis reflexiones, a mi experiencia, a anécdotas de mis años en el COU cuando mis alumnos tenían un mes para preparar por grupos un acto de naturaleza vanguardista de los que he citado. Les he contado cómo alumnos surrealistas rivalizaban con alumnos dadaístas. Ya se sabe que el surrealismo surgió de una costilla de Dadá. Sé por propia experiencia que alumnos que participaron en los grupos de estética surrealista, se vieron impelidos a experimentar con tal fuerza en el territorio de la violencia y el sexo que tuvieron que parar –según su testimonio. Algunos de ellos quince años después siguen ligados a aquella experiencia iniciática que duró escasamente treinta minutos o quizás menos. Dése a un adolescente la libertad creadora del surrealismo para que expulse sus fantasmas de forma artística, sin limitaciones morales o sociales y moverá el mundo. Sólo si se ensucia, ha de limpiarse y si se rompe algo, es a su cargo.
Hemos hablado de aquello y de Marcel Duchamp. Su “fontana” –urinario de la marca Mutt- considerado como la obra de arte más representativa del arte del siglo XX; también hemos hablado del Piero Manzoni que enlató en docenas de latas su propia mierda. Se guarda en los museos como oro en paño. ¿Qué es el arte? ¿Qué define un objeto como artístico? Dada puso en cuestión toda noción previa del arte. Y eso lo notamos cuando visitamos cualquier museo de arte contemporáneo en que todo parece ser una inmensa broma.
Hoy hemos hablado de arte y representación, pero hemos sido muy poco académicos. He preferido que tuvieran enfrente de ellos a un profesor entusiasmado, quizás un poco ingenuo. He preferido que tuvieran enfrente al pequeño artista que llevo en mí, que al profesor cansado que repite lo que ni a él mismo le interesa. ¿Mimo a mis alumnos? Puede ser. Pero no concibo otra forma de ser profesor cuando las circunstancias me lo permiten y no tienes que luchar con la disciplina. Ojalá les haya llegado algo de la pasión que he puesto en ello. Nunca se sabe cuando uno está sembrando algo duradero.
A veces me pregunto si soy un profesor que mima demasiado a sus alumnos. Algún exalumno me ha hecho reflexionar sobre ello. Les dejo una hora semanal de lectura libre en clase –que ha arraigado y puedo decir que es positiva en un ochenta por ciento de los casos. Hay concentración y motivación en general-; les llevo los ordenadores portátiles cada quince días para que se introduzcan en la cultura blogger. Les propongo cuestiones sobre las que han de reflexionar. Para mi sorpresa en primero de bachillerato, los alumnos del año pasado que editaron sus propios blogs y dejaron comentarios en el blog de la clase, participan activamente en el blog de la clase de filosofía en los temas que propone el profesor o los alumnos. Me doy cuenta de que aquello fue un abrir camino.
Les he pedido asimismo que este año escriban una novela de unas veinte páginas de acuerdo a unas pautas estructurales. La novela ha de ser editada y encuadernada y su resultado ha de suponer un orgullo para ellos. Nuevamente para mi sorpresa, veo a bastantes alumnos enfrascados a todas horas en la composición de la dichosa novela. Me piden tiempo para poderse dedicar a “su novela”. Parece que la idea está germinando lentamente y no me cabe duda que en mayo –fecha de la presentación de la novela- tendré ocasión de leer relatos interesantes y llenos de vida.
Sin embargo, me cuestiono acerca de esa tentación mía de que la asignatura les guste. Se ha dicho que el conocimiento es fruto del esfuerzo y que las jóvenes generaciones eluden este esfuerzo. Y es cierto. Si algo puede simplificarse, si algo puede presentarse fácilmente, se hace sin rigor y sin demasiada conciencia de lo que significa el esfuerzo cualitativo. Aun y así, me gusta seducirles, contarles historias, hacer de ellos conciencias activas, hacerles reflexionar, especialmente en tardes tediosas cuando todos están invadidos por el sopor del mediodía.
Hoy hemos hablado de las vanguardias. Un tema muy querido por mí. El libro de texto ofrecía una información convencional, muy árida y poco significativa sobre la conmoción que supusieron las vanguardias en los primeros treinta años del siglo XX. Imagínense: cubismo, futurismo, expresionismo, dadaísmo y surrealismo. Nombres vacíos para ellos. ¿Cómo llenarlos de contenido? He tenido que apelar a mis reflexiones, a mi experiencia, a anécdotas de mis años en el COU cuando mis alumnos tenían un mes para preparar por grupos un acto de naturaleza vanguardista de los que he citado. Les he contado cómo alumnos surrealistas rivalizaban con alumnos dadaístas. Ya se sabe que el surrealismo surgió de una costilla de Dadá. Sé por propia experiencia que alumnos que participaron en los grupos de estética surrealista, se vieron impelidos a experimentar con tal fuerza en el territorio de la violencia y el sexo que tuvieron que parar –según su testimonio. Algunos de ellos quince años después siguen ligados a aquella experiencia iniciática que duró escasamente treinta minutos o quizás menos. Dése a un adolescente la libertad creadora del surrealismo para que expulse sus fantasmas de forma artística, sin limitaciones morales o sociales y moverá el mundo. Sólo si se ensucia, ha de limpiarse y si se rompe algo, es a su cargo.
Hemos hablado de aquello y de Marcel Duchamp. Su “fontana” –urinario de la marca Mutt- considerado como la obra de arte más representativa del arte del siglo XX; también hemos hablado del Piero Manzoni que enlató en docenas de latas su propia mierda. Se guarda en los museos como oro en paño. ¿Qué es el arte? ¿Qué define un objeto como artístico? Dada puso en cuestión toda noción previa del arte. Y eso lo notamos cuando visitamos cualquier museo de arte contemporáneo en que todo parece ser una inmensa broma.
Hoy hemos hablado de arte y representación, pero hemos sido muy poco académicos. He preferido que tuvieran enfrente de ellos a un profesor entusiasmado, quizás un poco ingenuo. He preferido que tuvieran enfrente al pequeño artista que llevo en mí, que al profesor cansado que repite lo que ni a él mismo le interesa. ¿Mimo a mis alumnos? Puede ser. Pero no concibo otra forma de ser profesor cuando las circunstancias me lo permiten y no tienes que luchar con la disciplina. Ojalá les haya llegado algo de la pasión que he puesto en ello. Nunca se sabe cuando uno está sembrando algo duradero.