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viernes, 15 de marzo de 2019

Mi padre y yo


Mi padre a veces me llevaba en coche. Él prefería los Renault y tuvo primero un 4-4 y posteriormente un gordini. Yo me subía pacientemente con él y me sometía a su monólogo que versaba muchas veces sobre el funcionamiento del motor de explosión de dos o cuatro cilindros. Él era un enamorado de la técnica, de la aeronáutica y de la historia de la segunda guerra mundial, libros que leía en largas noches de soledad con la luz encendida. Desde entonces yo detesto dormir con luz de un modo casi patológico. El caso es que el discurso de mi padre me aburría profundamente. Su delectación en el motor de explosión recibía mi más absoluta indiferencia. Nunca me interesó lo más mínimo. Él opinaba además que la literatura era anacrónica. 

Yo estudié literatura. He dedicado mi vida a la literatura, no como creador porque no he tenido la capacidad necesaria pero sí a su enseñanza y a mi experiencia como lector. Puedo decir que la literatura que mi padre entendía como anacrónica ha dado sentido a mi vida. Yo soy esencialmente literatura, a pesar de que mi padre cuando me veía leer, intentaba disuadirme y me decía que lo que tenía que hacer era irme a la discoteca. 

Ahora muchos años después recuerdo que llevaba a mi hija en el coche a los entrenamientos de básquet y le hablaba con pasión de libros como los que habían escrito Kafka o J.D. Salinger pensando que podrían ser relevantes en su experiencia. Mi hija me aguantaba y parecía seguirme la corriente, pero hacía como yo como cuando mi padre me hablaba de los motores de explosión. No le interesaba para nada. No es lectora en absoluto. En casa hay miles y miles de libros que ella desconoce. Nada de lo que soy yo le interesa lo más mínimo. 

Puedo entender la desolación de mi padre en su monólogo sobre el motor de explosión y mi indiferencia. Siempre fui refractario a todo aquello que él me dijera.

Muchos años después sigo enfermo de literatura, pero cada vez me encuentro más similar a mi padre en muchos aspectos. No me interesa el tema de la técnica o el terrible motor de explosión pero sí la historia cuyos libros de los que nunca él me habló, ocupan un lugar muy importante en mis intereses. 

Sé que tener hijos es asumir un conflicto decisivo. No envidio a los que deciden no tenerlos. Su vida es menos arriesgada, más cómoda. 

¿Habrá algo que quede en mi hija con el paso del tiempo?

26 comentarios :

  1. Desde mi experiencia y en contra de los defensores a ultranza de la educación he observado que a lo largo de la vida van surgiendo y explotando bombitas genéticas que se encintran ocultas durante décadas. Ah si contara!
    Un ej. sin importancia. Mi primogénito, 45 años, y yo. compartimos el mismo tipo de sueño reiterativo!
    Suerte Joselu porque la buena voluntad se asume. Resulta muy complicado burlarse del ego empezando por el propio.
    Lo que compartes con tu padre parece cierta pasión por comunicar.....lo que fuere, eso me parece lo de menos, cada cual a su estilo.
    Cada vez más me parece que la biología está ganando la partida, por eso no me parece descabellada la prevalecía de inteligencia artificial.

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    1. Sí, creo que nuestra vida es un conjunto de explosiones genéticas que van mostrando la similitud de nuestra vida con la de nuestros padres. No hay pero desastre que aguantar a los propios padres en la adolescencia salvo el dolor de no haber conocido a tus padres -siendo huérfano o adoptado-. Alguien ha dicho que loa padres son el frontón en que los hijos aprenden la vida.

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    2. Vaya, pues como hija única de mi tiempo, quizás debido a los temores salí externamente ejemplar, mantuve a mis padres desde los 17 y a mi madre en concreto hasta los 62,. Ella bajo todo tipo de amenazas según circunstancias (mis hijos fueron testigos) me obligaba muy dolorosamente a permanecer a mi lado... habida cuenta que desde los 15 soñaba con alborozo que desaparecía de mi vida para siempre.....imagina que tormento generado por mi propia sangre. Ay!! Odiaba que todo el mundo le dijera que la nena había salido de carácter clavadita a su padre!! Por el contrario eduque a mis hijos para ser lo más libres lo antes posible y poder sobrevivir sin dependencias por su propio bien y pese a todo las consecuencias hasta la fecha dan balance positivo.
      El menos egoísta, ya es padre de adolescentes y con al egoísta que no encuentra hembra a la que convencer (por algo será) y que nació con muchas de las papeletas de mi generadora, el pobre, procuró mantener las distancias aunque procurre por todos los medios colgarse de sus padres, por interés claro. Cuando me minimizo se aparta, pero acaba volviendo a por alguna migaja.
      Ya ves, la vida me ha endurecido y resecado, con lo inocente que fui, pero no me quejo porque disfruté con todo lo que pude elegir y la muerte cada vez adquiere un rostro más dulce.

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  2. “encuentran ocultas”
    Disculpa mi torpeza y enorme presbicia!

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  3. no se si quedará algo en ella, pero seguro que se va a sentir con su hija de la misma manera como vos relatás lo tuyo... y eso te va a reconfortar... desde hoy mismo al ya saberlo...

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    1. Entiendo que está construyendo su mundo y que el de los padres no es una buena referencia en la adolescencia y postadolescencia. Algo quedará, pero no lo sabré, solo es una fe. Como a mí me ha pasado con mi padre. Aun así, si volviera -lleva muerto 27 años- no sé si sería fácil que pudiéramos hablar.

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  4. Se ha teorizado y escrito mucho sobre la relación padres-hijos, que si la biología, que si la conducta, que si el inconsciente. Lo cierto es que in vivo tener hijos es "asumir un conflicto decisivo". Esa frase es toda una definición. Y tampoco envidio a los que no lo tienen, realmente son vertiginosos los vínculos con los hijos, tengo tres y siento que los vínculos con cada uno de ellos deben ser construídos y deconstruídos cada día.Eso me enriquece - sin duda - Cada día me siento más y más enfrentada a mundos que me son desconocidos y en los que tengo que ahondar para entender. Los vínculos van en clave racional, en clave afectiva, en ambas. Cada día me levanto pensando una cosa y me duermo pensando algo diferente. Siempre me ha gustado la investigación, en mi profesión, claro, en donde los afectos se involucran ma non troppo, pero cuando a ella se le añaden las emociones, la sensación es la de una montaña rusa ( a la que nunca he subido porque no me gustan esos efectos! ) psicológica y afectiva.
    Te diría Joselu a tu pregunta: Habrá algo que no quedará en tu hija con el paso del tiempo?

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    1. He hablado de mi hija, pero tendría que haber precisado que me refería a mi hija menor. Tengo dos. Y en cierta manera me he quedado con las ganas de haber tenido un tercer hijo. Pero no es fácil ser padre. Tampoco lo es ser hijo, especialmente cuando se sale de la placenta de la niñez y se expone el púber o adolescente a tener que crear su mundo en inevitable conflicto con el de los padres. Los padres nos convertimos en los enemigos que los limitamos, y hemos de resistir los embates injustos de la construcción de su identidad. En esas estamos: a veces su madre y yo soñamos con independizarnos e irnos de casa dejando a mis hijas y sus enfrentamientos y sus conflictos consigo mismas y entre ellas. Entiendo lo que dices de sentimiento de montaña rusa emocional porque es ls misma sensación que tengo yo. A mí tampoco me gustan pero es eso precisamente. Ahora tienen 22 y 19 años y alguien me ha predicho que tenemos suerte porque todavía están en casa, que cuando buscan trabajo y tienen que salir al mundo todavía es peor. La frase de "ser padre es para siempre" pesa en el ánimo de muchos que eligen no serlo para evitarse todo esto. Es duro, claro que es duro, pero no renunciaría a ello. No es solo que se les quiera, es que su vida está involucrada en la tuya para siempre. Pero a veces son terriblemente injustos, como lo fui con mi padre. Me es difícil aceptar que toda esa literatura, el arte más hermoso para mí. sea radicalmente lejano a mis hijas. Pase que el motor de explosión fuera un peñazo, pero ¿lo es hablar de Cortázar, de Borges, de Kafka? Pues sí, lo es.

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  5. Como hijos de alguien, sabemos que siempre queda algo de nuestros padres en nosotros, para bien y para mal. Aunque no hayamos comulgado con la forma en que encaraban la vida, nos reconocemos herederos de muchas de sus manías, rutinas, valores y antivalores, y esto se agrava conforme vamos cumpliendo años. Así que pienso que sí, que mucho de ti va a quedar en tu hija, mal que les pese a veces.
    Tendríamos que saber distanciarnos más para sufrir menos. Desde que los traemos al mundo se convierten en lo más importante de nuestras vidas, y eso es desgarrador la mayoría de las veces.
    Philipp Roth en "La mancha humana" (ahora lo estoy leyendo gracias a tu recomendación) dice cuando se da cuenta de cuánto lo han defraudado sus hijos: "Después de haberlos tomado tan en serio"...
    Debería haber una manera de no tomarlos tan en serio, así quizá dolería menos.

    Mis hijos tampoco son lectores, a pesar de haberme visto leer continuamente. Este motor de explosión ha sido contraproducente quizá.
    Yo a veces sí envidio a los que no tienen hijos, son menos vulnerables, y supongo que llenarán su vida de otras cosas... la literatura, por ejemplo.
    Oye, ¿y qué hay de todo eso de buscar la eternidad a través de la descendencia? que no muera todo con nosotros, que sigamos viviendo en nuestros hijos, nietos... Me extraña que no te hayas metido en ese jardín...
    Besos, Joselu.

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    1. Supongo que esperar mucho de los hijos es la clave de por qué nos decepcionan tanto. Veo los padres de mi mujer. Gente sencilla, sin expectativas, buena gente, que no hicieron otra cosa que trabajar para sacar a sus cuatro hijos adelante pero sin inmiscuirse para nada en su vida sobre la que no tenían grandes expectativas. Los cuatro han salido adelante por su cuenta y no costaron grandes sufrimientos a los padres salvo el de trabajar de sol a sol para sacarlos adelante. Nunca se plantearon cómo debían ser. Intentar proyectarse en los hijos es el peor error que cometemos. Y lo veo en los foros en que se reflexiona sobre la educación, el mito de la educación, y se cree que son tabulas rasas en los que se puede imprimir valores o modos de ser o pasiones. Es un error.

      El pensamiento de Philip Roth es demoledor. La sensación de que un hijo te defrauda es dolorosísima pero tremendamente real. Pero ¿cómo no tomarlos en serio si ocupan el 90 por ciento de nuestra vida? Afortunadamente o no, la sociedad ha tomado nota de la dificultad de tener hijos y cada vez nacen menos. En 2050, ls sociedad será esencialmente de ancianos. Ya ahora en lar reuniones familiares se ve un salto significativo desde la generación de los cuarenta años hacia la nada. No han tenido hijoe o en un grado muy pequeño, poquísimos. Hay solo dos niños en la familia cuando hay una amplia representación de treintañeros o cuarentañeros. Mis hijas que tienen 19 y 22 años fueron las últimas que nacieron en esta familia. Así que los jóvenes ya tienen claro que no quieren sentir la decepción de tener hijos. Otra cosa es intuir adónde va nuestro mundo sin niños. Y no es esperanzador. Besos, Conchita.

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  6. En esto de los hijos funciona sobre todo la ausencia de expectativas. Yo nunca las he tenido con los míos, salvo una: que fueran cantantes de ópera, un buen tener y una buena soprano. Ninguno de los dos tiene el más mínimo oído para la música y jamás quisieron ir a clases de ella. Jamás he insistido después del primer y único no. En los estudios siempre "exigía"... el 5. Y en cuanto a su afición a la lectura no quise inmiscuirme, aunque les leí a los dos años y años y de todo antes de dormirse. No soy un padre despegado, y sí muy sentimental, pero jamás he intentado influir en ellos para nada. He entendido que sí, que los padre ponen límites y aconsejan cuando es necesario o te lo piden, pero poco más. Tengo dos experiencias de la paternidad radicalmente diferentes. Acepto ambas de igual manera. No he pretendido jamás que me idealicen, y he hecho mucho el gilipollas delante de ellos para que sepan que si no se tiene un gramo de locura no se está cuerdo. Creo que han captado el mensaje. Los quiero con locura. Ignoro cómo me quieren ellos a mí, ni incluso si me quieren, aunque algo de afecto advierto que me muestran. No pido más. He tenido siempre por lema que de los hijos, si tuviera que escoger, prefería antes el respeto que el amor, aunque no son excluyentes, como he podido experimentar. En fin, en cualquier caso, la relación con los hijos depende siempre de un hilo absurdo que se puede romper en cualquier momento. Lo que advierto que les "jode" más es eso de que no pienso morirme, salvo imprevistos, hasta los 113..., pero lo encajan bien.

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    1. Desconocía esa expectativa de que tus hijos fueran cantantes de ópera. ¡Qué curioso! En todo caso, leo y subrayo tu coherencia educativa que conozco de sobras, además de las dificultades que habéis pasado. Vivir 113 años, ¡qué horror! Menos mal que están los imprevistos jajaja.

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  7. Un relato emotivo donde se ve cómo todos llevamos un poco de nuestros padres y somos un poco como ellos. Tu hija seguramente recordará los momentos pasados contigo como tú los recuerdas con tu padre. Es ley de vida, en este caso una ley maravillosa por la que nuestros padres siempre van con nosotros en nuestro recuerdo, en nuestro interior. Forman parte de nosotros.

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    1. Bienvenida al debate íntergeneracional. Ciertamente mi padre va en mi recuerdo, mucho más de lo que pensaba. Incluso he pensado en escribir un texto, a modo de libro, sobre él. Que hubiera muchas cosas que no me gustaban, es cierto, pero al final nos quisimos. Acabo de leer un libro de JMGustave Le Clézio sobre su padre y no todo eran buenos recuerdos. Los había muy malos, pero el escritor intentaba comprenderle. Esto es lo que quiero.

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    2. El amor verdadero es querer a la persona como es y no como uno quisiera que fuese. Cuando hablas de tu padre se nota que había una relación especial quien sabe si en el fondo erais demasiado iguales y de ahí los choques. No importa, te animo a que escribas tus vivencias. Tu padre, desde donde esté, le llegará.
      BESis.

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    3. Hablar de mi padre es muy duro pero lo haré. No creo que le llegue porque no creo en el más allá, pero lo escribiré.

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  8. Solo hay un hecho que no es discutible con los hijos, ellos son más jóvenes que nosotros. Yo a mis hijos les he dicho que estudien lo que quieran, pero que lo que hagan, que lo hagan bien. Que no mientan, que no prometan lo que no pueden cumplir y que "las palabras convencen, el ejemplo arrastra" (que decía mi padre). Yo no quiero que sean como yo, no lo deseo, no me gustaría, la verdad. Espero que la sociedad evolucione, (cosa bastante fácil sino hay algún cabrón por medio que genere alguna guerra), que trabajen menos que yo, que sean libres y que sean felices.
    La meta es complicada, pero creo que lo pueden conseguir, cada uno a su manera, porque cada uno tenemos la nuestra y lo que nos vale a nosotros no tiene porque valerles a ellos...No se...

    Un saludo

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    1. De acuerdo, Temujin, yo no tengo queja de mis hijas. Ambas son muy buenas estudiantes y buenas personas. Eso llevamos ganado. No expresaba una queja de mi hija sino una constatación de que cosas hermosas que cree tener un padre son opacas para los hijos. Y pongo de ejemplo la relación con mi padre para darme cuenta de que es lo mismo. Yo hacía lo mismo, e incluso estudié lo que más desdeñaba mi padre, literatura. No me quejaba, simplemente reflexionaba en voz alta sobre ello. Él hubiera querido que yo fuera arquitecto o ingeniero, de modo que yo supuse una decepción para él -no para mí mismo, claro-. Es un conflicto eterno, pero no hacía queja hacia mi hija. De mí padre me quedó algo que él no imaginaba: el interés por los libros de historia de Europa, especialmente de la Segunda Guerra Mundial. La influencia de los padres a los hijos es siempre misteriosa. Solo planteaba eso.

      Un saludo.

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    2. Yo también leí una enciclopedia por fasciculos de la II Guerra Mundial que compraba mi padre todos los domingos conmigo y me gustaba mucho. Una cosa que siempre agradeceré a mi padre es que siempre tuvo fe en mi, y eso que, por diferentes cuestiones, yo le di razones para no tenerla.
      Se que no te quejabas de tu hija, pero creo que me he ido por los afamados y nunca bien ponderados "Cerros de Ubeda"...ya sabes...

      Un saludo

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    3. Mi padre no tenía fe en mí. Yo nunca sentí que la tuviera hasta una semana antes de morir.

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  9. El Médico de Familia inglés, Ronald Gibson, comenzó una conferencia sobre conflicto generacional, citando cuatro frases: 1) "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos." 2) "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible." 3) "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos." 4) "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura. "Después de enunciar las cuatro citas, el Doctor Gibson, observaba como gran parte de la concurrencia aprobaba cada una de las frases. Aguardó unos instantes a que se acallaran los murmullos de la gente comentando lo expresado y entonces reveló el origen de las frases, diciendo: La primera frase es de Socrates Sócrates La segunda es de Hesíodo ( 720 A .C.)
    La tercera es de un sacerdote ( 2.000 A .C.);La cuarta estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia; Y ante la perplejidad de los asistentes, concluyó diciéndoles:Señoras Madres y Señores Padres de familia:RELÁJENSE, QUE LA COSA SIEMPRE HA SIDO ASÍ...

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  10. Partiendo de tu frase ¿Habrá algo que quede en mi hija con el paso del tiempo? recuerdo mi propia experiencia similar a la que tu me cuentas.

    Mi padre, en los larguísimos viajes de verano a Córdoba en el Renault 7 amarillo limón de mi infancia, siempre ponía cintas básicamente de sevillanas y rumba. 11 o 12 horas de los Cantores de Hispalis, Bordón 4, Manzanita, los Chichos, Tijeritas, temas que, acompañado de la incomodidad de este tipo de viajes, sin cinturones de seguridad, durmiendo tumbados en el asiento trasero, hacían para mi mente de niño de 9 o 10 años una verdadera tortura.

    En esos años, no me gustaba nada ese tipo de música. Músicas que rozaban el flamenco aun quedándose en la vertiente más folklorica.

    En mi niñez, odiaba todo eso.

    Después en la adolescencia, un amigo del instituto me dijo que escuchase una cinta de Paco de Lucía, con su sexteto, muy cercano al Jazz. Sin cante. Me encantó, y de esa manera la guitarra flamenca entró en mi vida. Recibí incluso clases a los 20, algo me queda aun de aquello. Y la guitarra lleva al cante, y aun prefiriendo siempre la guitarra, el cante también me llega profundo.

    Supongo que la cosa no viene solo del amigo del instituto que me dio la cinta, la influencia, el poso, supongo que lo puso mi padre con sus cintas.

    Ojo, lo que no heredé de mi padre fue todo el nacionalismo andaluz que en el lleva adjunto las cintas de sevillanas. Pero esa es otra historia. Un abrazo Joselu.

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    1. Hoy he visto por fin Bohemian Rhapsody en una tarde tonta en Madrid. Llevaba tiempo detrás de esta película. Mi mujer no quiso ir a verla porque era un musical. Pero le hubiera gustado, creo. ¿Cómo he podido vivir sin música? ¿Cómo pude vivir los años ochenta y no conocer a Queen? Mi carencia de espíritu musical es de las carencias más graves que padezco. No hubiera habido deseo más intenso que tener alguna virtualidad para la música. Mi padre no escuchaba música. En su tiempo escuchaba en los cafés música clásica pero a mí no me llegó nada musical por parte suya. Crecí sin música, solo con las canciones del verano y poco más. Me entristece esta amputación mía. La historia de tu padre me ha encantado. Hablas del nacionalismo andaluz, el sevillanismo, algo que nos produce arcadas a los dos, pero también está Paco de Lucía y Camarón de la isla. En Cataluña tenemos abundante folklore que se reclama de más alta calidad que los cantores de Hispalis pero es lo mismo. Me voy por los cerros de Úbeda pero estoy en Madrid solo y tengo ganas de hablar. Me ha gustado esa formación de tu sentido musical. Tú al menos tuviste alguna. Un abrazo.

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  11. Cuando murió mi padre de un infarto fulminante (y creo que es la primera vez que lo expreso por escrito después de muchos años –todavía me duele su ausencia-) y ante su ausencia, con el paso de los días me di cuenta de las cosas que había dejado en mí, en especial sus palabras que había incorporado a mi lenguaje sin ser consciente de ello. Los últimos años fueron entre nosotros de una afectuosa y plácida relación porque le satisfacía verme ‘bien situado’ en la vida, pero hubo otras épocas de enconamiento entre los dos, aunque nunca me faltó su cariño a pesar de ser de mundos mentales muy alejados.
    Las relaciones entre padres e hijos son complejas y están moduladas por diferentes etapas
    Te preguntas: “¿Habrá algo que quede en mi hija con el paso del tiempo?”. Me sonrío porque intuyo que dentro de tus hijas estás tú y muchas de tus cosas, lo descubrirán con el tiempo, quizás cuando les faltes sea cuando más conscientes puedan ser de ello. Por eso mi deseo, junto a mi pronóstico, es que lo podáis descubrir juntos.

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    1. La relación con mi padre fue muy difícil, mucho. Fue una herida abierta, una mutua hostilidad, que solo se resolvió en el momento de morir. Yo nunca me mostré a él porque él nunca me hubiera aceptado. Fue a punto de morir cuando yo le dije que me sentía orgulloso de él. No sé si fue alucinación o lucidez lo que nos llevó a acercarnos una hora antes de morir. Sin embargo, para mí, que prácticamente nunca he ido a su tumba, ocupa un lugar muy importante en mi conciencia, tanto que quiero escribir un relato de unas cien páginas sobre él y su relación conmigo. Yo no dejé de provocarle, pero él no estuvo en disposición de aceptarme hasta que se vio al borde de la muerte. Pienso que nos reconciliamos profundamente. Soy en muchos aspectos como él, aunque no sé si podría hablar con él de nuevo si hubiera seguido como era en vida. Este post es el preludio de mi obra más exigente. Mi padre y yo. Espero que mis hijas y yo podamos vivirlo sin tanto dramatismo. Así lo espero, aunque mi vida está marcada por el dramatismo. Gracias por tu lúcido comentario, te escribo desde la Fundación Thyssen en Madrid donde he venido a ver la exposición sobre Balthus. Un abrazo.

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