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martes, 24 de noviembre de 2015

Es el momento, profe. No te lo pienses más.



Una idea me está rondando hace unas semanas para mis alumnos de tercero de ESO de trece años. Quiero que escriban una novela. Extensión, unas veinte o veinticinco páginas. Sería una novella al estilo italiano en el Renacimiento, narraciones breves, condensadas. ¿Es posible que un adolescente tenga algo que decir y pueda -y quiera- contarlo? La respuesta la conozco. Sí, clamorosamente sí. Un adolescente es un salvaje en el sentido de puro y en él se agitan fantasmas poderosísimos en su proceso de descubrimiento del mundo. Lleva unas semanas de maceración en mi caletre. Es una experiencia que he planteado otras veces pero un curso más tarde, a los catorce años. Pero el año que viene yo ya no estaré con ellos. He aprendido a quererlos durante los tres años que he sido su profesor. Me gusta estar con ellos aunque a veces tenga que pegar cuatro gritos para calmar su excitación y su inquietud. Hoy se lo he comentado. Quiero que escribáis una novela. La idea no parece haberles sorprendido mucho, como si la estuvieran esperando, como si quisieran decirme que ya están maduros para ello. 

"Es el momento, profe. No te lo pienses más"

Ahora o nunca. Me digo, cuando el nunca está más próximo. Tiene que ser ahora. Varias chicas me han mirado interesadas. Una de ellas debe publicar textos en alguna plataforma como Wattpad. Es increíble que un profesor de lengua no aproveche la realidad de alumnos que escriben, que les gusta escribir. Aunque debería hablar en femenino. A ellas, a algunas al menos les encanta escribir y los profesores no lo sabemos y no lo incorporamos a las clases. Otra chica de pelo de colores me ha preguntado que si podía haber sexo. Le he mirado fijamente y le he dicho que el contenido es libre pero tiene que estar bien contado. ¿Pero podemos escribir de lo que sea? Claro, por supuesto. Podéis escribir sobre lo que sea. Este proyecto lo he llevado a cabo varias veces en mi vida. En los tiempos del BUP y en la ESO. Todas las veces que lo he experimentado me he encontrado con muchas novelas muy interesantes, algunas las recuerdo a pesar del tiempo pasado. Historias de amor, de deseo, de sufrimiento, de aventura, de horror, de ciencia ficción ... No hay idea que no pueda bullir en la cabeza de un adolescente. Los adultos no conocemos su mundo y ellos se ocupan bien de que no lo conozcamos. Una profesora cuando va a clase dice siempre: Voy con la tropa. No me gusta. Da idea de un colectivo amorfo con el que se mantiene una relación jerárquica. No, no me gusta. Sé que mis alumnos van a aprovechar la oportunidad de escribir una novela sobre la vida, sobre su vida. Una vez una muchacha en silla de ruedas, con la enfermedad de los huesos de cristal y que había sufrido más de veinte operaciones en sus piernas, escribió un relato fascinante que tituló Adolescencia dolorosa. Era su vida, su pura y escueta vida contada con una pasión y con un dolor inenarrable. Pura vida en estado salvaje. Este es un ejemplo pero he leído relatos increíbles de todos los temas. Ya hablaremos de las cuestiones técnicas como el tipo de narrador, la progresión de la novela camino del clímax y el desenlace, así como la división en unidades narrativas menores como los capítulos. El tratamiento del tiempo y el espacio. Los personajes. Sin embargo, en mi experiencia sobre esta idea, he visto que muchos problemas narrativos son resueltos intuitivamente por ellos porque tienen algo que decir. Para escribir ese es el motor fundamental: tener algo que decir. Las cuestiones técnicas van después. Tener algo que decir y querer contarlo. Los procedimientos técnicos van apareciendo en el camino. Les prepararé un vídeo para introducir la idea. Tendrán cinco meses para desarrollarla. Y el 20 de mayo presentarán sus novelas. Esto supone la lectura de más de mil páginas para el profesor. No obstante, el instante en que me enfrento a una novela de un adolescente, es un momento mágico  porque dan forma a sus mundos con una gracia y una frescura que invita a la lectura. No los conocemos. Las redacciones sobre temas estereotipados que les proponemos no son expresión de sus posibilidades como narradores. Hay algo más. He leído de todo. 

"Las chicas son formidables narradoras. Detrás de un rostro tímido puede estar escondida una Emile Brönte o una Virginia Wolf." 

Hacen falta mundos propios que están estallando en su interior por el descubrimiento de la vida como experiencia fundamental. Y los hay. Las chicas son a veces perversas. No te fíes nunca de un rostro angelical. Son los peores. O los mejores. Sus voces pugnan por salir al exterior. Solo hace falta un profesor loco que las invoque. Y que esté dispuesto a leerse el millar y pico de páginas que van a escribir. Para mí será la despedida. He sido profesor de adolescentes durante muchos años. Me he sentido como un enfant terrible, un maudit de la docencia. Me aburren los discursos de mis colegas en las reuniones. Desconecto. No me interesan sus críticas, sus estados de ánimo, su falta de entusiasmo, su adocenamiento. Puede que sea excesivamente ácido con ellos y sean excelentes profesionales. Seguro que sí, pero cuando estamos juntos todo huele a rancio. No hay debates en profundidad, no hay espíritu de vivir sueños juntos. Solo reproches, quejas, negativismo, rendimiento a la burocracia. Vivo allí, entre ellos, pero soy un gigantesco o diminuto –no vamos a ser narcisista en demasía- son of the bitch. Y como lo soy y lo sé, voy a desarrollar este proyecto que les implicará hasta el tuétano. A mis alumnos. A mis alumnas. Estaremos abiertos al océano, a los sueños, a lo que salga, a lo que encontremos en el viaje. En el que seguro habrá numerosas cargas de profundidad. Y no evitaré que exploten. Les animaré a ello. Los lectores del blog –entre los que hay alguno de ellos (¡pillín!)- estáis invitados a asistir a la deflagración. Luego no os quejéis.

26 comentarios :

  1. Ojalá lo hubiesen hecho conmigo a los trece años. Me enamoré por primera vez a esa tierna edad :)

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    1. ;-) Gracias por tu comentario. Espero que sea pródiga esta empresa. Seguro que para ellos será muy importante. Y para mí también.

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  2. Si no hay que ser narcisista en demasía, tampoco iría mal cambiarle el nombre y pasar de novela (al estilo de las ejemplares y esta de las italianas que mencionabas) al relato o al cuento largo ("El perseguidor", de Cortázar, si no recuerdo mal, se iba a las 80 páginas, por ejemplo). Terminologías aparte, la idea es excelente y debería de ser casi "obligatoria". Como ellos están muy apegados a las vivencias propias, pocos hay que escojan motu proprio las aventuras exóticas, la ciencia ficción o el genero policíaco. Teniéndolo en cuenta, mi propuesta narrativa fue, durante muchos años, la de escribir una autobiografía de ellos mismos con entre 25 o 30 años más, bien entrados en la cuarentena. Salían narraciones muy curiosas que tampoco se ajustaban exactamente a modelos establecidos, pero poco imaginativas, eso sí. Es curioso lo mal repartida que está la imaginación, y más aún la originalidad. Se habla siempre del espíritu inventivo y creativo de los niños o los adolescentes, pero la verdad es que la realidad casi nos dicta lo contrario. De algún modo, apartarse de los modelos tradicionales conocidos en casa y la familia, más los íntimos, no está al alcance de cualquiera. Por eso los avances sociales siempre son tan lentos. En fin, una idea excelente. Ya sé que no entra en tu actual perspectiva la idea de que compitan entre ellos, ¿o sí?, pero estaría dispuesto a formar parte de un tribunal que, como en un concurso literario, y sin conocerlos, decidiera el que más les hubiera gustado de entre todos, lo que no significa más que eso, evidentemente.

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    1. Tienes razón si nos ajustamos al término contemporáneo de novela. Serían relatos o cuentos largos. Pero tengo la impresión de que al calificarlas como "novelas" ante ellos, aunque no sea pertinente según la moderna terminología, adquiere un valor mayor, más sorprendente. Una cosa es escribir un cuento y otra "una novela". Y como no soy nada purista al respecto, "novela breve" se queda, al estilo de las novelas intercaladas en El Quijote. El problema no tiene mayor enjundia.

      Y sí, ciertamente, muchos utilizarán sus propias vivencias en los relatos. Pero me he encontrado de todo. Es interesante ver cómo se crean micromundos literarios en estos textos. ¿La imaginación? Es una cualidad harto curiosa. No abunda. Lo más normal es que se inspiren en modelos preexistentes y que hayan leído. Algunas chicas leen textos de Wattpad donde publican jóvenes como ellos. Es un factor poco conocido por los profesores de lengua. Otros carecerán de modelos y acudirán directamente a la realidad que los rodea. Pienso en esos muchachos voluntariosos y tenaces pero poco imaginativos, o en otros cuya imaginación va por otros derroteros como el fútbol. ¿Tiene imaginación Messi? Si le hiciéramos escribir un relato lo más seguro es que tuviera un nivel de quinto de primaria si llegaba. Pero en el campo de fútbol debe ser algo así como William Blake en poesía, digo yo, porque no suelo ver los partidos ni los resúmenes, hablo solo por lo que dicen. Se tiene imaginación para algunas cosas y para otras no. Aquí nos referimos a una especialización que es la imaginación literaria y no podemos pensar que esté muy nutrida dada la carencia de modelos que tienen a esta edad. Por contra, conocer muchos modelos no significa tampoco ser diestro en creación de mundos insólitos o propios. Busco en este intento el puro ejercicio intuitivo del arte de narrar no que se ajusten a arquetipos. Algo así como a veces les pido que dibujen algo que exprese el contenido de un cuento sin importar demasiado que esté bien o no. Es otro tipo de imaginación no necesariamente congruente con la literaria. Busco como digo, el narrador salvaje, no escolástico, que pueden llevar dentro. Sus líneas narrativas intuidas son muy interesantes para mí. Otra cosa es que estos ejercicios de pura intuición puedan ser objeto de un concurso canónico. No pretendo hacerlo. Estoy seguro que para algunos/as será algo inolvidable. Formará parte de su biografía sentimental. Eso sí, si te apetece, puedo seleccionar entre los potenciales cincuenta que se presentarán, unos diez finalistas según mi juicio para que los leas y puedas dar tu opinión y expresar tu gusto.

      Quiero que la temática sea completamente libre. Esto los desafía y los estimula, a la vez que los expone al mayor problema que existe que es la hoja en blanco. Hay algunos alumnos, no necesariamente los/las (resalto el femenino porque es importante) mejores académicamente cuyo porte me induce a pensar que hay un importante mundo interior que puede ser proyectado en esta novela, aunque sorpresas seguro que habrá.

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  3. Excelente idea, Joselu. No sé si los chicos, pero las chicas solemos llevar diario personal desde pequeñas y sí, escribimos para dejar salir nuestras emociones, nuestras percepciones del mundo, nuestras frustraciones en los primeros pasos en la amistad y el amor. Tenía una compañera que llevaba un diario en el que volcaba todas las salvajadas que padecía en su casa: una madre autoritaria y abusiva que, según decía, llegó a quemarle el brazo con una cuchara sumergida en agua hirviendo...
    Y por lo demás, yo también confiaría en sus talentos innatos. Fíjate si no lo que dice Hemingway acerca de cómo escribir bien. También quedo a la espera.

    Un beso.

    Fer

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    1. Hay alumnas calladas y discretas o no -en lo de discretas- que dan la impresión de tener un mundo personal importante. A veces ese encerramiento íntimo puede ser expresión de dicho cosmos interior. Hay personas que crecen hacia afuera y otras que crecen hacia adentro. En los alumnos se ven muestras de ambos tipos. Quiero darles una motivación para salir afuera. Lo más emocionante es ver, cuando les devuelvo las novelas corregidas, cómo se van pasando por la clase de mano en mano. Es mi despedida de las aulas. He de concentrar todo mi potencial en hacer un curso altamente nutritivo en todos los aspectos desde lo intelectivo a lo imaginativo y literario. Así podré decir: este es el profesor que anhelé ser. El que nunca he dejado de ser.

      Joselu

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    1. De momento solo he lanzado la idea. Falta definirla. Lo iré contando.

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  5. Yo intenté escribir algo así cuando era adolescente. Tenía la idea, tenía las ganas, era un gran lector, muy precoz, pero soy pésimo escribiendo, como bien sufres cada vez que intento comentarte algo. El intento aun esta en alguna carpeta perdido en lo alto de un armario en casa de mis padres.

    Estos días estoy leyendo una biografía que ha salido de Julio Cortazar. Otro colega te ha comentado sobre él. De adolescente Cortazar escribía poesía, con las novelas o cuentos aun no se atrevía. La poesía es más directa y de resultados más rápidos, pero claro, a día de hoy donde a quedado la poesía. Sin duda si propusieses escribir poesía a lo mejor el tema no provocaría tanto entusiasmo. En prosa todo el mundo se atreve a intentarlo, y muchos lo disfrutarán.

    Todos ellos deben de tener whatsapp, en realidad escriben mucho al cabo del día. Con su abreviaciones, con su ticks, seguro que de muchas de las conversaciones que mantienen en esa app saldrían excelentes ideas para algún cuento. Hoy en día se pueden hacer libros digitales con las conversaciones de esa app (https://tinybooks.es/), lo que tu le pides es un poco más. Seguro que hay mil historias en ellos.

    Vivo en otro mundo, alucino con que alumnas a los 13 años te pregunten si pueden hablar en sus novelas de sexo.

    A los 14, en 8º de EGB a pesar de que leía libros de Stephen King de 1200 páginas, en el patio de cole nos dedicábamos a jugar como niños aun a jugar de vez en cuando a Churro-mediamanga-mangotero.

    En fin, buena idea lo de la novela.

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    1. El escribir bien es un artesanado que se trabaja diariamente. Ser artista es otra cosa bien distinta. No está al alcance de la inmensa mayoría. Es un don, como la música o el ritmo para la danza. Yo ni tú lo tenemos así que hacemos lo que podemos. Escribir cada día es importante. A mí me gusta. A mis alumnos no les gusta escribir. No saben cómo hacerlo. No cuidan el lenguaje. Es normal. Son adolescentes por un lado y, por otro, el valor de la elocución no es hoy demasiado importante. Quiero, por ello, plantearles un objetivo que adquiera sentido para ellos. Que escriban sobre lo que quieran y cómo quieran. Que saquen lo que hay dentro. No van a encontrar al crítico amargado que juzgue con mal talante sus insuficiencias. De hecho hay muchos alumnos magrebíes para los que este ejercicio está fuera de sus posibilidades por su escaso dominio de la lengua. Leerlos, dicho sea de paso, es un suplicio. Pero que haya muchos que no puedan alcanzar dicho propósito aunque fueran cuatro páginas, no quiere decir que un cincuenta por ciento no tenga grandes posibilidades de pergeñar una historia con gracia, fresca y coherente.

      Con la poesía no me atrevo ni harto vino. No tengo la más mínima predisposición para ella. Soy prosaico e incapaz de crear imágenes poéticas. No tengo esa facilidad.

      Pues sí, esta alumna lo primero que me preguntó fue eso. Es callada y discreta. No sé por dónde saldrá. Tal vez su mundo interior está llamando a la puerta.

      Hay un alumno desgarbado y caótico, con una letra espeluznante, desorganizado, que he observado que tiene buena memoria y que tiene imaginación. Está en un grupo de adaptación, un ritmo lento. Los ejercicios que les hago sirven para destapar capacidades inéditas para ellos. Les planteo ejercicios de composición de historias con palabras y expresiones generadas al azar en los que la habilidad es dar lógica a la historia con materiales tan dispares. Pues este muchacho es un crack. No les enseño sintaxis, más bien léxico y construcción de historias.

      Espero que dé buen resultado. Aunque habré de leerme textos incomprensibles.

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  6. Un impulso así es de los que ratifican una vocación. Para eso también -o sobre todo- están los profesores. Excelente.

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    1. Vamos a hacer emerger a esos narradores anónimos que seguro que existen. Saldrán a la superficie para mí, y, sobre todo, para ellos mismos.

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  7. Una idea formidable, Joselu. Ojalá hubiera tenido un profesor con ese talante y no las máquinas de enseñar que me tocó soportar. Solo uno se salvó de la quema, un profesor de filosofía (un cura progre) que se empeñó en enseñarnos a pensar, a ser críticos y nos "obligaba" a leer un periódico para luego discutir en clase un tema de interés general.
    Por lo que leo, me da la impresión que estás muy cerca de la jubilación. Ellos se lo perderán. Aprovecha, pues, a enseñarles a escribir, pero también (seguro que lo haces) enséñales a leer. Sin lectura previa, no hay escritura de una calidad mínima. Qué te voy a decir que no sepas. Es solo una reflexión.
    Ojalá que entre tus alumno/as aparezca un/a futuro/a novelista o, cuanto menos, un/a lector/a empedernido.
    Un abrazo.
    P.D.- Te había perdido a pista pero ya la he recuperado gracias a tu visita a mi blog.

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    1. Enseñar es un ejercicio de resistencia. De cien unidades de energía que pones, solo fructifican algunas y el resto se pierde en una corriente que podemos calificar de entropía. Un día docente puede dejarte triste y afectado. Pese a esto, uno puede ver cosas que no han estado mal del todo. Es muy cierto todo lo que dices. Aprender a leer y a escribir. Al menos a tomarle el gusto y perderle el miedo. Nadie dice que no pueda salir un o una buena novelista de esta generación que tengo ahora. ¡Quién sabe! Es tan extraño todo. Y sí, es mi último año. Lo vivo con un cúmulo de sensaciones encontradas. No quiero ser el senil que va con una sonrisa estúpida porque va a dejar de trabajar ni quiero ser el cretino que piensa que su vida va en esto que está haciendo y que se va a quedar vacío cuando esto acabe. Cuando acabe esta carrera, otra empezará. En contra de los punks creo que el futuro existe y yo lo estaré haciendo.

      Muchas gracias por tu comentario. Fue un azar releer un post y encontrarte allí con cordiales palabras.

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  8. Creo que es una experiencia interesante aunque también me inclino por llamar a tu proyecto, cuento o relato más que novela. Personalmente estoy harto del prestigio cultural que ha adquirido la novela, desde la eclosión burguesa del siglo XVIII o XIX, frente al cuento tradicional que en mi parecer es la base de la comunicación narrativa.
    Si las infraestructuras pedagógicas lo permitieran sería muy curioso poder hacer una narración por capítulos sucesivos alumno por alumno a ver si salía una novela coral.
    ¿Tú crees que nos hemos alejado tanto de nuestra propia adolescencia como para considerarlo un universo diferente al nuestro? Leyéndote creo que esa es tu impresión.
    Saludos

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    1. He trabajado con adolescentes durante varias décadas. Digamos que la adolescencia es mi especialización. Pero pienso que los adolescentes como entidad no existe. Existe un adolescente y otro y otro. Mundos distantes y distintos. Con algunos existe el encuentro gozoso, con otros no. Sería absurdo pensar que uno pudiera ser universal y encajar con todos los adolescentes como pasa en las películas. Yo no sé si la adolescencia es un universo diferente, pero pienso que los adolescentes tienen dentro una cuestión biológica que los lleva por caminos distintos de los que pisamos nosotros. Son otros ritmos, otras músicas (raramente entre a los que yo frecuento les gusta el jazz), otra forma de moverse, de percibir la primavera, de esperar en el amor. Es un momento vital que no es el nuestro. Ven cada día de un modo distinto. Y como presuntos escritores, eso se refleja en sus relatos-cuentos-novelas (me atrae la pomposidad del término novela). Un día me dijiste que no era bueno hurgar en sus psiques, pero ¿qué es pedirles una novela? En ella tendrán que mostrarse, tendrán que enseñar sus cartas. No es lo mismo escribir una redacción de una cara que escribir veinticinco páginas con su lógica interna. Porque esto es lo esencial que tiene una novela o debe tenerla: lógica interna. Escribiendo tendrán que crearla. Hay muchachos que la tienen. Y tienen imaginación. Aunque sus notas sean malas. Será mi último intento de propuesta para el desarrollo de su mundo interior o exterior. Yo las leeré con mucho afecto. Utilizaré el color rojo para poner observaciones o corregir faltas ortográficas y después me iré para siempre. Me alejaré de estos adolescentes tan molestos, tan desquiciantes, tan pletóricos de energía inagotable. Creo que los echaré en falta, aunque los viernes llego a casa ahíto de gritos, tensión, estrés, movimiento sin fin. Y estoy tan harto de las aulas como pueden estar ellos. Pero ambos las amamos tanto como las odiamos.

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  9. He de confesar que yo ya estoy escribiendo una novela desde meses atrás y la noticia me sorprendio, para bien.

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    1. Es una forma de empezar la vida adulta: construir un relato que nos refleje en este momento de vuestras vidas. Me alegro de que te resulte una idea estimulante. Seguro que será una buena novela. Pronto hablaremos de ello.

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  10. La idea de la novela es magnífica y seguro que encuentras auténticas sorpresas. Lo malo de toda esta innovación es que requiere tiempo. En tu anterior post hablabas de velocidades y de ritmos de aprendizaje. Necesitamos un tiempo distinto en la escuela, una pedagogía de la lentitud. Confieso que a mí me molestan mucho las evaluaciones, me rompen mi ritmo de trabajo en el aula, me imponen unas pruebas que seguramente no haría hasta final de curso. Necesitamos tiempos largos para desarrollar procesos, para que ellos se acostumbren a gestionar su esfuerzo y rendimiento. ¿Imagináis que os marcasen a los adultos ese ritmo de evaluación que sufren los alumnos? ¿Que todos los días, todas las semanas tuviesemos que rendir cuentas de lo aprendido y de lo realizado? Cada día avanzo menos en los "temarios" y por contra trabajamos más en proyectos a medio plazo. Nos va muy bien tener por delante tres o cuatro semanas para escribir diarios quijotescos o hacer murales sobre el cine. No me atrevo con la novela, pero seguro que me animo con algún cortometraje. Intercambiaremos géneros en ese cercano mayo de 2016.

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    1. El pasado viernes mis alumnos de tercero tenían tres exámenes en un día. El mío estaba programado desde hacía mes y medio. Era un examen tipo test a través de una plataforma educativa sobre el libro de lectura. Se tardaba en contestarlo apenas diez minutos si se había leído el libro. Sin embargo, los problemas técnicos a que dio lugar fueron tantos que el tiempo por su parte de dilató y se dedicaron a buscar respuestas en El rincón del vago y demás. El ejercicio se pervirtió. El profesor hizo el sistema y ellos buscaron la trampa. Sin embargo, me imagino la realidad de sufrir tres evaluaciones en un día y puedo entender que muchos buscaran la triquiñuela, la pequeña estratagema para salir del paso. Ciertamente, no estudian, esta es una realidad palmaria. Pero el sistema es muy opresivo y nosotros como adultos no soportaríamos tal presión.

      Sin embargo, he de urdir algún sistema para discriminar a quienes se leyeron el libro y a quienes no. Tal vez mi fallo fue plantearles una herramienta digital que puede tener múltiples agujeros, y hay quienes se los encuentran aunque no hagan en otro sentido la o con un canuto. Astutos lo son mucho.

      El problema que me encuentro es que hay alumnos que me avanzan tres y cuatro veces más rápido que la mayoría y he de darles material constantemente para avanzar. Parece que no, pero esto supone un problema.

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  11. Te hago una confesión, si mis profesores me vieran destrozar la lengua en un blog, seguro que no pensarían que era yo el que escribía, nunca fui un buen estudiante y en BUP siempre aprobaba en Septiembre no menos de 5 asignaturas (de 9, que había entonces). Pero la semilla que sembró Doña Socorro o Don Angel Juarros entre otros, en algunas ocasiones florece y hace que me guste escribir como forma de estructurar el pensamiento, nunca lo haré bien pero lo hago.
    Hay la extendida costumbre de tratar a niños y adolescentes como estúpidos, hablarles y tratarles como imbéciles y son personas. Mi hijo mayor se aproxima a la adolescencia y siempre, desde niño, le hable como a una persona consciente y completa y sinceramente nunca, hasta el momento, he tenido problemas de comunicación, veremos lo que pasa.
    En la vida hay dos tipos de personas, los que nos equivocamos y los que no hacen nada.

    Un saludo

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    1. Es hermoso que recuerdes a tus profesores de lengua, a Doña Socorro o a Don Ángel Juarros, con dones y doñas. ¡Qué diferente a como nos ven ahora los chavales! No es que anhele ser recordado como Don José Luis González. No me lo imagino siquiera. Era otro tiempo sin duda. Mi hija de dieciséis años tiene una profesora muy tradicional y de buen castellano a la que llama Pepi. En todo caso, es bueno que algunos dejen un poso que años después siga vivo, como el de aquellos profesores que mencionas. Uno no sabe si alguien se acordará de uno en ese sentido alguna vez.

      Y sí, se tiende a tratar a los adolescentes y niños como disminuidos. Haces muy bien en tratar a tu hijo como lo haces. En cuanto a la adolescencia es un periodo tormentoso en que puede pasar de todo. Ojalá que la base que le has dado sea solvente y la que él necesitaba.

      Un cordial saludo, Temujin.

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