Esta mañana al
despertarme, entre brumas espesas como las telarañas de mi cuarto, he cobrado
conciencia del día. Eran las nueve de la mañana. Tendido, he pensado en los
sueños de la noche que se me han escapado como briznas de hierba en el viento
de la llanura. Mi iPad, mi mágico amigo cargándose, es el primer contacto que tengo
con la realidad virtual. He revisado blogs amigos y sus publicaciones. Sin
embargo, he pasado por un blog titulado Escrito
en el viento y algo me ha retenido en él: la imagen del autor, José Ángel
Barrueco (1972), escritor zamorano afincado en Madrid. El post no daba
demasiadas pistas pero me he ido a su perfil y he descubierto otro blog de José Ángel, un blog algo desatendido pero que me ha abierto todo un mundo en
el que he tenido que reprimir el ataque de llanto que me ha acongojado. José Ángel ha
publicado unos doce libros. Uno de ellos era sobre su madre muerta en 2010 a
los 56 años de un maligno cáncer de mamá. El libro sobre su proceso y muerte se
llama Angustia y comienza en un
cementerio, probablemente de Vienna en la tumba de Thomas Bernhard, autor al
que los dos apreciamos apasionadamente. Esto me ha conmovido, igual que sus
referencias a otros autores como Beckett y Coetzee, ambos autores tristes. Me
ha cautivado la tristeza de José Ángel que recuerda cada día a su madre, bella,
amorosa, artista, viajera, mujer esencialmente libre que lo tuvo a los
dieciocho años. El amor por su madre es tan hermoso, triste y revelador que no
he podido sino emocionarme leyéndole en su estilo fresco, directo, sugestivo y
sin florituras, como me gusta el lenguaje. He ido retrocediendo en el tiempo y
el tema era siempre su madre de la que publica fotos que confirman que era
bellísima y transmite impresiones que enamoran al lector y espectador como si
estuviera asistiendo a un diálogo íntimo y secreto. Me he ido enterando de
circunstancias de su muerte temprana y
terrible como un punzón que se hunde en el corazón; del dolor de José Ángel
que, a pesar de haber pasado diez años, es indeleble como una profunda cicatriz.
Mi madre también murió en aquel tiempo (2011), pero era tan diferente y me dejó
un recuerdo tan oscuro, como de jungla devastada, que el contraste me estremece
y pienso en las vidas tan diferentes a que dan lugar las madres. Sin embargo, José Ángel y yo, con madres tan antagónicas, compartimos la plenitud de la
tristeza en nuestras vidas, como garfios ahincados en la carne. Tristeza y
esperanza. Para ambos nuestras madres
han sido como el alfa y el omega. Quiero leer algo suyo, pero no el libro sobre
su madre porque me hundiría en la congoja. Tal vez Vivir y morir en Lavapiés, el barrio que más estimo de Madrid.
Seré de otro planeta, es decir, del de las familias numerosas en cuyo escalafón hay hijos que pasan completamente desapercibidos para sus progenitores y hermanos, pero nunca he acabado de entender el amor apasionado a las madres. Es más, ala vista del casi edípico que tenía mi padre por mi abuela, me parece que el "amor de madre" legionario era algo así como un estadio de la evolución social lindante con la horda. Entiendo que la nómina de madres ha de ser, por fuerza, bastante más amplia de lo que la experiencia le dicta a cada cual, pero confieso que me sigue dejando muy parado esa relación materno-filial en la que no parece que se haya cortado nunca el cordón-umbilical. Soy un apasionado enamorado de mis hijos, pero, al mismo tiempo, siempre he trabajado para que no tengan ninguna dependencia de mí y que se busquen la vida lo más lejos posible de mi influencia, acaso nada beneficiosa. Sigo a la espera de que la lectura confirme la revelación, para sumarme al descubrimiento.
ResponderEliminarLo que uno entiende o lo que uno no entiende es más bien lo que uno puede entender o lo que no se puede entender. No es posible evaluar la vida y los sentimientos de nadie con verdadero conocimiento porque, sencillamente, no se ha vivido lo que esa persona. Todo juicio es un juicio de perspectiva que nos condiciona totalmente. No acabas de entender, dices, y expresas tu Weltanschauung que para cualquier lector no deja de ser extranjera salvo que haya quien sienta una afinidad sentimental con lo que escribes, lo que puede darse, claro está. Hay afinidades que no se pueden explicar por la lógica. Es la que he sentido inmediatamente hacia este escritor que ha logrado transmitirme en su humilde blog una densidad de vida poco corriente, y, como digo, he estado al borde del llanto que he reprimido. ¿Por qué? No lo sé, mentiría si dijera que lo entiendo. Habitualmente soy muy crítico y ácido con todo lo que leo. Pocas cosas me son indiscutibles. Sin embargo, en ese blog había una densidad de vida poco común. Sea edípico o no, conseguir emocionar sin pretenderlo, con un lenguaje claro y eficaz, sin ostentación, no es algo que disfrute habitualmente, unido a la cercanía de modelos literarios, algo que me ha conmocionado. Lo he encontrado inmediatamente como a un hermano en la lejanía. Entiendo lo que nos muestras de tu punto de vista, totalmente condicionado por tu genética y tus circunstancias familiares y sociales, no por elección tuya. En realidad hay muy pocas cosas que elijamos, cada vez pienso que es menos lo que en realidad elegimos, así que tu comentario lo tomo como creado por un producto x en unas circunstancias x2, y que puede ser igual, como una gota de agua, al de otras personas que hayan vivido esas mismas circunstancias y compartan la genética y demás condicionamientos. Uno solo puede entender lo que está programado para entender, así pues, la mayor parte del mundo nos es opaco o indescifrable.
EliminarCreo que todas dejan marca. De la mía podría poner alguna marca buena, y otras que no tanta. Pero Ortega ya lo dijo, que uno era uno y sus circunstancias, y no hay mayor circunstancia que la madre que te toque, porque a partir de ahí hago el bucle hacia el principio: creo que todas dejan marca.
ResponderEliminarUn abrazo sentido.
Salut
He leído tu libro y puedo aquilatar desde la distancia el valor e influencia de tu madre, cenetista, en el ambiente en que pasó tu niñez en los años cincuenta. ¡Cómo no entender su influjo! Otra cosa es que, si podemos, nos vamos alejando de nuestras madres para construir nuestra propia vida. Conozco casos de personas de nuestra edad que siguen viviendo prisioneros de una madre tóxica de la que es imposible desembarazarse, hombres hechos y derechos, fuertes, duros. Hay madres y madres. No lo olvidemos.
EliminarDescubrí a José Ángel Barrueco hace muchos años, en mis inicios en Blogger. Fue un encuentro fortuito con el blog dedicado a su madre. Me fascinó ese espacio para el recuerdo porque las relaciones madre-hijo me parecen apasionantes. No he leído sus novelas, porque cuando investigué sobre ellas, estaban en soporte digital, que yo no leo. Pero a ese blog he vuelto sistemáticamente de vez en cuando.
ResponderEliminarCoincidimos en el aprecio a Coetzee.
Abrazos.
Me alegro que conozcas el blog de José Ángel. Yo lo he descubierto hoy como digo. A mí también me ha fascinado precisamente porque me fascinan como a ti las relaciones con los padres, especialmente la madre. Hay personas que no tienen mucho que decir de su madre, puede ser, pero puede ser, efectivamente, porque no hay nada que decir, pero hay madres...
EliminarCoetzee es otro hermano espiritual mío. Hay escritores que te gustan y mucho, pero otros, muy pocos, sientes una afinidad que va más allá de lo literario. Me ha gustado que José Ángel tenga la misma que yo con tres escritores fundamentales en mis elecciones afectivas.
Abrazos
No lo conocía, pero me fío de ti y lo miraré.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, andandos, no quiero recomendar a un escritor al que no he leído, solo he visto un blog que me ha impresionado emocionalmente. Me ha gustado la fuerza expresiva de sus palabras, pero lo desconozco como novelista. Eso es otra cuestión. Así que me reservo mi opinión hasta que lo lea. De momento, un blog bastante escondido ha sido una sorpresa. Un abrazo, y gracias por comentar.
EliminarJoselu, casi me he embekesado con tu prosa y esa borrachera de imágenes y metáforas , que sentado en mi oficina, creí despertarme para encender tu IPAD. Nada que no se resuelva con un adarme de cafeína. Las madres son fascinantes, y si bien pueden dejar un poso acre, la misma hiel con su desprevio, son las más las que nos bendicen con su ternura.
ResponderEliminarEn mi caso amaba a mi padre, y quería emular su sabiduría. Sin embargo tengo con mi madre un vínculo tan cercano y fuerte, que siento que forma parte de mi mismo. En los soliloquios mentales, con los que nos azoramos, tiene voz propia, y ella ejerce el papel de contrapeso frente a mis bríos más abruptos. Es como si hubiese absorbido parte de su personalidad. Está viva afortunadamente, pero frena mi ímpetu aportandome ese prisma más sereno, que yo mismo me recomiendo. Trata de ser mesurado en tus respuestas. Me pondré sobre la pista del escritor que nos indicas. Suena estupendo en tus reflexiones.
Digo lo mismo que al anterior comentarista. No lo he leído como novelista, solo como bloguero y eso no implica ningún juicio definitivo.
EliminarEn cuanto a los padres -madre y padre- son clave en nuestra vida. Queramos o no, participamos de su genética y nuestra formación, mal que nos pese, está en sus manos hasta que somos capaces de independizarnos. Leo con interés la relación que tienes con tus padres, no sé si al hablar en pasado de tu padre, quiere decir que ya no está. En todo caso, soy consciente del gran vínculo que tienes con tu madre. A veces he leído que cuanto menos fuerte es el vínculo con nuestros padres, es mejor, pero por ley de vida, hay algo programado que hace que nos parezcamos a ellos. Tu madre te aporta serenidad, y eso es algo maravilloso. Ya hubiera querido tener una madre que me aportara serenidad. No fue así. He escrito mucho sobre mi madre, pero no quiero traerlo aquí ahora. Hay madres y madres, y a mí me tocó una que no he llegado a comprender demasiado pero en todo caso, muy problemática, es una forma suave de expresarlo. En cuanto a José Ángel Barrueco, he sentido una fuerte simpatía por él, yo que detesto en general a los seres humanos, por eso me entusiasman Thomas Bernhard y Coetzee. Como ves, he sido mesurado. Es mejor así. Muchas gracias por tu comentario que me ha encantado.
Hay personas con las conectas casi al instante, que notas que hay algo que te resulta familiar, esa idea que comentas de un hermano/a que aparece de la nada, a mi me ha pasado en más de una ocasión.
ResponderEliminarEn cuanto al tema de las madres es tan personal, creo que ser madre o padre es más difícil de lo que parece, cuando es posible poner amor en la crianza supongo que la huella es más profunda, en todo caso es un tema complicado, cada uno lo siente según la circunstancias.
Es sorprendente que los modelos literarios de José Ángel sean también los míos. Hoy publica un post sobre Peter Handke, otro de los míos. Sí, sentí en seguida una secreta afinidad que me atrajo fortísimamente.
EliminarEn cuanto a nuestros padres, especialmente la madre, hay que decir que es un tema arduo. Mis dos padres están ya muertos, pero a diferencia de José Ángel, no desearía por nada del mundo, volverme a reunir con ellos en un más allá imaginario.
Haber sido hijos y ser padres nos da una perspectiva más amplia que la que tiene quien no ha sido padre o madre. Y las relaciones son complicadas, en casa impera el vaivén entre vive y deja vivir y la crisis permanente jajajaja.
[video]https://youtu.be/oiz9Q3bsxpU[/video]
ResponderEliminarPor lo que veo este autor pone las emociones a flor de piel, desde la desesperación de ver la muerte acechando, hasta un rayito de luz cuando la vida renace en un nuevo ser.
EliminarHabrá que intentar aprovechar la vida y el momento como se dice en el video, creo que todo sigue un ritmo y de nosotros depende adaptarnos o no a él.
Muy interesante Joselu.
A mí me seducen sus modelos literarios tan semejantes a los míos, además de su capacidad de transmitir sentimientos, y eso que no soy muy aficionado a la presencia de los sentimientos, pero todo lo que explica sobre su madre es muy conmovedor. Gracias, Ana.
EliminarDicen que una imagen vale por mil palabras, pero hay palabras que valen más que mil imágenes, una de ellas es madre. Yo no hablaré aquí de mi madre, no es lugar, pero se, y digo se, que la familia es en el 90% de los casos la institución más fiable del mundo, el refugio, el solaz, la alegría. la compañía, es lo que nos acompaña durante toda la vida. Se que hay familias con disputas, alejadas o enemistadas (normalmente por hechos que analizados fríamente son bastante estúpidos), pero es así, solo hay que ver en los tiempos de crisis, en la dificultad a donde nos aferramos. Y dentro de la concepción de familia, la palabra madre es poderosa, emblemática.
ResponderEliminarImagino que esta entrada no hablaba de madres, o quizás si...
un saludo
Sí que hablaba de madres. De la madre de este escritor y de la mía. Él la recuerda con amor. Un saludo.
EliminarLo dije, porque también habla de Literatura, de un autor que desconocía. por cierto.
EliminarUfff, he entrado en el blog de su madre, y solo observando las fotos de ellas, ya me ha parecido que el blog era una especie de altar. Sin duda su madre seguro que era un personaje increíble. Me ha producido una profundo tristeza vagar por sus entradas.
ResponderEliminarEs la misma impresión que tuve yo, me acongojé leyéndole, se me hizo un nudo. Y sí, el blog es una especie de altar. Pienso que alguna vez tendría que liberarse de su madre por increíble que fuera. Yo tuve una madre que fue todo lo contrario y no tengo que mantener un altar ni sentir devoción hacia ella. Pienso que esa dependencia emocional termina por no ser sana, hay que pasar página. Pero ella lo tuvo con dieciocho años e imagino que debía ser brillante y especial, fascinó a su hijo, tal vez era muy narcisista y no aquilató el dolor que podría causar de alguna manera. Thomas Mann, el gran escritor, aplastó a sus hijos y dos se suicidaron. Tener a un progenitor extraordinario puede ser algo que te haga vivir una vida terrible en algunos aspectos. Mejor normalitos, no genios.
Eliminar