¿Embellecemos los resultados los
profesores que hacemos la crónica de las aulas? ¿Contamos como en un cuento
multicolor la vida y rendimiento de nuestros alumnos cuando aplicamos
didácticas novedosas? ¿Queremos expresar al mundo educativo una realidad de color
de rosa cuando esta, la mayor parte de las veces, no lo es tanto? ¿Realmente
nuestras aulas son tan maravillosas como queremos hacer creer?
Profesor
en la secundaria lleva once años en la red. Creo
que no debe haber blog que haya relatado con tanta plasticidad experiencias de
fracaso y de desastre. A veces he rozado la pornografía
emocional narrando la interioridad de un profesor al borde de estados sumamente
oscuros que he vivido realmente en mi carne. Entonces en este blog predominaba
un estado dolorosamente triste. A veces prefería escribir de otros temas que no
fueran pedagógicos para no dar salida a ese río de oscuridad.
¿Entonces? ¿Cómo es posible que relate en
este curso las cosas con tanta ilusión y expectativas positivas? ¿Es realmente
la Flipped Classroom una didáctica tan extraordinaria que pueda dar realmente
la vuelta a la clase? ¿Sus resultados son prodigiosos?
Por simplona que parezca esta metáfora,
manida y gastada, hay dos formas de ver el vaso, medio vacío y medio lleno. Si
lo ves medio vacío, tus expectativas son menores, das mayor relieve a los
problemas, a las disfunciones, a las horas que no han salido como pensabas,
eres más consciente del lado problemático de las cosas. Esperas menos de los
chavales, relativizas los resultados, ves los aspectos más angulosos de la
realidad, se apodera de ti una sensación de cansancio y aflicción que te
impulsa menos a pedir lo imposible. Eres más consciente de la grisura de la
realidad.
En cambio, si puedes ver el vaso medio
lleno – no es una elección- tiendes a aumentar tus niveles de dopamina y
trasformas con un cristal de colores la realidad. Ello te conduce a pensar de
otro modo, a amplificar, a tener expectativas probablemente elevadas, a esperar
muchísimo de tus alumnos y ellos –curiosamente- tienden a intentar equipararse
a tu nivel de expectativas. Predomina más la euforia en tu estado de ánimo. Los
problemas los ves como coyunturales y no les ves más recorrido que el que
tienen. La dopamina es una sustancia legal, no está prohibida de momento. Se
genera espontáneamente el que puede hacerlo. No siempre es posible. Y cuando
cuentas, con altos niveles de dopamina, tus experiencias tiendes a verlas desde
ángulos favorecedores. Y se nota cuando escribes en el blog. Claro que no todo
es bueno, pero este estado eufórico se proyecta sobre los chavales y ayuda al
encuentro con ellos a pesar de la grisura inevitable del curso que se hace
largo y en el que realmente todo el mundo hace lo que puede. Mis experiencias
en otros cursos han sido insatisfactorias. Pues en este curso anhelo que sean
extraordinarias. Veo alegría en el aula, lucha por conseguir mínimos, trabajo
bien hecho, no por todos pero sí por un sector interesante.
Se me dirá que habría otra perspectiva
que sería la realista, ni eufórica ni
depresiva. Puede ser. Sin duda debe haber excelentes profesionales de esa
visión intermedia seguramente provechosa. Y probablemente la más fructífera.
Aunque en el medio en que me muevo los profesores no intercambiamos experiencias.
Nadie parece estar muy satisfecho. Mi instituto es un centro de máxima
complejidad y nuestros resultados no son brillantes. No pueden serlos. Estamos
en otra liga. Supongo que entre mis compañeros debe haber simplemente
profesores realistas, adaptados a los niveles medios de realidad. Que dan un
valor relativo al aula, que no esperan resultados demasiado sorprendentes. Son
personas sensatas y perfectamente equilibradas. No creen demasiado en el nivel
de cambio que puede suponer la escuela. Los comprendo y respeto, claro está.
Pero la escuela parece llevar implícita
una especie de fe en lo imposible. Las teorías pedagógicas que han llevado a la
reformulación del aula, del sentido de la escuela, son siempre utópicas. Los
grandes pedagogos han sido primero visionarios y han planteado una clara
concepción del ser humano aprendiendo cuando todavía las neuronas son salvajes.
Sin un alto grado de idealismo que nos lleva a interpretar sesgadamente la
realidad no es posible formarse expectativas elevadas. En la pedagogía se
define una nítida concepción de la personalidad. Digamos que en mi caso, en dos
terceras partes de mi experiencia me he movido en el terreno de la utopía y he
apuntado a lo imposible, logrando así, los resultados más brillantes que
cupiera imaginar. Algún día los contaré. Pero ciertamente en una tercera parte
de mi vida académica, he vivido como Dostoievski
a nivel de subsuelo experimentando un dolor difícil de describir. Esa sí que
fue la noche oscura del alma del profesor.
Así que he visto las cosas en su intrincada
dualidad. Y me quedo con la evidencia de que el que no es capaz de soñar nunca hará
grandes cosas en esta profesión. Pero eso no se elige. Uno es el que es.
Cierto Joselu, así es. Cada quien se acoge a los más diversos subterfugios, en su mayoría aprendidos para seguir ....o no, según cada cual y a su estilo.
ResponderEliminarSí, es cierto: cada uno hace lo que sabe, lo que puede o lo que le dejan. A su estilo, si puede.
EliminarEfectivamente José Luís, uno es el que es y ¡qué aburrida la vida sin tensiones extremas!
ResponderEliminarRecuerdo muy bien aquella época tuya de desilusión por enseñar, de desmotivación, incluso creo que pediste una excedencia. Por eso me ha alegrado ver como en los últimos tiempos has recuperado las ganas, no de enseñar sólo, sino de hacerlo a tu manera.
Si ya te conozco un poco, creo que eres una persona en debate perpetuo consigo mismo, un explorador a la búsqueda de nuevas ideas, límites, conocimientos… y lo eres también en tu trabajo. El cual, al final, creo que se basa en transmitir e inculcar eso, la inquietud y la curiosidad por explorar, después el conocimiento casi viene solo. No sé qué resultados sorprendentes espera un profesor de su trabajo pero si es capaz de lograr eso creo que puede darse por satisfecho.
A mí lo que me preocupa, y es algo que ya has comentado alguna vez, es cuando dices que los profesores no intercambiáis experiencias, o la sensación que das de que la mayoría de profesores no se rompen demasiado la cabeza en intentar innovar, o cambiar su manera de pensar el aula para transmitir y llegar mejor a los alumnos. Que por otro lado me consta que es así. Pero eso me lleva a ir más allá, o a salirme del tema (o no) para pensar que el problema no es el tipo de profesión, o la complejidad del instituto sino en la poca profundidad de las personas o profesores en este caso. Es decir, si ya de por sí una persona no tiene cierta curiosidad, inquietudes, no ha hecho cierto viaje introspectivo para conocerse mejor o se ha peleado con esos sentimientos extremos en algún momento, difícilmente lo veo capaz de imaginar, entender las necesidades de los alumnos y buscar diferentes maneras de transmitir. Y esto es aplicable a todos los ámbitos, diría.
En fin, un placer, como siempre.
Un abrazo.
Mari Carmen, complejo tema introduces. Creo que hay profesores de muy distinto pelaje, como grupo social de decenas de miles que lo constituyen. Es imposible formular un paradigma de cómo son los profesores, pero lo que considero cierto es que es un colectivo muy pragmático en su gran mayoría, poco dado a las especulaciones. Aunque, claro está, hay muchísimas excepciones a esto y los congresos de renovación pedagógica y los blogs son expresión de esta excepción. En la realidad no se comparten experiencias pedagógicas, se compartimenta todo mucho, cada uno se mete en su burbuja y raramente sale.
EliminarCreo que mi carácter inquieto responde más a un perfil en proximidad con lo artístico y ese transitar entre cimas y simas es reflejo de un vaivén emocional que tiene consecuencias ambivalentes. Para un cierto tipo de alumnado es un aliciente, para otro, tal vez no lo sea tanto.
¿Curiosidad? Si la hay se guarda mucho en el interior y no se comparte. ¿Inquietudes? No podría decirlo, es tan difícil entrar en el interior de las personas...
Sentimientos extremos: En mi caso lo son pero tal vez es por mi carácter, carácter con el que estoy reconciliado y satisfecho, pero no quiere decir que eso sea fácil.
No tengo muchas certezas. Lo máximo que puedo hacer es mostrar mi devenir existencial y eso es la historia del blog, para bien y para mal.
Lo dicho. Hay profesores mucho más pragmáticos.
Un abrazo, gracias por estar ahí.
Bueno, estos espacios tienen algo de terapia personal. Que se pase de algo a mucho es una opción personal. Enhorabuena por esos once años. Con mis casi diez y hacia las 3000 entradas, sé lo difícil que es.
ResponderEliminar"Uno es el que es", estoy contigo, pero también no nos queda otra que ir aprendiendo de los errores, los tiempos son otros hoy en día hay más alumnado y con una diversidad bastante grande Y no estamos encerrados, ya estamos más expuestos a la comparación y eso por un lado es bueno pero siempre se corre el riesgo de que las comparaciones son odiosas.Enseñanza pública, concertada, privada(...)ahí es donde se tiene que escarbar aunque hayamos tenido los mismos métodos de aprendizaje pero cuando se tiene que aplicar el concepto ya eso es otro cantar.Y no lo digo por mi caso: comparto y siento las mismas reacciones que lo que expones, unos cursos con más ánimo que otro pero siempre se busca salir airoso o mejor dicho hacerlo lo mejor que puedes...
ResponderEliminarCuantas veces no hemos escuchado:ser profesor es cuestión de buen sentido, de amar su materia,de ser capaz de ponerse en el lugar del alumno y no tiene nada que ver con el discurso de los pedagogos.Y sobre todo guardar una equidistancia hay que volcarse en los que tengan más dificultad y no en los que te caigan mejor.
Eres un profesor que ama su profesión y eso se nota y más ahora que nos miran con lupa.En mi Centro hemos tenido que descargar, el certificado del registro central de delitos sexuales, para saber si tenemos antecedentes.
Un saludo Joselu.
Creo que mirar con lupa todo no es bueno. Nos expone a una sociedad que cada vez excluye más la libertad en todo los órdenes, a una sociedad puritana gobernada por las redes sociales y sus campañas amañadas de linchamiento. Añoro el tiempo en que las cosas no eran miradas con lupa, un tiempo en que no se creía cualquiera con el derecho de gritar, juzgar y condenar a otros. Por suerte trabajo en un instituto en que no hay un angustioso control de los padres y especialmente de las madres con sus wassaps. Cada vez se vive más esclavizado de las mareas de la opinión social.
EliminarUn saludo, Bertha.
Dos motores eficaces de cambio son la necesidad y el contagio. Y ambos son compatibles.
ResponderEliminarEs cierto, leer algo emocionante tiende a emocionarnos o a irritarnos, en todo caso es una emoción.
EliminarQuerido amigo te lo diré de dos maneras y facilmente entendibles. Una muy Zen o budista o entremezclada y la otra tanguera...
ResponderEliminar1.- incluso en la ciénaga más corrupta florece el más bello Loto
2.- y así fue que cayendo de medio lao me encontré una rosa en el fangal...
Y conste que lo prefiero a verlo todo gris u oscurito.
Y también es posible que en el palacio más exquisito surja el olor de la ciénaga cuando menos se lo espera.
Eliminar¡Muy bien descrito El efecto Pigmalión!
ResponderEliminarYo no lo sabía hasta hace poco, pero parece que soy una persona optimista básicamente. Digo que no lo sabía hasta hace poco, porque hace falta más de una vida para conocerse bien, como diría Confucio, y yo, como todos, vivo enredada en tantas cosas que me falta introspección para definirme.
Al leer tu post me reconozco más bien en el vaso medio lleno, lo que me llevaba a ir con altas expectativas al trabajo y comprender que esos días salían mejor que cuando arrastrabas tu moral por los suelos. Tengo la sensación de que los alumnos captan esos estados de ánimo y responden a ellos automáticamente.
Otra cosa es que el trabajo te sirva de terapia, que a mí me ha sucedido.
En cualquier caso, tienes razón cuando dices que si depositamos altas expectativas en los alumnos, se esfuerzan por cumplirlas. A mí, la mayoría de las veces me maravillaban, así que no tenía mucho mérito proyectar en ellos el efecto Pigmalión, era algo que ocurría naturalmente en mi caso. Eso sí, los resultados han llegado a ser magníficos a veces, ¡he logrado aprender tanto y tan diverso...! Mi mochila está bien cargada, así que no creo que haya que ser profesor realista, eso está bien para no darte un batacazo y que no peligre tu zona de confort, pero ¿cómo entonces nos hubiera contestado el presidente Zapatero o hubiéramos salido en el telediario? Aquellas experiencias fueron inolvidables, supongo que se cerró el círculo y que ellos proyectaron en mí sus altas expectativas. Como en todo ecosistema, el equilibrio es fundamental.
Me alegro mucho de que este año tus reflexiones sean más "de vaso medio lleno".
Un abrazo.
Estamos en sintonía. No todos los días el vaso está medio lleno, pero hasta aquellos días en que lo vemos casi vacío, hay algo que nos reconcilia con el ser.
EliminarUn abrazo.
Completamente de acuerdo: profesor es el que carga consigo mismo y, haciendo de tripas corazón idealista, es capaz de seducir a los alumnos para convencerlos de que objetivos razonables combinados con severa autodisciplina para conseguirlos es una mezcla que le da sentido a la propia vida. Con todo el poso amargo del escepticismo radical a que el mucho leer conduce, incluido el dolor que el Eclesiastés da por descontado como esencia constitutiva del ser que aspira a saber, mi confianza en el ser humano es casi ilimitada. Y eso es algo que he procurado transmitir siempre a mis alumnos. Los ejemplos de superación individual son, siempre, un estímulo incontestable, y de eso el deporte está lleno, por suerte. La alianza estudio y deporte es otro de esos maridajes afortunados en los que siempre he insistido. Siempre me ha parecido "de expediente sancionador" que un docente se atreva a descalificar a un alumno, repitiéndole aquello tan manido, y que a mí mismo me dijeron, del "muchacho tú nunca legarás a nada". El todo es divertirse aprendiendo, sin duda, y eso está al alcance de todos.
ResponderEliminarEl que te dijo que nunca llegarías a nada fue profético aunque no dejaba de ser una verdad perogrullesca. Nunca llegamos a nada. Lo contrario es pura ilusión. Solo quedan los versos y la poesía en cualquiera de sus formas.
EliminarUno es el que es y, probablemente, el que no es.
ResponderEliminarTú no podrías hacerlo de otra manera, creo que tu actitud ante la vida no admite ciertas componendas con la realidad. Por lo que he percibido a lo largo del tiempo en tu blog, expresas tus estados de ánimo con mucha nitidez y más en algo con lo que estás tan comprometido como la enseñanza.
ResponderEliminarHay algo que se produce de forma generalizada cuando alcanzamos cierta madurez en la vida. Me refiero al descarte de cierta inocencia emocional considerándola como algo que nos delata frente a los demás haciéndonos más vulnerables.
Eso nos impide transmitir o incluso sentir nuestras propias ilusiones pensando que los demás nos van a tomar por unos ilusos o peor que lo somos nosotros y descartarlas como vanas fantasías.
Saludos
Tienes razón. Yo estoy continuamente en contacto con adolescentes que son pura emoción, muchas veces disparatada, alocada, disruptiva, provocadora. Hemos de lidiar con las emociones. Los adultos las escondemos más. Yo soy capaz de comprender más a los terribles adolescentes que a los racionales adultos. Raramente encuentro con quién hablar, con quién compartir mi mundo. Las conversaciones son difíciles, se parten de muchos apriorismos y tópicos. Los adultos no se exponen demasiado. Tal vez nos dé temor parecer vulnerables. Y es que no es cualquier cosa mostrarse vulnerable. Alguien vulnerable excita la furia de la jauría que se lanzará sobre él sin dudar.
EliminarSer iluso en el entorno educativo tiene muchos riesgos que conozco bien.
De todas maneras a uno le queda cierta ilusión de poder expresar por escrito algo. Algo que no sea tópico para defenderse.
Saludos.
¿Y por qué no pensar que ni es tan bella cuando la pintan bella ni tan gris cuando la pintan gris?
ResponderEliminarHay una entrada pasada en la que hablando de otras épocas dices algo así: entonces yo para engordar mi ego les hacia estudiar esto y lo otro... ¿por qué tu profunda intención habría de cambiar con el método? ¿por qué dar la clase con un método más moderno no podría ser un modo de engordar el ego? Miren ustedes que moderno soy.
¿Qué decir? Puede que tengas razón. De todas maneras pronto dejaré de engordar el ego en mi instituto y cederé ya definitivamente a otros la tarea difícil que tiene por delante.
EliminarDivides al profesorado en dos clases. Los grises y los modernos. La línea es más difusa. Ni tanto ni tan calvo.
ResponderEliminarY sobre todo noto que adornas las cosas cuando poner una película en clase lo conviertes en un "estupendo acto de lectura e interpretación de imagenes". O en un modo de "derribar los muros de las aulas". Chúpate esa, maría Teresa. Este pareado lo decía mi madre.
Sí, a veces uno necesita creerse importante para tomar impulso.
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