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jueves, 2 de abril de 2020

Geoestrategia y coronavirus


La crisis mundial en torno al coronavirus y sus consecuencias letales para muchos miles –millones, esperemos que no- de personas, no oculta que está siendo el eje de complejos combates geoestratégicos en torno a la lucha por el poder mundial entre las superpotencias Estados Unidos y China más evidentemente, pero no solo entre ellos. Cada país se enfrenta a la pandemia como puede y organiza sus fichas estratégicas cara al interior y al exterior. Son momentos de reordenación del sistema de poder mundial. En el interior de nuestro país dependerá de cómo se lleve la situación para que dé o no un giro total en las previsiones electorales que pueden llevar a una radicalización todavía más extrema de la política. El coronavirus podría ser la debacle de la alianza en el gobierno del PSOE con Podemos si no logran liderar bien la situación. Ahora todo el mundo está en estado de shock por el confinamiento, pero llegará, no dentro de mucho, el tiempo de pedir responsabilidades por: 1) la imprevisión y desorganización de la respuesta frente a la infección masiva; 2) la situación de la sanidad en España que hace que miles y miles de sanitarios se enfrenten casi de modo suicida a la enfermedad sin trajes de protección y en condiciones heroicas que provocan que un quince por ciento de ellos terminan contagiados y en cuarentena por la enfermedad; 3) por el  estado de la sanidad,  sujeta a recortes importantísimos en los últimos años y que se piense que no ha estado a la altura de lo que se esperaba de un país europeo; 4) por la terrible recesión económica que va a venir y que nos afectará gravemente a la mayoría. No se percibe un liderazgo moral y político y esto puede ser letal para el presidente Sánchez que puede ser sobrepasado por Pablo Iglesias, o propiciar a media distancia el crecimiento de una opción más enigmática si sube el apoyo a VOX como reacción furibunda de los ciudadanos.

Las potencias mundiales aprestan sus posiciones para buscar nuevos equilibrios. No es que interese romper la baraja. A China no le interesa que Estados Unidos o Europa se hundan porque los necesita como compradores de sus productos, pero se teme o se intuye que China sobrepase a Estados Unidos como líder mundial, al haber frenado el virus de una forma tan drástica en un par de meses mientras en el país de Trump se prevén doscientos mil muertos si todo va bien. Otra cosa que va surgiendo es un montón de dudas sobre si China dijo la verdad sobre el número de víctimas reales en Wuhan. El secretismo chino hace posible cualquier elucubración como está habiendo en los últimos días en que estudios independientes creen que pudo haber más de treinta mil muertos lo que sería muy diferente de los pocos más de tres mil que China reconoció.

Rusia también es un agente en esta lucha mundial por la supremacía, Europa se desune y se disgrega volviendo cada país la mirada al interior, prescindiendo de la visión continental o de política comunitaria. Puede ser la puntilla para que termine de hundirse el sueño europeo y convertirnos en unos actores de tercera en la política mundial. El Brexit ahora se ve incluso como un detalle irrelevante.  

En España, el poder independentista catalán espera poder volver su artillería contra el estado debido al descontento social e irritación que causará la recesión económica inevitable y la gestión de la crisis. Llegará a decirse que sin España habría habido menos muertos en Cataluña. Todo es posible en la rocambolesca visión de las cosas, aunque no poco efectiva y hábil, de los independentistas que ahora elucubran cómo y cuándo darle la vuelta al estupor de su grey contra España.

Este es el sustrato de las pugnas por el poder mundial y nacional, en lugar de reflexionarse conjuntamente sobre los límites del crecimiento y de la acción depredadora de la humanidad, así como del ansia de expansión ilimitada, que han provocado esta catástrofe vírica y el no menos peligrosísimo cambio climático que debería ser el eje de todas las potencias mundiales.

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