Hace unas semanas el
Canal 33 de la Televisión catalana emitió un interesante reportaje sobre la experiencia de un profesor sustituto,
Max, en el instituto
Hallomberg en el área metropolitana de
Estocolmo. El profesor, joven e inexperto, se enfrenta a sus clases con alumnos, muchos inmigrantes, en medio de un desbarajuste completo. No consigue que se callen, ni que dejen de levantarse. Hay elementos distorsionantes en el aula, pero el desorden es generalizado. Así en todos los cursos. Sorprende este panorama en un país tan avanzado como Suecia. Las clases son amplias y en los cursos no hay más de veinte alumnos.
Max no sabe qué hacer. Se encuentra perdido y se cuestiona su capacidad. Su autoridad es casi nula y su voz es impotente ante la situación del aula. Las amenazas de expulsión no surten efecto.
Decide acudir a pedir consejo. Recuerda a su antiguo profesor Folke Silvén, todavía activo con setenta y tres años en un instituto en Tuna, en el sur de Suecia. Lo llama por teléfono y le solicita ayuda. Lo recuerda como un gran profesor. Folke acude a su llamada y por unos días impartirá clases como sustituto en el instituto de Max. Cuando el profesor Folke llega a clase encuentra a la mitad de los alumnos con gorra, con los pies en la mesa, comiendo chicles, unos levantados y otros tumbados. Sin apenas alzar la voz y sin estridencia les pide que se levanten todos. La clase comenzará con todos puestos en pie, como señal de respeto y cortesía. Además han de saber que los chicles y las gorras han de ir fuera. El profesor veterano tiene un extraordinario dominio de la situación y su autoridad hará que los alumnos se vayan moderando y callando para dar la clase. Él no se propone gritar. Cuando tiene algo que decir los mira a los ojos. Se hace el silencio. En cambio, en la clase de Max reina nuevamente el desorden ante una disección de unos pulmones que ha traído para la asignatura de experimentales. Incluso algún alumno se levanta descaradamente para hacer una foto con el móvil en primer plano a los pulmones.
En la sala de profesores los dos compañeros hablan de la situación y de las frecuentes bajas que hay en el centro por motivos de estrés. Lo normal es que haya numerosos sustitutos en el instituto. Y la dirección no ayuda mucho. Conversan también sobre los alumnos: “Tienen muchas cosas dentro estos chicos” –dice Folke. En efecto entre ellos hay varios que corren el peligro de ser deportados al no haberse legalizado su estancia en Suecia. Provienen de situaciones dramáticas y tienen mucho que contar.
Sin embargo, no siempre le salen las cosas bien a Folke. Hay clases en que tiene que gritar y pegar con la regla encima de la mesa para hacerles callar, aunque luego siguen levantándose y hablando. Sale del aula enfadado consigo mismo diciéndose que no ha sido una buena clase y que no sabe cómo hacerles reaccionar. “Nunca había dado una clase así” –se confiesa-. La situación es realmente problemática. La indisciplina en algunos cursos es enorme.
Los profesores se reúnen y exponen sus puntos de vista. Es general la situación. Algún profesor sugiere que se necesitan técnicas y métodos nuevos. Max, entretanto, llama por teléfono a los alumnos que crean más problemas o los que son absentistas, incluso va a su casa a visitar a sus familias. La mayoría son inmigrantes y tienen problemas o pertenecen a entornos desestructurados. Sin embargo, no se desanima y poco a poco se va acercando a ellos. En la medida que avanza el documental vemos cómo el factor personal se hace más patente. Conocemos su situación a través de las conversaciones con los alumnos. Incluso organiza una salida al campo de un par de días o tres y establece una intensa relación con los muchachos. Habla con ellos y poco a poco se los va ganando y estos terminan por respetarle. Se nota posteriormente en las clases en las que su autoridad ha ganado muchos puntos. Se lo ve progresivamente seguro en su papel y ha aprendido mucho charlando con su antiguo profesor y otros compañeros, pero sobre todo del arte de conducir a adolescentes inquietos y de comunicarse con ellos.
Cuando acaba el documental, Folke vuelve a su instituto de Tuna en el que sigue haciendo levantar a sus alumnos al empezar la clase, y Max pierde su plaza por una reducción en los presupuestos.
Dos estilos diferentes, el del profesor veterano que cumple setenta y cuatro años en el ejercicio de la profesión a la que ama por encima de cualquier duda, y el de Max que se inicia en este arte tan difícil de la enseñanza y como sustituto.
Este es un pequeño homenaje a esos profesores sustitutos jóvenes que llegan a los centros educativos y durante unos meses van aprendiendo a lidiar con la realidad, pero poco a poco saben ir ganándose a sus alumnos hablándoles en un lenguaje que estos saben entender e imponiendo, en ese necesario tira y afloja, la autoridad absolutamente necesaria para la transmisión de conocimientos. Sin duda, cuando marchen dejarán un pedacito de su corazón entre los alumnos y sus compañeros.
Me ha gustado mucho la historia de Max y Folke, en apariencia tan distintos pero en el fondo muy cercanos uno del otro. He compartido clases este último mes con una chica que empezaba; hemos dado clases al alimón y hemos aprendido bastante uno del otro. Sabes que defiendo la docencia compartida, porque la idea del profesor autoritario se diluye cuando hay más de un punto de vista. En general, me quedo con la idea de que no hay fórmulas magistrales para enseñar, que cada uno abre sus propios caminos y que, desde luego, instalarse en la queja perpetua nunca soluciona nada. Arriba la imaginación.
ResponderEliminarHOla Joselu: me siento, en parte, identificada con lo que cuentas. Yo no soy sustituta, pero sí es mi primer año trabajando ya que me he sacado la plaza a la primera.
ResponderEliminarMi centro no es conflictivo y el alumnado, en general, es bueno. De mis clases, dos son muy buenas y otras dos las peores del centro. Y claro, soy nueva y se me nota, en todo: en la cara de jovencita, en la inexperiencia, etc. ´No tengo tantos problemas como los sustitutos, porque yo soy la profesora oficial y eso te da autoridad. Pero sí que es cierto que a mí me respetan menos que a los profesores que llevan tiempo allí y que yo, como novata, a veces no sé si me excedo o no en la autoridad: por ejemplo, esta semana he puesto dos amonestaciones, una necesaria y la otra seguramente injusta, pero cuando eres nuevo no tienes métodos que no sea usar la "fuerza del profesor", me faltan tablas para controlar la clase sin necesidad de acudir a los partes disciplinatorios en los casos que pueden evitarse o no son necesarios.
Sin embargo, es cierto que hay centros y centros. Hace un año hice una sustitución en un concertado y fue horrible: como el chaval que describes, no fui capaz de hacer que se sentaran los alumnos, además de que era un centro conflictivo lleno de alumnos que provenían de familias desestructuradas: allí, las amenazas no surten efecto porque de amenazas los alumnos saben más que el profesor, su día a día se basa en eso. Así que hay que recurrir a otros medios y no intentar dar una clase normal, aceptar que es otro tipo de alumnado y necesitan de ti otra actuación que se aleja de la enseñanzza.
Bueno, como digo en mi blog, estoy deseando que pase este primer año de novata que es horrible. Aunque es una profesión en la que nunca se termina de aprender, pero las tablas son las tablas.
Ah, y a mí las charlas con profesores experimentados no me han servido de nada: la enseñanza es un método personal y cada uno debe aprender el suyo.
Un saludo
Muy complicado, muy difícil
ResponderEliminar¿A quien culpar? ¿A "la sociedad"?
Estaba por decir que al mismo tiempo en los centros privados el orden es fantástico y los niños aprenden muchísimo, cuando salen van a la universidad y después se comen el mundo, que se ha dejado caer a la enseñanza pública en un pozo.. ¿pero es así?
Algunas de estas escenas de falta absoluta de autoridad yo las viví cuando hacía octavo de EGB, en Los Escolapios, hace un montón de años, con las profesoras de Inglés. No se por que eran todas mujeres. En un año llegaron a pasar seis, duraban semanas. No quiero ni pensar lo que estará ocurriendo ahora en secundaria.
Gracias por contar esta historia, joselu. Soy sustituta y lectora empedernida de tu blog. La historia me resulta muy familiar... Tantas veces los sustitutos somos invisibles, muchas.
ResponderEliminarSaludos
rib
Ay, yo también me siento bastante identificada, pues soy sustituta, (aunque no jovencita...eso hace que, de entrada, no me tomen por novata, algo ayuda al menos). Actualmente es muy duro ejercer la docencia en algunos centros, y, si has llegado para no se sabe cuánto tiempo, aún más. Estás en tierra de nadie: no tienes la autoridad del profesor titular ante los alumnos y,a veces, no tienes libertad para dar los contenidos que crees convenientes porque dependes en cierto modo del profesor titular, los cursos de formación pueden no contarte si no los puedes acabar (aunque hayas perdido horas dándolos el tiempo que has estado en el instituto), y los primeros días cuando llegas a la sala de profesores te sientes como cuenta Sabina en la canción Así estoy yo sin ti:
ResponderEliminarExtraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares, vacío
como una isla sin Robinson...
También es verdad que hay muchas cosas buenas; a veces ser sustituto hace que estés en una zona en la que puede haber más complicidad con el alumno. Y, por supuesto, siempre hay algún Folke dispuesto a ayudarte en lo que pueda para hacérte todo más fácil. Yo estoy en esos primeros días difíciles, pero he encontrado a una persona entrañable, Amelia, que me está ayudando mucho. Creo que tú, no tengo duda, serías también uno de esos buenazos de los que poco abundan y mucho ayudan. Saludos.
Joselu, voy a buscar en youtube a ver si encuentro el documental que parece muy interesante, espero tener suerte!
ResponderEliminarLos primeros años de docencia son realmente difíciles. Yo recuerdo al final del primer curso en el que lo más positivo del año fue el entender qué era lo que NO tenía que hacer en clase, aquellas cosas que no dan resultado: las veces en las que cedes un ápice de tu autoridad en el tira y afloja diario con los chavales y rápidamente se convierte en una pendiente muy empinada; el comprender que sea cual sea el comportamiento de ellos el tuyo tiene que ser SIEMPRE exquisito, no valen los gritos, los comentarios irónicos; las veces en las que sin querer eres injusto y luego no eres capaz de rectificar...
Pero también recuerdo con emoción aquellas primeras clases en las que no sabías cómo conseguías su completa atención, y los veías en silencio bebiendo de tus palabras, aprendiendo de ti, que gozada, se me saltaban las lágrimas en ocasiones. No hay profesión como la nuestra. La cara y la cruz.
Un saludo
(me encanta tu blog, de nuevo te digo)
A mì también me gustaría ver el documental. Es verdad que un sustituto lo tiene crudo, a no ser que se sienta apoyado por los demás profesores, o por el equipo directivo, pero el problema es la bisoñez, no la transitoriedad. También conozco algunos casos de profesores con años de servicio que sufren la indisciplina. Particularmente creo que hace falta una reflexión común, de toda la Comundidad Educativa, unas normas claras, respetadas por todo el mundo y coherencia, mucha coherencia. Además de no creer que nuestros alumnos son unos monstruos enemigos natos. Quizás os riais de lo que voy a decir, pero también falta sentido del humor y mucho cariño hacia las personas que deberíamos educar.
ResponderEliminarAntonio, no he experimentado nunca la docencia compartida. Una vez tuve una tutoría compartida y los dos profesores estábamos en el aula. Mi compañera ponía la dulzura y la capacidad comunicativa y yo le ayudaba aprendiendo de su experiencia. Folke y Max están realmente cercanos. El hecho de que Folke hiciera levantarse a sus alumnos no se percibe como una acción autoritaria. Él es muy cordial y afectuoso con sus alumnos, pero quiere este punto de partida en sus clases como señal de cortesía mutua. Arriba la imaginación.
ResponderEliminarComo sabes, las chicas de Botella somos tres, dos de ellas tienen planta permanente en colegios secundarios y yo que -como cualquier inmigrante- estoy abriéndome camino a poco a poco y sin desesperar.
ResponderEliminarVerónica, es una profesora recién egresada, entusiasta, con amor y pasíón por su profesión y sus alumnos; Sonia lleva casi 21 años al frente de las aulas y mantiene esa frescura y amor por la docencia y literatura que contagia a todo aquel que se le acerca.
Es hermoso verlas trabajar:
Vero admira a Sonia por su experiencia y generosidad por enseñar, incluso a otros profesores. Sonia, ve en Vero a la chica impulsiva y luchadora que fué. Ambas sin duda se necesitan y complementan.
Yo fuí invitada a formar esta trinidad, con más experiencia que Vero, pero mucho menos que Sonia, trabajando por mi cuenta y en el sector privado de la educación. Un placer compartir un proyecto con profesoras tan comprometidas.
Un saludo,
Lucero
Parece que soy el único que no tiene relación con la docencia, pero me ha encantado la historia y como la has contado. En definitiva, que seguramente el valor está, no tanto en lo que centas sino en la forma de hacerlo, ya que siempre que entro me voy con una agradable sensación por tus post y, como ya he dicho, no formo parte de vuestra profesión, aunque guardo un especial recuerdo de muchos de mis "enseñantes" hace ya varios siglos.
ResponderEliminarUn saludo y espero la próxima entrada.
Caperucita, es cierto, cada uno debe tener su propio método que se basa en su idiosincrasia personal. Yo por ejemplo, soy un desastre contando chistes, pero el profesor de catalán ameniza sus clases con numerosas bromas y chistes, y los chavales adoran su estilo desenfadado y afectuoso. Un amigo trata a sus alumnos de usted, lo que no le quita afecto a su relación. No son mi camino. Cada uno debe ser hábil para encontrar su senda. Es una mezcla de afecto y autoridad, pero ¿cuál es la fórmula? Ese es un descubrimiento personal. Ojalá todo te termine yendo mejor a lo largo del curso. Un saludo.
ResponderEliminarFrikosal, no todo en el monte es orégano en la concertada. Es cierto que hay una selección en su alumnado (religiosa, económica, social)pero eso no garantiza la calidad de la enseñanza ni el orden en las clases. Hay mucho niño consentido que piensa que tiene derecho a todo. El profesor tiene que pugnar contra la mala educación, los malos modos, la desestructuración familiar, la desigualdad social... No es una tarea fácil, como tú mismo supones. Por eso este trabajo es para optimistas, y pobre del flaquee en este optimismo básico.
ResponderEliminarRib, mi mujer es sustituta. Tengo cerca esa realidad. En cada centro que llega ha de hacerse un hueco, y le duele cuando es ignorada por sus compañeros o la dirección. No es fácil ser sustituto por lo que sabemos. Se aprende mucho yendo de un lado para otro, se ven muchas perspectivas, pero la inestabilidad es tremenda. Gracias por tu presencia.
ResponderEliminarMarian, me ha gustado tu referencia a la canción de Sabina. Los sustitutos pasan por los centros delante de los profesores estables que llevan un montón de años. Es un paisaje cambiante. Intuyo esa inestabilidad, ese pasar, ese cambiar constantemente, ese tenerte que ir cuando has conocido a los grupos y los compañeros. Siempre tiene que haber una palabra amistosa y de acogida a esos compañeros fugaces que dan vida y frescura a la profesión.
ResponderEliminarUn profe cualquiera, he buscado en Youtube y no he encontrado ninguna referencia como El sustituto. El documental es sueco y se llama "Ikarien". Fue subtitulado en catalán para el C33 donde lo vi yo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que nuestro comportamiento ha de ser siempre exquisito. No hay que perder los nervios nunca por difícil que sea la situación, lo que a veces no es fácil. Gracias por tus generosas palabras. Un cordial saludo.
De nada, es un placer
ResponderEliminarClares, el documental es muy bueno pero no sé cómo tener acceso a él. Es cierto que profesores con experiencia también pueden tener problemas de disciplina. Nunca se acaba de aprender del todo, ni la fórmula está universalmente conseguida. Puede ser que lo que valía hace unos años, ahora ya no sirva. Es una fórmula cambiante según el alumnado. Lo del cariño y sentido del humor es elemental y no cabe ninguna duda de su necesidad, a ello se une la habilidad para dirigir ese proceso y encarar las dificultades.
ResponderEliminarLucero, una triada luminosa y optimista. Sólo hay que ver vuestros blogs llenos de ilusión y esperanza. Y vuestro amor por la palabra y la literatura. Un saludo.
ResponderEliminarErnesto51, es un deseo mío que este blog esté enfocado de forma que pueda ser leído por cualquier persona, y por supuesto ajena al mundo educativo. Supongo que dominan los profesores, pero me atrae también que haya lectores de todo tipo y profesión. El blog plantea la figura del profesor, un profesor en esencia pesimista, pero que apuesta también por el optimismo de la voluntad. Ha habido posts muy desesperanzados y escépticos, pero este fluir de la palabra en la blogosfera termina reconduciendo las ideas y entre todos extraemos enseñanzas. Apelo, como no, a la sensibilidad y al diálogo como modo de encontrarse. Tus haikus son excelentes. El año pasado plantee a mis alumnos de cuarto de ESO un ejercicio con haikus en http://mac4rteso2.wordpress.com/2008/05/05/creacion-de-haikus/
ResponderEliminarEn los comentarios puedes ver los que escribieron ellos. Un cordial saludo. Te sigo. Miriam Makeba sigue pendiente.
Que pena me ha dado que Maz se haya quedado sin plaza. La verdad.
ResponderEliminarJoselu,
ResponderEliminarte mereces un post dedicado a tí. Léelo en mi blog.
Un abrazo.
Eso de levantarse cuando entraba el profesor a clase y no sentarse hasta que él lo ordenara, estaría bien que se hiciera ahora como señal de respeto.
ResponderEliminarAntes, en cambio, se hacia como principio de autoridad y mucho temor.
Es curioso como según sea la escuela, algunos gestos cambian de significado.
Mmmmmm, no tengo mucho que comentar en esta entrada. Demasiado técnica...
ResponderEliminarEn una de mis frecuentes crisis de desolación, fobia y ansiedad tuve un sustituto que se llama exactamente como yo. ¡Qué experiencia del doble tan singular tuve durante aquel periodo de la baja que deseaba balsámico! Volví agotado, pues tuve todita la sensación de haberme desdoblado y de estar trabajando y sin trabajar al tiempo. Lo peor es que el otro yo era mucho mejor que el mío, lo cual tampoco tiene mucho mérito, pero no deja de escocer...
ResponderEliminarParece que la tarea del profesor es una tarea de héroes -desde Cadiz hasta Estocolmo.
ResponderEliminarA ver que te parecen estos haikus.
Hola JL, acabo de ver una película que me hizo pensar en ti y vine por aquí a recomendarla -- si no la has visto. Es francesa. Se llama "Les Choristes". Es la primera película del director Christophe Barratier.
ResponderEliminarLos sustitutos tienen muchísimo valor: van de aquí para allá y con suerte se quedan un tiempo en un centro; cambian continuamente las asignaturas que imparten; no pueden plantearse un trabajo de manera continua y completa; las más de las veces no cuentan con la ayuda del profesor titular; no disponen de tiempo para conocer a alumnos, profesores, padres... Realmente sus condiciones laborales son muy duras y, aún así, encuentras magníficos profesionales, ilusionados y preocupados por su trabajo. Yo, con toda sinceridad, me quito el sombrero...
ResponderEliminarDesde siempre me ha parecido una tarea complicadísima el ser maestro, pero mucho más la de ser sustituto.
ResponderEliminarConseguir la confianza de unos alumnos sin saber de cuánto tiempo dispones para fomentar el grupo y realizar tus tareas, es realmente un acto de valor enorme.
Y más cuando se trata de alumnos inmigrantes o con problemas familiares. Me gusta mucho la iniciativa que elige Max, interesarse por sus vidas, es, si cabe, el mejor de los caminos.
Te dejo, aunque quizá conozcas, la web de un programa de TV3, se llama Notòpic, habla sobre la vida de los inmigrandes que llevan tiempo en Cataluña.
http://www.tv3.cat/programa/18605
Creo que puede hacernos reflexionar muchísimo, sobre las situaciones que llegan a vivir, no sólo en Cataluña, si no, en cualquier lugar.
Un abrazo enorme :)
Soportándome, al final del documental, sin más explicaciones se dice que perdió el trabajo por restricciones presupuestarias. A veces temo, y ahora con la crisis puede ser, que aquí pase lo mismo con algunos profesores. Un cordial saludo.
ResponderEliminarFmop, desde luego en el contexto de las clases de Folke se ve apropiado y oportuno. No parece que los chavales lo vean como una muestra de autoritarismo. A veces pienso si esa no sería la mejor forma de comenzar las clases.
ResponderEliminarPantagruel, hola, siento que lo hayas encontrado demasiado profesional o técnico. Un cordial saludo y hasta pronto.
ResponderEliminarJuan Poz, su historia es sorprendente y de naturaleza literaria. El doble de uno trabajando y haciéndolo mejor que uno mismo... Y además cansándose como si trabajara... Perdone que me ría. Es realmente gracioso.
ResponderEliminarAngelus, también en Estocolmo cuecen habas y no precisamente fáciles. El documental me sorprendió porque no imaginaba la situación así en la escuela sueca. Son problemas muy similares a los que encontramos por aquí. He visitado el enlace a los haikus. Un cordial saludo.
ResponderEliminarVíctor Manuel, conozco muy bien esa película y es verdaderamente estimulante y esperanzadora. Sales con muy buen sabor de boca después de verla. Cómo la música puede redimir a lo que en principio estaba socialmente excluido. Se la he puesto con frecuencia a mis alumnos. Gracias por pasarte por aquí.
ResponderEliminarMarcos, yo también me quito el sombrero. Su tarea no resulta nada fácil por lo que dices. Es el medio de empezar a trabajar en la pública y les toca lidiar con sustituciones y desplazamientos continuos. En mi centro veo con frecuencia rostros efímeros que vienen unas semanas y desaparecen. A veces no te da tiempo ni de saludarles por la velocidad con que trabajamos. Me gustaría que hubiera más tiempo y menos estrés para poder establecer más relación con ellos. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMeike, he visitado el enlace a Notopic y me ha gustado. No conocía esta página de TV3. Gracias por tu presencia y tus reflexiones. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Joselu: Me ha parecido muy interesante la historia que has contado. Yo llevo un montón de años en la docencia y he visto y sufrido casi de todo. Pero aún hoy no he dado con la pócima mágica que hay que administrar para encarrilar una clase descarriada. Es decir, no puedo dar consejos. Porque el acto educativo es una situación muy singular. Un hecho que tiene lugar entre dos personas, profesor y alumno. Y este binomio es único e irreemplazable. Por lo tanto no puedo aconsejar actuaciones a otra persona que está lejos de tener mis cualidades (por exceso o por defecto) Este año, una compañera y yo compartimos aula en la asignatura de Educación para la Ciudadanía, y debo decir que la relación que tiene ella con la clase, no es, ni de lejos, la misma que tengo yo. Los alumnos según actúa ella o yo, se transforman, parecen otros.. por eso digo que no hay fórmulas mágicas, cada uno tiene que lidiar el toro a partir de su personalidad.
ResponderEliminarLos sustitutos cargan con la parte más desgradecida de la enseñanza. Con un poco de suerte están todo un curso, pero no es lo normal. Casi siempre están semanas o meses tan sólo y con muy pocas armas deben sacar adelante un curso (o varios, según la asignatura). Desaparecen según vinieron y rara vez volvemos a acordarnos de ellos o a verlos. Lo normal es que les metan en una clase y les digan: "Todos tuyos, apáñatelas como puedas". En mi cole funcionamos bastante bien y los sustitutos son bien tratados, pero les toca bailar con la más fea. Si ya es difícil hacerse con un curso en condiciones normales, imaginaos si dispones de poco tiempo y d emenos recursos. Yo conozco compañeros que han estado en nada menos que 13 colegios en un solo curso, es para volverse loco. Yo nnca he sido sustituta, supongo que es una experiencia tan dura como interesante, pero qué no lo es en esta profesión.
ResponderEliminarCon respecto al método personal, no hay recetas mágicas. Lo que a uno le funciona a otro le va fatal, y viceversa. Todos cometemos errores, sea cual sea nuestra experiencia. Hay quien desde el principio acierta y otros que tardan años en dar con el sistema decuado, como es mi caso. Además cada grupo es diferente, lo que da resultado con unos con otros es un fracaso, es difícil acertar. Una ventaja de la experiencia es que tardas menos en hacer un diagnóstico y que adquieres tablas con padres y alumnos, pero eso no garantiza que no te equivoques. Lo único que siempre funciona es el gusto por el trabajo y la paciencia, pero ni por ésas te libras de los errores. Demasiada implicación te hace llevarte los problemas a casa, y eso no es bueno.
Por cierto, yo descubrí el año pasado cómo utilizar el Pasapalabra con los chavales y me funciona, lleva tiempo prepararlo pero le sacas partido.
Un abrazo, colega.
Sueca era también la empresa Boliden, que puso en riesgo de exterminio casi todo el coto de Doñana. El que considerase esta entrada técnica no quiere decir que no la leyese con interés.
ResponderEliminarDe paso, el haber sido enlazado en este blog es algo que "me llena de orgullo y satisfacción" como diría el otro, pero sinceramente. Un abrazo.
¿El grupo no tenía otros profesores, además de estos dos profesores?. ¿No aparecen en el documental?
ResponderEliminarGeneralmente cuando un profesor se encuentra con problemas en un grupo tiende a pensar que el problema es suyo, pero lo cierto es que suelen ser problemas generalizados -salvo excepciones.
Serenus, el documental se centra en estos dos profesores, aunque aparecen otros como el de Educación física que está desesperado. También se presenta una reunión de profesores en que alguno plantea la necesidad de nuevos métodos. El director siempre está ausente, lo que es una crítica a su desidia y dejación. La mayor parte de los profesores son sustitutos porque los titulares están de baja. El documental reproduce conversaciones que tiene Max con sus alumnos a punto de ser repatriados por problemas legales. Max ha de encontrar su camino para acercarse a sus alumnos cuyo comportamiento es nada ejemplar.
ResponderEliminarPantagruel, el placer y el orgullo también es mío de que estés aquí presente. Con tu chispa seguro que se enriquece el blog. Un saludo.
ResponderEliminarPor lo que cuentas, esta historia recupera el binomio maestro-discípulo. Si hay algo del relato que me parece real es que el maestro no tiene la llave de todos los secretos. Si fuera así, estaríamos hablando de un cuento. La realidad es siempre más compleja por lo que ese profesor también sufre momentos de inseguridad.
ResponderEliminarEs una historia ejemplar. Y como no es un cuento, no tiene final feliz.
Yolanda, disculpa que no te contestara ayer. Gracias por tus aportaciones sobre esa difícil faena que tienen sobre sí los sustitutos y tus reflexiones sobre esa fórmula docente tan difícil de reseñar. Aprendo con vuestras ideas. La blogosfera es un lugar cálido de intercambio de planteamientos y sensibilidades. ¿Qué es eso del Pasapalabra? ¿Cómo lo aplicaste? Un abrazo, amiga.
ResponderEliminarLu, es cierto, no es un cuento. Folke en algunos momentos está desconcertado porque su fórmula le ha fallado, y sale con pesar de clase preguntándose qué ha pasado, cómo puede hacerles reaccionar. De igual manera, acaba con el despido de Max, como hemos dicho. Buena interpretación la que has planteado.
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