Reconozco que siento alergia hacia la “literatura juvenil”. No hay peor sensación para mí que recibir información sobres las novedades editoriales en el campo de la adolescencia y leer los títulos llenos de esbozos de aventuras o misterios repletos de buenas intenciones que pretenden formar a nuestros jóvenes en el gusto lector. Se trata de atraerlos hacia la lectura y para ello se crean productos específicos muchas veces políticamente correctos y con frecuencia escasos de sustancia.
Sé que cuando se inicia la adolescencia, hacia los doce y trece años estas lecturas son necesarias y es bueno conocerlas, pero tengo la impresión de que hay una cierta concepción de dicha adolescencia -desde el ámbito de la psicología constructivista- como un periodo contradictorio pero necesitado de orientación y ejes de comportamiento, que se ven alterados sobre los quince o dieciséis años. Ahí nuestros alumnos se han adentrado ya en la vida y empiezan a conocer algunas de sus zonas oscuras. Las pulsiones de lo sexual y lo existencial ya han hecho su aparición y los modelos de lectura deben cambiar. En muchas culturas a esa edad ya se es plenamente adulto. Sin embargo, en la nuestra prolongamos su duración y un cierto estado de inmadurez e infantilismo. Nuestros alumnos no quieren crecer y a la vez quieren hacerlo. El mundo de la irresponsabilidad y el juego sin consecuencias les atrae poderosamente. Empiezan a sospechar que la vida es difícil y extraña. Su adolescencia –en pleno estallido- es una época turbulenta. Están aprendiendo que nos pasamos la existencia conjurando el peso de la muerte que nos acecha y el cambio que no cesa. De ahí su renuencia a crecer, pero también la atracción hacia otros mundos que vayan más allá de ellos mismos y de ampliar su círculo de experiencias.
Las lecturas que se les ofrecen están dirigidas a satisfacer su gusto y, sobre todo, a divertirlos. Nos planteamos como objetivo que les “guste” leer y para ello se diseñan productos de escasa densidad que difícilmente serían digeribles para un adulto. Mi tesis es que a los quince y dieciséis años se entra en un periodo en que es perfectamente asumible la literatura adulta, una literatura que actúe sobre ellos como un producto explosivo en consonancia con el estado de ebullición de su sistema emotivo. No vale cualquier libro, pero sí algunos llenos de fuerza y tensión narrativa. Y los hay, y son obras para adultos. ¡Basta ya de libros para adolescentes!
¿Quién ha dicho que la principal función de la literatura sea “divertir” como objetivo fundamental y obsesivo. Divertirnos, seducirnos, sensibilizarnos hacia causas justas…está bien pero encuentro otras muchas funciones en la literatura: conmovernos, maravillarnos, horrorizarnos, transformarnos, atraernos hacia lo oscuro, excitarnos, corrompernos, fascinarnos, provocarnos, desafiarnos, enfrentarnos a lo desconocido y a lo ininteligible –¿quién ha dicho que haya que haya que comprender todo lo que leemos?- A veces la buena literatura actúa como un conjunto de resonancias. Sólo percibimos aquello que llevamos en nuestro interior. Algo nos llega y nos golpea aunque no acabemos de entenderlo y quizás años después recuperemos la sensación experimentada y podamos comprenderla mejor.
A un adolescente puede ofrecérsele cualquier libro aunque esté lleno de violencia, horror y sexo. Ellos en su mundo compartido van más allá y les atrae todo lo que se les pretende ocultar. A un adolescente puede ofrecérsele cualquier obra adulta que sea dinámica o de una alta tensión interna. He visto adolescentes absorbidos por el mundo de Samuel Beckett y entusiasmados leyendo Esperando a Godot, igual que los he visto a los dieciséis años fascinados leyendo La náusea de Sartre o El extranjero de Albert Camus. Son obras extrañas y poderosas. Es posible que la respuesta a nuestra pregunta de si les ha gustado no sea un sencillo sí o no y que sea más compleja. Una vez un muchacho de dieciséis años tras leer El amante de Marguerite Duras me dijo que había sentido tanto asco como horror y que odiaba aquel libro y a la autora, pero que no había duda que la novela estaba llena de magnetismo.
Esta es la cualidad que deben tener los libros adultos leídos por adolescentes a la altura de cuarto de ESO: magnetismo, y eso es lo que voy a intentar realizar en los próximos posts. Definir un canon de un lector adolescente con una lista de libros que me comprometo a experimentar en mis alumnos de cuarto de ESO. Parte de Profesor en la Secundaria durante este curso consistirá en seguir la experiencia iniciada y dar buena cuenta de ella a mis amables lectores.
Sé que cuando se inicia la adolescencia, hacia los doce y trece años estas lecturas son necesarias y es bueno conocerlas, pero tengo la impresión de que hay una cierta concepción de dicha adolescencia -desde el ámbito de la psicología constructivista- como un periodo contradictorio pero necesitado de orientación y ejes de comportamiento, que se ven alterados sobre los quince o dieciséis años. Ahí nuestros alumnos se han adentrado ya en la vida y empiezan a conocer algunas de sus zonas oscuras. Las pulsiones de lo sexual y lo existencial ya han hecho su aparición y los modelos de lectura deben cambiar. En muchas culturas a esa edad ya se es plenamente adulto. Sin embargo, en la nuestra prolongamos su duración y un cierto estado de inmadurez e infantilismo. Nuestros alumnos no quieren crecer y a la vez quieren hacerlo. El mundo de la irresponsabilidad y el juego sin consecuencias les atrae poderosamente. Empiezan a sospechar que la vida es difícil y extraña. Su adolescencia –en pleno estallido- es una época turbulenta. Están aprendiendo que nos pasamos la existencia conjurando el peso de la muerte que nos acecha y el cambio que no cesa. De ahí su renuencia a crecer, pero también la atracción hacia otros mundos que vayan más allá de ellos mismos y de ampliar su círculo de experiencias.
Las lecturas que se les ofrecen están dirigidas a satisfacer su gusto y, sobre todo, a divertirlos. Nos planteamos como objetivo que les “guste” leer y para ello se diseñan productos de escasa densidad que difícilmente serían digeribles para un adulto. Mi tesis es que a los quince y dieciséis años se entra en un periodo en que es perfectamente asumible la literatura adulta, una literatura que actúe sobre ellos como un producto explosivo en consonancia con el estado de ebullición de su sistema emotivo. No vale cualquier libro, pero sí algunos llenos de fuerza y tensión narrativa. Y los hay, y son obras para adultos. ¡Basta ya de libros para adolescentes!
¿Quién ha dicho que la principal función de la literatura sea “divertir” como objetivo fundamental y obsesivo. Divertirnos, seducirnos, sensibilizarnos hacia causas justas…está bien pero encuentro otras muchas funciones en la literatura: conmovernos, maravillarnos, horrorizarnos, transformarnos, atraernos hacia lo oscuro, excitarnos, corrompernos, fascinarnos, provocarnos, desafiarnos, enfrentarnos a lo desconocido y a lo ininteligible –¿quién ha dicho que haya que haya que comprender todo lo que leemos?- A veces la buena literatura actúa como un conjunto de resonancias. Sólo percibimos aquello que llevamos en nuestro interior. Algo nos llega y nos golpea aunque no acabemos de entenderlo y quizás años después recuperemos la sensación experimentada y podamos comprenderla mejor.
A un adolescente puede ofrecérsele cualquier libro aunque esté lleno de violencia, horror y sexo. Ellos en su mundo compartido van más allá y les atrae todo lo que se les pretende ocultar. A un adolescente puede ofrecérsele cualquier obra adulta que sea dinámica o de una alta tensión interna. He visto adolescentes absorbidos por el mundo de Samuel Beckett y entusiasmados leyendo Esperando a Godot, igual que los he visto a los dieciséis años fascinados leyendo La náusea de Sartre o El extranjero de Albert Camus. Son obras extrañas y poderosas. Es posible que la respuesta a nuestra pregunta de si les ha gustado no sea un sencillo sí o no y que sea más compleja. Una vez un muchacho de dieciséis años tras leer El amante de Marguerite Duras me dijo que había sentido tanto asco como horror y que odiaba aquel libro y a la autora, pero que no había duda que la novela estaba llena de magnetismo.
Esta es la cualidad que deben tener los libros adultos leídos por adolescentes a la altura de cuarto de ESO: magnetismo, y eso es lo que voy a intentar realizar en los próximos posts. Definir un canon de un lector adolescente con una lista de libros que me comprometo a experimentar en mis alumnos de cuarto de ESO. Parte de Profesor en la Secundaria durante este curso consistirá en seguir la experiencia iniciada y dar buena cuenta de ella a mis amables lectores.
En primer lugar quisiera felicitarte por tu página, llevo varios meses entrando a “espiar” sin atreverme a dejar algún comentario. Reconozco que me tienes enganchada! Yo acabo de salir de la temida “edad del pavo”, me tocó pasar por tus odiadas lecturas juveniles ( Harry Poter y derivados). Los dos primeros cursos de la ESO suspendí castellano… y con una nota muy baja. A finales de segundo entró en mi colegio una profesora de literatura nueva y a ella precisamente le debo el gusto por la lectura. Empezamos a leer novelas negras de crímenes y misterios. Preparaba lecturas y nos las leía en voz alta animándonos a que las terminásemos en casa. He tenido la suerte de tenerla tres años más y con ello la oportunidad de iniciarme con los clásicos (Delibes, Galdós…) Mi profesora nos hacía escribir mucho ¡muchísimo! y siempre nos corregía con cariño y nos animaba a seguir escribiendo. En apenas un par de años pasé de leer Harry Poter a aventurarme con el Quijote. Este año acabé bachillerato y me he matriculado en Filología Hispánica. Estoy convencidísima de que tú también eres un magnífico profesor y que sabrás como ingeniártelas para lograr que tus alumnos lean. Cree en ellos y anímalos mucho, sobretodo haz que escriban y escucha, (lee) lo que te quieren decir. De este modo te sentirán más cerca. Un beso!
ResponderEliminarAnónimo, gracias por tu comentario, sobre todo por venir de alguien que ha vivido recientemente el proceso de hacerse lector, escritor y estudiante de Literatura. Tomo nota de tus observaciones. Me son muy valiosas. Es hermoso eso de "Cree en ellos y anímalos mucho". Es el fundamento de toda enseñanza, pero tú lo has formulado con claridad y fuerza. Vuelve aquí siempre que quieras. No sabes cómo me anima tu presencia.
ResponderEliminarHe leído con atención(creo) tu exposición y también el comentario anónimo. Además estoy siguiendo con interés los mensajes que nos lanza Antonio. Tenemos un tema apasionante entre manos, diría que decisivo aunque los esquemas evaluadores con los que nos movemos, en el momento de la verdad traicionan muchas veces nuestro mensaje. Lu también está aportando sus puntos de vista...
ResponderEliminarDe cara al curso que viene convendría valorar las propias conclusiones. Quizás sacar algunas nuevas. Tal vez cambiar alguno de nuestros planteamientos, ...
Y seguro que además te lo agradecen, porque les estarás tratando como los adultos que son -o creen ser-, no como a semi-niños.
ResponderEliminarYo recuerdo haber leído La Regenta en tercero de BUP y aún hoy recuerdo el libro -me lo leí varias veces más en los años siguientes-. A los catorce años, mi libro favorito era Ana Karenina, por más que mis profesores insistieran en que yo no era capaz de entenderlo, y creo que jamás tuve un libro dirigido a adolescentes en mis manos (hasta que llegó Harry Potter, en mis años adultos). Son libros que me animaron a seguir leyendo e introdujeron el gusanillo por cierto tipo de literatura en mí. Gracias a haberlos leído tan temprano, hoy soy una lectora compulsiva.
Estupenda defensa, Joselu. Pones alto el listón y haces crecer a tus alumnos con retos importantes. Sin embargo, me gustaría saber si todos son capaces de abordar esas lecturas. Tal vez sea sólo una falsa percepción mía, pero entre los alumnos de 4º de ESO de este año sólo cinco (de dieciséis) me pidieron lecturas adultas que les recomendé con gusto. Eran los cinco que tenían claro que iban a seguir estudiando; el resto no querían oír hablar de lecturas complicadas. La pregunta era siempre ¿cuántas páginas tiene? Seguro que a estos desertores los he privado de las mejores lecturas de su vida, pero me he ahorrado (y les he evitado a sus compañeros) escuchar sus comentarios de desprecio sobre libros que nunca habrían entendido.
ResponderEliminarAntonio, tienes razón y quizás me excedo de optimista. La realidad con que nos encontramos nos determina. Estoy buscando y realizando una lista de lecturas "trampa" para captar a mis alumnos. El reto es difícil y ha surgido gracias a tus reflexiones sobre promoción de la lectura.
ResponderEliminarRuth, gracias por tus palabras que corroboran la importancia de lecturas adultas en una edad decisiva. Nuestro alumnado es muy diverso. Los hay que apenas saben decodificar un texto y hay otros que necesitarían alimento mucho más exquisito para satisfacer sus necesidades internas. Tendemos a adaptarnos a la media o la media baja. A ver cómo subimos el listón.
Interesantísima tu entrada, que crea una tensión necesaria en el debate que venimos manteniendo. Tal vez no podamos conseguir de momento la meta que propones, al menos con determinados alumnos, pero no está de más tener presente que es la que debemos perseguir. Espero impaciente tu listado de lecturas-trampa.
ResponderEliminarJoselu, son tan interesantes tus reflexiones y las de otros compañeros que se hace necesaria una recopilación de entradas sobre este debate. Me pongo a ello.
ResponderEliminarCreo que cada propuesta está vinculada a nuestro contexto. Nuestras reflexiones y propuestas de lectura están condicionadas a nuestra experiencia como docentes y a la tipología de alumnos con la que tratamos. Creo que ahí está el secreto. No se pueden generalizar métodos, ni recetas, ni establecer listas cerradas.
El debate se enriquece con nuevas perspectivas de actuación y con cánones abiertos.
Es un debate abierto que avanza a expensas de nuestra experiencia.
Magníifica propuesta, y absolutamente cierto lo planteado.
ResponderEliminarQue bien nos vendría aquí en Argentina varios "Joselu", cuanta falta hace un tutor así.
Estamos plagados de TV basura, entretenimientos intrascendentes...y la buena lectura?
Estare al tanto esperando.
Un abrazo, amigo
Lu, reconozco que es excitante iniciar este año intentado experimentar para comprobar si mi tesis es cierta. Los que me leéis seréis testigos de mis hallazgos y decepciones si las hay. En esta experimentación abierta y aventurada reside la maravilla de nuestra profesión.
ResponderEliminarElisa, es buena esta tensión como tú dices. Sólo la praxis nos mostrará si nuestros caminos son acertados o meras quimeras. La lista de lecturas "trampa" está pergeñándose en mi caletre. Quiero en ella asumir riesgos considerables que me pueden llevar a resultados inciertos o abiertos desastres.
Rodolfo, es cierto, nos hemos acostumbrado a los lenguajes simplones y esquemáticos, igual que a la comida basura, pero puede haber algo más exquisito y refinado. Es cuestión de mostrárselo a nuestros alumnos y ellos decidirán. El otro día estaba viendo una difícil película de Bergman con mi hija pequeña de siete años. Asistía fascinada al juego de colores y formas de Gritos y susurros. Le pregunté que por qué le gustaba aquella película y me dijo que porque le gustaba el rojo (Este color dominaba en la decoración, ambientes y vestuario de los personajes). Su respuesta me dio claves de cómo podemos gustar de algo que no entendemos pero que nos atrae magnéticamente.
Yo tengo dudas, pero sobre todo por la falta de criterio común con mis compañeros. Si mando lecturas adultas no soy "popular" entre los alumnos, eso no me importa, pero me comparan con otros compañeros que dejan libre elección y no controlan la lectura.No sé hasta que punto la falta de criterio común estre los profesores es culpable de estas dudas. Bueno, aquí puedo reflexionar.
ResponderEliminarY una ayuda...el curso pasado en 4º les dí a elegir una entre "Niebla", "La zapatera prodigiosa", "El árbol de la ciencia" y "Luces de bohemia", la cosa funcionó bien, pues el que quiso cogió la de Lorca, la corta, y algunos se impusieron a Unamuno, Baroja funcionó bastante bien.
ResponderEliminarNo sólo creo en tu tesis sino que estoy esperando con impaciencia los primeros libros que vas a proponer. Estoy convencido de que los adolescentes saben valorar el que se les considere más próximos a algo adulto que el seguir harrypottizándolos (que está muy bien para algunos años).
ResponderEliminarBendita rutina por estos pequeñas alegrías del día. Saludos.
Tus reflexiones me llevaron a leer de nuevo el artículo de Millás que Antonio (con tu permiso, Antonio) tiene en
ResponderEliminarhttp://littera.wikispaces.com/millas_clandestinos
No me considero un buen lector, sé que no lo soy, algo que reconozco vergonzosamente en este foro. Lo que propones, tratar como adultos a adolescentes; es algo fundamental para que nos consideren más iguales y para su desarrollo. Permite facilitar su madurez exigiéndoles adultez.
Buena iniciativa.
Salud
Tus palabras sobre este tema me dejan la sensación de que tienes mucho más que decir y te has limitado conscientemente al tema de las lecturas que recomendamos.
ResponderEliminarCon tu permiso, enlazaré esta entrada que bien merece leerse con atención.
Saludos
La verdad que es estupendo este post, lástima que en mis épocas de estudiante de instituto no tuviera un profesor de literatura como tú, aunque es de agradecer que yo tengo una madre que me introdujo a la lectura desde pequeño y con bueno libros.
ResponderEliminarFelicitarte por tu post, he hechado un vistazo y me gusta, también felicitar a la gente que te lee, ya que sus comentarios son muy buenos también.
Por cierto, cuando acabes de elaborar esa lista, si no te importa, podrías recomendarnos los libros a nosotros también, por mi parte, seguro que hay muchos que aún no he leido y seguro que merecen la pena.
Hola
ResponderEliminarMe ha gustado tu post. Lo he visto bien y te he enlazado en mi blog donde doy mi situación sobre la lectura y lo que comentas de que los profesores inculquen el gusto por la lectura, a mi no me lo hicieron.
saludos
Me ha encantado el post, Joselu. Aunque no soy profesora de literatura, siempre he intentado animar a mis alumnos a la lectura, con libros relacionados con los temas de historia o arte que abordábamos en clase. Y coincido contigo en que el tipo de lecturas que se les recomienda en muchas ocasiones los infantiliza en lugar de ayudarles a madurar. Por supuesto que se puede disfrutar de lecturas como Harry Potter o El señor de los anillos (yo misma lo he hecho de adulta, mucho más del segundo que del tercero), pero también se pueden leer a esas edades libros como La Regenta, Ana Karenina o El Quijote. A mí me marcaron lecturas de ese tipo en el instituto.
ResponderEliminarEstaré atenta a los resultados de tu "experimento" este curso. Espero que tus alumnos no te defrauden.
Un saludo
hola colega,
ResponderEliminarSoy tambien Profesora de Secundaria en el norte de Mexico, estoy estudiando la maestria en literatura y ya debemos comenzar a escribir nuestra tesis. Sabran que estoy hecha nudo, quisiera incluir en mi tesis no solo la parte literaria sino tambien la educativa. Les agradeceria mucho que me dieran sugerencias para mi tema de tesis o alguna pista de inspiracion....citlalli.murillo@gmail.com
Hoy en día, todos los temas son tratados y maltratados en varios medios.
ResponderEliminarEs mucho mejor que los adolescentes lean un buen libro, antes que sucumbir ante los videojuegos, noticieros sensacionalistas y películas comerciales.
Me encantó tu blog.
Gracias.
Hola a todos a mi me gusta mucho saber sobre cosas de jovenes y quisiera saber porque lis escritores no escriben sobre cosas referentes a jovenes??
ResponderEliminarInteresante informacion sobre las lecturas sobre adolescentes a mi la verdad no me agrada mucho este tipo de lecturas ya que para mi son aburridas hay otros tema mas interesantes creo yo
ResponderEliminarLo que considero es que se trata de atraerlos hacia la lectura y para ello se crean productos específicos muchas veces políticamente correctos y con frecuencia escasos de sustancia.
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