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martes, 18 de diciembre de 2018

El feminismo y el MGTOW


Son tiempos en que el feminismo ha cobrado una fuerza sorprendente en el mundo occidental. Se ha consagrado como una ideología predominante en la orientación política de nuestras sociedades y ha emergido como una fuerza determinante en el modo de concebir nuestra realidad de género en la que las mujeres se ven sometidas al poder de los machos en muchos ámbitos como ha evidenciado el movimiento Me Too en el mundo del cine que ha supuesto el procesamiento y el cuestionamiento de muchos hombres todopoderosos hasta no hace mucho. Es la palabra de las mujeres la que condena a hombres por abusos de todo tipo. Simplemente un I believe you! es suficiente para dar crédito al testimonio de cualquier mujer que se vea abrumada por el poder masculino, el heteropatriarcado, que ha creado una sociedad en función de los hombres y la mujer es una especie de complemento o adorno al que no se le da el valor que tiene frente a los machos que son siempre los que quedan en el lugar evidente y notorio. Estos son ahora cuestionados en muchas de sus facetas, y las leyes se adecuan a esta nueva visión que considera a la mujer siempre víctima del heteropatriarcado. Los jueces dan la razón a la mujer, y la custodia de los hijos, se quedan con el piso en común y el hombre se queda fuera. Cualquier acusación contra un hombre lo pone contra las cuerdas y no se le concede el valor constitucional de presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario. Las mujeres se empoderan y se ve el lenguaje como ideología de género y se quiere transformar para que sea inclusivo aunque sea en contra de la sintaxis y la coherencia de la lengua, que se presupone esencialmente machista. 

Paralelamente a esto, el hombre, el varón, está en crisis, y muchos empiezan a sentirse desprotegidos ante el creciente poder de las mujeres que los convierten en sospechosos y culpables sin juicio de por medio. Se enjuicia toda la literatura del pasado y no hay autor que no sea considerado como ejemplo de heteropatriarcado y se condena a autores hasta ahora considerados como geniales y sobresalientes. 

La ideología de género está creando una gran transformación de la sociedad a muchos niveles, pero también una fuerte depresión en el modo de sentir de los hombres que se ven reos de crímenes sin necesidad de pruebas. Ser hombre es ya de por sí sospechoso, y los más sospechosos son los que se muestran como solidarios de las mujeres y empiezan a decir “nosotras” en una reunión cuando hay tanto mujeres como hombres. Las falsas solidaridades son también sospechosas. 

Sin embargo, por el otro lado surge otra ideología de género enfrentada al feminismo, me refiero al movimiento MGTOW (MAN GO TO OWN WAY) detestado por las feministas porque se plantea lisa y llanamente “pasar” de las mujeres y reforzar la masculinidad, entendiendo que los hombres son educados por las mujeres para satisfacerlas, para conseguir su aprobación, y se crea inconscientemente la imagen del hombre protector que termina totalmente dominado por el universo femenino que no está –ni lo ha estado nunca- tan indefenso como se supone. Las mujeres –dicen los MGTOW- gobiernan el mundo en la sombra. Ellas son las que eligen, dominando a los hombres por el sexo, por su deseo de ellas, y los llevan a aparearse, crear una relación estable, luego una familia, y el hombre termina trabajando para ellas y para sus intereses. Y cuando no interesa es desechado y abandonado. Las mujeres eligen a los hombres por su situación económica y se plantean, sea como sea su hombre, cambiarlos, transformarlos para que se adapten a sus intereses. El hombre en el fondo es débil y frágil, y su fragilidad se pone en evidencia en la pareja en la que domina la mujer puesto que es la que domina la relación sexual. En todo hogar hay un miembro predominante y no es precisamente el hombre que se ve subsumido y se pasa la vida trabajando para obtener la aprobación de su mujer. 

Sin embargo, con la crisis de la natalidad –su descenso hasta el crecimiento negativo- hace que la pareja ya no sea un reducto donde haya el proyecto de tener hijos. Esto ya no es mayoritario. Por otro lado, la inestabilidad de la pareja y la ruptura de la mayor parte de las relaciones que se inician al cabo de unos años, hace que la convivencia hasta que la muerte nos separe es un mito en muchos casos. 

¿Es extraño que haya movimientos de hombres –surgidos en los países anglosajones- que se planteen una perspectiva masculina del mundo que no dependa de las mujeres ni de su poder, considerado humillante? ¿Que se planteen vivir solos como hombres sin depender de las mujeres a las que se evitaría? ¿Que vivan el sexo mediante relaciones esporádicas sin compromiso, con prostitutas a las que se sabe qué se les está pagando o con muñecas de silicona, ya algunas con inteligencia artificial?

En una de las peores distopías que uno pueda imaginar, se abre la escenografía de un mundo con hombres y mujeres separados, cada uno viviendo su propia ideología de género al margen del otro sexo y apenas reproduciéndose porque los hijos, sea por deterioro del material procreador, el semen, o por la propia crisis de la relación entre hombres y mujeres, la haga difícil o imposible. 

Hay una película de Alfonso Cuarón que se titula Hijos de los hombres, es una distopía muy alarmante de un mundo donde no hay niños y hay un permanente estado de guerra civil con la presencia de inmigrantes como sensación amenazadora. 

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