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sábado, 24 de diciembre de 2022
lunes, 3 de octubre de 2022
La sociedad transparente
Estoy leyendo La sociedad de la transparencia de Byung-Chul Han, autor del que he leído otros títulos de carácter filosófico y que siempre me hacen pensar.
En estas líneas que siguen, intento interpretar y aplicar las ideas del libro a la sociedad en que vivimos, pero a mi manera, lo que puede distanciarme, tal vez, del desarrollo argumentativo del filósofo coreano, afincado en Alemania y cuya tesis doctoral fue sobre el pensamiento de Heidegger.
La transparencia, se ha hablado mucho de ella. Se apuesta por una política transparente, por una economía transparente, por una sociedad transparente, es decir, que no sea opaca a la luz. Y este concepto es tenido por algo deseable por la mayoría de la gente.
Paralelamente, en nuestra sociedad que aspira a ser transparente, se exhibe la intimidad personal, que se difunde por las redes sociales y medios de comunicación. Estos días circulan profusamente algunos asuntos personales de una relación de pareja en que ella se ha visto engañada. Parece que es una pasión nacional la que se ha extendido a favor de la novia burlada. Todo se enseña, la tendencia es a desnudarse en público como muestra de que no hay nada que esconder, y todo tiene que ser objeto de evaluación popular… Abunda la literatura testimonial del yo, la autoficción como expresión contraria al ocultamiento íntimo que se ha vivido en tiempos anteriores.
Byung-Chul Han utiliza el término de pornográfica para calificar esta tendencia a exhibir todo sin lugares para el ocultamiento, los velos, la ambigüedad, el doble sentido, el misterio y a esto lo llama “positividad”. “La negatividad” es un concepto paradójicamente positivo, estimulante y válido a diferencia de la “positividad” que es un concepto opuesto y negativo. Nuestra sociedad apuesta por la “positividad” en un afán de transparencia y autenticidad desvelando cualquier atisbo de misterio o enigma, de oscuridad (es a lo que llama “negatividad”). Se rechazan y abandonan los mitos, lo rituales, la teatralidad como expresión de la objetividad para defender la autenticidad sin tapaderas, sin fingimientos. Queremos hombres y mujeres auténticos, que se muestren puros y tal como son sin disimulos u oscuridades.
Sexualmente se quiere la claridad, no la seducción, el juego, el artificio amoroso. Se pide prácticamente un contrato jurídico para establecer una relación amorosa que explicite el consentimiento legal para pasar al juego del coito. Se excluye la ambigüedad, el doble juego (el no pero sí). Parecería que debiera haber un notario para legalizar una salida nocturna con apéndice. Me pregunto dónde quedaría el ritual amoroso sofisticado y complejo del amor cortés de la edad media.
Se defiende la positividad, mostrar siempre y en todo momento las cartas bocarriba y se condena la negatividad que es dar lugar al juego, al rito, a la conquista, a los motivos ocultos, a la complejidad humana, en definitiva.
Las redes sociales son un observatorio general para atisbar en profundidad en todo. Son un ojo infinito que escruta la más mínima materia oscura para hacerla transparente. Todo se debate, todo se muestra, se ilumina, se juzga, se evalúa y se condena o cancela si rompe nuevos códigos de limpieza ideológica. Millones de personas desde sus móviles observan y ponderan la realidad que deja de tener huecos sin iluminación.
Por otra parte, la llamada positividad está presente en nuestra manera de considerar el mundo, las cosas y todas nuestras acciones y pensamientos que han de ser positivos, es decir, de acuerdo con un molde que excluye lo oscuro, lo doloroso, lo ambiguo, lo crítico, lo real diríamos nosotros. Las acciones políticas, las declaraciones públicas han de ser siempre positivas, e incluso se exige que nuestros pensamientos más íntimos deben responder a un esquema positivo. Fuera queda buena parte de la literatura y el arte universal que fueron en buena parte exposición de la negatividad.
Los metadatos controlan nuestra vida, nuestro modo de entender las cosas, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestro entretenimiento. Somos transparentes para el sistema. Es el reino de la positividad.
Me costó entender el juego del filósofo coreano-alemán para entender que la negatividad es buena y la positividad problemática para él.
Vivimos en el imperio de la positividad cuando mucho que subyace en nuestro interior es expresión de la negatividad, es decir, de lo complejo, de lo oscuro, somos seres de luz, pero también de sombra. Ahora se quiere que millones de focos estén siempre iluminando todo lo que pasa incluso en nuestro interior. Todo ha de ser transparente. No debe haber nada oculto. Todo se debe mostrar.
¡Viva la negatividad!
lunes, 3 de mayo de 2021
sábado, 30 de enero de 2021
jueves, 3 de septiembre de 2020
Los españoles y el poder
Se afirma con frecuencia que los ciudadanos –en concreto los españoles- son sumisos ante el poder como los peces que nadan a favor de la corriente. “No hay pan para tanto rebaño”, escriben los anarquistas en las paredes calificando a la masa social que es para ellos dócil y manipulable por el poder. Se presupone que hay una minoría concienciada frente a una mayoría amorfa y preocupada solo de tomar birras y pescadito frito. ¿Son así los españoles? Yo no tengo exactamente esta concepción, sobre todo porque frecuento los bares y oigo las conversaciones de la gente tomando cañas, especialmente si son hombres. Creo más bien que no hay español que no tenga su propia concepción crítica acerca del poder, no hay español que no tenga claro que el gobierno, sea cual sea, es inepto y chapucero, que no está a la altura, que no gobierna con visión de futuro. Especialmente en estos últimos meses con la pandemia no hay ciudadano que no posea una gran lista de agravios, fallos o meteduras de pata del gobierno, desde el parroquiano que se jama unos boquerones fritos, al que se come una ración de pulpo presuntamente gallego. No hay sociedad más anarquista y sospechosa del poder que la nuestra. Odiamos a los gobernantes y creemos tener las claves críticas para poder enjuiciar la situación por compleja que sea. Sea la forma de estado o las formas particulares de gobierno ninguna nos satisface, nos definimos por ser anti lo que sea. Criticaremos acremente cualquier gesto del poder político o financiero.
Durante la república, España tenía el movimiento anarquista más potente del mundo. La CNT y la FAI contaban con tres millones de afiliados. No existía equivalente en occidente de una influencia ácrata parecida. Pienso que este poso anarquista es consustancial al pueblo español en sus posiciones más extremas. Puede que en realidad no hagamos nada, pero nuestras palabras son ácidas y disolventes respecto a las jerarquías. Franco era también un anarquista, pero de derechas que comprendió bien la idiosincrasia del pueblo español al que le sientan bien los palos para ponerlo firme. Fue el mediocre más exitoso de la historia moderna porque entendió bien a los españoles. De ahí en adelante, todos los que nos gobernaron son igualmente mediocres, pensemos en el fullero Suárez, en el socio de los magnates sudamericanos, González, en el sórdido Aznar, en el especialista en política del espectáculo Zapatero, en el Tancredo de Rajoy, en el inepto Sánchez. El poder nos repele, desde A hasta B. Odiamos la política, aunque de vez en cuando algún movimiento nos seduce ocasionalmente y nos hacemos fans de alguien o de algo, pero dura poco tiempo.
En el siglo XVII, había una figura que representa bien a los españoles, los arbitristas. Todo español era un arbitrista que consideraba el naufragio y fracaso de España y tenía su propia teoría política para resolver en dos plumazos los problemas del estado. Pienso en esto mismo cuando considero la cantidad de perspectivas que hay ante el tema de la pandemia, todas críticas con el poder. No, los españoles no somos dóciles y sumisos. No hay pueblo más insumiso que el español, pueblo más anarquista que el español, pueblo que no cuente en su haber con la mayor cantidad de teóricos y especialistas en todo. De ahí nuestra frescura para los chistes negros y a la vez de nuestra incapacidad para el esfuerzo colectivo, salvo en las representaciones políticas regionales que despiertan tantas adhesiones como las de nuestras vírgenes y nuestra comida, la mejor del mundo, de eso estamos convencidos. Más allá de eso, no creemos en nada. Nadie nos representa y nos sentimos frente al mundo exterior simultáneamente altivos y a la vez terriblemente acomplejados y pesimistas.
lunes, 10 de agosto de 2020
Reflexiones sobre Podemos y su praxis política
El 21 de diciembre de
2014, hace seis años, estuve en un mitin de Podemos en el Valle Hebrón en
Barcelona. Quería ver el ambiente y hacer un reportaje fotográfico de un
partido político que estaba en alza y que parecía ofrecer esperanzas para la
renovación del panorama político. No me identificaba con dicha propuesta pero
quería evaluarla en directo.
Si ven el vídeo, tendrán
constancia de lo que aquello fue. Son destacables los primeros planos de
asistentes a los que se ve pensando o seducidos por la plana intervención de
Pablo Iglesias que no se mojó para nada en una ciudad que poco después sería
escenario de hechos gravísimos que ponían de relieve la tensión política previa
en torno a las exigencias independentistas.
Pablo Iglesias llegó
veinte minutos tarde y no dijo nada, solo habló quince minutos y mi impresión
fue de inanidad sin proponer nada que fuera en dirección alguna para resolver
el problema nacionalista. Y así ha sido la política del bloque de En Comú-Podem
en Cataluña. Ni esto, ni lo otro, sino todo lo contrario.
Podemos llegó en medio de
una alta expectación y sus palabras se dirigían a un sector desencantado de la
política que necesitaba ardorosamente una verdad a la que asirse, una fe
religiosa en un líder. Vean los rostros de los participantes en el mitin. Absolutamente
necesitados de una revelación que los salvara de su decepción y de su vacío
político en una España que no ofrecía ninguna esperanza salvo la de Pablo
Iglesias.
No sé si Podemos fue el regalo envenenado de Chávez contra Juan Carlos por aquel “¿Por qué no te callas?, pero podría serlo perfectamente. La formación morada empezó siendo un partido asambleísta que ponía en cuestión a la casta y quería ser diferente, pero ahora ya no lo es. Es un partido con una cabeza visible y tres o cuatro que descuellan por ahí. El ímpetu social del mismo se vino abajo con la nueva casa de los Iglesias. Los dirigentes izquierdistas en buena tradición también requerían tener una dacha a su altura. No sé que hubiera dicho Julio Anguita del chalé de Galapagar. Pronto se perdían las esencias. Y el partido asambleísta se ha convertido ya en parte de la casta cuya única voz visible es la de dos o tres dirigentes y el líder máximo, el oráculo. Pero eso no quiere decir que Podemos no sea una iglesia con sus fieles que soporten las críticas. Cualquiera que critique a Iglesias o a Podemos se enfrenta a la marea de fervorosos seguidores que se escandalizan de que alguien cuestione, critique o ponga en valor lo que representan. A veces son verdaderos linchamientos públicos. No se puede criticar a Podemos. No lo soportan y culpan a la malvada derecha que está detrás, esa derecha rastrera y traidora… Esta es la parte que menos me gusta de Podemos, el fanatismo visionario de sus fieles que se lanzan a degüello sobre cualquiera que les diga que el rey va desnudo. Y concuerda con las imágenes que vi en el Valle Hebrón. Un líder insolvente y una muchedumbre necesitada de un mesías al que poder adorar y al que no se puede poner en cuestión. José Sacristán ha deslizado unas declaraciones en que se comenta la figura de Iglesias críticamente y rápidamente ha recibido cientos y cientos de réplicas calificándole de fachorra para arriba. Para Podemos el mundo se divide entre fachorras y ellos. Los socialistas son un compañero de viaje imprescindible pero al que asesinarían si pudieran. Son criptofachorras. Ellos son la verdad, el camino y la vida de la verdadera izquierda, ellos poseen la línea política correcta. Uno que militó en un grupo marxista-leninista recuerda bien esto de tener el partido la línea política correcta. Y me da escalofríos volverlo a sentir.
miércoles, 8 de julio de 2020
domingo, 26 de abril de 2020
La polarización política
Estoy leyendo el interesantísimo ensayo de Jared Diamond, Crisis, que analiza el comportamiento de una serie de países ante terribles crisis que les han sucedido en su historia. Estoy aprendiendo mucho con los análisis de Jared Diamond, pero quería centrarme en un solo aspecto que él comenta sobre Estados Unidos y que apunta a la creciente polarización política que divide y enfrenta a los norteamericanos de modo que se han convertido en bloques políticos entre los que no puede haber ya ningún contacto ni pacto, crucialmente necesarios para la vida política. Así desde la presidencia de Obama la confrontación entre los demócratas y republicanos ha sido total y sin matices y esto ha permeado a la sociedad, o la sociedad ha fomentado tal choque brutal entre perspectivas que se han hecho ferozmente antitéticas. Leía también en un extraordinario ensayo, Blanco, de Bret Easton Ellis que en los últimos años es imposible cualquier tipo de encuentro entre votantes de Trump y sus enemigos liberales que lo odian visceralmente como alguien absolutamente despreciable. Él contravenía esta forma de ver las cosas y tenía amigos pro Trump y otros que lo detestaban. Bret daba cuenta de esta incompatibilidad que tenía que ver más con el odio furioso al que piensa diferente. Y cada ciudadano se informa mediante medios afines y las redes sociales como Facebook o Twitter donde se excluye a cualquiera que no piense igual. Es un fenómeno universal que ha venido junto al declive absoluto de la prensa generalista escrita y el auge de medios de información totalmente sesgados favorables a las propias opiniones. Así uno se informa estrictamente en voces que dicen lo que se quiere oír y leer. Y que, de paso, fomentan una confrontación radical con otros puntos de vista que se excluyen y se bloquean, de modo que el conocimiento de otras sensibilidades es totalmente imposible.
Y hago una predicción sombría sobre nuestro futuro inmediato, tras la crisis del coronavirus, que abrirá una crisis económica más terrible que la de 2008. Si de aquella surgió un agudo conflicto entre visiones diferentes, acompañado de mucho sufrimiento social y humano, esta vez va a ser peor, mucho peor, porque las piezas de la confrontación política amenazan con dinamitar todo lo que nos queda de edificio constitucional, y eso es muy peligroso. Tenemos experiencia sobrada.
sábado, 11 de abril de 2020
La política identitaria
Easton Ellis, Bret. Blanco (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.
jueves, 2 de abril de 2020
Geoestrategia y coronavirus
miércoles, 9 de octubre de 2019
JOKER, un potente discurso ideológico.
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- 23.04.2012 - 31 CommentsTrabajo en un barrio de una ciudad periférica. El barrio tiene decenas de miles de habitantes.…
- 21.05.2013 - 27 CommentsNormal 0 21 false false false ES-TRAD JA X-NONE …
- 19.05.2006 - 6 CommentsHe querido empezar este post con un título significativo “Optimismo”. Es toda una definición vital e…
- 12.02.2015 - 18 CommentsMe gustan las charlas de mi departamento de castellano cuando no tienen que ver con temas académicos.…
- 09.07.2020 - 12 Comments