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domingo, 10 de junio de 2007

De víctimas y verdugos


Hace un par de días ( 9 de junio de 2007) el periódico El País recogía una noticia sobre acoso escolar a una alumna del instituto Miguel Hernández de Alicante. La muchacha de segundo de ESO había sido objeto de vejaciones reiteradas y tocamientos por parte de un grupo de cuatro alumnos de carácter violento y conflictivo. La dirección del centro fue advertida, cuando los padres tuvieron conocimiento de lo que estaba pasando, de que o tomaban medidas ejemplares o llevarían el tema a la policía y a la justicia. Esto fue el 23 de mayo.

El juzgado de Menores de Alicante que lleva el caso ha dictado algunas medidas que deberán cumplirse en relación a la alumna agredida: los agresores deberán mantener una distancia de 300 metros con la víctima y habrán de realizar un curso de orientación sexual; además les han prohibido tener ningún tipo de comunicación por cualquier medio, tanto dentro como fuera del centro. La muchacha estará comunicada con un policía mediante el teléfono móvil. Son medidas que se asemejan mucho a las que se establecen con mujeres maltratadas.

A partir de aquí lo que más me sorprende es la reacción del centro educativo. No se han puesto en ningún momento en contacto con la familia para solidarizarse ni han llevado el caso al consejo escolar, las medidas contra los muchachos agresores han sido lentas y muy leves. Por otro lado, la dirección del centro se ha cerrado en un total hermetismo sin querer ofrecer su versión de los hechos a la prensa. En ello coincide con la Consejería de la Comunidad Valenciana que ha declinado dar ningún punto de vista sobre el tema.

Algunos alumnos que conocían lo que estaba pasando dan la razón a la muchacha, pero otros se refieren a ella despectivamente como “la violada”, y se apartan de ella diciendo “no le saludes que te denuncia…”

Esta situación coincide en sus parámetros con otra que conozco aquí en Cataluña en Olesa de Montserrat. Un muchacho es acosado sistemáticamente y agredido por sus características personales que le hacen fácil pasto de las amenazas de los más brutos o necios. Los padres del muchacho se ponen en contacto reiteradamente con la dirección del colegio (privado) para que conozcan la agresión y ésta actúa sin demasiada convicción y poniendo paños calientes a la situación que no logra atajarse. El niño sigue siendo agredido en el interior y en el exterior del colegio. Al final la familia plantea una denuncia contra los agresores y la dirección del centro por su pasividad. El muchacho ha tenido que abandonar el colegio y recibe apoyo escolar en su casa a cargo del Departament d’Ensenyament. Tiene miedo a salir a la calle porque le han amenazado de muerte. Sus compañeros se solidarizan con los agresores y le tildan de exagerado y la dirección del centro relativiza la situación y dice que la culpa es de los padres. Niega la gravedad de los hechos y coinciden con la opinión de que se ha dramatizado algo que son simplemente cosas de críos.

Me producen extremo malestar estas reacciones de los centros educativos cuando son puestos en cuestión. Conozco la dificultad de establecer responsabilidades en un proceso de acoso escolar. No es fácil demostrar lo que está pasando. Los acosadores son taimados y astutos. Cuentan con la complicidad y el miedo de los compañeros que no suelen prestarse a declarar lo que todo el mundo sabe. Nadie quiere meterse en líos peligrosos y las víctimas son miradas con desdén por un sector escolar. Pero ¿por qué esa anómala reacción de las instituciones escolares? ¿Por qué no hay un decantamiento claro por la posición de las víctimas? ¿Por qué reducir estas situaciones gravísimas a un genérico cosas de críos? ¿Por qué los mecanismos reglamentarios actúan con tanta parsimonia y falta de contundencia? ¿Por qué las escuelas e institutos se cierran como una concha cuando son denunciados por su inacción y pasividad?

lunes, 4 de junio de 2007

Una novela venenosa


Me pregunto si la magnífica novela que es El guardián entre el centeno es una novela iniciática que desarrolle el tema del tránsito a la madurez que es característico en el género. El protagonista, Holden Caulfield, nos narra tres días –sólo tres- en un arriesgado y radical ejercicio de primera persona narrativa contándonos todas sus emociones en estado puro, sus opiniones por más sesgadas que puedan parecer, sus aversiones y sus simpatías hacia ese conglomerado informe que son los demás que señalaba el Marqués de Bradomín.

Holden Caulfield
es un adolescente que no quiere crecer. El mundo adulto le produce náuseas por su falsedad. En sus comentarios acerca de los personajes que va encontrando vemos sus odios –la mayoría- y sus momentos de ternura: cuando se encuentra a la madre de un compañero -al que detesta- en el tren. Le cuenta cosas maravillosas de su hijo que contradicen su opinión de que es un hijo de puta. Otro encuentro con unas monjas católicas le llevan a simpatizar con ellas y a darles diez dólares para sus necesidades benéficas. La relación con su hermana Phoebe está llena de delicadeza. La admira y se siente bien a su lado sólo conversando. Fuera está un mundo agresivo y pervertido que le amenaza en su pureza.

¿Quién no se ha sentido en su adolescencia perdido y desorientado? ¿Quién no ha sentido rabia y odio contra la mentira que es el mundo y las convenciones sociales? ¿Quién no se ha sentido en medio de un maremoto de emociones contradictorias que exigen sangre –en el terreno simbólico- y venganza –por resentimiento- contra el género humano? Todo aquel adolescente sensible e inteligente que entra en el mundo de Holden Caulfield se siente conmocionado misteriosamente por su modo de ver el mundo y por su modo de sentirlo. La personalidad de Holden les atrae a los adolescentes poderosamente porque no es un ser acabado, está haciéndose, y perciben su náusea existencial ante la podredumbre que son las cosas. Ya sé que hay otras formas de entender la realidad, pero la adolescencia es una mezcla de sentimientos encontrados y complejos en una terrible e irreversible metamorfosis.

Me hago estas reflexiones antes de comentar el efecto que ha tenido en mis alumnos la lectura “obligatoria” de El guardián entre el centeno. Subrayo lo de “obligatoria” porque conozco los peligros y las objeciones que pueden hacerse a este sistema. A veces se equivoca uno y, a veces, –raramente- se acierta. En este caso, con la lectura de la novela de Jerome David Salinger, puedo decir que la elección ha sido un acierto. Una novela publicada en 1951, con fama de maldita, sigue cautivando de igual modo que hace décadas a los adolescentes de estos tiempos. Probablemente la novela tiene trampa pero eso en la literatura no importa demasiado porque ésta en esencia es el arte de contar historias que seducen a alguien, y El guardián entre el centeno sigue seduciendo y causando auténticas conmociones. Algún alumno ha observado que ésta es la mejor novela que ha leído en su vida; algún otro se ha sentido rabiosamente identificado con el protagonista por el resentimiento y la lucidez del héroe. Recuerdo que en otro blog recibí un mensaje anónimo de un alumno mío en que se decía que comprendía las razones que llevaron a un joven a asesinar a treinta y tantas personas en la universidad de Virginia hace unas semanas.

Creo que es lo que la novela guarda en su interior: mucha rabia y mucho nihilismo impotente. Algunos profesores han considerado esta novela como potencialmente peligrosa por acentuar esas aristas turbias de la adolescencia. Otros se inclinan por considerar a esta novela como un exponente espléndido de la narrativa norteamericana marcada por el individualismo extremo (el yo frente al mundo) y ven en ella un relato impecable e implacable de un proceso de construcción personal sin salida aparente. El protagonista acaba en un psiquiátrico y desde allí nos cuenta estos tres días de su vida que van desde el sábado hasta el lunes. Tensión e incertidumbre concentradas en un personaje que es una bomba a punto de estallar -o al menos así lo vive él- caminando en el filo del abismo.

Para los que quieran entrar en el alma adolescente pueden leer sus opiniones en el blog de la clase Lengua en movimiento. No se queden en las primeras. Sigan leyendo.

martes, 29 de mayo de 2007

De guardia


Un IES (Instituto de Enseñanza Secundaria) es un organismo vivo que tiene sus ritmos y alucinaciones. Estamos a final de curso y se nota. Hay un aire de inminencia del fin de las clases y los alumnos tienen ya casi echada la persiana de clausura y cierre. Cuesta dar el tono apropiado a las clases. Hay excitación contenida y ganas de acabar. El calor y la euforia de la primavera hacen que los adolescentes estén acelerados.

Contrastando con esto, hacía yo hoy una guardia. Me tocaba de compañero un profesor veterano. No ha habido que hacer ninguna sustitución de profesores ausentes. Pablo, el profesor que me acompañaba, ha tenido diversas crisis de ansiedad que comienzan con vértigos, náuseas y dolores de cabeza. Ha pasado temporadas de baja por depresión profunda, pero siempre ha querido volver a sus alumnos. Sigue medicándose permanentemente. Sus alumnos saben que está enfermo y lo respetan. Tiene un halo de autoridad moral que se trasluce a pesar de su leve tartamudeo y su tono bajo de voz . Su mirada es concentrada y le cuesta sonreír. Hoy me contaba la ilusión que le hace la jubilación dentro de dos o tres años cuando cumpla sesenta. Se irá al pueblo. Allí se dedicará a montar aparatos electrónicos e informáticos y a pescar. También dará paseos y disfrutará de una merecida tranquilidad.

Por la tarde, tras una clase inicial que ha costado mucho llevar adelante, tenía otra guardia. También ha sido tranquila y me ha dado ocasión de charlar con el conserje sustituto que tenemos estas últimas semanas. Es la primera vez que lo hacía. Me ha contado que él era antes fotógrafo profesional. Por las noches dormía poco, pero no tenía problemas de salud. Hacía veinte años que no pisaba el médico, hasta que un día, sin previo aviso, le dio un infarto cerebral que le hizo perder la movilidad de medio cuerpo. Tuvo que dejar la fotografía y dedicar tres años de sesiones diarias a una tarea intensa de rehabilitación. Ha conseguido recuperar buena parte de la movilidad, pero su psicomotricidad fina no acaba de funcionar. La fotografía, lo que daba sentido a su vida, ya no es su leitmotiv. No puede accionar el disparador con precisión. Tiene un sentido del humor muy acusado y veo que le apetece bromear.

La segunda parte de la guardia, he estado hablando con la profesora de música, una mujer de treinta y tantos años con la que da gusto conversar. Le interesa la literatura y solemos hablar de libros. Durante un año le dejé numerosos ejemplares de literatura africana y posteriormente rusa. Luego hablábamos sobre ellos. Cree que hay fuerzas en el cosmos que podemos aprovechar y que nos pueden enriquecer. Le gusta el mundo de la sabiduría y el autoconocimiento, pero no le interesan los nuevos gurus de moda como Jorge Bucay, Susanna Tamaro o Paulo Coelho. Ella prefiere el mundo reflexivo de Krisnamurti, aquel hombre sabio que no pretendía ser maestro de nadie ni aparecer en la lista de los más vendidos. Sólo quería que los hombres se contemplaran interiormente con objetividad sin llevarles a conclusiones apresuradas. La profesora de música inspira serenidad y alegría. Yo le cuento mis aventuras en la montaña y mi estado de ánimo como docente –unas veces más alto y otras veces más decaído-. No nos damos consejos, sólo nos escuchamos y compartimos simpatía mutua.

Estas conversaciones, estas o parecidas, con profesores, personal no docente, o a veces alumnos, ayudan a sobrellevar la tarea al estilo africano, lo que es decir, tener siempre un rato para una amable charla que sirva de intercambio y enriquecimiento. Es final de curso y yo, además de corregir y dar mis últimas clases, tengo una pasión intensa por las conversaciones que salen del alma, aquellas que nos revelan. Y es curioso, últimamente, me seduce mucho más escuchar que hablar yo mismo. El ser humano es una criatura sorprendente. No deja de asombrarme.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Los blogs de la clase


Este año ha sido el de la introducción de los blogs como herramienta educativa en los cursos de cuarto de la ESO y como instrumento de creación para los alumnos.

Supongo que recordarán que hacia el mes de octubre fue creado Lengua en movimiento, un blog que proponía actividades a los alumnos y estos participaban a través de los comentarios. En este sentido, la actividad del blog se ha mantenido con propuestas sobre lecturas o actividades llevadas a cabo dentro de la marcha del curso.

Paralelamente al funcionamiento del blog de la clase, se crearon una veintena de blogs de alumnos, enlazados en el blogroll. La temática de estos fue libre y muy variada: desde humor al mundo de la moda, la danza o el deporte; relaciones amorosas y expresión de sentimientos; alguno se ha mantenido en un marco social crítico reivindicativo muy interesante; otros han partido de planteamientos reflexivos acerca de la realidad cotidiana; un sector se han centrado en imágenes fotográficas o vídeos musicales de Youtube. La mayor parte de ellos, desgraciadamente, han dejado de renovarse después de un hervor inicial.

Quiero destacar a mi juicio los tres blogs que se han mantenido más establemente y que han ido renovándose con cierta frecuencia y cuyo contenido ha destacado por su interés:

- PROBABLEMENTE EL MEJOR BLOG DEL MUNDO: este blog se ha detenido en el mes de abril en las cien entradas o posts. El autor está reflexionando sobre si darle continuidad o cerrarlo. En él ha tenido cabida de todo: relatos burbujeantes en torno al personaje clave de la bitácora: Fever, entrevistas delirantes a personajes del instituto, crónicas de actividades del centro… Destaca su enfoque humorístico y ácido. Algunos han calificado al blog, que más entradas y comentarios ha tenido, como una cierta crónica rosa del instituto por su enfoque provocativo y desenfadado, no exento de algunos momento de hundimiento anímico del autor que ha sabido levantarse y recoger la antorcha. El blog ha llegado a las cien entradas y ha alcanzado las 1636 visitas a fecha de hoy. Hay una cierta expectación sobre si volverá a publicarse. Lo mejor: el activismo arrollador del autor, su capacidad de generar humor absurdo y el no tomarse demasiado en serio a sí mismo.

- BLACKCAT 21 esta estructurado en torno a letras de canciones radicales sobre los temas más variados: el maltrato a las mujeres o a los animales, el aborto, el cambio climático, las guerras, la intifada palestina, la fabricación de armas… Retrata un mundo injusto y la autora se identifica con las causas radicales y marginales. Es, sin duda, el blog más social y crítico con el estado actual del mundo. Su estética es negra y punk con numerosas imágenes alusivas a los temas abordados. Ha tenido 1382 visitas.

- EZ DUT ULERTZEN es un blog con nombre en euskera, dada la atracción de la autora por la cultura y la lengua vasca. Reconoce que nunca ha estado en el País Vasco pero siente una filia intensa hacia todo lo que proviene de allí. Su mayor ilusión es viajar al extranjero y también conocer Euskadi. El enfoque del blog es reflexivo acerca de los más variados temas: el uso de la lengua catalana en la escuela, la juventud actual, el hembrismo, letras de canciones radicales en euskera, crítica de libros… En el blog, la autora da salida a sus pensamientos, generalmente muy bien estructurados y planteados. A veces también da rienda suelta a sus enfados y tribulaciones. Ha tenido 432 visitas.

El panorama es alentador si bien la mayor parte de los blogs creados han naufragado. No es fácil mantener el estímulo creador –lo sé por experiencia-. Ello requiere mucho tiempo e imaginación. Un blog devora mucho tiempo y los alumnos de secundaria no tienen demasiado entre los estudios, la familia, las relaciones humanas y las play station que consumen buena parte de él. No todo el mundo es bloguer, pero al menos ahora conocen la experiencia de lo que es publicar y que la gente te lea.

sábado, 19 de mayo de 2007

Homenaje republicano en Collioure

Como ya señalé en un post anterior, los alumnos de cuarto de ESO de mi instituto tenían una cita en Collioure (Francia) frente a la tumba del poeta Antonio Machado. Fue un 17 de abril, una mañana luminosa de primavera, la que nos llevó a ese pueblecito costero tan hermoso y que fue inspiración de pintores vanguardistas a comienzos del siglo XX. Allí, en efecto, recalaron Signac, Matisse, Derain, Max Jaccob, Juan Gris, Jean Peské, entre otros muchos que dejaron reflejado en sus lienzos la luz y el color de esta villa junto al mar.

Nuestro homenaje poético coincidió con la presencia de un grupo de jubilados que habían vivido la guerra Civil muy directamente. Le emoción se hizo patente cuando desplegamos una bandera republicana sobre su tumba, llena ya de flores, fotografías, placas conmemorativas… Los veteranos, con lágrimas en los ojos, escucharon en silencio la lectura de los poemas que llevábamos preparados: Retrato; Pegasos, lindos pegasos; la saeta; el limonero lánguido; poemas dedicados a Soria y a Leonor tras su muerte; el emotivo dirigido a José María de Palacio; el dedicado a un olmo seco… Los poemas fueron leídos por los alumnos en un clima de atención enorme en el pequeñito cementerio de Collioure. La sorpresa era manifiesta en el rostro de los estudiantes que se dieron cuenta de que allí había una cita con la historia.

Con la tumba de Machado estaba enterrada también la historia de cientos de miles de refugiados españoles que cruzaron la frontera francesa camino de Francia, huyendo del fascismo. Muchos de ellos recibieron un hostil recibimiento y fueron hacinados en campos de prisioneros como el que hubo en el pueblo cercano de Argelès-sur-mer.

Para mis alumnos la historia de la Segunda República cae muy lejana, igual que, afortunadamente, la de la guerra Civil (1936-1939). Es difícil que valoren en su justa medida aquellos días trágicos que llevaron a la derrota republicana y al inicio de un largo exilio. Los adolescentes viven intensamente su presente lleno de artefactos tecnológicos y de imágenes, pero aquel 17 de abril (martes), justo unos días después del aniversario de la proclamación de la República, sintieron que algo se movía dentro de ellos.

Por otro lado, les impresionó vivamente la amabilidad y cortesía de los habitantes de Collioure, así como la limpieza y el silencio de la villa marítima. Quizás, para muchos, era la primera vez que salían al extranjero y ellos les hizo reflexionar que existen otros países y otras formas de vida, en este caso, tan cercanas a nuestra frontera.
Aquellos lectores que quieran conocer de primera mano las impresiones de los alumnos, pueden clicar aquí que enlaza con el blog de la clase.

martes, 15 de mayo de 2007

Mi alumna rusa


Los que siguieron mi blog Profesor en la Secundaria hasta su pausa en el mes de febrero recordarán que impartía tres cursos de Lengua de Cuarto de Eso y un curso de Literatura Universal a primero de Bachillerato. Todos han sido motivo de satisfacción. Siempre de un año académico saca uno enseñanzas y nuevas perspectivas, amén de decepciones que es preciso archivar.

El último libro que hemos leído en Literatura Universal ha sido El jugador, la famosa novela de Fedor Dostoievski que el autor escribió en menos de un mes, redactándola a su secretaria Anna Snitkina, con la que se casaría posteriormente. En ella refleja su propia pasión por la ruleta y reflexiona sobre el carácter ruso, carácter que me atrae porque en algún sentido enlaza con el sentimiento trágico de la vida de raíz hispana.

Para mí la explicación de la novela, desgranada capítulo a capítulo, por los ocho alumnos de la asignatura, tenía un valor añadido. Uno de ellos, Olga, es de origen ruso. Era un privilegio para mí hablar del más querido de mis autores delante de una persona que en cierta medida encarna ese carácter contradictorio y lleno de sutilezas que es el ruso.

Mis alumnos han penetrado en la novela, en la compleja y tormentosa relación amorosa de Alexei y Polina, pero lo que más les ha divertido, con diferencia, es la figura vital de la abuela que llega a Rouletembourg cuando todo el mundo la da por muerta, y se pone a jugar a la ruleta apostando buena parte de su fortuna para desgracia del general que la necesitaba para casarse con una buscavidas, llamada Mademoiselle Blanche.

Los ojos de Olga brillaban. Había leído la novela originariamente en ruso, pero para hablar de ella utilizaba su versión en castellano. Yo, con frecuencia, le preguntaba a ella para confirmar o desestimar esa reflexión intensa de Dostoievski sobre el carácter ruso.

Olga cursa por tercera vez primero de bachillerato. Llegó a España hace tres años sin saber una palabra de español. La adaptación fue muy dura. No abundan los alumnos rusos en mi instituto y ella se encontraba radicalmente sola. Sin embargo, ahora ella es una enamorada de España, pese a su carácter misterioso y reservado.

Ella representa esa pasión interior que consume a los personajes de Dostoievski y que tanto me atrae: explosiones volcánicas, contradicciones, reflexiones profundas, estallidos vitales. La propia pasión de Alexei por el juego expresa esa atracción por el abismo, al todo o nada que es propio del alma rusa.

El próximo relato que vamos a leer y comentar es La metamorfosis de Franz Kafka. Todos mis alumnos conocen, en parte, el argumento. Es la historia de un empleado que sueña que es un insecto espantoso y se despierta, pero no logra salir del sueño, porque el sueño es realidad, abominable realidad. Quizás esta es la mejor perspectiva para leer este cuento extraño y perturbador.

Me interesan las reflexiones de mis alumnos. Cuando les enfrentas a la literatura auténtica, ésta es un acicate del pensamiento. En la intimidad de la clase, pueden hilvanar sus impresiones. Sólo hace falta un clima de atención y que las cosas fluyan. En el fondo se aprenden más cosas de las que uno sospechaba.

martes, 27 de febrero de 2007

Hasta siempre


Queridos amigos: Profesor en la Secundaria entra en un periodo de espera y de reflexión tras un año y medio de permanencia en la red. En total han sido unos ciento cincuenta y siete post los que he publicado en mis dos etapas. Últimamente veo que me falta esa íntima vocación de publicar, de comunicarme respecto a temas educativos. Mi experiencia docente, mi práctica diaria, no me suministra suficientes estímulos para hacerlo. No es culpa de mis alumnos que son magníficos. Probablemente es mi mirada la que se ha hecho perezosa. Mi búsqueda se encamina hacia objetivos más íntimos, más personales. Probablemente ensaye nuevos blogs en consonancia con mi situación actual. A los que me habéis seguido con enorme generosidad, os doy las gracias por estar ahí, por mantener la comunicación conmigo durante todo este tiempo. Ha sido una hermosa historia pero honestamente no puede ser mantenida. Recibid todos los que me habéis leído un fuerte abrazo. Hasta siempre.

lunes, 26 de febrero de 2007

El error


No hay nada que enseñe más a un profesor acerca de sus alumnos que enfrentarse a sus errores. Cuando el error es fruto de un determinado razonamiento no necesariamente es negativo; es más, puede demostrarse como altamente constructivo porque no hay nada más que seguir el proceso de deducción o inducción para reconocer sus bases teóricas, que pueden ser revisadas.

Tenemos que transmitir a nuestros alumnos que equivocarse no es malo. Es más, es posible que haya problemas que necesiten de la libertad de poder formulas hipótesis con la necesaria tranquilidad de poderse equivocar. De ellas aprenderemos igualmente que si fueran aciertos. Del ensayo-error surge la luz. Avanzamos a tientas y a veces es necesario equivocarse para aprender.

Lo malo de una clase es cuando su dinámica penaliza los errores, más que por la actitud del profesor, por la de los compañeros. Los alumnos temen las reacciones de sus condiscípulos más que la del profesor. Por la presión de grupo no se atreven a hacer preguntas -una pregunta bien formulada es un alto ejercicio de pensamiento- o a formular hipótesis. Hacer esto último significa haberse puesto a pensar en el problema, y éste puede ofrecer varios enfoques probablemente creativos.

El problema del respeto es esencial. Los alumnos más discapacitados intelectualmente tienden a hacer valer sus poderes corrosivos respecto a la autoridad del que más sabe o más estudia. Se saben incapaces para el razonamiento y la tarea del pensamiento y procuran hundir o torpedear, al menos a aquellos alumnos que pueden sobresalir intelectualmente.

Luego están los graciosos, los que convierten cada cuestión que se debata en un objeto de burla o de chacota. Son los comentarios que se oyen a lo largo de una clase y que inhiben a los alumnos que podrían equivocarse y alumbrarnos el camino con su error.

Una clase necesita de un clima de libertad emocional. Es necesario sentirse libre para poder pensar. Un clima de ligereza, de insensibilidad hacia el conocimiento pulveriza las bases de un pensamiento abierto. No es la dinámica del más bruto o el más gracioso la que debe predominar, aunque muchas veces sabemos que esto es lo que sucede. La ignorancia es sumamente atrevida y se atreve incluso a alardear de sí misma. ¿Cuántas veces vemos a alumnos dotados teniéndose que esconder para no excitar a otros que no lo son?

Este es el problema de la diversidad en la escuela. Nuestros alumnos son los que son y no los podemos elegir. Podemos ir reconduciendo grupos, hacer grupos de niveles o aptitudes diferentes; podemos adaptarles los programas; podemos ayudar a los más necesitados con una atención especial… pero siempre es necesaria su colaboración activa para poder promocionar en los estudios. Sería un buen programa enseñarles que el error es creativo, que no teman equivocarse, porque equivocarse es pensar igualmente. Todo aprendizaje necesita de una buena base de errores para poderse reafirmar.

lunes, 19 de febrero de 2007

El calentamiento global


El tema del calentamiento global que tiene como consecuencia el llamado cambio climático ha dejado de ser una cuestión de ecólogos y especialistas para haber sido en unos meses difundido extensamente por los medios de comunicación y haber llegado al conocimiento de la población. No son teorías fruto de hipótesis exóticas. No, hay abrumadores fundamentos, hechos y estudios para poder afirmar que la acción del hombre está provocando un cambio climático sin precedentes en decenas de miles de años. No revelo nada nuevo.

Lo que es nuevo es la actitud que tomamos ante esta realidad inobjetable. Hace unos meses poco se hablaba de esta metamorfosis del clima en la tierra. De pronto, se ha convertido en un tema estrella en toda la prensa y la televisión. Como consecuencia, el ciudadano medianamente informado lo ha incorporado a su bagaje cultural. ¿Cambio climático? Ah, pues bueno -parece decirse-. Hay tantas cosas que pasan que ésta es una más en un mundo que ha escapado a nuestro control. Tengo la impresión que junto a esta toma de conciencia no hay una acción consecuente respecto a ello. Incluso veo que el cambio climático es incluido en conversaciones de modo rutinario sin que nadie entre al trapo a desentrañar lo que significa. Hay además quien lo toma como tema de broma o chascarrillo fácil. Mis alumnos no hablan de ello y cuando lo hacen lo hacen en tono de chanza.

No sé qué es peor: la negación o la indiferencia en la que estamos ahora. Según Al Gore, tenemos todavía tiempo -hay quien lo niega- para contrarrestar los efectos del calentamiento global. Depende de nuestra acción, de la limitación voluntaria de nuestro consumo energético. Hace unas semanas hubo un apagón de cinco minutos en España. No sé si en otros países. Fue escasamente seguido, excepto por instituciones oficiales que apagaron monumentos históricos y edificios oficiales. La población en general, lo ignoró no sé si por desconocimiento de la convocatoria o escepticismo sobre su eficacia. O sencillamente, indiferencia.

Me asombra el exceso de iluminación comercial que domina en todos los establecimientos, me irrita el derroche energético al que estamos acostumbrados (las calefacciones, la energía eléctrica, la propaganda mayoritaria para que nos pongamos aire acondicionado los meses de verano, la venta masiva de vehículos a motor que emiten CO2 a raudales). El exceso y el gasto superfluo se ha convertido en unas décadas en nuestro motor de la existencia. Y nadie parece que voluntariamente esté dispuesto a limitar el consumo aunque esté en juego la supervivencia del planeta. Seguramente la población en general no ve la conexión entre ambas variables: consumo personal y salud del planeta, o es escéptica sobre las acciones individuales y su eficacia. O quizás se piense que por mucho que yo me limite, otros no lo harán y el resultado es el mismo.

Es esto lo que me sorprende. El fatalismo de nuestra civilización. No pensamos en el mundo que habremos de dejar a nuestros hijos y nietos. Sólo importa el presente y el placer. Es como si una especie de hedonismo lleno de inconsciencia se hubiera apropiado de todo. Poco hay en mis alumnos -según yo lo observo- que les lleve a considerar valores que estén por encima de ellos mismos y de su bienestar personal. No hay una conciencia planetaria que nos haga ver que en esto estamos metidos todos en el mismo barco: musulmanes y judíos, cristianos y budistas, ateos y escépticos, agnósticos y librepensadores.

Queda todavía un espacio (amplio) para la acción pero debemos limitar nuestro consumo en primer lugar, evitar el despilfarro, reciclar más, usar agua menos caliente, evitar comprar productos con muchos envoltorios, apagar los aparatos electrónicos que no utilicemos, plantar árboles, limitar el uso del automóvil, apagar luces inútiles...

miércoles, 14 de febrero de 2007

Poesía y Tiempo


Me gustan los temas de literatura que permiten dar salida a reflexiones sobre el hecho estético, sobre la creación literaria, sobre la poesía. Estos días tenemos un tema atractivo entre manos: la etapa sensitiva de Juan Ramón Jiménez, en especial aquella poesía anterior a Diario de poeta y mar (1916) vestida de inocencia sin estar recubierta por los ropajes del modernismo. Trabajamos sobre todo Arias tristes, Baladas de primavera, Poemas agrestes y Platero y yo. Procuro primero intentar acercarles al hombre que fue Juan Ramón: su infancia solitaria de niño hipersensible que escuchaba desde su jardín el canto melodioso de los pájaros, la fuente que borbollaba en el huerto, las notas de algún piano, las campanas de la iglesia, los ladridos de los perros, los aires de fiesta de alguna verbena … Era un mundo todavía no invadido por los estrépitos electrónicos o mecánicos; quiero evocar al niño que observaba hechizado el color de la luz del sol entre las hojas de los árboles o el resplandor de la luna que se reflejaba en el estanque del parque cercano a su casa. Quiero acercarles a aquel joven esteta que era poseído por un mundo de sensaciones y estaba fascinado y atemorizado por la muerte. De ahí sus paseos obsesivos por el cementerio buscando los nichos de los niños muertos. La muerte y el paso del tiempo vertebran toda su poesía. Su ansia de Belleza y Conocimiento van unidas al ansia de Eternidad. Le compungía y asustaba la fugacidad de las cosas…

Su poesía se fue progresivamente desnudando de todo lo anecdótico y sentimental para convertirse en esencial, depurada, en poesía de raíz intelectual. Esta es más difícil de entender a los adolescentes. Les hablo del encuentro con aquella mujer extraordinaria que fue Zenobia Camprubí Aymar y el giro consiguiente que dio su poesía. Pero el comentario se centra en los primeros libros que he señalado. Está bien como aperitivo para penetrar en el mundo poético de uno de nuestros mayores poetas, si no el mayor de todos ellos. La introducción de los adolescentes en la poesía veo que requiere tiempo. A veces pretendo acelerar la clase para cubrir el programa y avanzar pero ellos me piden tiempo para comprender y sentir. Hay momentos en que la clase se hace densa y el silencio es espeso. Tienen ganas de participar y abren sus oídos prestando total atención. Pero el profesor está urgido por el tiempo, por la materia a explicar y entonces surge el pragmatismo –esa urgencia utilitaria que tanto deploró Julio Cortázar- y rompe el hechizo. Mis alumnos protestan. Quiero hacerles producir y analizar, cuando ellos lo que quieren es sentir, convertir la clase de literatura en un espacio de dimensión mágica.

Este es el resultado que ha dado mi inmersión en el mundo poético. Les ha gustado tanto que es difícil hacerles ir al taller a fabricar, a mancharse las manos… Les veo deseosos de escuchar poesía, de hablar sobre ella sin hacer demasiados ejercicios, sin copiar (norma básica del centro) los enunciados.

Es una delicia empezar las clases leyendo a Walt Whittman o a Juan Ramón Jiménez, pero después ¿quién se pone a trabajar? En esas estamos.

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