Una de las oportunidades más extraordinarias de tener un blog como éste, es que el autor toma una idea, unos hechos o una noticia e intenta reflexionar sobre ello con mayor o menor fortuna. Expone su punto de vista y recibe unas cuantas respuestas que en muchas ocasiones sugieren otros enfoques distintos de la cuestión tratada. El autor entonces considera las nuevas aportaciones y en cierta medida modifica sus consideraciones. Es por esto que me gustan los comentarios discrepantes, no laudatorios, y que me hacen cambiar mis coordenadas que son ampliadas o matizadas por las nuevas aportaciones.
En el post anterior, Juan Poz, comentarista habitual en esta casa, me interpela sobre los nuevos y relevantes datos que aporta RFT sobre la actuación de Jorge Semprún en el campo nazi de Buchenwald. El comentarista RFT enlaza unas informaciones del blog Una temporada en el infierno de Juan Pedro Quiñonero, que también comenta María, en que se señala que el comunista Semprún formó parte de la organización del lager -cuya gestión administrativa fue delegada por los nazis a los comunistas-. Desde su puesto de intervención, Semprún -comisario político- habría confeccionado listas de hombres destinados a secciones de las que no se volvía vivo. En dichas listas tuvo la posibilidad de salvar y condenar a seres humanos, y utilizó dicho inmenso poder en salvar a sus correligionarios comunistas y enviar, en cambio, a la muerte a personas anónimas -o compañeros que no compartían sus ideas-, teniendo en cuenta la considerada superioridad moral y política de los comunistas que deberían salvarse para edificar después un mundo mejor.
Semprún, que utilizó abundantemente en sus libros y en su carrera política su estancia en Buchenwald como víctima que habría vuelto de la muerte, nunca hizo referencia a esta circunstancia. Su compañero de célula -y amigo íntimo- Robert Antelme haría posteriormente una autocrítica en que saldrían a relucir sus reservas morales sobre la actuación de los comunistas estalinistas en Buchenwald, reservas a las que nunca hizo mención Jorge Semprún y por las que fue expulsado del partido Robert Antelme.
¿Tendría que haberlo mencionado Semprún? ¿Fue una carga sobre su conciencia su participación en Buchenwald al servicio de los nazis? ¿Edificó su carrera política y personal sobre esta impostura? ¿Las leyes de guerra ayudan a entender dilemas que en otros contextos son inadmisibles? ¿Quién o qué era en realidad Jorge Semprún que ha sido enterrado con todos los honores políticos e intelectuales? ¿Lo que sabemos matiza su consistencia humana o intelectual, igual que el reconocimiento que hizo Gunter Grass de su alistamiento forzoso en las Waffen-SS a los 17 años, revelación que aparece en su libro Pelando la cebolla, cuestionó seriamente su coherencia ideológica? ¿Por qué no se ha dado relevancia a estos datos que sabemos fehacientemente sobre Semprún?
El otro día La Vanguardia (10-06-2011) publicaba una noticia en que se revelaba que una antigua heroína de la resistencia francesa -Atie Ridder-Visser- a sus 96 años ha confesado el crimen que cometió en marzo de 1946 contra Felix Guljé, ingeniero, al que se había considerado colaboracionista de los nazis. Ella disparó contra él en su casa. Posteriormente se supo que Guljé no sólo no era colaboracionista sino que había ayudado a cobijar y salvar a judíos a los que acogió en su casa, así como había protegido a otros perseguidos. Karin -el seudónimo de la que lo mató- no lo sabía, y entendió que merecía la muerte. El crimen nunca se esclareció pero Karin recibió hace veinte años la cruz al mérito de la resistencia en su ayuntamiento. Sin embargo, su conciencia no estaba en paz. Ha sido en el límite de sus días cuando ha confesado su crimen que explicó como lógico a la luz de las informaciones que entonces poseía su comando.
Leí hace unos años un libro magnífico titulado La gorra o el precio de la vida. En él el autor, Roman Frister, judío superviviente de Starachowize, Auschwitz y Mathausen confesaba, tras una larga vida, que a sus dieciséis años estaba internado en uno de los citados campos de exterminio. Allí había una norma inflexible. Todas las mañanas había que formar con gorra. Al que no llevaba gorra lo mataban allí mismo los nazis. Una noche fue sodomizado por un kapo en los barracones. Esto era castigado con la muerte. Lo peor fue que le arrebataron la gorra. Tenía unas horas antes del amanecer. ¿Sabéis lo que hizo? Él sólo sabía que quería vivir. Por la mañana en la formación él tenía gorra, y cuando oyó el disparo, miró a otro lado. Sin embargo, esto que pasó, y que todos podemos entender, no le abandonó ni un momento en su vida, hasta que, una vez retirado, escribió este libro en que confiesa lo que había sucedido en una obra espléndida en que no se evita la descripción de las maldades nazis pero también se muestra el colaboracionismo de tantos judíos en acciones no menos infames -tal vez como la suya y que necesitó revelar-.
¿Acaso hay un último libro inédito de Jorge Semprún en el que aborda lo que no se atrevió -o no quiso- hacer en vida? ¿Tuvo sobre su conciencia aquello o lo utilizó para ascender, él que fue expulsado del PCE por desviacionista, cuando se sabe que denunció a toda la célula de la rue Saint Benoit a la dirección del partido. Es conocido que Marguerite Duras lo calificó de chivato.
¿Cómo no va a modificarse mi punto de vista tras un post y los posteriores comentarios?
Escribo para entender.
Al parecer, algo dijo:
ResponderEliminarhttp://www.rtve.es/alacarta/videos/programa/informe-semanal-testimonio-del-preso-44904-jorge-semprun/1126815/
minuto 04
Saludos
Pues sí. Los comentarios enriquecen la mente de los blogeros. Un blog sin comentarios es un blog fofo, sin el alma de las respuestas de los lectores. Estoy de acuerdo contigo en el planteamiento de tu post.
ResponderEliminarPor otra parte, quiero decirte que yo, cuando hacía la mili, fui protagonista de un episodio parecido al que tú aludes de "La gorra o el precio de la vida". Ocurrió así: estaba en el sollado (el sollado es como se dice en términos marineros el dormitorio) junto a todo el resto de mi brigada. Íbamos a cambiarnos de ropa. Dejé mi gorra sobre mi cama y me fui hasta mi taquilla a por la ropa. Cuando me di la vuelta, me di cuenta que mi gorra había desaparecido. No se podía ir a formación sin gorra. Un arresto era seguro. Sin pensármelo dos veces, hice algo impropio de mí. Con toda la naturalidad del mundo hice mía la gorra que había en la cama contigua, que fue la gorra con la que hice toda mi mili. Tengo sobre mi conciencia, sí, el arresto que le cayó a un marinero anónimo...
Un abrazo.
Miguel, no "con toda la naturalidad delo mundo", sino "con todo el artificio del mundo", me niego a creer que llevemos inscrita la bajeza en los genes, aunque estoy dispuesto a admitir que sí la facilidad para caer en ella. Lo "humano" tiene poco o nada de "natural": es pura creación nuestra, de los pies a la cabeza, del heroísmo hasta la cobardía, ¿no te parece?
ResponderEliminarTengo la enorme satisfacción de participar en este blog, hacia cuyo autor expreso mi sincero agradecimiento y felicitación. En primer lugar, me reconozco en las palabras que definen un blog como una especie de diálogo: así quise desde el principio que fuese el mío y casi siempre lo es; aunque no siempre consigo provocar y generar muchos comentarios, suelen ser buenos los que aparecen y tomo buena nota de ellos en todo momento, y respondo. En segundo lugar, y yendo ya a la cuestión Semprún, pienso que todos los humanos tenemos lunares o incluso manchas en nuestro pasado, que debemos reconocer y aceptar, y, llegado el caso, arrepentirnos, pedir disculpas, etc. En el vídeo que cita el primer comentarista de hoy, Anónimo, Semprún confiesa lo que hizo, pero se justifica e incluso se exculpa, con unos argumentos muy débiles: lo que hizo, afirma, fue salvar a algunos (callando que la operación consistía en mandar a la muerte a otros en su lugar, porque no eran comunistas, o sea, de los suyos), a lo que añade que ponía su vida en peligro porque se arriesgaba a que lo descubrieran, etc. En aquellos tiempos y en aquel contexto eran comprensibles ciertas acciones que hoy nosotros rechazamos. Desde ese punto de vista, pelillos a la mar. Pero lo que no creo legítimo es convertir la estancia en ese campo, haciendo lo que hizo, en uno de los puntales de su carrera política y su prestigio. Salud(os), colega y amigo Joselu.
ResponderEliminarAnónimo, he visto atentamente el reportaje y es cierto que hace mención breve de un asunto que implica una enorme complejidad. Él afirma que aplicó las reglas de la Resistencia por las que los más aptos o más útiles debían sobrevivir, lo que interpretamos como lo que sucedió: que camaradas de partido fueron protegidos y salvados en detrimento de otras personas que fueron enviados a la muerte, entendiendo que pudieron ser enviados personas que pudieran estar en desacuerdo con las directrices del partido. No es una cuestión inocente y obvia como lo que él pretende hacer. Dispensar ese enorme poder que él tuvo -entre otras cosas porque sabía alemán- estuvo abierto a una peligrosa discrecionalidad. Él aplica la lógica de guerra, la lógica de la supervivencia de los más necesarios (los comunistas, claro) y obvia el debate de fondo por el que no podemos ver nosotros las cosas del mismo modo teniendo en cuenta que el estalinismo que subyacía fue también una tendencia que dividía a los seres humanos en masas y élites que dirigían, y las primeras debían subordinarse a las segundas, a pesar de que hemos visto que en la historia hubo mucha miseria moral y política en estas élites. Lo que más me asombra es que la lógica estalinista que aplicó Semprún en el lager no fue luego puesta en cuestión por sus reflexiones posteriores a la vista de lo que sabemos que fue el comunismo. Es como si le hiciera bueno el hecho de que los otros (los nazis) fueran los malos de la historia y que todo quedara justificado desde ese punto de vista. Escasa explicación para un asunto que no es nada fácil. Lo sorprendente es que no haya sido destacado este hecho cuestionable en su valoración política. Saludos.
ResponderEliminarMiguel, es curiosa la similitud entre tu caso y el que cuenta Roman Frister en un libro que te recomiendo. Un acto de apariencia inocente -o malvada según lo consideremos- puede representar la diferencia entre la vida y la muerte. Él necesitó explicarse para aligerar su conciencia de algo que él sabía injustificable, pero él tenía claro que quería vivir y la única forma de hacerlo era mediante una canallada. Tremendo el debate que implica. En cuanto supe del planteamiento de este libro inmediatamente me sedujo y la lectura no me defraudó. Todos sabemos lo que hubiéramos hecho. Pero eso no me deja tranquilo.
ResponderEliminarUn abrazo. Por ese marinero anónimo.
Juan Poz, el otro día hablaba con un amigo -excelente persona- y hablábamos del caso de Semprún a la vista de lo que supimos a raíz del post. Lo desconocía e inmediatamente me hizo reflexionar por lo que no quise o no supe contestar a los comentarios que se me hicieron. Revisé la figura de J.S. MI amigo me decía que si él hubiera vivido la Alemania nazi hubiera sido de los que se hubiera dejado arrastrar por la masa, sin destacar, nunca se hubiera rebelado, intentando pasar desapercibido. Él hubiera obedecido lo que le hubieran mandado con todas las consecuencias. Esta actitud por parte de una persona a la que respeto me lleva a pensar lo extendida que debió estar esta forma de reaccionar frente a un poder totalitario. Me asustan los seres humanos. No es un problema tal vez de bondad o maldad sino de valor o cobardía, de dignidad e indignidad. No es una cuestión que pueda decidirse fácilmente la que afecta a la naturaleza humana.
ResponderEliminarjaramos g., creo que has puesto la cuestión en un enfoque muy acertado. Jorge Semprún ha edificado su forma de estar en el mundo, su prestigio y su carrera literaria en base a su estancia en Buchenwald. Lo hizo hasta el final. Su considerada altura moral fue adquirida por su estancia en el campo de exterminio. Hubo en Cataluña un farsante, un tal Miguel Marco, que hizo una extraordinaria carrera por su reclusión en el campo de Mathausen. Recibió multitud de honores y premios, iba por las escuelas como miembro de Amical de Mathausen hablando de su estancia en el lager. Fue presidente de la asociación Amical de Mathausen, hasta que fue descubierto como un impostor que no había estado nunca allí. Todo era una invención. Pero haber estado y haber sobrevivido supuestamente le hizo adquirir una estatura moral gigantesca. El caso de Jorge Semprún no es el mismo porque él estuvo allí pero lo ha utilizado en su carrera intelectual y política como un elemento de prestigio. ¿Quién iba a replicarle si él era un superviviente de Buchenwald? Sin embargo, por lo que sabemos, su actuación, desde nuestro punto de vista actual, fue algo más que discutible. Se puede aducir que era la lógica necesaria del momento y podemos disculparlo. Pero no es algo que debiera haber fundamentado su carrera como escritor y político. Creo que debía haber tenido algo más de pudor personal para utilizarlo como lo hizo. Me he quedado muy decepcionado. Y gracias por participar enriqueciendo el debate. Por cierto entro en tu enlace y no aparece tu blog.
ResponderEliminarSaludos, amigo.
Amigo Joselu, algo está pasando con el acceso al blog, pero no sé qué es. La dirección de uno es esta: http://ahitequieroyover.blogspot.com/2011/06/el-monje-y-la-mona.html?showComment=1307947407777#c8489519449279170814
ResponderEliminarLa del otro es: http://www.ymalaga.com/blocs/%A1que+nadie+se+calle!/
Salud(os).
Leí a Max Aub, a Orwell, a Barea... he visto películas, documentales... leo blogs, periódicos de uno y otro bando... y cuanto más sé de la condición humana en situaciones extremas, más dudo de las verdades absolutas.
ResponderEliminarAntonio, yo también dudo de las verdades absolutas, pero el caso de Semprún me hace pensar que alguien pueda construir su prestigio sobre algo que -comprensible dada la condición humana- es muy discutible y terriblemente complejo. No hace mucho se ha renunciado a celebrar el homenaje al escritor Louis Ferdinand Cèline por sus opiniones claramente antisemitas de naturaleza repulsiva. Entendemos que cualquier implicación en todo lo que significó el nazismo empaña decisivamente la obra y la persona de quienes participaron en ello. Sin embargo, el estalinismo fue una ideología y una práctica política tan aberrante y criminal como el nazismo. En su realidad causó incluso más muertos que el nacional socialismo. Sin embargo, lo vemos con ojos diferentes. Semprún fue un hombre admirable porque luchó contra el nazismo, pero no decimos nada de su práctica, ni de su ideología, ni de su contribución a las selecciones en Buchenwald. Puede ser que la razón de ello es que el nazismo es intrínsecamente perverso en su origen, mientras que el comunismo en sus principios es liberador de la condición social humana. El problema está en sus métodos, en sus resultados, en su realidad.
ResponderEliminarImaginemos que alguien hubiera estado en el mismo caso que Semprún, realizando selecciones en un campo de exterminio, determinando quiénes vivirían y quiénes no. Imaginemos que no tiene la cobertura de hacerlo por miedo invencible ni la coartada de actuar como comunista. ¿Justificaríamos su actuación? ¿Haríamos de él un héroe justo y lo enterraríamos con todos los honores y la admiración de la izquierda.
Dudas.
A mi JOSELU,
ResponderEliminarme parece tremendamente enriquecedor, lo que en un blog das y recibes, creo que he aprendido más en los dos años que llevo por aquí, que en muchos antes de conocer este mundo, es una de las razones por las que me atrae tantísimo, se aprende toodo el tiempo. Igual que en cualquier aspecto y ambiente de la vida en el que los canales de comunicación son de ida y vuelta. Naturalmente que cambia el planteamiento y la manera de percibir asuntos y personajes a medida que aumenta la información, se pone en común y se contrasta.
En cuanto a la crítica suscitada respecto al comportamiento de Semprún en el campo de concentración, me parece quizá excesivo, suponer que una persona en esas circunstancias tenía de verdad tanta libertad, poder de elección y selección como se le supone y reprocha a Semprún. Si cualquier persona tiene la posibilidad de salvar a los suyos y no me refiero por afinidad ideológica, sino sentimental, frente a gente que no conoces de nada, sabiendo que unos u otros, tendrán un terrible fin, es humano suponer que se tirará por los suyos. Suponer únicamente ese criterio de selección mesiático por ideología, a la hora de salvar a los comunistas frente a otros, no me la puedo creer, lo convertiría en un fanático y de lo que le he leído, no me lo pareció en absoluto.
A veces sin querer, cuando hay dilemas morales de este calibre, nos colocamos en la postura de analizar fríamente comportamientos desde fuera, olvidando circunstancias, presiones e incluso que todos somos humanos. Pedir comportamientos heroicos en todo momento, desconociendo las verdaderas circunstancias personales, no me parece justo, héroes hay muy pocos, desgraciadamente. No lo disculpo, simplemente comprendo que a lo lejos y desde fuera, analizar determinados comportamientos, es muy complicado, casi nunca objetivo e incluso ya digo, habitualmente muy injusto.
Quizá no valga como ejemplo, pero en mi trabajo veo mil veces como se pasa por el microscopio a madres a la hora de atribuir o no la custodia de los hijos y me preguntó yo, si la mayoría de las madres sometidas a análisis minucioso y riguroso lo pasaríamos.
El hombre es él y sus circunstancias y si obviamos las circunstancias o desconocemos su verdadera realidad interior ante determinados comportamientos estaremos desvirtuando la realidad y lo verdaderamente ocurrido. Somos muy proclives a hacer juicios de valor e incluso influenciados por la prensa a hacer juicios paralelos, sin conocer de manera detallada y pormenorizada todos los datos, por eso será que ante la duda, yo siempre aplico el principio “in dubio pro reo”, deformación profesional, supongo;-)
Un beso grande JOSELU y feliz semana.
María, tienes razón en todo lo que dices. Es muy difícil juzgar sin conocer a fondo las circunstancias, y te diré más: que conociéndolas con rigor (y con lujo de detalles) es difícil llegar a conclusiones cuando enjuiciamos la calidad humana. Está claro que no podemos saber qué discrecionalidad tuvieron los comunistas a la hora de elaborar listas, qué participación tuvo Semprún (que sabía alemán) en ello, si favoreció a los suyos (sabiendo que a unos u otros tenía que hacer entrar en las selecciones. Sin embargo, es interesante si uno quiere entrar en el tema conocer la opinión de su compañero de célula Robert Antelme DOCUMENTO EN FRANCÉS
ResponderEliminarProbablemente nunca podremos establecer un juicio sobre lo que hizo o pudo haber hecho Jorge Semprún, pero a otros por menos se les ha desterrado de la vida pública o se ha cuestionado seriamente su valor como intelectuales. Su adhesión ciega al estalinismo mesiánico fue total. Tal vez aquel tiempo alentara esta fe. Yo fui comunista durante unos años (años infinitamente menos duros) y puedo saber desde dentro qué pensábamos de la capacidad de las masas (así las llamábamos) y el papel reservado al Partido (con mayúscula) que debía ser el núcleo dirigente absoluto del pueblo y sobre lo que no se admitía ninguna desviación o ninguna crítica. Ya conoces las purgas de Stalin, el terror de caer en desgracia o ser acusado de desconfianza en el Partido. Era un tiempo de lucha feroz y se produce una combinación curiosa: los nazis delegan en los comunistas (de los que se conoce su férrea organización) la tarea de administrar internamente el campo. Estamos en un territorio nebuloso y en el que Semprún por su conocimiento del alemán desde niño juega un papel importante. Elige a los que van a vivir y a los que van a morir. Un dilema tremendo, del que uno cabría no haberse recuperado jamás. Yo al menos creo que jamás podría volver a mirarme al espejo por la culpabilidad extrema que me causaría. Pero Semprún no siente ninguna culpabilidad, se siente digno, y reconoce que se aplicó la lógica de la Resistencia: los más aptos debían sobrevivir, los mejores y en ello entendemos que fueron entre otros los miembros del Partido Comunista. Sólo una fe mesiánica hace que un hombre no viva el resto de su vida abrumado por ese poder, acongojado por haber tenido que escribir algunos nombres en lugar de otros.
Reconozcamos que Semprún ha tenido estos días numerosos homenajes como héroe de la Resistencia, antinazi, hombre de pensamiento y que vivió el resto de su vida de lo que acumuló en aquella siniestra oficina en que él elegía. Dejémoslo con su prestigio, pero podemos nosotros pensar en ello.
Es la distancia que separa a un farsante de un héroe, a un criminal de un hombre prestigioso y admirado. No olvidemos que Mladic en Serbia es para muchos un héroe, que defendió a su pueblo.
¿Quién es cada uno? Pues depende de quién lo juzgue. A Semprún lo juzgará la historia pero ésta está dominada por un pensamiento que justifica en buena medida el estalinismo y abomina del nazismo, entiende a los intelectuales que unieron al comunismo (aunque luego la realidad se ha mostrado y nos ha señalado el horror que había allí) frente a los que se unieron al Nacional Socialismo.
¿Qué fue Semprún? Una buena pregunta a la que no sé contestar, pero hace unos días creía tener clara la respuesta.
Besos de semana que comienza.
Si realmente era una buena persona y lo que describes es tal cual o parecido, también debió ser una persona que sufrió muchísimo. Seguro además. Cuestión de conciencia.
ResponderEliminarNada tiene que ver el asunto si es que tuvo alternativa o si no fue así. Pero eso difícilmente podrá saberse.
Mientras leía estaba recordando a un señor que vi una vez en la TV. El programa en el que intervenía que era el que yo estaba viendo, trataba sobre niños robados. Él compró a su hijo. Y no te imaginas la pena y el dolor que transmitía. Repetía una y otra vez: compré a un ser humano, no hay nada peor que eso, a un ser humano. Estremecía verlo, te lo aseguro. No justificaba absolutamente nada de lo que hizo sino todo lo contrario, sólo decía que lo había querido más que a nada en el mundo -el hijo había fallecido en un accidente- y que no dejaría de denunciar(se) una y otra vez hasta que le quedasen fuerzas -no muchas porque debía ser octogenario ya-. Bastante tenía aquel con su dolor, no por la pérdida, sino por lo que sabía que había hecho y no estaba bien. De veras Joselu, que ponía los pelos de punta porque era un saco de sufrimiento.
Que este hombre no haya mencionase el tema o le diese bombo, vaya ud. a saber por qué lo haría en realidad. Me remito al principio del comentario. Incluso tal vez pensó que era un modo de redimirse hacer todo lo que hizo después, o le dio miedo ser juzgado, o... en fin, lo más probable es que nunca lo sepamos, porque es algo que sólo él supo, y porque posiblemente con él se lo haya llevado a la tumba.
Saludos, Joselu.
Te agradezco muchísimo el enlace, JOSELU, pero no sé francés y no me fío nada del traductor, amén del tiempo que me llevaría, de todas formas, me ha gustado ver esa notas manuscritas sobre él. En todo caso, yo creo que todo ser humano, por mucha categoría intelectual o humanista y por muy intachable moralmente que sea, siempre tiene sus luces y sombras. No existen hombre perfectos e intachables, por pequeño que sea, siempre hay algún borrón.
ResponderEliminarMe cuesta mucho entender cómo una persona, lúcida, inteligente, preparada y medianamente razonable, se pueda dejar abducir por devociones partidistas e ideológicas, al nivel que tú comentas, si tú lo dices, te creo naturalmente. Decidir sobre la vida y la muerte de alguien debe ser algo terrible, yo tampoco podría vivir con una cosa así.
Supongo que ante un pasado oscuro y complejo como ese o se sufre como un descosido toda la vida, o entra en funcionamiento los instrumentos intrínsecos de supervivencia humana, activándose los mecanismo de la memoria selectiva. Lo mismo que las personas que sufren un hecho traumático, a las que a veces se les borra de la memoria, algo así debe suceder, sino vivir una vida entera con ese peso debe ser horrible.
Yo, menos que nadie sé quien fue de verdad Semprún, pero fíjate, sin poner en duda nada de lo que he aprendido aquí contigo, prefiero seguir conservando mi recuerdo y respeto por él, tal cual...en lo que yo le leí y escuché me gustó y con eso me quedo...
Es cierto que la historia es aleatoria a la hora de encumbrar o hundir a los personajes. No suelo ser muy exigente con la vida de nadie ¿ quien soy yo para eso? siempre recuerdo el caso de Christian Sinding, durante toda su vida gozó de un enorme prestigio como músico, en los años 30 lucho por la defensa de los derechos de los músicos judíos, pero 8 semanas antes de su muerte en el 41 se inscribió en el partido nazi, no sé por qué razón y en su país Noruega, se le condenó a él y a su obra al ostracismo... pues yo no, me quedo con su obra, su susurro de la primavera y sus otras preciosidades, lo demás... no me importa nada.
De los grandes personajes y artistas me quedo con su obra y de los pequeños, con lo que he visto o vivido personalmente, para mi, eso es suficiente.
Genialidad y santidad, no tienen por qué ir unidas, es más, no tienen nada que ver :))
Más besos y otra vez gracias.
Escribes para entender pero ¿lo consigues? Hay historias que tienen tantas variables, tantas incógnitas a las que es prácticamente imposible llegar, tanta información sesgada o contradictoria que el rehacer objetivamente la vida de alguien para entenderla tantos años después de los sucesos que se reseñan, es una labor que se me antoja realmente imposible y por ende inentendible. Juzgar desde nuestra óptica actual, desde nuestra ética, a alguien que, no hay duda, vivió situaciones muy extremas, donde seguramente no había matices intermedios, donde la vida y la muerte se jugaban a los dados a diario a aquellos hombres y mujeres desgraciadísimos, es harto arriesgado. Seguramente hay que asumir que a todo no podemos llegar, que siempre habrá interrogantes, siempre contradicciones incomprensibles que se quedarán flotando en las nebulosas de la historia. Sí es cierto que causa perplejidad el que Semprún pudiera tamizar, hacer casi invisible sus actitudes en el campo de Buchenwald y estar entre la élite intelectual de una época. Íntimamente no sé si lo conseguiría...¿quién sabe?
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.
V., me ha gustado la idea que aportas en la que sugieres el sufrimiento de Semprún y que tal vez procuró redimirse con todo lo que hizo. Esto alumbra otros aspectos de la cuestión. En realidad, la vida pública de alguien nos dice mucho de una persona pero no revela la intimidad más profunda. Es tan difícil juzgar el corazón de los hombres... ni aun sabiendo mucho sobre ellos, llegamos al núcleo más hondo del ser. Como decía María, en la duda habremos de posicionarnos a favor del reo al que en este espacio estamos juzgando intentando comprender algo más. Sin embargo, el debate planteado es apasionante, y me siento feliz de la riqueza de vuestros planteamientos que iluminan este asunto que creía claro.
ResponderEliminarMaría, yo también creo que tras este meandro interpretativo, recuperaré la imagen de un Semprún positivo pero enormemente más complejo de lo que creía conocer. V. y tú habéis sugerido un profundo dolor por lo que que tuvo que hacer pero habéis planteado ideas diferentes pero muy interesantes. V., sugiere una idea equiparable a "Crimen y castigo", en la que su vida posterior sería una forma de redención de aquello. Tú añades los mecanismos de la memoria selectiva mediante los cuales habría operado una especie de censura mental sobre lo que hizo, una cierta amnesia sobre aquel tiempo sobre el que significativamente necesitó volver una y otra vez en sus libros y en los últimos tiempos de su vida, como se muestra en el vídeo enlazado por Anónimo, regresó a Buchenwald por lo que tendría que reavivarse el recuerdo de los años de internamiento. ¿Es posible que la única historia que tuviera en su mente fuera la de su interpretación heroica? ¿La de él con un bazuka recibiendo a los liberadores americanos? ¿La de él participante en la liberación del campo? ¿Expiación? ¿Amnesia? ¿Convicción mesiánica sobre la misión del Partido que justificaba todo? Esta última explicación es la que menos me convence porque Semprún tuvo mucho tiempo para pensar después de aquello y tuvo que revisar sus creencias sobre el estalinismo y el horror que supuso.
ResponderEliminarEl caso del músico que has citado me ha evocado al escritor noruego Knut Hamsum, premio Nobel en 1920 y autor de Hambre y otras importantes obras. Abrazó la causa del nazismo y ensalzó a Hitler como un gran guerrero y un gran reformador. Sus posiciones políticas lo convirtieron en un apestado tras la guerra mundial a pesar de que había sido un escritor muy popular y premiado. Hoy día no hay en Noruega una sola calle que lleve su nombre. Lo que he leído de él es admirable, igual que la obra de Louis Ferdinand Celine, que fue también eliminado de los grandes hombres de cultura de Francia por sus escritos antisemitas. ¡Ah, el corazón humano! Es cierto que genialidad y santidad no necesariamente van unidas.
Besos, María y gracias por tus palabras.
Castilla, no sé si consigo entender pero mi visión de Semprún ha sido enriquecida desde el primer post que escribí sobre él. Este recorrido que hemos hecho juntos me ha llevado a ver a un hombre mucho más complejo de lo que yo creía. Y veo, como dices, que es imposible llegar mucho más allá cuando entramos en el corazón del misterio. Lo bueno es que todos los que hemos participado en el debate hemos podido sugerir en estos comentarios e interpretaciones algo mucho más hondo de lo que ha dicho la prensa estos días. Pienso que nuestro intercambio ha sido de gran calidad. Entre todos hemos revisado el hombre Semprún desde ese momento crucial en que él tiene que decidir sobre la vida y la muerte de seres humanos. A unos los salvó y a otros los envió a la muerte. Tremendo. Me ha gustado que entre todos hayamos entrado en ese "pecado original" inexquivable y lo hayamos contemplado con rigor pero también con compasión. Creo que he aprendido mucho a raíz de estas reflexiones.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo. Gracias por tus ricas aportaciones.
Bueno, al hacer el comentario partía de la base de que este hombre era buena persona. No sé si lo sería porque no tuve la dicha o la desgracia. Yo no le juzgo, no acostumbro -aunque tampoco estoy libre de, claro está- pero intento no hacerlo por eso mismo, porque nunca sabes lo que una persona lleva tras de sí, es decir, consigo. A fin de cuentas a la persona a la que mejor conocemos es a nosotros mismos, y aún con esas nos soprendemos de vez en cuando.
ResponderEliminarSupongo que lo de pensar que todo el mundo es bueno así de primeras, es algo que hago por defecto, porque lo he hecho siempre. Alguien me dijo una vez que no puedo ir por la vida pensando que todo el mundo es bueno, porque te llevas muchos palos. Pero que piense así no significa que sea gilipollas. Nada que ver. Y de hecho la perspectiva de la vida cambia mucho si partes de esa premisa, de la contraria, o de la desconfianza y el recelo. Es infinitamente mejor, yo pienso que es infinitamente mejor porque así lo siento. Pero ya te digo, partía diciendo: si realmente este hombre era buena persona... porque es algo que no puede saberse. Si piensas de entrada que no lo era. No habría muchas vueltas que darle al asunto en realidad.
Besetes, Joselu.
Joselu, leer y pensar nos lleva a escribir, a crear nuestras propias respuestas a partir de las preguntas que otros han formulado. Eres un espíritu insaciable que encuentra miles de motivos para desarrollar un texto siempre interesante. Te documentas, aportas nuevos argumentos, das una vuelta de tuerca a lo ya sabido. Aún no sabemos todo sobre Semprún, ni lo sabremos nunca, como sobre tantas otras cosas (todas, diría yo). Pero seguimos descubriendo aspectos inéditos o escondidos. Este mundillo es una ventana abierta que posibilita seguir abriendo otras. Muchos impostores no son jamás descubiertos y muchas grandes personas no salen nunca del anonimato. Los grandes nombres siempre tienen un lado oscuro. Semprún quizá abusó de su paso por el campo de concentración, incluso muerto sigue teniendo partidarios y detractores. Y quién no, digo yo. Ni siquiera estando muy informado sabes toda la verdad. Lo importante es mantener los sentidos bien abiertos, no quedarse en lo más aparente.
ResponderEliminarGracias por estar ahi. Un fuerte abrazo, colega.
Joselu, Semprún fue muy duro con el estalinismo, aun reconociendo que él mismo había sido un intelectual estalinista, y los estalinistas. Repartió mucho y habló muy claro. Reconoció errores y los aireó. Por ejemplo sus poemas a la muerte de Stalin o los dedicados a la Pasionaria. También hablo claro, largo y tendido, de su experiencia en Buchenwald. Ignoro qué hay de cierto y de probado en las gravísimas acusaciones que he podido leer en los enlaces que has puesto en esta entrada. De ser ciertas descalificarían muchas de las páginas escritas y emborronarían para siempre su biografía. Pero hay algo que me parece muy sospechoso: ¿por qué sale todo esto recién muerto el personaje, que ya no tiene posibilidad de hablar? ¿Por qué sale en la "red", espacio que se presta a la manipulación y a la mentira y al engaño y a la tergiversación? ¿De dónde proceden esas informaciones? ¿Serán resentidos de los que él atacó abiertamente y sin tapujos en sus obras los que las airean? Vuelvo a repetir que ignoro la veracidad de lo que se dice, pero a mí me cuesta mucho creer que sea verdad después de haber leído, y mucho, a Semprún. En un comentario que me precede se dice lo de en la duda... Pues eso.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
P.S. Creo que escribes porque te gusta hacerlo, y lo haces muy bien, y porque sabes que te leemos muchos. Adelante, pues.
Creo que es una temeridad juzgar a un hombre que vivió en unas circunstancias sumamente dramáticas y de las que, afortunadamente, sólo tenemos ideas sesgadas y desde la distancia. A los muertos, dejémoslos en paz.
ResponderEliminarAlgo distinto pienso de los vivos...
Saludos
Bueno, querido amigo, vengo un poco tarde, pero aquí estoy. Te he leído un par de veces en esta extraña semana que llevo y soy de tu opinión en lo de las influencias que ejercen los comentarios. Respecto al tema... si Semprún no dijo nada tal vez fue porque no hubo nada o porque lo tenía asumido. Aunque lo hago, todos lo hacemos, procuro ver la historia en la distancia, ajeno a ella, porque si no es imposible analizarla. Por ejemplo mi mujer y yo solemos pelearnos cuando hablamos de la historia de la conquista americana, para ella los españoles fuimos unos asesinos y yo le replico que no, que no nos portamos allí distinto de cómo lo hacíamos aquí y que no podemos analizar aquel tiempo con nuestra mentalidad.
ResponderEliminarPues lo mismo creo que ocurre en este caso. Ni estamos en las circunstancias ni nuestra mentalidad es la de la época. Tendemos a pensar en cómo actuaríamos nosotros y eso no es posible. La única forma es intentar vislumbrar la circunstancia personal de cada cual para intentar entenderlo. Vemos a los nazis como unos señores crueles y sin sentimiento, cosa totalmente alejada de la realidad, el más fiero de ellos besaba a su hijo por las noches y acariciaba con ternura la cara de su madre. Que pensamos que eran unos pipipiiiiiiiii…. Pues claro que si, pero para sus madres, hermanos, mujeres o hijos eran amables, cariñosos…distancia, distancia y análisis y no marear la perdiz porque al final no llegaremos a ningún sitio.
Yolanda, buscar comprender es esencial, aunque el resultado no es lo más importante. No se llega a la comprensión; sí, tal vez descubrimientos en el camino, personas, situaciones, pensamientos, vértigo, torbellinos de ideas que nos penetran en un mundo terriblemente confuso y contradictorio. Participamos en buena medida de esa confusión general y formamos parte de ese entramado de contradicciones. Por eso, el debate es esencial. El mundo de los blogs permite ahondar en reflexiones que se comparten con otras personas que también han sentido algo parecido. Un elemento importante en este encuentro es el ejercicio de la libertad y de la cortesía. Debe ser un punto de unión entre la voluntad de ser y a la vez, la renuncia a ser. Es un privilegio teneros a vosotros como comentaristas que me hacen llegar sus razonamientos, sus intuiciones, lo que les hace vivir. Muchas gracias por tu presencia, Yolanda. Me haces sentir mejor.
ResponderEliminarJavier, me alegra encontrarte por aquí y que aportes tu punto de vista y tu conocimiento del tema. Yo no conocía demasiado a Semprún, pero en unos días he podido acceder a este momento brutal de su vida del que hemos hablado. Los documentos enlazados son anteriores a la muerte del escritor. Un blog está fechado en 2008 y otro en 2010. No es nuevo ni he visto que haya tenido especial relevancia en lo que hemos leído en la prensa y en el mundo de los blogs. La figura de Semprún no deja indiferente. Las denuncias sobre lo que él hizo han sido recurrentes en ciertos sectores. En el vídeo que han enlazado arriba. Te lo deja aquí TVE. En el minuto cuatro se le menciona el tema. El responde con algo que parece corroborar lo que él tuvo que hacer y cómo lo hizo. Reconoce que era un mundo en el límite y que se aplicó lo que era mejor, la lógica de la Resistencia. Todos podemos ver lo que está diciendo. Debían sobrevivir los mejores, aquellos que representaban la verdad revolucionaria y la capacidad de dirigir a las masas. Era una selección lógica, estratégica, revolucionaria para la supervivencia de algunos. Yo quién soy para ser capaz de entender aquel tiempo, aquellas circunstancias, aquellos dilemas terribles, y la necesidad de sobrevivir como objetivo fundamental. ¿Era un kapo Semprún? No tengo la respuesta, pero lo enlazado es coherente, documentado y lógico. No nos lleva a la conclusión de que fuera un mal hombre, pero nos alienta a hacernos preguntas sobre la condición humana. Este era el centro del post, y la figura de Semprún ha dado lugar a un interesante debate en que se ha enriquecido la perspectiva.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por tus generosas palabras.
Luis Antonio, cuando morimos nuestra vida pasa a ser patrimonio común para todos aquellos que quieran o puedan dedicarle algo de atención, afecto y deseo de comprender. Creo que el debate sobre Semprún ha sido respetuoso y da salida a interrogantes importantes que nos pueden llevar a entender mejor aquel tiempo que juzgamos desde el nuestro, el único que tenemos. Creo que ahora conozco mejor al hombre que fue y este intercambio me ha servido para hacerlo acompañado por todos los que habéis contribuido a hacerlo más fértil. Tenemos una parte de nuestra vida en que estamos vivos y otra parte -que no vivimos pero es una forma de vida- en que ya no estamos, estamos muertos. Y los muertos merecen descanso, pero los interrogantes que plantean algunas vidas nos ayuda a entender a otras vidas, porque al fin y al cabo, todos estamos en circunstancias extrañas y en alguna manera bordeamos el límite. Entender, buscar entender a Semprún también es intentar conocernos a nosotros mismos. Doy este debate por tremendamente interesante, gracias a vosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Malo, quizás nuestra perspectiva distinta hace que no podamos comprender otras circunstancias alejadas en el tiempo. Dices que la colonización de las Indias no podemos juzgarlo con nuestros parámetros. Puede, pero podemos leer a un coetáneo de aquel tiempo que se llama Fray Bartolomé de las Casas en su Crónica de la destrucción de Indias. Léelo y luego hablamos.
ResponderEliminarMe niego a considerar el esclavismo como algo que no puedo juzgar y la distancia no me llega como para entender las circunstancias de época. Fue una atrocidad basada en la creencia de que hay hombres superiores y esclavos. Se calcula que cuarenta o cincuenta millones de africanos fueron sacados de África y llevados a América, muchos ni llegaron. No quiero entender las circunstancias de este hecho y esta ideología profundamente malvada. En la historia luchan el bien y el mal, y en medio un infinito de circunstancias personales y conciencias confusas. Buscamos claridad. Y podemos pensar la vida, obra y sentimientos de Jorge Manrique, y de igual modo podemos considerar la coherencia personal de alguien que ha sido enterrado con los máximos honores. No vamos a marear la perdiz, pero no renunciamos a darle vueltas al bolo.
Joselu, claro que puedes juzgar y debes o debemos. Leí a de las Casas hace tiempo y tenía toda la razón, pero sabes que era un adelantado para su época. Recuerda que en ese tiempo los “negros “ no tenían alma y curiosamente fue una consecuencia de la defensa del indio que se llevasen tantos negros a América. La pregunta que yo me hago es “¿Se portaron distinto allí a como lo hacían aquí? Pues no, eran igual de brutos y salvajes en los dos lados del atlántico.
ResponderEliminarIntentar ver la coherencia personal…Sí, pero tampoco es para perder el sueño
Me ha gustado tu post sobre todo por su objetivo que entiendo que es presentar los blogs como intrumentos válidos para el crecimiento personal.
ResponderEliminarMi abuelo me dijo que salvó en la Guerra Civil, de un fusilamiento a un paisano que había tenido varios encontronazos con su padre. Yo sé que durante los 3 años que duró la guerra él mataría a alguien, seguro. Nunca contó más, nada que lo implicase cuestionamientos morales. Me refiero que aquellos tiempos fueron duros y de lo más inhumanos, hoy atrocidades se siguen cometiendo mira los álbinos en África... No sé, quizás Semprún no merecía tal prestigio si realmente seleccionó a personas para morir, pero eran otros tiempos y creo que yo, como el de la gorra o tu amigo, habría hecho lo posible por sobrevivir.
Sobre las 14:30 están dando en la2 una serie de documentales sobre "Auschwitz y la solución final" son estremecedores.
Un abrazo.
GRK
A veces pienso que cosa tan extraña o terrorífica debe ser la muerte, a pesar de intentar tratarla como algo natural, para que se la huya de tal modo, aceptando para ello vivir cualquier clase de vida.
ResponderEliminarLa vida en un campo de concentración, no era vida, si hemos de hacer caso a los testimonios.
No era vida, y por lo tanto luchar por la supervivencia, traicionando a otro (como en el caso de la gorra) o confeccionando listas, bajo el prisma "si no lo hago yo, lo hará otro" solo es justificable porque la muerte aterra.
¿Era peor morir que vivir esa vida?
¿Acaban de sodomizar a alguien, se supone contra su voluntad, y ese instinto de superviviencia es tan feroz, que tiene que activar su cerebro para algo tan prosaico como buscar una gorra para no ser fusilado?
Sí, a mí me dan miedo los seres humanos. No miedo, terror. Verdadero terror.
No conozco demasiado la trayectoria de Jorge Semprún, excepto los 4 datos conocidos por todos, pero si he oído algo sobre esa etiqueta que le han colgado.
Un ser humano no puede ser digno, cuando lo presiona un entorno de indignidad.
Pero sí, a mí también me azuza la curiosidad por saber por que algunos si lo logran. Logran ser dignos, incluso en entornos indignos.
Esos ADN modélicos, esa genética modélica, es algo que me llena de curiosidad, porque nos ningunea al resto.
Me horriza esa liturgia que montaron los alemanes en esos campos. Me horroriza ese entorno de laboriosa rutina, como si fuera normal, en una situación asombrosamente anómala.
También me dan miedo los alemanes (no solo los nacis). Me lo siguen dando incluso hoy.
Solo como aclaración innecesaria, he puesto nacis, con c, expresamente, no como errata, -que de esas habrá, las que haya- por aplicar una regla ortográfica automática: ce/ci con= C.
ResponderEliminarCon c, o con z, los nazis siguen siendo una realidad indigerible, que solo ha estado a 60 y pocos años de distancia.
Una fruslería de tiempo.