Suelo mantener una relación intensa y fluida con algunos
antiguos alumnos con los que me escribo en un tono directo. Algunos de estos
intercambios forman parte de un encuentro dialéctico continuo que no forma
parte simplemente de la relación con un antiguo profesor al que se recuerda con
más o menos afecto. No. El intercambio sigue y es importante porque todavía
tenemos cosas que decirnos y proponernos, entrando a veces en debates que
siguen punzantes, relevados de cualquier respeto reverencial.
El otro día una exalumna y amiga me decía en uno de sus
correos acerca de mis consideraciones sobre los jóvenes actuales a los que doy
clase y sobre los que mantengo algunas opiniones escépticas. Me decía
Cora, que ahora tiene en torno a los veinticinco años:
La inmensa mayoria de jóvenes vive
entregada por completo al presente, la evasión, la socialización. No piensan en
el porvenir. De hecho no les gusta pensar. Yo les comprendo, llevo una vida
parecida. El ego al poder. Sólo el mundo más cercano e inmediato, el personal,
no nos resulta ajeno. Todo lo demás carece de veracidad.
Esto me llegó por la noche y lo leí
antes de dormir, pero se me quedó aleteando en la conciencia porque lo veía
verosímil y expresado por un miembro de esa juventud que en su caso tiene
intereses intelectuales muy profundos y complejos.
Que a los jóvenes no les atrae pensar
es algo palmario, y he ido viendo una continua evolución en ese sentido desde
que soy profesor. Hubo un tiempo en que el profesor que lograba hacer
reflexionar y profundizar acerca de algún tema candente, incluso de naturaleza
filosófica o literaria, lograba encandilar a los alumnos que se sentían
atraídos por la reflexión abstracta y existencial.
Tal vez sea, lo que dice Cora, y que
solo el mundo cercano e inmediato, el personal, no resulta ajeno, y que todo lo
que vaya más allá carezca de veracidad, igual que carece de interés el futuro,
el porvenir ... y que solo la evasión y la socialización tienen sentido en un
disfrute continuo del presente al que solo se le buscan sus perfiles
hedonistas.
Recuerdo la película mítica de El club de los poetas muertos en que el
profesor Keating llevaba a sus
alumnos a la consideración del Carpe diem
como modo de estar en el mundo. Era esto en un lejano 1989, justo cuando caía
el muro de Berlín, pero parece
marcar una constatación de una evolución que se haría visible en las siguientes
décadas y que yo no percibí hasta entrado el siglo XXI cuando me di cuenta de
que los temas y las motivaciones que habían funcionado con otras generaciones
habían dejado de surtir efecto por completo hasta llegar al presente en que
parece reinar -a lo menos en el mundo en que yo me muevo- un dominio absoluto
de las motivaciones concretas del vivir cotidiano e inmediato, más bien del
instante preciso en que se vive y que se define esencialmente como aburrido o divertido. No interesante o motivador, no, las palabras que lo
expresan son precisamente esas ¿es divertido?
¿es aburrido? sin entrar en otras
consideraciones que lleven a planteamientos más dilatados o pospuestos en el
tiempo. Todo tiene que ser aquí y ahora, inmediato, y producir una sensación de
placer físico o anímico conectando con el estado versátil del ego más
evanescente.
Es el reino del ego, unas
generaciones egoicas que no toman en consideración una dilación en el placer
que debe ser inmediato y conectado con la propia vida en el momento actual, no
el que vendrá en uno, cinco o diez años. No, para eso se carece de perspectiva
...
Sin embargo, a medida que voy
escribiendo advierto con pasmo que no difiere demasiado de mi modo de
contemplar y experimentar el mundo y la realidad. Lo que me decía Cora expresa
en alguna medida lo que ella siente, pero también lo que yo también necesito
para vivir ... y ello me lleva a pensar que no son solo los jóvenes los que
viven en ese mundo de la inmediatez absoluta egocéntrica. No. Hemos cambiado
todos, incluido los adultos que nos hemos hecho a ese modo de vivir el
presente, aunque matizado claro está por nuestras obligaciones que son más
tiránicas y perentorias. Pocos quieren dilatar la obtención del placer
encarnado en la inmediatez ... y el presente más absoluto.
¿Y pensar? ¿Para qué? Si sabemos que
pensar no nos alivia del dolor de vivir, ni nos lleva a consideraciones menos
pungentes acerca de nosotros mismos.
Tal vez lo que diferencia a los seres
humanos no sea su necesidad de revelación precisa y exacta del placer en el
instante presente sino la necesidad de autoconciencia que lleva a algunos a
observarse cuidadosamente y sentir placer intelectual en la propia visión de la
evolución de nuestros estados de ánimo y de nuestras ideas potenciales.
No, no somos tan diferentes. Solo que
algunos somos más conscientemente narcisistas en un mundo que lo es en alto
grado sin demasiada conciencia de ello.
Querido Joselu, te tengo olvidado del todo. Esa plataforma tuya que has estado usando/usas me tenía /tiene descolocado. Me estaré volviendo animal de costumbres. Esa reflexión final... pero es así. Hasta la publicidad nos incita a ello el "lo quieres, lo tienes", sólo que ahora tal y como está el patio la cosa está mas dificil.
ResponderEliminarAutocomplacencia...pues si.
Bienvenido, Malo.He decidido ir colgando en ambos sitios los posts que vaya escribiendo. He necesitado alejarme un tanto de este blog al que he estado unido durante siete años, va para el octavo, en una especie de terapia de liberación.
EliminarEl eslogan que has recogido es suficientemente explícito: "lo quieres, lo tienes" y en esa filosofía nos hemos reeducado incluso los que provenimos de otros orígenes más austeros. No sé cuáles serán las consecuencias, pero me temo que irán en relación con una baja resistencia frente a la frustración que consideraremos como inaceptable. Esto nos hace especialmente frágiles y quebradizos, además de propensos a ideologías sospechosas. De momento esto no ha llegado, pero es cuestión de tiempo. El análisis de Cora es bastante aproximado a lo que somos, jóvenes y adultos. Sujetos esencialmente lúdicos que solo entienden el ego y la inmediatez como experiencia veraz.
Vivimos una época convulsa y extraña, hemos pasado de un gran avance económico y social como nunca hasta ahora a la penuria física y moral en cuestión de poco más de un año. Quizá se venía fraguando desde hace tiempo, pero su estrepitosa caída nos ha pillado desprevenidos y lo peor es que aún no hemos tocado fondo. Con semejante maremágnum, ¿qué vamos a enseñar a nuestros alumnos? ¿Qué les vamos a exigir? ¿Honradez? ¿Esfuerzo? ¿Solidaridad? Venga ya, nos dicen, en qué mundo vives, profe... En "Salvados" nos mostraron en un magnífico reportaje el abismo que nos separa de Finlandia, en todos los aspectos, y la tontolhaba de Ana Rosa Quintana (ahorremos adjetivos, por favor, no insultemos a periodistas y escritores de verdad) se retrata diciendo chorradas en Twitter, oportunamente respondidas, cierto, pero que ahí quedan. ¿A qué viene esto? A que esos son los modelos que nos ofrecen, esas mediocridades vergonzantes, personajillos seguidos por millones de personas que asumen como suyas semejantes opiniones. Pasamos frente al televisor un número increíble de horas, horas en las que nos adoctrinan y convencen de que nos merecemos ser machacados y pisoteados, que somos mierdecillas, simples contribuyentes, gusanos productivos y consumistas a la vez. ¿A quién le conviene que pensemos y nos rebelemos contra esta destrucción masiva? Al poder no, desde luego. Nadie quiere un pueblo culto y crítico, es mejor ser un rebaño ciego y sordomudo, es más manejable. El aquí y ahora es lo único que vale, para niños, jóvenes y adultos. Las conductas que tanto criticamos en los alumnos son en buena medida herencia nuestra. Nadie quiere oír hablar del dolor, el sufrimiento, el esfuerzo... Por eso llama tanto la atención el esperanzador testimonio que nos ofreces de una joven inteligente y razonable, alejada del tópico que mete a todos los de su generación en el mismo saco. Yo también tengo exalumnos similares, o sea, aún hay esperanza, no lo habremos hecho tan mal. Que se enteren esos mastuerzos que nos insultan y menosprecian...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, colega.
He visto parcialmente el programa de Salvados. Me falta la parte referida a Finlandia, pero lo que he visto en colegios de primaria en Barcelona me ha parecido sensato y bien planteado. Lo bueno es que obtuvo un éxito de audiencia contrariando a los que sostienen que lo hay que dar a los espectadores es basura para que la puedan digerir.
EliminarY sí, es cierto que las conductas de nuestros adolescentes son heredadas o mimetizadas de las nuestras. De alguna manera hemos proyectado sobre ellos un modo de estar en el mundo o nos sentimos impotentes para cambiar su percepción de cómo son las cosas. Esa impotencia la detecto muchas veces en las madres que vienen a hablar conmigo como tutor. No saben cómo hacerlo y sus hijos se les escapan. Sin duda educar a un adolescente es muy complicado, cada vez más. Nuestro espejo son ellos … pero también hay una poderosa industria audiovisual que escapa a nuestra influencia en la que son educados y que nos influye también a nosotros. En cierta manera somos condicionados fuertemente por los medios que han creado en nosotros un modo de estar en el mundo frente al que es muy complicado escaparse. Pero ¿cómo enfrentarse a ello? ¿cómo ser diferente? Solo cada uno sabe la respuesta, porque respuesta global es imposible cuando toda la sociedad parece padecer la enfermedad del individualismo y el egocentrismo, sin ser conscientes de ello.
Un abrazo, colega. He decidido volver por aquí como has visto.
Bueno Joselu, aún nos queda el escepticismo y los palos que ya nos dió la vida. Aunque tengo cierta tendencia pesimista creo que hace falta un poco más para que nos frustemos. Despues caeremos directamente en brazos de la depresión... :)
ResponderEliminarSupongo que todo es un vaivén. Pienso en la decadencia del imperio romano en la que reinaba en sus capas dominantes también la idea de hedonismo máximo y satisfacción de cualquier deseo a cualquier precio. Escribo y al escribir me doy cuenta de que en realidad no es algo totalmente nuevo. Sí que es nueva la socialización de la inmediatez que antes solo pertenecía a los sectores dominantes, y es lo que percibo entre mis alumnos que solo desean lo fácil y que no les comprometa demasiado. Pero lo que peor llevo es que detesten pensar. En cuanto a caer en brazos de la depresión, es un peligro evidente al que nos exponemos todos los formados en esta cultura de la inmediatez y la renuncia a la dilación como expresión de un modo de estar en el mundo. Gracias, Malo, por tu aportación.
EliminarGrandísima y mayúscula entrada.
ResponderEliminarLo que escribes aquí es una profunda reflexión sobre el placer mundano y la necesidad de inmediatez del mismo. Pero debo diferir ligeramente en tu opinión. La cultura del ”carpe diem” quizá esté más extendida que antaño, cuando los valores morales imperantes requerían de rigidez en nuestras normas y comportamientos. Pero al igual que no es lo mismo que una persona decida de vez en cuando tener sexo sin compromiso con alguien que quien decide tirarse a todo lo que se menea, disculpa mi expresión.
Hay que disfrutar el momento, pero para hacerlo necesitamos tener momentos en que no lo disfrutamos, en que el tiempo es una lacra porque hay que estudiar, hay que trabajar o hay que pensar en todas y cada una de nuestras obligaciones. En mi opinión, prácticamente cualquier persona con un pensamiento moderno tiene en la mente el ”carpe diem”, la diferencia es que hay quien lo hace su modo de vida porque no siente que tenga obligaciones.
No te has de sentir mal por sentir placer en la inmediatez, en quizá disfrutar más de escuchar un viejo disco de música al que ya pusiste un esfuerzo en comprender, asimilar y amar, que en rebuscar entre la mierda imperante para descubrir una canción que te apasione como siempre. Es por esa inmediatez que muchos jóvenes escuchan lo que les ponen por la radio o deciden leer sólo los libros del estilo la saga Crepúsculo.
Si algo da placer inmediato y es fácil, tiene éxito asegurado. Y quizá lo único que nos falta es la cultura de la obligación y de que no todo lo difícil es peor, porque si hacemos un factor que sea la fracción placer/dificultad, puede que encontremos cosas difíciles que nos reportarán muchísimo placer. Como el buen sexo.
El mayo del 68 puso en circulación la idea de inmediatez en la obtención del placer y de profunda desconfianza en todo lo que supusiera dilación en su obtención. Venimos de aquella década, y el tiempo ha ido afianzando la necesidad perentoria de un goce inmediato, lo que por sistema supone una pérdida de entidad en la calidad del placer que necesita de la dificultad para hacerse denso. Los jóvenes (y no tan jóvenes) son herederos de esa concepción que nos esclaviza y no nos deja darnos cuenta del otro lado de la cuestión: que la dificultad enriquece y nos hace accesibles otros estados de conciencia más complejos y creativos. Pero ¿quién en su sano juicio, si puede escoger lo fácil, optará por lo difícil? He ahí la cuestión que nos atañe a todos los que vivimos en esta cultura de la inmediatez tan diferente a la que vivieron nuestros mayores que sabían que tenían que esperar. No obstante la cultura del siglo XX, y ya antes del mayo francés, desde el periodo de las vanguardias apuesta por la velocidad y la satifacción egoica lo que llevó a conquistas sociales y culturales impresionantes ... pero a la vez nos metió en una paradoja irresoluble a la que llegados en este momento no sabemos qué desenlace tendrá porque pudiendo escoger lo fácil, ¿quién elegirá lo difícil? Muy pocos. Muy pocos.
EliminarSin embargo...
ResponderEliminarCuando uno juzga así a los jóvenes, ha dejado de serlo y ha perdido la propia memoria o la ha reinventado.
Sin duda, yo conozco a esta muchacha y sus circunstancias vitales. Puede ser que su juicio suponga una reinvención de la memoria. No sé. Sí que supone un ejercicio muy potente de autoconciencia que no es común a esa edad, y tal vez sea signo de cierto olvido de la inconsciencia de la juventud en la que a tal edad se ha de estar inmerso. No obstante, en numerosos artistas que todos conocemos existía un agudo ejercicio de autoconciencia a edades muy tempranas. Nuestro tiempo ha orillado esa facultad autoconsciente por nociva o no adecuada a una edad en que uno debe ser más instintivo, pero tiendo a pensar que es nuestra época la que ha creado una burbuja de supuesta juventud hasta los cuarenta años, y que evita todo ejercicio de exploración del universo interior y que se evidencia en esta opinión que he tomado como referencia.
ResponderEliminarPensar es un ejercicio, de siempre, peligroso. Peligroso y además costoso. Lo primero, ya los políticos decimonónicos lo denostaban, y así se lo hacían ver a la plebe; lo segundo, lo de costoso, es algo que no cabe en una mente adolescente. La cultura del esfuerzo es algo marchito y propio solo de personas sublimes, que también las hay. Pero cuando se tienen pocos años, uno no sabe qué es el esfuerzo, no quiere saberlo, y por tanto huye de todo aquello que le suponga arrimar el hombro. Pensar... ¿para qué?. Yo cuando quiero algo pulso algunas teclas y ya está. Ese es todo su esfuerzo. Y los profesores andamos entre estas tendencias, yo diría que epicúreas, y no acertamos a ver el bosque. Estamos perdidos. Y nuestros alumnos, también. Aunque ellos, aunque quieren ser el presente, en realidad son el futuro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que lo has sintetizado muy bien, Miguel… Y este es el panorama que nos encontramos con frecuencia, por no decir siempre, en las aulas. Me resultaría fácil pensar que el que falla soy yo, que ya no estoy a la altura de los tiempos… y puede que sea así. El próximo post va sobre ello. El resultado es que los profesores estamos confusos, y el ambiente no nos ayuda, ni los cambios legislativos, ni la cultura de época que se ha apoderado de toda una forma de sentir el mundo.. que se traduce en la renuncia al pensamiento como ejercicio vital, y la renuencia absoluta ante el esfuerzo… Y estos muchachos, como bien dices, son el futuro. Tal vez sean los árboles los que no nos permiten ver el bosque y también nosotros sobrevivamos como epicúreos intentando no ser demasiado maltratados por las circunstancias.
EliminarAyer hablaba con un alumno al que quiero mucho. Va hacer 17 años y está en tercero de ESO. Su tiempo en el centro se acaba y él lo sabe, no conseguirá el graduado. Nos caemos bien, nos apreciamos, llevamos tres años juntos, Ciencias Sociales le gusta. Hoy teníamos un examen y dos tercios de la clase ni siquiera lo recordaba, no se habían molestado en apuntarlo en la agenda. Últimamente observo que los alumnos ni se molestan en hacer chuletas, en copiar. Simplemente pasan por completo.
ResponderEliminarPues bien, me senté junto a este alumno mientras el resto enredaba con el examen y un puñado (4 ó 5) intentaba de verdad hacer algo. Juanma, que así se llama, me lo decía: lo que nos cuentas no nos interesa, nos resulta lejano e inservible, nos aburre.
Me parece muy acertada tu reflexión. Solo llevo 17 años enseñando pero ya he notado un evidente proceso, cada vez más acelarado, de cambio en la inquietudes de los alumnos.
Yo trabajo mucho con vídeos e imágenes y eso antes funcionaba, ya no. Hace un par de meses, en esa misma clase en la que está Juanma, proyectamos varios vídeos e imágenes sobre desastres naturales (tsunamis, terremotos) en clase de sociales; también mostramos imágenes sobre el holocausto y la exterminación nazi en clase de ciudadanía. Su reacción (de muchos no de todos) fue morirse de risa, descojonarse de la destrucción que generaba un terromoto y reírse a carcajadas mientras un nazi reventaba la cabeza de un preso. Indignado lo comenté a un amigo filósofo que me dijo: no lo tomes a mal, no son insensibles o fascistas, simplemente no toleran ni procesan el dolor o el sufrimiento y prefieren ver el mundo con un lugar de disfrute; ellos simplemente actuaban como si jugaran a un videojuego. Tenía razón.
Un saludo y me alegro de volver a verte por tu blog de siempre
Un comentario como el tuyo bien merece la pena no dejar este lugar abandonado demasiado tiempo. Este blog me ha dado una enorme satisfacción a lo largo de siete años, pero llegó un momento en que me sentí saturado… y cuando volví lo hice a otra plataforma de diferente signo. Ahora he decidido publicar simultáneamente en las dos, a ver qué pasa.
EliminarEn cuanto a lo que dices, no puedo estar más de acuerdo. La vida y las imágenes se experimentan como vídeojuegos, y lo que nosotros les explicamos no les importa un comino. Y soy consciente de ellos cuando he de explicar a alumnos de cuarto de ESO, el Novecentismo y las vanguardias, antes de la generación del 27. ¿Solucionaría la papeleta otros temas más cercanos? Mucho me temo que no. Es la misma vocación del pensamiento y de educación de la sensibilidad las que están en cuestión. Los profesores hemos de aprender a sobrevivir en un ambiente
que no es favorable, y en el que somos personajes un tanto patéticos, hablando de la Restauración o el Novecentismo o una novela de Galdós… cuando lo que la mayor parte ansía es participar en vídeojuegos como espectadores o como ejecutantes. Y sí, he tenido la misma sensación ante temas difíciles o terribles. Hace cuatro años cuando la invasión israelí de Gaza, que estaba en su apogeo, decidí en clase de lengua llevarles un poema de un poeta palestino -Mahmoud Darwish- y hablar de la situación planteada. El poema hablaba de destrucción de la casa de un niño y de la muerte de su madre. No les interesó en absoluto, y cuando les sugerí que se pusieran en el lugar del niño, me dijeron que por qué tenían que hacer eso, que no querían hacerlo. Fue un fracaso. La inmensa mayoría desconocía todo sobre Gaza aunque era el centro de los noticiarios de aquellos días. Creo que la interpretación de Cora es bastante razonable y lúcida. No les interesa nada que no tenga que ver con su propia vida -su pequeña y miserable vida, como la de todos-, y pensar está en último lugar de su escala de intereses. Gracias por hacerte presente.