¡Por fin han estrenado en Barcelona la película de Al Gore, Una verdad inconveniente o incómoda como lo han traducido al castellano! He ido a ver la primera sesión matinal a las 11.45 con el objetivo de llevar posteriormente a mis alumnos de cuarto de ESO a verla y pedirles algunas reflexiones ad hoc que serían posteriomente publicadas en el blog de la clase. Me hacía una enorme ilusión. Lo habrán visto por mis comentarios en varios posts que he publicado hasta la fecha.
La idea de la película surgió a partir de las charlas-espectáculo que Al Gore realiza a lo largo y ancho de Estados Unidos y el resto del mundo sobre las consecuencias y realidades del llamado “calentamiento global”. Según él, estamos en estado de “emergencia planetaria” pero las respuestas son demasiado tímidas y los gobiernos no acaban de estar implicados en la resolución de la crisis, la más grave que atraviesa la humanidad, mucho más preocupante que el terrorismo. No nos queda demasiado tiempo para intentar atajar la situación, quizás cinco o diez años. Luego será irreversible. La población se resiste, a pesar de que conoce los fundamentos del análisis, a actuar en consecuencia. Es una verdad incómoda porque si se reconoce que es una verdad, hay que cambiar. Y el cambio puede llegar a ser muy incómodo.
A partir de su conferencia, se ha realizado la película que impresiona por la densidad científica de la misma. No se ha hecho una concesión gratuita al espectáculo. Al Gore conduce de principio a final la presentación de los hechos. Con sus palabras, va desgranando los efectos visibles del “calentamiento global” y el llamado “cambio climático” que está elevando la temperatura media del planeta, incluidos los mares. Los glaciares están desapareciendo y las grandes formaciones de hielo del Ártico, la Antártida y Groenlandia están fundiéndose a una velocidad crecientemente acelerada. Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera -una capa extraordinariamente fina y delicada- son la principal causa del calentamiento. Los rayos solares que deberían volver al espacio se quedan en la tierra provocando el efecto invernadero.
He visto la película –subtitulada- intentándola ver con los ojos de mis alumnos de dieciséis años, algunos miembros de las llamadas “aulas abiertas” que acogen eufemísticamente a estudiantes con graves dificultades en el aprendizaje. Algunos subtítulos no se veían bien lo que hacía difícil seguir el hilo del discurso de Al Gore. El tono profesoral del conferenciante era apasionante y apasionado, pero para mis alumnos sería demasiado pesado e insoportable. No entenderían la mayor parte de los análisis que allí se exponen, del mismo modo que no comprenderían las referencias a la política norteamericana ni a las elecciones en que Al Gore fue vencido –por maniobras de la familia Bush pero no por los votos-. No entenderían las referencias al protocolo de Kyoto no firmado por los Estados Unidos ni las que hacen alusión a la comunidad científica internacional. En muchas de las palabras de Al Gore se desliza la ironía, que es compartida por el público norteamericano que asiste a la charla, pero no sería captada por mis alumnos que se sentirían distanciados de la película.
Me temo que si no consigo colaboración por parte del seminario de Ciencias Experimentales –y no será fácil porque no hay tantas personas que se tomen este tema suficientemente en serio- sería prematuro e incluso contraproducente llevarles a ver una mañana de otoño una película tan rica en contenido como carente de acción y de espectáculo. Es una película densa de ideas y de razonamientos que fomentan una reflexión moral y que promueve una toma de conciencia no catastrofista, porque entre la negación y el sentirse derrotado aún hay espacio para la “acción eficaz”. Podemos reducir las emisiones de dióxido de carbono, cada uno en el plano individual con acciones adecuadas y podemos también presionar a los gobiernos (España es uno de los países que menos está cumpliendo los compromisos del protocolo de Kyoto de reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera) para que actúen de modo efectivo Son acciones políticas individuales y gubernamentales las que son necesarias.
Aquí entraría la necesidad de alertar a los jóvenes sobre el cambio que se está operando en la Tierra. De aquí mi pasión por despertarlos y hacerles tomar conciencia con esta película, pero mucho me temo que llevarles a verla traería más inconvenientes que éxitos. Podría obtener un resultado claramente adverso si lo que consigo es que se aburran soberanamente.
Sin embargo, habría un diez o veinte por ciento de los alumnos que se sentirían conmovidos por la película. Conmovidos y conmocionados. Pero el noventa por ciento la verían como un “rollo” inaguantable. Es una lástima que ese diez por ciento no pueda tener acceso a las grandes ideas de nuestro tiempo ni a destacadas obras de la literatura. Siempre hemos de pensar antes en el otro noventa por ciento que no está dispuesto a hacer esfuerzos por progresar y por comprometerse. Este es uno de los grandes problemas del sistema educativo actual. Que pesa mucho más ese noventa por ciento, que el diez por ciento que podría ser el fermento de un cambio considerable y que podría extender su radio a otros alumnos intermedios.
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viernes, 3 de noviembre de 2006
¡Qué lástima!
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Cómo cuesta encontrar estas películas en Sevilla...
ResponderEliminarPensaba que el estreno hoy tres de noviembre era en toda España. Imagino que en Sevilla también se estrenará. En todo caso, qué bueno verte por aquí. Un cordial saludo.
ResponderEliminarJoselu:
ResponderEliminarHabrà que ver esa pelìcula. En cuanto a los porcentajes no hay que adelantarse, y si en vez del diez, son el veinte o el treinta?
Una persona, a veces puede cambiar el mundo.
Abrazos.
Sí, probablemente me he adelantado demasiado en cifrar los porcentajes. Por eso, a veces pienso que hay que ofrecer alimentos de primer orden a los alumnos para que "esos" puedan aprovecharlos si es que están interesados. Que tengan su oportunidad. Un fuerte abrazo, Rodolfo.
ResponderEliminarBueno, aunque no lo entiendan todo, que seguro que no, puede llegarles a sus respectivas materias grises por simple transpiración. Saludos
ResponderEliminarAl final llegamos a lo de siempre, a pesar de la mandanga de las nuevas tecnologías: la comprensión de los mensajes. Educar a los discentes en la comprensión de los mensajes, en el discernimiento de lo que son ideas, hechos, verdades de perogrullo, mentiras y otras virtuosidades y maldades que podemos cometer con la lengua ha de ser, al final, el único cometido de los profesores de Lengua. Los franceses lo tienen -¡o lo tenían!- claro: la disertación era la prueba estrella para sacar el título de bachiller. Quien quiera saber exactamente su grado de importancia, que lea "Los monederos falsos", una obra absolutamente contemporánea.
ResponderEliminarY para ese menester, con un buen texto -el famoso post del "Entetanimiento", por ejemplo, con el que mis alumnos se han ejercitado en ese arte de la comprensión- el profesor tiene que le sobra.
Claude Simon dijo una vez algo así como que la inteligencia consistía en ser capaz de leer una página formada por una sola oración subordinada sin perder el hilo. Tratándose de un francés bien podría considerarse una boutade, pero mucho me temo que seríamos pocos los que pasáramos ese examen...
Así pues, el remedio contra esa "incapacidad" intelectiva estriba en enfrentarlos a textos que, progresivamente, les vayan permitiendo ampliar su grado de comprensión y su capacidad de discernimiento.
Este es un tema apasionante, pedagógicamente, que debería hacernos reflexionar a todos los profesionales de la materia para exigir un cambio en los splanes de estudio que nos permitiera salir de la ergástula de las gramatiquerías -¡qué excelente el artículo de Landero: El gramático a palos!- e instalarnos en el prado peripatético de la comprensión.
Ahora bien, ¿cuándo se ha visto que se convoque algún congreso de profesionales donde estos sean los temas esenciales?
¡Ojalá que lo veamos!
Deduzco o infiero por vuestros últimos dos comentarios que me aconsejáis que los lleve a verla, pese a su reacción adversa. ¿O entiendo mal? Juan Poz propone el ejercicio de la disertación como método para la evaluación de la capacidad intelectiva de un alumno. No puedo dejar de estar de acuerdo, y de hecho quiero que a partir de la película realicen una disertación sobre lo que han visto. El problema es la densidad de la película y es por ello que exponía mis dudas sobre la conveniencia de llevar a verla a alumnos de capacidades muy distintas. Desde alumnos inquietos de Aula oberta, alumnos magrebíes que difícilmente entenderán los subtítulos -porque la única sesión que podemos ir a ver es subtitulada-, alumnos intermedios pero poco dados a la concentración y alumnos que serían susceptibles de entender el mensaje. Esta era mi duda.
ResponderEliminarHoy mismo me han propuesto ir a ver la película. Es tan importante cuidar la Tierra. Todos tenemos parte de responsabilidad, unos más que otros, cierto. Pero el consumismo desenfrenado, la globalización y las terrocracias, llevan a ese caos. ¿Cuál es la solución?. No sé, Joselu, tal vez Gore lo sepa. Un saludo
ResponderEliminarHola profe,soy un alumno tuyo de 4ºA y no se cómo pero he conseguido entrar en el blog de joselu xD.Yo creo que sería buena idea poder realizar la salida a ver la dicha película,a mí por ejemplo no me disgusta.No t imaginas quien puedo ser pero me ha hecho mucha gracia la palabra "prestidigitadores".Hasta mañana.¡Ah!La película de bodas de sangre no está mal aunque no hablen.
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