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martes, 7 de abril de 2020

Miedo y confusión



He eliminado mi post de ayer. Lo que me parecía impecable y radical –clarividente- hoy lo he visto encuadrado en las teorías negacionistas de la derecha, incluso de pastores americanos que siguen celebrando oficios con bastantes asistentes puesto que niegan la realidad de la pandemia.

Lo he borrado en 62 visitas, poca cosa. Me siento abochornado, a pesar de haberme inspirado en medios de izquierda alternativa en la idea de que el confinamiento es la excusa para instaurar la tiranía. Y de que ha habido otras pandemias que pasaron desapercibidas y no se reaccionó ante ellas con histerismo como en este caso, pues estamos siendo condicionados por los medios y las redes sociales.

La verdad es que no sé qué opinar, no sé bien dónde estoy, cada día viro a un sitio o a otro. Me sentí poseedor de una visión más clara sobre lo que está pasando en cuyo meollo se intuía la tiranía, la manipulación social, en el contexto de un hundimiento de la economía peor que el de la peor crisis del siglo XX. Uno intenta dotarse de una visión congruente y llega a callejones sin salida. El virus nos desborda intelectualmente y da pábulo a cualquier tipo de interpretación y temor. Puede que reaccionar frente a la crisis sanitaria mediante bloqueos, confinamientos, cierre de fronteras nos lleve a la ruina económica, parece que será así. 

En otras épocas se temía menos a la muerte porque era un espectáculo habitual y cotidiano. Esto es cierto. Hay una gran distancia en cómo reaccionamos ante una pandemia ahora a cómo se hizo en 1957-58 ante la gripe asiática, o la de Hong Kong de 1968. El mundo no es el mismo. Ahora estamos hiperconectados, miles de millones de usuarios trasiegan por las redes y buscan información e interpretaciones, y estas las hay para todos los gustos. La información es instantánea y global. Los gobiernos han reaccionado con los mismos criterios, aunque haya habido dudas como en el Reino Unido o USA. 

¿Sería mejor dejar la evolución de la pandemia a su aire, protegiendo a los sectores más frágiles como la tercera edad, sin parar las economías? Pero la angustia universal nos lleva a querernos proteger, a encerrarnos –el confinamiento ha sido asumido universalmente sin apenas reacciones contrarias-. El miedo es ubicuo, puede que esté sobredimensionado –no lo sabemos-. Tampoco sabemos si estamos pasándonos en las medidas de protección, puede que sí o puede que no. No sabemos de la evolución de esta pandemia. Otras han tenido varias fases, empezando por una benigna para llegar a una mucho más letal como la de la gripe de 1918-1919… 

Todo son incógnitas, nadie sabe demasiado acerca del comportamiento de la pandemia. Al parecer todos hemos reaccionado del mismo modo de un lado a otro del mundo, con el confinamiento generalizado del que será difícil salir y volver a la normalidad, siempre que no haya otras fases críticas más dañinas.

Este es mi último post sobre la pandemia. Ayer leí a Julio Llamazares que decía que cada español tenía una teoría al respecto. He de reconocer que, tras seguir múltiples medios de todo el mundo, los oficiales y los off, no puedo ofrecer más que lo que ofrece cualquiera, confusión. A partir de ahora me callaré o hablaré de otros temas.  

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