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martes, 5 de mayo de 2020

Nuestras certezas


13 comentarios :

  1. Estos textos que publico forman parte de mis lecturas. Selecciono fragmentos que tienen para mí una singular fuerza e interés y con los cuales me identifico. Pienso que este recurso a la voz ajena para expresar pensamientos propios me es muy útil y evita que escriba largos textos personales que sin duda no alcanzarían la exactitud de los que elijo. En todo caso, si alguien se decide a comentar que sepa que esta afirmación se identifica con lo que siento como más probable.

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    1. La relación con la muerte de nuestra cultura, la occidental, se ha basado en el miedo, avivado por la religión (cristianismo), que nos intimidaba con la condenación al infierno si eras pecador. El budismo, allá en oriente, ha basado su relación con la muerte en la aceptación, pues todo es cíclico, para los tibetanos la aceptación de la muerte es en sí liberador (un libro muy recomendable; El Bardo Thodol, o Libro Tibetano de los Muertos”, VIII d. de C.,).
      En la cultura tibetana no podría surgir un Cioran.

      Los tibetanos son mucho más espirituales que materiales, y los occidentales lo contrario, por eso nuestra relación con la muerte es de miedo y profundo rechazo, no hemos abandonado esa obsesión por el “tener” que nos advertía Erich Fromm en su bello ensayo; “Del tener al ser”, pues nuestra senda en la vida materialista es justo al revés, del ser al tener.

      A mí me gusta el equilibrio de Steiner, un punto intermedio entre Cioran y el Dalai Lama. Y también me gusta que fuese un pensador lleno de paradojas, el pensamiento rígido es siempre más débil, poco estimulante para la inteligencia, es como un edificio ante la amenaza de un terremoto, acaba rompiéndose, el pensamiento flexible se adapta mejor a la complejidad del entorno, de la existencia… esos juncos que aguantan los embates del viento.

      Ya ves, te he comentado a gusto.

      Cuídate, amigo Joselu.

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    2. Me gusta leer a Steiner con frecuencia, me enriquecen sus análisis, comentarios y reflexiones sobre la cultura, el ser humano, la filosofía, las religiones y el conocimiento en general. También me divierte mucho leer a Cioran, es uno de los pensadores más divertidos que conozco.

      En cuanto a nuestra relación con la muerte, la del moderno occidente, es enfermiza y mutiladora. Solo hay que asistir a un funeral para advertir que allí nadie cree (ni siquiera el oficiante, por más sacerdote que sea) que haya algo al otro lado. La muerte es el gran escándalo tras una existencia en que nos hemos creído que lo podemos todo -salvo vencer a la muerte-. Es el gran absurdo, el interrogante máximo, pero nosotros la vivimos de un modo fatalista y empobrecedor. Pienso que la percepción de la vida y de la muerte es mucho más rica entre los que creen que hay algo al otro lado. Pienso en los funerales africanos, llenos de plasticidad y de alegría. Pienso en la concepción oriental de la muerte entre los budistas y los hinduistas. Vivir la vida sin una percepción de que puede haber un más allá, inexplicable e incognoscible, limita grandemente nuestra existencia que se aboca a un absurdo triste y carente de sentido. Eso no quiere decir que por mi parte no lea a científicos, como Oliver Sacks, que creen que toda la vida anímica es puramente cerebral. Me gusta leer interpretaciones inteligentes de diversas fuentes. Personalmente, me oriento a presentir que hay cosas que no podemos entender y confiar que hay claves a la altura de nuestros presentimientos que algún día experimentaremos. El humanismo que centra su visión puramente en el ser humano sin trascendencia lleva a los asépticos y desoladores funerales sin esperanza que son comunes en los tanatorios.

      He conocido el budismo zen por dentro. Como experiencia espiritual es muy interesante; como experiencia humana no deja de ser una secta con todo lo negativo que implica esto.

      Pienso que intuyo una mixtura entre un prudente agnosticismo y una espiritualidad que necesito para vivir, igual que a veces siento la necesidad de orar. A veces en alguna iglesita románica o en alguna que me ha inspirado he experimentado la oración, aunque sea la oración del que no cree ¿o sí? Como dices, en este tema y en muchos otros, es preferible la flexibilidad y no la rigidez. Pero no acepto ni comprendo que se tache de un plumazo todo lo que ha expresado nuestro pasado cristiano, por más borrones que pueda tener. La espiritualidad y la religión son necesidades básicas de los seres humanos, y me gusta ver en las llanuras el vértice de una iglesita en los pueblos de Europa. Hay algo más de lo que vemos, si no, qué pobreza...

      Un abrazo, y gracias por hacerte presente.

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    3. En primer lugar, muchas gracias por habilitar los comentarios.
      Respecto lo que dices del budismo zen, al menos el que yo conozco por aquí, coincido plenamente contigo. Noy hay figura que menos me atraiga que los llamados "maestros zen" locales.Hay mucho personalismo, mucho miedo en que te quiten "discípulos" No es un tema de interés monetario, creo, es más bien de "incienso" que otra de las grandes adicciones de la humanidad. Eso de ser cabeza, aunque sea de un rebañito pequeño, debe tener mucho morbo... Yo he tenido ( y tengo ) muchos maestros zen. No estaban oficialmente reconocidos como tales, pero enseñaban mucho. Mi hijo con parálisis cerebral que murió con ocho años, fue el mejor con diferencia, pero después ha habido otros muchos. Mi perra, mi cuñao facha, algún familiar entrañable... Ahora sigo a mi pareja estable. Después de 40 años he descubierto que era eso, una maestra zen y nuestra relación ha cambiado radicalmente, a mejor.
      Respecto a la muerte creo que la sociedad occidental le debería levantar el arresto. Deberia estudiarse, conocerse, saber aceptarla. Hoy por hoy, es inevitable y si en algún momento la ciencia avanzase tanto como para superarlas, creo que sería un error. Hoy me han dicho una frase que me ha gustado "desde que perdí el miedo a la muerte, he perdido el miedo a vivir"...
      La religión , por más que no me gusta es algo, posiblemente inevitable, (por irracional). Las persecuciones más que erradicarla la arraigan a nivel social y l que si es cierto que han generado unos subproductos muy valorables, como el arte y la arquitectura.
      Un abrazo fuerte y cuídate!!!

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    4. Tuve cuando tenía poco más de veinte años una experiencia que conté en el blog cruzando unas aterradoras clavijas en el valle de Ordesa en Aragón. Había una caída de más de cien metro y había que cruzarlas. Estaba en estado de pánico absoluto y comencé a pasarlas, tras darme cuenta de que era imposible no hacerlo, con mis piernas temblando, la angustia alcanzaba sus límites máximos y no podía ni respirar. Sin embargo, en un momento me vino una extraña idea mirando al abismo. Y si me cayera ¿qué pasaría? Me di cuenta de que era algo insignificante el hecho de que yo cayera, y, entonces, perdí el miedo a morir. De pronto se apoderó de mí la levedad y la gracia, y mi cuerpo se hizo ligero y mis pies cruzaron las clavijas sin problemas en un estado de bienaventuranza espiritual como no he percibido nunca más. Pienso que en el mundo budista, esto fue un satori que me sigue iluminando, pero eso no significa que yo no tema inconscientemente a la muerte, de hecho temo a la vida, lo constato cada día, no puedo evitarlo. En cuanto a la muerte, me rebelo contra la vulgarización de que es objeto: pienso que debería ser un canto de esperanza, no un final absurdo y sin sentido como es en realidad porque no miramos más allá de parámetros meramente materialistas. La vida es ferozmente materialista. Tú has tenido maestros zen y ello me ha admirado. Mi mujer pienso que lo es también, y la abuela. Yo siempre dándole vueltas a ideas intelectuales pero ellas son todo lo contrario a lo intelectual pero me dan mil vueltas en cuanto al sentimiento de percepción profunda de la vida. Yo he leído miles de libros pero me temo que la clave no está ahí. La muerte da fuerza a la vida por más que nos resulte anómala y absurda. Puedo entender la relación con tu perra, pienso que los animales son criaturas zen por más que nosotros hayamos creado la literatura, la música y el arte. Un perro puede ser tu más profundo maestro zen, mucho más que lo que se proclaman así en los dojos. Un fuerte abrazo, en estado de felicidad.

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  2. Me alegra sobremanera, JOSELU, que se pueda comentar.
    A lo que vamos: No sabemos si la muerte es el final o el principio de "otra cosa", lo que si sabemos es que nuestros actos determinan nuestro paso por la vida. No deja de ser honroso el pensar que detrás de "esto" no hay nada, pero que al menos uno dejará buen recuerdo, y que las cosas a las que uno se compromete, las conforma sin esperar el premio de "un cielo reparador" .
    Y dos) los budistas, Paco Castillo, tampoco son santos de mi devoción. Mircea Eliade los retrata bien. También tienen diferencias entre las dos ramas principales que se distinguen por su vestimenta (naranja y rojo muy oscuro), en ocasiones han llegado a las manos.

    Un placer el saludaros desde Barcelona
    Miquel

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    1. Dices que nuestros actos determinan nuestro paso por la vida. Yo añado vivamente que también nuestros pensamientos, nuestros sentimientos -miedo, ilusiones, esperanza, ira, violencia-. De hecho, se puede dejar de respirar unos minutos pero no de pensar. El pensamiento está presente en cada instante de nuestra vida, sea en estado consciente o inconsciente durante el sueño o incluso la hipnosis.

      En cuanto al recuerdo que dejamos a veces es tan ambiguo, tan etéreo, tan incomprensible -pienso que los seres humanos (y los animales) somos esencialmente misteriosos- que nadie terminará por saber nada de nosotros, de lo que fuimos, a no ser por esos actos a los que te refieres que solo son la punta del iceberg que sobresale del mar de la conciencia. Nadie sabe nada de Shakespeare o de Cervantes a ciencia cierta. Nadie sabe nada de Galdós sino lo que vivían sus personajes de un modo tan paradójico y contradictorio, porque la conciencia humana es esencialmente contradictoria. Así que no espero nada de lo que yo pueda dejar como recuerdo en relación a mis actos tan superficiales y circunstanciales. Me pregunto, solo es una pregunta, si mi vida anímica, nuestra vida anímica, tan oculta, tan compleja, tan incomprensible, y que nadie conocerá, no puede aspirar a la esperanza de recibir algún tipo de respuesta a la altura de nuestros estertores. El ser humano es un cinco por ciento actos y un noventa y cinco por ciento pensamiento inaprensible y que revela nuestro sustrato enigmático. En nombre de ello, siento que pueda haber algo más, no un cielo reparador en el sentido aburrido cristiano, sino algo intelectualmente, espiritualmente, que colme nuestras impaciencias y nuestras preguntas.

      En cuanto a los budistas: yo he practicado budismo zen durante unos cinco o seis años y mi experiencia, como decía a Paco, es ambivalente. No me gustó como organización humana, pero su filosofía es altamente sugerente. Nadie ha vuelto del otro lado para saber si hay vida tras la muerte o si hay dios o no. Lo único que tenemos, y no es poco, es la percepción del instante presente que forma parte de un proceso incesante de transformación. Nada hay que perdure, que no esté evolucionando permanentemente. No podemos aferrarnos a nada, salvo a ese instante tan difícil de sentir. Esto me consuela, aunque sé que eran budistas los japoneses que perpetraron la masacre de Nankin y que son budistas los birmanos que aplastan a los rohiya en Myammar. Las organizaciones humanas, todas, están sujetas a los fallos, a la depravación, a la violencia... No me gustó el zen por dentro, pero su esencia forma parte de mi modo de percibir la realidad que no excluye ni afirma la idea de un dios ni de la vida de alguna manera después de la muerte.

      Un placer también compartido desde Cornellà, somos barceloneses, aunque metropolitanos.

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  3. Claro, Miquel, el budismo, en cuanto a doctrina que emana de los hombres tiene sus imperfecciones, quizás su lado oscuro, eso ya lo doy por sentado. Aunque si ponemos en la balanza esta doctrina con otras religiones, no es de las que salen, teniendo lo suyo, peor paradas. Pero me consta que de estos temas tú eres mucho más experto que yo. Cuídate amigo.

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    1. Uyyy , Paco Castillo, bien sabes que una cosa es la teoría y otra la práctica. He tenido varios profes budistas dentro de la Facultad de Teología, uno de ellos, al que me suelo referir constantemente, fue Vía Taltavull, uno de los mejores. Sin embargo, en la de Filosofía no encontré ningún practicante y si, sin embargo, neo-positivistas, o empirocriticistas, o positivistas lógicos, todos alejados de mís postulados matafísicos.
      Un abrazo y un placer poder leerte.
      De todo corazón
      Miquel

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  4. Hay la extendida creencia que nuestra vida tiene una finalidad, quizás es el consuelo que tenemos cuando miramos al cielo y vemos nuestra insignificancia. Esto ya es desde antiguo, cuando a los "dioses" les creamos a nuestra imagen y semejanza.
    Un saludo.

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    1. Tienes razón, cuando se contempla el cosmos en su inmensidad nos sentimos sobrecogidos e intuimos que somos polvo de estrellas. Y también es cierto que los seres humanos -no los otros animales- creamos a los dioses a nuestra imagen y semejanza, pero es lo que distingue el ascenso de la cultura humana respecto a otras especies: la esperanza en un más allá. Surge en todas las culturas humanas en cierto momento, esa intuición de que al otro lado de esto, hay algo. El humanismo terminó acabando con esta creencia y nos dice que esto es todo lo que hay, que no hay otro lado, ni trascendencia ni mundo espiritual, que todo es vida meramente cerebral, sináptica. Sin embargo, los seres humanos percibimos en nuestra experiencia una vida incompleta, repetitiva y en muchos momentos amarga y desoladora, que culmina en una vejez -si se llega- que es en general terrible y mutiladora. Luego un funeral de nueve minutos en una ceremonia en que nadie cree -y en estos días la ceremonia solo con tres asistentes-. ¿Esto era todo? ¿Esta era toda la función? Las respuestas a esto son enigmáticas. Parece que en la vida occidental moderna se rechaza todo tipo de trascendencia con un desdén absoluto. No hay nada. Esta es la respuesta oficial del stablishment de nuestro tiempo, de los comisarios políticos, de muchos científicos... No me extraña que no traigamos niños al mundo, que nuestra natalidad sea mínima porque ¿para qué traer a alguien a este mundo para que nazca, crezca, sufra y muera sin esperanza? Cioran decía que un espermatozoide era un asesino en potencia. Las sociedades sin sentido de la trascendencia están abocadas a la desaparición porque todo carece de esperanza, y ya ni siquiera tenemos el sexo porque se ha devaluado, solo nos queda la comida, el placer de nuestras sociedades frente al oscuro panorama existencial. Un saludo y muchas gracias, Temujin. Fuiste un cálido reencuentro el otro día.

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  5. Tengo buen recuerdo de este libro, como de todos los de Steiner que he leido, igual algo menos de Errata y como en un pedestal de Gramáticas de la creación. Siempre hay alguna idea, alguna conexión, algo, fructífero y entusiasmante. Un saludo, Joselu.

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    1. Suelo leer ensayos con frecuencia alternándolos con la literatura. Steiner es un pensador carente de egocentrismo como otros menos dotados que se pretenden así. Me inspira su sabiduría y su humildad, dos cualidades que no siempre se dan juntas. Steiner y Cioran son dos creadores habituales que leo con intensidad. Otra escritora es la mística francesa Simone Weil. La dimensión de algunos pensamientos son de tal fuerza que ponen en cuestión los libros de autoayuda que son tan frecuentes. Steiner siempre fructífero y entusiasmante. Un cordial saludo.

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