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martes, 22 de enero de 2019

La Viena de Sissi, Mozart y Freud.


Una visita a una ciudad como Viena durante cuatro días apresurados no da tiempo de comprender demasiado acerca de la vida de esa ciudad, pero intentaré expresar cuáles han sido mis impresiones al respecto. 

Viena es una ciudad Imperial, como San Petersburgo o Londres, refleja un pasado histórico esplendoroso en el que se miran los habitantes. Recuérdese que Viena era la capital del Imperio Austrohúngaro, hasta 1918, que comprendía los territorios aproximados de Austria, Hungría, Checoslovaquia, buena parte de los Balcanes y se adentraba en Italia, llegando incluso a Venecia en algún momento. Era un mundo de unos sesenta millones de habitantes, que, tras la derrota de Alemania, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano, perdió el noventa por ciento del territorio y pasó a ser una pequeña nación de apenas seis millones de habitantes que tuvo que rehacerse y crear nuevos mitos para sobrevivir. Esos mitos venían del brillo de la época imperial, y en esto juega un papel sobresaliente la figura de la enigmática y sombría emperatriz Sissi que murió asesinada en Ginebra en 1898. Todo en Viena recuerda ese pasado y los guías no se adentran en la etapa más controvertida de Austria como cuando fue anexionada por la Alemania nazi en 1938, el Anchsluss, ante el entusiasmo de la mayoría de los austriacos que se desataron en violencia contra la población judía en la noche de los cristales rotos en 1938. La nueva derrota les llevó a crear la ficción ante sí mismos y ante las demás naciones de que habían sido la primera víctima de Hitler y esta visión les hizo no llevar a cabo un reajuste de conciencia por su papel de cómplices del nazismo. Recordemos que el 9 por ciento de la población de Viena eran judíos que se sentían profundamente vieneses a pesar de que el resto de la población los miraba con resquemor. De los 192000 judíos que vivían en Austria, 65000 fueron asesinados y el resto tuvieron que emigrar a Estados Unidos, Israel o Inglaterra, tal como hizo, muy enfermo, Sigmund Freud en 1938, cuatro de cuyas hermanas fueron deportadas a campos de exterminio donde murieron. 

Solo a partir de 1990, Austria comenzó a aceptar su responsabilidad en este tema. Recordemos que anteriormente el presidente de Austria había sido un antiguo nazi, Kurt Waldheim, que había ocultado su pasado, y había llegado incluso a ser Secretario General de las Naciones Unidas. 

Viena es una ciudad en que la música y la pintura y la literatura tiene y han tenido un peso extraordinario. Solo citemos a Mozart, Johan Strauss –padre e hijo- o más recientemente a Mahler. Como pintores citemos a Gustav Klimt, Egon Schiele y Oskar Kokoschka, que chocaron con el conservadurismo de la sociedad vienesa por su erotismo y radicalismo artístico. Como escritores, recordemos a Robert Musil, a Stefan Sweig y más recientemente el cáustico y corrosivo Thomas Bernhard, debelador de la alianza entre nacional-socialismo y catolicismo. 

Y no podemos olvidar a una de las mentes más privilegiadas del siglo XX, el psicoanalista Sigmund Freud, cuyas teorías transformaron el campo de la psicología profunda y el inconsciente, y que creó la escuela vienesa, en un campo que revolucionó no solo la psicología sino el conjunto de las artes –literatura, pintura, cine-. Se puede decir que el alma del siglo XX ha sido una mezcla de surrealismo, por un lado y existencialismo por el otro. 

Así que a la vida de Viena no le falta aliciente artístico-intelectual, unido a una mentalidad profundamente conservadora con la cual tienen que pugnar los artistas que nacen en su seno, como ha demostrado la historia, pero de esta tensión, entre el autoritarismo y la libertad, nace el arte y la cultura. 

Tuve ocasión de visitar la Viena turística, la que sale en las guías, de pasar horas y horas en cafés vieneses –todo un lujo en que el cliente es tratado como un caballero de otros tiempo-, subir a la noria del Prater donde se filmó una escena de El tercer hombre de Orson Welles, visitar el museo de arte Moderno (Contemporáneo) Mumok poco visitado por el público en general y menos turistas –pero yo soy un adicto a los museos de arte moderno que repelen a la gente: los encuentro sumamente divertidos, me río mucho en ellos por las ocurrencias ácratas de los artistas-, visitar el Belvedere donde me reencontré con Egon Schiele, Oskar Kokoschka y Gustav Klimt, mi visita al edificio biomórfico y multicolor, diseñado por Friedenreich Hundertwasser pero también recuerdo mis trayectos en tranvía y en metro con auténticos vieneses –que fotografié- y mi estancia dos horas en un café de la periferia cuyos dueños eran rumanos en que la atmósfera estaba llena de humo porque en Austria no está prohibido fumar en los cafés, al menos en algunas zonas. Aquello fue una inmersión en los otros vieneses, los que no salen en las postales de Viena. Pasé un buen rato bebiendo cerveza mala y oyendo las risas de la concurrencia, fuera del refinamiento de los cafés del centro, la radio puesta, la tele solo en imagen y la atmósfera turbia de un ambiente que no veía desde hace mucho tiempo en un bar. Luego mis ropas olían a tabaco, algo que no recordaba. 

Viena es una ciudad con fondo psicoanalítico, dividida entre su pasado imperial, su soberbia congénita, su pasado nacionalsocialista, y las tendencias que pugnan por abrirse y salir de ese contexto conservador y supremacista, como cualquier sociedad moderna. Yo me terminé sintiendo a gusto, especialmente leyendo simultáneamente al cáustico y ácido Thomas Bernhard que no creo que sea muy apreciado por los austriacos y sus sueños imperiales. 

7 comentarios :

  1. Hitler era un tío democrático, tanto que después de ocupar Austria cariñosamente mando realizar un plebiscito y democraticamente en este referendum saco el 99.73 % de los votos. Para que los votantes no tuvieran dudas de las mesas a donde debían votar y no se confundieran en el voto, no utilizo el voto secreto e incluso democraticamente mandó a sus SS para que amable y democraticamente condujeran a los votantes a los lugares adecuados y las opciones correctas.
    No todos los vascos eran de la ETA, no todos los catalanes son realmente independentistas y no todos los austriacos eran nazis, creo que más bien fueron minorías que se apropiaron de las mayorías. Yo he estado en Alemania varias veces, no así en Austria, pero iré...
    Un saludo

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    1. Hubo austriacos decentes que arriesgaron su vida protegiendo a judíos, es cierto, pero también que se dejaron contagiar por el reich alemán y vieron con abierta simpatía a Hitler, pese a la manipulación del referéndum, cierta, y además ni judíos ni romaníes pudieron votar. Sí que podemos afirmar que hubo cierta complacencia en la aventura nazi, al menos en un principio, pero lo terrible fue que se desentendieran de la suerte de los judíos que volvieron a Austria (unos cinco mil de los 192.000 que había antes) y que no reconocieran su participación activa dejándoles desprotegidos. Estuve en el museo judío de Viena y la comunidad judía tuvo que luchar muchísimo para que se revisara la realidad histórica de lo que había pasado. En 2002 se inaguró un monumento en la Judenplatz de Viena a las víctimas del Holocausto austríaco, pero no fue fácil. La administración austriaca no pasó por un proceso como la desnazificación porque "ellos eran inocentes", y esto no está tan claro, ni está claro que la población vasca que en los años de plomo del terrorismo miraba hacia otro lado o con abierto desprecio hacia las víctimas, fuera "inocente". No todos eran de ETA pero hicieron muchos muy poco por ellas. He visto vídeos de 1980 en que un asesinado de ETA estaba tirado en el suelo con un charco de sangre y la gente alrededor haciendo su vida como si nada. Claro que hay nazis convencidos y ETA pero el silencio de una sociedad también es un elemento decisivo. Y en el caso de Austria y el País Vasco contaba también con una iglesia que miró hacia otro lado o que abiertamente linchaba a las víctimas. No, no fueron inocentes, aun contando con que todos no serían nazis y tendrían miedo.

      Un saludo.

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  2. "Viena, la ciudad de los sueños" es una canción que solía cantar y bailar Perls en la época de su paso por Esalen, ese centro de espiritualidad contracultural que sale en el último capítulo de Mad Men, aunque tuvieron que recrearlo en otro sitio, porque no les dejaron rodar en el espacio original. Perls vivió en Viena un año, no mucho después de que por sus plazas, el siempre excéntrico Jacob Moreno hiciera sesiones de su"teatro de calle" con fines terapéuticos. Viena es, para quienes hemos leído sobre e tema, la Meca del psicoanálisis, un sitio donde un sesudo profesor universitario entrado en la setentena se permitía decir en una asamblea científica: "El máximo problema del hombre es que folla poco y mal". Esa Viena en la que Reich gestaba su Sexpol antisistema... Nunca he ido, básicamente por la distancia con el idioma y por lo cara que es, al parecer la ciudad, pero no me importaría. A mí me gusta mucho la opereta vienesa, que sería el equivalente de nuestra zarzuela, que también me gusta, claro. Pero sabiendo que también fue la ciudad de Mozart, la tentación sube ya tatos enteros que no sé cuántos habría de ahorrar para poder asistir a alguna ópera en su magnífico Teatro de la Ópera Estatal, en el barrio de los museos. Soñemos, alma, soñemos...

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    1. Amigo Juan Poz, para tu deleite, cada día salen a la venta unas quinientas entradas a 3 y 4€ en la Ópera para verla de pie. Se pueden comprar en una web o unas dos horas antes del comienzo de la representación. Hay unas localidades frente al escenario en el primer piso a 4€ que son muy cotizadas. Yo tuve la tentación de ir a comprar una para ver una ópera de Wagner, pero la perspectiva de estar dos horas de pie con mi cuestionable sentido musical, me disuadió. En todo caso, en abril salen a la venta las localidades baratas a un año vista. No es tan descabellado. En cuanto a que Viena sea cara, yo diría que como cualquier ciudad europea, no más que Berlín, París, Londres, Copenhague o Amsterdam, y mucho más barata que Estocolmo o ya no digamos Reykiavik. Es caro, pero te diré que cuatro días allí, todo incluido, viaje, hotel, comidas, visitas culturales, cafés y desplazamientos, me han costado exactamente 525€. Podría haber ido a la Ópera por cuatro euros más, pero no me atreví y casi que lo siento. He viajado solo, claro está. En cuanto al idioma, mi esquemático inglés me ha permitido comunicarme perfectamente en cualquier sitio porque su conocimiento es general.

      El psicoanálisis, parece que se ha demostrado, es la mayor aportación literaria del siglo XX. En cuanto a Freud, Jung, Perls, Moreno... son extraordinariamente divertidos pero por mi paso por el terreno de la psiquiatría, su estimación científica en estos momentos es frágil. He conocido a dos personas que se habían psicoanalizado, y, bueno, mi percepción de los efectos sobre ellos no me permite augurar mucho éxito en nada. Moreno creo que fue el creador del psicodrama, lo que fue una gran aportación al arte dramático, eso no se lo quita a nadie. Y Wilhelm Reich se quedaría asombrado por el declinante rol del sexo en las nuevas generaciones, y la reivindicación de la castidad por parte de alguna tendencia que relativiza la importancia del sexo en la vida...

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    2. ¡Caramba, qué estupenda noticia! Imagino, entonces, que hasta se podrá conseguir alguna butaquilla por 150€, que es lo que estaría dispuesto a pagar por asistir, pongamos por caso, a la contemplación de La flauta mágica! DE momento, mi objetivo, por razones que tú entiendes, es Berlín, a pesar del desengaño respecto del que a mí me interesa, pero que tengo que pasear por allí está claro... Gracias por tan valiosa información. Por ese precio hasta puedes ir un día, ver un acto, y ver el otro o los otros en los días siguientes...

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  3. Yo visité Austria por Mauthausen, como bien sabes, pero los dos días que disfruté de Viena me encantaron. Es elegante, majestuosa, no se puede decir de otra manera. Con un inglés básico te desenvuelves bien y con el tranvía te mueves por todos lados. Yo me perdí en el Belvedere, en el museo de Sissí y en el centro antiguo. Me interesa mucho visitar Europa, los demás continentes están muy abajo en mi lista.

    Me ha extrañado que no hayas hablado de la Biblioteca Nacional, una de las más bellas del mundo, o de la especial efervescencia de gente que se disfruta en los alrededores de la Ópera y la Catedral. En todo caso, es una ciudad bellísima a la que me gustaría volver... y a Mauthausen, por supuesto, en las antípodas de toda esa belleza y majestuosidad.

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    1. No fui a la Biblioteca Nacional, fue un fallo pero no pensé en ello, y eso que había leído tus crónicas. Las visitas a ciudades tienen para mí algo de caóticas y, claro, siempre te dejas cosas en el tintero. No obstante, la ciudad de Europa que más me ha cautivado, más que Viena, ha sido Budapest, y eso que no fui a los famoso baños que es visita inexcusable. Tengo que volver, a ser posible acompañado. Allí también fui a ver un museo de arte contemporáneo, eso no falta nunca en mis visitas a ciudades. Me interesa mucho la excentricidad del arte contemporáneo, y además te sueles encontrar museos casi vacíos y en todo caso, nada de turistas.

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